El documental recorre la vida de un grupo de Tareferos, los cosechadores de yerba mate, trabajo que aún se hace de forma manual, a lo largo de un año. Dario¨Piquillo¨, Mauro y Walter son hermanos, y junto a Sergio ¨Tapití¨ son jóvenes hijos de familias de Tareferos, como muchas familias en la provincia de Misiones, los que deben trabajar en los yerbatales, realizando un tarea agotadora y dolorosa, por lo general mal paga que va consumiendo sus cuerpos de a poco, debido al gran esfuerzo físico que deben hacer durante las largas jornadas de recolección. Todos los jóvenes conocen la Tarefa desde niños, son criados en un entorno de pobreza, al llegar a los 12 años se encuentran obligados a dejar los estudios y comenzar a tarefear. Al mismo tiempo Walter el hermano menor de Darío y Mauro, no quiere convertirse en un cosechador más, sigue en el colegio pese a las dificultades y está a un paso de recibirse. Como cada mañana suben a las camionetas que transportan a los diferentes grupos a los yerbatales , donde las manos están destinadas a juntar la mayor cantidad de yerba posible, lo que hace de los cuerpos máquinas de cosecha, dañándolas, desgastándolas y descartándolas cuando dejan de ser productivas. En mi carrera cinematográfica tuve la oportunidad de filmar alguno de estos lugares y conocer el cruel destino que se van generando estas personas con estas tareas. Pude filmar el trabajo de varias familias y el gran número de niños que realizan esta labor. Si bien el film se centra en los jóvenes, quizás alguno de esos jóvenes que hoy rondan los 20 a 25 años, fueron alguno de esos niños que filme hace más de diez años atrás. Un excelente documental, muy bien filmado por Diego Marcone y su equipo de colaboradores. Un film intimista, que refleja perfectamente la realidad que se vive en esos parajes. La unidad familiar, la amistad, el apoyo constante dentro en el trabajo, y a su vez la necesidad de superación por parte de unos pocos jóvenes que apuestan educación para forjarse un futuro diferente.
La yerba mate es una planta indispensable para los preparativos de infusiones que ya son parte de la identidad argentina. La industria yerbatera es enorme, y comienza con la cosecha de esta planta, en Misiones. Raídos (2016) se centra en la nueva generación de recolectores (se les dice taraferos) de los alrededores de la ciudad de Montecarlo, fundado por taraferos de una camada anterior. La cámara sigue a un puñado de estos jóvenes, en su rutina laboral, que comienza de madrugada, y también durante otras actividades y ratos de ocio. Varios de ellos dejaron la escuela para trabajar, otros desperdiciaron alguna buena oportunidad en el camino, y también hay un muchacho que quiere terminar la secundaria para tener un porvenir diferente. El director Diego Marcone logra un documental de observación, sólo recurriendo pocas veces a testimonios (lo mínimo para enmarcar determinas situaciones). Registra los movimientos de los jóvenes día, tarde y noche, con sol, con frío y con lluvia, sin caer en juicios de valor ni en tono de denuncia. Otro punto alto es la calidad cinematográfica. La fotografía y el diseño sonoro la sacan de formatos más convencionales y potencian la ambientación, de manera que el espectador puede involucrarse aún más con lo que se cuenta. Raídos muestra cómo vive (y sobrevive) un grupo de personas lejos de las grandes urbes, retratando el costado más humano de una industria de grandes proporciones.
