Con guion y direccion de Maria Laura Dariomerlo, una película muy personal que indaga a lo largo de un domingo lo que ocurre con una pareja, donde vale más lo que se siente que lo que se dice y un misterio que se cuela y se resuelve para sorprender al espectador. Buenos trabajos de Pablo Rago y Leticia Bredice.Hay que atreverse a verla.
En su debut como directora María Laura Dariomerlo se arriesga en "Rosa fuerte"(Argentina, 2014) con una película de atmósferas y detalles que incomoda e irrita. Una pareja (Leticia Brédice y Pablo Rago) juegan al amor sin decirse muchas cosas. Un pequeño departamento es el escenario de esta relación en la que no hay espacio para sutilezas, porque tampoco en la elección de los planos hay posibilidad de poder escapar o imaginar otra situación. El la ama, de una manera desbordada, que encuentra en los dulces que todas las mañanas le ofrece como desayuno la expresión máxima de su desbordada pasión. Ella lo quiere, pero esta agobiada, cansada de la rutina y de los trajeteos diarios o quizás simplemente fastidiada por tener que ocultar de el algo. Llamadas que anuncian un engaño son solo el indicio que deja Dariomerlo y abre la sospecha, pero nunca afirma, solo sugiere y esa es su mejor arma. La amenaza de la separación y la amenaza del abandono pende sobre ellos, y solo la fuerza del vinculo que se muestra puede superar esto. Se ayudan, se cuidan, se protegen, pero también se esconden, de algo que no llega nunca quizás desentrañarse. La cámara los expone. Cocinan, se bañan, preparan el almuerzo, duermen, no juntos, o si, pero alguien mas también descansa. "Rosa Fuerte" apuesta al cine intimista, que en la actuación minimalista y sugerente habla de muchas otras cosas, y pese a que Brédice compone su personaje con los excesos a los que nos tiene acostumbrado, el tono no se cambia. Una de las mayores virtudes del filme es contar con dos protagonistas mainstream y que gracias al trabajo de la dirección muestran una entrega, como en el caso de Rago, no vista en anteriores trabajos. El espacio se va cayendo entre ellos y mientras se habla sobre la crisis sin decir nada se eligen fragmentos de películas para también afirmar la posición de cada uno ante el otro. Ella ve "Kramer vs. Kramer", él "La aventura", y al parecer siempre mira ese film, otro punto de discordia y de discusión. Algunos aditamentos potenciaran el conflicto en un filme digresivo que del tiempo hace abuso aun cuando la cámara esta preparada para recibir a los actantes. Dariomerlo acompaña a sus personajes todo el tiempo, los vive, los respira, los aprisiona y así es como "Rosa Fuerte" no solo produce angustia por lo que se ve, sino que principalmente por lo que no se muestra. Intensa.
