ESCALOFRIANTE HISTORIA VERÍDICA Adrenalínico filme basado en una historia verídica, acerca de un motañista que queda atrapado entre las rocas, y debe hacer lo inimaginable para sobrevivir. Aron Ralston, aventurero de 27 años, amante de las emociones fuertes, decide ir a dar un paseo por Blue John Canyon , una zona montañosa de Utah. Ralston no informa a nadie de su objetivo de explorar la zona, así que cuando queda atrapado en una pared de roca sabe, luego de encontrarse solo por varias y larguísimas horas, que el único socorro que va a tener para largarse debe surgir de sus propios medios. “127 horas” inicia de manera vibrante, acelerada; la pantalla se divide en dos y tres partes, una y otra vez, y las escenas se suceden con un ritmo exaltado, mostrando aglomeración de personas y gran movimiento, hasta que la cámara se tropieza con Aron, a quien sigue en su rápida preparación e inicio de la excursión que pretende llevar a cabo. La última película de Danny Boyle ("Slumdog millonaire”, “Millones”, “La playa”, “Trainspotting”), se centra en los incidentes de Ralston en Utah, siguiéndolo desde el inicio de su peripecia hasta el accidentado momento en que queda atrapado en las rocas. En el Toronto International Film Festival varios asistentes quedaron en estado de shock e incluso algunos sufrieron desmayos por la dureza de las imágenes; y debe reconocer quien escribe estas líneas que debió cubrirse los ojos en un par de escenas, por lo impactantes y chocantes. James Franco se pone al hombro todo el protagonismo (actoral) del filme, y cumple enormemente, dotando a su personaje con la enorme valentía y coraje para resistir los embates de la naturaleza, y enfrentándose a ella, así como mostrando su lánguida degradación. El otro protagonismo corre por cuenta de los escenarios, fotografiados con esmerada brillantez, sumado a la genial música de A.R. Rahman y un montaje de planos trepidante, nervioso, frenético por momentos. Con algunos puntos en común con “Enterrado” de Rodrigo Cortés (por la situación límite del protagonista atrapado en un espacio reducido, sin poder moverse) el filme de Danny Boyle también se tienta con incluir una escena “tramposa”, en la que se juega con las emociones del espectador, haciéndole creer que una solución le llega al protagonista, cuando en verdad no es así. A diferencia del filme de Cortés, aquí se utiliza el recurso del flashback para mostrarnos las relaciones del personaje con su entorno: familia, amigos, novia, para así conocerlo más y sentir aún más empatía con él. La película respeta la crudeza de los hechos y le da al espectador una idea muy exacta del espíritu de supervivencia que es capaz de poseer un ser humano y que sale a la luz cuando la desgracia hace su repentina aparición. A verla, pero sabiendo que contiene planos shockeantes!!
En el contexto de una pequeña comunidad de Missouri, el segundo largometraje de Debra Granik (el anterior, de 2004, se titula “Down to the bone”) narra la heroica historia de Ree, una adolescente de 17 años que debe llevar adelante a su familia, compuesta por una madre enferma, casi autista, y sus dos hermanitos. Bordeando la pobreza extrema, casi sin tener qué comer y en medio de un crudo invierno, la heroína del relato debe enfrentarse a un pueblo cruel para averiguar el paradero de su padre, un narcotraficante que ha salido de la cárcel bajo fianza. Si Ree no lo halla, puede perder la precaria casa en la que vive, dado que su padre la ha puesto como garantía de sus fiadores. Poco a poco, la joven, junto a su hosco tío, consigue abrirse paso a través de las mentiras, evasivas y amenazas de sus vecinos, hasta llegar a la cruda verdad. La consagratoria actuación de Jennifer Lawrence (nominada al Oscar como mejor actriz, junto a mejor película, guión adaptado y actor de reparto) y la puesta en escena de su directora son lo mejor de “Winter´s bone”. Se transmite la crudeza de la vida de la protagonista y conmueven las miradas tristes y actitudes dóciles de los hermanitos pequeños, incluidos en todo ese entorno de miseria. Gran presencia de Lawrence e intensa la secuencia en el bote (no por nada aparece en el afiche), sumado al muy bello plano final de los tres sentaditos en las escaleras. Puede resultar densa y es una historia algo pequeña, pero es para celebrar que un filme de estas características (independiente, favorito en Sundance) conforme la nómina de películas oscarizables.
