Curas, feligreses y pecados Muy importante es el aporte de Brendan Gleeson en este film llamado Calvario cuyo desarrollo le hace honor a su título. Guión y dirección de John Michael McDonagh, hermano de Martin, aquel encargado de cintas como In Bruges y Seven Psychopaths. Ambos directores tienen un modo similar en cuanto al tono con el que tiñen sus productos, con pinceladas de un singular humor negro de esos que no suscitan risas pero definen un estilo. James (Gleeson) es un cura que un día recibe una amenaza de un sujeto que acusa haber sido víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando era pequeño. Así comienza Calvario, con una escena inicial que impacta apenas pronunciada la primera frase de la narración. Crudas y fuertes son las confesiones que da este feligrés, incomodando además al espectador. Lo provee a nuestro protagonista de unos días para que ponga en orden sus asuntos y luego lo asesinaría el domingo porque “matar a un cura inocente sí sería noticia”. Tras ese chocante prólogo, la cámara no se aleja de Brendan Gleeson y nos invita a seguirlo en cada uno de sus movimientos y visitas a diferentes sitios e individuos con los que se encuentra. John Michael McDonagh aborda las identidades de una serie de personajes bastante excéntricos, desde un barman, pasando por un millonario acongojado hasta llegar a un taxi boy. Cada uno de ellos posee un comportamiento casi de rebeldía o de desazón, en mayor o menor grado, hacia la iglesia y las cuestiones que rodean a esta. La ironía y la acidez están a la orden del día en los desprejuiciados diálogos que mantienen entre los participantes, pero también existe un enfoque más profundo y reflexivo, sacando a relucir el drama, el género que predomina en el relato. El perdón está subestimado, parece ser uno de los lemas de nuestro intérprete principal. James escucha y atiende a distintas personas que confirman y cuentan que han pecado. No siempre su presencia y sus sugerencias llegan a buen puerto. El pesimismo y la deshumanización por momentos reinan en las expresiones de quienes se ven implicados en los eventos. Remordimientos y arrepentimientos, algunos, pero a la vez la duda hacia los postulados religiosos. En la proyección de McDonagh, tanto la crítica contra la iglesia como el cuestionamiento y el prejuicio en torno al sacerdocio tienen sus apariciones. Con un Gleeson sobresaliente, Calvario resulta interesante y dura en partes iguales. Una cinta en la que muchas de sus líneas o conversaciones quedan retumbando en la mente del observador. LO MEJOR: Brendan Gleeson, de convincente y entrañable interpretación. Acompaña en buena forma Kelly Reilly. Los diálogos, la forma en que está contada la historia. LO PEOR: algunas secuencias tal vez de relleno. PUNTAJE: 7
Un prólogo extenso Ese personaje femenino y aguerrido llamado Katniss Everdeen, compuesto por Jennifer Lawrence, ha sabido ganarse el respeto y sobre todo el fanatismo de fieles seguidores/as de una de las sagas juveniles contemporáneas más exitosas. Lo que supone el cierre de Los Juegos del Hambre se divide en dos entregas (así como también ocurrió con la saga Twilight y con la de Harry Potter). Sinsajo – Parte 1 representa el prólogo de lo que luego estallaría en la próxima cinta. Más allá de que se trate de una producción correctamente efectuada, carece de la fuerza y de la intensidad necesaria como para mantener cautivado al espectador, siendo el punto que más en contra le juega a la hora de ocasionar interés. Dos horas de duración dentro de las cuales la irregularidad y los cambios de ritmo (en oportunidades bruscos) parecen manifestarse con bastante recurrencia. En la película dirigida por Francis Lawrence, una escena poseedora de tensión es cortada abruptamente para introducir al espectador en otra en la que las cosas se desarrollan con parsimonia desde los diálogos, filtros de colores y música. Es casi una constante que acentúa las vertientes y que a la vez desconecta. Más allá de algunos componentes que la desestabilizan, la historia tiene instancias en las que se hace sentir la buena labor de realización, de una factura técnica