Un barco sin brújula Todos los mitos o fábulas tienen un comienzo, como así ocurre con En el corazón del mar y el fenómeno de Moby Dick. En el corazón del mar narra los acontecimientos de supervivencia que padecieron los tripulantes del navío inglés Essex luego de enfrentarse a una colosal y gigante ballena blanca. La desesperación por el hambre, la desesperanza y hasta la duda moral y ética de su trabajo en el mar, deja a los navegantes al borde de la locura en su búsqueda por continuar con vida para llegar a casa. Los hechos ocurridos en este film van más allá de lo que la novela de Herman Melville detalló en su relato. El director Ron Howard, quien ya había dirigido a Chris Hemsworth en Rush (2013), promueve un desarrollo ejemplar sobre la vida en altamar, con sus contrapuntos y matices, y logra una adaptación más fiel en lo que respecta al océano y sus misterios, comparado a otras películas como, por ejemplo, Piratas del Caribe (2003). Por otro lado, se destaca en su labor por optimizar planos en detalle de las distintas maniobras que eran necesarias para viajar en barco, mostrando las dificultades que surgían en una encomienda de tal importancia. El buen apartado visual, con un uso medido y cuidado del CGI, acompañado de una gran calidad de imagen en 3D, deja al descubierto un guión flojo que no entra en sintonía con el relato. La fotografía por parte de Anthony Dod Mantle saca lo mejor de estos escenarios por la combinación de luces y contrastes. Las diferencias tan notorias entre el primer oficial Owen Chase (Chris Hemsworth) y el Capitán (Benjamin Walker), ya sea por cuestiones de clases sociales (entre otros temas cliché) desaparecen ante distintos acontecimientos provocando un cambio en el foco de la historia. Además, no se observa un movimiento de timón que desprenda alguna sorpresa en cuanto a su desarrollo final o argumental. En cuanto a las actuaciones, Hemsworth se corre de su papel de niño bueno de Hollywood y destaca a su personaje Owen como una persona de carácter, que busca el beneficio personal ante cualquier cosa. A Benjamin Walker le cuesta defender un personaje que carece de convicciones reales frente a los problemas que acontecen, además de una forzosa resolución en el final que contradice lo que profesa durante todo el film. Tom Holland, a quien veremos en Civil War (2016) en su debut como Spider-man, demuestra que está a la altura de papeles dramáticos y difíciles, al ponerse en la piel del joven Nickerson, narrador que cuenta la historia en su versión adulta, personificado por Brendan Gleeson. Por otro lado, Cillian Murphy queda totalmente desaprovechado y fuera de la atmósfera que recubre a la película. Hasta se hace malicioso el intento de compatibilizar su personaje con el de Hemsworth, buscando generar un momento emotivo que no se desarrolla en profundidad en ningún momento de la película. Gleeson se muestra como un punto fuerte del film, a pesar de los pocos minutos que aparece en pantalla. El resto del elenco actúa de manera acorde y aceptable, sin llegar a destacarse en lo absoluto. En el corazón del mar entretiene y deja disfrutar mucho su aspecto visual, como un bien logrado 3D, pero decae estrepitosamente en su historia y en la forma de desarrollarla, a pesar de buenas interpretaciones y una propuesta diferente de conocer las vivencias, algunas agridulces, de recorrer los mares.
