Fondo y superficie María Canale se luce bajo las órdenes del director uruguayo Javier Palleiro en un rol donde se mete en la piel de Julia. Ella atraviesa un derrotero de pérdidas y transita por la treintena. El detonante de esta historia responde al dilema de seguir con un embarazo no deseado o suspenderlo por vía legal, dado que este relato se desarrolla en Uruguay, país donde la práctica del aborto no es punible en ningún caso, aunque para que una mujer aborte debe pasar por una serie de instancias que implican consultas con profesionales y una alternativa a suspender el tratamiento en un lapso de unos días en que se toma finalmente la decisión. Para Julia no hay tiempo de pensar en qué es lo mejor pero sí persiste en ella la urgencia de encausar su vida, sin pareja ni presente asegurado. Conseguir un trabajo que la saque de su puesto de vendedora de anillos de compromiso para encontrarse en el buceo y formar parte de un equipo de trabajo diferente puede ser una primera opción. También las idas y venidas con un ex, reconciliaciones y peleas que derivan en proyectos de familia si es que tiene el bebé, una mudanza en puerta y la sensación constante de ahogo por las pérdidas con las que debe lidiar. Lo interesante de esta película de Javier Palleiro, también guionista, obedece a su tono intimista y a la confianza en el desempeño de María Canale, todos los planos de Respirar se concentran en su emoción, en el trabajo minucioso de la gestualidad, los raptos de enojo pero también de esa fragilidad que transmite su estado de ánimo, su conducta errática. Fondo y superficie conviven en em mismo personaje en crisis existencial, más allá del aborto, las decisiones difíciles sobre el propio cuerpo y las consecuencias de decidir. No sólo María Canale se destaca, sino que está muy bien acompañada por Esteban Bigliardi y César Bordón, el primero como el ex y el segundo como el padre, a veces contenedor de su propia hija y otras observador de lujo en su quehacer cotidiano. El otro observador de lujo es el propio director, con una cámara que escudriña en la intimidad de Julia, busca el plano más adecuado para transmitir su procesión interna y esa mezcla entre inmersión y la necesidad de salir a la superficie para impregnar de un aire distinto al asfixiante camino del dilema de ser o no madre.
Respirar es una coproducción entre Argentina y Uruguay, que circula por festivales desde 2017. Dirigida por Javier Palleiro, es un drama muy actual. Julia (Maria Canale) descubre que está embarazada de su ex esposo. La decisión es tenerlo o no. Y tiene muchos factores que analizar para decidir qué es lo mejor. La acción se desarrolla en Uruguay, país donde la interrupción del embarazo está legalizada. Sin embargo, decidir abortar implica atravesar toda una serie de consultas con profesionales. Julia ya tenía otras complicaciones en su vida. A la crisis de los treinta se le suma no tener trabajo calificado, ni pareja estable y las idas y venidas con su ex. Respirar se focaliza en el derrotero interno que transita Julia para encauzar su propia vida. Hace énfasis en la angustia, la soledad, la sensación que todo está perdido. Además de esto, o como consecuencia, la protagonista atraviesa frecuentes pesadillas. Se ahoga, se hunde profundamente en agua y no puede salir, metáfora de su situación actual. Película de tono intimista, se soporta en enorme medida en las actuaciones. Maria Canale (Abrir puertas y ventanas) realiza un trabajo gestual muy amplio dentro del registro realista. Sutilezas a veces imperceptibles retratan el humor y carácter variable de una mujer que no sabe quién es. Los trabajos de César Bordón (Relatos salvajes) y Esteban Bigliardi (Cómo funcionan casi todas las cosas) están en la misma sintonía. La cámara es la principal herramienta para retratar estos gestos. Los encuadres están puestos en función de contar la evolución de las emociones de Julia. Con guión escrito por Pallero en conjunto con Guillermo Rocamora, Respirar reflexiona sobre las pérdidas. El mismo director ha comentado en alguna oportunidad su miedo a la muerte de sus seres amados. No se centra sólo sobre el aborto y la decisión sobre el propio cuerpo. Abre vetas de reflexión sobre temas colaterales, como las consecuencias de nuestras decisiones y la pregunta sobre la propia identidad. Respirar no es una película para todo el mundo. Los amantes del cine pochoclero probablemente se aburran o sientan desinterés. Sin embargo, el espectador más afín a los retratos modernos, intimistas y al cine como vehículo de reflexión va a amarla.