que da la sensación de ir en nivel creciente de una entrega a otra. La transformación de Katniss sigue en pie, volviendo a sacar a la luz su perfil guerrero. Sinsajo intercala la supervivencia con la rebelión en masas, pero todo de una manera muy introductoria. Se trata simplemente de la entrada al plato principal, ese que amenaza con dejarnos más satisfechos y con explotar en todas sus dimensiones. Vale mencionar que desde el flanco actoral, la obra sale bien parada, tal vez mejor que en las precedentes. En este aspecto siempre resulta entrañable observar al fallecido Philip Seymour Hoffman, aquí con apariciones esporádicas pero cumpliendo con holgura, como de costumbre. Una Julianne Moore de aspecto envejecido acapara determinadas secuencias y da gusto verla compartiendo otra vez espacio con el mencionado actor de The Master. En este tipo de presentaciones suele reinar una pregunta que abre el debate y pone en duda la necesidad de la fragmentación del material correspondiente al último libro en dos episodios. Unos aproximados 125 minutos de metraje resultan excesivos para lo que Sinsajo – Parte 1 se aboca a narrar. Un preámbulo extenso que saca unos puntos extra por la calidad de sus intérpretes y por dos o tres situaciones con las que la intensidad oculta en casi todo el relato asoma brevemente. LO MEJOR: los personajes. Las actuaciones. Buena factura técnica. LO PEOR: carece de tensión. De tranco muy lento. Intermitente. Inferior a las entregas anteriores. Demasiado introductoria. PUNTAJE: 5
Detrás de las noticias… y del morbo Dan Gilroy lanza su ópera prima desde la faceta de director (como guionista se lo había conocido por proyecciones como The Bourne Legacy, por ejemplo), construyendo una propuesta impecable. Primicia mortal (Nighcrawler) ya asomaba de forma atractiva y prometedora desde lo que exhibía su poderoso y enérgico tráiler. Se trata de un film con muchos aciertos. Uno de los tinos principales radica en la elección del versátil Jake Gyllenhaal como protagonista, quien se muestra ojeroso, exaltado y cada vez más desquiciado con el correr de los minutos. El actor de Enemy, Prisoners, Source Code y otras tantas cintas, vuelve a lucirse llevando a cabo una interpretación descomunal con la que la obra obtiene unos puntos extra, cobrando mayor prestigio y calidad. La historia nos enseña el andar de Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un joven que intenta ganarse la vida sin demasiado éxito al no encontrar trabajo. Una noche se encuentra de cara a un accidente y al presenciarlo, descubre el trabajo de quienes se encargan de filmar lo acontecido para ofrecerlo a los medios de comunicación. Es entonces cuando decide promoverse como “freelance” en el mundo del periodismo criminalista. Su perseverancia por el perfeccionamiento lo lleva cada vez con más fuerza hacia límites insospechados, tornándose un sujeto tan peligroso como las propias calles de Los Ángeles. ¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona con total de ganarse un puñado de dólares? La pregunta se responde con los hechos y movimientos que emprende Lou, sólo entendibles si lo analizamos desde su perverso comportamiento, ese que lo ubica dentro de lo que se denomina sociopatía. Los sociópatas son manipuladores, mentirosos por excelencia e impulsivos. Dan la apariencia de ser amables y cumplidos, pero su grado de crueldad y misantropía se encuentra siempre presente, a punto de salir y exponerse en cualquier momento. Gyllenhaal da que hablar y su personaje mete miedo. La primera escena que lo vincula deja apenas un vestigio de lo que puede comenzar a dar. Ese muchacho con cara de bonachón no tiene frenos; tampoco reconoce lo malicioso como propio ni se siente culpable de sus acciones. Otra imperdible y memorable actuación que consolida a quien encarnó a Donnie Darko aún más en su carrera. Primicia mortal se vale de la astucia de Dan Gilroy para abordar los acontecimientos desde la sátira, evidenciando una fuerte crítica hacia el papel de los medios e ilustrándonos como éstos no tienen escrúpulo alguno a la hora de llamar la atención y convocar a la audiencia. Las