El derecho a la identidad Secreto a voces es un documental nacional dirigido y co-escrito por Misael Bustos, que fue montajista y productor musical de la serie Cromo, emitida por la Televisión Pública. Participó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (Selección WIP), en el Festival Internacional de América – México y en el Saheb Film Festival de la India. Esta producción de los hermanos Puenzo fue declarada de interés tanto por el Senado de la Nación como por el Ministerio de Cultura. A través de cuatro historias concretas, la película profundiza sobre la apropiación y el tráfico de bebés, una problemática que en nuestro país está naturalizada por la sociedad y continúa sucediendo ya que excede el marco de la dictadura de 1976. Así conoceremos a una mujer que tuvo gemelos y en el hospital le mintieron comunicándole que uno de ellos había muerto, a otra que vivía con unos médicos que le hicieron creer que eran sus padres, otra que busca saber más sobre su madre biológica recorriendo los pueblos del interior de Argentina y una señora que denuncia a la partera que en su nacimiento la vendió. Con una bella fotografía, que incluye paisajes nevados de Suiza en el primer relato, Bustos expone con inteligencia cómo el Estado no se hace cargo de estas personas que, como todos, tienen derecho a conocer su origen biológico. Las excusas de los hospitales siempre son las mismas dichas en distintas palabras: que se perdieron los archivos de esos años, que hubo una inundación que hizo que la letra sea ilegible y por eso se tiraron los papeles, etc. Las mentiras se oyen cada vez más fuerte y claro, sin embargo las mujeres no se dan por vencidas y perseveran. El documental hace hincapié en la importancia de continuar la búsqueda, ya que los afectados por la apropiación son muchísimos y no están solos. Además se exploran los aspectos psicológicos de los que fueron robados al nacer: de chiquito uno se cree lo que le dicen pero al crecer los cuestionamientos y dudas comienzan a surgir. Impacta ver cómo esto afecta en la persona, en particular en una mujer que de grande queda embarazada pero por miedo a que al bebé le ocurra lo que le pasó a ella, su cuerpo no tiene contracciones (“No lo estás ayudando a nacer”, le dice el médico). Partidas de nacimiento con datos falsos, el rol de la Iglesia, enfermeros/as que cuestionan y juzgan la búsqueda y por último el presentimiento tan certero de una madre, todo eso manifiesta Secreto a voces, un documental dinámico para conocer más sobre este flagelo que ni siquiera tiene cifras oficiales por parte del Estado.
Misael Bustos, quien fue ganador del 3° Cine Migrante con su documental anterior “El fin del Potemkim” (2011), llega nuevamente a las salas argentinas para estrenar “Secreto a Voces”, donde narra lo que es vivir en carne propia la supresión de la identidad biológica. El documental se cuenta a través de cuatro historias personales, unidas por una misma temática: el tráfico y la apropiación de bebés en Argentina y el trauma que con matices parecidos, aunque personales, sufren las víctimas de este delito que no prescribe. Con una música que acompaña sin estridencias ni golpes bajos, se suceden los testimonios de las búsquedas que luego del impacto de la verdad van tras los rastros biológicos que el paso del tiempo no consiguió, en algunos casos, borrar. Con guión de Diego Braude y del propio Misael Bustos, con fotografia de Salvador Kaplun, y con producción de Puenzo Hnos y el INCAA, se muestra desde una búsqueda dolorosa y sin fin hasta las mentiras y el ocultamiento, muchas veces camuflado detrás de una obra de bien. Así se decía y sentía antes: todo era de buena fe. El entorno que veía la apropiación la justificaba diciendo que los apropiadores eran padres benefactores que evitaban un destino peor a esa criatura apenas nacida. Bustos y Braude investigaron durante cuatro años entre miles de historias con un desesperado denominador común: la búsqueda de sus orígenes. Niños y niñas sintiendo, desde temprana edad, que algo andaba mal con ellos, que no encajaban en sus familias; que hay un parecido que el reflejo del espejo nunca devuelve. Tímidos, como culpables de algo que ignoran, detrás de una gran incógnita que no se revela. Desde la capital, pasando por la Plata, hasta Brandsen, son los lugares donde estas búsquedas del propio orígen deambulan indagando alguna huella que rescatar. No siempre se busca una madre, también hermanos o hermanas que a la larga se sabe que hay. Y cuando se logra algún reencuentro, alcanza para llenar un poquito de ese vacío que es tan propio como la misma historia que se quiere conocer. Tal vez las inevitables pausas hacen más dolorosos los testimonios. Tal vez los silencios del documental acentúan los silencios de años que dura la mentira y el ocultamiento y los hace más densos y más duros de digerir. Por lo demás, el film muestra una realidad de la que pocos hablan y muchos son los involucrados; la del tráfico de recién nacidos, práctica que fue avalada por instituciones y poderes públicos y políticos. Hacer un film de estas características y con estas historias pone en jaque al poder del Estado, obligándolo a dejar de hacer oídos sordos a un delito que involucra a muchas víctimas.
