Luna lunera... El reconocido actor Lawrence Talbot (Benicio Del Toro) regresa a su mansión familiar luego de recibir una carta donde le informan acerca de la desaparición de su hermano Ben. Es el año 1891 y desde hace tiempo una bestia causa estragos en Blackmoore, sur de Inglaterra. A su llegada, Lawrence se encuentra con su padre Sir John Talbot (Anthony Hopkins) y quien fuera la prometida de su hermano, Gwen (Emily Blunt). También se encuentra con su pasado, imágenes macabras que vienen a su memoria producto de un dramático episodio de su infancia. Todo parece indicar que Ben fue víctima del monstruo del que todos hablan. Nadie sabe exactamente de qué se trata pero la forma en la que ataca es descomunal. Desmembra a sus víctimas, los mutila, tras su aparición todo se reduce a sangre y vísceras. Lawrence quiere saber qué le sucedió a su hermano y una noche de luna llena sale a buscar respuestas. Lo que encuentra en cambio es a la bestia y, consecuentemente, halla un destino que según transcurra el metraje se asumirá premonitorio. El filme que nos presenta Joe Johnston, hacedor de una correcta adaptación de "Rocketeer" y "Jumanji", no es mucho más que una efectiva recreación del clásico que protagonizara Lon Chaney Jr en 1941. Cierta pretensión de profundidad desde el guión queda a mitad de camino y afortunadamente no rompe el clima terrorífico que debe predominar en este tipo de filmes. La música de Danny Elfman refuerza adecuadamente la propuesta con sus reconcibles leit motivs, en tanto el maquillaje del experimentado y laureado Rick Baker dota a este hombre lobo de una ferocidad y realismo indispensables para causar el efecto deseado. Sin dudas esta película cuenta con un equipo de lujo, tanto en lo técnico como en lo artístico, y eso es lo que la salva de la intrascendencia. Porque la vuelta de tuerca respecto de la original es previsible y el suspenso no se sostiene más allá de lo que el ritmo impuesto permite. Pero entretiene.
Humores de muertos El género de zombies sigue acumulando filmes, pero esta vez los muertos vivos son apenas una excusa para dar curso a una comedia que recurre al humor antes que al horror y redondea un entretenimiento básico mas no insultante. Columbus (Jesse Eisenberg) nos cuenta en off cuales son las principales reglas a seguir al momento de enfrentarse con un zombie. Ante todo un buen estado físico para poder correr, asegurarse de rematar al zombie y nunca relajarse. Hay otras, pero se irán describiendo a lo largo de la historia a la que se suman Tallahassee (Woody Harrelson) un desquiciado que a nada teme y sólo desea encontrar un budín relleno para comer, Little Rock (Abigail Breslin) y Wichita (Emma Stone) hermanitas adorables y timadoras que buscan un lugar donde la plaga de muertos vivientes no haya llegado. Juntos, diferencias mediante, intentarán sobrevivir en una tierra arrasada donde la amenaza de ser devorado es continua. Los guiños al espectador son constantes y si promediando el filme todavía no se dieron cuenta de que va la cosa, es la aparición de Bill Murray la que le da el tono definitivo a una propuesta que no horroriza ni mata a carcajadas pero que cumple como divertimento.
Con elegancia La secuencia de títulos iniciales nos presenta un filme muy del estilo de aquellas comedias románticas de finales de la década del 50 y comienzos del 60, las que tenían por protagonistas a estrellas como Doris Day o Cary Grant, artistas siempre ligados a las comedias sofisticadas y con estilo. "Amor sin Escalas" es ese tipo de filme, hecho casi a la medida de un George Clooney quien desde hace tiempo es considerado, por algunos, como el nuevo Grant y que aquí se luce en su mejor forma. Clooney es Ryan Bingham, un hombre que tiene el difícil negocio de tomar a gente frágil y dejarla a la deriva. Dicho sin eufemismos, se encarga de comunicarle a las personas que están despedidas. Esa labor le impone estar todo el tiempo de viaje; combinaciones aéreas constantes y vida de hotel. Pero eso que muchos detestan, a él le encanta. Goza cada vez que pasan sus tarjetas de viajero vip y lo tratan como si fuera un príncipe, tener privilegios de viajero más que frecuente y no estar atado a nada. De hecho, dedica parte de su tiempo a dar conferencias en las que recomienda deshacerse de todo aquello que nos ata en la vida. Pero -por el bien de la trama debe haber un pero- entre viaje y viaje el frío Ryan encontrará a una mujer, casi su copia fiel pero en femenino, y todo lo que consideraba inamovible en su vida deberá ser replanteado. La rutina de nuestro killer laboral se ve afectada además por la llegada de una jovencita, con aires de sabelotodo, que pretende modificar el método de trabajo. En este punto la historia ya desplegó varias aristas. Por un lado la exposición del drama de aquellos que luego de años de trabajo se encuentran desempleados, en un mundo donde no parece haber espacio para ellos. Por el otro, la relación amorosa del protagonista y su posición acerca del compromiso en contraste con una determinada situación familiar, y la mirada casi virginal de quien ignora lo que sucede en el mundo más allá de la teoría universitaria. El director Jason Reitman intenta abarcar todo y lo logra casi sin tropiezos. No llega a configurar totalmente una comedia estrictamente romántica; tampoco alcanza el status de filme social aunque sí consigue redondear un drama sutil, sin golpes bajos y, lo más importante, sin perder el estilo ni descuidar a su figura principal. Estamos ante un filme politicamente correcto, sin estridencias, con buenas actuaciones y una dirección que no descuida ningún detalle para honrar a la industria.