noticias con primeros planos sobre cuerpos ensangrentados y hechos de violencia se insertan en la pantalla televisiva, con todo el morbo que ello genera. Lou y otros tantos reporteros y/o camarógrafos están siempre merodeando las zonas en donde el crimen toma forma, entrometiéndose en los acordonamientos policiales e introduciendo el ojo de su cámara donde el asunto se advierta más truculento, para luego vender el material como pan caliente a las agencias. La película cuenta además con una excelsa labor de fotografía que hace que las escenas se perciban en todo momento retorcidas, fiel al estilo malsano y feroz que sugiere la historia. Bañada de algunos pasajes de comedia negra y con firmes acompañamientos de Rene Russo, Bill Paxton y Riz Ahmed, el film redondea una performance más que favorable, a pesar de que quizás al metraje le sobren algunos minutos. Un ejercicio que no está tan alejado de la realidad, en donde los sucesos de mayor poder de perturbación son los que los noticiosos desean para generar un golpe de impacto y acaparar el enfermizo interés de los televidentes. LO MEJOR: la bestial y descollante actuación de Jake Gyllenhaal. La sátira sobre el papel de los medios. De muy buena factura técnica. LO PEOR: da la sensación de que cuesta darle un cierre. PUNTAJE: 9
Hoffman + espionaje El film dirigido por Anton Corbijn podrá tener sus contras o elementos que provoquen algunos declives en su desarrollo, pero se las ingenia para salir adelante y reponerse a dichas recaídas. Lo concreto es que se trata de un thriller de espionaje basado en una novela John le Carré, un especialista en la materia. Vale destacar que la presencia del fallecido Phillip Seymour Hoffman realza el status de la proyección (como solía suceder con cada aparición del protagonista de Capote en cualquier cinta) a base de una actuación solvente, firme y por demás sobria. En El hombre más buscado, un joven mitad checheno, mitad ruso, arriba a Hamburgo con aires de misterio en su andar. Al parecer reclama la herencia de su padre, despertando y alertando a agencias de seguridad. La duda se focaliza en saber si el inmigrante representa un peligro inminente o si es una simple e inocente víctima. En los relatos sobre espías y todo lo que rodea a ese peculiar universo, la dinámica no es un componente que cobre forma ni mucho menos. Lo importante aquí radica en saber cómo mantener expectante al observador y cómo abordar los acontecimientos. Si el ritmo es pausado pero existe una inquietud que movilice e incite a seguir la historia con atención, todo se hace más fácil de digerir. En la obra de Corbijn el nivel de interés varía conforme avanzan los minutos y las dificultades para enlazar al espectador se perciben con notoriedad. El director comienza de buena forma y se muestra dúctil a la hora de exhibirnos un producto atmosférico. Sabe, desde el arranque y hasta la primera mitad del film, cómo dosificar lo enigmático; para ello nos regala algunos pequeños trozos de lo que acontece y, cuando algo aparenta revelarse, de inmediato nos transporta a otra instancia con hábiles cortes de escena. Hoffman se carga prácticamente la película al hombro y nos transmite seguridad en cada una de sus intervenciones. Contagia y conecta; sus expresiones, su manera de moverse y de gesticular se siente natural, enalteciendo su figura. Es atinado mencionar a un reparto que lo escolta con consistencia. Nina Hoss (Barbara), Willem Dafoe, Rachel McAdams, Daniel Brühl, Robin Wright y Grigoriy Dobrygin realizan un gran trabajo acompañando a nuestro intérprete central. El hombre más buscado funciona por su capacidad narrativa y por los modos con los que palpa y vuelca a la pantalla lo relacionado con el espionaje y la investigación. Una historia que nos enseña lo frío y calculador que se requiere ser para sacar adelante un caso específico. Dos horas de metraje distribuidas entre diálogos, indagaciones, contactos y suposiciones. No hay lugar para la acción, sí para algún que otro giro argumental, pero no de elevado calibre. Queda la sensación de que se podría haber apelado a cimentar secuencias de mayor poder de tensión, material existía de antemano para lograrlo. A pesar de sus defectos, la película de Corbijn pesa más gracias a la condición interpretativa de quienes conforman el elenco y a su aptitud para sobreponerse, de cara al desenlace, a las pendientes que se evidencian hacia la mitad del relato. LO MEJOR: Philip Seymour Hoffman y otra notable labor. Bien narrada. Toma envión y fuerza hacia el final. LO PEOR: carece de nervio o tensión. Sufre ciertos declives. PUNTAJE: 6,2