La nueva esperanza Tras las malogradas precuelas, Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015) llega para instalarse definitivamente en la generación venidera como también para revindicar a la anterior, que quedó defraudada con la historia inicial de Anakin Skywalker. Después de 30 años del estreno de Episodio IV, finalmente conocemos (o no) que fue de la vida de gran parte de los personajes clásicos y como continuó el universo Star Wars luego de los acontecimientos narrados en El retorno del Jedi (1983). El despertar de la Fuerza es la conexión directa, necesaria y definitiva de Star Wars en una nueva era. Una nueva historia pero siguiendo las líneas determinantes que George Lucas planteó desde sus comienzos. Así, Episodio VII conmueve y profundiza en su argumento, desde el carácter de la inoxidable Princesa Leia (Carrie Fisher), el intrépido y aún viejo y todo sinvergüenza Han Solo (Harrison Ford), pasando el mando, la antorcha que todavía continuaba en pie tras los desaciertos de los primeros tres episodios. La fotografía, música y ambientación es un deleite a los ojos de los espectadores y por sobre todo a los fanáticos costumbristas que podrán encontrar muchos, muchos guiños y mimos de distintas secuencias a lo largo de los seis films, pero principalmente con Una nueva Esperanza (1977). La Millionaire Falcon, Chewbacca, C-3PO y R2-D2 erizan la piel del espectador en cada una de sus intervenciones. Como Alec Guinness encarnando al viejo maestro Obi-Wan Kenobi en Episodio IV, Han Solo actúa como el mentor y foco de sabiduría sobre creencias que se creían olvidadas y perdidas en el tiempo, a pesar de su promoción como antihéroe. Ford es la conexión de estos universos tan similares entre sí, una unión que necesitaba de un emisario tan importante para congeniarlos de manera apacible y conmovedora. Un beso a la nostalgia de lo que ya fue y otro de despedida de lo que vendrá a futuro. Star-Wars-7-Trailer-3-Han-Solo-Harrison-Ford El director J.J. Abrams, quien en su haber contaba con “resucitar” un pez gordo como Star Trek (2009/2013), acogió este embrión indefenso atacado desde el prejuicio injustamente por el traspaso de la saga a Disney. Así y todo, el director corrió el riesgo de que si la película no alcanzaba una maduración adecuada, podría salirse de las máximas que son y forman a Star Wars y terminar del otro lado de la fuerza como La Amenaza Fantasma (1999). Pese a todas las dudas e interrogantes, Abrams lo hizo otra vez. El despertar de la Fuerza es la adaptación definitiva a esta nueva era, con detalles propios de humor (como hoy en día vemos en las películas de Marvel), sin abusos del CGI (como prometió) y una edición de 3D que funciona y acompaña con el deleite visual propio y característico de la saga, en sus paisajes tan diversos y significantes. El despertar funciona porque Abrams entendió que ciertos aspectos tótems no se negocian: 30 años después de la caída del imperio, La nueva Orden busca instalar su gobierno desde el miedo, la violencia e intimidación, mientras que La Resistencia es el último núcleo rebelde que trata de evitarlo. ¿Les suena? No vamos a hablar más de la sinopsis porque el truco está allí: el propio espectador debelará qué rol cumple cada uno de esos personajes que nos cautivaron en la época de los ’80, y qué ocurre con ellos. promotion-shots-the-force-awakens Si en su momento Mark Hamill, Fisher y Ford marcaron una diferencia, estamos ante una situación similar tres décadas después. Daysy Ridley, quien se pone en la piel de Rey es la heredera definitiva, la hija legítima y perfecta de lo que se espera como protagonista de Star Wars, con la misma fuerza que Fisher irrumpió en aquella época. Oscar Isaac interpreta a un personaje único como Poe Dameron, el piloto más valiente y ejemplar de la resistencia. Junto a Finn, entablan una conexión de amistad y compañerismo muy similar a la que apreciamos con Luke y Han Solo, aunque en esta película se deja entrever más de lo que sucede. ¿Cuántos dudaban de John Boyega? Otro gran acierto del director, ya que Finn desde el principio genera empatía con el espectador gracias a su humor hilarante y las ganas de hacer lo correcto. Ahora, sí hablamos de Star Wars, hablamos de Darth Vader y los antagonistas, el lado oscuro y necesario del cosmos para llegar a un equilibrio entre el bien y el mal, un status quo imprescindible para que El Despertar de la Fuerza pueda codearse entre las primeras tres películas en emisión (algo que falló en la segunda trilogía hasta La venganza de los Siths [2005]). 118387.alfabetajuega-star-wars-vii-el-despertar-de-la-fuerza-kylo-ren-130815 Adam Driver carga con un consternado y contradictorio Kylo Ren, el sucesor de Vader y la orden maligna que busca acabar de una vez con los Jedis. Lamentablemente, Ren es el personaje más flojo de todos pero no por eso malo. Ya al comienzo, aparece y seduce desde la crueldad y desenfado, pero comienza a desinflarse a medida que se desarrolla en el film. A su vez, las contradicciones y dudas que lo acogen, lo exhiben de manera vulnerable y muy juvenil para un personaje de una carga emocional tan fuerte. Sin embargo, como los demás de la película, Kylo Ren es un personaje en construcción que muestra gran parte de sus armas en Episodio VII pero que explotará de manera definitiva en las siguientes secuelas. A pesar de esos momentos de duda, el final de El Despertar de la fuerza deja a la vista que Ren es la antítesis perfecta y siniestra que merece esta nueva trilogía. Finalmente, llegó el momento de hablar de BB-8, el androide principal que ayuBB81da a Rey y la resistencia. BB-8 brilla desde el primer momento que aparece en la película y enamora a los espectadores con una personalidad única y encantadora. Los zapatos que dejó el tan querido R2-D2 no le pesan a este nuevo droid, aunque sea muy diferente al original. BB-8 actúa desde el costado cómico e ingenuo, con una forma y gestos de interractuar con los demás muy al estilo de Wall-E (2008), mientras que R2-D2 mostraba un espíritu más combativo y de lucha. A todo esto, no dijimos ni una palabra de Luke Skywalker (Mark Hamill), ¿por qué? Será mejor que lo descubran ustedes mismos. Solo podemos decir que es épico. El despertar de la Fuerza cuenta con algunos fallos en los diálogos y en cuestiones que no se expresa de manera explícita pero se dan a entender. Tal vez un poco larga para su composición (132 minutos) por lo cual a veces pierde su sentido de atención, hasta que logra volver a eje gracias a grandes secuencias. Estos detalles, quedan disminuidos debido a la gran ópera que armó Abrams donde cada punto en cuestión funciona en sintonía y a la par, al igual que lo hace la orquesta de John Williams con los temas característicos de la saga. Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza es la nueva esperanza confirmada de que todavía queda mucho, mucho por recorrer y conocer en un universo donde La Luz y el Lado Oscuro se disputan el corazón de los hombres y fanáticos.