Coproducción argentino-uruguaya, el debut de Javier Palleiro narra la gris vida de Julia (María Canale), una treintañera desempleada que se entera de que está embarazada de Pablo (Esteban Bigliardi), su ex pareja, pero él no lo sabe. Como metáfora de esa angustiante existencia, a menudo sueña con que se ahoga en el mar.
Respirar, de Javier Palleiro Por Ricardo Ottone La primera escena de Respirar parece tomada de un film de terror. Julia (María Canale) se despierta en medio de la noche escuchando que de algún lado llega el sonido del llanto de un bebé. Recorre toda la casa en penumbras buscado el origen del sonido sin encontrarlo. No sabe (no sabemos) si viene de afuera, si es un sueño, una alucinación o, considerando lo que se viene más adelante, una premonición. A continuación la película sigue como un drama de intención realista, pero esta primera escena ya marcó al personaje y da cuenta de cómo viene el resto del relato, de cómo ella va a vivir lo que sigue. Julia está sin trabajo y recién separada de su marido. Está en un pésimo momento personal y anímico y como frutilla del postre se le suma un resultado positivo al test de embarazo. Esta novedad viene a revolver su ya de por sí complicado estado de las cosas. Julia no sabe si decirle a su ex, si volver con él, si tener el bebé o abortarlo. Y además quiere volver al mercado del trabajo, cosa que no le resulta sencilla. Así va atravesando este periodo de transición turbulento, tratando de ver que hace con su vida y mantener con irregular suerte el control de los acontecimientos y, sobre todo, de sí misma. Julia está navegando en un equilibrio muy inestable. Cualquier cosa puede hacerla reaccionar en exceso y la puesta en escena acompaña su condición subjetiva. Todo el film está contado en ese tono exasperado, ese estado alterado que es el de su protagonista. La cámara movediza acompaña el constante y a veces errático deambular de Julia y la actuación de Maria Canale, tensa, nerviosa, transmite esa sensación de hipervigilancia y sobre todo fragilidad. Julia se muestra como un personaje complejo y el realizador, Javier Pelleiro en su primer largometraje, no pretende victimizarla. Si bien uno puede comprenderla y hasta empatizar con ella en su angustia e incertidumbre, también puede tomar cierta distancia y ver que, a veces, puede comportarse de manera arbitraria con quienes la rodean, tomar las decisiones equivocadas, arrepentirse sobre la marcha y engañar a los demás o a sí misma mientras trata como puede de rearmarse. En varios momentos se ven imágenes de Julia sumergida y el personaje retoma sus clases de buceo en función de conseguir un puesto de trabajo. El agua, o estar sumergida bajo el agua, como estar inmerso en un lugar donde cuesta respirar y pensar claramente pero también como un lugar de quietud, de refugio frente a una superficie, una realidad hostil e inmanejable. Julia inicia los trámites para hacerse el aborto en un hospital. Esto ya marca una diferencia y da cuenta que estamos ante una realidad cercana pero diferente. El film es Uruguayo, transcurre en un país donde el aborto es legal y es posible poner fin al embarazo de forma segura. No por ello, el film elude el debate, pero la discusión que da es imposible en el estado actual de nuestro país donde todavía falta atravesar un trecho que en el país vecino ya tienen recorrido. Cae aquí justo en el momento en que el tema está en el candelero y se está discutiendo en otros términos, pero su visión y la de una realidad diferente donde ciertas cuestiones ya fueron superadas y la situación puede ser difícil a nivel personal pero no tanto a nivel institucional (la prohibición añadiría otro frente de conflicto) puede ser un aporte interesante. Igualmente si el tema del aborto está presente y sobrevuela todo el relato, no es el tema principal del film. Se trata más bien de la dificultad, pero a su vez de la necesidad, de hacer frente a la pérdida y el cambio y de seguir adelante. Algo que puede ser común a ambos lados del Río de la Plata y tan universal como la condición humana. RESPIRAR Respirar. Uruguay, Argentina. 2017. Dirección: Javier Palleiro. Intérpretes: María Canale, César Bordón, Esteban Bigliardi, María Villar. Guión: Javier Palleiro, Guillermo Rocamora. Fotografía: Gerardo Gonzalez. Montaje: Juan Ignacio Fernández. Música: Santiago Bruno. Dirección de Arte: Mariana Pereira. Dirección de Sonido: Gaspar Scheuer. Producción: Javier Palleiro, Guillermo Rocamora, Juan Pablo Miller, Diego Robino, Santiago Lopez. Jefatura de Producción: Isabel García Arnabal, Candela Treffinger. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 72 minutos.
