Un documental de Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura que registra con sensibilidad y talento como se formo la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Las injusticias y despidos que sufrieron desde en Teatro San Martín, incluso al mismo tiempo en que eran premiados por su talento. Pero también como se esforzaron y se pusieron al hombro la responsabilidad de crear un colectivo artístico. Y no se ven los minuciosos ensayos, la belleza de su arte. Sino las discusiones por generar respeto y reconocimiento de derechos, defender la necesidad de opinar y a la vez de entrenarse como los mejores. Las protestas por conseguir una Ley Nacional de Danza que se presento como proyecto y que aun no se concreta. Valiosa y valiente.
Pasos hacia el futuro Dirigido por Julia Martinez Heimann y Konstantina Bousmpoura, Trabajadores de la danza (Working Dancers, 2016) muestra los inicios de autogestión que permitieron crear la primera Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la Argentina. Tras ser despedidos del ballet contemporáneo más destacado de Buenos Aires en 2007, Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo y Pablo Fermani deciden formar una agrupación que se sustente en los derechos laborales y en la excelencia artística de sus integrantes. Mucho de esfuerzo y trabajo permiten que surja la primera Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la Argentina. En ese escenario, la Ley Nacional de Danza y su tratamiento en el Congreso de la Nación le imprimen esperanzas a un grupo heterogéneo que debe aprender a complementar lo individual con lo colectivo. Lo más importante del documental es que se centra en un mundo que, probablemente, sea desconocido. Porque lo que siempre se ve es el desempeño artístico de los bailarines, pero pocas veces se repara en el camino que tienen que recorrer para poder brindar un espectáculo y poder mantenerse económicamente con lo que hacen. Trabajadores de la danza recopila fragmentos de bailes, entrevistas y momentos particulares (como por ejemplo, la manifestación artística frente al Congreso Nacional para conseguir la Ley). Y lo más enriquecedor es que el público puede ser partícipe de algunas reuniones en las que se perciben diferentes opiniones con respecto a un mismo tema, posturas diversas en relación a lo que cada uno de los bailarines vivió. Julia Martinez Heimann y Konstantina Bousmpoura eligen poner en foco un tema interesante. Y aunque por momentos resulte un poco lento, el documental es un recorte de la realidad argentina sobre la que hay que reflexionar. Además de pensar los aspectos que podrían mejorarla.
Bailarines en acción y en compañía En 2007, cuatro bailarines son despedidos del ballet contemporáneo más reconocido de Buenos Aires por exigir el cumplimiento de sus derechos laborales y deciden abocarse a la creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Las directoras Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura relatan en este documental los conflictos de esos artistas como bailarines y trabajadores. El cuarteto (Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo y Pablo Fermani) explica frente a la cámara su historia y sus palabras son matizadas con fragmentos de ballets. Así el film compone una original trama que combina la defensa de los derechos laborales y la poesía de la danza.
Los trabajadores de la danza, de Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura Hacia finales del siglo XIX, tanto la figura del artista, su posición dentro del campo cultural, así como la definición misma de arte que ejecutaba, eran puestas en revisión. Reflexionar sobre el arte, o bien, que el propio artista pase revista de su trabajo no es en sí algo nuevo, aunque sí lo era definirse en función de los restantes espacios sociales, como lo es el político o económico, delimitar las fronteras de lo que es un campo artístico y, fundamentalmente, aprender a legislar en materia de estética. Todo este proceso, que comúnmente se sintetiza con la idea de “autonomización del arte” obligó a los artistas de diversas disciplinas a tomar partido respecto del poder ejercido desde esferas no artísticas y por supuesto en su relación con un mercado del arte en expansión por aquellos días. Esta transición, que derivó en una efectiva independización del arte, necesitó algunos pasos intermedios. Uno de ellos fue la llamada corriente del “arte por el arte”. El artista, para afianzar su autonomía, afirmó su total desentendimiento de cualquier aspecto que no fuera el acto de ejercer el arte. Por supuesto, esto no se sostuvo en el tiempo, de haberlo hecho no se hubiera generado tal expansión del mercado artístico ni los logros en materia de derecho de autor y de luchas sindicales jamás habría tenido lugar. La documentalización de ese estado desfasado de la danza en el marco local, que Los trabajadores de la danza retrata, pone en evidencia que más de 100 años no es suficiente para que las políticas estatales comprendan que el ejercer una profesión artística no se contenta con ser realizada desde una perspectiva que nada le importa respecto de una dimensión que no sea la del amor por el arte, y que tal pretensión resulta de una anacronía absoluta. Desde esta perspectiva, el film de Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura, narra una temática que podría decirse que supera la problemática local en relación al trabajo de un bailarín en el marco de las políticas culturales encabezadas en el 2007. Efectivamente, el marco contextual en el que emerge la historia resulta del despido de seis bailarines del Teatro San Martín por reclamar las mismas condiciones laborales que posee cualquier empleado de fábrica: una ART y cobertura de accidentes de trabajo, vacaciones, etc. Este episodio desencadena la conformación de la actual Compañía de Danza Contemporánea Argentina, dirigida en sus comienzos por estos seis bailarines, luego por tres de ellos, hasta finalmente llegar a una dirección encabezada por uno. Pero no solo se trata de mejoras laborales. El film además plantea la complejidad que surge de un proyecto que, teniendo una estructura vertical -marcada por la existencia de una instancia que dirige-, mantiene una rigurosa horizontalidad, que surge de la propuesta colectiva. ¿Qué implica el trabajo de un colectivo? ¿Dónde está la frontera y los obstáculos de una estructura horizontal combinada con una vertical? Estos son algunas de los interrogantes que surgen de esta propuesta cinematográfica. Los trabajadores de la danza es un film bello y honesto; tal vez un poco inocente en el sentido de que su guión desconoce la magnitud de la problemática que está planteando y, particularmente, la longevidad de la discusión respecto de lo que socialmente se espera de un artista, ya sea bailarín, actor o escultor. La mirada (a)histórica le da en parte su belleza, así como la composición de la imagen lograda gracias a la ejecución de los bailarines y de una impecable fotografía. LOS TRABAJADORES DE LA DANZA Los trabajadores de la danza. Argentina/Grecia, 2016. Dirección y guión: Julia Martínez Heimann, Konstantina Bousmpoura. Director de fotografía: José Pigu Gómez. Montaje: Victoria Lastiri. Intérpretes: Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo, Pablo Fermani. Duración: 76 minutos.
