El perfil fiel de un artista Milo Lockett es un artista plástico chaqueño, de formación autodidacta, que luego de que se fundiera su empresa textil con la crisis del 2002, se volcó totalmente a la pintura. El documental de Federico Bareiro ayuda a conocerlo. Se filmó durante tres años y lo muestra tanto en su taller de Resistencia, donde vive y trabaja, como en Buenos Aires y durante sus viajes solidarios por el interior. El filme sigue el itinerario de un hombre hiperactivo que se preocupa por la gente tratando de aproximar los chicos a la creación y al contacto con la obra plástica. Desde las acciones artísticas que involucra a grupos de chicos con síndrome de Down en la creación de murales; hasta su participación en la ayuda al Hospital Pediátrico de Resistencia, Lockett acerca el arte, lo promociona, e incentiva la creación. MUNDO PROFUNDO "El arte puede transformar" y cumpliendo este concepto en el que cree, Lockett no para, siempre próximo al mundo indígena (proyecto Red Latinoamericana) presentando la Bienal de Arte y Pintura del Chaco y ahora participando de la creación de la casa Garraham en el Chaco. La película muestra los recorridos del pintor, el apoyo que da a los remates solidarios con la donación de sus cuadros y su participación en la Escuela Provincial Aborigen (Formosa). Las opiniones de galeristas, marchands (Alvaro Castagnino), familiares, críticos de arte (Julio Sánchez, Osvaldo Gómez, Máximo Jacoby), amigos y ayudantes dinamizan este relato que muestra la obra del autor y su estilo sencillo, que hace que muchos lo definan como un chico que traza su mundo particular.
Un artista solidario Milo Lockett en sus múltiples facetas: como artista, persona solidaria, padre de familia, polemista permanente, habitante del Chaco profundo y casi impenetrable. Milo Lockett en sus múltiples facetas: como artista, persona solidaria, padre de familia, polemista permanente, habitante del Chaco profundo y casi impenetrable. El documental de Federico Bareiro trabaja los múltiples costados del personaje, desde su proceso creativo hasta la privacidad, donde Milo opina con igual énfasis de sus ganas de exponer en Asia y del clan familiar que rodea a su figura. Los testimonios, presentados como cabezas parlantes pero necesarias para la fluidez del relato, son los de galeristas, expositores, artistas y hasta los padres del personaje, momentos en que el film elige una narración cronológica y sin demasiados riesgos formales. El personaje aludido, por lo tanto, se impone como centro neurálgico de la acción, explicitando sus pensamientos, recorriendo municipios chaqueños (El Sauzalito, por ejemplo), rodeado de chicos con síndrome de Down, jugando con ellos, comprendiendo sus carencias. Muy lejos de la pose benéfica de otros artistas plásticos o de cualquier rubro, Milo aparece como un rey que no necesita corona alguna para transmitir honestidad en cada una de sus acciones. Polémico entre sus pares, de alto perfil en sus declaraciones, al artista invocado en el documental se lo imagina feliz a través de los testimonios de sus colaboradores, las sonrisas de los chicos chaqueños o en la Bienal de arte municipal donde se presentó su obra. El documental, elegíaco y sincero, jamás oculta la admiración que se le tiene a un monarca democrático y altruista. Rey Milo, en ese sentido, es una película destinada no sólo a quienes conocen la particular obra de Milo Lockett.
Fedrico Barreiro realiza un documental atractivo sobre Milo Lockett, que no se contenta con el primer plano y siempre incluye el secreto de lo que ocurre detrás de cada revelacion, el punto de interés y su entorno. No hay halago fácil y sí la pintura cabal de un creador tan amado como odiado, que no puede pasar un día sin pintar y pone tanta pasión en la solidaridad, un asado o un cuadro. Opiniones a favor, críticos, intelectuales, gente simple.
