El round definitivo Southpaw/Revancha cuenta lo que ocurre luego de la caída de los grandes boxeadores, cuando la lupa mediática y económica enfocan a un nuevo “dios” del ring, que todo lo equipara y puede. Se trata de la crueldad, corrupción e hipocresía que gira en torno al mundo del boxeo en sí. El film cuenta con una de las escenas más duras e impactantes que vi en lo que va del año, gracias a la química entre Hope (Jake Gyllenhaal) y el personaje que interpreta Rachel McAdams (The notebook, True Detective) . La dirección y fotografía actúan de manera acorde y monovalente en el ambiente oscuro, golpeado y desolado en el que Hope se encuentra. El gran rival a vencer para este boxeador, su némesis, no es su retador sino él mismo. De manera similar a su forma de pelear, Hope necesita caer de manera abrupta en su vida personal, como en la profesional, para volver a liberarse y encontrar la redención. McAdams es la voz de su consciencia, quien lo ayuda a actuar de manera correcta y acorde a sus responsabilidades para mantenerlo centrado. Ella es, a su vez, la moral en sí misma, actuando sobre el luchador, quien no se imagina el mundo sin un faro que ilumine cada paso que da. Buenos diálogos, junto a una gran simbiosis entre los actores, provoca que los personajes salgan del plano superficial para ser más reales y tridimensionales para el espectador. El guionista, Kurt Sutter (Sons of Anarchy) crea en el personaje que interpreta Gyllehaal un antihéroe que necesita abrirse camino, a prueba y error entre todas sus limitaciones. Southpaw-2015-after-credits-hq Las consecuencias de los errores y malas decisiones que Hope tomó causan repercusiones en su familia que ni los puños ni golpes pueden reparar, provocando el mal que atormentó durante años a su propia hija, Leila (Oona Laurence). Justamente Leila es la única que lo mantiene cuerdo y le da un motivo para que cambie el camino y la manera de visualizar las cosas. Por otro lado, Tick Willis (Forest Whitaker) cumple a la perfección en el papel de mentor y sensei que le muestra un nuevo camino al héroe, que debe cambiar su filosofía tanto en el ring como en su vida para recobrar todo lo que le fue arrebatado. Hace tiempo atrás Gyllenhaal declaró que solo filmaría películas cuyo guión lo seduzcan, y no definiría sus proyectos por dinero. Con Prisioners (2013), Enemy (2013) y Nightcrawler (2014) esto quedó en evidencia. En Southpaw, es impactante la transformación física a la que se somete para rodar la película, logrando un cuerpo similar a un boxeador de élite. Como curiosidad, les dejamos un link a un video en el cual Antoine Fuqua y su protagonista entrenan, mostrando un compromiso aun mayor entre director-actor. La música de Eminem le pone vida y ritmo a los trastornos que circulan por la cabeza de Hope. Con el clip original para el film, “Kings Never Die”, resume a la perfección la esencia que Fuqua y Sutter propusieron para Southpaw. Quedará para la anécdota que el músico era quien iba a ser el protagonista original del film. A su vez, otros temas de hip hop musicalizan de manera elocuente , como “Drama Never Ends” del propio 50 Cents -que también actúa en la película- o “Phenomenal” otra canción de Eminem que acompaña a Hope en grandes momentos en el cuadrilátero. Mención especial para el mítico compositor James Horner, nominado en diez ocasiones a los Oscars, fallecido el pasado 22 de junio a los 61 años tras estrellar el avión que piloteaba, por lo que Southpaw fue uno de sus últimos trabajos. Revancha sobrepasa los límites convencionales de una película de boxeo, con deportistas absurdos y carentes de temperamento más allá de lo superficial que los rodea, como las drogas, el dinero y las mujeres. En definitiva, el film exhibe una historia basada en el amor por la familia y la autosuperación a partir de momentos dolorosos y traumáticos, como objetivo principal. Por Alan Schenone
