En su canto de cisne, al cabo su obra póstuma como director, el recordado Fernando “Pino” Solanas, Pino –como corresponde–, legendario director de cine argentino erigido por el tiempo y las medallas –las películas– como símbolo del cine y la política que luchó gremial y legislativamente por la protección estatal, la industrialización, la emancipación y la supervivencia de la memoria viva del cine nacional, elige la circularidad. La vida es circular también: nacemos con pañales y morimos con ellos. La circularidad le da unidad a la película, aunque Luis Felipe Noé, el expresionista renegado, el conceptualista dubitativamente asumido, se queje de la busca de la unidad: “Para qué buscar la unidad en la obra si en el mundo no existe la unidad”. Lapidaria verdad. Los borrachos, los niños y los artistas de verdad dicen la verdad. Fernando “Pino” Solanas conoció a Luis Felipe “Yuyo” Noé y Eduardo “Tato” Pavlovsky mientras rodaba La hora de los hornos en la segunda mitad de los sesenta, su primera obra de largo metraje y alcance, y elige a estos amigos para concluir su filmografía; otra circularidad. Los tres personajes, que son popes en lo sus áreas, se explayan con prevalencia sobre el caos, el antiorden, y cómo activa la fruición del arte y por el arte. Sobre la intuición y el caos creativo, Noé afirma con un cierto malhumor que denota un pasado de permanentes reclamos docentes: “Yo no puedo transmitir un método porque no tengo un método”. Sobre lo que dice su amigo Noé, acota con lucidez otro de los protagonistas, el gran psicodramaturgo Eduardo Pavlovsky, fallecido en 2015, en su primera intervención (también apreciaremos extractos filmados de sus trabajos teatrales, así como de su protagonismo en la película La nube, estrenada por Solanas en 1998): “No tener método es también una forma de crear una metodología de trabajo”. Lo dice el autor que se desprendía de sus textos para que el elenco a su cargo fuera modificándolo durante los ensayos, o quien afirma que no tiene un cómo cuando escribe teatro, o, concretamente: “Hay que ser respetuoso con el caos”. Sobre la complejidad de hacer lo suyo, que es el cine, lamenta Pino, financieramente lapidario: “Yo, para crear una imagen, tengo que convencer a técnicos, productores, levantar decorados. El sueño del pibe es hacer el cine dibujado”. Estamos ante un documental auto-celebratorio con merecimiento de causa y con personajes célebres con décadas de bohemia encima, pero de la bohemia que había que ir a buscar a algún barrio peligroso o al Centro, no por Zoom; la bohemia transnacional con anclaje tanguero y vasos de vino. Si hubo un “Café de los maestros” con el tango, esta película podría llamarse “Café de los maestros 2: no hay café, hay vino”, porque maestría sobra en este trabajo final, volcada tanto en la compilación de frases inteligentes, reflexiones y fotogramas de la vida de los tres como en el arte que hizo de sus vidas un hecho artístico, y como en la película –esta película– que refleja esta realidad en otro hecho artístico, casi epilogal. Noé: “Hacer un cuadro es como ver crecer a un niño. Y uno se va adaptando al niño, no el niño a uno”. Bajo el sonido de estas palabras se nos permite asistir al privilegio de ver cómo el gran artista plástico residente en París, el único vivo de los tres amigos, da las primeras pinceladas a un nuevo cuadro, como, sí, un niño ante un papel en blanco. Las “pinceladas” son metafóricas porque las dos primeras acciones como pintor que Noé aplica sobre la tela empotrada en el bastidor son 1) echar pintura directamente desde un tarro al centro de la tela y 2) empezar a desparramarla en abstracciones concéntricas con un secador de piso de palo y goma de los que usamos para limpiar el piso del baño cuando la cortina no ha cumplido su función correctamente. En Tres en la deriva… del acto creativo Pino también oficia de coeditor, cofotógrafo y coproductor y asume la dirección de arte completa. Tal vez por eso afirma psicoanalíticamente esto: “El hecho creativo lo vivo como una crisis; estoy contento, pero en conflicto”. Siempre supo manifestar su poder de orquestación, Pino, cualidad de multifacético que debió entrenar a la fuerza cuando acopió experiencia en la década de los sesenta filmando con el Grupo Liberación en la más genuina y peligrosa clandestinidad (uno de los capítulos que divide el relato se llama “Pino y la poética del riesgo”), y en esa metodología impuesta por el entorno político se forjó