Por suerte, cada año reaparece Woody Allen con su filme de costumbre, y a veces deslumbra, y otras, no tanto. Esta vez, Woody presenta una película coral, de ésas en la que varios personajes desarrollan su propio conflicto y, muchas veces, entrecruzan sus destinos. Aquí tenemos a una mujer mayor, Helena (gran actuación de Gemma Jones), deshauciada porque su matrimonio de 40 años se ha disuelto. Por ello recurre a una vidente (Pauline Collins, la de "Yo amo a Shirley Valentine) para saber qué le depara su destino. La hija de Helena, Sally (la siempre eficiente Naomi Watts) ve decaer su matrimonio con Greg (Josh Brolin) y anhela crecer profesionalmente y enamorar a su jefe (Antonio Banderas). Greg es un escritor frustrado que se enamora de su joven vecina (Frieda Pinto, la de "Slumdog millonaire"). Mientras, el ex de Helena, un jovial septuagenario (Anthony Hopkins) quiere rehacer su vida casándose con una joven prostituta (graciosa caricatura de Lucy Punch). Y así, los personajes deambulan buscando su propio destino, intentando ser exitosos, ser felices, ser mejores... Una locución en off , presente durante todo el filme en ciertas ocasiones, hilvana los argumentos y reflexiona, quitándole (tal vez) al espectador la posibilidad de elaborar de manera individual sus propios pensamientos. El súper elenco no alcanza a construir una película inolvidable. En un medio tono entre el drama y la comedia ácida, Allen despliega su arte narrativo como siempre, pero sólo hay algunas huellas de ciertos temas que ha explorado más profundamente en otras de sus obras, por lo que esta "You will meet a tall dark stranger" resulta algo superficial y, para muchos, puede parecer inacabada. La bella fotografía de una brillante Londres enmarca estas pequeñas historias, paradojas del ser humano que Allen decide no cerrar, dejando un final abierto en casi todos los conflictos planteados. En lo que sí es concluyente es que, muchas veces, el alma humana se sana más con ilusiones que con medicinas. Y si no, preguntarle a Helena que sigue adelante, ilusionada, queriendo conocer a un alto y castaño extraño de quien enamorarse...
Terence McDonagh, detective de homicidios del Departamento de Policía de Nueva Orleans se ha convertido en un adicto al Vicodin y a la cocaína. Cuando una familia de inmigrantes africanos aparece asesinada, sus superiores deciden que él es el más idóneo para encabezar la investigación. Durante la misma, el teniente no dudará en utilizar su puesto para conseguir droga o sexo a cambio de favores. Werner Herzog, su director, deja bien claro de entrada que no estamos ante alguien heroico, mostrándonos cómo el policía comete actos abominables no sólo para un agente de la ley, sino para cualquier ser humano. “Teniente corrupto” es la remake del mítico film de Abel Ferrara. Lo más original y sorprendente resultan los lagartos e iguanas que aparecen sin aviso poblando las escenas; animales que sólo el protagonista ve en los momentos más álgidos de su exaltación, producto de sus dosis de droga, aportando un elemento de alucinación y pesadilla permanente, con una original y nerviosa puesta de cámara en esas instancias. La espiral de degradación personal y moral de su protagonista, en la piel de un Nicolas Cage excesivo e histriónico, tampoco aporta nada extra respecto de la gran labor de Harvey Keitel en la interesante "Bad Lieutenant", recordando una escena de las más impactantes de aquella película, que Herzog prefirió no incluir, en la que nuestro antihéroe obliga a dos chicas adolescentes a desnudarse y realizar actos obscenos mientras él se masturba en plena calle. Resultaba mucho más efectiva la original de Ferrara de 1992, con el gran Keitel , mucho más áspera y visceral que esta (innecesaria) repetición.
LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER Desde el plano que abre "Somewhere" se percibe el ritmo que tendrá la última obra de Sofia Coppola: una Ferrari recorre una pista circular en medio de la ruta y la vemos dar 4 vueltas en tiempo real; esto es, casi 4 minutos de plano sostenido, hasta que el auto se detiene y su protagonista baja y mira al horizonte. Estamos ante una historia intimista, pequeña, y hasta familiar, si así se la puede catalogar, pero que pretende hablarnos sobre la vacuidad de la fama y del éxito a través de un actor de Los Ángeles. Johnny Marco es un astro cinematográfico treintañero que vive temporalmente en el hotel Chateau Marmont de Hollywood. Cuando su hija de once años aparece por sorpresa, Johnny no tiene más remedio que enfrentarse a todo lo que ha rehuido durante su vida. En esos pocos días que comparten, padre e hija disfrutan de su mutua compañía y de las obligaciones que, como estrella del cine, Johnny debe cumplir: sesiones de fotos, conferencias de prensa, descansar en el hotel durante el tiempo libre que le deja la preproducción de su próximo filme, ir a una entrega de premios en Italia con estadía paga en una suite 5 estrellas. Coppola retrata esos momentos compartidos, sin conflictos, sin discusiones, sin retos; es la descripción de ese transcurrir de momentos, muchos de ellos casi sin elipsis, lo que puede resultar algo tedioso, porque ciertas escenas se alargan más de lo necesario. Pero más que una relación padre-hija, parece una vacación entre amigos; justamente, el conflicto radica allí, en esa relación desdibujada, que se evidencia cuando la pequeña hija le blanquea a su padre su calidad de ausente. El filme es todo de Stephen Dorff, dotando a su Johnny con su facha, desparpajo y naturalidad, logrando una buena labor; prácticamente no lo perdemos de vista y lo acompañamos en todos los acontecimientos de su movida existencia, incluyendo el desfile de bellas mujeres que lleva a su cama a diario. El replanteo de su vacía vida (a pesar de que parece todo lo contrario) aparece algo tarde, y nuestro protagonista parece querer dar un vuelco a su frívolo e insubstancial presente, pero eso quedará para otra película, porque los créditos finales hacen su aparición. El filme de Coppola tiene algo de su genial “Perdidos en Tokio”, por esto de que un actor pasa una estadía en un hotel fuera de su hogar, por la voz recriminatoria de una esposa a través del teléfono, por la sensación de vacío del protagonista o por la vivencia de una felicidad efímera de dos seres en circunstancias transitorias. Sin embargo, a pesar de las coincidencias, resulta más interesante y desarrollado el conflicto de “Lost in transaltion” que de esta “Somewhere”, tal vez algo pueril. Dentro de una consistente actuación, a Dorff (¿o al personaje?) le falta cierta intensidad, y lo mismo se aplica al filme, un retrato sobre la futilidad de la fama y de Hollywood, sugestivo en instantes precisos pero dominado por cierto vacío en su totalidad. Hay participaciones especiales (o cameos casi) de dos actores reconocidos, como Benicio del Toro y Michelle Monaghan, en roles sin peso en el guión. Elle Fanning parece seguir los pasos de su hermana Dakota, cumpliendo con creces su rol de hija chiquita pero con mucho de adulta, que demanda ser querida y cuidada como se merece. Y Johnny parece recapacitar y se baja de su Ferrari, deja de girar en círculo como al comienzo del filme, para enfrentar el rol más importante de su carrera: ser papá; o mejor dicho, SER papá.
