Adonis Johnson es el hijo bastardo del famoso campeón del boxeo Apollo Creed, quién murió en una pelea en 1985. Adonis nace meses después de la muerte de su padre, pero su sueño es el mismo: ser el más grande en el boxeo. Sin embargo, Johnson no es un boxeador profesional: tiene un trabajo en una oficina y todo el dinero que le puede proveer su madre adoptiva. Pero ahí no está contento, no está cómodo con su estilo de vida. Por esto decide dejarlo todo y mudarse a Philadelfia, donde busca al retirado Rocky Balboa para que sea su mentor. Entre idas y vueltas, Rocky accede a entrenar a Adonis. Juntos lograran llegar a un buen nivel deportivo, pero sólo Adonis podrá demostrar si realmente tiene lo que se necesita para ser un campeón. Cuando escuché hace unos años que iba a salir otra secuela de Rocky, sinceramente no sabía qué pensar. Todas las películas anteriores me gustaron muchísimo (unas más que otras), pero me llamaba la atención el gran cambio que había hecho el personaje en la última entrega de 2006. La película ya no se basaba tanto en lo deportivo (de todas formas, por alguna razón alguien pensó que era buena idea enfrentar a un Rocky de 60 años con un atleta en su mejor forma), sino más en el drama interno del personaje de Rocky Balboa, en la pérdida, en las malas decisiones, y en las relaciones rotas de su vida. Hermosa y triste a la vez. Diez años más tarde llegaba Creed de la mano del director Ryan Coogler y del escritor Aaron Covington. Ambos de raza negra (afroamericanos como le dicen en Estados Unidos), decidieron tomar el toro por las astas y darle un nuevo punto de vista a la saga. Esto es en realidad porque la idea de Creed no es ser una secuela de Rocky, sino de una especie de spinoff con identidad y protagonistas propios, y mostrando un lado moderno y sincero de la ciudad. Sin embargo, esta película hace lo mismo que muchos le adjudican a Star Wars: El Despertar de la Fuerza: toma muchos elementos de las otras películas de Rocky y los re-aplica. Pero me parece que están mostrados desde un nuevo punto de vista (es la primera de la saga cuyo guión no escribe Stallone), presentando un nuevo personaje con mucho corazón y talento. Rocky Balboa también sigue evolucionando, ya que si bien es un tipo que parece que ha logrado dejar todos sus asuntos en orden en el mundo, ve la posibilidad de superar una nueva pelea, esta vez, fuera del ring. Esto demuestra que Stallone puede actuar más allá de tirar puñetazos y disparar balas, lo que le valió una nueva nominación al Oscar. La reutilización de la música es hermosa (el famoso tu tu tuu tocado con trompetas), ya que nos retrotrae a esos momentos que tanto nos inspiraron fuerza y coraje en las anteriores. Pero Creed tiene sus fallas. Hay elementos de la historia que dejan ciertos vacíos al espectador. Un ejemplo de ello es la motivación de Adonis, que nunca termina de convencernos. Sí, quiere la fama, quiere el honor, quiere el reconocimiento, pero mientras otros -como Rocky- lo hacía para salir de las calles y poner algo de pan en su mesa, sus motivaciones parecen ególatras y egoístas. Y para terminar -SPOILER ALERT- si tenemos que pensar que la “amistad” con Adonis le devolvió las ganas de vivir a Rocky, me parece que tenemos que ser bastante ingenuos -FIN DE SPOILER. A pesar de todo, el resultado es bueno y me dejan esperando una secuela con ansias. Puntaje: 7 – Tomaron los mejores elementos de las anteriores (tal vez demasiado) y lograron destacar en un género que suele repetirse mucho.
