Palestinos Go Home muestra pequeñas y tristes historias de exilios Maia Gattás Vargas es una joven argentina que descubre que su abuela paterna es palestina. En la embajada palestina en Buenos Aires conoce a Tilda Rabi, presidenta de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas, y comienza a reconstruir una parte de su identidad, a reconocer las voces de la diáspora, del exilio forzado y del deseo de retornar a su tierra sin condicionamientos. Juntas emprenden un viaje a Chile, donde se encuentra la mayor comunidad de palestinos de América latina. Silvia Maturana y Pablo Navarro Espejo, directores de este documental, siguieron atentamente con su cámara a esas dos mujeres que buscan profundizar en cada uno de sus entrevistados los motivos de sus angustias y de sus dolores. Cada uno refleja con dolor el obligado exilio y relatan sus problematizadas vidas y sus llegadas a un Chile que los acogió como verdaderos hijos y a un Uruguay donde la comunidad palestina es también enorme. Unos impecables rubros técnicos apoyan esta historia, que habla, fundamentalmente, de los sufrimientos y de la paz hallada en otros lados por esos palestinos que desean ser felices y olvidar sus viejos temores.
Enredada madeja de gritos y caras de espanto Un matrimonio que perdió a su pequeño hijo en un accidente decide adoptar a Cody, un adorable niño de 8 años. La pareja siente la necesidad de que el pequeño sea feliz en su nuevo hogar, tras deambular por diversas casas en las que nunca se sintió cómodo. Sin embargo, y a pesar de todo el cariño que recibe, Cody se muestra extraño, tiene mucho miedo de dormir e imagina mariposas que giran a su alrededor. Sus nuevos padres asumen que todo es efecto de su pasado traumático, pero luego descubren que la razón de su miedo se manifiesta en la realidad, mientras él duerme. De aquí en más el entramado se va complicando cuando su madre adoptiva cree ver escenas de su verdadero hijo muerto y se ve acechada por una terrorífica figura que la persigue constantemente. Cody, mientras tanto, lucha con su pasado. Y así, lo que parecía un hogar feliz se transforma en una pesadillesca sucesión de persecuciones y de muerte. El film no difiere demasiado de las tantas historias que el cine estadounidense aportó a ese género. con chirridos de puertas, gritos y caras de espanto. Si bien la idea original contiene cierto interés, a medida que transcurre su camino va convirtiéndose en una enredada madeja. El director Mike Flanagan, que debutó en 2003 con Ghost of Hamilton Street, intentó aquí unir suspenso y cierta calidez, pero tropezó con las muy diversas subtramas y terminó buscando el terror por los ya muy transitados caminos del género.
Sincero mensaje de amor Angelita vive en una tranquila localidad del Gran Buenos Aires. Es una amable enfermera de más de 50 años, hace guardia en un hospital público dos noches a la semana y durante el día camina de un lado a otro visitando a sus pacientes particulares, casi todos mayores, con quienes mantiene una cordial amistad. Tiene un hijo adolescente, Iván, al que no logra comprender: mientras ella trabaja denodadamente, el muchacho se queda en la cama jugando con la computadora o sale con sus amigos del barrio. De todas formas, Angelita es feliz en su pequeño mundo. Helena Tritek conformó así una historia sencilla, a veces poética, con personajes que hablan con emoción de sus pesares y de sus felicidades, con diálogos simples y de enorme ternura. Rodado casi totalmente en exteriores, el film transita por la vida humilde de su protagonista, repartida entre dos polos: el de los ancianos con su vida ya vivida y el de los adolescentes que se empeñan en desperdiciarla. Ana María Picchio supo dar el exacto matiz a su cálido personaje y el resto del elenco la acompaña con gran convicción. La trama nunca cae en el melodrama ni se deja seducir por las contrariedades de esa Angelita que, siempre sonriente y siempre de prisa, recorre los hogares humildes con su palabra optimista y su necesidad de ser útil para quienes la consideran ya como alguien más de la familia. Apoyada por muy buenos rubros técnicos, la historia no sólo habla de las tareas de la incansable Angelita, sino que supo otorgarle el necesario sabor de calidez que la convierte en un sincero mensaje de amor y de comprensión.
Leona auténtica Con un talento innato y bien pulido, Luciana Aymar se convirtió en la figura rutilante del hockey en un equipo que cambió la historia del deporte femenino en la Argentina: las Leonas. Siguiendo la carrera de esta muchacha de sonrisa infantil y enorme simpatía, la directora Ana Quiroga elaboró un documental en el que refleja la trayectoria y los triunfos de Luciana, doble campeona mundial y ocho veces elegida la mejor del mundo. El film se transforma así en un viaje por los torneos, las victorias, los fracasos, la gloria y la frustración de su protagonista, pero también es un viaje interno del proceso de maduración de una mujer que, inconscientemente, se convirtió en modelo de muchas otras consagrando su vida al deporte. Indispensable para los seguidores del hockey y entretenida para quienes estén lejos de él.