su temple unipersonal para trabajar en grupo, valga la paradoja. Pino dixit: “Lo más difícil de todo en el proceso creativo es ponerse a trabajar, meterse en el clima favorable y misterioso en el que surge una motivación. Porque uno vive en un mundo de dispersiones y de obligaciones constantes”. Insiste: “El universo creativo es lo más opuesto al orden; es un permanente desorden. La técnica nuestra, del cine, es para ordenar ese caos”. En esta película también reflexionan “los hijos del exilio”, como se autodenomina Juan Solanas (director de Nordeste y Al revés) junto a Gaspar Noé (el notable y polémico estilista de impacto internacional de Irreversible e Into the Void, por mencionar dos títulos de un cuerpo de obra coherente en ética y estética, formado académicamente en una escuela de cine pero prácticamente como asistente de dirección en Francia durante los rodajes de Pino allí) y Martín Pavlovsky, el actor y músico residente en Argentina, visto en películas como Moebius o la misma La nube, de Pino, o en programas de televisión de culto como “Juana y sus hermanas” y “Cha Cha Cha”. Entre las virtudes de la película que son ajenas a Pino, al menos de manera directa, encontramos el momento en que Gaspar Noé habla de su padre; de cómo aquel miembro de la Nueva Figuración modificó el curso de su vida al recomendarle a él y a su hermana mayor que de grande iban a poder ser lo que quisieran, pero que serían más felices si se dedicaban al arte. Cerramos esta crítica con una frase, también dicha en la película: “Caos no es desorden; caos es la vida misma. Creo que la palabra ‘caos’ no tiene un opuesto, y si lo tuviera sería la muerte”. La frase corresponde a uno de los tres de la tríada protagonista, pero podría ser de cualquiera de los tres, porque representaron un triángulo equilátero de amistad y entrega. Dejo al lector que lo adivine.
Film póstumo del realizador Pino Solanas, fallecido en el año 2020. Doblemente fantasmagórico, para citar a Horacio Quiroga, ya que otro de los protagonistas, Tato Pavlovsky murió en el año 2015. Tres viejos amigos se reúnen para charlar sobre el arte, la vida, la amistad y la muerte. Ellos son el pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé, el dramaturgo y actor Eduardo “Tato” Pavlovsky y el realizador Fernando “Pino” Solanas. El núcleo del film es una amena charla familiar donde ellos son el centro. Toman un vino, comen una picada y miran su vida en retrospectiva. A ellos se le suman sus hijos, los tres artistas y amigos entre sí: Gaspar Noé, Juan Solanas y Martín Pavlovsky. En la forma en la cual se suceden estas escenas iniciales queda claro que hay algo planificado y algo improvisado, algo pactado y algo no del todo aclarado. El cine documental tiene muchos ejemplos de despedidas. Alejado hace muchos años de la ficción, Solanas se venía dedicando al documental político. En paralelo, ahora lo sabemos, planificaba este trabajo. Hay elementos políticos acá también, pero más como parte de algo autobiográfico. Lo que prioriza es un recorrido por la obra de los tres artistas. Tal vez Solanas debió haber hecho un documental sobre sus amigos, porque lo más fallido es cuando realiza su propia biografía, un momento algo incómodo con un nivel de autoindulgencia bastante bochornoso. Jamás se hará un documental sobre él que muestre sus contradicciones o sus errores, algo que sería más justo con su figura a lo largo de los años. No se practica en Argentina el documental crítico de los artistas, mucho menos si están vinculados con el peronismo o la izquierda. El último que criticó a un artista fue el propio Solanas en La hora de los hornos, furioso con Manuel Mujica Láinez en un largometraje donde exaltaba la figura del Che Guevara. En su último film, Solanas despide a un amigo y se homenajea a sí mismo. Lo primero es noble y hasta emocionante, lo segundo es innecesario. Tampoco queda muy claro porque la película se desvía y se va con los hijos a Paris. Acá se repite la idea de que el exilio forzado convierte a cualquiera en una persona de una casta superior, igualando a genios y a mediocres sin problema. Los hijos de estos tres artistas no parecen tan preocupados por ubicarse en el rol de víctimas y a todos se los ve muy bien. Casi al terminar la película Solanas apunta sus dardos contra el neoliberalismo, mientras añora sus sueños de una revolución. Tal vez por eso murió en la bella ciudad de Paris, lugar que eligió para el exilio durante tantos años.