Una visión integral del artista Milo Lockett Así, familiares y amigos recuerdan sus tempranos impulsos empresariales y artísticos, la vocación del trabajo continuo, y la habilidad para vender sus creaciones. Colegas, críticos, un marchand, una galerista, historiadores, destacan su estilo suelto, personal, su peso en el mercado y su filosofía de ventas al alcance de todos. Y todos destacan su espíritu de colaboración. La Casa Garrahan de Resistencia, la campaña contra la deserción escolar "Yo puedo, vos podés", subastas a beneficio alentadas por el marchand Alvaro Castagnino, trabajos con Juan Carr en la Red Solidaria, impulso a una bienal provincial, padrinazgo de nuevos artistas, la oportunidad de pintar brindada a niños y discapacitados, ayudas a escuelas de El Sauzalito, El Vizcacheral, El Potrillo y otros lugares perdidos para la gente cómoda, etcétera. El mismo ha señalado varias veces el ejemplo que tomó de su familia, y de su comprovinciano, el arquitecto Carlos Alabe, impulsor de la Casa Garrahan, Padres de la Ruta y Ciudad Limpia. En ambos casos se trata de iniciativas puramente privadas, hechas por artistas exitosos de mente empresaria y sensibilidad social. Se suma en Lockett otro mérito: el esfuerzo autodidacta, como lo tuvo el escultor Juan de Dios Mena, según recuerda un conocedor en el venerable Fogón de los Arrieros. Detalle curioso, quien menos habla es el propio Milo. Los otros lo hacen por él. Renglón aparte, los comentarios de sus colaboradores, del carpintero y personal training que le arma los bastidores, y, en particular, el único que dice algo en contra: un amigo que reclama por dos vinos en deuda desde hace años. Hasta hay un graffitti al respecto. Autor, Federico Bareiro (ere, no erre), de larga trayectoria en registros para cine alternativo y televisión cultural.
Tan admirado como defenestrado, Milo Lockett es uno de los artistas plásticos más importantes del país. Desde su Resistencia natal, este hombre que rinde culto al estilo directo del arte callejero y del grafiti se halla lejos de los estereotipos y cerca de la gente. En este documental, Federico Bareiro, su director, lo sigue en su largo peregrinaje por diversas ciudades en las que expone esas pinturas que hablan de una gran ingenuidad y que atrapan por sus líneas brillantes y sus alocadas figuras. La cámara también refleja a Milo en sus diversas participaciones de ayuda social, y allí lo vemos junto a alumnos de varias escuelas de su ciudad natal o pintando paredes externas de los lugares de estudio que bordean espacios donde aprenden sus primeras letras los chicos de las comunidades aborígenes wichi. A través de las palabras de sus familiares, amigos, críticos de arte y admiradores, el film recuerda que este Milo autodidacta fue en el pasado empleado de la industria textil y que logró construir una mirada nueva entre la solidaridad y el arte. La trayectoria de Milos está patentizada en este film con enorme calor humano que parte, precisamente, de ese hombre de voz casi susurrante que recuerda sus inicios en el mundo de la pintura y su enorme devoción por aquellos que, como él, surgieron de muy abajo en la escala social. El arte, los negocios, la vocación y la solidaridad son aquí los más importantes elementos que retratan a ese Milo que vive como una estrella de rock y pinta como si no hubiese mañana.
Arte que sana Según testimonios a cámara de su madre, Milo Lockett de pequeño fue salvado de ahogarse en lo profundo de una pileta precisamente porque le dijo a su madre que quería conocer lo hondo. Tal vez esa búsqueda en lo profundo, en lo desconocido, talló a fuego su personalidad y su riesgo de apostar al fracaso para llegar al éxito. Así fue como su extraña travesía por la vida primero como verdulero, luego con una PyME textil alcanzada por los embates económicos de la crisis del 2002 terminaron por marcarle el rumbo hacia la pintura y hacia el arte desde su capacidad transformadora de la realidad. Su producción de obras es tan vasta e inabarcable desde un sólo punto de referencia o análisis pero su estilo es único y esa marca distintiva lo ha expuesto dentro de los círculos artísticos como el pintor que más obras vendió en estos últimos años. Rey Milo pretende abarcar al multifacético artista chaqueño observando diferentes prismas de una figura de muchos lados distintos: el Milo en su etapa de creación interna; el Milo público o más vinculado con lo institucional y el Milo solidario y comprometido con las asignaturas pendientes tanto del Chaco profundo como de las problemáticas relacionadas con los niños. La estructura de este documental de Federico Bareiro –también encargado de la investigación- que apela a lo cronológico como eje narrativo busca abarcarlo y reconstruirlo en los testimonios de distintas voces que pueden agruparse en aquellas que representan la mirada artística o analítica de la obra de Milo y aquellas que lo describen como persona, amigo o artista popular, mientras segmentos de material de archivo complementan un retrato múltiple e inacabado aunque siempre centrado en Milo para reflejar la idea de monarca en su propia tierra. La admiración y el respeto del director también quedan plasmados en el documental cuando se deja abierta la puerta para que el propio artista salga a jugar con su niño interior frente a cámara y quizás en esa frontalidad y desnudez de las máscaras vive oculta la verdadera esencia del motor de la creatividad y de su permanente necesidad de pintar o proyectar desde el arte acciones concretas y darle otro sentido que el material o el mercantil.