Ambientada alrededor del año 1820, la película nos cuenta la historia de Hugh Glass, interpretado por Leonardo DiCaprio. Glass forma parte de un grupo de exploradores en la búsqueda de animales y sus pieles en territorio indio. Ahí se ven perseguidos y atacados por los nativos, y se ven obligados a adentrarse en la espesura de los bosques para salvar sus vidas. En medio del camino, Glass se ve atacado por un oso grizzly que intenta proteger a sus crías. El hombre sale victoriosos del enfrentamiento, pero al borde de la muerte. Incapaz de seguir adelante, el capitán Henry (Domhnall Gleeson) le paga al mercenario John Fitzgerald (Tom Hardy), a un jóven y al hijo nativo de Glass, para que se queden con él para que tenga una muerte digna. Predeciblemente, a Fitzgerald no le importa Glass, sino el dinero, por lo que deja tirado en una zanja y mata al hijo de Glass. Luego de esto, Glass va a hacer todo lo posible para conseguir vengar a su hijo, a pesar de que todas las probabilidades estén en su contra. Este podría definitivamente ser el año y la película que le den el tan ansiado Oscar a Leo DiCaprio. Su actuación es muy buena, a pesar de que no es una actuación convencional, sino una reacción ante el sufrimiento y las condiciones adversas. El personaje de Domhnall Gleeson se destaca con su bondad entre los actores secundarios, pero es el maestral papel villano de Tom Hardy el que se roba la película. Interpretación que le valió una nominación a mejor actor secundario en estos Oscars 2016, nos muestra a un mercenario desalmado y manipulador. La agresividad de su actuación completa un estilo que viene construyendo desde hace años con personajes como Max Rockatansky (Mad Max), Bane (Batman), Charles Bronson (Bronson) y Tommy Conlon (Warrior), pero sin dejar de lado diferentes tamices que diferencian y hacen únicos a cada personaje. El director Alejandro Iñarritu es parte de una cepa diferente de directores. El mexicano inició su carrera magistralmente con Amores Perros (2000), siguiendo con 21 Gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010), y Birdman (2014); una película mejor que otra, siempre diferente, siempre innovando, manteniéndose diferente y fresco en cada producción. Y El Renacido sigue ese camino. El director decidió usar escenarios reales en vez de pantallas verdes para tener actuaciones e iluminación reales (ambas dieron resultados con creces). Sí, el film tiene ciertos efectos especiales -no le podemos pedir a DiCaprio que pelee con un oso real, o a los extras que peleen con armas reales- pero pasan totalmente desapercibidos por su sutileza. Lo más destacado de la película es la fotografía y el trabajo de cámara de Emmanuel Lubezki (Gravedad, Birdman, Los Hijos del Hombre). Continuamente nos vemos embelesados con tomas extraordinarias que desafían nuestro capacidad de entender el cómo, pero definitivamente entendiendo el porqué. Tán sólo tomemos como ejemplo el plano secuencia de batalla con el que abre la película: una obra maestra digna de ser enseñada en escuelas de cine. Más allá de todos lo halagos que le puedo hacer al film, tiene algunas cosas que no terminan de encajar. Las escenas de los flashbacks/sueños están llenas de clichés, y me pareció que tuvo una duración excesiva que terminó diluyendo el impacto de un final totalmente predecible. Puntaje: 8 – La combinación de elementos hacen que esta película destaque fuertemente del resto, pero como muchas películas hoy en día, la duración les juega en su contra.
En la mente del asesino nos presenta a un grupo de investigadores del FBI (Jeffrey Dean Morgan y Abbie Cornish) que han llegado a un punto muerto en la búsqueda de un asesino serial (Colin Farrell). Debido a eso, tendrán que llamar a un psíquico retirado (Anthony Hopkins) para que les ayude con algunas pistas del caso. Sin embargo, todos se darán cuenta de la investigación es algo más complicada de lo que parece cuando se enteran de que el asesino tiene las mismas habilidades psíquicas que el colaborador, o tal vez mayores. La película fue una agradable sorpresa. Sinceramente no esperaba demasiado, y el elenco no me emocionaba mucho (tanto Hopkins como Farrell venían haciendo películas que dejaban bastante que desear, y completaban Dean Morgan y Cornish que son actores de segunda línea). Sin embargo, todas las interpretaciones están en un gran nivel, aún si tenemos en cuenta que es un thriller supernatural, y tanto nuestro colaborador del FBI como el asesino tienen poderes psíquicos. Los personajes tienen mucha profundidad y no se deja nada al azar. El tema central de la película es la tan discutida idea del hombre que quiere jugar a ser Dios, que en varias ocasiones hemos discutido en esta página (sino lean la columna