Todo parece desmoronarse, fallar o ser fruto de una maliciosa conspiración alrededor de Julia, la atormentada protagonista de este primer largometraje del uruguayo Javier Palleiro. Se entera de un embarazo no deseado que la obliga a recomponer una relación agotada, tiene dificultades para conseguir trabajo y vive tensionada. Con un estilo sobrio y equilibrado, la película funciona bien como la radiografía de un oscuro estado de ánimo y se beneficia de los sutiles matices que María Canale le imprime a su actuación, convincente y desprovista de artificialidad. El contexto no la favorece, es cierto, pero pareciera que es más bien el enojo con el mundo que Julia exhibe casi a tiempo completo el que no le permite ver un poco de luz.
El director Javier Palleiro que escribió el guión con Guillermo Rocamora nos muestra con acierto, sensibilidad y hondura esta historia de abandonos en los bordes de la locura. Una mujer que se acaba de separar se entera que esta embarazada de su ex y no solo debe decidir que hacer, si seguir o no con su embarazo (el Uruguay el aborto es legal), lidiar con el divorcio, una futura mudanza, volver al mundo laboral y sobrevivir a sus pesadillas recurrentes bajo el agua. Siente que el mundo es un lugar que no entiende y se deja arrastrar por las circunstancias. Demasiado sola y perdida su existencia va como una hoja al viento, al vaivén de sus impulsos y mentiras. Es el retrato exacto de un ser que sobrevive como puede, atontada por las circunstancias, sumergida en miedos y angustias. María Canale le da vida a este personaje torturado, con convicción y justeza. El clima logrado por el director es exacto, transmite como dice el titulo la necesidad de respirar con una pulsión de muerte, pero también de vida. En medio del temblor.
Con aires de realidad A lo largo del tiempo, el cine ha contado innumerables historias sobre el después de una ruptura amorosa, donde todo mejora o bien, la protagonista conoce al amor de su vida. Sin embargo, Respirar (2018), de Javier Palleiro, nos trae una realidad diferente centrado en la subjetividad de una persona que se siente abandonada. Maria Canale es Julia, una mujer que está deprimida tras romper su noviazgo con Pablo (Esteban Bigliardi) de quién además esta embarazada. En su cabeza teje un pensamiento de abandono y apatía que, sumado a su falta de trabajo, la hace caer en un mar de resentimiento del cual le será difícil salir. Javier Palleiro refleja un tema de la vida misma muy marcado: la soledad de una persona y lo que puede generar en ella. Julia es un personaje que tiene todos los matices oscuros, y con el correr del film va ahogándose en su propia agonía siendo la actuación su única manera de salir adelante: Desde el rencor, el enojo y la amargura le miente a los que están a su alrededor. Respirar, desde su inicio tiene poco dialogo y puede a llegar a ponerse algo lenta pero en realidad, cada plano, cada escena, está pensada para que el espectador sienta la intimidad y la desolación del personaje principal, que está destruido psicológicamente. Una persona susceptible que puede explotar por cualquier situación que llegue a incomodarla. La cinta no pide que entiendas lo que sucede con ella, sino, que muestra una realidad que existe, que es verosímil, y que no tiene que ver con un cuento de hadas. Lo más destacable es que no busca el drama al mostrar un hecho específico que está en boca de todos. Pero la pregunta que deja al terminar de verla es, ¿hasta dónde somos capaces de manipular nuestro alrededor para nuestro beneficio? La respuesta puede variar en cada uno de los que hagan el visionado de la película. Respirar deja en claro que el viejo dicho “Quien mal anda, mal acaba” es una verdad absoluta, que todo llega sin chances de conseguir un poco de aire para respirar.