¿Quién soy? Al hablar de apropiación de niños se establece un vínculo directo con lo sucedido durante la última dictadura cívico militar argentina y se olvida (o desconoce) que hay en el país cerca de 3.000.000 de personas que tienen dudas sobre su verdadera identidad. Secreto a voces (2018) trabaja sobre cuatro casos testigos, diferentes entre sí, de chicos apropiados al nacer. Una madre que hace 43 dio a luz gemelos en el Hospital Fernández y a los pocos días le dijeron que uno había muerto; pero le entregan un cuerpo que años más tarde y mediante un análisis de ADN se demuestra que no era el de su hijo. Hoy, radicada en Suiza, vuelve al país con el otro gemelo para seguir buscando. Clara Lis comienza a buscar a su madre biológica por Internet y un mail la lleva a otra persona en su misma situación que como el eslabón de una cadena se va conectando con otros. Todos vendidos por la misma partera al nacer. Silvina fue apropiada por una familia que se dedicaba al tráfico de niños que luego la rechazó, mientras que Patricia, nacida en un conventillo pero anotada como hija biológica de otra, va tras las pistas de su verdadera madre mientras se encuentra con archivos destruidos descubre otros casos como el suyo. Cuatro historias con diversas aristas que terminan en el comercio de bebes como denominador común. Secreto a voces es un documental de investigación periodística, que sigue una estructura bastante clásica pero también potente desde lo narrativo, con algunas dosis de thriller. Si bien no arriesga en su forma –básicamente está construido por testimonios- se toma algunas libertades como el fuera de campo para crear suspenso o el de cortar en el momento exacto para no caer en el golpe bajo. Aunque en rigor toda su fuerza está puesta en una investigación que llevó más de cuatro años de realización a Misael Bustos junto a Diego Braude y en la elección de los casos sobre los que trabaja, representativos y atractivos cinematográficamente. Sin pretensiones estéticas ni estilísticas y con el énfasis puesto en sacar a la luz una problemática no muy abordada por el cine y la TV (exceptuando cuando el caso toma un valor mediático), Misael Bustos logra adentrarse con honestidad y sin especulaciones en un mundo del que todos saben pero del que nadie habla.
Desgarradora y necesaria película de Misael Bustos que intenta reflejar el verdadero significado de la palabra “apropiación” que tras la dictadura sólo refiere a los niños y niñas robados y reubicados en familias, generalmente, asociadas a las fuerzas. La trata de personas, de niños, el valor puesto a la vida humana, en cuatro casos que hablan de los hombres y su imposibilidad de progresar ante la falta de horizonte y expectativas, relegando el cuidado de sus hijos en terceros o al mejor postor. Un film que visibiliza.
Distintas ONG aseguran que hay alrededor de tres millones de personas afectadas por la apropiación y el tráfico de bebés en la Argentina. La problemática ha atravesado un amplio arco temporal y está lejos de solucionarse, tal como demuestra el documental Secreto a voces. El film de Misael Bustos indaga en cuatro historias –cada una ocupa un bloque del relato- de personas apropiadas durante sus primeros minutos de vida, todas ocurridas antes de la dictadura militar y en la zona de González Catán, con metodologías similares y entre mentiras y ocultamientos a las familias que aún esperan una respuesta desde el Estado sobre los paraderos (los hospitales aseguran una y otra vez que los archivos se perdieron). No hay demasiado riesgo en las búsquedas de Secreto a voces. Honesto, sencillo, directo, emotivo y respetuoso del dolor ajeno, el film de Bustos evita los golpes bajos priorizando a quienes comparten su historia personal con la máxima voluntad de visibilizar el problema, difundiendo de paso el trabajo de las diversas entidades especializadas en guiar a quienes dudan de su identidad.