Té para tres. Manuel (Pablo Rago) la ama con toda su vida, pero no la soporta. A Cristina (Leticia Brédice) tanto amor la abruma. Él se atraca con unos merengues empalagosos en el desayuno ante el asco de ella. Ella vomita los fideos con salsa que él le prepara con tanta ternura. Él no sabe qué hacer con esta mujer, que se acerca y lo rechaza; ella no sabe qué hacer en este encierro amoroso. Los ataques de pánico parecen ser la salida ante tanta angustia. Es así como Laura Dariomerlo, en su ópera prima, nos relata un día de una pareja que parece estar atravesando la etapa terminal de su vida amorosa. Con planos largos y fijos, transmite la opresión interna que viven estos dos personajes donde el amor comienza precisamente a transformarse en dolor bruto, sin posibilidad de condimento que sirva de paliativo, ya que cualquier intento de remontarla termina cayendo en frustración. Sin decir mucho ni explicitar demasiado, la realizadora hace una apuesta fuerte y arriesgada al jugar con los afectos de sus personajes y al entretejer una historia que nos lleva al desconcierto. Un tercer personaje, también visiblemente angustiado, circula de entrada, inferimos que es el causante de la frialdad de Cristina; hasta que nos aproximamos al desenlace y podemos pesquisar cuál es el juego peligroso en el que están inmersas estas tres personas. La trama está estructurada en 4 actos: desayuno, almuerzo, merienda y cena. La película va relatando cómo vive su crisis amorosa esta pareja en los hábitos diarios. Lo que es normal y cotidiano puede causar cualquier conflicto. Casi toda la puesta en escena es dentro de ese departamento que transmite muy bien la claustrofobia neurótica que se vive cuando el deseo más que aliviar perturba y desespera. Lo intimista y pausado del film permite que sus dos actores estrellas se luzcan. Rago encarna sólidamente a este hombre obsesivo pero impotente frente a no saber qué es lo que ella realmente quiere. Brédice se apodera de la cámara, se luce notablemente, encandila los primeros planos: Cristina nos resulta insoportable pero también es difícil no quererla, como le pasa a Manuel. Rosa Fuerte es una obra tan pequeña como intensa, nos abruma, nos encierra, nos angustia y nos conduce directamente a la identificación con alguna parte o momento de nuestra historia, aquel día en el que el amor se tornó verdaderamente doloroso.
No hay nada más que decir María Laura Dariomerlo llega a su ópera prima tras varios años de pelea y a un estreno comercial que no es poco teniendo en cuenta que su film tiene varias particularidades y virtudes, esas que por un lado hablan de ciertos riesgos estéticos, ya probados en su cortometraje El beso que te di , en el cual contara con la actuación de Joaquín Furriel para una historia donde no hay una línea de diálogo entre la pareja protagónica y que puede relacionarse - tal vez - desde la temática con el universo de pocas palabras planteado en Rosa fuerte, protagonizada por Pablo Rago y Leticia Brédice. La ambigüedad que se encarga de mantener la directora en el relato es tan sólida desde el guión como desde la escasa información que se dispersa en la puesta en escena, rigurosa en detalles y con una distancia adecuada entre la cámara y esta pareja que habla poco pero dice mucho desde sus gestos y silencios. Él, Manuel (Pablo Rago), en constante amague de preparar el bolso y marcharse, harto de soportar a veces los humores erráticos o el destrato de Cristina (Leticia Brédice) en lo que en apariencia será un domingo más de una pareja en crisis. Sin embargo, hay en ella cierto secreto que tarda en revelarse y en Manuel una actitud protectora, aunque también con signos de desgaste que lo llevan a reconocer el estancamiento habitual por el que pasa cualquier pareja, transcurrido el estadio del enamoramiento y la novedad. A escondidas, Cristina recibe llamadas de un hombre a quien no duda en declararle afecto y decirle que lo extraña, sin tener presente que Manuel descubra esa potencial traición o al menos reaccione cuando se entere de lo que está pasando. En Rosa fuerte, tal como demuestra el título colmado de connotaciones, el lugar del espectador no es para nada pasivo y si bien se juegan las cartas de un típico triángulo amoroso, en sus vértices se desarrolla de manera progresiva el desmoronamiento de una pareja, como si se tratara de un film que comienza cuando el típico había una vez … terminó: un cuento donde no hay nada más que decir.
