El peso de la ley: dilemas de una abogada Uno de esos expedientes en los que a veces se consuma la injusticia llega a manos de Gloria, una abogada apegada a la verdad quien deberá defender a un acusado de violación, ya considerado culpable del hecho. La víctima es un joven sumiso que habita un pueblo bonaerense. En toda su carrera a Gloria jamás le tocó defender a un inocente y tal vez ésa sea una de las causas del desencanto de su profesión. Pero esa vocación adormecida parece despertarse cuando se ve obligada a litigar contra una fiscal, quien fue su admirada profesora en la facultad. El sistema legal convirtió a ésta en lo contrario de lo que enseñaba en sus clases, y su vínculo íntimo con el juez de la causa deja en desventaja a Gloria, quien no se da por vencida y comenzará un arduo camino para demostrar que el acusado no es culpable de ese delito. Sobre la base de esta dura historia, Fernán Mirás, en su promisorio debut como director, se replantea cada uno de los vericuetos de ese episodio en el que puede rastrearse todo el dolor y la angustia de un ser atormentado por dedos acusadores y miradas torvas. Cálido y angustioso, el film recrea con mirada inteligente ese devenir por el que debe transitar Gloria (un muy buen trabajo de Paola Barrientos) en su lucha por llegar a la verdad. María Onetto, Darío Grandinetti y el propio Mirás acompañan con convicción este trágico entramado.
La naturaleza, un refugio para padre e hijo La vida de Valentino, un niño de 8 años, está atravesando muchos cambios. Sus padres acaban de separarse y piensan vender la casa de las sierras a la que viajaban juntos cada verano. El pequeño y su progenitor llegan hasta allí y recorren lugares apartados, se dedican a la pesca y mantienen charlas a veces simples y otras profundas. El director Darío Mascambroni logró así un film breve y cálido en el que tanto el padre como el hijo (muy buenos trabajos de Valentino y Jorge Rossi) se acercan a la naturaleza y en ella vuelcan sus ansias de unir un amor del que nunca se apartaron, más allá de sus nuevas circunstancias. Bello y triste, el film emociona genuinamente.
Monsieur Chocolat: de la esclavitud a la fama Con un alias que caricaturizaba su color de piel, Chocolat era un esclavo que llegó a ser uno de los "divertimentos" preferidos de la alta sociedad parisina de fines del siglo XIX. Su historia se convierte aquí en un film emotivo y enternecedor. La trama comienza cuando, en un modesto circo ambulante, ese hombre, en compañía del payaso que ve amenazado su futuro al no contar con el aplauso del público, se convierte en su socio obligado. Tal es su éxito que ambos son contratados para actuar en el Nouveau Cirque de París y en cada función, Chocolat (gran labor de Omar Sy) recibe bofetadas y puntapiés de su compañero, y muy pronto ambos se convertirán en una gran atracción de toda la ciudad, aunque es Chocolat quien llevará las de ganar en esos encuentros en el que él se siente humillado, aunque su fama va alcanzando una cima que no creía hasta entonces posible. Tal fue el suceso de Chocolat, que los hermanos Lumière lo eligieron para que participase en sus primeras películas. Él creía que el circo ya le estaba quedando chico y aspiraba a actuar en teatro. El director Roschdy Zem logró, sobre esta base, construir una historia que habla de la fama, del dinero, de la amistad y del racismo a partir de un personaje que experimentó una profunda e intrigante transformación.
La solitaria vida de Mariano En una humilde casa de Choele Choel vive Mariano. Tiene 63 años, es el único habitante del lugar y se dedica a hornear ladrillos. Hasta allí se dirige Martín Farina, director de este documental, para retratar la forma de existir de este hombre que se levanta todos los días al amanecer y trabaja hasta la noche. Durante su visita Martín se queda a dormir en esa casa y poco a poco se van conociendo. No coinciden en la forma de ver el mundo y, sin embargo, el film muestra un punto que conecta ambas historias, ya que tanto uno como otro transitan sus vidas en soledad. La trama recorre estas existencias en la que los dos entablan diálogos reflexivos sobre sus destinos.