Una de las tesis centrales de esta película de Misael Bustos, apoyada en una serie de conmovedoras historias personales (las de Norma Kaensig, Clara Lis Pereyra, Silvina Luján Sotelo y Patricia Maiuro), es que la apropiación de bebés, un tema asociado por lo general a la época de la última dictadura, fue una práctica muy naturalizada en la Argentina desde mucho antes e incluso continúa en desarrollo. Lo dice explícitamente la abogada Nilda Gallo, una de las múltiples voces de este sólido documental estructurado sobre la base de una combinación virtuosa de abundantes testimonios (muchos de ellos de primera mano) y una buena investigación previa, que resalta además la labor de Abuelas de Plaza de Mayo.
Un relato duro e impactante. La película es emotiva y relata momentos cruciales de nuestro país, una realidad compleja que nos marca que las heridas aun no cierran y dudo que eso algún día suceda. Vamos viendo y analizando distintos testimonios, están las mentiras y los engaños, la búsqueda de una identidad, sin golpes bajos, todo acompañado con una música acorde al relato y la fotografía de Salvador Kaplun. Tendría que proyectarse en todas las escuelas.
Otra mirada sobre el robo de identidad Con tono clásico sin caer en esquematismos, el film echa luz sobre las apropiaciones de bebés en los 70 por parte de civiles. Dentro de los documentales con temáticas sociales, los que abordan el tema de la identidad conforman uno de los subgéneros más transitados. Sobre todo en el cine argentino reciente, que sigue manifestando la persistente conmoción que provocó la sistemática desaparición de personas y la apropiación de bebés durante la última dictadura. Desde trabajos que buscaron los límites cinematográficos del género como Los Rubios (2003) de Albertina Carri, o M (2007) de Nicolás Prividera, hasta los más convencionales pero no menos intensos La memoria de los Huesos (2017) de Facundo Beraudi o Nietos (Identidad y Memoria) (2004) de Benjamín Ávila, el documental en la Argentina se ha encargado de escarbar periódicamente entre los sensibles pliegues de estos temas. Aun con sus puntos de contacto, la película Secreto a voces también lo aborda pero apartándose sensiblemente del eje habitual que imponen los crímenes de la dictadura. Segundo trabajo como director de Misael Bustos, Secreto a voces recorre cinco historias de chicos apropiados en los 70, pero cuya sustracción de identidad no tiene su origen en crímenes perpetrados por un Estado tiránico. Por el contrario, estas tienen su marco en causas civiles que a diferencia de las atrocidades cometidas por los militares, que son parte de una historia que no debe repetirse, fueron producidas por condiciones que siguen siendo de dolorosa actualidad. Se trata del robo y la compraventa de bebés, algo que durante años se escondió bajo eufemismos tales como “adopción irregular”, pero que por sus causas y efectos no son otra cosa que delitos de apropiación de personas y sustracción de identidad. Moviéndose sobre el clasicismo y la ortodoxia del género, pero enriquecida con elementos del documental de observación, Secreto a voces es el canal para que las víctimas cuenten sus casos en primera persona. Todas dan cuenta de un sistema de trata organizado de forma fragmentada e informal que lleva activo más de 50 años: ese es más o menos el lapso que abarcan los casos registrados en la película, pero que sin dudas se extiende hacia atrás en el tiempo. Parteras de pueblo que cosechaban chicos entre las familias sin recursos; otra que, en el conurbano, fingió asistir a decenas de partos que no existieron para fraguar partidas de nacimiento y legitimar las apropiaciones; una niña que formaba parte de una familia dedicada al tráfico de bebés y que termina dándose cuenta que ella misma es víctima de una apropiación; el espantoso robo de un bebé ocurrido en el Hospital Fernández de Buenos Aires en 1973, en el que el cuerpo de un nene muerto le es entregado a una mujer que décadas después, gracias a la tecnología genética, pudo saber que no era el de su hijo. Esta última historia incluye a un hermano gemelo que anhela con desesperación encontrar esa mitad ausente. Secreto a voces consigue conmover casi sin intervenir sobre las historias –aunque a veces la musicalización se convierta en un leve lastre que, sin embargo, no invalida la experiencia–. Su gran aporte narrativo consiste en incorporar una serie de cámaras ocultas que registran algunas de las vicisitudes públicas o privadas que los protagonistas atraviesan en sus búsquedas. La película también señala una tendencia en la breve filmografía de Bustos, quien en su película anterior El fin del Potemkin (2011) retrataba a dos marineros rusos varados durante 20 años en la Argentina tras la caída de la URSS. Ya ahí, desde un punto de vista diverso, había una preocupación por el asunto de la pérdida de la identidad y los efectos del desarraigo. Como aquellos marinos, los protagonistas de Secreto a voces intentan navegar hacia un destino ansiado, que en este caso es su propia y real identidad.