La mejor crisis infinita Kryptonita supera con creces lo que se esperaba de ella. Es la personificación exacta de esos héroes que vemos en producciones estadounidense pero como si hubiesen nacido aquí, en este costado del planeta, en un mundo tercermundista. Es la película de la Liga de la Justicia del Conurbano, del Oeste, de la calle y el barrio argento. Nicanor Loreti, a quie n ya vimos detrás de cámara en Diablo (2013), nos traslada desde su óptima al hospital Paroissien junto a El Tordo (Diego Velázquez), el médico “nochero” que será quién reciba a la banda del Nafta Super (Juan Palomino) en una noche totalmente diferente a cualquiera en esos terrenos bonaerenses. Loreti utiliza y juega con el Tordo, mostrando las grandes contradicciones morales y éticas con las que conviven gran parte de los argentinos en cada uno de sus trabajos. En este caso, un doctor que debe ir en contra de su código profesional y ético para cumplir con un pedido corrupto de la policía. A modo de detalle, se le agregó un propósito moral a esta Liga del Oeste, a diferencia de la novela homónima de Leonardo Oyola, libro en el que el film se basa. Por otra parte, éstos son héroes de carne y hueso, con problemas y falencias reales. La caracterización de cada uno de ellos es ejemplar, además el espíritu narrativo aparece desde el comienzo en los diálogos de Ráfaga (Diego Cremonesi), Lady Di (Lautaro Delgado) y el Faisán (Nicolás Vázquez), utilizando un humor negro, bizarro y actual. Pablo Rago cumple con una gran interpretación del Caballero de la Noche, mientras que Diego Capusotto actúa de manera similar con su némesis, Corona. Delgado toma gran parte de la pantalla gracias a su carácter y esmero en personificar a la mujer maravilla de La Matanza de manera ejemplar y contundente. Cada uno de ellos, hasta el músico Carca haciendo el papel de Juan Raro, cumple con el rol expuesto en las líneas de Oyola y llevadas a la pantalla de manera gratificante por Loreti y Camilo de Cabo. Un gran acierto por parte de la dirección del film fue invitar al rodaje al autor del libro, para consensuar y debatir ciertos aspectos narrativos y argumentales. Tal vez, lo más flojo de la película recae en el guión, que no avanza y a veces cae después del envión elemental que generó la primera aparición de toda la banda, con Nafta Súper a cuestas. Sin embargo, es un detalle menor gracias a la gran ambientación que generó todo el aparato artístico y de producción. El manejo técnico que empleó el director aparece de una manera muy lograda en el aspecto caricaturesco de sus matices, fondos y contrastes, un argumento similar al trato que utilizó el referente comiquero Frank Miller en Sin City (2005). La dirección de arte comandada por Catalina Oliva como así también el trabajo realizado por Dario Georges en la música, conviven y nutren al film en un escenario único y especial. Kryptonita tiene su propia esencia gracias a la combinación entre ellos, además de la fotografía (a cargo de Mariano Suárez), el gran matiz actoral y la mirada del director. Se puede hacer referencia en cierto aspecto del montaje, pero vale recordar lo complicado de realizar una película nacional de este género, comparado a los miles de millones de dólares de presupuesto que se utilizan en las producciones norteamericanas. Por su lenguaje burdo, coloquial, popular y de barrio, Kryptonita es una película para un público más adulto-adolescente que creció imaginando como imposible a un Superman de La Tablada y demás. Un mimo al alma a todos los fanáticos que hoy se regocijan con los trailers de Batman vs Superman y Capitan America: Civil War, pero que tomarán a Kriptonita como un clásico de culto en esta nueva cultura pop.