De Malvinas al exilio argentino Las islas Malvinas no sólo son objeto de controversias políticas y territoriales, sino que contienen, además, pequeñas grandes historias de lugareños que, perseguidos por las autoridades británicas, debieron emigrar. Este documental habla con tres de ellos: Alexander Betts, James Peck y Mike Bingham. Desde muy joven, y a partir de numerosas lecturas, Betts defendió la reivindicación de la soberanía argentina sobre las islas. Su pensamiento le costó un duro enfrentamiento con sus familiares y, apenas terminada la guerra, cuando un rompehielos trasladaba a los últimos argentinos heridos, él decidió sumarse a ellos, abandonar su lugar de nacimiento y radicarse en Córdoba, donde representa a nuestro país en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. En tanto, para el artista malvinense James Peck los problemas comenzaron con la llegada de María, una argentina vinculada a la pintura que, al visitar las islas, descubrió la obra de James, se enamoraron y terminaron viviendo juntos. Pero, al quedar embarazada, el gobierno malvinense planteó que el niño, por ser hijo de una argentina, no podía nacer allí, lo que los obligó a trasladarse a Buenos Aires. Por su parte, el biólogo inglés Mike Bingham se radicó en las Malvinas para estudiar y proteger su fauna, y así descubrió que la población de pingüinos de la zona se había reducido considerablemente, emigrando hacia la zona continental argentina en busca de alimentos. Todo indicaba que ello se debía a los oscuros negocios que permitían la pesca indiscriminada en la región, y, al hacerlo público, Mike fue ferozmente perseguido y debió mudarse a la Argentina. Con una una excelente fotografía que recrea paisajes malvinenses y una cálida banda musical, el director Federico J. Palma hace de este film un dedo acusador, gracias a estos tres protagonistas que abren las puertas de sus secretos más íntimamente guardados.
Burbuja familiar caribeña En La Habana, Cuba, una gran casa blanca con palmeras y jardín fue durante muchos años el hogar de un grupo de niños de entre seis meses y 10 años, hijos de militantes montoneros, que pasaron parte de su infancia lejos de sus padres, quienes los dejaron allí para protegerlos mientras luchaban en la Argentina. Esos niños, hoy adultos, recrean en este documental su estada entre 1979 y 1983 en esa casa que llamaban "la guardería". La directora Virginia Croatto -que también fue uno de esos niños- pone en foco a varios de esos personajes, quienes, frente a cámara, recuerdan cómo aprendieron a vivir y crecer, como una gran familia, en esa burbuja caribeña. Rodado en la Argentina y en Cuba, sin posición política tomada, La guardería obliga a la reflexión.
Un thriller incoherente, confuso y poco creíble Un joven documentalista filma todo lo que observa en la calle. Su propósito se frustra cuando observa a una extraña joven que atrae su atención. Comenzarán a vivir un romance que se verá alterado por una serie de circunstancias en las que interviene una banda de delincuentes. El novel director y guionista Martín Basterretche intentó aquí contar una historia en la que la violencia se da la mano con la ternura, pero el relato cae en una serie de elementos que lo convierten en una constante forma de complicaciones de bastante difícil decodificación. Por momentos el film logra algunas situaciones que son ya muy transitadas en el thriller de suspenso, aunque muy pronto el guión se va cerrando dentro de un círculo que lo convierte en una historia de aire denso y onírico que deja muchas preguntas sin respuesta. Álvaro Teruel, uno de los integrantes de Los Nocheros, intenta dar verosimilitud a su papel de documentalista, pero apenas logra algunas situaciones acertadas, en tanto que Guillermo Fernández se pone en la piel de un personaje de escasa credibilidad. Los rubros técnicos cumplieron con calidad con esta trama que, posiblemente, habría logrado una mayor calidad si el guión no hubiese tropezado con tantas incoherencias y saltos en su relato.