El protector Jason Statham se ha convertido en uno de los máximos exponentes del cine de acción contemporáneo. En cada film que le toca protagonizar da la sensación de realizar el mismo papel, el de tipo duro, demoledor, ese al que provocan (a veces innecesariamente como aquí en Homefront) y que responde con una dosis aleccionadora de golpes y tomas variadas. En esta oportunidad, bajo dirección de Gary Fleder y con guión de otro gran ícono en el género como Sylvester Stallone, nuestro protagonista encarna a un ex agente de la DEA que, tras un paso no del todo certero en su última misión encubierta, decide alejarse del vértigo que le suponía dicha labor para comenzar una vida tranquila junto a su hija. Homefront funciona mejor para todos aquellos seguidores del recio estilo de Statham aunque, a decir verdad, no se trate de una de las mejores proyecciones en que haya participado ni mucho menos. La historia, portadora de una introducción llevadera y amena, comienza a evidenciar algunas falencias en cuanto al ritmo elegido para exponer las situaciones que se desarrollan. A cada evento que se haya valido del impulso otorgado por una mínima bocanada de tensión, le sigue un declive notorio que hace que la narración avance a trompicones. La apelación a ciertas pinceladas de drama se siente algo forzada, topándonos con instancias que en su afán de añadirle desdicha al relato resultan poco pulidas. Este es un elemento que le juega en contra y le quita fuerza de enlace al asunto. La película propone como punto de inflexión la venganza en un pueblo cuyos habitantes se rigen o se mueven por el enfado y el deseo de redención. James Franco oficia como villano de turno construyendo un personaje que se hace odiar rápidamente pero, si bien redondea una aceptable performance, no contagia de lleno al espectador. Las miradas se las lleva Statham, como en cada film que encabeza, siendo el encargado de defenderse de manera avasallante, repartiendo golpizas por doquier. Homefront cuenta con una trama sencilla y poco novedosa que encuentra sus mejores formas cuando se aboca de lleno a las escenas más punzantes y de mayor éxtasis. Es en esos pasajes donde realmente se aprovecha la presencia del actor de Parker. En líneas generales, se trata de una cinta de buen desempeño en lo que la define como ejercicio de acción, que lamentablemente sufre la opacidad que le otorga su intermitencia. Queda la sensación de que se podría haber exprimido un poco más la idea y entregar una aventura todavía más ágil. LO MEJOR: Statham y los momentos de acción. LO PEOR: irregular en su desarrollo. No aporta nada nuevo. PUNTAJE: 5
Fanáticos agradecidos Vuelven Harry y Lloyd, para sorpresa de seguidores de Tonto y Retonto, una película que significó una suerte de clásico, dentro de una manera específica de hacer humor, para un cúmulo de seguidores. En 1994, los Farrelly se la jugaron con un torbellino de gags desopilantes repartidos entre distintas formas de irreverencia e incorrección política, algo que para muchos resultó un sinfín de risas y carcajadas, mientras que para otros una ridiculez absoluta. Si bien han transcurrido veinte años, en Tonto y Retonto 2 las cosas no cambian demasiado respecto de la proyección que sirvió de apertura; los chistes mantienen el mismo nivel de grosería y el desarrollo de la historia se percibe también muy similar al de la cinta de los ’90. La fórmula se repite, probablemente con menos poder sorpresivo, pero es correcto afirmar que se trata de una más que digna secuela que funciona especialmente para entendidos y fanáticos de la predecesora. Para quienes no le encontraron gracia a la primera será mejor