“Secreto a voces”, de Misael Bustos Por Marcela Barbaro En nuestro país, hablar de “apropiación” es referirse, indefectiblemente, a la última dictadura, durante la cual se sustrajo la identidad a 500 bebés. Sin embargo, la apropiación es una problemática que excede al período de facto, antes y después de esos años. Un tema que sigue estando ausente en la agenda política. Secretos a voces del realizador Misael Bustos (El fin del Potemkim, 2011) expone un hecho sensible y preocupante que, según las ONGs Argentinas, afecta a 3.000.000 de personas apropiadas. Todavía no hay cifras oficiales por parte del Estado, más bien hay ausencia y faltas de control ante hechos y procedimientos aberrantes que se fueron naturalizando. Luego de cuatro años de investigación junto al guionista Diego Braude, el documental narra cuatro historias unidas por una misma temática, el tráfico y la apropiación de bebés en Argentina. El denominador común es la supresión de la identidad, de origen. Cuestiones fundamentales que hacen al ser, a la esencia, y a poder responder: de dónde vengo, quiénes son mis padres, cuál es mi historia. Norma Kaensig, tuvo gemelos en 1973, Carlos y Pablo. Ella sufrió el cambio y robo de Carlos, al día de nacer. Hoy vuelve desde Suiza a Argentina para seguir buscando a su bebé junto a su hijo Pablo. Patricia Maiuro, sigue las pistas por pueblos del interior de Argentina tratando de encontrar a su madre, el único dato que tiene es que nació en un conventillo de Córdoba. Clara Liz Pereira denuncia a la partera que la vendió al nacer, y descubre a otras chicas vendidas por la misma mujer. Silvina Sotelo relata su experiencia de vivir en el seno de una familia apropiadora y traficante de bebes, al mismo tiempo que asume su militancia por la Identidad. Filmada en Suiza, Gais, Applezengel, Ginebra, Berna, y en distintas localidades y provincias de nuestro país, el recorrido acompaña la búsqueda de sus protagonistas para hallar la verdad y algo de luz sobre un pasado teñido de mentiras y ocultamientos. Bustos opta por un formato narrativo que intercala características del documental de observación con una estética más cercana a la investigación periodística televisiva. Hay testimonios alejados de la cámara o de espaldas, rostros pixelados, imágenes de archivo, entrevistas a antropólogos del Conicet, y declaraciones de las cuatro mujeres frente a cámara. “Por qué somos capaces, como sociedad de permitir y de naturalizar estas problemáticas, se pregunta el realizador, con un Estado ausente incapaz de erradicarlas”. Trataremos con este film de reflexionar, de levantar una voz, la de cientos de miles que hoy luchan por conocer su identidad biológica y de origen. Secreto a voces va por ese camino amargo, de escasos finales felices. Asume el rol de denunciante y expone la responsabilidad del Estado y los vínculos con diferentes poderes. También se refiere a la legitimación cultural y social de ciertos hechos relacionados a la explotación de la pobreza, la trata de personas, la dificultad de ser padres, las trabas de la adopción y el lucro con la vida humana. Una complicidad tan silenciosa, como sabida. SECRETO A VOCES Secreto a voces. Argentina, 2018. Dirección: Misael Bustos. Productora: Puenzo Hnos.Producción: Esteban Puenzo, Misael Bustos. Guion: Diego Braude, Misael Bustos. Dirección de fotografía: Salvador Kaplun. Colaboración autoral: Laura Zenovi, Luciana Porchietto. Música Original: Guillermo Pesoa. Montaje: Misael Bustos. Sonido: Manuel Valdivia. Arte: Aurora Mareco Duración:76 minutos.