Cuando se piensa en la danza, vienen a la mente los nombres de los bailarines más emblemáticos, los grandes escenarios, la elegancia, la destreza, el prestigio. Sin embargo, nunca se repara en la lucha y el sacrificio que implica dedicarse a ser bailarín. Y qué decir de las internas y los manejos políticos, como lo que ocurrió con la compañía del Teatro San Martín: en 2007, ante la protesta por falta de obra social y cuidados médicos, fueron despedidos por las autoridades. El documental Trabajadores de la Danza (2017) se centra en este cuerpo de bailarines, la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC), fundada por Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo y Pablo Fermani. Presenta sus primeros pasos como compañía autosustentable (al punto de que debieron aprender a dirigir y a tomar decisiones importantes por sí mismos), y su pelea, en 2014, por la aprobación de la Ley de la Danza en el Congreso de la Nación, que posibilita que todo bailarín pueda contar con obra social, jubilación y todos los beneficios de un trabajador de cualquier ámbito. Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura muestran a los bailarines durante los ensayos en la Biblioteca Nacional, incluyen fragmentos de algunos de los espectáculos y, sobre todo, registran los testimonios de su esfuerzo y de su lucha, ya sea en asambleas y durante las movilizaciones, que también incluyen coreografías. De esta manera, el espectador (en especial, el no de la materia) logra descubrir injusticias y negligencias por parte de instituciones respetadas, y la pasión y la perseverancia de un grupo de artistas comprometidos con su profesión. No obstante, las directoras podrían haber hecho una labor aún más completa, dando más detalles sobre la situación de la danza en toda la Argentina y trazando paralelos con los derechos de los bailarines en otras partes del mundo, o sin ir más lejos, con otras compañías locales. Un detalle que no desmerece la investigación original. Aun cuando podría haber estado mejor, Trabajadores de la Danza sigue siendo un valioso documento de lo que ocurre detrás de los escenarios, y nos recuerda tomar conciencia de que es preciso pelear por los derechos, sobre todo en el siempre particular terreno del arte. La Compañía Nacional de Danza Contemporánea demuestra que por la danza, como por la cultura en sí, hay que batallar cada día.
Trabajadores de la danza sigue proyectándose en el Gaumont después de haber desembarcado en ese espacio y en Cine.Ar Estrenos el jueves pasado. Las realizadoras Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura estrenaron su documental en torno a la creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la Argentina, poco antes del Día Internacional de la Danza y de que se cumplieran tres años de espera del tratamiento del proyecto de la Ley Nacional de Danza en el Congreso de la Nación. El idioma es tan elocuente como el lenguaje corporal. El título del largometraje adelanta la distinción que también hacen los docentes que se proclaman “trabajadores de la educación”, los médicos que se reconocen como “trabajadores de la salud”, los periodistas que prefieren llamarse “trabajadores de prensa”. La incorporación del sustantivo Trabajador le otorga o restituye al oficio, arte, profesión una dimensión sindical históricamente rechazada, negada y/o subestimada. Acaso por eso las documentalistas le prestan especial atención a la maduración discursiva de los bailarines entrevistados (al principio del film, algunos admiten que recién después de un accidente se dieron cuenta de la importancia de contar con una ART). Martínez Heimann y Bousmpoura se tomaron seis años para realizar este seguimiento inspirado en la lucha que cuatro integrantes del ballet contemporáneo del Teatro General San Martín emprendieron tras haber sido despedidos por reclamar derechos laborales fundamentales. De ahí la posibilidad de capturar las marcas retóricas de politización. A la par de este registro verbal, las realizadores filmaron coreografías que ilustran los intereses en pugna y las dificultades que supone la concreción de un proyecto colectivo que apunta, no sólo a la fundación de una compañía nacional de danza, sino a un plan de acción para conquistar derechos laborales. Dentro de ese plan, figura la elaboración del mencionado proyecto de ley que ingresó a la Cámara de Diputados el 29 de abril de 2014. Martínez Heimann y Bousmpoura esperaron tres años para presentar su documental en sociedad. La decisión de estrenarlo el mismo jueves 27 de abril en que parte de nuestra comunidad artística volvió a movilizarse para reclamar la sanción legislativa habla a las claras de una esperanzadora comunión entre trabajadores del cine y de la danza.