La película póstuma de Fernando “Pino” Solanas, Tres en la deriva del acto creativo, fue la encargada de inaugurar hoy la 36ta. edición Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, un año después de que el certamen dedicara la edición anterior al cineasta fallecido el 6 de noviembre de 2020 en París. El filme es el encuentro del propio Fernando “Pino” Solanas, con el actor y dramaturgo Eduardo “Tato” Pavlovsky y el artista plástico Luis Felipe “Yuyo” Noé, tres activos protagonistas de la cultura argentina de las últimas décadas y amigos desde la juventud. El documental indaga sobre la inspiración, sobre sus disparadores y sobre todo el trabajo diario, intermitente o planificado y de interrogante vital ante el acto creativo, a veces urgente o de largo aliento, en la obra de cada uno de los artistas en sus disciplinas. Con una trayectoria que incluye títulos ineludibles en la historia del cine argentino, tanto en documentales como La hora de los hornos (1968), Memoria del saqueo (2004) y Viaje a los pueblos fumigados (2018); y ficciones entre las que se encuentran Los hijos de Fierro (1975), El exilio de Gardel (1985) o Sur (1988), la última película de Pino Solanas hace pie en la necesaria lectura del caos para llegar a la obra buscada, para luego, dar cuenta de su compromiso político, el exilio y las dificultades que tuvo que superar a lo largo de su vida. Los “temas” de Pino atraviesan de igual modo la vida artística y personal de sus amigos, en donde más allá de los exilios y una historia marcada por la dictadura, del relato se desprende una idea similar en cuanto a la audacia de la libertad creativa, el inconformismo y la convicción del propio camino en los tres creadores. Con la participación de las esposas de los tres protagonistas y su hijos, los cineastas Gaspar Noé y Juan Solanas, la productora Victoria Solanas, y el músico Martín Pavlosvky, Tres en la deriva del acto creativo, de alguna manera suma y asegura deja constancia del legado en lo personal y también en lo artístico de estos viejos amigos. Estructurada en tres grandes capitulos, “Yuyo y el caos”, “Tato y los devenires” y “Pino y la poética del caos”, la película recurre a imágenes de archivo de obras de Eduardo “Tato” Pavlovsky, toma a Luis Felipe “Yuyo” Noé trabajando sobre un lienzo, y al propio Pino en rodajes, el documental tiene un tono leve, amable y hasta juguetón, propio de la química que se desprende de la amistad que unía a los tres artistas. Pero el filme también trasmite, involuntariamente, una especie emoción sombria al ver a Pavlovsky que falleció en 2015, y a Fernando “Pino” Solanas, que no sabía que sería su última película (cuyo estreno comercial está previsto para el 9 de diciembre), un filme que desde el presente, puede leerse como el digno testamento cinematográfico de una carrera extraordinaria. TRES EN LA DERIVA DEL ACTO CREATIVO Tres en la deriva del acto creativo. Argentina, 2021. Dirección, guion y relato: Fernando E. Solanas. Protagonistas: Luis Felipe “Yuyo” Noé, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Fernando “Pino” Solanas, Gaspar Noé, Juan Solanas, Martín Pavlovsky, Nora Murphy, Susy Evans, Ângela Corrêa, Paula Noé Murphy, Victoria Solanas. Música Original: Mauro Lázzaro. Fotografía y Cámara: Nicolás Sulcic y Fernando E. Solanas. Segunda Unidad de Cámara: Gaspar Noé y Juan Solanas. Tercera Unidad de Cámara: Luca Zampini. Asistente de Dirección: Juan Pablo Olsson. Montaje: Luca Zampini y Nicolás Sulcic (SAE) Y Fernando E. Solanas. Edición y Mezcla de Sonido: Bum! Audio. Distribuidor: Cinetren. Duración: 97 minutos.