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Es un documental que pone foco en los recién nacidos apropiados todos los días. Y que demuestra como nuestra sociedad y otras en el mundo tienen naturalizada la venta o toma de un niño, con supuestos fines benéficos, con el convencimiento de obrar por el bien. Antes, durante y después del proceso militar y la violencia de estado, esta práctica estaba enraizada en la sociedad. En general las madres eran mujeres muy jóvenes, vulnerables, a quienes muchas veces les daban una explicación sumaria. Contribuían, según los testimonios, desde sociedades de beneficencia apadrinadas por la iglesia, a mafias que actuaban en los hospitales. El trabajo de investigación minucioso realizado durante cuatro años por el director Misael Bustos, da como resultado, mostrar esta conmovedoras cuatro historias. La de una madre a quien le robaron su hijo mellizo, buscado ahora por ella y el hermano. La de una mujer que busca a su madre por todas las pistas posibles. La joven que encuentra a la partera que la vendió y la lleva a juicio y una activista independiente. Sin cifras oficiales se considera que en nuestro país, algunos sostienen que tres millones de personas, otros que son miles, buscan su verdadera identidad. Un trabajo con resultados conmovedores, poco conocidos, con una realidad dolorosa para muchos adultos que descubren su verdadero origen.
Crecer entre mentiras. Los protagonistas de este documental tienen en común una historia difícil y la necesidad de recuperar la identidad, arrebatada de un plumazo minutos después de haber nacido. La apropiación de bebés es una práctica habitual y siempre se la relacionó con la época de la dictadura militar, a partir de la lucha de algunas entidades como Abuelas de Plaza de Mayo en relación a la incansable búsqueda de nietos. Pero antes y después de la dictadura, pensar a un bebé como una propiedad, como ese objeto intercambiable o sometido a la ley de la oferta y demanda, con complicidad del Estado, es ese secreto a voces del título. De ahí a la red de tráfico de bebés o simplemente transacciones, hábito cultural en varios pueblos de las provincias bajo el estigma de la pobreza o el pudor vergonzoso de las madres embarazadas sin buscarlo, a la hipocresía hay un solo paso. El desandar de ese camino, junto a un apoyo silencioso de muchas organizaciones que gracias a las redes intercambian información o generan las condiciones para llegar a la vía judicial es el eje por el que transita la película de Misael Bustos, con la investigación del periodista Diego Braude y Marcela Reposi, que se concentra en la búsqueda de cuatro historias, todas ellas en la frontera de traspaso del manto de mentiras para reconocer un pasado completamente clausurado, a expensas de la desidia de organismos públicos que destruyen la documentación o complicidad de médicos, obstetras, enfermeras y apropiadores. Secreto a voces está sometido a las generales de la ley del trabajo de investigación, su fuerte recae en los testimonios y en la acumulación de datos, pero no en sus valores formales o estéticos. Vale la aclaración tratándose de este tipo de documentales que tal vez podrían encontrar mejor pantalla directamente en redes, streaming, TV, porque el impacto del cine no aporta nada a la calidad final del producto. No obstante, es válida la propuesta de Misael Bustos, su equipo de investigación y claro está la presencia de hombres y mujeres que se acostumbraron a crecer entre mentiras.