No tan elemental... Si piensa encontrarse con el viejo Holmes de las novelas de Conan Doyle, debo decirle que acá no está. En cambio le diré que se va a encontrar con el gran Robert Downey Jr. dando vida a un Holmes de mediana edad, atlético, irreverente mas tan observador e inteligente como el clásico personaje literario. Está acompañado por Watson, interpretado por el talentoso Jude Law y si le sumamos al siempre efectivo Marc Strong como el siniestro Lord Blackmore, entonces tenemos lo necesario para que el director Guy Ritchie se permita presentar un filme que es puro entretenimiento, con intérpretes de calidad. Todo comienza con el arresto de Lord Blackmore, acusado de practicar magia negra y realizar rituales de sacrificio en lo que mataba personas. Holmes continúa investigando al extraño sujeto quien le manifiesta intenciones difíciles de comprender logicamente, aún luego de que el reo sea ejecutado por la ley. Lo que sigue es un festival de acción y aventura, con las vueltas de tuerca propias del género, un poco en solfa, sin solemnidad alguna, con aciertos de Ritchie en la dirección -como las escenas donde Holmes prevé la manera de enfrentar a sus contrincantes en lucha- y una excelente dirección de arte para contextualizar al héroe en la época victoriana. La banda de sonido a cargo de Hans Zimmer subraya acertadamente cada escena y acompaña en la secuenca de títulos final la sensación de haber disfrutado de buen rato de esparcimiento, al tiempo que nos da ganas de ver la secuela que desde la pantalla se promete.
Con qué necesidad... Niños sometidos a una disciplina marcial e implacable bajo el mando de un impiadoso maestro que los somete a las más variadas pruebas de fuerza y destreza, para convertirlos en mercenarios ninjas al servicio del mejor postor, es el telón de fondo de la historia de uno de esos ninjas, ya adulto, que se rebela contra su origen y se convierte en una pesadilla para su maestro y aquellos que necesitan de los servicios del clan. Nadie puede sorprenderse demasiado si decide ver una película titulada "Asesino Ninja" y se encuentra con un festival de mutilaciones y coreografías artemarcialistas inverosímiles. Es lo esperable, después de todo. El problema con esta producción de los hermanos Wachowsky ("Matrix") es que más allá de su acostumrbado estilo para plasmar la acción, la historia es por demás trillada y pavota. Pésimas actuaciones y una dirección que sólo cumple con los planos apropiados para que se luzcan algunas escenas tras un montaje vertiginoso, contrastan con una secuencia de títulos finales más entretenida que lo soportado anteriormente.