Cuando el arte ataca El artista plástico Milo Lockett es retratado por Federico Bareiro en un documental biográfico que lo muestra de manera intimista, pero con el foco puesto en la controversia que se genera cuando lo exclusivo se vuelve masivo. Retratar personajes populares es casi un género propio dentro de la rama del cine documental, aunque son muy pocos los artistas plásticos que han logrado este privilegio reservado para unos pocos. Pero algo está cambiando en el mundo del arte donde un artista rompió las barreras que hacían de esta disciplina un privilegio inalcanzable. Esta persona se llama Milo Lockett y como todo lo que deja de ser élite para convertirse en popular es criticado por algunos círculos y venerado por otros. Bareiro construye un documental lineal que recorre la vida de Milo a través de su propia vos como también la de aquellos que formaron parte del proceso que lo convirtieron en uno de los pintores más famosos de nuestro país. Cómo su título lo indica Rey Milo (2013) habla de un reinado, de un personaje que pudo romper con los prejuicios que rodean al arte y que contó con la pleitesía de un sector social que se rindió a sus pies cuando antes hubiera sido imposible de siquiera pensarlo. El documental no solo muestra su obra sino también la forma en que el artista tiene de caminar por la vida. Familia, amigos, empleados, galeristas, críticos, historiadores y formadores de opinión irán armando un relato cinematográfico que en paralelo servirá para mostrar como un muchacho de clase media chaqueña se convirtió -según la película- en uno de los artistas plásticos más importantes de la Argentina, con una fuerte conciencia social pero también con una gran visión comercial, abriendo un debate sobre arte, comercio, vanguardias, élites y populismos.
Por un lado en el mapa del Mercado del Arte de la Argentina la figura del pintor Milo Locckett genera pasiones muy opuestas entre sí. Y por otro es un fenómeno de ventas: el argentino promedio viene consumiendo Lockett en estos 10 años… cada vez más. Este documental argentino de Federico Bareiro intenta dar a conocer a la persona, y también al personaje, que en mayor o en menor medida todos conocemos, porque él como artista es -desde hace rato- una presencia mediática, que viene definiendo cada vez más claramente su estrategia en el mercado. Creo que Lockett es un hacedor incansable, que es fiel a sí mismo, y a su temprana idea de democratizar al arte. Concepto que se remonta a la época donde deja su tarea de comerciante de ropa o de verdura. En aquel tiempo en que comenzaron sus primeras muestras en papel común para computadora, donde decidió que se iba a dedicar a pintar, pero lo que es muy importante, es que sabía que iba a vivir de ello. Por otra parte está el tema del Milo generoso y preocupado por los niños con todo tipo de problemas es también una realidad, que según su hermana se planteó siempre en su familia, y eso se resume en que se debe ayudar siempre a los que menos tienen. De esto el documental intenta dar cuenta. Pero lo más relevante es que Milo es un espíritu libre, consciente de sus habilidades y que no se ha dejado tentar por la mímesis, que no ha adherido a un regionalismo mal entendido, que ha superado al elitismo del mercado. ¿Cómo?: Formando parte del gusto y del modo de interpretar y percibir el mundo de las mayorías. Porque: “aquello que hace que algo sea una obra de arte es que alguien piense que es una obra de arte.” como dice Arthur C. Danto. Rey Milo es un documental armado en base a entrevistas a sus familiares, con material televisivo, y con testimonios de algunos críticos y galeristas. No me parece muy logrado el viaje que realiza con los chicos con síndrome de Down, se ve un poco forzado, probablemente porque su protagonista no posee un carácter muy fácil de llevar, debido a su extrema frontalidad. Otro aspecto que también le juega en contra es que se filmó entre el 2011 y el 2012. No obstante, agrega al espectador más información que la que ya los medios han dado sobre su persona.