de Ale Paez en esta página sobre las películas de Frankenstein). La cuestión en este caso no es la de crear, sino la de tomar una vida por el hecho de evitar que sufran el deterioro de una enfermedad terminal. El asesino juega con el presente y el futuro de sus víctimas, argumentando que mata a sus víctimas para ahorrarles un dolor impensado, o como dice él “algunas veces los grandes actos de amor son los más duros de cometer”. Y por el otro lado está el personaje de Anthony Hopkins, su antítesis, considerando que lo que está haciendo está mal y que no tiene derecho de sacarle si quiera un segundo de vida a estas personas, algunas de ellas que ni siquiera sabían que estaban enfermas. Aquí es donde nos vemos inmersos en un juego de gato y ratón, con diferentes idas y vueltas. La película se ve constantemente invadida por las visiones del personaje de Anthony Hopkins, creando un acertijo visual muy bien logrado con buenas tomas y buena fotografía. La acción es poca pero satisface, y cada tanto nos encontramos con momentos que sorprenden al espectador de una manera inesperada. Un elemento en particular que constantemente me sacaba del relato es la “cámara en mano”. Hoy en día estamos acostumbrados a este recurso en escenas de acción o en series que intentan emular la forma de grabación de los documentales. En esta caso en particular vi el recurso innecesario y mal utilizado. Más allá de esa pequeñez, la película vale la pena. Es menor, pero si quieren disfrutar de un buen rato con estos actores, denle PLAY. Puntaje: 7
La habitación nos cuenta la extraordinaria historia de Jack, un niño de cinco años que vive junto a su amorosa mamá. Mamá se encarga de cuidarlo, de inculcarle valores y darle todo el amor y el cariño que una madre puede ofrecer. Su vida, sin embargo, no es para nada típica: ambos viven encerrados en una habitación de 3×3 metros, presos de un siniestro secuestrador. Mamá ha creado todo un universo para Jack en La Habitación, donde puede ejercitarse, jugar y liberar su creatividad. Pero mientras Jack sigue creciendo, su curiosidad y necesidad de salir también crecen, por lo que idean un arriesgado plan para escapar a un lugar aún más peligroso: el mundo real. ¿Cómo empezar a describir una película tan intensa, tan personal, que logró llegar a tocar muchas fibras íntimas en mí? La habitación debe ser uno de los mejores dramas de los últimos años. La película cuenta con Brie Larson, una actriz que viene silbando fuerte pero bajito en Hollywood, que realiza la interpretación de su vida con un personaje tan intenso, tan perfecto, y que refleja tan bien los defectos, temores y aciertos de ser padre, que nos deja boquiabiertos. Y Jacob Tremblay… wow. Esta historia podría haberse caído a pedazos si no hubieran contado con un gran actor para el personaje de Jack, pero la interpretación de Tremblay es inolvidable e inigualable. Sinceramente no tengo palabras para explicar las emociones y sentimientos que el joven actor logró hacer llegar a mi cabeza (y a mi corazón.. ugh, que cursi). Obviamente, todo esto también es gracias a la dirección de Lenny Abrahamson, la fotografía de Danny Cohen, y al guión de Emma Donoghue, basado en su propia novela. La película está claramente dividida en dos partes que podemos considerar como (si viste el trailer no es spoiler) “fantasía” y “realidad”. Digo fantasía porque el mundo creado por Mamá para Jack es hermoso, a pesar de todas las cosas negativas (¡viven encerrados en un cobertizo!), nos logran convencer de que disfrutan de este lugar, de que Jack es feliz. La segunda parte es más fría porque nuestros protagonistas se enfrentan a una dura realidad: a las expectativas, a las presiones, a los juicios de terceros. Pero como toda realidad, hay cosas buenas y cosas malas, sólo hay que saber discernirlas correctamente. Baja un poco el ritmo en esta mitad, pero sólo porque la comparamos con la primera que es perfecta. También siento que esta segunda mitad de la película hubo varias oportunidades que la escritora podría haber aprovechado para profundizar un poco más en ciertos aspectos (por ejemplo, me parecía muy interesante explorar la relación con el padre del personaje de Brie Larson), pero también agradezco que no hayan ido a los típicos lugares tampoco (si bien hay una parte muy importante que involucra a los medios de comunicación, se mantuvieron alejados de la clásica cobertura mediática de los melodramas). Mi vocabulario no cuenta con más sinónimos para describir lo magnífica que es esta película. La habitación cuenta una historia dura y dificil de imaginar, que desafortunadamente ha pasado varias veces en la vida real. Puntaje: 10 – Una película hermosa y triste, con una gran historia y grandes actuaciones.