Silencio cotidiano que acecha a la pareja Desayuno, almuerzo, merienda y cena. Todo en un domingo de diciembre, en Buenos Aires, en un departamento tipo, con Manuel y Cristina (Pablo Rago y Leticia Bredice) como protagonistas de Rosa fuerte, la opera prima de María Laura Dariomerlo. ¿Demasiado riesgo para un primer largo de ficción? ¿Demasiadas pretenciones? Tal vez. Porque este drama de ritmo lento, escasos diálogos y escenas que se viven casi en tiempo real necesita sí o sí crear un clima, una identificación con los personajes de esta pareja anodina, de la que no sabemos nada. Ese es un logro. Caminamos a la par de la historia. Cristina y Manuel tienen sexo, se bañan, ven películas, preparan sus comidas de acuerdo al esquema planteado en la película. Normalidad. Si la película sale del departamento, es sólo para sembrar algunas señales, un preaviso de que algo ocurre más allá de lo que vemos. ¿Alcanza para generar intriga? Son señales que intentan imprimir misterio, una atmósfera pesada que apenas se sostiene porque la trama no es puntal suficiente. Su mayor mérito es el riesgo, y esa angustia y dolor que de a ratos transmiten los protagonistas. Rago y Bredice vuelven creíbles su emociones, pero no sabemos muy bien cuáles son sus roles. Cristina comienza a recibir llamadas de Pablo, se entera de que está embarazada (algo que la película deja prever en otra escena). Es la historia de una separación condensada en un día. Pero qué clase de separación. También es la historia del silencioso drama cotidiano que acecha a muchas parejas. Todo contado con muchísima economía de recursos, con un minimalismo afrancesado, que alcanza apenas a contagiar esa sensación de drama doméstico que sí transmiten por momentos los personajes. No alcanza para construir una historia, por más chica que sea. O tal vez la intención de Dariomerlo sea ésa, mostrar un sufrimiento que tardaremos demasiado en comprender.
Silencios prolongados. Largos planos fijos. Escenas que se demoran en la observación de situaciones que buscan descubrir en la intimidad de una pareja, durante una entera jornada de domingo, las señales de una relación que no se decide a reconocer que desfallece, o que apenas sobrevive en la superficie de gestos ya vacíos, sólo sostenidos por la rutina. Todo transcurre, del despertar mañanero al inevitable desenlace, en la amplitud de un departamento que con el correr de las horas empieza a tomar el carácter de un encierro para los dos, aunque ella parezca más consciente del clima de incómoda tensión y más dispuesta a ponerle fin, y él se muestre más confiado en que aún hay tiempo para recuperar el lazo que los unía. El lenguaje minimalista de María Laura Dariomerlo aquí debutante en el largometraje trata de transmitir al espectador esa atmósfera de tensión y lo consigue en buena medida, más allá de que al mismo tiempo imponga cierta distancia que desalienta el compromiso emotivo, una carencia que se vuelve notoria sobre todo en los tramos finales, al hacerse necesaria una culminación dramática. Por otro lado, no puede evitarse que tanta contención, más el ritmo moroso y la extensión de los silencios suenen a veces algo forzados y confieran cierto carácter artificioso a los personajes y a la historia, cuyo desenlace no puede anotarse entre los aciertos del guión. En cambio, sí los hay en el terreno visual. Ya es un mérito destacable que en su primera película, Dariomerlo pueda mostrarse dueña de un estilo. En él mucho tiene que ver la cuidada composición de los encuadres, la luz de Agustín Álvarez y el empleo del fuera de campo. También cabe destacar el trabajo de los actores principales (Leticia Bredice y Pablo Rago), gracias a cuya entrega esta suerte de crónica de una separación tema tan frecuentado por el cine puede ganar algún interés extra.
Durmiendo con el enemigo “Yo te amo pero a veces no te soporto”, le dice Manuel (Pablo Rago) a Cristina (Leticia Brédice) cuando ésta se queja ante un hecho menor. Dirigida por María Laura Dariomerlo y ganadora del Concurso de Películas Terminadas del INCAA en 2009, Rosa fuerte es el retrato de una inminente separación ilustrada mediante los silencios piadosos y miradas esquivas a lo largo de todo un domingo en la casa compartida. El film arranca en la madrugada, cuando Manuel observa durante un par de minutos a su mujer durmiendo. Dariomerlo acierta filmando en largos planos fijos que le dan a las distintas escenas un tempo inquietante y a la película un tono naturalista y progresivo que le permitirá al espectador entrever las hendijas de la relación. Por otra parte, esto ayuda a hacer de la espacialidad de la locación un ámbito opresivo y cargado de tensiones. Pero los problemas llegarán sobre la última media hora, cuando el recurso se torne reiterativo y devenga en estiramiento, todo culminado con una innecesaria vuelta de tuerca que diluye la potencia de lo previamente construido. Con más concisión y más confianza para despegarse de los mandatos del guión, Rosa fuerte hubiera sido una gran película y no la aceptable que termina siendo.
