El Francesito: un homenaje a Pichon-Rivière Renovador de la psiquiatría, Enrique Pichon-Rivière introdujo en el país disciplinas y prácticas revolucionarias en su momento: el psicoanálisis; la psicoterapia grupal, servicio que incorporó al Hospital Psiquiátrico cuando fue su director; la psiquiatría infantil y de la adolescencia, y la utilización de tests para sus pacientes. Dotado de carisma personal, desde la cátedra y las conferencias dirigidas a un público más amplio y diverso se convirtió en referente obligado para más de una generación de psicoterapeutas, y formó decenas de investigadores en el campo de la psicología social, que interpreta al individuo como la resultante de la relación entre él y los objetos internos y externos. El director Miguel Luis Kohan se impuso con este documental ofrecer una visión amplia de la vida profesional y personal de Pichon-Rivière desde su nacimiento en Ginebra, Suiza, hasta su fallecimiento en Buenos Aires, en 1977. Hijo de padres franceses, llegó a los 3 años a esta ciudad, para seguir viaje a Chaco y luego a Corrientes, donde su padre trató, sin éxito, de trabajar el algodón. Desde el relato de su hijo Joaquín, aparece ese hombre subyugado por la imponencia de la jungla correntina y allí, según lo manifiesta en uno de los recuerdos su hijo-narrador, aprendió el guaraní antes que el castellano y le nació la tentativa de resolver el conflicto entre dos culturas: la europea, su cultura de origen, y la guaraní. La cámara de Kohan, que tiene en su haber los documentales Salinas Grandes (2001) y Café de los maestros (2009) supo acercarse a la figura del protagonista con enorme emoción y gran ternura, sobre todo cuando fija su mirada en las mujeres que lo tuvieron cerca (y lo amaron) y en los momentos culminantes en los que muchos de los que lo conocieron y le brindaron su amistad (Alfredo Moffatt, Ana Quiroga, Juan José Stagnaro y Vicente Zito Lema, entre otros) desentrañan aspectos poco o nada conocidos de Pichon-Rivière que lo vincularon con la política, con la economía, con el deporte y con el ensayo de hipótesis sobre mitos y la creación artística, estableciendo un territorio común entre la crítica literaria y la interpretación psicoanalítica de la obra como expresión de las patologías del autor.
La infancia documentada En San Juan viven Morena y Gabi, dos niñas de 6 años que comienzan el ciclo escolar primario. Una lo hace en una escuela privada de la ciudad y la otra en un establecimiento rural del paraje solitario en el que vive, y ambas atraviesan esa primera instancia de socialización de maneras muy diferentes. Una está rodeada de estímulos, la otra, de carencias; pero a ambas la rodean sus maestros, sus compañeros de estudios y esa necesidad de aprender las primeras letras con la ilusión de llegar a una adultez madura. El director Eduardo de la Serna posó su cámara y su mirada sobre ambas, y así nació este documental que muestra distintas visiones de la niñez, esa época en la que las travesuras se dan la mano con el aprendizaje de las primeras letras, con la pasión de conocer el compañerismo y con la sana alegría de participar de las fiestas patrias y de vislumbrar el futuro. Por la pantalla desfilan, con aire pícaro y poético y a través de un año, cada una de las aventuras mediante las cuales las pequeñas comenzarán a comprender el valor de la amistad, el amor que empiezan a sentir por sus cálidas maestras y la fuerza de superarse en esos primeros pasos de su aprendizaje. Todo en el film es tan tierno como sensible, y va recorriendo los días y los meses en que ambas transitan por las aulas con ese entusiasmo con el que comienzan a descubrir que la vida está, también, lejos de sus padres para insertarse en ese pequeño mundo de diabluras, risas y cantos que intentará marcarles su senda en la vida. La ternura impuesta por Morena Jaramillo y por Gabi Oviedo apuntala esta visión de la infancia y demuestra que ambas poseen algo en común: la inocencia.