El tema de la apropiación de la identidad y la trata de recién nacidos, no comenzó con los excesos de la Dictadura Militar de mediados de los 70' ni terminó con ella. Fue y es una práctica que subsiste en muchos casos, en el interior de nuestro país y en algunos parajes del conurbano bonaerense, donde las condiciones de control de parteras, médicos y centros de salud, no ha sido atendida en forma férrea por el Estado. Es así que desde hace tiempo, e incluso me atrevo a decir que en el presente, en algunos lugares, con sesgo rural y con ciertas condiciones que predisponen condiciones para el delito (corrupción), se producen extracciones y secuestros de niños. Y son comercializados al mejor postor. Aquí, en "Secreto a voces", se parte de cuatro casos, en los cuales hay una importante y sostenida búsqueda de los protagonistas, individuos a los que les fue robada su identidad. Ellos, cuentan su historia en primera persona y traen un relato desgarrador, de sus emociones y de lo que para ellos significó conocer en profundidad esa apropiación. Con instituciones que no poseen registros de ciertos nacimientos, parteras que no pueden explicar con precisión hechos puntuales, redes complotadas para el crimen aceitadas y en actividad, este tipo de sucesos debe ser conocido por la opinión pública para alertar sobre la problemática. La investigación periodística que sustenta "Secreto a voces" está bien planteada y es valiente y comprometida. Misael Bustos, dirige con los recursos justos, un doc que creemos tendría más valor como investigación periodística de alto impacto, que como producción nacional en salas. Su formato, en forma natural, se instala más en el acto de denuncia que reclama espacios de debate y accionar del Estado que en un hecho cinematográfico. Creo que "Secreto a voces" es un documento valioso, que debe tener la máxima difusión, para alertar sobre el flagelo de los robos de identidades y comprometer a todos los actores involucrados a una profunda reflexión sobre roles y responsabilidades para proteger a la ciudadanía de estas redes delictivas.
Producido por Puenzo Hnos., "Secreto a voces", de Misael Bustos, amplía el concepto de "niños apropiados", recordando que los hubo siempre, y todavía hay, muchas veces con el visto bueno de la propia sociedad. Surgen así cuatro historias: la madre que tuvo gemelos, le mintieron que uno había muerto, y lo busca desde hace 45 años con su otro hijo, la mujer que ubica y denuncia a la partera que la vendió, la que sospecha en qué tráfico andaban sus padres adoptivos, y la que quiere saber quién fue su madre biológica y solo encuentra los restos del conventillo en que vivían.
Luego de cuatro años de investigación, junto al periodista Diego Braude, el director Misael Bustos (El fin del Potemkin) presenta Secreto a voces, un documental que habla sobre la apropiación de bebés en Argentina. A pesar de que la apropiación de bebés parece estar directamente relacionada con la dictadura militar, es una problemática que se extiende más allá de aquella época. Se estima que cerca de tres millones de niños fueron apropiados antes, durante y después del proceso militar. Entre el 2010 y el 2013 las instituciones que se dedican a este tema recibían cerca de cinco llamados por día por consultas al respecto. Secreto a voces se centra en cuatro historias en particular: Norma y Pablo, una madre y un hijo que tratan de encontrar a su hijo/gemelo, a quien robaron apenas nació; Silvana, una mujer que fue apropiada y que sus padres “adoptivos” tenían una clínica donde vendían bebés; Patricia, una joven que inicia un recorrido por el interior del país para visitar los lugares donde estuvo su madre biológica; y Clara Lis, una chica que se animó a denunciar a la partera que la vendió al nacer. Estas cinco personas se abren por completo a la cámara y se animan a contar hasta el último detalle. Allí, se deja en evidencia cómo continuaron siendo víctimas de un sistema que jamás las ayudó. Norma confiesa que un sepulturero le pidió diez mil dólares a cambio de desenterrar el cuerpo de su supuesto hijo para poder realizar una prueba de ADN. Silvana cuenta la experiencia traumática que vivió al ser madre por primera vez. “El médico me dijo que yo no le estaba permitiendo nacer a mi bebé. (…) En el momento de dar a luz a mi hijo, reviví mi propio nacimiento”. A lo largo del documental, se van intercalando las historias de estas personas con testimonios de expertos en el tema. Los relatos también están acompañados con fotografías de los protagonistas (por llamarlos de alguna manera) cuando eran menores. También tendrá suma importancia el material de archivo, como los titulares de los diferentes diarios (Clarín, La Nación, Página/12) donde se ven notas sobre relatos de niños apropiados o sobre las redes ilegales de “adopción”. Secreto a voces no sólo muestra el testimonio de personas que vivieron en carne propia la apropiación, sino que pone en evidencia cómo el Estado nunca se hizo cargo de esta situación. También hace hincapié en el rol que tuvo la Iglesia frente a estos casos. Además, se dejan ver las múltiples excusas que ponen en los hospitales y las clínicas para no entregar archivos a aquellas personas que luchan por conocer su verdadera identidad. La apropiación de bebés es algo que afectó a millones de familias a lo largo de los años. Sin embargo, existe una parte de la sociedad que sostiene que detrás de esa “adopción” hay una “obra de bien”. Secreto a voces muestra la otra cara de la moneda: el dolor que ésto dejó en aquellas personas a las que les robaron su verdadera identidad y que, hoy en día, siguen en la búsqueda de descubrir quiénes son realmente.