Rosa fuerte, the debut film of Argentine filmmaker Laura Dariomerlo, has a few scenes with genuine pathos where you actually believe that the characters are going through a hell of emotional pain and anguish. One of them depicts Manuel (Pablo Rago) asking his wife Cristina (Leticia Brédice) whether the baby she carries in her womb is actually his. Since she’s cheating on him, it could very well be her lover’s. She tells her husband it’s his. But, indirectly, she also tells him that she’ll tell her lover he is the real father — and not her husband. As it is, Cristina is about to leave Manuel for good. After who knows how many years together, the couple is running on empty. From now on, it seems it’s all downhill. There’s also another scene where Manuel comforts Cristina when she gets a fit of intense physical pain and her body seizes from tips to toes. You see her in acute pain and you believe her pain. You see him trying to make the pain go away, and you hope the pain will go away. In these scenes, the actors do their best within a screenplay that, for the most part, lacks a truly compelling edge. But these scenes make sense, they work and are touching. But since Rosa fuerte is meant to be some kind of study of a separation, a close-up look at hurtful matters of the heart, it should be dramatic enough to keep you caring for the characters. It’s not meant to be an icy film, and yet sometimes the drama is too far away to be felt. Or there’s too little of it. Which is to say the “less is more” narrative Rosa fuerte goes for is seldom accomplished. Too often you get the feeling you are just watching a series of loosely connected situations that never fully develop into big-scale drama. That and the little overall tension turn into a dull exercise on sentimental liaisons. When the few good scenes come in, you can see the original potential of a seemingly simple premise such as: “a couple splits up with much difficulty, or at least they try to.” Sure, it’s a story which has been told endless times before, but that’s not necessarily a problem if new insights are incorporated. Or if the performances make you feel and think you’re seeing this stuff for the first time. But that’s hardly the case here. Production notes Rosa Fuerte (Argentina, 2014). Written and directed by: Laura Dariomerlo. With: Leticia Brédice, Pablo Rago, Santiago Rapela, Ivana Cur. Cinematography: Agustín Alvarez. Editing: Javier Favor. Running time: 90 minutes. @pablsuarez
Un ocaso Rosa Fuerte La historia de Rosa Fuerte trascurre un domingo cualquiera, con una pareja normal (Pablo Rago y Leticia Bredice), en un pequeño departamento. Un amanecer, el desayuno, el aire que se va enrareciendo, las miradas que se van perdiendo en la monotonía… Las bocas no hablan, los cuerpos rechazan la comida, los encuentros de amor, la búsqueda de amor, la desesperación por perder, por encontrar. Donde el sexo, las peleas, la comida, el cansancio, juegan el juego de volver a empezar, intentando llenar vacíos de silencios que gritan pensamientos en una lentitud que asfixia. Una y otra vez lo que no pueden conversar, lo que no pueden digerir se hace extensivo al fuera de campo; y ese que desde afuera es, más que ellos, el que mueve la historia. La composición fotográfica de Agustín Álvarez, la duración de los planos, hacen que el ambiente se cargue de sentimientos, los espacios se achiquen y los encuadres se acorten hasta aturdirnos de emociones. El sonido y su ausencia, parecen llamar a los fantasmas en un espacio carente de palabras, en la perturbadora calma que precede a la tormenta. La película genera una gran incomodidad y sin lugar a dudas en esta primera realización, Laura Dariomerlo está marcando un estilo narrativo, una forma de mirar, de acompañar las destacadas actuaciones que sostienen como condimentos casi únicos este relato que no genera un interés en particular; haciendo una apuesta arriesgada al transmitir y generar un ocaso: Rosa Fuerte.