Amor, muerte y designios se cruzan en Vientos de agosto Ambientado en el nordeste del Brasil, el film de Gabriel Mascaro muestra cómo la llegada de un meteorólogo trae cambios a un pequeño pueblo de pescadores Es agosto y, como siempre, a esa pequeña aldea costera del nordeste de Brasil llegan sus mareas altas y sus fuertes vientos. Sin embargo, esta vez trae una novedad: la visita de un investigador que graba el sonido de los vientos alisios y se preocupa por los cambios meteorológicos de la zona. Su llegada coincide con un descubrimiento sorprendente que conduce a Shirley y a Jeison, una pareja de jóvenes del pueblo, a emprender un viaje de lucha y de superación mientras se dedican, con sus habitantes, a la pesca y a la recolección de cocos. Cuando ese estudioso de la meteorología muere arrasado por un fuerte oleaje será Jaison el único que se preocupará por lograrle una mortaja y por inducir a sus amigos a brindarle un velatorio decente. Sus vidas están sujetas a un pasado milenario que obliga a los muertos a lograr un descanso en paz y alejado de toda indiferencia. El film, dirigido con enorme austeridad por el novel Gabriel Mascaro, se basa fundamentalmente en su sonido y en su fotografía, y con su esquema argumental alejado de toda convención se apoya como guía en el tratamiento semidocumental. Bellos paisajes y un amor juvenil atrapan en esta historia. El realizador y coguionista supo dibujar a esos personajes a los que les extrajo una gran belleza en cada plano, y así el film se convierte en un plato con sabor a una dulzura que habla de la pasión y de la integridad moral de su protagonista y en una trama que gustará a quienes busquen una experiencia sensorial estremecedora. Dandara de Morais y Antonio José Dos Santos supieron imponer calidez y pasión a esa pareja.
Paternidad, miedo, brujería y lo siniestro Tito es un fotógrafo aficionado a la pesca. Carmen, su esposa, está a punto de ser madre primeriza y Tito comenzará a obsesionarse con la paternidad y, para olvidarse en parte de esos temores, se refugia en una casilla junto al río. Allí conocerá a un vecino que le narrará fantásticas historias donde se anudan lo siniestro y algún vaticinio sangriento. La existencia de Tito es día a día más angustiante: comenzará a sospechar que el niño por nacer no es de él y su apacible vida se verá transformada en un infierno cotidiano que lo llevará a los más oscuros meandros de su alma. Con su vecino, que aportará brujería y tentaciones, convergerán en un atrapante conflicto con un final inesperado. El novel director Daniel Alvaredo impuso a la historia la necesaria cuota de suspenso y logró un film inserto en las más hondas encarnaduras del ser humano. Para ello contó con el muy buen trabajo de Eduardo Blanco, a quien secundan con acierto Adriana Salonia (la futura madre) y Héctor Calori (el vecino). Los buenos rubros técnicos, entre los que se destacan la sombría fotografía y una impecable y casi torturante música, transforman a este entramado en un espejo de vida convertida en diabólica y cotidiana tortura.
Entre el perdón y la culpa En la multitudinaria Lima actual vive Harvey Magallanes, un taxista solitario y resignado a una vida precaria y sin ilusiones. Una tarde asciende a su coche Celina, una mujer que conoció 25 años atrás, cuando él era un soldado atrapado en la pesadilla de enfrentar a los integrantes de Sendero Luminoso, y ella una campesina todavía menor de edad. Ella no lo reconoce, pero él no ha podido olvidarla y tras seguirla a escondidas descubre que la muchacha vive sola y que se halla arrinconada por la presión de una abusiva prestamista que amenaza con despojarla de su peluquería si no paga sus deudas. Magallanes cree hallar en Celina y en sus apuros económicos una posible vía de redención y, posiblemente, una última oportunidad para el amor. ¿Qué hacer para retornar al pasado y ayudar a esa mujer desamparada? Para ello su deseo es conseguir dinero y así se arriesga a chantajear de manera anónima a quien fue su comandante en la zona de emergencia y que ahora lo utiliza como chofer, amenazándolo con revelar su decisiva participación en los hechos que fracturaron brutalmente la vida de Celina. Sin embargo su plan se verá frustrado por una serie de acontecimientos que pondrán en peligro su vida y, lo que es más, se ve rechazado por esa mujer que sólo ha conseguido sobrevivir a fuerza de intentar olvidar el atroz pasado que él representa para ella. Relato sin duda directo y duro sin caer nunca en el panfleto, Magallanes explora la experiencia de volver a encontrar a una persona a la que su vida ha sido destruida. A su vez indaga en la humana ilusión de querer curar las heridas ajenas y propias, además de examinar también la imposibilidad de olvidar y el agobiante impulso de querer seguir huyendo. El novel director y guionista Salvador del Solar explora con hondura la personalidad de sus dos personajes centrales y extrae de ellos un micromundo que revelará el reencuentro entre ambos y de qué manera seguirán rigiendo sus respectivos presentes. Con impecables rubros técnicos y un elenco de indudable calidad -los trabajos de Damián Alcázar y de Magaly Solier sobresalen por su tinte de fuerte dramatismo-, el relato logra lo que se propuso: hablar de la memoria, de la culpa, de la ilusión y del perdón.