Ahogarse en problemas Julia (María Canale) descubre que está embarazada de su ex marido, pero no lo sabe. Tiene que tomar una serie de decisiones que la llevaran a toparse con distintos personajes y situaciones que la van arrinconando cada vez más. Julia tiene recurrentes pesadillas en las que se ahoga, se hunde y no escapa del agua. Respirar es el debut en largometraje del director uruguayo Javier Palleiro. Es una película que busca mostrar las pérdidas que vivimos y cómo buscamos evitarlas aunque sea imposible. Palleiro logra transmitir las situaciones tensas y dramáticas que sufre la protagonista con las que podemos empatizar. La pérdida de un trabajo, una pareja, un bebé, son cosas que podemos vivir y se ven reflejadas en la historia de Julia. María Canale hace un buen trabajo representando a Julia y nos transmite lo que ella siente a medida que avanza su historia. Julia solo busca salirse con la suya en toda ocasión, engañando a su jefe, marido y a ella misma. La historia es dinámica y engancha, queremos saber que es lo que va a pasar con la protagonista y cómo va a resolver los problemas a los que se enfrenta.
Respirar sigue de cerca a Julia (María Canale), una mujer colapsada por pérdidas que no sabe afrontar, dentro de un laberinto emocional del que no encuentra salida, hundida en su ensimismamiento. Una pesadilla recurrente la atormenta: ella, suspendida en las oscuras profundidades oceánicas, exhalando burbujas de aire, sin poder emerger a la superficie para respirar. Este sueño, que se potencia con los sonidos del entorno pero distorsionados en el inconsciente de Julia, tiene relación estrecha con su presente. Así empieza la película, con ella flotando, envuelta por sonidos que parecen ser un llanto de bebé, pero que en realidad provienen de los maullidos de un gato en celo, como si una cosa llevara a la otra. En su despertar sobresaltado, toma conciencia de la realidad que evadía y concurre a un hospital para verificar que está embarazada de su ex novio, luego de un encuentro casual. Durante el transcurso de la narración, la incertidumbre y la consternación atraviesan las expresiones de Julia, cuyo estado nervioso es una constante, sin desvelar nunca sus pensamientos y preocupaciones, sino encerrándose en su propia fantasía. Esta pesadilla que la persigue representa su interior desbordado, hundiéndose cada vez más en dicho sueño y en la vida real. Ante la pérdida de la figura materna, su padre (César Bordón), que entiende que algo le pasa, intenta ayudarla sin resultados. Por otro lado su ex (Esteban Bigliardi) es para ella más un conflicto que un apoyo, mientras que la única amiga a la que recurre (María Villar) está lejos de ser su confidente. Al fin y al cabo, parece ser la rememoración de lo onírico lo único que la orienta a tomar decisiones, que siempre serán impulsivas. De esta forma, Julia fuerza las situaciones que se le presentan con mentiras y apariencias, aprovechando las oportunidades según vienen, pese a que estas conlleven una responsabilidad que no podrá asumir. La ebullición que siente dentro de sí, quizás representada por las burbujas que salen de su boca en el sueño, le es difícilmente manejable y la hace actuar sin medir consecuencias. En el desarrollo del film Julia se complicará cada vez más la existencia por no tener la fortaleza necesaria para afrontar la realidad, escondiéndose así dentro de las aguas oceánicas de su interior. María Canale (Abrir Puertas y Ventanas) interpreta desde su constante gesto de ceño fruncido la complejidad interna de este personaje, que es perseguido sin tregua por la cámara durante todo el desarrollo de la película. Respirar, que en lo formal es tímida aunque correcta, tiene su fuerte en las actuaciones y en el guión, pero en cuestiones de puesta en escena apenas tambalea un poco la cámara para ejercer tensión, sin jugarse demasiado, lo cual podría haber resultado interesante teniendo en cuenta el devenir del