abstenerse. Harry necesita un trasplante de riñón. Recibe una misiva que parece indicarle que ha sido padre tiempo atrás, por lo que no tiene mejor idea que intentar localizar a su hija para que ésta le done su órgano. Es entonces cuando nuestros protagonistas emprenden un nuevo y alocado viaje, con sus limitaciones y trastornos a cuestas. Jim Carrey se roba una vez más todas las miradas y es el principal responsable de los momentos más hilarantes que tienen lugar en la historia. El canadiense es el as de la expresión corporal y de las muecas, a niveles inalcanzables para cualquier otro comediante. Es capaz de generar un estallido de risas a partir de lo caricaturesco en que puede convertir sus gestos. Jeff Daniels lo acompaña de buena forma, se trata de un dúo unido por un gran feeling. Los hermanos Farrelly vuelven a arrasar como una topadora a la hora de dejar su sello y tono humorístico; exponen de modo desenfrenado una serie de situaciones nuevamente vulgares y desagradables que harán descuajeringarse a más de uno. Bromas o bocadillos hay para elegir, algunos algo reiterativos y poco novedosos; otros no muy inesperados pero jugosos. En la balanza pesa mucho más lo que hay por disfrutar y reír que lo que no contagia. Tonto y Retonto 2 se trata de una segunda parte que ofrece más de lo mismo pero en porciones sabrosas, de las que vale la pena repetirlas. Así como sucedía con la primera, y siempre abarcando el universo comprendido por quienes la apreciaron, resulta de esas comedias que se pueden ver varias veces y gozarlas del mismo modo. Aquí no hay lugar para desmenuzar agujeros en la trama ni nada por el estilo, es simplemente un producto cuyo único propósito es el de brindar entretenimiento a base de eventos sumamente desopilantes. LO MEJOR: se asemeja a la primera entrega. La química entre Carrey y Daniels. Momentos de carcajadas. Se pasa rápido gracias a su llevadero ritmo. LO PEOR: algunos chistes reiterativos. PUNTAJE: 8
Pasará lo que tenga que pasar Christopher Nolan vuelve al ruedo tras dos años para sumergirnos en una odisea visual de las que fascinan y de las que además dan que hablar. Su cine viene dividiendo aguas, y esta no es la excepción, incluso es factible que se trate de su obra más compleja y audaz. Interstellar para muchos representa una pericia impresionante e inolvidable; para otros (probablemente los que se agrupen en la minoría), una cinta discutible. Dentro de este último bando, existen quienes se jactan de que el director apela a un lenguaje demasiado científico, acusándolo de rebuscado. Si bien es cierto que en determinados pasajes da la sensación de que cuesta un poco asimilar tanta información, es atinado remarcar que este modo de presentar los acontecimientos, con sus explicaciones y con todo lo que concierna a la teoría cuántica, es el más serio y correcto para enfocar el tipo de cuestiones que el relato aborda. Lo que los hermanos Nolan exhiben en pantalla suena convincente, creíble, serio y a la vez apasiona. La Tierra está llegando a su fin y se recurre a una arriesgada misión que se encuentra encabezada por el ingeniero-granjero Cooper (Matthew McConaughey) junto a Amelia (Anne Hatthaway), quienes emprenden un viaje hacia más allá de nuestra galaxia con el fin de hallar respuestas que permitan salvar a la humanidad. Lo que el espectador más espera es el momento del gran despegue, ese que lo interiorice y lo haga suspenderse más allá de las estrellas a la par de los protagonistas. Pero al contrario de lo que dice el dicho, esta vez lo bueno no tarda en llegar, dado que el prólogo también forma parte de lo atractivo; resulta fundamental la presentación de los personajes, sus vivencias, inquietudes y los dilemas que deben enfrentar. Todo esto se hace manifiesto en lo que opera como introducción a lo que viene después. Tiempo sobra para que quedemos boyando en el espacio, puesto que Interstellar se extiende a una duración de 169 minutos que, pese a lo fuerte que retumba ese número de primera impresión, no abruman en densidades que nos desconecten con la narración. En este aspecto es importante destacar el cómo, en referencia a lo