Yuyo, Tato y Pino. Además de coincidir en apodos de cuatro letras, el artista plástico Luis Felipe Noé, el actor, dramaturgo y psiquiatra Eduardo Pavlovsky, y el cineasta Fernando Solanas fueron amigos durante más de medio siglo, más precisamente desde la época de La hora de los hornos y el posterior exilio forzoso. Dos de ellos ya no están físicamente entre nosotros (Tato murió en 2015 y Pino, hace poco más de un año), pero Tres en la deriva del acto creativo surge como una celebración póstuma de esa amistad, de la militancia, del amor por el arte, de la resiliencia, de la paternidad. Algo desprolija porque acumula cual retazos materiales de diferentes épocas, orígenes y calidades técnicas, pero decididamente emotiva, la película es también un tributo y un legado para sus hijos, sus esposas y las nuevas generaciones. El corazón del film es un (re)encuentro de los tres amigos para -copas de tinto mediante- charlar sobre la vida y el arte. Luego, sí, se suman distintos materiales de archivo y registros de Noé pintando, de Solanas filmando y de Pavlovsky montando una obra teatral; aparecen las mujeres que los han acompañado durante muchos años (Nora Murphy, Angela Correa y Susy Evans) y los hijos varones que también se han dedicado al arte (Gaspar Noé y Juan Solanas son directores de cine, mientras que Martín Pavlovsky es un reconocido músico). El exilio en París, la influencia de padres a hijos, el compromiso político y, claro, la exploración de ese tan enigmático proceso creativo de cada artista son algunos de los tópicos que dominan este documental que encuentra su pico emotivo en la forma -cariñosa y desgarradora a la vez- en que Pino filma a su amigo Tato en los últimos tiempos del creador de El señor Galíndez, Potestad y Rojos globos rojos, quien asegura que lo que más le importa es seguir viviendo. En otro momento, Solanas dice que lo que siempre lo ha motivado es continuar trabajando, teniendo proyectos y seguir haciéndose preguntas. Tres en la deriva del acto creativo es una demostración contundente de esas búsquedas y objetivos que marcaron la existencia y la carrera de un cineasta esencial.
El documental póstumo de Pino Solanas El film reúne al artista plástico Yuyo Noé, al dramaturgo Tato Pavlovsky y al cineasta Pino Solanas en una charla reflexiva sobre el proceso caótico, ideológico y político de la creación artística. Lo dice el propio Solanas en el principio de la película “la película no tiene una estructura predeterminada”, cuyo rodaje comenzó hace diez años. Empezaron a filmar sin saber muy bien a dónde dirigirse y ver qué cosas surgían de las charlas que reunían a los tres referentes de la cultura latinoamericana: amigos y colaboradores de una generación que supo rebelarse y resistir mediante el arte. En esos encuentros están presentes sus esposas y sus hijos, dos de ellos también cineastas, Juan Solanas (Que sea ley, 2019) y Gaspar Noé (Climax, 2018). Las conversaciones entre Luis Felipe "Yuyo" Noé, Eduardo "Tato" Pavlovsky y Fernando "Pino" Solanas derivan en reflexiones que se traducen en máximas sobre sus experiencias y visiones acerca del arte y su función social. “Fotografiar un instante de esa permanente transformación” dice Yuyo, “sintetizar la realidad en un rectángulo” arremete Pino. Una especie de clase magistral con formato de charla de café. Dividida en momentos Tres en la deriva del acto creativo (2021) habla del proceso de la creación, de “manejar el caos y darle forma”, del exilio y la melancolía, y de la postura política con sus trabajos. Su forma de making of no evita los momentos cinematográficamente poéticos de la filmografía de Pino. Los fragmentos de Sur (1988), El viaje (1992) y La nube (1998), esta última protagonizada por el propio Tato Pavlovsky, aportan información de Pino acerca de la elaboración de sus imágenes oníricas, del mismo modo que las pinturas de Noé o la concepción de teatro de Pavlovsky. La película tiene también la estructura narrativa de un ensayo, con más búsquedas y reflexiones que certezas, pero es justamente esa impronta que deja la sensación de legado, con las últimas apariciones de Tato Pavlovsky y Pino Solanas en vida, dando cátedra sobre una manera de pensar el arte, tal vez única e irrepetible.