Quentin Tarantino es uno de esos directores diferentes. Desde Reservoir Dogs en 1992, Tarantino nos ha presentado increíbles películas, con increíbles guiones, diferentes del resto, y ha sabido diferenciarse de la manada de directores normales para convertirse en uno de los grandes que serán recordados y estudiados por muchas generaciones de cinéfilos. ¿Cómo lo consiguió? Escribiendo guiones diferentes y complejos, usando todo lo que le gustaba del spaghetti western y aplicándolo en lugares donde otros no se animaban a hacerlo, mostrando sangre y tripas con una dosis de humor. Los 8 más odiados es un poco de eso… o tal vez demasiado de eso. Ideada originalmente como una secuela para Django (2012), la historia está ambientada en las desoladas y frías montañas de Wyoming, poco tiempo después de la guerra civil estadounidense. El cazador de recompensas John Ruth (Kurt Russell) lleva a la fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) a Red Rock, a manos de la justicia. Sin embargo, su viaje se ve interrumpido por otro cazador de recompensas, el infame Marquis Warren (Samuel L. Jackson), y por un hombre que dice ser el nuevo sheriff de Red Rock (Walton Goggins). Ellos han quedado varados en diferentes tramos del camino al pueblo y necesitan transporte. Atrapados en una tormenta, deciden buscar refugio en una cabaña de paso, donde se encontrarán con varios personajes misteriosos como Bob (Demián Bichir), Joe Gage (Michael Madsen), el general Sanford Smithers (Bruce Dern) y el verdugo Oswaldo Mobray (Tim Roth). Mientras la tormenta azota a la cabaña, pronto se darán cuenta de que uno de los personajes no es quién dice ser, y que tal vez no todos lleguen vivos a Red Rock. Con una duración de casi tres horas, Tarantino presenta una nueva película donde parece que de a poco se le han ido acabando las ideas. Todos los elementos presentados en esta película ya los ha utilizado antes y no tiene miedo de abusar de ellos una vez más, como las largas conversaciones (que en este caso se prolongan demasiado en la presentación de los personajes y se tornan repetitivas), el conflicto encerrado entre cuatro paredes, el personaje que no es quién dice ser, y las aperturas eternas de los créditos. No esperaba una reinvención de Quentin Tarantino, pero sí que hiciera algo diferente con su elementos característicos. En el elenco reaparecen algunas caras que hace mucho no veíamos en la gran pantalla (como Michael Madsen), y me parece que la actuación y el casting está en un muy nivel en esta película. A pesar de lo anterior, la película es llevadera y se sostiene por sí misma. Es un drama pero tiene muchos toques de comedia, un desenlace con mucho gore y sangre (que muchos esperamos siempre en las películas de Tarantino), y elementos de sorpresa que distienden diferentes situaciones. Esta película también significaba el retorno de Ennio Morricone al género del western, sin embargo a mi parecer, está desperdiciado su talento, y la banda sonora no se acerca ni un ápice a la memorable de Kill Bill Vol I y II o de Pulp Fiction. Puntaje: 6 -En esta ocasión, Tarantino peca por su ego. Realiza una película “bonita” en términos cinematográficos, pero su guión no logra convencer del todo y su historia se termina perdiendo en lo que alguna vez fue uno de sus mejores atributos: las largas conversaciones, diálogos y monólogos.
¿Alguien pidió una nueva película de Steve Jobs? O tal vez será mejor preguntarse ¿por qué hacer una nueva película de Steve Jobs? Luego del fracaso comercial de Jobs (con Ashton Kutcher) y de iSteve (comedia satírica con Justin Long) , de la publicación de la gran biografía de Isaacson, y de los 9 documentales basados en su vida y creación, creo que esta historia estaba un poco agotada. Cuando Danny Boyle agarró el guión de Aaron Sorkin, sabía que tenía que encontrarle la vuelta de alguna u otra forma: tenía que conseguir grandes actores, una historia diferente de la que se venía contando, y una forma de contarla diferente también. Todas las consiguió, pero el producto final resultó no ser tan interesante como debería haber sido. Basada en el libro biográfico de la vida de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson, la película nos lleva literalmente detrás del escenario de los tres lanzamientos de los productos más importantes en la historia de Jobs y de Apple: La computadora personal Macintosh (1984), la computadora NeXT (1988), y la iMac G3 (1998). En estos tres eventos, Jobs se irá encontrando con diferentes personalidades que marcaron de alguna u otra forma su vida, como el co-fundador de Apple Steve Wozniak (Seth Rogen), el CEO de Apple que lo despidió de su propia empresa John Sculley (Jeff Daniels), y finalmente la relación con su hija Lisa y su ex-novia, el verdadero trasfondo emocional de la película. En todo momento, Jobs está acompañado de Joanna Hoffman (Kate Winslet), una ejecutiva de marketing que siempre intenta que él sea una mejor persona. Algunos de los eventos y diálogos están distorsionados para ajustarse a las escenas, pero eso es algo que esperaba y no me sorprendió del todo. La película es un concepto interesante ya que tiene una gran pasión y entusiasmo, diálogos rápidos que fluyen con algunas frases memorables, mantiene el ritmo entre las presentaciones utilizando interesantes placas coloridas y recortes de noticieros para resumir los acontecimientos que ligaban un evento a otro, y música interesante que se compromete con el relato para enaltecerlo. Pero en algún momento de la película Jobs dejó de ser interesante, la historia dejó de ser entretenida, y los personajes se tornaron monótonos y unidimensionales entre tanto diálogo y poca acción. Para sumar a eso, el happy ending en el que Jobs se amiga con su hija, se da cuenta de sus problemas, y se vuelve en una gran persona es totalmente ficticio, forzado, e innecesario. Puntaje: 7