En un lugar de Francia apunta directo al corazón Médico de profesión, Thomas Lilti decidió dejar sus instrumentos de cura para dedicarse a la dirección cinematográfica. En ésta, su tercera película, En un lugar en Francia, decidió observar su anterior profesión con una historia en la que el amor escondido, la cercanía de la muerte y el patetismo de sus personajes se convierten en un encendido mensaje de comprensión y de poesía. La trama gira alrededor de Jean-Pierre, un médico rural que recorre las casas de sus enfermos a los que no sólo les atenúa sus dolores físicos, sino que les ofrece palabras de aliento. Sin embargo, el destino le tenía reservado una inesperada sorpresa cuando descubre que padece de una enfermedad que puede convertirse en mortal. Jean-Pierre no se deja amedrentar por la noticia y, ya teniendo como compañera de tareas a una joven y recién recibida médica, prosigue con sus visitas a los enfermos. Nathalie, la muchacha, que va convirtiéndose en su insustituible bastón, también nota la bondad que emana de ese hombre casi silencioso y cuando descubre que él es portador de un mal que terminará con su vida, lo obliga a someterse al tratamiento necesario para curarse. La trama va desarrollándose lenta y apaciblemente teniendo como protagonistas a esos dos seres a los que va uniendo un callado amor, mientras pinta las particulares de una comunidad enraizada en una mezcla de servidumbre, compasión y autoridad. En un lugar de Francia se transforma en un canto a la vida, en un muestrario de secretos y confesiones y en un bello mensaje de comprensión. Para ello un elenco de notables condiciones aportó sus indudables aristas actorales. Aquí está François Cluzet, recordado por sus apariciones en Pequeñas mentiras sin importancia, en Olivier.Olivier y en Prêt-à-porter, entre otros títulos, que otorga todo el necesario carisma a ese médico siempre dispuesto a comprender. No menos sobresaliente es la labor de Marianne Denicourt en el papel de la joven médica. Una música que va pautando con suaves matices la historia y una perfecta fotografía suman puntos a esta historia que vale mirarla más con el corazón que con los ojos.
En Amor x sorpresa hay un muchacho rico que quiere morir Terminar con la existencia y prepararse para una muerte digna son elementos que sufren muchos seres cuando ya no tienen razón para existir. Esto es, precisamente, lo que le ocurre a Jacob, un multimillonario que habita una lujosa mansión y está rodeado por decenas de sirvientes. Cuando muere su madre, ya cree que nada tiene sentido pues todo su micromundo se desbarranca, ya que ni siquiera el amor pasional se le ha acercado nunca. Bien pronto todo este andamiaje toma el camino de la más divertida farsa cuando Jacob comienza a preparar sus días finales, y así se dedica con ahínco a elegir el ataúd en el que descansarán sus restos. Pero en la funeraria conoce a una hermosa joven, de la que se enamora y que probablemente tuerza sus planes. En torno de estas aventuras y desventuras el director holandés Mike van Diem, quien en 1997 ganó el Oscar a la mejor película extranjera por Carácter, elaboró una entretenida y divertida secuela de escenas. Dentro del género de comedia romántica, Amor x sorpresa posee todos los atributos para insertarse con simpatía en sus dos personajes centrales, y el saldo es un entramado a la vez cálido y humorístico apoyado con indudable calidad por Jeroen van Koningsbrugge y Georgina Verbban como esa pareja que, a través del amor, olvida sus deseos mortales. Un elenco dispuesto con entusiasmo a acompañar a los protagonistas en este ir y venir entre persecuciones, engaños y secretos y unos rubros técnicos de gran calidad suman puntos a esta trama concebida con inteligencia y pericia para delicia de los espectadores. Lo que no es poco.