Es un documental que se recibe con el corazón y la cabeza. Es que los tres creadores que se juntan para contar los vericuetos de cómo lograron sus obras, son personajes entrañables. Pino Solanas que filmó sin saber que este era su último trabajo, decidió convocar a sus grandes amigos, el famoso pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé, el gran dramaturgo y actor Eduardo “Tato” Pavlovsky ya muy enfermo pero que no quiso perderse divagar maravillosamente con sus amigos. Ellos fueron convocados por Pino porque lo tenían en común , amén de la amistad, el reconocimiento internacional, las durezas del exilio, pertenecer a la misma generación y reconocer que cada obra implica domar un caos, una inspiración, muchas certezas e incertidumbres. Y por si fuera poco también participan sus hijos, los cineastas Gaspar Noé, Juan Solanas y el dramaturgo Martin Pavlovsky. El resultado convoca a la nostalgia de los que no están pero nos regalaron sus genialidades que perduran, su sinceridad, sus convicciones y las confesiones más inteligentes y sorprendentes. Un tono fresco, jovial, colorido y único. Talentosos trabajando contando lo insospechado. Un encuentro que tenemos que ver.
Tras la apertura oficial del Festival de cine de Mar del Plata, que comenzó ayer y se extenderá hasta el próximo domingo 28, se proyectó «Tres a la deriva del acto creativo«, obra póstuma del cineasta Fernando Pino Solanas, fallecido en noviembre del año pasado. La proyección se vio enmarcada por las palabras previas de su familia y amigos cercanos (partícipes de la realización del filme), quienes aportaron una dosis de emoción extra que terminó de completarse con la nostálgica, entretenida y emotiva realización cinematográfica que se disfrutó acto seguido. «Tres a la deriva del acto creativo» es un documental que recorre, como su nombre lo indica, el «acto creativo» de tres artistas cómo Pino Solanas, el pintor y artista plástico Luis Felipe «Yuyo» Noé y el dramaturgo, director y actor Eduardo «Tato» Pavlovsky (1933-2015), en los lenguajes que cada uno de ellos han recorrido a través de su vasta trayectoria: el cine, la pintura y el teatro. Atravesados por inquietudes y reflexiones, el documental parte de una charla entre amigos para ahondar en aspectos personales de la vida de cada uno, las motivaciones en cada una de sus carreras, y un ejercicio con la memoria para mirar hacia atrás y recordar aquello que han hecho. Solanas enriquece el relato con escenas de películas propias que marcaron su carrera y su forma de concebir el «acto creativo», una visita al taller de trabajo de Yuyo Noé y lo que expresa en algunos de sus trabajos y en relación a la obra de «Tato» Pavlovsky, al momento del rodaje de filme muy delicado de salud, Pino lleva a la pantalla fragmentos de las obras «Rojos globos rojos», «El señor Galindez» que ilustran las palabras y el compromiso político que expresa en sus obras el reconocido director y actor argentino. «Tres a la deriva del acto creativo» no solo profundiza en los sentimientos, memorias y trayectoria de Solanas, Pavlovsky y Yuyo sino que también narra, a través de testimonios y viajes, otros ejes que forman parte intrínseca de la vida de los protagonistas: sus respectivas familias, el exilio y las crisis personales que tuvieron que atravesar. Tres carreras brillantes, tres lenguajes que encontraron en el arte una forma de expresión y de concebir la vida y el «proceso» de crear como ellos mismos reflexionan. «Tres a la deriva del acto creativo» es una oportunidad no solo de disfrutar de una muy buena película, sino de adentrarse para aquellos que no lo han hecho aún, en la obra de tres grandes artistas de nuestro país.