Ha habido un despertar en la fuerza. Hace un par de años cuando nos enteramos que Disney había comprado Lucasfilms, sabíamos lo que venía. La expectación era muy alta, la emoción mayor. Mientras pasaban las semanas, nos iban llegando noticias, la identidad del director, información del elenco que volvía y de los nuevos, fotos de las naves, los primeros trailers, y nuestro hype crecía inmensurablemente. Creo que nunca había ansiado ver una película como lo hice con Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Es más, hace unos años yo había comprado la edición en blu-ray de la saga, y hace unos meses nos empezamos a juntar, una vez por semana, con amigos cinéfilos, para refrescar el contenido. Por otro lado, la presión de esta película era enorme. Pensemos en todos los fanáticos que pedían desde hace años una nueva película, que finalmente iban a poder disfrutar. No podía salir mal, no debía salir mal. Pero ¿de qué trata esta nueva aventura? 30 años después de la derrota del Imperio, un nuevo grupo vuelve para completar lo que alguna vez Darth Vader y compañía empezaron, llamado La Nueva Orden. Del otro lado, está la incansable Resistencia, el grupo de rebeldes liderados por la generala Leia Organa. Al ver que el lado oscuro de la fuerza se está volviendo a despertar, no les queda otra opción que buscar a Luke Skywalker, el último Jedi, que luego de fracasar en su intento de volver a iniciar la orden Jedi, se retira a un planeta lejano. El mejor piloto de la resistencia, Poe Dameron, es enviado a Jakku para recuperar información esencial para encontrar a Luke, pero La Nueva Orden hará hasta lo imposible por frustrar sus planes. Nuevos personajes irán surgiendo, como Rey, Finn, Maz Kanata, el simpático BB-8, y los temibles villanos Kylo Ren y el general Hux. Pero también volveremos a ver a viejas caras conocidas, como la mencionada ex-princesa Leia, Han Solo, Chewbacca, C-3PO y RD-D2. Debo decir que me sentí como un niño desde que se apagaron las luces. La estructura, los diálogos, la acción, las batallas, están basados en las tres películas originales, y están diseñados para que le llegue al espectador hasta la última fibra emotiva. Esto a muchos podría sonar como un truco o una maquinación marca Disney para vender más entradas. Y por un lado si lo es, pero también es lo que querían los fanáticos ¿o no? Hace unas semanas el mismo George Lucas, luego de haberla visto, declaró que no es la película que él hubiera hecho, pero sí la que le iba a gustar a los fanáticos. ¿La película es predecible? Muchas cosas sí, pero no me dió tiempo de ponerme a pensar en las acciones. Mi mente estaba enfrascada en los personajes, en las acciones, en lo peligros y en los descansos cómicos del genial Han-Solo. ADVERTENCIA – CONTIENE ALGUNOS SPOILERS Los personajes debe ser lo más destacado del guión escrito por J.J. Abrams, Michael Arndt (Toy Story 3, Little Miss Sunshine, Hunger Games 2) y Lawrence Kasdan (Star Wars Ep, V y VI, Indiana Jones). Rey es una joven recolectora de chatarra, esperando que su familia vuelva a buscarla. Su ingenuidad y el descubrimiento de los mundos fuera del desértico Jakku, nos remite inmediatamente al joven Luke Skywalker en Episodio IV, que se ve obligado a abandonar el planeta de Tatooine para salvar a una joven princesa que vió en un holograma en R2-D2. Luego tenemos a otro de nuestros protagonistas, Finn, o también conocido como FN-1128, su nombre de Stormtrooper. Es un soldado de la Primera Orden, como otros miles de soldados vestidos en el uniforme blanco, que luego de enfrentar su primer batalla y ver a uno de sus hermanos morir en sus brazos, decide abandonar la única vida que conoce y adentrarse al espacio profundo. Y finalmente el hermoso personaje de Kylo Ren, el hijo rebelde de Han y Leia que luego de fracasar en su entrenamiento con su tío Luke, se inclina por el lado oscuro de la fuerza para ser un alfil más en la guerra del líder supremo Snoke. Kylo Ren es por lejos el personaje más interesante en esta nueva saga. Por un lado vemos a este monstruo, con una máscara y estilos similares a Darth Vader, temido por todos y con un gran poder oscuro. Pero por el otro lado, cuando se saca la máscara, vemos a un niño perdido, luchando en contra de los impulsos que siente hacia el lado de la fuerza, que extraña a su padre y a su madre, pero que siente una responsabilidad muy grande al querer llenar el gran espacio que dejó su abuelo, Darth Vader. La música vuelve a estar impecable de la mano de John Williams, el genio que nos realizó las bandas sonoras legendarias de Star Wars, Indiana Jones, Jurassic Park y muchas otras. Otro gran aspecto para destacar, es algo que se vió muy criticado en las precuelas: El Despertar de la Fuerza utiliza muchos efectos mecánicos y materiales reales para los diferentes extraterrestres, las naves, etc, que claramente es superior a cualquier efecto digital que tal vez pierda cierta calidad con el paso de los años. Sinceramente J.J. Abrams cumplió con lo que se esperaba. A pesar de haber dudado en algún momento de agarrar este hierro caliente, fue el director adecuado en el momento adecuado. Utilizó muchas de las ideas y estructuras viejas y las transformó en algo fresco para este nuevo episodio. Los personajes y los diálogos son entrañables, y al terminar la película, sentí la necesidad de saber que viene, Puntaje: 10- Increíble, era todo lo que me esperaba para esta nueva entrega de la saga de Star Wars.