que se cuenta, y qué mejor que la mano de Nolan para dotar a la cinta de una inmensa cantidad de instancias memorables, con diálogos que conservan el eco en la mente del público incluso minutos después de terminada la función. Pero el trabajo superlativo del realizador de entregas como Memento o The Prestige no queda aislado de todo lo que lo rodea y acompaña con la misma vibra, con el mismo poder de enlace. Es aquí donde interviene la banda sonora, a cargo de Hans Zimmer, casi omnipresente y fortaleciendo aún más la potencia de las imágenes y la profundidad de los eventos. Interstellar funciona como un bombardeo apabullante (haciendo uso de la palabra en un sentido positivo) de secuencias que halagan y estimulan lo sensorial. Es difícil no caer en la comparación con 2001: A Space Odyssey, aquella película de culto de Stanley Kubrick, puesto que una y otra proyección tienen puntos en común, pero también resulta válido encontrar similitudes o guiños de Interstellar con obras precedentes de su director. Esto podría explicarse en tramos en los que Nolan juega con la correlación del tiempo entre una fase y otra (en el espacio y en la Tierra), así como lo hacía en Inception, en la que marcaba la diferencia entre el pasaje de las horas entre el mundo onírico y el real. Este elemento que tan bien maneja el nacido en Londres sirve para acrecentar el grado de rigidez y de nervio de la historia en sí, y dotarla de opresión. El film no se limita únicamente a la ciencia ficción “hard”, con lo técnico de sus explicaciones y sus postulados, además excava en lo afectivo y adquiere un valor emocional significativo cada vez que se vuelca a lo dramático. El vínculo paterno-filial pisa fuerte, cala hondo y ejerce como empuje o motor de las acciones de nuestra figura central. Es entonces donde se luce Matthew McConaughey, con una interpretación nuevamente soberbia, dando muestra una vez más de lo que puede llegar a dar a base de una admirable capacidad gestual y una presencia sólida. Cuando la aventura espacial da inicio y el observador finalmente se mete de lleno en esa odisea, las sensaciones y la postura cambian. A partir de allí todo va mutando hacia lo que podría denominarse cine-experiencia, algo que le cabe asimismo a Gravity. El viaje es único, excitante y a la vez claustrofóbico. Existen escenas en que todo se percibe sofocante, asfixiante y angustiante, siendo éstas unas impresiones que no se viven de forma seguida en el cine. Nolan se da el gusto de añadirle giros argumentales que le otorguen un poco más de tensión al asunto, y nos exaspera a través de un recorrido incierto por el orden de lo cósmico, insertándonos en diferentes planetas, agujeros de gusano, agujeros negros y momentos en los que lo psicodélico y lo tétrico también encuentran su espacio para presentarse. Interstellar es tan abarcadora que escribir sobre ella se hace complicado. Representa la fusión del drama con la ficción, el brote de los sentimientos con el refuerzo de lo que comprende el apartado técnico de imágenes y sonido. Es una experiencia gratificante, pero sobre todo apasionante y con corazón. LO MEJOR: el modo en que se cuenta la historia. Lo emotivo, el viaje espacial intenso y la experiencia única en la que se sumerge al espectador. La banda sonora. Las actuaciones y la mano de los hermanos Nolan para combinar el cine de autor con una producción enorme. LO PEOR: cuesta un poco acostumbrarse a las primeras explicaciones técnicas. PUNTAJE: 10
La vida misma Boyhood es una experiencia única, de esas que emergen muy de vez en cuando en la gran pantalla para dejar una sensación agradable, amena y especial en el espectador. Es imprescindible destacar que Richard Linklater, su director, apostó al proyecto a largo plazo, rodando el film en el período comprendido entre 2002 y 2013; durante esos 12 años mantuvo el reparto, incluso arriesgándose a que factores externos pudiesen complicar o arruinar el esqueleto que iba construyendo lenta y minuciosamente. Esta idea, singular como pocas, le otorga a la cinta un magnífico valor de distinción y de originalidad. La historia se centra en Mason (Ellar