relato. Sin embargo, las elipsis bien ejecutadas conducen la historia, que no decae en su ritmo y cuya resolución es neurálgica y da sentido a los detalles que la narración va acumulando. El film transcurre en Uruguay y es algo de lo que nos damos cuenta sin indicios a simple vista: los actores son argentinos, casi no hay diferencia de modismos, el paisaje es similar. Pero cuando la protagonista va al ginecólogo y este le confirma que aún está en tiempo legal para abortar, la palabra legal resuena más fuerte que el término aborto. Respirar se vuelve así una película importante en estos momentos de debate, que deja asentado el progresismo del país vecino con respecto al nuestro, pero también la burocracia que tiene que padecer una mujer para decidir sobre su cuerpo. En su ópera prima, Javier Palleiro pone en pantalla aunque sea tangencialmente cuestiones significativas de una histórica discusión que hoy en día sigue matando mujeres en nuestro país y en el mundo, y que fue llevada al cine en varias ocasiones, por ejemplo, la imprescindible Asunto de mujeres (Une Affaire de femmes – 1988), de Chabrol. En Respirar vemos la aplicación de la Ley; también vemos que ante el aborto, la libertad de decisión de la mujer es lo que prevalece, sin que esto implique un riesgo que pueda condicionar su salud física.
Julia está en crisis. Su marido la dejó, está en proceso de vender la casa en la que vive, no tiene trabajo o perspectivas de conseguirlo y además descubre que está embarazada. Se ahoga en sueños, pero esa sensación persiste cuando abre los ojos y sale a la vida. Le cuesta respirar, el peso de sus pérdidas son acuciantes y le quitan el aire. Parece al borde de la locura. Su manera de comportarse la llevará a transitar una fina línea. Actuará de forma cada vez más aleatoria, sin ser una demente pero evidentemente perturbada. En sus breves 64 minutos de duración, Respirar nos adentrará en la realidad de una joven con una necesidad cada vez más desesperante por salir del agua que la rodea, que elige tomar atajos y utilizar el engaño como una forma de mantenerse a flote, solo para volver a sumergirse a una mayor profundidad.
La ópera prima del productor Javier Palleiro ofrece una mirada diferente sobre el mundo de una mujer agobiada por preguntas y situaciones que la superan. Maria Canale destaca en un film que bucea en un universo femenino con temáticas de actualidad como el aborto, la separación, y la postergación de sueños. Notable debut de Palleiro.
Todo transcurre en Uruguay, país donde el aborto se encuentra despenalizado. Los pasos no son sencillos, se consulta con profesionales, hay un apoyo psicológico y se da la alternativa de pensarlo. Como dato: no se registran muertes de mujeres por esta causa. Tampoco aumentó la cantidad de abortos en el país. La protagonista es Julia (María Canale, “Abrir puertas y ventanas”, estupenda interpretación, logra transmitir) una treintañera que se entera que está embarazada y le toca decidir si continua o lo interrumpe, trabaja en una joyería, no tiene pareja y se acaba de divorciar (Esteban Bigliardi, “Cetáceos”, “Cómo funcionan casi todas las cosas”). Pero no solo se trata de resolver si ser madre o no, sino que además se plantea la búsqueda interior y la identidad. Vemos la constante sensación de ahogo, ella lucha con los sentimientos, las pérdidas: del amor, de los seres queridos, del control y están siempre los miedos. Su relato es bien intimista, la cámara transmite cada instante de su vida, sus días en esa gran pileta que se sumerge a diario, está presente la angustia, la soledad, con momentos asfixiantes, claustrofóbicos y lo espinoso que le resulta salir a la superficie, además se encuentran sus insomnios, las pesadillas y los conflictos. Una historia que te deja pensando, analizando, con buenos climas, estupenda fotografía y la música apropiada a lo que está relatando y cuenta con el guión de: Javier Palleiro, y Guillermo Rocamora.