Entrañable amistad El trajín de un barrio industrial cercano al puerto de Berisso no cesa, y sus calles son andadas y desandadas por Noemí y Sergio que, camino hacia la adolescencia, están siempre juntos y tienen una particular amistad. Una excavación los hace descubrir un cofre que contiene algo misterioso para ambos. Mientras el mundo adulto intenta resolver problemas, el territorio de los chicos, sus casas, la costa del río y la escuela se transforman en escenarios de sus sueños y de sus complicidades. El director Claudio Remedi, recordado por sus documentales Agua de fuego; ESMA, memorias de la resistencia y La historia invisible, relata en éste, su primer film de ficción, esa entrañable amistad de los pequeños protagonistas que se permite la diferencia, pero que también deja de lado los juegos y tópicos que impone la sociedad de consumo. Así la tierna y poética historia da cuenta de la complicidad bien entendida y del compartir secretos y universos que ayudan a ambos a sobrevivir, a que la vida cobre otro sentido. Martina Horak y Joaquín Remedi logran imponer esos rasgos esenciales a sus respectivos personajes, en tanto que el resto del elenco sale airoso de este enlazamiento de amistad y de ternura que habla del paso de la niñez a la adolescencia en medio de un micromundo a veces hostil y siempre ausente en ese par de vidas que buscan unirse a través de la dura cotidianidad.
Triángulo amoroso y viajero Fernando, cajero de un supermercado chileno, y Alma, una mujer que sufre de trastorno bipolar, están casados y nada parece poner piedras en ese matrimonio. Sin embargo, cuando ella se entera de que su marido apenas la soporta y que incluso se avergüenza de ella, deja de tomar su medicación y, en una de sus habituales crisis, lo echa. Fernando vaga solitario por las calles, se refugia en lo de algún amigo que escucha sus cuitas y comienza a frecuentar boliches y mujeres de la noche. Es entonces cuando aparece Gaspar, un argentino romántico que se enamora de Alma. Juntos emprenderán un viaje inesperado a Buenos Aires y vivirán aventuras disparatadas. Mientras tanto Fernando se da cuenta de que a pesar de todo la sigue amando y decide recuperarla. Para ello deberá dirigirse a la ciudad en la que ella está con Gaspar y convencerla de que regrese a sus brazos. Así, entre alocadas situaciones e infidelidades que nunca se concretan, la historia va cobrando fuerza a través de un guión en el que abunda la picardía, algún romance frustrado y una buena dosis de simpatía y de calidez. El director Diego Rougier -un argentino radicado en Chile, donde rodó Sal, su primer largometraje, que recibió varios premios internacionales-, logró con Alma elaborar una simpática comedia romántica en la que Javiera Contador y Fernando Larrain aportan desenfado a los personajes que transitan y Nicolás Cabré sale adelante en la piel de ese muchacho enamorado de la mujer equivocada.
Una comedia inteligente Las reuniones de familiares y amigos deberían ser momentos de felicidad y de bellos recuerdos. Claro que, a veces, las cosas no salen como ellos quisieran y el ejemplo está centrado en un grupo comandado por Paul Pontecorvo, hijo de un fallecido integrante de facciones de izquierda que se desempeña exitosamente como agente de bienes raíces y tiene el hábito del ingenio y de la burla. Él y Simona, su esposa y aspirante a escritora, están esperando un hijo y deciden organizar una cena para festejar el acontecimiento, a la que están invitados la hermana y el cuñado de Paul y Claudio, un amigo de años de la pareja. Entre brindis y buenos augurios, el futuro padre comunica a los concurrentes que el nombre elegido para el primogénito será Benito y toda esa familia, compuesta por profesores universitarios, maestros y músicos alineados en la izquierda reaccionan furibundamente frente a ese anuncio que retrotrae a la derecha y a un dramático pasado de su nación. Debates e intercambios de ideas degeneran rápidamente en un cuestionamiento de los valores, las opciones y las personas que no deja de dañar a todos sin excepción. La agilidad y el sostenido ritmo, sumados a los impecables rubros técnicos, se van imponiendo en este vodevil sociológico que, entre sonrisas y alocadas situaciones, se va convirtiendo en un muestrario de intimidades y transforma al film en una comedia inteligente que llegará a un final imprevisto e inesperado.