Yerba Mala La particularidad de este documental de observación es la construcción dialéctica desde las imágenes seleccionadas de un relato audivisual potente que no sólo se concentra en la realidad de los trabajadores de la yerba, sino que trasciende el mero hecho observado para darle entidad e identidad a cada uno de los involucrados. Basta una conjunción de testimonios y planos para comprender el concepto abstracto de la plusvalía, la precarización laboral y la explotación del hombre por el hombre, pero también palpar desde la sensibilidad y la distancia adecuada de la cámara la importancia del estudio, del conocimiento y del sacrificio de algunos por el bien de aquel que logre avanzar para un presente más alentador fuera del trabajo esclavizante, y con miras a la autosuperación tal vez para regresar con mejores perspectivas y enseñar con el ejemplo. Raídos sintetiza historias y realidades en un contexto donde el contraste entre la belleza de la naturaleza y la vulnerabilidad del hombre deja un sabor amargo y cambia la percepción de todo preconcepto sobre lo que significa la frase “trabajar duro”.
Hundidos en el yerbatal A veces el cine documental termina por compenetrarse tanto con el objeto que muestra, que el resultado final es mucho más contundente y relevante que el disparador que tomaba para iniciar su relato. Raidos (2016) de Diego Hernán Marcone trabaja con ideas sólidas sobre el trabajo, la explotación y el esfuerzo necesario para poder cumplir sueños a pesar que el contexto y la dura realidad no anime a nadie a buscar otro rumbo. Marcone lleva su cámara a un pequeño pueblo del norte argentino llamado Montecarlo, en el que la actividad principal del lugar, la recolección de hojas de yerba mate, termina por configurar un escenario poco propicio para las aspiraciones más profundas de aquellos que habitan el lugar. La “tarefa” (nombre específico de la actividad de la cosecha de yerba), domina las vidas de aquellos que la hacen. “Cuando éramos chicos era una diversión el yerbal, ahora no”, afirma uno de los que componen el “elenco” de la película. Y en esa afirmación hay una profundidad que a lo largo del largometraje no sólo se fortalecerá, sino que, mientras Marcone muestra en la pantalla la realidad de la actividad, se presenta como el principal punto a resolver entre las víctimas y los victimarios de un sistema que fagocita sueños y esperanzas de progreso. “Empecé en la tarefa a los 13 años, con mi vieja, y con el tiempo dejé el estudio” dice otro personaje, y luego asistimos al registro de un “empleador” que abona las jornadas de arduo trabajo bajo el sol que curte la piel. La película utiliza los detalles para destacar alguna actividad al reposar la mirada en, por ejemplo, el lavado de la ropa de trabajo a mano en recipientes plásticos que contienen la suciedad del esfuerzo diario por conseguir un peso, logro de un director que debuta con esta crónica humana. Por momentos el director decide virar la acción hacia algo más lúdico, como puede ser un partido de fútbol, porque detrás de las historias personales y particulares, hay una unificación de los cuerpos que narran desde el goce y la libertad que la noche ofrece y que potencian el corpus del film. La película desanda un relato sobre el desarraigo aún en el propio grupo de pertenencia. Dos jóvenes descansan, se miran, se cuentan historias y luego juegan con sus cuerpos formados bajo el esfuerzo laboral, en su origen, para mostrar una veta mucho más relajada del objeto que se analiza a lo largo del film. Los taraferos continúan con la actividad, aguardan su paga y se disponen el sábado a quemar esos pocos pesos que le han brindando, y por suerte allí está la cámara, para dejar en claro que no es lo mismo trabajo que explotación, sueños que delirios, crisis y cambio, para poder seguir apostando a un tiempo que debe venir para sanar y curar heridas.