A vender pochoclo que se acaba el mundo Cuenta la leyenda que el público asistente a la función donde se proyectó "La Llegada del Tren a la Ciudad" de los hermanos Lumiere huyó aterrada de la sala al ver como una locomotora se les venía encima. Era 1895 y la imagen en movimiento sobre una pantalla era algo novedoso. El desafío pasó a ser, a partir de entonces, lograr algo más que una sorpresa temporal y poder contar historias más allá del efectismo. Un siglo después se sigue en la búsqueda de la sorpresa y la innovación. James Cameron, hombre de la industria, sabe de qué se trata. Sus filmes consiguen combinar espectacularidad y contenido. Habilmente ha sabido contar historias apoyado en las herramientas que él mismo desarrolla. Hombre de la industria al fin, la dota de los elementos que puedan garantizarle más y mejores réditos al tiempo que entretiene a la audiencia. "Avatar" no es la excepción. Cameron creó nuevas cámaras y formas de trabajo para una industria necesitada de novedades para atraer público a las salas cada vez menos concurridas. El negocio ya no cierra solamente con las proyecciones tradicionales, ahora hay que filmar en 3D y hacer metrajes de larga duración que hagan sentir al espectador promedio que el dinero invertido valió la pena. Así es que el director de "Titanic" presenta una historia donde un grupo de mercenarios al servicio de una empresa extractora de metales se instalan en un planeta llamado Pandora. Su misión es despejar el área de extracción de los habitantes del lugar, llamados Na´vi. Para conseguirlo por vías pacíficas, un grupo de científicos crean "avatares", réplicas de los seres de Pandora que pueden ser controlados mentalmente por terrestres. Uno de ellos es el soldado Jake Sully, parapléjico y en silla de ruedas, quien al manejar su avatar redescubre la posibilidad de caminar al tiempo que se infiltra entre los Na´vi para conseguir información. Como es de prever, la vía pacífica no funciona y los mercenarios deben hacer el trabajo sucio. Para entonces, Sully ya no estará en el bando inicial. Los aspectos técnicos del filme son sorprendentes, en especial el sistema de captura de movimientos perfeccionado en lo facial. Si bien la película fue creada para su visión en salas 3D, la mayoría del público, por disponibilidad de salas y por cuestiones económicas, la verá en 2D y la experiencia desde lo visual es igual de interesante. Cameron presenta un mundo parecido al nuestro en la prehistoria, sus seres son primitivos y viven en un ambiente virgen. Narra el cuentito alla Disney, con malos muy convencidos de serlo -el militar compuesto por Stephen Lang es tan básico que da risa - y otros cuya maldad es fruto de su propia ignorancia y estupidez. El contraste con los buenos es de una simpleza tan infantil que molesta, mientras los hechos son presentados con un maniqueísmo a esta altura desconcertante en el realizador que creó "Terminator". Con un ecologismo propio de una mala publicidad de Greenpeace, Cameron hace un elogio de lo primitivo, un canto a la pacha mama trunco, ya que su épica sólo cobra sentido si un marine estadounidense consigue posicionarse como líder de una comunidad incapaz de generar sus propios héroes. Fábula simplista que hace agua gracias al vicio constante del cine industrial yanki, el de no poder prescindir de los heroismos personalistas.
Cholulo, loco por las divas Robert (Kad Merad) no es lo que parece, eso queda claro a los pocos minutos de comenzar el filme. Separado, con una hija adolescente y un amor incondicional a sus actrices favoritas, se gana la vida en una agencia de representantes. Es el lugar ideal para estar al tanto de los proyectos de sus adoradas divas, leer los guiones que les ofrecen, fisgonear el elenco que las acompañará y hasta tomarse la atribución de cambiar una foto por otra, dándole así una oportunidad a una actríz joven y desconocida. Robert las asedia, pero con respeto, apenas las incomoda, pero sabe todo acerca de ellas. Mientras tanto su relación amorosa se diluye cada vez más. Para empeorar la situación, Solange (Catherine Deneuve) e Isabelle (Emmanuelle Béart), junto a la debutante Violette (Mélanie Bernier), se confabulan para desquitarse por tantos años de acoso y cambian el juego, ellas pasan a dominar la situación y Robert comienza a descubrir que no todo es glamour y que su vida se encamina hacia un precipicio. O a la salvación. El conflicto puede hacer que Robert cambie su objeto de deseo y encuentre una realidad más cercana y tangible. Paro saber qué sucede deberán disfrutar de esta comedia interpretada magistralmente por la última estrella que ha dado la comedia francesa, acompañado por la eterna Deneuve, una siliconada Béart y la bella Bernier. Ideal para un fin de semana navideño, amable y reconfortante.