Mucho peso para cargar Con una nueva cara bajo el traje negro, Camille Delamarre (Brick Mansions) dirige a Ed Skerein (Game of Thrones) en El Transportador Recargado (2015) entre mujeres hermosas, disparos y persecuciones. Un combo molotov para películas del género que, si no se realizan de manera eficaz, pueden llegar a explotar en la cara del propio producto. La historia es similar a las demás películas: la sensual y enigmática Anna (Loan Chabanol) le encargará un pedido a Frank Martin (Ed Skrein) que pondrá en peligro su vida como la de su padre (Ray Stevenson). Es difícil poder sacar algo positivo de un guión que hace eco de su ausencia ante situaciones muy cliché y constantemente recicladas en las películas de acción. La dupla de guionistas, Bill Collage y Adam Cooper, acorraló al film a caer en lugares comunes, con diálogos fácilmente olvidables y sin ningún concepto profundo que vaya más allá. En la parte actoral, los protagonistas se mueven en las mismas aguas y el poco desenfado que promueve la película. Sin embargo, no se entiende, bajo ningún punto de vista, la ingenuidad del personaje de Stevenson que, al ser un agente súper secreto que estuvo en los mayores problemas políticos a lo largo de los años, cae prisionero y rehén en situaciones demasiado obvias atando al protagonista de pies y manos todo el tiempo. El director Camille Delamarre podría haber utilizado otro tipo de giro argumental para no dejar en offside todo el tiempo a Stevenson. Ninguno de los personajes sale de su lugar cómodo de agente-villano-femme fatale, produciendo una notable superficialidad en cada uno de ellos, sin generar empatía con el espectador para romper con la cuarta pared. En lo que marca a la acción, El transportador recargado cumple y sale airoso entre tantas emboscadas de cosas mediocres: las escenas de persecución en los autos, peleas a puño limpio y secuencias imposibles que puedan suceder en la realidad son algunas de las marcas que siguen el sello de la saga. En esa misma sintonía, se abusó del uso de la mujer como fuente de deseo y provocación con escenas netamente sexuales, sin tener ninguna necesidad de caer en ellas llegando a ser grosero y machista. A Ed Skrein, a quien conocimos por un leve paso por Game Of thrones, le costó llenar los zapatos que Jason Statham llevó en los otros tres films. La saga de El Transportador fue lo que fue, o marcó un punto de ruptura respecto a los demás film de acción, por la destacada labor y el carisma de Statham, algo que se notó en esta nueva entrega y en particular con Skrein. La música, como el montaje y fotografía, van de la mano con lo que estableció el director: espectacularidad conocida sin destaque, ni en mayor o menor medida, justo y necesario. El Transportador recargado sigue al pie de la letra el abc de una película de acción sin salirse nunca del libreto: en el mejor de los casos, hasta los exagera. Se trata de un producto mediocre, magro para el espectador, que termina de exprimir las últimas gotas que llevaron a Jason Statham a las grandes ligas del cine de acción norteamericano.
Un frío final En plena guerra civil, para liberar Panem del dominio total por parte del Capitolio, Katniss (Jennifer Lawrence) emprende el viaje definitivo para ponerse cara a cara con al presidente Snow (Donald Sutherland) y así darle fin a sus planes. Con el apoyo parcial de la presidenta del distrito 13, Alma Coin (Julianne Moore), el consejero Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman) y el recientemente recuperado Peeta (Josh Hutcherson), el sinsajo de Panem incursionará en un camino lleno de trampas, mentiras y traiciones que cambiarán para siempre su futuro y el de todo Panem. En un mundo dominado por un sistema monárquico, dictatorial y antidemocrático, Katniss representa el símbolo del cambio o revolución. Como en los tópicos, ella recorrió el camino del héroe entre arenas de combates, mentiras y contradicciones morales y políticas. Un camino que ella no decidió tomar por cuenta propia, sino que el destino y las consecuencias la fueron guiando hacia ese lugar. El héroe, en sus comienzos, desconoce su propia fuerza y duda de si mismo hasta de los demás, ya que es tan ser humano como cualquiera. En este infructuoso camino de errores, manipulación y muerte, la protagonista, por momentos, busca huir y tratar de escapar a la realidad que le altera, aunque ya es demasiado tarde. A lo largo de Sinsajo, Katniss acompaña al espectador por un camino donde la política y los derechos que ésta misma defiende no van a la par. Francis Lawrence, destacado por ser director de videos musicales, de artistas como Britney Spears, Lady Gaga o Michael Jackson, siguió la senda aceptable de su predecesora, Sinsajo: Parte I (2014) pero sin alcanzar a En Llamas (2013), lo mejor que a lo que llegó la saga. La fotografía y música ayudan a crear un ambiente oscuro y ambiguo, producto de las constantes contradicciones de Katniss, además de ser justo y conciso en las situaciones de tensión y dramatismo. La dupla guionista de Danny Strong, Peter Craig raspó solo la