Una cara diferente del amor El corazón de Me (Chris Evans) fuma, todo de negro y con varias cicatrices en su cara, las consecuencias de amores furtivos. Así nos presenta el director Justin Reardon al corazón del protagonista, quien no cree en las relaciones ni en sus variables pero necesita realizar el guión de una comedia romántica. Con derecho a roce (Playing it Cool) rompe con el panorama acostumbrado a las películas del género con historias hilarantes, divertidas bajo una gran edición y producción. A Me le encargan escribir un guión sobre una comedia romántica, pero el primer problema que encara es el de no creer en el amor como lo dejan entrever las películas de ese tipo. Por un trauma en su pasado, nunca pudo enamorarse ni comprender a que refiere el amor en sí, por lo que un bloqueo mental creativo obstaculiza su objetivo de terminar el texto a tiempo. Por esta razón, acude a su grupo de amigos escritores para reflexionar y encontrar una salida al problema en cuestión. En el camino a todo esto conoce a Her (Michelle Monaghan), una mujer que cambia totalmente el paradigma sobre las relaciones que tenía. La química entre Evans y Monaghan goza de muy buena salud, haciendo parte a los espectadores de sus salidas y encuentros. Me, al escuchar historias de las demás personas, las lleva a su cabeza protagonizándolas él mismo para tratar de comprender los sentimientos de esos sujetos en aquellas historias, utilizando metáforas muy bien elaboradas por el guionista y director. Un ejemplo de ello es cuando se imagina como un astronauta se pierde en el espacio, solo y sin oxígeno por el ahogamiento que representa esa sensación de amor. Con una forma muy desenvuelta y equilibrada, el director Justin Reardon sorprende con momentos muy divertidos y grandes diálogos. Como buen escritor-director, Reardon traspasa muy bien las metáforas utilizadas en los libros a la pantalla grande. Con un argumento fluido y hasta un poco predecible, la historia se desenvuelve correctamente en una duración justa para lo que necesita, teniendo un punto de quiebre en esos momentos donde se deja jugar a la imaginación de los protagonistas dando pie a imágenes precisas y muy divertidas. A diferencia de otras películas con la temática amigos con beneficios (No Strings Attached, 2011 / friends with benefits 2011), Playing it cool se diferencia de ellas saliendo de su hegemonía del plano sexual, sino explorando otras virtudes en la relación entre dos personas. A pesar de tener varios momentos cliché de los films de este género, como el final, Con derecho a roce es una comedia con una producción elocuente, que además de su historia principal, abre varias aristas con relatos divertidos y desopilantes, gracias al gran elenco que lo acompaña. Como decimos que tiene varios elementos cliché del género, rompe con otros y hasta se ríe de ellos.
La mejor imposible Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo siguen dando tela para cortar en Misión Imposible: Nación Secreta con Christopher McQuarrie en la dirección, entre persecuciones, espionaje, conspiraciones y un antagonista que hace de ésta la película culmine de la serie. Quedó en evidencia la fluida relación entre actor-director, después de haber dirigido o compartido el set con Cruise en tres oportunidades (Al filo del mañana, Jack Reacher y Valkyrie). El argumento cumple con un desarrollo fluido y locuaz, aunque un tanto extenso. Sin embargo, las escenas finales lo complementan. Otro de los aspectos distintos que lleva Misión Imposible son sus grandes y diversos escenarios, en esta ocasión Viena y Marruecos fueron las locaciones de última entrega de Ethan y compañía. Punto y aparte para la secuencia en la Opera de Viena, donde tanto la acción como la ambientación y música se complementan para dejar sobre la mesa una de las mejores escenas de Nación Secreta. El gran acierto del director, que diferencia esta trama de las demás, está en el foco realizado en encontrar un némesis adecuado y eficaz, es decir, plantear un enemigo con el mismo peso y organización que Ethan Hunt. Más allá de la destreza física que puede ejecutar o no éste, se manifiesta a la altura de la circunstancias en el plano de la logística y estrategia, uno de los puntos más fuertes e importantes en cuanto a lo que corresponde a operaciones secretas y encubiertas. Pese al paso del tiempo y la superficialidad que rodea a su personaje, Tom Cruise continúa explotando su físico con grandes escenas de acción, persecución y adrenalina, fiel a los condimentos que reúne cada una de las películas de las sagas. El ejemplo más grande y rudimentario de esto ocurre en el