Es dificil pensar en una adaptación cinematográfica de los cómics de DC, si tenemos en cuenta la gran importancia que tienen sus personajes en la cultura pop mundial. Creo que hoy en día no hay nadie que no conozca a los personajes de Batman, Superman, Flash o la Mujer Maravilla. Podemos tomar como ejemplo a Superman: Regresa, película de 2006 que a pesar de tener un gran director, actores y una alto presupuesto, hizo agua por todos lados. Sin embargo acá estamos, en Argentina en el 2015. Mientras que por un lado se estrena el tráiler final de ‘Batman V Superman’ con su grandes explosiones, sus grandes monstruos y sus grandes actores, acá se estrena Kryptonita del director Nicanor Loreti. ¿Como haces para comprar estás producciones? Fácil, no lo haces. Estamos hablando de diferentes ligas. Estamos hablando de comparar Hollywood y sus producciones de más de $200 millones de dólares, con esta que seguro no superó los $10 millones de pesos. Y creo que eso es lo que le da aún más mérito a Kryptonita, por cómo está realizada, contada y dirigida. Pero empecemos primero a contar de qué se trata. El Tordo es un doctor que trabaja como “nochero” en un hospital, cubriendo los turnos de noche de otros médicos a cambio de un poco de plata, junto con una enfermera veterana llamada Nilda. Una noche como cualquiera, un grupo de personajes variopintos entran en la sala de emergencias, cargando a su líder que se encuentra al borde de la muerte. De a poco vamos descubriendo que esta banda no es un grupete más de delincuentes, sino que tienen ciertos poderes y habilidades especiales que los hacen únicos en el mundo. Ellos deberán sobrevivir la noche, esperando que su líder no muera, mientras que afuera del hospital los espera la policía, lista para atacar. La premisa de esta película, basada en la novela homónima de Leonardo Oyola, es la de que hubiera pasado si la nave de Superman, proveniente del planeta Kriptón, no hubiera caído en Smallville, sino en el conurbano Bonaerense. De esta forma su nombre no se convierte en Superman, sino en Nafta Súper. Esto pasa con todo el resto de los que originalmente serían los otros miembros de la Liga de la Justicia: La Mujer Maravilla es Lady Di, Linterna Verde es Faisán, Flash es Ráfaga, Batman/Bruce Wayne es El Señor de la Noche/Federico, el Detective Marciano es Juan Raro y Cuñataí Güirá es la Chica Halcón. También tenemos la posibilidad de ver a Peter Capusotto interpretando al Guasón, y a Sebastián De Caro como el detective Gordon. Debo confesar que ya había leído el libro de Oyola y me había gustado mucho la adaptación de los personajes a Argentina, y me sonreía cada tanto al encontrar ciertos detallitos muy bien transformados a un tono más sudamericano, pero más en particular, argentino. Este Superman no es este tipo perfecto, es un ladrón, un asesino, pero de buena naturaleza, una especie de Robin Hood con un código moral un poco retorcido. Lo mismo va con todos los personajes, sabemos que son “maleantes”, pero que son buenos, y uno empatiza con eso, y con su esperanza de que todo vuelva a estar bien. La acción principal sucede en el hospital, pero con los recuerdos de los diferentes personajes vamos explorando sus orígenes, en una especie de flashbacks presentados de una forma super-comiquesca, casi o muy parecida a lo presentado por Sin City en 2005, salvo que un poco más colorido. Las actuaciones fueron algo que me sorprendieron mucho, y se sintieron muy reales. Yo sinceramente no soy muy fanático de las actuaciones del cine argentino, ya que siento que la mayoría no están bien interpretadas, y me parecen patéticas y totalmente falsas. Aunque esto también es en parte culpa de los diálogos que les proveen a los actores. Sin embargo, acá logran convencer, haciéndonos sentir la soledad y los problemas de una sociedad que está atada con alambre y podrida por todos lados. Y eso que estamos hablando de una adaptación de una adaptación de un cómic, lo que me parece brillante. Decepcionó un poco el Guasón de Capusotto por el poco protagonismo que tiene, y Sebastián De Caro que parecería que está ahí sólo por el hecho de ser quién es y no porque tenga alguna capacidad actoral. El ritmo que consigue el director, las tomas, y la música sintética hacen que la película pase volando (igual, dura sólo 1:20), mezclando acción, comedia y drama en partes iguales. Me gustó, la disfruté, y me sorprendió. Sin embargo tal vez el público que no sigue los cómics o las historias de DC, no comprenda muchos de los detalles que forman esta historia, y tal vez se podrían perderse de mucho de la trama. Puntaje: 9 – Grandes actuaciones y una gran dirección hacen que esta se convierta en una de las mejores películas argentinas del año.