Apoyada en una gran actuación de María Canale, "Respirar" de Javier Palleiro es una película tan profunda como necesaria para plantear temas en la sociedad actual. El cine no es ajeno a las coyunturas. La actualidad más de una vez se ve atravesada por el séptimo arte que actúa como un espejo de lo que debe discutirse. Este 2018 despertó a la sociedad argentina con un fuerte debate (que ya viene planteándose desde hace muchos años) sobre la legalidad del aborto. Hace semanas llegó a la cartelera Invisible, el inspirador film de Pablo Giorgelli, Ahora llega el estreno de "Respirar", co-producción argentino-uruguaya, del uruguayo Javier Palleiro que vuelve sobre la misma temática, aunque dentro de una esfera mucho más amplia. El contexto es diferente al nuestro. Estamos en Uruguay, donde el aborto es legal en todos los casos, pero la mujer debe pasar por todo un proceso previo de consultas con especialistas y un período adicional para tomar la decisión definitiva. Eso será lo trascendental en Respirar, la toma de esa decisión. La excelente María Canale es Julia, una mujer que atraviesa la crisis de los 30, y lo hace como puede, sí, a los tumbos. Llegó a esa etapa de la vida en la que creemos que ya todo debe estar más o menos establecido, que debemos tener las raíces de lo que será nuestra vida de aquí en más. Cláramente los que ya cruzaron ese umbral saben que no siempre es así. Pero Juli vive en su caos. Nada es estable alrededor de ella. Va y viene con su pareja, no tiene estabilidad laboral, y tiene proyectos que no concreta. Sufre las presiones de una familia que parece comprensiva pero no deja de ser regla, y un círculo de relaciones complicadas. Para cerrar el círculo, una serie de pesadillas en las que se ahoga (tienen que ver con deseo de ser buzo) lo aquejan permanentemente. Y claro, en el medio, en el centro, está su embarazo, y su deseo de no tenerlo ¿Puede tomar esa decisión? En su ópera prima, Palleiro opta por un tono intimista, cercano, taciturno, que puede parecer dificultoso para quienes aspiran a un cine con otros tiempos más veloces. Pero que sin dudas, son los adecuados para "Respirar". El timing buscado, en conjunto con la elección de planos y fotografía, nos habla de un cine de sensaciones y sentimientos, Palleiro pretende que acompañemos a Julia a través del momento que transcurre, que la veamos sentir en la pantalla. Para ese objetivo, cuenta con los elementos adecuados, un guion preciso que parece disperso, pero en realidad no se pierde, secundarios logrados a cargo de Esteban Bigliardi y César Bordón, y sobre todo un protagónico atrayente como el de Julia, a la que maravillosamente María Canale le pone todo su ser. Es que en realidad, Respirar no es una bajada de línea sobre el aborto, habla de un período universal de la vida. Plantea cuestiones como las pérdidas, la necesidad de un centro, y las imposiciones afectivas. En medio de esto, se ubica un embarazo no deseado. Respirar habla de un cine comprometido. Interpela al espectador, y expone en primera persona una cuestión primordial del debate sobre la legalización del aborto, no es una decisión fácil, ninguna mujer va a abortar feliz. Por estas cuestiones, por la franqueza con la que habla, y por sus valores como película, Respirar se convierte en una gran propuesta de cartelera.