comienzo del film, en la escena que da pie a todo lo épico que va a desplegar Nación Secreta, cuando Cruise cuelga de la puerta de un avión mientras despega y vuela, sin la utilización de dobles de riegos. El equipo de reparto contribuye y potencia a Cruise, en especial la participación de Simon Pegg (Star Trek), que tiene mayor protagonismo en la cinta tanto en momentos cómicos como dramáticos. Por otro lado, el papel de Rebecca Ferguson (The white queen), quien encarna a Ilsa Faust, se desdibujó con el desarrollo del film, al mejor estilo Scarlett Johansson en Avengers, demostró cualidades importantes para las escenas de acción, además de jugar con el rol entre aliada-enemiga, pero su personaje se fue desinflando en el momento culmine de la película. Estamos, sin lugar a dudas, ante la mejor entrega de las cinco de Misión Imposible que se realizaron en estos 20 años. Nación Secreta se fortalece en los elementos de infiltración y espionaje, bien típicos de la primera película y explota las persecuciones en moto y las escenas de acción de las antecesoras. McQuarrie lo hizo a la perfección, reunió los mejores puntos de la saga Misión Imposible para darle al mercado un producto destacado. Pese a cargar con el prejuicio de volver a ver otra película de este estilo con Cruise, rompe la barrera de lo predecible y seduce al espectador con una historia compleja de traiciones y conspiraciones, un argumento firme y asimétrico con la acción. Por Alan Schenone
Un cierre a la medida justa Marvel termina una demoledora segunda fase de su universo en el cine con un personaje icónico de la franquicia: Ant-Man (2015), dirigida por Peyton Reed (Yes, man!). Bajo la tutela del científico Hank Pym (Michael Douglas) y el nuevo criminal devenido a héroe Scott Lang (Paul Rudd), el Hombre Hormiga buscará detener a un peligroso enemigo antes que la formula Pym de crecimiento caiga en malas manos, en un intento de redención y heroísmo. En Ant-man, el argumento pasa por varias turbulencias a lo largo de su desarrollo pero logra salir airoso y explotar su potencial en la linea final de la película. Pym rastrea y busca a Lang para detener a Darren Cross (Corey Stoll –House of Cards), su anterior aprendiz, quien desarrolló la formula que décadas atrás el profesor Pym creó pero no compartió por su peligro. Por esta situación se torna algo tediosa la composición en gran parte del film. El antagonista, Yellow Jacket (Stoll), a pesar de ser rehén del CGI en todas las escenas de acción, es un gran punto a favor, aunque se lo desaprovecha por su tardía aparición, si bien es el personaje que genera la controversia en el argumento. La personalidad neurótica del villano es lo más cercano a la esquizofrenia que el propio Pym padece en los cómics, tomando a Jacket como su alter ego durante un largo tiempo. No obstante, el personaje cuaja a la perfección en lo que representa estas nuevas adaptaciones de antiguos héroes al nuevo Cinematic Marvel Universe. Cabe destacar las escenas donde se ve la mano del director Edgar Wright (Scott Pilgrim vs. The World), quien por diferencias creativas con el estudio, abandonó el proyecto dejando su lugar a Reed. Con un aparato visual impecable, el director recrea en Ant-man un ambiente único donde las escenas en miniatura y de acción se llevan todos los elegios. Michael Douglas cumplió en su papel de Hank Pym, el Hombre Hormiga original y creador de Ultron en las viñetas, aunque no fue fiel al atormentando científico que aparece en las páginas clásicas de Marvel. Sin embargo, el fanservice está al pie del cañón con cameos, alusiones a otros superhéroes y referencias a las demás cintas de la licencia. Paul Rudd está a la altura de lo que demanda un protagónico en un blockbuster, pero tampoco supera la superficie de Lang (¿Será que el propio personaje no se lo permite?). El rol de Hope (Evangeline Lilly), la hija de Pym, atina a ser un nexo entre su padre y el antagonista, comprendiendo recién su lugar al final de la película en una de las dos escenas post créditos. El humor es el motor principal de la película, aunque se torna repetitivo e infantil por la falta de una estructura más sólida en el guión. El 3D sigue la línea de este tipo de films, con efectos que no se destacan y sólo se justifica