Hay algo de inasible y fugaz en la obra artística sin importar el soporte. Quizás por eso “Rey Milo” (Argentina, 2014) de Federico Barreiro, no puede abarcaren su totalidad el espíritu y personalidad del ascendente Milo Lockett, alguien que en su particularidad pudo construir una de las obras más dinámicas y renovadoras de los últimos tiempos. La cámara acompaña a Milo en sus tareas diarias, pero también en el complejo entramado solidario con el que intenta, desde sus orígenes, devolver a la sociedad algo de lo que ella le ha brindado. Los testimonios, apoyados en trazos gráficos similares a los que utiliza en sus cuadros, son uno de los puntos más interesantes de un filme que deambula en la exhibición de Milo Lockett como personaje sin detenerse a reflejarlo como persona, con anhelos, esperanzas y proyectos a futuro. Es que si bien en las palabras de los entrevistados todos llegan al punto que este artista es un iluminado, que siempre pudo conseguir lo que quiso (fue basurero, vendedor de ajos callejero, verdulero, dueño de un local de ropa, entre muchas otras actividades), nunca los escuchamos hablar sobre él como individuo más allá de pintor. Por momentos uno de sus empleados lo tilda de “complicado”, su madre relata que de adolescente un día se acercó y le dijo “yo no nací para estar sentado en un banco” y dejó el colegio secundario, para luego sumarse a esta característica el propio Lockett con el mote de “ansioso”, pero más allá de eso, y de verlo rodeado de personas que lo admiran y lo acompañan, no hay mucho más. Un artista es alguien iluminado. Alguien que puede encontrar una manera de expresarse dentro de una contemporaneidad y que, llegado el caso, su obra lo puede trascender hasta el punto de superarlo. Lockett crea en cada cuadro la posibilidad de una obra multitextual, que no sólo se queda en la mera pincelada, sino que intenta incorporar otros mecanismos de expresión que puedan ofrecerle al espectador una experiencia vital. En el momento de la creación de la obra el café y los eternos cigarrillos acompañan su mirada y sus manos que zigzaguean por los materiales en los que el dibujo y las pinceladas permiten que su interior se exteriorice. En los colores de los cuadros, que contrastan con la aridez de los paisajes del Chaco, hogar de Lockett por nacimiento y opción, en el que vuelca toda su experiencia mejorando espacios de estudio y trabajo, pero también promoviendo la cultura y la actividad, sin un fin económico ulterior, hay una calidez que busca a gritos una continuidad con la realidad. Y en esa realidad, además de las voces autorizadas que el director utiliza para construir la estructura de la película, con su familia, amigos, y colegas como referentes, y también en la utilización de imágenes mediatizadas, se va construyendo la idea de un Lockett que se brinda al otro para descubrirse. La chatura de la dirección de Barreiro, hace que este acercamiento audiovisual al artista no pueda completar un perfil, que bien podría haber sido ágil y moderno, por lo fresco y revolucionario del artista, pero se queda en algo tradicional y básico que sólo sirve para conocer un costado del autor, el más difundido.
El milagro chaqueño Los documentales de arte tienen la virtud de acercar al público general a ámbitos que no frecuentan y Rey Milo cumple con creces ese propósito. Aunque Milo Lockett no es aún un nombre que le suene al mozo del bar de la esquina, el documental de Federico Bareiro muestra (bastante por mérito del propio Milo) el carisma del pintor chaqueño en las más variadas situaciones (desde haciendo asado y pintando escuelas de provincia junto a chicos con capacidades especiales hasta inaugurando ArteBA 2011), al tiempo que define su particular estilo. Marchands, críticos y galeristas dan su opinión. Milo tiene un pie en el art brut, con ecos de Basquiat, pero también en una tradición local que mantiene lo pueril, los trazos de candidez reflejados en esos grandes ojos y esas bocas anchas, marcadas. El documental tampoco oculta el lado caprichoso y hasta irascible del pintor, manifiesto en el testimonio, dicho en forma hilarante, de un asistente al que le arrojó un tarro de barniz. Todo eso conforma el retrato de Milo Lockett, un personaje que aspira a la fama pero también disfruta de ser amado.