La medida de la inocencia Quién es el culpable del asesinato de una joven mujer en un lujoso hotel... Sobre esta base, el director Oriol Paulo logró un thriller pleno de suspenso y de emoción al relatar las penurias por la que deberá transitar Adrián, un exitoso empresario que es señalado como autor de la muerte de su amante. Él se declara inocente, pero ante todas las evidencias en su contra, decide ponerse en manos de una abogada. En el transcurso de una noche ambos trabajarán para hallar una duda razonable que lo libere de la cárcel. Sin embargo, la aparición de un nuevo testigo amenazará con destrozar la estrategia de la defensa obligándolos a recomponer las piezas de un rompecabezas imposible, y así la acción vuelve al pasado, cuando Adrián (muy buen trabajo de Mario Casas) y su amante comenzaron esa relación turbulenta. De aquí en más la trama va mostrando cada uno de los secretos que, comenzando por un accidente que los convierte en cómplices, se volverán una continua amenaza para ese hombre dispuesto a demostrar su inocencia. La historia se convierte así en algo más que en un simple reto en forma de acertijo, ya que explora la naturaleza humana ante situaciones límites. Paulo supo conducir este entramado con enorme calidad en una atmósfera asfixiante que propone un accidentado viaje convertido en un caleidoscopio con un final insólito y escalofriante.
Un thriller seco con toques líricos En crisis con su familia, Leandro, un hierático adolescente de la clase media salteña, se involucra en un delito que tendrá graves consecuencias. Ésa es, muy sintéticamente, la línea argumental de esta película seca y efectiva, ópera prima de notable solidez del salteño Cristian Barrozo, profesional de vasta expriencia en rubros técnicos, tanto en cine como en televisión. Pero Lo que no se perdona suma con sagacidad e inteligencia otras capas temáticas: desde el declive económico como fuente de degradación moral hasta el machismo, la violencia y la discriminación que son moneda corriente en el entorno donde se mueve un grupo de personajes de diferentes generaciones que, sin excepciones visibles, parece haber perdido la brújula. También deben contarse como fortalezas de la película el desempeño de los actores (Roly Serrano está formidable, igual que el debutante Álvaro Massafra) y el impecable trabajo de cámara, fotografía y puesta en escena, tan sofisticado como funcional a la narración. Incluso en sus momentos más sórdidos, el film se mantiene sobrio y estilizado, preciso en la creación de climas y reticente a las soluciones ramplonas y los lugares comunes. Barrozo cuenta una historia de corte policial oscura, densa y pesimista sin resignar el aliento poético.
Inquietante thriller psicológico Lockhart es un corredor de Bolsa de Wall Street y sus superiores lo envían a buscar al presidente de la compañía a un establecimiento médico alpino, en el cual se está recuperando de una misteriosa enfermedad. Pero descubre que los pacientes son sosegados hasta llegar a un raro tipo de apatía. Pronto se da cuenta de que su salud se está deteriorando y comienza un terrorífico tratamiento, que incluye pruebas físicas y psicológicas para mantenerse con vida. El director Gore Verbinski logró un inquietante thriller psicológico que esconde, tras las aventuras de su protagonista (muy buen trabajo de Dane DeHaan), varios secretos que nacieron años atrás en ese lugar.