su utilización con imágenes de profundidad y paisajes. Párrafo aparte para las dos secuencias post-créditos. Si la primera dejó al espectador con un buen sabor de boca, la segunda le hará eco hasta el próximo año, a la espera de “Capitán Ameríca: Civil War”, la siguiente película que será el primer paso en la fase 3 de Marvel. En referencia al alto nivel presentado en las demás cintas de la fase 2: Thor (2013), Capitán América: El soldado de invierno (2014), Guardians of the Galaxy (2014)) Ant-Man se quedará con el último puesto, pero no de mala manera. Un cierre correcto, no perfecto, pero cierre y presentación de todo lo que le depara en el futuro al MCU.
La verdad para poder sobrevivir Bajo la dirección del francés Gilles Paquet-Brenner, Charlize Theron (Madmax: Fury Road, 2015) exhibe las cualidades de porque es una de las mejores actrices de esta generación en Lugares Oscuros, un thriller basado en la novela de Gillian Flynn (autora de Gone Girl (Perdida)) que retrata la presión de la gente pobre de la zonas rurales, la paranoia impulsada por los medios de los cultos satánicos en los ’80 y el suspenso de desconocer la verdad sobre hechos seguros definidos. La pequeña Libby Day de siete años (Theron) fue la única testigo y sobreviviente de la noche fatídica en la que sus dos hermanas y su madre fueron asesinadas en un presunto ritual satánico. La obsesión de los medios de comunicación por los rituales vinculados con diablo en los jóvenes de aquella época y la supuesta afición de su hermano Ben de quince años por ellos, lo hicieron un culpable rápido y aceptable ante tal crimen para el ojo castigador de la sociedad y la televisión. Libby acusó a su hermano de ser el responsable de los asesinatos, condenándolo a la prisión. Veinticinco años después, el Kill Club, un grupo de aficionados por resolver crímenes y casos famosos, la contactó para socavar de lo que realmente ocurrió esa noche, ya que son muchos los interrogantes que no concuerdan con el desenlace final de la historia. En Lugares oscuros todos son mentirosos o tienen algo que esconder. Cada uno de los personajes se escuda en lo que tiene que perder o defender para poder continuar con su vida. En la propia mentira se hunden y caen, como después se vuelven encontrar para salir adelante otra vez. Así, con el efecto recurrente del flashback, entre el pasado y el presente, se va desmesurando poco a poco cada hilo conductor de la historia que parece muy lejano entre sí. Libby, viente años más adelante, se encuentra prisionera de la acusación que realizó hacia su hermano sin un fundamento fehaciente y real. Paquet-Brenner oprime al máximo la desesperación del espectador por conocer realmente la verdad a medida de que cada cara de mentira cae y cambia lo sucedido aquella noche. Sin embargo, pierde fuerza el argumento en sí por la linealidad abarcativa desde el comienzo de la cinta hasta el final, explotando muy poco las motivaciones que obligaron a los personajes a realizar determinados actos. Apenas deja entrever solo un lado superficial y poco carente de recorrido de parte del director, no así del elenco, como Chloë Grace Moretz que explota su carácter de chica rebelde, desenfrenada y carente de moralidad, o Nicholas Hoult que recientemente vimos en Madmax: Fury Road, como el principal nexo entre el club y Libby. Después del furor que representó Gone Girl -llevada a las salas por el director David Fincher-, con varias nominaciones a los premios de la Academia, Gillian Flynn ya contaba con un sustento importante en Hollywood, pero con la vara demasiada alta para lo que vendría. Filmada en las cercanías y en la propia ciudad de Shreveport, Louisiana, Dark Places es un film duro, vibrante y atrapante, pero que le faltó para llegar a su cuarto de hora, debido a los pergaminos con los se presentaba. Grandes actuaciones, con una buena historia pero con el freno de mano puesto, recorriendo caminos totalmente seguros sin desafíos para ser una película más que correcta; sin ser explotada de manera tal de conseguir un producto diferente a lo que deambula por el género de policial-suspenso. Lugares Oscuros representa la obligación por volver a esos lugares en los cuales no se quiere volver a entrar, a pesar de reconocer que algo no está bien.