superficie del contenido natural que presentó la obra original de Suzanne Collins. El cambio revolucionario ante la opresión y censura a la libertad de expresión, ante la autoridad totalitaria de un gobierno corrupto y lineal. El guión quedó limitado frente a contenidos tan ricos para desarrollar, consecuencia de un género que no está acostumbrado a centrarse en esas temáticas. A pesar de contar con un elenco de grandes actores, se siente la falta de Philip Seymour Hoffman en la última parte del film, tan particular por su carisma y determinación. Sin embargo, Katniss cuenta con un mentor, un sensei que la ayuda en su aprendizaje, Haymitch (Woody Harrelson), quien es uno de los faros en los cuales se ampara cuando la marea sube y no puede controlarla. Por otro lado, el autopadecimiento que sufre Peeta (Josh Hutcherson) llega niveles insostenibles de melodrama e incoherencia, como también la (¿no?) relación de Katniss con Gale (Liam Hemsworth), su aparente “pareja”. Sinsajo: el final se toma su tiempo para cerrar cada una de las tramas, ya que su extensa duración de 138 minutos se lo permite. La conclusión es que Sinsajo está a la altura de lo esperado pero sin destacarse. El dinamismo que agilizó todo el film se pierde en los últimos momentos, al caer en lugares comunes y diálogos absurdos para el espectador. Al fin al cabo, Sinsajo es otra novela adolescentes con giros y caprichos incomprendidos, pero bajo un contexto clasista y de guerra civil que pone otro condimento a ese tipo de historias tan bastardeadas y conocidas por el público.
Memorias después de la vida En Eva no duerme, las confrontaciones ideológicas y sistemáticas vibran bajo las baldosas de Buenos Aires después del fallecimiento de Eva Perón. Con dirección de Pablo Agüero, distintas historias se entrelazan bajo el dominador común de la figura de Evita, con variadas derivaciones, pero ninguno indiferente ante la mujer más importante en la historia de la patria argentina. En un tono duro y oscuro, el film es un reflejo de lo que acontecía en la historia nacional desde la época de los ’50 hasta fines de los ’80. Todo ocurre y gira en torno al destino que tomó el cuerpo de la primera dama Eva Perón, desde su embalsamador (Imanol Arias, con una escena muy fuerte y no apta para impresionables) hasta el regreso a Buenos Aires. Eva no duerme tiene cuatro personajes centrales; Gael Garcia Bernal, el militar que oficia de narrador, Denis Lavant en la piel del soldado que traslada el cuerpo de Eva y Daniel Fanego como Pedro Aramburu, además de Arias. La historia trata los temores, frustraciones y sentimientos encontrados de los personajes, llegando a la anomalía de compadecerse y asombrarse por un cuerpo sin vida, que por su aura, imagen y fuerza popular, parece más presente que nunca. Desde la mirada exclusiva del aparato militar antidemocrático, la voz de Bernal guía al espectador a través de la perspectiva de las fuerzas armadas y la relación tan íntima y complicada que tenían con esa mujer. En todo momento la película resalta la importancia que genera Eva, desde cuatro perspectivas ajenas y desiguales, pero bajo el mismo foco común: el respeto y admiración/odio hacia ella. Además, se exhibe el costo político que genera para los distintos bandos, poseer el cuerpo de la difunta, y que medidas toman desde ambos lados para quedarse con él. A pesar de ser de una duración acotada -85 minutos- el film tiende a demorarse y no se desarrolla de manera dinámica, provocando cierto cansancio e incluso aburrimiento para el espectador. El material de archivo muestra el escenario necesario para ubicarnos en tiempo y espacio, pero se vuelve un poco tendencioso con su uso reiterativo y constante. El elenco cumple pero no deslumbra y se manifiesta acorde a las exigencias del film. El mensaje del director y guionista Pablo Agüero es claro pero confuso en sus formas de llevarlo a cabo. En un ambicioso guión por poner un poco de luz a un pasado bastante lúgubre e inexacto con respecto a lo sucedido con el cadáver, el guión acompañada sin sobresaltos pero termina de explotar en la última historia con Fanego, que se lleva lo mejor de toda la cinta. Eva no duerme escarba en una época demasiado complicada y conflictiva de la historia de Argentina, con sus contradicciones, promesas inconclusas y despedidas tenues y oscuras, donde las heridas todavía no cicatrizan y siguen allí: vivas y abiertas. Por Alan Schenone