“Each artist has a language. When I started, I never imagined that everything that happened to me was ever going to happen. If there’s a secret, I think it’s that you always have to keep moving, searching, and trying to transcend. The year 2005 was key for me: I entered the market of Buenos Aires, which though is a small market if compared with those of the rest of the world, it was great that my work could be seen in many places. I went to Buenos Aires to try my luck. I said to myself: I want to make a living as an artist. And it turned out just fine”, stated renowned Argentine visual artist Milo Lockett in a recent interview. And he should know. For he’s quite a phenomenon as regards not only his art, but also as a social actor. For starters, he’s one of the most sought-after visual artists of Argentina — he sells hundreds of works per year; he paints on canvas, but also on sculptures, sneakers, mugs, buildings, furniture, and T-shirts; he was the revelation of the ArteBA fair back in 2006, and only three years later he was chosen as artist of the year — together with León Ferrari. His work has been exhibited in countless galleries locally, but also abroad, and his admirers come from all walks of life. Yet Milo Lockett likes to be seen as a social referent as he’s strongly involved in many ongoing projects for the needy: free painting workshops in the provinces of Chaco, Jujuy, Corrientes, Misiones, Santa Fe and Buenos Aires, but also in Paraguay and Brazil. He donates some forty paintings per year to auctions to raise funds for the Hospital Pediátrico of Resistencia, Chaco, the city where he lives since his birth back in 1967. And believe it or not, there’s much more. What’s even better is that such multifaceted, prolific individual has been skilfully portrayed in the Argentine documentary Rey Milo, produced and directed by Federico Bareiro. Following a very well executed conventional mould, Bareiro interviews the artist himself, friends, collaborators, art critics, and gallery owners (among others), and intersperses their eloquent testimonies with significant scenes of the artist at work, be it in his own workshop or in those organized outside, such as one he conducted with teenagers with Down Syndrome who painted the walls of the school for the Wichi community of Chaco. So not only you see putting hands to work, but you also have a chance to get familiar to how he personally relates to those who academically know little or nothing about art, and yet much predisposition and energy to make a social transformation through art — something that to Milo is more important than art itself. After all, he says he feels he’s done everything he could do art wise, and would now like to retire to fully devote himself to social work — without involving politics in it. Unlike so many recent documentaries, Rey Milo is also accomplished in formal terms. Thanks to the use of wide angle lenses, spaces are rendered in all their dimensions, so many frames of the film look like paintings brimming with primary, saturated colours. Interviewees are also sometimes bathed in red or blue, with the kind of lighting that brings forward shapes and volumes. But don’t get me wrong: this is no flashy experiment in formalism, it appropriately doesn’t want to be one. Instead, it’s the manner chosen by the filmmaker to accompany the film’s subject with an agreeable set of aesthetics that would never eclipse it. For it’s all about Milo Lockett, the man behind the artist.
Con semejante popularidad en el inconciente (visual) colectivo no extraña una realización sobre uno de los artistas más populares de Argentina de los últimos tiempos. Difícil que haya alguien en nuestro país que de una manera u otra no se haya cruzado con algún dibujo, pintura, muñeco, mural o cualquiera de las presencias en libros, diarios y TV. Este buen documental cumple con creces la idea de ser un retrato que ponga en conocimiento de la figura de Milo Lockett como artista, pero también sobrepasar la barrera de la popularidad para mostrarlo en su esencia de hombre solidario, empresario con autogestión, emprendedor, y como persona arraigada a su tierra, su gente y su pasado. Paralelamente a un muestrario repleto de colores, planos detalle del trazo simple del artista, o momentos con sutil animación poniendo las criaturas en movimiento, la cámara lo va acompañando en su vida cotidiana. El primer puñado de minutos se plantea como un contraste entre el Chaco (incluido un momento con chicos con síndrome de down), y su ingreso a la muestra de arte de Buenos Aires con toda la pomposidad que emana de la clase media alta entre cócteles, vestidos de noche y cierto glamour. Resulta interesante ve como Federico Bareiro va tomando decisiones sobre la figura que retrata en su película. “Rey Milo” se centra en el hombre para, a través suyo, lograr comprender la magnitud de un trabajador incansable del arte. Las imágenes lo muestran casi todo el tiempo haciendo o pensando qué hacer, como si se tratara de un constante desborde creativo, pero a la vez toman al arte como forma de vida para trascender en todos los aspectos. Lejos de un intento de salirse de la estructura convencional “Rey Milo” aporta al espectador lo que habitualmente se busca en un documental sobre alguna personalidad destacada: Saber quién es, de dónde viene, qué hace y por/para qué lo hace. El documental responde todo eso más allá de lo que uno imagina que pueda haber quedado fuera del corte final. Alcanza con eso y está bien.