Sólo una sexy monotonía El deseo, el tabú de las relaciones moralmente mal vistas -profesora/alumno- y la pasión sirven como eje de Cercana obsesión, llevándolo a una extrema realidad hasta un punto neurótico, exagerado y hasta inverosímil. Bajo la dirección de Rob Cohen (Fast and Furious, xXx) y protagonizada por la actriz y cantante Jennifer López, The Boy Next Door se desenvuelve como un thriller psicológico con varios pasos en falso por utilizar lo seguro y superficial de este tipo de historias. Se trata de una película que sigue al pie de la letra los clichés que marcan a los films de este género, mostrando la persecución de la víctima hasta los puntos más enfermizos. En este caso, el espectador debe ubicarse en el escenario de una profesora-alumno para comprender el tipo de acoso y en que presiones se ve envuelto el personaje de López. El tabú de esta clase de relación puede llegar a costarle el trabajo, su familia y hasta todo lo que consiguió en su vida. Predecible en todo momento sin tener la capacidad de generar sorpresa, el físico y belleza de la actriz es lo más rescatable de la película, siendo éste el sostén de la misma. Sin embargo, su actuación sigue la línea que la película: en ningún momento termina de ser realmente creíble. Algunas escenas son tan absurdas en cuanto a su realización que del drama a la comedia hay un paso muy breve. Por ejemplo, la relación curricular entre ellos se basa en la adoración de un clásico poema oral de Homero, la Ilíada. Así son varias las incoherencias que recorren a la película y no justifica el accionar de sus protagonistas. Toda la situación final que ocurre en la cabaña da cuenta de ello. Por mantener cada uno de los clichés que se destacan en esta clase de película hasta el extremo, el film podría haber resultado como una sátira de la misma si el enfoque hubiese sido otro. Rob Cohen, en cuanto a lo argumental, no pasó grandes desafíos a la hora de encarrilar el film: la cinta no presenta nada nuevo o que no se vio con anterioridad. Cercana Obsesión se refiere a un contenido ya prefabricado hasta el hartazgo sin nada innovador que ofrecer en su producción, tan sólo como Jennifer López continúa en vigencia gracias a su sensualidad.