Ejemplar –y a esta altura ya clásico en su formato– documental de observación sobre un grupo de jóvenes “tareferos” de Misiones que se dedican a la cosecha de la yerba mate en un pequeño pueblo llamado, curiosamente, Montecarlo. Nada má alejado del glamour de la Costa Azul que esto. Aquí, entre las jornadas extensas de trabajo y la explotación comercial a la que son sometidos, se cuelan los sueños (irse a trabajar a otro lado, a estudiar), las amarguras, las luchas y quejas, y el alcohol que funciona muchas veces como descarga para este grupo de jóvenes laboriosos pero también frustrados que trabajan en un sistema bastante perverso. El filme captura las imágenes del lugar, la intimidad del día a día del trabajo y las noches de alcohol en una sumatoria sensorial que deja muy en claro en qué consiste la experiencia de trabajar en la cosecha de yerba. Salvo algunas elecciones musicales un tanto subrayadas, la película es irreprochable tanto en sus construcción como en sus personajes, a los que retrata desde la cercanía, como si la cámara fuera un personaje más, trabajando, peleándola, cantando y llorando las penas en alcohol en las noches en las que nada parece tener mucho sentido…
Algunos datos nos ayudan a ubicarnos. Argentina tiene el 60 % de la producción de la yerba mate. Y el 90% de esa producción se realiza en Misiones. La recolección de la las hojas de la yerba mate es de un oficio muy particular, “la tarefa se llama y quienes la hacen “los tareferos”. Una ocupación donde abunda el empleo en negro y esclavo, con el trabajo infantil. El destino de tres protagonistas es seguido por el talentoso director Diego Marcone, que se mete en la intimidad de estos tres muchachos, que comenzaron en esta ocupación cuando tenían apenas 12 años. Ahí esta expuesto como son sus sueños, sus bromas, su vida sacrificada, que se paga por el kilaje recogido. Impresionante retrato de un mundo que hasta ahora era desconocido por la mayoría de los argentinos.
Raídos: demoledor retrato de los tareferos Este documental premiado en el Bafici 2016 propone una mirada coral a distintas generaciones que trabajan en los yerbales de la zona misionera de Montecarlo. La mirada atenta pero nunca invasiva del director Diego Marcone acompaña a los tareferos, los sigue entre bromas, cumbia, fútbol, boliche y alcohol (uno de los tantos problemas que aquejan al sector), mientras su cámara registra los cambios de estaciones. Bella (sin caer en el esteticismo) y pudorosa (para evitar la denuncia recargada), Raídos expone el desprecio social que sufren, la dureza del trabajo, la pobreza que los acecha y la industrialización que amenaza con barrer con la recolección tradicional. Un registro demoledor.
Ganadora del voto del público en el reciente Bafici, en la categoría documental, esta película sigue a un grupo de tareferos, cosechadores de yerba mate. La cámara del director Diego Marcone no sólo sigue, sino que se instala en las vidas de esos trabajadores precarios, hijos de tareferos y habitantes de uno de los tantos barrios nacidos de la llegada masiva de mano de obra. En este caso, el que rodea la ciudad de Montecarlo, en la provincia de Misiones. Una mirada a un mundo duro, de cuerpos curtidos y risas explosivas, que no necesita bajar línea para transmitir la fuerza de sus imágenes.
Raídos, de Diego Marcone La explotación de la yerba en el nordeste argentino tiene una historia de representación en el cine nacional para la que uno puede incluso remitirse a clásicos como Prisioneros de la tierra (1939) o Las aguas bajan turbias (1952) donde ya se denunciaba el trato cruel y las condiciones inhumanas de trabajo. Si se trata de explotación, cada época se da la suya y si bien las escenas mostradas en estos films no son exactamente las mismas que vamos a ver ahora, hay ciertas circunstancias que cambian pero otras permanecen y el trabajo esclavo, mal remunerado, en negro, inestable e insalubre parece ser una constante histórica. Raídos, ganador