Un aceptable track Música, fiesta y amigos (2015) no es, contrariamente a lo que dice su nombre, sólo una película de fiesta, diversión universitaria y descontrol al estilo American Pie (2010) y Proyecto X (2012). Es el ascenso forzoso y difícil para salir adelante, con los condicionantes que aparecen el día después de terminada la fiesta. La música electrónica es el eje e influencia en una historia sobre un grupo de jóvenes que buscan cumplir sus sueños con una vida de excesos y decisiones, tanto malas como buenas. Cole (Efron) es un DJ que, junto a sus amigos de la niñez, buscan superar las barreras del barrio donde crecieron, el valle detrás de Hollywood; para llegar a la tierra prometida o a ese lugar ficticio que la ciudad de los famosos ejemplifica como sus sueños. La parte argumental de la película es predecible y lineal hasta que surge un punto de ruptura que trae consecuencias importantes para cada personaje. Un film que va un poco más allá y reflexiona sobre lo que pasa el día después de una noche de juerga y los límites, excesos y riesgos por los que caminan diariamente, entre drogas y otras cuestiones. Max Joseph hace una aceptable dirección con secuencias introductoras de la electrónica, explicándole al espectador de quq manera ésta repercute en nuestro cuerpo y como se relaciona de manera fisiológica con nuestros latidos y sentidos. Zac Efron, a pesar de seguir con el estereotipo de ser el chico lindo y malo fuera del colegio, cumple y transmite emoción en su búsqueda intermitente por llegar a destino. Emily Ratajkowski padece el mismo síntoma que Efron pero logra salir airosa gracias a su sensualidad, a pesar de cosechar una actuación modesta. El cast en general pasa la media y entrega una buena performance que suma a la exigencia del film. Grandes temas de artistas internacionales de este género musical vibran y acompañan a la perfección el relato accidentado de Efron y compañía, con tracks pegadizos y de calidad, como el de la banda Justice y el nombre que da título al film. Música, fiesta y amigos busca diferenciarse del resto desde su mensaje hasta en la manera en que constata su relación final con la electrónica: la autenticidad de un beat, de un track que lleve al protagonista al estrellato, está en las pequeñas cosas cotidianas que nos rodea, y no en un sonido preestablecido generado en una cpu. El film amplía los límites de la comedia-universitaria estadounidense nutriéndose de la amistad y la electrónica, directamente relacionada a las drogas con un mensaje diferente y especial acerca de las decisiones sobre cómo alcanzar los objetivos personales.
Las contradicciones por (no) hacer lo correcto Después de las aclamadas Prisoners y Enemy (ambas de 2013), el director Denis Villeneuve apostó fuerte por un thriller que plantea la difícil situación fronteriza entre México y Estados Unidos. Tras ser reclutada por Matt Graver (Josh Brolin) para enfrentar a las principales redes del narcotráfico, Kate Macer (Emely Blunt) comienza a replantearse los principios y valores que la propia organización promueve cuando se sobrepasan los límites de aquellos que no respetan ninguna ley. La participación de su enigmático nuevo compañero Alejandro (Benicio Del Toro), hacen dudar a Macer sobre su visión y papel en esta misión. Sicario es el reflejo de una realidad paralela que la mayoría no ve. La guerra interna entre los aparatos secretos, norteamericanos como de la CIA, para contrarrestar el tráfico de drogas al precio que fuere. En el film recurrentemente aparece el accionar, o modus operandi, de los carteles mexicanos ubicados entre la frontera de un país y otro. En un contexto que sobrepasa las leyes y las normas, la única que es aceptada es la de la violencia, el miedo o los asesinatos. El tráfico de drogas, trata de personas o encargos de homicidios son moneda corriente en la Ciudad de Juárez. Allí, la línea entre el bien y el mal, lo aceptado moralmente y humano es muy difusa. En el modo de actuar, la diferencia entre federales y traficantes recae únicamente en la portación de placas y uniformes. Las Black Ops (operaciones especiales secretas) encabezadas por Graver, siguen una única regla: terminar con el objetivo, sin limitarse en las consecuencias. La justicia, derechos ciudadanos y civiles hacen eco por su ausencia en la zona más oscura y siniestra de la Ciudad de Juárez. Entre medio de esa encrucijada aparece la agente del FBI Kate Macer. En ella, reside el único faro moral de lo que realmente ocurre, con las contradicciones internas que llevan a replantearse si está del lado correcto de la ecuación. El derrumbe ético y moral de la protagonista sucede a medida que va socavando más profundo en las raíces de Juárez y sus ciudadanos, sean compañeros o traficantes. Blunt brilla, mientras su personaje oscila entre las agallas por seguir al frente, y la vulnerabilidad de ver a su mundo ético-moral de rodillas y al revés, donde el modo de justicia se realiza a mano propia. S_D18_05049.NEF S_D18_05049.NEF En la brillante interpretación de Benicio del Toro encontramos la esencia del film. Su personaje esconde una personalidad tan introspectiva y compasiva pero por momentos oscura y despiadada, creando un clima incómodo e indescifrable tanto para Macer como para el espectador. Alejandro es la aceptación de ese mundo tal cual como es, teniéndolo como rey, torre y alfil en este juego de ajedrez. “La vacuna para terminar con tal mal”, como según el mismo vocifera en la mitad del film. Es el dilema ético entre los valores y seguridad: ¿Qué precio es aceptable para brindar seguridad?. Si hablamos de Denis Villeneuve, hablamos de palabras mayores en cuanto a la fotografía y dirección de arte. Con planos panorámicos impactantes