Ecos diferentes de la guerra El lazo que une a un padre con sus hijos es de los sentimientos más fuertes y puros que movilizan al ser humano. Camino a Estambul (The Water Diviner) es una historia de amor que trasciende cualquier frontera política, moral y hasta el falso patriotismo histórico. Russell Crowe, en su primer desafío como director, con un argumento sólido y bien orquestado, toma una historia verídica promovida por un móvil de familia y sacrificio. El granjero australiano Joshua Connor (Russell Crowe), viaja cuatro años después de la primera guerra mundial a Galípoli, Turquía, para buscar a sus hijos, o lo que la guerra dejó de ellos. En su afán desesperado para encontrarlos y llevarlos a casa, une fuerzas con el Comandante rival turco Hasan (Yilmaz Erdogan), quien estuvo al frente de mando en la batalla donde tuvo las últimas noticias de ellos. Connor carga en todo el film con un dolor del cual no le es propio a él sino a sus gobernantes y políticos: la presión de la culpa por no guiar a sus hijos en la adultez, gracias a que la guerra les quitó su futuro. Solamente se permite sanar a medida que va conociendo a Ayshe (Olga Kurylenko), con su hijo Orhan, quien es la propietaria del hotel donde se hospeda en su travesía por saber la verdad sobre el destino de sus chicos. Con un argumento fuerte y emocionante, Crowe cambia el espíritu desolador que lleva las consecuencias de la guerra por otro donde el perdón y el fraternalismo entre pueblos existe. Más allá de un dialecto o cultura distinta, todos son seres humanos: padres. Así es su relación con Hasan, en quien encuentra un confidente y hasta un amigo que resulta clave para develar el paradero de los jóvenes. Filmada en su totalidad en Australia, Camino a Estambul cuenta con una ambientación determinante para hacer sentir al espectador como si caminara hacia una tormenta de arena o pudiera percibir el calor a flor de piel en las locaciones casi desérticas de la Turquía rural. La fotografía acompaña en su plenitud a Crowe por influenciarse en las emociones que transmite el reparto como también cada escenario del film, con las historias que emergen de cada uno. No se trata de una película simplista que habla sobre el dolor de un padre por la pérdida de sus hijos en batalla. Es una crítica de las carencias egoístas que emana el ser humano, donde la política y la economía son los únicos beneficiarios y los que mueren son siempre los mismos, una y otra vez.
No se puede escapar del pasado La venganza, el remordimiento, el problema entre dos familias que se entrelazan bajo un final inesperado y la violencia son lo que moviliza a “Cenizas del pasado” (Blue Ruin), de Jeremy Saulnier, a terminar de una vez con sucesos incompletos del pasado, pero a costa de un precio alto. ¿Hasta qué punto estarías dispuesto a llegar para defender a tu familia? Dwight (Macon Balir) es un héroe (y no tanto) anticuado y contradictorio: un vagabundo que vive en su auto, roba comida y ropa para sobrevivir, sin embargo, es una persona culta, que sabe leer y escribir. Al enterarse de una noticia relevante, decide volver de su éxodo de vida nómade lejos de su familia y amigos para hacer justicia por mano propia. Por un lado, por venganza y por poner las cosas en su lugar como también por defender la seguridad de su familia. La personalidad de Dwight no genera empatía, pero su objetivo final lo acerca más al espectador desde el plano moral. Cenizas del pasado es la necesidad de cerrar algunos ciclos que lo acompañan y aterran a lo largo de su vida. Con dolor, sutura y muchos puntos, pero cerrarlos de una vez por todas. Es un film que camina por un puente flotante impulsado por la tensión de su protagonista: en su inquietud e ingenuidad por hacer (o no) lo que se propone, con muchos tropiezos al vacío derivados de su temor y miedo. Sin saberlo, este personaje empieza un círculo vicioso que culmina en el punto donde comenzó, es decir, volviendo a cometer el error que lo atormentó en un principio.