del Voto del Público a Mejor Película Argentina en el último Bafici, retoma en formato documental las condiciones de trabajo y de vida de los cosechadores de Yerba, los “tareferos”, en la provincia de Misiones para contar cual es el estado de las cosas a partir de los años 90 cuando la crisis del sector precarizó aún más la situación, algo que no debería ser sorprendente. Para ello elige concentrarse en un grupo de jóvenes tareferos y observar no solo sus condiciones de trabajo sino también seguirlos en toda su cotidianeidad, qué hacen con su tiempo libre, cómo es su vida familiar, cuáles son las circunstancias que los llevaron a esta forma de vida, de qué manera se evaden a veces de su realidad, como se frustran o se divierten, cuáles son sus opiniones y sus expectativas (o la falta de ellas). De esta manera apunta a un retrato más íntimo y cercano. El realizador, Diego Marcone, toma la decisión de no disimular la presencia del dispositivo o tratar de borrar sus huellas. Es por eso que los personajes pueden mirar a cámara o en determinado momento de un dialogo acercarse al interlocutor y hablarle al oído para que lo que está diciendo en ese momento no quede registrado. Asimismo, a contramano de lo que se suele hacer en gran parte de los documentales de registro, no deja la cámara fija o inmóvil sino que prefiere los encuadres elaborados, el movimiento y un montaje ágil que vaya armando el relato. Marcone usa recursos que podrían ser de ficción tratando a sus personajes como tales. Así estos van dando cuenta de su vida, de la falta de oportunidades, o las oportunidades perdidas. Como cuando uno de ellos cuenta que entre la posibilidad de estudiar y el trabajo de tarefero eligió este último y ahora se arrepiente, cómo otro perdió la oportunidad de presentarse a la prueba de un equipo de futbol, o sigue una noche que pretende ser de festejo y termina en borrachera, pelea y amargura. En ese contexto también hay lugar para otro personaje, el hermano de uno de los tareferos que trata, pese a las dificultades, de continuar los estudios y donde están puestas las esperanzas de la familia de que alguno de ellas pueda escapar a un destino que parece predeterminado. Y también, se intuye, las esperanzas de realizadores y público de que algo por fin cambie. RAIDOS Raídos. Argentina. 2016. Dirección: Diego Marcone. Intérpretes: Darío Lemos, Mauro Lemos, Walter Lemos y Sergio Correa. Guión: Diego Marcone. Fotografía: Lucas Timerman y Diego Marcone. Música: Dante Frágola y Pablo Breardi. Edición: Diego Marcone y Andrea Kleinman. Duración: 74 minutos.
En Montecarlo (Misiones) Diego Marcone realiza Raídos: documental sobre los tareferos, bello y perturbador al mismo tiempo. Las condiciones laborales de los tareferos (aquellas personas que cosechan artesanalmente la yerba mate) es uno de los puntos que trata Raídos: el frío con el que se levantan para ir a trabajar, el calor con el que trabajan, el veneno que usan en las plantaciones, con apenas un trapo en sus caras, sueldos bajos y pocas posibilidades de mejora. Limitaciones y pesares. Marginalidad y pobreza. A merced de los cambios de la naturaleza y de las decisiones empresariales siempre favorables únicamente a sus propios beneficios económicos. Hay momentos en donde el director nos saca de ese lugar de trabajo y conocemos las casas y las vidas de los tareferos: salidas a los bailes, partidos de fútbol y otros momentos en los que se permiten descansar y disfrutar del ocio. Desde el pibito que recién empieza en el oficio hasta el más curtido por el sol y la tierra o aquel que quiere y decide seguir estudiando para procurarse otra vida, Marcone decide contarnos sus historias, las de tantos como pueda. Ese es un logro de Raídos porque nos ofrece la posibilidad de conocer a esos jóvenes, que viven una cruda realidad, desde la intimidad que la cámara ha conseguido imprimir, con sensibilidad y apostando a los detalles, a sus gestos, sus palabras y sus silencios.