El Crazy Che es un documental dirigido por los directores Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi, que nos cuenta una historia tan disparatada sobre un personaje aún más particular, que parece salida de una película de ficción. Nuestro protagonista es el argentino Guillermo Gaede, que luego de una infancia en Argentina se fue con su familia a vivir a Estados Unidos en la década de los 60s. Como muchos de los que crecieron en Latinoamérica en esa época, él admiraba al Che Guevara y seguía al movimiento comunista, particularmente el cubano. Recordemos que estaba viviendo en el Estados Unidos de Kennedy de la guerra fría, entonces no podía expresar abiertamente sus preferencias políticas. Alrededor de los 70s recibe la noticia de que en Sillicon Valley había muchísimo trabajo por el auge de las empresas de computación y decide mudarse con su esposa y sus hijos. Ahí consigue trabajo en una empresa de microchips: AMD. Una vez adentro, él ve la posibilidad de ayudar a Cuba, la rebelión y al comunismo, enviándoles información sobre los microchips con los que estaba trabajando. Pero recordemos que Guillermo era un don nadie: no tenía conexiones con ningún cubano, no estaba afiliado a ningún partido, sólo era una persona común y corriente. Entonces ¿cómo te convertís en un espía del comunismo? Guillermo le llevó algunos planos a un representante cubano en Estados Unidos. Ellos al principio consideran que es una trampa del gobierno de Estados Unidos, pero luego se dan cuenta de que la información que les estaba pasando Guede era demasiado valiosa para el gobierno cubano y el resto del mundo comunista que estaba atrasado por casi 10 años en estas tecnologías. Asi es como empieza a traficar información de microchips por mucho tiempo, hasta que decide ir a Cuba a “conocer mejor la rebelión”. Claro, cuando llega allá se da cuenta de que la rebelión es una mentira, de que había mucha pobreza, mucha gente pasando hambre, y que todo lo que le vendían era falso. En colaboración con un grupo de espías cubanos también descontentos con el gobierno de la isla, Gaede se ofreció para colaborar con la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero el pacto, que también incluía al FBI, duró poco porque los estadounidenses no confiaban en la información que les proveía Guede. Asustado, Guillermo ‘Bill’ Gaede utiliza sus conocimientos de espionaje tecnológico para vengarse y vender tecnología de otra empresa -Intel- a China e Irán con un valor estimado de $20 millones de dólares. Fue esa venta la que eventualmente lo llevó a ser juzgado y encarcelado. El documental está contado por los protagonistas: el particular Guillermo Gaede, su hermano, su esposa, compañeros de trabajo y reporteros estadounidenses. Hay muchas entrevistas, videos de archivo, y recreaciones animadas, bien dosificadas, que cuentan la historia de una forma detallada y fluida, y la historia se acerca a un ridículo tal que parece inverosímil, pero eso es la que la hace más interesante. Pero más interesante son las cosas que lo llevan a seguir con todo esto, sus motivaciones. Y a pesar de poner en riesgo a su familia y a sus hijos el en todo momento dice: “Lo tomé como un juego. Era algo que me salía bien, así que lo seguí haciendo. Pero nunca temí por mi vida”. Tremendo.