Denso drama narrado con una cámara inquieta e introspectiva Complicados pensamientos rondan la cabeza de Julia (María Canale), una treintañera, recientemente separada, que toma pastillas para dormir, y en sus sueños se ve sumergida en el agua, no puede respirar y se despierta sobresaltada. Por si fuera poco, no tiene trabajo, a veces ayuda a su padre Carlos (César Bordón) en la joyería, su ex marido Pablo (Esteban Bigliardi) quiere vender la casa, y también, descubre que está embarazada. Este cúmulo de problemas e inconvenientes tendrá que enfrentar la protagonista de esta película, dirigida por Javier Palleiro. Ella es una chica rara, siempre está reconcentrada, su mente funciona a mil revoluciones. Hace las cosas como puede, sin medir las consecuencias. Miente, fabula, engaña, oculta, se apropia de cosas que no son de ella, se reencuentra con una amiga, Elena (María Villar) para que le consiga un trabajo de antropóloga. Y, por sobre todas las cosas, decide abortar, sin contárselo a nadie. El film, que es una coproducción argentina-uruguaya, relata unas semanas de la vida de Julia. Vemos cómo se mueve, qué decisiones toma, lo que hace para conseguir el trabajo, la relación de idas y vueltas con su ex, con su padre y la utilización de la confianza de Elena para beneficio propio. En cada escena está Julia, la cámara sigue sus acciones. El director conduce los distintos ritmos internos de cada secuencia, de acuerdo a los momentos que transita la protagonista, va de la angustia al desamparo, de la furia a la amabilidad, de la paciencia al descontrol y cada cosa que hace está justificada con anterioridad. De algún modo va viviendo el día a día y ve lo que pasa. Pese a que su entorno la quiere, e intenta contenerla, ella no es confiable porque no sabe bien qué es lo que quiere, parece una bola sin manija. Vive contradiciéndose permanentemente, tanto con sus pensamientos como con sus acciones. María Canale genera con su personaje una empatía con el espectador. Ella se mueve en aguas turbulentas y su cara rara vez cambia de expresión. Los gestos mínimos de su rostro, justifican perfectamente el volcán interno que traslada, el que de vez en cuando erupciona. El mundo de fantasía que construyó Julia desde que se separó, se va derrumbando, inexorablemente, porque no tenía de donde sostenerse. La única conclusión positiva que puede rescatar la protagonista de esta historia es que el derrotero de los últimos días modificó su existencia, de un modo abrumador. Todo lo que le pasó fue para encontrarse a sí misma, desde otro lugar, y descubrir que lo que tanto soñaba era, en realidad, su vida, estar bajo el agua.
TOCAR FONDO La imagen más resonante de Respirar a lo largo del film es la de Julia, interpretada por María Canale, luchando desesperadamente por salir a flote en un océano para poder respirar. Precisamente, esta imagen pesadillesca recurrente, con una carga simbólica que es análoga a la vida de la protagonista, se repite y hace del film una montaña rusa emocional donde los altibajos se internan en la intimidad de este personaje. Es este camino lo que hace al film de 72 intensos minutos una experiencia de choques, evasiones y contradicciones del micromundo de Julia, que parece derrumbarse en el medio de una crisis personal. Y se trata de una experiencia satisfactoria, en parte por la solidez actoral y en parte porque evade las salidas fáciles, dando una protagonista compleja, tanto por lo que muestra como por lo que oculta. El relato nos pone inmediatamente en la piel de Julia, que se despierta bruscamente por la noche agobiada por las pesadillas, momento en el que descubre que está embarazada de su ex marido. Cuando los estudios médicos confirman lo que ocurre, ella trata de encontrar una solución mientras busca la forma de hacer pie en su nueva vida de soltera, volviendo a las búsquedas de su carrera profesional como arqueóloga. Pero la película, que así suena algo simple, en realidad se construye desde las evasiones, los engaños y las pérdidas que eso conlleva, ya que la perspectiva de Julia es un juego de cajas chinas y sus inseguridades llevan a la narración en un trayecto laberintico que se hace cada vez más sofocante. En cierto sentido, Respirar es un film sobre aceptar la pérdida y aceptarnos a nosotros mismos en los momentos de crisis, algo que a veces puede sonar a patraña de autoayuda pero que ejecutado con la solvencia de Javier Palleiro -en su ópera prima- resulta refrescante y vitalizante. De alguna forma hace referencia a que cuando está todo perdido, también está todo por ganar. Afincado en el rostro aturdido de Julia, el film no se aleja de su ansiedad e incertidumbre. Una de las secuencias más memorables tiene a un grupo de médicos fuera de cuadro detallando el proceso del aborto y las condiciones en que se da -recordemos que la acción transcurre en Uruguay, donde se encuentra legalizado-, mientras vemos un primer plano fijo de la protagonista asintiendo. Las palabras se van tornando difusas e inentendibles -gran trabajo del sonido- y en el momento entendemos la complejidad de Julia y cómo su decisión resulta un tanto más compleja de entender, a pesar de la seguridad que habíamos visto unos minutos antes. Esta secuencia, que prácticamente define un personaje en minutos resulta de una notable economía narrativa. En otros casos el subrayado es más forzado y no logra la misma naturalidad: algunos diálogos de Julia con su padre suenan endebles y secuencias como la de la plaza parecen estar para reforzar elementos de la protagonista que ya se intuyen -en particular, la idea de pérdida-. Con una mirada original y fresca, un guion sólido y actuaciones que se ajustan al clima claustrofóbico del film, Respirar resulta una senda de 72 minutos que plantea más preguntas que respuestas pero que, sin embargo, no descarta la esperanza.