Coltrane), iniciando desde sus seis años de edad y pasando por todo tipo de situaciones que le van ocurriendo y con las que se va topando en su camino, en su andar. Eventos con los que el observador se puede sentir totalmente identificado por tratarse de cuestiones que hacen a la vida misma y a la formación de todo ser humano. Richard Linklater lanza sobre la mesa un relato afable bañado de una naturalidad exclusiva; cada escena que presenciamos se percibe tan real que atrae y fascina, como si estuviésemos siguiendo, a través de la pantalla, el crecimiento de una persona en particular. Boyhood arranca y contagia con un primer plano de nuestro protagonista hipnotizado con su vista hacia el cielo. La imagen se refuerza con la impecable elección de la conmovedora melodía que destila el tema Yellow, del grupo Coldplay; su inicio conquista y engancha apenas con esa simple combinación. De ahí en adelante sólo hay que relajarse, posicionarse cómodamente y dejarse llevar por el mágico viaje al que nos invita el realizador del film. Muy buenas actuaciones de quienes ofician de padre (Ethan Hawke), madre (Patricia Arquette) y hermana de Mason (Lorelei Linklater). Nuestro intérprete principal atraviesa momentos de alegría, instantes de felicidad y también de drama, de caos familiar. Padres separados, mudanzas, amistades que quedan en el camino, desafíos, metas, miedos, el primer amor, el despegue para abrirse paso solo hacia los compromisos y las nuevas responsabilidades. Boyhood aborda esas y otras tantas temáticas. La película, además, no necesita recaer en golpes bajos para ser profunda y emotiva, siendo este uno de sus aciertos fundamentales y más destacables. Se trata de cine-experiencia, de la vida misma y de sus momentos, de reconocer determinadas instancias como similares a las de nuestras propias vivencias y por ello percibirlas aún más naturalmente de lo que ya Linklater ideó de antemano para presentarlo y servirlo a nuestros ojos. La obra tiene deja escapar continuamente una leve brisa de magnetismo que mantiene expectante y cómodo al espectador con lo que ve, casi como una contemplación. También es cierto que quizás el metraje le juegue en contra en algún pasaje de la cinta, pero con todo lo que construye y provoca acaba siendo indispensable. LO MEJOR: el proyecto, jugado por su extensión. La naturalidad única de sus escenas. Su carácter conmovedor. Hipnótica desde la sencillez de sus escenas. El crecimiento de sus personajes a lo largo del tiempo. LO PEOR: la duración del film en algún que otro momento de su desarrollo. PUNTAJE: 8,2
Purgando un poco más James DeMonaco tuvo una idea realmente buena y original, desde la teoría, al engendrar todo lo que rodea a ese peculiar universo de purgadores. El vuelco a la práctica no resultó tan impactante como lo que prometía y, The Purge, en 2013, terminó dejando en muchos espectadores un sabor semi amargo, dada la cantidad de resoluciones discutibles y ridículas que se desentramaron principalmente desde la mitad del film hasta el desenlace. Sin embargo, los números arrojaron un gran resultado en lo que concierne a la taquilla, permitiendo que el realizador realice una nueva apuesta con esta secuela denominada The Purge: Anarchy. En esta segunda entrega, las cosas parecen ponerse un poco más turbias y el ojo de la cámara pone más énfasis en lo que acontece en las calles, diferenciándose del escenario que predominaba en su predecesora, es decir, en la casa una familia. Allí en las afueras es en donde la acción se lleva a cabo a troche y moche, algo que nuevamente desde el concepto se presume, cuanto mínimo, inquietante y tenso. Pero, como si la saga fuese presa de aquella dificultad para desarrollar con firmeza los eventos a la pantalla, el asunto peca otra vez por su previsibilidad y por el carácter irrisorio de un gran número de cuestiones carentes de la fuerza y la rigidez necesarias como para mantener la expectación. DeMonaco innova un poco y sazona la narración al añadir personajes cuyas historias se entrecrucen, ya sean de un flanco o de otro. Purgadores que quieren limpiar sus almas, por venganza, por gusto, por ira