de la propia Ciudad de Juárez, como también momentos donde se utilizó a Albuquerque, Nuevo México; El paso, Texas; y en Veracruz, México. Un deleite visual gracias a la participación de Roger Deakins (11 veces nominado al Oscar) y el director de arte Patrice Vermette (también nominado al premio de la Academia). A pesar de abusar un tanto de estos soberbios paisajes y su inmensidad, el mensaje de Villeneuve es claro: en la amplitud de la nada misma, similar a un desierto, carente de fertilidad y vida, habita la libertad de acción, el libertinaje donde no existen leyes ni normas que acatar para dar pie a la delincuencia. Estas imágenes, tan abarcativas para el espectador pero un poco distantes, se balancean con momentos íntimos entre los personajes. Después de un gran trabajo en Prisoners, el director dejó en las manos de Jóhann Jóhannsson la banda de sonido. Acompañados de un conciso montaje en cuanto al emparejamiento con la dirección de arte y la marca intacta del director, la música en Sicario da pie a grandes escenas de tensión, suspenso y clímax total entre secuencias de acción o diálogos muy breves pero efectivos entre los protagonistas. Lo bueno, lo esencial de Sicario es hacer sentir al espectador que está allí junto a los protagonistas, entre los quiebres ideológicos de Kate y la difícil personalidad de Alejandro, que varía de un compañero compasivo a un asesino senil a sangre fría en cuestión de segundos. El punto más flojo (si hay que encontrarle uno) recae en el guión, a cargo de Taylor Sheridan. Una estructura lineal, sin demasiados sobresaltos y predecible (algo distinto a lo que acostumbra Villeneuve). Sin la mano diferente de su director y equipo creativo, quienes imponen una estética inusual y hasta reconocida, estaríamos frente a otra película sobre el narcotráfico y la violencia interamericana. Sicario se destaca entre los films de esta temática gracias al enfoque de su director, que logró marcar una estética e identidad en sus películas. Con pocos puntos de sutura a corregir, Sicario cumple y se codea entre los grandes estrenos de la temporada 2015/2016.
El susto de lo que ya pasó El demonio de los niños está de vuelta. Sinister 2 (USA, 2015) amplía el mundo que dejó atrás a Ethan Hawke en Sinister (2012), con nuevas víctimas, mientras se explora el origen del espíritu que causó los asesinatos. Al mantener las bases que hicieron un gran éxito al primer film, el director Ciaran Foy (Citadel – 2012) buscó encontrarle la vuelta a una segunda parte que no coordinó con su importante materia prima, en la relación guion-dirección-reparto. Luego de la muerte de los Oswalts y la desaparición de la hija más chica (hechos que ocurren en la primera entrega), el ex-ayudante del sheriff (James Ransone) continúa con su investigación sobre el demonio Buhguul. Entre tanto, Courtney (Shannyn Sossamon), víctima de violencia de género, se esconde de su esposo junto a sus dos hijos gemelos de nueve años, Dylan y Zach, en una casa en medio de la nada. El nuevo hogar de la familia, situado junto a una iglesia abandonada, es el escenario donde el demonio sigue con sus planes. 3S7C6341.CR2 Sin ningún tipo de innovación respecto a la primera entrega, la dirección a cargo de Foy cae en lugares comunes y predecibles. En el marco narrativo, con el guión de Robert Cargill y Scott Derrickson (director de la película anterior), el filme se focaliza a desentrañar la mitológica histórica detrás de Bughuul, mientras descuidan la investigación para derrotar al espíritu. Además, se personifica al nemesis y le quitan el aura espectral que lo hacía tan aterrador. Por eso, Bughuul, al ser una entidad ya conocida por el espectador, pierde la cuota de terror y susto que lo caracterizaba, por mantener e imitar la impronta de la primera película sin ofrecer nada novedoso. Una falla importante en Sinister 2 recae en la falta de protagonismo de sus actores principales: ninguno llena el cupo para sobrellevar el film. A pesar que no hay malas actuaciones, tampoco logran una interpretación lucida y significante. Ni Ransone ni Sossamon salen de la superficialidad de sus encarnaciones, aunque sus interpretaciones sean aceptables. A diferencia de la primera, donde las decisiones del personaje de Ethan Hawke estaban relacionadas con su profesión y su familia, y ambas entrelazadas entre sí, en Sinister 2 se pierde ese atractivo de thriller. Las impactantes películas caseras que caracterizaron a la primera entrega no están a la altura en esta secuela. Este cóctel de malas decisiones solo toma aire en el final de la película, en el único momento de tensión. Los niños son el punto de anclaje entre lo espectral y el mundo real, aunque nunca se llega a un clímax imponente en cuanto a su presencia. Sinister 2 es el reciclaje de un producto que en su momento dio buen resultado gracias a una historia original y buenas actuaciones, pero en su continuación ambos factores brillaron por su ausencia. A pesar de mantener la dupla original creativa, no pudieron desarrollar de manera satisfactoria a un gran antagonista como Bughull.