Secreto a voces narra cuatro historias personales unidas por una misma temática, el tráfico y la apropiación de bebés en Argentina. Una problemática de varias caras que tiene como resultado final el trauma de la supresión de identidad biológica y de origen. Este conflicto habla de un estado ausente, de los vínculos con diferentes poderes y de una legitimación cultural (por ejemplo, presión por una paternidad forzada, estigmatización de la pobreza, trata de personas, naturalización de roles y procedimientos) que los invisibiliza, los torna tabú y los envuelve en un manto de silencio. Secreto a voces funciona más como informe aleccionador que como un documental en sí, sus historias están lejos de captar la total atención ya sea por casuales enfoques de cámara o por una narración cansina de actos que, pareciera, son normales en tierras nacionales pero que no llegan a hacer eco fuera de la pantalla. Sin ir muy lejos Una especie de familia, pelicula de Diego Lerman estrenada el año pasado, aborda esta temática desde la ficción y con una persepectiva mucho más interesante. Es un documental fallido difícilmente recomendable porque además de sus imperfecciones formales, no tiene en cuenta que el cine no solo son entrevistas, archivos y un desangelado montaje.
No sólo en la época de la última dictadura militar se apropiaban bebes, sino que este sistema viene de mucho tiempo antes, cuando madres solteras, en algunos casos, menores de edad también, todas ellas pobres y vulnerables, entregaban a sus hijos recién nacidos o se los robaban, dentro del lugar donde los parían, y luego, alguna familia lo anotaba como propio, sin pasar por las vías legales de adopción. Misael Bustos le corre el velo a un tema espinoso con su documental. De vez en cuando los medios periodísticos tratan este escabroso tema, como los que padecieron las cinco personas que brindaron su testimonio en el film. Cada una de ellas lo sufrió de una manera en particular y el director va con su cámara a las casas de ellos, sin importarle dónde viven, para entrevistarlos en primera persona, e incluso los acompaña cuando van a buscar información sobre sus casos. Además, recurre a las opiniones de distintos funcionarios y antropólogas, quienes explican el significado de la palabra apropiación y como es el mecanismo de su funcionamiento. El realizador opta por una narración clásica, los protagonistas son activos y los especialistas en el tema actúan como cabezas parlantes. Tres de los damnificados cuentan descarnadamente sus vivencias y las dudas que tuvieron de sus orígenes, porque descubrieron que sus padres no eran en realidad ellos, sino otros, desconocidos. Los otros dos son madre e hijo, pese a que la señora tuvo mellizos y los vio vivos, a uno se lo sustrajeron y cambiaron por uno muerto, que no pudo verlo. Los relatos impactan la sensibilidad humana, emocionan sin ser lacrimógenos. Pese a ser casos distintos tienen un denominador común, todavía buscan su identidad porque no hay datos concretos, los archivos hospitalarios se perdieron, o descartaron, evidenciando una vez más, la falta de apego y compromiso que tiene el sistema burocrático de este país para guardar y conservar elementos importantes. Ellos, como tantos otros, quieren y necesitan saber su filiación biológica para poder recuperar y rearmar la parte más importante de sus vidas. Aunque avanzaron bastante, todavía tienen mucho camino por recorrer.