M. Night Shyamalan es un director que venía muy golpeado. Después de empezar su carrera con películas increíbles como Sexto Sentido, Señales y El Protegido, se ganó apodo de “el nuevo Spielberg” tanto por la crítica como por los espectadores, y hasta algunos se arriesgaron a compararlo con Hitchcock. Sin embargo, algo salió mal en el camino. Muchos dicen que empezó con La Aldea, que a mi me pareció tremenda -y mucho mejor cuando la volvía a ver años más tarde- pero es claro que con La Dama en el Agua las cosas ya no eran las mismas para Shyamalan. Su siguiente proyecto un gran fracaso, pero no fue hasta The Last Airbender que lo vimos tocar el fondo con una terrible adaptación. Finalmente, After Earth fue una película chata donde mostró su gran incompetencia como director y volver a ver algo de Shyamalan en los cines sonaba como una locura -y un suicidio comercial por parte del estudio que ponga la plata. Sin embargo, hay algunos estudios que deciden arriesgarse en el cine. Este es el caso de Blumhouse, un estudio que se especializa en hacer producciones independientes con muy bajo presupuesto y luego sacarlas al mercado a través del sistema de distribución de los grandes estudios. Su primer acierto fue Actividad Paranormal en 2009, con un presupuesto de $15000 dolares y generando $193 millones mundialmente. Así también hicieron Insidious, The Purge, Sinister y finalmente en 2015 se decidieron arriesgar con Los Huéspedes, un guión escrito por M. Night Shyamalan con un presupuesto de sólo $5 millones de dólares -más o menos para que tengan con qué comparar, After Earth tuvo un presupuesto de $130 millones. Luego de esa introducción podemos empezar a hablar de lo que nos compete. Los Huéspedes trata de dos hermanos que van a conocer a sus abuelos por primera vez, mientras su madre se va a un crucero con su novio. Uno de los niños, Becca, decide filmar un documental sobre sus abuelos para ayudar a su madre a superar algunos traumas de su pasado, y también para conocer algo más de sus abuelos. Pero, mientras transcurre su estadía, los niños van descubriendo oscuros y extraños secretos. La película empieza su transcurso lentamente, con la madre de los niños siendo entrevistada frente a la cámara. Este es un recurso muy válido que vamos a ver repetidamente a lo largo del film, por el medio del cual el director nos va contando información de los personajes relevante para la trama y que más adelante tendrán relevancia. Luego, de a poco los niños van descubriendo cosas de sus abuelos, como un juego. Esto de espiar a los más grandes, a lo desconocido, tal vez deseando encontrar algo raro y malo. Por supuesto que los abuelos responden a esta inquietud, generando más preguntas y dudas sobre su bienestar, y generan más y más suspenso en el espectador. El recurso de cámara en mano -que hoy ya se ha convertido en un género de por sí- está muy bien empleado y se diferencia de otras películas como Cloverfield, en donde algunos movimientos de cámara se ven muy forzados. Acá sentimos que son los niños que llevan las cámaras, se puede comprender el nivel de habilidad de encuadre fotográfico que puede llegar a tener una persona de esa edad, aunque en algunas tomas, por la necesidad de la escena, podemos llegar a entrecerrar los ojos diciendo “¿justo se le cayó la cámara y quedó apuntando hacia donde están sucediendo las cosas? Que conveniente…”. Los actores interpretan muy bien los roles y establecen los dos “equipos”: Los abuelos y los niños. Los abuelos, estas personas que son familiares de nuestros protagonistas pero que sin embargo también son desconocidos, que parecieran ser buenas personas pero que muestran ciertos comienzos -o no tanto- de demencia senil. Lo aparentemente bueno, salpicado de algo que está muy mal. Y luego los tenemos a los niños, esta pareja dispareja que se desprecian, pero que sin embargo al momento de verse en aguas turbias se juntan y se convierten en algo más fuerte. Los momentos de tensión y de “susto” están muy bien construidos y el ambiente de miedo y suspicacia de los niños es palpable en todo momento. Al finalizar el film vi muchas cosas Shyamalan, algunas relacionadas con Señales, otras con la Aldea. Algunos momentos o partes de la trama que me hacía volver a esos films. Y no lo digo de forma positiva, sino tal vez como un recurso que el director vio que funcionó bien alguna vez y replicó en este guión. Sin embargo al final de cuentas quedé muy contento con el resultado (los últimos 20 minutos son lo mejor, a mi parecer), y contento también porque parecería que Shyamalan está recuperando la confianza que una vez supo tener para abordar proyectos cinematográficos. Y si bien esta película no está a la altura de ninguno de sus mejores proyectos, si supera ampliamente a sus cuatro últimas películas que estuvieron en un nivel muy bajo. M. Night Shyamalan podría estar de vuelta. Ya se sabe que tiene un nuevo proyecto (creo que en estos momentos lo está filmando) con el actor James McAvoy como protagonista y que de a poco los estudios vuelven a confiar en él. Lo que tiene que hacer ahora es reever los errores de su pasado, aprender y corregir, y esperemos que nos pueda volver a sorprender como alguna vez lo supo hacer. puntaje: 6 – Si bien tiene buenos momentos y un buen final, la película le queda chica a Shyamalan.