El sable recupera el relato de un robo histórico El 12 de agosto de 1963 cinco jóvenes de la resistencia peronista robaron del Museo Histórico Nacional el sable corvo del general San Martín. El objetivo era reanimar la militancia del peronismo, en ese momento proscripto, y llevárselo a Perón a España. A más de 50 años de este episodio sólo dos de sus integrantes están vivos: Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo. Cada uno a su manera encarna el peronismo en vertientes ideológicas que los enfrenta y es así como aquella acción se convertiría en una metáfora para reflexionar acerca de las complejidades de uno de los movimientos políticos más importantes de nuestra historia. El director Nahuel Machesich elaboró con estos elementos un documental en el que tanto Agosto como Gallardo van deshilvanando los pormenores de ese robo y relatan la forma en la que se consumó y la trayectoria de Perón desde sus inicios en la política hasta su muerte. El film, y he aquí su originalidad, no se limita sólo a poner en boca de esos dos sobrevivientes el clima que se vivía en aquellos años particulares, sino que también a través de impecables ilustraciones de Pol Maiztegui van surgiendo los momentos más importantes de ese robo que en su momento conmocionó al país.
Regreso a una guerra olvidada En el siglo XIX aconteció un hecho poco conocido para su verdadera importancia: la llamada Guerra del Paraguay, la más grande de Sudamérica. ¿Fue una guerra entre países? ¿Se aliaron la Argentina, Brasil y Uruguay en contra del Paraguay? Los resultados fueron catastróficos: medio millón de muertos y casi el total exterminio de la población guaraní. Este episodio, conocido como la Guerra de la Triple Alianza, es el que sirvió para el que director Federico Sosa haya podido reconstruir en este documental muchas de las situaciones que desencadenó esta cruel matanza y lo hace a través de Gustavo, un joven historiador que realiza un viaje desde Buenos Aires hacia Paraguay para develar los interrogantes de este tramo de la historia casi arrinconado en el olvido. A través de los campos de batalla y de conversaciones con habitantes del lugar, Gustavo va a dar cuenta de relatos orales subvalorados por los ámbitos académicos. En su largo transitar el joven historiador va descubriendo aspectos del conflicto y descubre que el mariscal López había advertido a los gobiernos de Brasil y de la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay como atentatorio del equilibrio de los estados del Plata, pero tropas imperiales invadieron el territorio uruguayo en octubre de 1864. Así comenzó esta guerra que duró varios años y que este documental va deshilvanando con visión revisionista y sin tomar partido político de la mano tanto de Gustavo, atento a quienes le relatan pormenores de esos episodios, como de intelectuales que estudiaron la problemática de esta guerra.
Cáncer de máquina es una mirada a la vida en una salina La vida cotidiana de una pequeña comunidad industrial que vive aislada en una salina al sur de la provincia de Buenos Aires se ve alterada cada año por la cosecha de sal. Cientos de camiones, palas mecánicas y cosechadoras invaden el paisaje creando una danza fantástica entre la naturaleza y la máquina y, una vez concretada la cosecha, la vida cotidiana de sus pobladores intenta recomponerse para volver a sus rutinas. Los directores Alejandro Cohen Arazi y José Binetti ofrecen en este documental una mirada sobre ese mundo a través de los testimonios de un operario que nació y se crió en la salina, de un jubilado que trabajó en ese lugar, de un trabajador rural, puestero y arriero de los campos aledaños y de un electricista de la planta. A través de ellos se observa cómo se vinculan desde lo laboral y lo personal con ese paisaje fantástico e inhóspito. El entorno natural es una constante que se funde con sus vidas en esta desolada comunidad. Los primeros minutos de esta cálida radiografía no tienen diálogos y la cámara, desde dentro de un automóvil, se demora en un camino o fija su ojo en los trabajadores que cada día llegan a sus tareas. A través de sus personajes y de su sólida y por momentos poética narración, el film se convierte en el retrato, a veces impiadoso, otras tenso y amargo, de un desierto bonaerense en el que los hombres y las máquinas se unen para el trabajo sacrificado. La muy buena música y la impecable fotografía son otros puntos a favor en este documental.