Los documentales sobre artistas constituyen todo un subgénero aparte. Inagotable en su atractivo. Puerta de acceso a procesos creativos y trayectorias de vida que confluyen, se atraviesan y complementan. Estrenada en el último Festival de Cine de Mar del Plata, el documental póstumo de Pino Solanas reúne, bajo el formato documental a tres mentes creativas fulgurantes. Luis Felipe Noé, exponente de la Nueva Figuración y padre de Gaspar Noé, destacado cineasta radicado en Francia. Eduardo ‘Tato’ Pavlovsky, reconocido director teatral orientado al psicodrama. Fernando ‘Pino’ Solanas, destacado realizador de “La Hora de los Hornos” y de profusa actividad política. Tres productores culturales, tres artistas emblemáticos de nuestro país, tres creadores socialmente involucrados. Un dramaturgo, un cineasta y un artista plástico. Una reunión de amigos para reflexionar acerca de algo tan inasibles como el acto creativo. Tres vanguardistas, tres referentes de su generación. Tres disruptivos que supieron romper las barreras de su arte. Si bien el último material estrenado obra de Pino fuera el documental “Viaje a los Pueblos Fumigados” (2018), su rodaje se remonta hacia el año 2014. “Tres a la Deriva en el Acto Creativo” nos lega la autenticidad de una charla, también la utopía de condensar en una hora y media de metraje una cosmovisión creativa. Una vida dedicada al arte. No una, sino tres. El compromiso con la obra y una palabra que surge con inusitada fuerza: caos. El poder que conlleva tan singular palabra. Opuesto de la muerte, cambio permanente u orden bien interpretado. Podría comprenderse la obra como ritmos, líneas y motivos que forman una organicidad. De la plástica a los escenarios. Del rodaje a la hoja de papel. Unidad de procesos y unidad ausente en la vida cotidiana. Instante fotografiado de esa permanente transformación. La construcción del documental abreva en que cada acto creativo aborda una determinada arista, desde los avatares de la vida artística al círculo familiar. Desde el exilio a la participación de la vida política. También la crisis, artística o institucional. El motor y el deseo creativo inextinguibles comparten un lugar común, de firme convicción para los tres participantes del encuentro. Existe un secreto para mantenerse jóvenes: alimentar los proyectos que insuflan de vida. Así es como nos lleva, de modo confesional, a través de los designios de la creación de un personaje. Son acaso las leyes inconscientes del proceso creativo. Reconocerse como un personaje verdugo y víctima a la vez, el precio a pagar por crear de modo incesante. Un lugar de ficción donde habita el permanente asombro. Un descubrimiento inagotable. Un lugar que no queremos dejar. Y vemos aquí, a tres impares seres habitados por devenires, develando el truco sin agotar la magia de cualquier forma de arte, capaz de superponer imaginarios y paradigmas. De proponer un cambio de percepción. De expandir un universo de ideas. Buscar que hay más allá del misterio que confiere la búsqueda una imagen cinematográfica. Una pirámide invertida, dice el realizador. Todo confluye en un plano, afirma Solanas. Espiamos el ensayo creativo…participamos del gran escenario: el centro del teatro es el cuerpo del actor, acota Tato. Es la búsqueda de la identidad, sumergiéndose en la obra y sus designios. “Tres a la Deriva en el Acto Creativo” es metalenguaje y dispositivos imbricados. Una cámara que captura un cuadro, otra que reproduce un monólogo teatral. Distintas instancias de la belleza. Núcleo de un testimonio cultural inapelable, tríada de artistas hablando en primera persona sobre sus inquietudes. Trilogía de posibilidades de una criatura creativa. Ferviente composición y vida entrega al oficio que deposita sobre nosotros la siguiente pregunta: ¿se adapta la obra al artista o viceversa? Curiosamente, una charla atravesada por la finitud del ciclo de la vida, tomando esta etapa como mecanismo de ignición para continuar fraguando un cuerpo de obra efervescente. Tal condición impacta en mayor dimensión sabiendo que Pavlovsky fallecería poco después de rodado el documental. Retrato sensible de un legado y tiempo detenido para la eternidad. Eterno work in progress, la obra nunca está terminada. Un camino creativo jamás en línea recta. Una poética del riesgo, jamás desprovista de escollos. Regalo inmemorial y homenaje a la amistad artística, puede anticiparse como un cierre de trayectoria. Reside en Solanas la total responsabilidad y cierto sobre un producto que desnuda la lucidez artística de todo aquel ser intuitivo que se adelanta al propio pulso cronológico; puede el proceso de este film elaborar la pérdida de aquel amigo y tomar dimensión de la propia finitud en el horizonte del propio camino. Un llamado profético sumamente conmovedor.