El documental de Diego Marcone pone en escena una mirada atípica sobre Montecarlo, un pueblito de Misiones cuyos habitantes subsisten en torno a la cosecha de yerba. Raídos no celebra a sus entrevistados, pero tampoco comenta visiblemente la precariedad de su realidad; observa y se inmiscuye en su día a día, pero también adopta un lugar de escucha que revela la presencia de la cámara (este gesto puede leerse como un acto de renuncia a la neutralidad); se interesa sobre todo por lo comunitario, pero sabe cómo aislar personajes y recortar singularidades, cómo trazar perfiles. La propuesta de Raídos parece tomar distancia de los enfoques documentales más frecuentes, y los frutos de esa decisión se perciben en la familiaridad con la que película puede entrar en Montecarlo y sus casas pobres, o asistir a los momentos de la cosecha como si se tratara de un trabajador más. La película accede así a registrar a seres excepcionales, únicos, que están lejos de los estereotipos más reconocibles con los que el cine (pero no solo el cine) imaginó la figura del trabajador rural.
LOS CONDENADOS El director Diego Marcone mete su cámara entre un grupo de trabajadores de la tarefa (la cosecha de la yerba mate) en el pueblo de Montecarlo, provincia de Misiones, para retratar de manera casi física cómo es esa dura actividad, y en un segundo plano ir revelando las dificultades a las que se enfrentan, desde un empleo casi esclavo hasta sus horizontes vedados y sus problemas con el alcohol. Raídos es un documental de observación con toda la belleza formal de este subgénero, pero que a la vez se acerca al cine de denuncia con un pudor significativo: porque pone a los protagonistas a explicarse sin necesidad de subrayados ni de los típicos paternalismos en los que caen muchas veces este tipo de propuestas. Decimos que la cámara de Marcone retrata de manera casi física, porque se pone cuerpo a cuerpo con los laburantes mientras realizan su tarea. Para el director, felizmente, no hay manera más efectiva de conocer el trabajo del otro que el de acercarse milimétricamente. Y esta decisión formal es lo que muestra la coherencia y la honestidad en el registro, eso mismo que acompañará cada segmento del film hasta su melancólico desenlace: con una circularidad que se va marcando sutil y progresivamente, Raídos da cuenta del carácter estacional de este trabajo, pero en un círculo que no siempre empieza y termina en el mismo lugar. Retrato también familiar, en el film un grupo de hermanos involucrados con la cosecha de la yerba tendrán diferentes posibilidades de continuar su vida. Así es como asistimos a la emotiva despedida del que se va a estudiar a otra ciudad, pero también a la frustrante repetición del condenado a seguir trabajando en la tarefa. Para editorializar, Marcone entiende que alcanza con los testimonios de los propios tareferos y de sus familiares. La selección de voces es precisa, sin subrayados ni repeticiones. Los trabajadores dan fe de la dureza del empleo, del carácter extorsivo que sufren ante cada paga, de la imposibilidad de un futuro en otro lugar. Muchas veces son relatos conscientes hechos a cámara, pero en ocasiones surge de las charlas que se dan en los momentos de recreo o mientras se espera la próxima tarefa. Es casi la narración de un grupo de condenados. Por su parte los familiares, especialmente las madres, que sufren en silencio y padecen la crueldad con la que su descendencia tiene que pelear el día a día. De fondo, en Raídos se escucha casi siempre la voz de algún periodista deportivo que habla por la televisión o la radio de los entretelones del mundo del fútbol argentino, desde pases millonarios a los resultados de la fecha. Eso también da idea de un universo masculino de pobreza y exclusión, que tiene al fútbol como una posible escapatoria. De ese universo masculino, de su refugio en el alcohol y de un machismo que siempre está en la superficie, también habla este buen documental.