La muerte de personas cercanas nos deja una sensación de desamparo, de carencia afectiva irremediable, que puede afectar el curso de nuestras vidas. A pesar de saber que tendremos que enfrentar esas pérdidas, la muerte pareciera ser un tema que los seres humanos no incorporamos nunca como parte de nuestra existencia. Resulta sumamente arduo superar la muerte de un hermano, un cónyuge, un hijo… Es necesario vivir el dolor de las pérdidas para poder seguir con nuestras vidas y continuar creciendo. Sin embargo, muchas son las personas que no pueden asumir la muerte, y desean conectarse con sus seres queridos que dejaron este mundo terrenal. Las pérdidas familiares dejan un vacío tal que surge la necesidad de saber si hay un “más allá”, si los que se fueron están bien en ese nuevo lugar. Clint Eastwood se anima a encarar en "Hereafter" este tema espinoso y complejo, a través de un guión de Peter Morgan, entrecruzando tres relatos de forma alternada. El filme gira en torno a la historia de tres personas que han sido tocadas por la muerte de diferentes maneras. George (Matt Damon) es un obrero estadounidense que tiene una capacidad especial y logra conectarse espiritualmente con el Más Allá; pero más que como don, lo vive como una pesadilla y quiere alejarse de su pasado como médium. En la otra parte del mundo, Marie (Cecile De France), una periodista francesa, ha sufrido una experiencia cercana a la muerte (es una sobreviviente del tsunami asiático) que ha trastocado su concepto de la realidad, y su personalidad aguerrida y fría se modifica por completo. Y Marcus es un niño londinense que ha perdido a su hermanito gemelo en un accidente y necesita respuestas desesperadamente, ya que no puede dejar ir a su otra mitad. Cada uno de ellos intenta continuar con su propia vida, y lo vemos en un montaje alterno, saltando de una historia a la otra. La película, producida por Steven Spielberg, abre con la secuencia del tsunami, recreando increíblemente, con efectos (más que) especiales, la catástrofe considerada como el noveno desastre natural más mortal de la historia moderna. La proyección de la película transcurre sosegadamente, con largas secuencias que van mostrando el perfil de los tres personajes protagonistas, hasta que (demasiado casualmente) se comienzan a interrelacionar. Matt Damon compone con ajustado tono a su desesperanzado trabajador, que huye de su capacidad de conectarse con los muertos, para intentar, de a poco, conectarse con los vivos. Es por ello que se anota a unas clases de cocina y allí conoce a una tierna mujer (excelente Bryce Dallas Howard), resultando muy cálido y sensible el acercamiento romántico con ella, a pesar de que ésta esconde algo que puede interferir en la relación. También es de destacar la historia de los niños gemelos y la tierna relación con su alcohólica madre, logrando escenas de alto contenido dramático y muy bien actuadas. Eastwood sigue filmando tan bien como siempre y sigue siendo autor de la música de sus historias (algo repetida en esta peli). A pesar de no ser un gran filme dentro de su intensa y vasta filmografía, logra conmover, más especialmente a aquéllos que creen que el “Más allá” nos espera del otro lado.