NOTA AL PIE El último film de Fernando «Pino» Solanas es una carta de amor al acto creativo a través de tres voces que son fundamentales en la expresión artistica nacional desde la década del ´60. El artista Luis Felipe «Yuyo» Noe, el dramaturgo Eduardo «Tato» Pavlovsky y el propio Solanas recorren su trayectoria, inquietudes creativas, el dolor del exilio, su vida familiar, los pequeños placeres y las inseguridades que recorren sus vidas. El film no cuenta con algunos de los sellos distintivos de la filmografía documental de Solanas, en particular el trabajo quirúrgico en la edición y la unidad visual en la composición del encuadre -algo que denota el sello testimonial y relajado de algunas de las secuencias testimoniales-, pero su minuciosa estructura narrativa, dividida por separadores, es un rasgo ineludible. Entre la riqueza de las anécdotas, la charla amena y los sellos estéticos de sus obras sobresale un ineludible tono melancólico al tocar un tema que atraviesa el documental: la muerte. Sin embargo, la muerte no opaca el tono celebratorio que sobrevuela todo el documental. A su manera, Tres en la deriva del acto creativo también es una afirmación de la vida, un recorrido que muestra sin clichés cómo dos conceptos opuestos pueden entrelazarse y unirse. Cuando vemos el último documental de Solanas, tenemos recortes de su etapa de ficción, pero esencialmente gana peso el Solanas documentalista, aquel barroco y expresionista de La hora de los hornos (1968) pero también el más estructurado de las excelentes y devastadoras Memorias del saqueo (2004) o La última estación (2008). Acercarse al cine del Solanas documentalista es acercarse a un enorme tapiz de nuestra historia nacional y en su último film hay un despliegue de las marcas de estilo que han caracterizado su voz como autor cinematográfico. Pero lo más valioso de Tres en la deriva del acto creativo es que evade la autoindulgencia: la mirada sobre la carrera artística se quiebra con una risa, una anécdota o un recuerdo compartido. En un film cuyo marco es la muerte, el espacio para la solemnidad es nimio, hay un acercamiento humano y fresco a estas tres figuras monumentales que le da al documental una energía vital que no se pierde a pesar de sus irregularidades. Sin embargo, entre esa energía que se reparte también asoma el aire melancólico que se desprende de la ausencia: esto aparece esbozada en el desenlace con el segmento «Despedida», que hace referencia a los últimos momentos y muerte de Pavlovsky, pero la pérdida reciente de Solanas le da un marco esencial para quedarnos con los momentos más celebratorios de su figura.