Intensa narración sobre un duro presente que vive anclado en el pasado El proyecto de “Raidos”(1), la ópera prima de Diego Marcone, nacido y criado en Buenos Aires, surge a partir de que la socióloga María Luz Roa había realizado una profunda investigación sobre la “tarefa” (2) para su tesis de doctorado, propuesto por ella al porteño egresado de la carrera Diseño e Imagen de Sonido en la UBA, como motivo de su primer trabajo para el cine. A propósito de ello Marcone reflexionó: “Mi primera reacción fue escéptica, por ser alguien de una ciudad. Y me preguntaba que tendría para contar de una realidad tan distinta a la mía como es la de Montecarlo, en Misiones”, Para ejemplificarlo se dijo: “Si me ponían dos plantas delante y me preguntaban cuál era la de la yerba, no iba a tener idea” Para finalmente viajar a Montecarlo para filmarla. Argentina produce el 60% del total mundial de yerba mate, y el 90% de esa producción está concentrada en la provincia de Misiones. Los barrios que rodean la ciudad de Montecarlo están compuestos casi en su totalidad por familias de cosechadoras de hojas de yerba mate, conocidos como tareferos. Es un empleo en negro y esclavo, viviendas precarias, falta de acceso a los servicios básicos, trabajo infantil y otras problemáticas que soportan de forma cotidiana los cosechadores. La tarefa se considera la peor ocupación que pueda tener una persona, y la época de cosecha se extiende de abril a agosto, el resto del año sus vidas dependen de changas y algunos planes sociales. En buenas cuentas es una industria que funciona en base a la pobreza. Marcone decide seguir en su realización a un grupo de jóvenes que incluso hablan guaraní: Darío “Piquillo” Lemos, Sergio “Tapiti” Correa, Mauro Lemos y Walter Lemos, quienes heredaron el trabajo de otras generaciones, y expone sus dificultades. Cada uno tiene su historia, pero hay algo que ellos tienen en común: conocen la tarefa desde niños, criarse en un entorno de pobreza, por no decir miseria, y verse obligados a abandonar los estudios para comenzar sus vidas de trabajadores, entre los 12 y 16 años, para subir cada mañana a los camiones que los transportan a los yerbales. La yerba mate se alimenta de cuerpos jóvenes a los cuales que, una vez curtidos, desgastados y dañados, los arroja cuando dejan de ser productivos. Un excelente montaje logra darle a la película, una narración sólida, reveladora y sobretodo emocionante. Un guión que se fue adaptando a las realidades de sus participantes, logrando que el documental se sienta como en primera persona, no algo visto desde afuera, y lograr que: detrás de nuestro mate diario, hay un mundo laboral precarizado y discriminado, de familias enteras explotadas en condiciones paupérrimas. Dicho esto no para sentirnos mal, sólo para ser un poco más solidarios con quienes nos posibilitan el placer de disfrutar de ese producto brindado por la tierra generosa. Ana Cubillas además de tarefero es secretaria del Sindicato Único de Obreros Rurales (Suor) de Misiones, al refiere al pago de salarios a tareferos, comenta: “Con bonos de comercios que son propiedad del mismo patrón que los contrata, entre varias violaciones a los derechos laborales de los trabajadores del campo no sólo en esa provincia sino en todo el país. El Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Agrarios (Renatea) fue disuelto por decreto en octubre, y también se esfumaron las funciones de control sobre la actividad. No sólo nos pagan en bonos, volvieron las carpas negras, no hay más transporte y viajamos de nuevo en los camiones arriba de la cosecha”. A pesar de la repercusión mediática que tuvo un reciente programa televisivo que mostró esa realidad, preparan una denuncia judicial porque “acá los empresarios que pagan con bonos pasaron de tres a cinco, como si pretendieran redoblar la apuesta y nada les importara” En la localidad misionera de Andresito en lugar de dinero de curso legal reciben unos tickets que sólo sirven para comprar comida y algún tipo de ropa, por ejemplo, en un comercio propiedad del empresario Zimmerman, a su vez dueño de un importante secadero de yerba. “igual no alcanzaría para nada más porque nos pagan menos que el salario mínimo, y sí, estamos como La Forestal de 1920”.. Viendo “Raídos” me vino a