EL MOVIMIENTO SE DEMUESTRA BAILANDO En el 2007, un grupo de bailarines, de los más reputados de la Ciudad de Buenos Aires, sufrió el despido del reconocido ballet contemporáneo de la ciudad por defender sus derechos laborales. Esa crisis, profesional y personal, fue el comienzo de un camino que llevó a que los artistas no sólo comiencen a pensarse a sí mismos como trabajadores, sino también a la creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC). Ese camino es el que retratan las directoras Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura en el documental Trabajadores de la danza, un film que lejos de edulcorar las acciones muestra también las dificultades del camino de la lucha cuando entran a jugar las diferentes posturas sobre cómo militar y defender los derechos. El documental utiliza imágenes de archivo, que muestra el trabajo de estos bailarines desde hace una década hasta el presente. Y se fusiona con registros de las asambleas para definir las acciones que lleva adelante el grupo y entrevistas en la actualidad, con los artistas contando cómo fue ese camino, especialmente Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo y Pablo Fermani, los iniciadores de la Compañía y los que lucharon desde el comienzo con los reclamos sindicales. Sin mayores riesgos formales, Trabajadores de la danza es preciso en función de cómo mostrar aquello que quiere mostrar: la toma de conciencia de un grupo de artistas y su concreción como sujetos políticos. Precisamente ese punto es el más interesante: el arte es una noción bastante abstracta en el imaginario popular, y raramente se piensa al artista como un trabajador. Pero ese prejuicio que es externo es también interior y genera conflicto: de qué manera, entonces, no limitar el sentido de libertad que esgrime todo artista cuando debe enfrentarse a cuestiones administrativas como la conformación de una entidad que los regule o pensarse como lisa y llanamente como un trabajador del Estado. Esta idea es mucho más impactante cuando pensamos inconscientemente a la danza como una actividad de la elite, lejos de las luchas populares. Que Heimann y Bousmpoura elijan un tránsito desdramatizado y para nada solemne ayuda para apreciar esa lucha con mayor claridad, y también es saludable que en las asambleas surjan quiebres y fricciones que ponen en crisis los discursos originarios, demostrando que la vida sindical debe estar constantemente cuestionada desde adentro para ser vital y necesaria. También de manera sutil aparece en Trabajadores de la danza una lucha superior, que es la de la aprobación final de Ley Nacional de Danza, la cual se viene reclamando desde 2014. Que lo didáctico o institucional no lastre el peso de lo expositivo es otro acierto del film.
Este documental dirigido por Julia Martínez Heimann y Konstantina Bousmpoura nos adentra en el mundo de la danza contemporánea, tomando en cuenta el conflicto sucedido en 2007, cuando fueron echados unos bailarines del elenco estable del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, por reclamar sus derechos laborales, tanto económicos, como jubilatorios, seguro médico, etc., al darse cuenta de que estaban desamparados por el Estado en estas cuestiones, y cómo ellos lograron crear en otro ámbito la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Las directoras nos muestran el derrotero de éstos fundadores de la compañía hasta el 2014, cómo fueron creciendo, incorporando bailarines, la autogestión hasta lograr ser empleados del Estado, la co-dirección a pulmón de cada proyecto, hasta que deciden contratar a alguien para que los dirija. Además de las entrevistas a estos bailarines, también vemos las reuniones grupales, que cada vez son más grandes, cómo cada uno expone su opinión pero, al tener ideas y pensamientos tan heterogéneos, se producen cada vez más roces y conflictos al tratar de ponerse de acuerdo en algo o resolver algún problema. La película intercala estos momentos con los ensayos de cada obra, el armado de los distintos escenarios, el detrás de bambalinas con los bailarines en el antes o después de una función. Por otro lado, en 2014 presentaron en el Congreso un proyecto de Ley Nacional de Danza, por el que todavía siguen luchando para que se promulgue, así pueden tener un respaldo oficial porque son trabajadores del Estado, pero transitan en un vacío legal que anteriormente nunca fue contemplado y ya no pueden esperar más. Entonces, estos bailarines viven en una dualidad porque son artistas, pero también tienen pensamientos gremiales y políticos que los lleva a un desgaste permanente. Y eso no es sano, ni conveniente para el ámbito artístico, porque no les permite focalizarse únicamente en su actividad afectando en el rendimiento posterior. Esta coproducción argentina-griega nos informa y esclarece sobre esta disciplina, que, para la gente común, al no interesarse en ver ballet, no sabe de los problemas que tienen, proveniente especialmente de parte del Estado Nacional, para otorgarle el valor y la importancia que se merece y que todavía no le dan, porque ante todo es un hecho cultural y con la cultura no se juega, se la apoya.