Yuyo Noé, uno de los protagonistas del filme y padre del cineasta Gaspar Noé, describe el acto creador: “Yo no sé lo que voy a hacer hasta que lo estoy haciendo”. En esa frase podríamos resumir la idea de la deriva creativa. Aunque veamos el producto terminado, podemos entrever las huellas de ese modo de trabajo en este último (y póstumo) documental de Pino Solanas. El experimentado cineasta entrevistó a dos de sus amigos artistas, el ya nombrado Yuyo y Tato Pavlovsky para hablar de los procesos de trabajo, de la historia, del paso del tiempo y de la vida en general. Pero él no es sólo el entrevistador, sino que forma parte de un tríptico en donde busca que tres artes dialoguen: cine, teatro y pintura. Como si supiera que era su último documental, parece estar dejando un legado para los hijos de ellos tres y para las generaciones futuras, un testamento. Hay en todo el relato una mirada enfocada en el pasado, incluso al darle voz a los jóvenes. En ese viaje retrospectivo es donde aparecen las imágenes más jugosas del filme, especialmente los detrás de cámara de varias películas de Solanas: El viaje, Sur, La nube, Tangos: el exilio de Gardel. Allí lo vemos a sus anchas desplegando su talento. Se habla mucho del arte y el compromiso político, del exilio, de una época muy particular de la Argentina y del mundo. Sin embargo, y a pesar de que Pino ha seguido activo durante todos estos años, deja poco para pensar en el futuro. Lo melancólico termina comiéndose cualquier expectativa ulterior. Esto queda subrayado por esos últimos momentos filmados de Tato Pavlovsky en donde ya no había esperanza de recuperación y una fuerte amargura se apodera de la pantalla. Para todos, incluso para sus hijos, lo mejor parece haber pasado ya y el filme vive y se alimenta de ese recuerdo. En este sentido, la obra parece una ofrenda, un álbum de fotos en movimiento que Pino quiso regalarle a sus amigos y sus familias. El exilio, quizás el germen de esa melancolía y tema recurrente en sus filmes se materializa haciendo que el relato tenga un pie en Argentina y un pie en París, como si en ninguno de ellos hubiera cicatrizado esa herida. Esto, sumado a los rasgos políticos de las obras de los tres artistas parece declamar que se crea como se vive, no puede haber contradicción. Así como en la arena política Pino volvió en sus últimos años a las fuentes del peronismo luego de sus aventuras tanto con políticos de izquierda como de derecha, este filme también es una vuelta a las raíces, como si, consciente de su pronta finitud, hubiera querido hacer las paces con todo y con todos para, finalmente, descansar en paz.
“Tres en la deriva del acto creativo” de Fernando “Pino” Solanas. Crítica. La película póstuma del icónico Fernando “Pino” Solanas. Francisco Mendes Moas Hace 4 semanas 0 37 Tenemos aquí la película de apertura del 36º Festival internacional de cine de Mar del plata. La última película realizada por el inigualable Fernando “Pino” Solanas, “Tres a la deriva del acto creativo”. El documental fue proyectado una vez finalizado el acto de apertura y tras la presentación de los integrantes de su familia, sus tres hijos y su esposa. Además de “Yuyo” Noé, uno de los protagonistas del audiovisual, quien vino acompañado por su hijo, Gaspar Noé, al festival. Todo comienza con una reunión de amigos, Pino, Yuyo y Tato (Pavlovsky), acompañados de sus esposas y sus hijos. Reunidos para hablar sobre el acto creativo, abarcado desde las distintas disciplinas como son el cine, la pintura y el teatro. Además del arte, también los atraviesa el exilio y un férreo patriotismo. Cada uno eminencia en su rubro, representan el arte de una época. Tarea casi imposible la de desenmarañar los misterios de la creatividad, más aún en el mundo artístico. Los tres amigos enhebran sus conversaciones y visitas por tres hilos conductores, el arte, el exilio y el patriotismo. Siendo características que definen sus producciones artísticas, también los definen como personas. Por lo cual no pueden quedar separadas de la creación, del rayo de la creatividad. Aquel trayecto zigzagueante y caótico que deriva en la creación de una obra artística. Si bien el documental se encuentra lleno de alegría, la cual traspasa la pantalla, a la par un tinte melancólico se encuentra presente en todo. Puede ser resultado de personas hablando del pasado, uno que tal vez no fue mejor. Aunque a su vez se trata en algunas ocasiones se trata de dos amigos que charlan y se demuestran cariño. Amigos que ya no se encuentran entre nosotros, dejando esa sensación brindada por el precos fin de algo. Pese a la tristeza que pueda brindar su visualización, la alegría prepondera. “Tres en la deriva del acto creativo” demuestra cómo “Pino” aún mantenía la magia intacta, sabiendo realizar las preguntas gustas y sostener firme la cámara después de hacerlas. Por demás emotiva, además de conseguir representar una época pasada desde el presente. Presente que sigue siendo pasado ya que el rodaje de la misma queda una década detrás de nuestro día.