El gol que faltaba En Boca Juniors 3D, la película se realiza un recorrido por las grandes proezas que revolucionaron al club de La Ribera tanto a nivel nacional como continental. Hechos tan relevantes para los simpatizantes como la primera Copa Libertadores en 1977 hasta el gol histórico de Carlos Tevez ante River, el último gran ídolo que retornó a Boca hace pocos meses, son algunos de los momentos que se destacan. Con la dirección de Rodrigo Vila, el espectador parece dejar su butaca para pisar el césped del estadio Alberto J. Armando y así sentirse como uno más de los jugadores. Sin embargo, el 3D casi no se destaca y pasa desapercibido en todo el film. A su vez, la película funciona de manera similar a los documentales que los canales de deportes transmiten en sus ediciones especiales, aportando imágenes ya vistas con tan sólo algunos escasos momentos inéditos. El hilo conductor para lograr una relación coherente entre los hechos que se presentan en Boca Juniors 3D, recae en el único personaje ficcional que vemos, el historiador memorioso Funes. Sin embargo, este recurso narrativo resulta repetitivo hasta el hartazgo al caer en la falsa nostalgia por crear empatía con el espectador, además, no se adapta de forma creíble a la naturaleza del largometraje con tintes de documental. En la voz de los propios protagonistas, como el máximo goleador de la institución, Martin Palermo o el histórico capitán, Antonio Rattin, la película refleja la pasión y fanatismo de jugadores y simpatizantes, recordando con anécdotas los pasajes más importantes de la historia del club. Guillermo Barros Schelotto, Rolando Schiavi, Silvio Marzolini, Ángel Clemente Rojas, Ernesto Mastrángelo y Rubén Suñé, entre otros, son grandes ídolos que también aparecen. Sin embargo, no se cuenta con los testimonios de grandes figuras de la institución, como es el caso de Juan Román Riquelme, Diego Armando Maradona o Carlos Bianchi. La película permite acercar al Mundo Boca, con lo que representa La Bombonera y hasta el propio barrio, a lugares inaccesibles, sea por un motivo económico o de distancia. Cualquier espectador del país, pagando el precio de una entrada de cine, podrá disfrutar lo que significa estar en el mítico estadio cuando juega Boca. 1012380766_bb53df9d6c_b Más allá de los errores técnicos o de innovación que pueda acarrear Boca Juniors 3D, se comprende lo que busca trasmitir: que Boca resulta un elemento en común para unir personas y sentimientos, como en la relación de un padre con su hijo. Otro aspecto positivo es el contexto tan importante en el cual se enmarca al club, en el pintoresco barrio de La Boca, enfatizando en como barrio-club se nutren mutuamente, hecho expresado en las paredes, murales, casas y hasta en las personas del barrio de La Ribera. Boca Juniors 3D, La película, es un mimo digital tanto en el marco sonoro como visual para los fanáticos, que no pierde su rumbo en homenajear a uno de los clubes más importantes de Argentina. A su vez, es el primer largometraje de un club de fútbol en llegar a la gran pantalla. El film, casi exclusivo para hinchas xeneizes -con la ambivalencia que esto genera- llega a todas las salas del país el 27 de agosto, mes en el que el barrio de La Boca cumple 145 años. La película promete ser un éxito gracias a los miles de simpatizantes que sienten la banda azul y amarilla en el corazón, desde Usuahia a la Quiaca.