La causalidad de ser distintos El amor, en “Amores infieles” (Third Person) es el vértice, el punto de inercia inicial que une tres historias que parecen tan distantes y diferentes entre sí, cuando en realidad tienen más puntos en común de lo que parece a simple vista. El director Paul Haggis echa leña al árbol caído y continúa calentándose en el camino que promulga desde “Crash” –ganadora del Oscar en 2004-, aunque sin los mismos logros. Liam Neeson, dejando las balas y la acción para el estreno de su otra película de este jueves -“Una noche para sobrevivir (2015)”-, se pone en la piel de un escritor neoyorquino recién separado de su esposa (Kim Bassinger), él además conlleva una relación de odio y pasión con su amante, Olivia Wilde. Las ciudades de París, New York y Roma desvisten las cualidades y temores de cada uno de los personajes. Moran Atias encaja a la perfección con la capital italiana: robusta, morena y una personalidad imponente y sensual. Adrien Brody personifica a un norteamericano de traje y zapatos perdido en los pasajes de Roma, un tanto escéptico con el tono y la esencia local pero que cae en los encantos de Atias. En Francia, Neeson busca la inspiración para su novela en amores más jóvenes e intensos, como la bella Wilde. Tal vez sea la historia de Mila Kunis Y James Franco la que menos aparece en escena y la de pocos cambios. Sin embargo, esa falta se suplanta en una de las escenas de más tensión y dramatismo de la película, que termina de explicar la razón del grado de complejidad de la ex pareja. “Watch me” (mírame)-curiosamente, en los posters en español omitieron la frase-, es el puntapié inicial para el inicio del film. Es la frase desencadenante en cada hecho importante de los personajes: es el punto de inflexión de lo que está a punto de cambiar; la palabra secreta o cliché que tendrá consecuencias relevantes. A su vez, el espectador toma conciencia de ella en las últimas líneas del film, donde esas grandes historias se entrelazan para formar una sola. “Amores infieles” es una película que cambia constantemente a cada paso que da u hoja que se pasa. Debido a esto, el tejido de la obra cada vez va siendo más complejo para entender y deducir a qué punto quiere llegar el director con cada una de las historias. Haggis utiliza la línea compositiva de “Crash” pero sin la misma fineza, con errores en la estructura narrativa y en su organización. El elenco cumple con las expectativas que genera con grandes participaciones, algunos con mayor protagonismo que otros, brindando a la película momentos tanto dramáticos como intensos.
Lo cotidiano no siempre funciona ¿Pueden coincidir y confabular entre sí la atracción por el dinero y tal vez, el amor? En The Two Faces Of January (“De amor y dinero”) sí ocurre, aunque de una forma corriente y banal, común, bajo un desarrollo superficial que no se compromete en rascar más allá de la primera capa de piel. El triángulo amoroso formado por Chester MacFarland (Viggo Mortensen), Colette (Kirsten Dunst) y el joven Rydal (Oscar Isaac) camina por un círculo vicioso que lo alimenta, y a la vez, lo destruye. La dirección y guión, a cargo de Hossein Amini (Drive) sitúa a Atenas como el escenario donde las acciones se vuelven predecibles y no logra explotar con todo su esplendor a los personajes. En ciertos momentos sí funciona el reflejo de paternidad entre MacFarland y Rydal, manejado desde el principio gracias al parecido estético, pero sin trasfondo por detrás. La pareja Dunst-Mortensen alcanzan un leve grado de química, pero sin llegar a crear empatía. “The Two Faces Of January” es una película predecible en la que termina ocurriendo lo que el espectador cree, sin ningún giro o guiño que cambie la patología de lo que el film deja ver escena tras escena. Dunst comprendió y actuó en consecuencia con el personaje que representa: una mujer hermosa limitada entre las paredes de su ignorancia, sin querer reconocer lo que se ve a simple vista. Mortensen, a quien vimos en grandes papeles como en The road (2009) y más recientemente en Jauja (2014), lleva a cabo una gran caracterización bajo el matiz del millonario MacFarland, una persona que esconde más de lo que promulga y expresa. Isaac, próximo a debutar en la saga de George Lucas, (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens), funcionó como el vértice entre el vertiginoso carisma y dinero de MacFarland y la sensualidad de Colette, atrayéndolo a un punto del cual no tendrá retorno. Pese a una duración óptima-96 minutos- el largometraje es un thriller que funciona a paso lento y sin cambios de ritmo en su composición, por lo que su desarrollo se vuelve tedioso y monótono. El punto más fuerte del film es el entorno en el cual gira la historia: Atenas es el marco perfecto donde las mentiras y los falsos sentimientos entrelazan a los tres personajes. Las buenas actuaciones, la ambientación como también la fotografía, no logran sostener a una película con un guión muy flojo y simplista.