Están entre nosotros En agosto de 2001 dos hermanos, Malena y Pablo, llegan desde España para firmar la autorización que permitirá a los médicos desconectar a su padre en coma de los equipos que le mantienen vivo, e iniciar los trámites de la herencia. Sin embargo algo le dice a Pablo que debe saber más acerca de ese hombre al que apenas conoció y de sí mismo; es cuando al hallar la Falcon Rural de su padre decide viajar hasta el lugar donde nació, en Río grande. Tras convencer a su hermana de que lo acompañe en el viaje, inician la travesía y es luego de varios kilómetros que sucede una extraña situación que pondrá en manos del joven un diario privado, macabro, con fotos y una historia escrita, y otra por escribir. Interesante desde lo formal, con buen manejo de los tiempos del género más una notable dirección artística, "Aparecidos" transcurre muy bien hasta pasada la primera mitad del metraje cuando el guión flaquea y la tensión se pierde en medio de una explicación algo torpe de lo que sucedio hasta entonces. A partir de ese momento sólo queda esperar una resolución que comienza a mostrarse sin sutilezas y donde la tragedia argentina iniciada en el gobierno justicialista de 1974, a través de la triple a, adquiere un lugar dentro de la trama que propicia la alegoría final y, tal vez, el mensaje deseado por el autor. El director se dió el gusto de jugar con elementos reconocibles del género, y hasta de "homenajear" al primer Spielberg de "Duel" en una destacable escena del filme. Algo de "Destino final" sobrevuela a la historia, pero es justo decir que la profundidad pretendida por el director le otorga al filme un sentido menos pochoclero y más respetable. La dupla protagónica trasunta buena química, con una destacable labor de Ruth Díaz y la sólidez de Pablo Cedrón y Héctor Bidonde. A pesar de ciertos puntos flojos del guión, "Aparecidos" pone saludable distancia de la solemnidad conque ciertos temas vienen siendo tratados en el cine argentino y pone el listón a considerable altura para quien quiera tomarlo e iniciar un nuevo camino, con originalidad y sentido del entretenimiento.
Humanos al ataque Todo indica que estamos en la década del cincuenta, en algún pueblo de los Estados Unidos, donde los más jóvenes se reunen en bares con rockolas para tomar una malteada al ritmo del novedoso rock and roll. El estilo de vida y la ropa así lo indica, pero algo no encaja. Los habitantes de este lugar son verdes, tienen antenas y poseen una tecnología muy avanzada respecto a la terrestre. La tranquilidad del pueblo se ve afectada cuando una nave llega y de ella desciende un astronauta. El humano es para los habitantes de Glipforg -así se llama el pueblo generoso en forma redondeadas- un ser monstruoso, casi como los que se ven en las películas que se estrenan en sus cines. El temor a lo desconocido y al mismo tiempo la búsqueda del conocimiento confluyen en una trama donde el prejuzgamiento queda de lado para dar lugar a la tolerancia y un claro mensaje anti beligerante. Este filme que les recomendamos ver no llega desde Pixar ni DreamWorks, llega desde los estudios Llion de España, donde durante más de seis años trabajaron para dar forma a una de las propuestas más entretenidas que en materia de animación llegaron a nuestras salas. Se trata de puro entretenimiento sin mayor pretención que la de ofrecer un rato para pasarlo bien, con situaciones divertidas para toda la familia y gran cantidad de referencias a clásicos de la ciencia ficción, especialmente al cine dedicado a seres de otro planeta. La calidad de la animación es sorpendente, por su alto nivel de detalle y movimiento, en tanto el diseño artístico acompaña la gracia de un guión simple y efectivo en sus gags, mérito de Joe Stillman, uno de los guionistas de "Shrek". En los títulos iniciales verán nombres de actores reconocidos como Gary Oldman, John Cleese, Jessica Biel o Dwayne "The Rock" Johnson, pero la cinta es presentada con doblaje en castellano, de manera que las voces originales deberán ser apreciadas en la futura edición del DVD. Así y todo el resultado final es por demás positivo.
De estación en estación El protagonista de esta historia está convencido de que en algún momento encontrará al amor de su vida. Y lo encuentra, sólo que enfrente no tiene a una persona que vea las cosas de la misma manera. Chico se enamora de chica, chica que no tanto y entre idas y vueltas un corazón acaba roto sin que la otra parte se de por aludida. Tom conoce a Summer, una chica agradable y simpática, de esas que a todos cae bien. Se ponen de novios, en realidad él se pone de novio, ella no quiere etiquetar la relación. Los indicios acerca de que ella escapa todo el tiempo son claros, pero Tom ve lo que quiere ver sin prestar demasiada atención al juego de Summer, aunque algo le inquieta, le molesta. Zooey Deschanel compone con gracia a la protagonista, quien suda egoísmo e impiedad mientras Joseph Gordon-Levitt se pone en la piel de quien se siente utilizado y abusado en su buena fé. Los roles secundarios completan un buen soporte para una comedia romántica con la que más de uno se sentirá identificado y que desde la primera frase, escrita al inicio del filme, deja en claro lo que se piensa de mujeres como la que se presenta en esta historia. Más allá del despecho que motivó el argumento, el director evita cargar las tintas sobre un costado en particular y elige con buen tino demostrar que las cosas no siempre son como parecen y que lo que se desea no siempre llega en la forma que se cree.