Tras los pasos de los sueños Muchas veces, el destino de algunos jóvenes está signado por la casualidad e impulsado por la esperanza o por el temor a enfrentarse cara a cara con la realidad que los circunda. El ejemplo de ello está en tres amigos que buscan el éxito que cada vez les es más esquivo. Ricardo, por ejemplo, anhela que su banda de rock, que se acerca al fracaso, llegue a ser aplaudida por multitudes, en tanto que Chacho sueña con triunfar como actor e idolatra a Marlon Brando. Rama, por su parte, vive para una obsesión nacida de un accidente y tratará de conquistar a la esquiva Lucy, quien pone todo su esfuerzo en sacar adelante el negocio de venta de peces en el que trabaja. No son objetivos fáciles los de este trío, atribulados habitantes del conurbano bonaerense en el que se mezclan y revuelven civilización y barbarie, universo de casas bajas, motos, cerveza, música estruendosa y personajes estrafalarios y a veces temibles. Todos aspiran a que sus mínimas ambiciones se conviertan en realidades, pero son muchas las piedras que hallan en sus caminos y, entre sus esfuerzos cotidianos, no dejan de luchar para que se encienda la luz que ilumine sus vidas. Sobre la base de un guión pleno de calidez y de cierto aire poético, el director Federico Sosa, que tiene en su haber el documental Contra Paraguay, logró un film sencillo y emotivo a la vez que pinta la necesidad de esforzarse para lograr la felicidad de sus tres personajes centrales.
La idea de un lago: postales de la memoria El segundo largometraje de Milagros Mumenthaler llega con muy buena recepción en Locarno y en el circuito de festivales europeo Inés es una fotógrafa profesional que está decidida a terminar su nuevo libro antes de que nazca su hijo. Sin embargo, la memoria, los recuerdos y ese trabajo fotográfico la llevan, una y otra vez, a un mismo lugar: la casa familiar ubicada en el Sur. Se trata de un espacio que fue marcando la vida de esa mujer y forjando su personalidad a través de los años. La única foto que conserva de ella con su padre fue hecha allí, cuando tenía 2 años. Meses después de que esta foto fuese tomada, el padre de Inés desaparecería víctima de la dictadura militar. En medio de su matrimonio no del todo estable y de algunas desinteligencias con sus parientes, ella se propone investigar todo lo concerniente a su padre y para ello deberá recorrer diversos lugares. La directora Milagros Mumenthaler (Abrir puertas y ventanas) logró, sobre la base de calidez y de ternura, narrar esta historia que refleja una existencia marcada por el doloroso pasado inmerso en los trágicos días del horror y de la muerte en la Argentina. Hay en este film un clima cada vez más angustiante que refleja la existencia de su protagonista (una muy buena labor de Carla Crespo) en su largo camino para descubrir ese secreto que la martiriza y la obliga a enfrentarse con un micromundo poblado de incertidumbres y de preguntas sin respuestas. El resto del elenco, al igual que los rubros técnicos, apoya con calidad este entramado que habla de un pasado inquietante y de un presente ávido de nuevas sensaciones.
Los peligros de la creación Benavídez es un profesor de plástica casado con una joven pintora. Una noche discuten acaloradamente y él carga su valija y deja su hogar para buscar asilo en lo de su psiquiatra, también coleccionista de arte. Al día siguiente, Benavídez descubre el secreto que oculta esa casa: es una mansión de artistas que participan de un tratamiento diseñado para ampliar sus espectros creativos. Atrapado allí, y ya totalmente confundido, será sometido a un tratamiento. En su intento de escapar recorrerá distintas habitaciones y pasillos de la mansión y en esos lugares su memoria se posará en aspectos de su vida y en la relación con su padre y con su esposa, para encontrarse al final del camino con una revelación que cambiará su destino. La directora Laura Casabé supo insuflarle a esta historia la necesaria dosis de suspenso y así el entramado se convierte en un thriller por momentos asfixiante que sigue la desesperación de ese profesor convertido en paciente, que deberá transitar por las más angustiantes pesadillas. El elenco -encabezado por Jorge Marrale, de inquietante mirada; por Guillermo Pfening, impecable como ese ser atormentado, y por la gran Norma Aleandro, en un breve papel- apuntala este film, que además, y sobre la necesidad de imponer el siniestro clima, cuenta con una excelente fotografía y con una música que supo subrayar cada una de sus escenas.