Con contundencia visual y una poética más que efectiva, Respirar, coproducción argentino-uruguaya, habla de una crisis donde morir en sueños se entremezcla con los sueños que se mueren creando un remolino que se traga a su protagonista y la lleva a sofocantes profundidades. Respirar se estrena en nuestro país al tiempo que el debate por el aborto seguro, legal y gratuito se encuentra en un punto alto de visibilización y en plena efervescencia, por lo que su disparador, de por sí, resulta interesante al exhibir el trato que, ya desde lo burocrático, el tema tiene en otras partes del mundo. Como cuenta su director, Javier Palleiro: “En Uruguay, desde 2012, es posible abortar de forma segura. El proceso no es sencillo. Requiere de tres consultas previas con ginecólogos, trabajadores sociales y psicólogos (…) Desde su puesta en práctica, no se registraron muertes de mujeres por esta causa. Tampoco aumentó la cantidad de abortos en el país. El debate sobre este tipo de leyes, muchas veces, se desvía del tema central: garantizar derechos humanos.” Respirar resulta sólida porque logra no desviarse, elige dimensionar un conflicto delicado haciendo énfasis en el proceso que humanamente implica. Julia (María Canale) descubre que espera un hijo de su ex marido. La trascendencia del qué hacer frente a esa situación la embarca en una búsqueda de significancia de su propio existir: la relación con su familia (su padre), los parámetros sociales e idealistas del amor, nuestro entendimiento de nosotros mismos, la culpa y el miedo a lo desconocido. Todo puesto en jaque frente a la inminente necesidad de renovar el oxígeno vital que permita la subsistencia. Respirar nos viene a recordar que en los momentos bisagra, algo tan sencillo como recargar los pulmones se vuelve una tarea compleja: el tiempo apremia, la desesperación se abre paso. De pronto pareciera que ya no estamos preparados ni siquiera para lo que antes hacíamos sin pensar, nos volvemos inexpertos. Canale logra desbordarse sin exceder los límites de su personaje. No es heroína ni anti-heroína, sostiene una vulnerabilidad que no nos tienta a juzgarla (aún cuando ella misma sabe cuán juzgables son algunas de sus decisiones) sino que busca hacernos carne la difusa perspectiva generada cuando se suceden los quiebres, las rupturas. Respirar se convierte en una experiencia que ahoga, planteando con sutilezas las presiones que el entorno impregna sobre el carácter y las decisiones que deberían ser personales. Julia lucha contra sus propios paradigmas y se deconstruye acto tras acto, no respondiendo con una épica sobreimpuesta a la revelación, sino siendo profundamente consciente de sus inseguridades, de su sentir angustiante y claustrofóbico. Se entrega a su instinto, a sus impulsos. Su cordura tambalea. Se adentra en sí misma para intentar alcanzar la tan ansiada superficie, mientras que el agua que inunda sus sueños se filtra en la realidad. Respirar está regada de un simbolismo explícito y simple que resulta equilibrado por constante y termina siendo enriquecedor.