la memoria la producción de ficción “Prisioneros de la tierra” (1939), de Mario Sófici, protagonizada por Francisco Petrone, Ángel Magaña y Elisa Gálvé, con guión de Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, basado en varioscuentos de Horacio Quiroga, una narración sobre la explotación de los trabajadores (Mensú) de la yerba mate en Misiones. Mensú era el: nombre que recibía el trabajador rural de la selva, en la zona de Paraguay y en las provincias de Corrientes y Misiones, al que se le imponía regímenes de trabajo forzado en condiciones de esclavitud. Pareciera que se tratase de algo de un lejano ayer imposible de repetirse, pero lamentablemente, transcurridas tantas décadas, con tantos gobiernos nacionales y locales de los más diversos signos políticos que se fueron sucediendo desde entonces, la realidad nos enfrenta con un pasado-presente que, más allá del progresismo y los desarrollos científicos, técnicos y sociales que siguen vivitos o coleando en el siglo XXI (1) Raídos: Atado, aproximadamente de 100 kilogramos, de hojas verde de yerba, cosechada y embalada en tela de arpillera. (2) Tarefero: Trabajador rural que cosecha la yerba mate, generalmente trabajo no registrado, sin cobertura social, sin aportes jubilatorios. Para considerar una buena jornada (18 horas) se debe cosechar 1.000 kg. Cantidad que muy pocos alcanzan. Las mujeres logran unos 300 kg. por día y los hombres unos 800 kg. diarios.
Este documental dirigido por Diego Marcone se llevó dos premios en la edición del BAFICI 2016. Una mención especial de la Competencia Argentina de la que formó parte, y el otro que entrega n los editores, SAE-EDA. La ópera prima de Marcone es un documental sobre un grupo de jóvenes tareferos (cosechadores de yerba mate) que trabajan en Misiones. Viven y sobreviven gracias a ese trabajo, entre la explotación y la marginación, y muchos jóvenes que van heredando el oficio terminan abandonando la posibilidad de otra vida afuera, los estudios y los sueños. Es en ellos adolescentes provincianos donde decide enfocarse principalmente su director. Jóvenes laburantes capaces de cargar cientos de kilos en sus espaldas, que también se divierten con música y alcohol, y que cuestionan las posibilidades de un futuro distinto. Es que un futuro distinto también los aleja un poco de sus familias, todas radicadas en esos barrios humildes de Misiones mientras para estudiar tienen que irse a Iguazú como cerca. Marcone los sigue, observa su modo de vida sin necesidad de exponer una denuncia o mensaje. La idea es mostrar una realidad que hable por sí sola, aunque en algún momento sale el tema de comparación entre lo que le pagan a ellos y el precio al que luego venden la yerba mate, por ejemplo. La cinta está compuesta de varias pequeñas historias que se van mostrando el director logra sumergirse en la intimidad de esas familias tarefera a través de diferentes momentos del día. El que está empezando y aprendiendo, el que conoce el oficio gracias a sus padres, el que pretende soñar con un futuro distinto y estudia para poder irse, el que se resignó a perder esa oportunidad pero todavía lo lamenta. Así, el logro principal de Marcone con Raídos es el de acompañar y mostrarnos la cotidianeidad de estas personas desde un lado humano. Un retrato interesante y honesto, con la naturaleza como escenario principal, y todo lo imponente que ésta puede resultar ante el hombre.
El interés por filmar el trabajo y la vida de los trabajadores no suele despertar gran interés a los cineastas. He aquí una grata excepción, porque además el propio film denota trabajo por su responsable para filmar el trabajo. El trabajo dignifica. ¿Es así? Según las condiciones laborales y el reconocimiento monetario, la aseveración positiva del trabajo tiene su comprensible justificación, al margen de que rara vez se problematiza la relación del trabajo con el deseo, como si las personas debieran detener sus anhelos frente a la necesaria certidumbre de saberse con un empleo. Las (buenas) películas sobre el trabajo, una circunstancia accidental para el cine más visto, atenúan las certezas sociológicas y evidencian la disparidad entre la aseveración general y el caso particular. Trabajar no necesariamente dignifica, a menudo desmoraliza y enajena.