contenida, por convicciones; a estos se le suman personas que por razones del destino (e inverosímiles) no tenían interés alguno en participar pero quedan atrapadas en la guerra callejera, intentando sobrevivir hasta que el reloj marque el cierre de la purga anual. Todo suena interesante y llamativo desde la imaginación; no obstante, las sensaciones cambian a medida que el relato toma forma y avanza. La secuela pedía a gritos una cuota mayor de salvajismo, de crudeza, y si bien de ello se ocupa su director, nunca es suficiente cuando las escenas van perdiendo credibilidad por sus absurdas y cuestionables determinaciones. Quizás no sería totalmente acertado clasificar la cinta dentro del género de terror, puesto que esta edición está abocada más al thriller, a la acción y a un suspenso que, lamentablemente, se torna cada vez más anunciado y menos alarmante de lo que se podía suponer. The Purge: Anarchy es distinta pero a la vez similar a la proyección que ofició de apertura. Encuentra las mismas buenas intenciones que su precursora, esas con las que, también aquí, se estampa cuando son mal llevadas a la práctica. LO MEJOR: Frank Grillo. El inicio, algunas secuencias de acción. LO PEOR: resoluciones cuestionables, ridículas. Pierde fuerza de la mitad hacia el final. PUNTAJE: 5
Sátira al extremo Vale aclarar que David Cronenberg es un director que a lo largo de su filmografía, más allá de las aguas que haya dividido entre los gustos de cada espectador, ha demostrado ser un artista diferente y único por su osado estilo. Aquí, en Polvo de estrellas, parece quedar más cerca de la poco aceptada Cosmopolis, alejándose una vez más de aquellos variados y peculiares buenos trabajos que supo concebir en tiempo pasado. El canadiense expone una obra despiadada, mordaz y a la vez intermitente. Su pulso para manejar las escenas cuenta con una elevada dosis de imprevisibilidad, se trata de instancias en las que cualquier cosa puede acontecer. Una comedia negra, o más bien un intento de ello, que no causa gracia alguna ni invita a la risa, que utiliza como base lo satírico en sus formas más brutales, sexuales, perversas y hasta escatológicas. Todo es llevado a los extremos más retorcidos posibles; el fin es desnudar sarcásticamente las miserias, los excesos, las inseguridades y los demonios internos de las figuras de la meca del cine, ¿pero a qué precio? Lo exagerado suele tener sus aspectos jugosos, y mayor resultado de ello se saca cuando se dosifica correctamente o se mesura, de cierta forma, lo desmesurado. Sin embargo, cuando lo desmedido se repite y crece desenfrenadamente traspasando la barrera de lo que puede tomarse como aceptable, la fuerza de enlace se diluye, pierde interés. Por otra parte, uno de los puntos favorables del film radica en un reparto de ensueño en donde cada uno de los intérpretes redondean una más que aceptable actuación. Julianne Moore compone a una neurótica actriz de manera desquiciada. El jovencito Evan Bird resulta una de las sorpresas, mientras que Mia Wasikowska lleva a cabo otra gran performance conservando su siempre particular costado intrigante y magnético. John Cusack, Robert Pattinson y Olivia Williams, si bien cuentan con menos participación que el resto, cumplen. Polvo de estrellas es un relato de obsesiones a cualquier costo, de trastornos, de bipolaridad. Cronenberg nos sumerge en el universo hollywoodense señalando y enfatizando, en sus determinaciones, sobre lo malsano, desequilibrado y morboso de quienes forman parte de la industria. Allí no todo lo que brilla es oro, algo que curiosamente también es aplicable a su director en relación con este producto. Así como es acertado enunciar que las celebridades que observamos en la historia no se sienten netamente realizadas incluso con su holgada situación económica, de igual modo pasa, pero en términos de logros, con el canadiense; no necesariamente por ser acreedor de una gran cantidad de brillantes obras de culto, significa que todo lo que haga siempre vaya a ser bueno. LO MEJOR: las actuaciones. LO PEOR: suena forzada en su desmedido afán de imponer la sátira. Fallida. PUNTAJE: 3