DESLUCIDO ALEGATO SOBRE LAS HERIDAS DE LA GUERRA "The Messenger" pretende plasmar las huellas (físicas y emocionales) que la guerra entre EEUU e Irak deja en los soldados que van al frente. En este caso, el joven Sargento Will Montgomery (Ben Foster) regresa de su servicio en Irak donde ha tenido que estar en los hospitales del ejército por largos períodos de tiempo, a la espera de curar las heridas causadas por las distintas acciones bélicas. De vuelta en casa, le asignan un nuevo trabajo, que claramente aborrece: formar parte de la Oficina de Notificación de Bajas, para comunicar a las familias las pérdidas de sus hijos en el frente de batalla. Es por ello que quedará bajo las órdenes del veterano Capitán Tony Stone(Woody Harrelson), y juntos llevarán a cabo la difícil tarea. Obviamente, los caracteres de la pareja son dispares: el joven se permite ser más emotivo y sensible al momento de enfrentarse a los familiares de las víctimas, mientras el otro se muestra más profesional e imperturbable, “como debe ser”, según él. De esta manera, gran parte del planteo y desarrollo de este filme es describir cómo se lo toman los padres, las novias o mujeres de los difuntos, sucediéndose una tras otra cada secuencia en la que los soldados van a dar la noticia a cada hogar. Por lo tanto, el filme se plantea como repetitivo, y hasta algo morboso, por el hecho de acumular escenas muy dramáticas para ver cómo reaccionan los familiares cuando se enteran de las bajas. La ausencia de una historia concreta por contar, y la presencia de largos diálogos pretenciosamente interesantes y reflexivos, terminan por dejar una película que transcurre vanamente, monocorde, sin demasiado interés para el espectador (salvo para el público norteamericano en el que, seguramante, este filme cala muy hondo) . A medida que los mensajeros se conozcan mejor irán exteriorizando sus más íntimos sentimientos, y afrontarán el día a día recurriendo al alcohol o buscando un amor imposible, y acercándose cada vez más, viendo que no son tan distintos como parece, pero a esta altura el filme ya perdió el interés que podría haber generado. Sí son de destacar las buenas interpretaciones, tanto de Harrelson (nominado al Oscar como Actor de Reparto) como de Foster, más el buen oficio de Steve Buscemi y Samantha Morton, pero nada más… lamentablemente.
MI CUÑADO Sarah Michelle Gellar se hizo conocida por su personaje en la serie de televisión "Buffy, la cazavampiros", por la que ha cosechado gran popularidad en los 90s. En los últimos años ha sido convocada para protagonizar remakes de filmes de terror orientales como "El grito" y "El grito 2". En este caso, "Personalidad múltiple" (cuyo título en inglés es "Possession") está basada en la película de Corea del Sur "Addicted" y cuenta una historia interesante, poco probable, pero válida para el género de suspenso al que pertenece. Jessica es una exitosa abogada, felizmente casada con Ryan, un sentimental hombre que le manda flores y cartas románticas, y todos los días le recuerda el amor que siente por ella. Sin embargo, algo tiñe la realidad de ambos: Roman, el hermano menor de él, ex presidiario violento, convive con ellos hasta que encuentre un lugar dónde vivir. Y eso le molesta a ella, ya que éste le hace frente en todas las ocasiones que puede. Pero sorpresivamente, Jessica tiene la desdicha de ver cómo ambos hermanos caen en coma tras un accidente en auto. Cuando su cuñado despierta, le dice que él es realmente su marido, y actúa como tal, convirtiéndose en un hombre frágil, sensible y tierno. Descolocada ante tal situación y con su verdadero esposo sin despertar, la joven mujer intentará entender lo que sucede, sucumbiendo ante el amor profesado por el nuevo hombre que tiene enfrente, y desconociendo que, detrás de todo, algo oscuro se esconde. Planteado como un thriller, el filme tiene bastante del género dramático, centrándose en las sensaciones de su protagonista femenina y la nueva realidad que se le presenta, con todas sus incertidumbres y el terrible desvelo que le provoca su titubeante presente. Coprotagonizada por Lee Pace y Michael Landes, y dirigida por Joel Bergvall y Simon Sandquist, la película es buena en su factura técnica, y si bien es recurrente en algunos golpes de efecto, resulta bastante entretenida y hace que el espectador se ponga en los zapatos de Jessica, sintiendo el mismo desconcierto que ella. La breve duración (85 minutos) ayuda mucho a la efectividad del guión, permitiendo que el espectador no sufra de alargamientos innecesarios, que tiren por la borda el buen suspenso generado.
George Clooney resulta creíble como el americano del título (original), así como el asesino del título (local). Parco, escueto, lacónico, Jack/Edward es un matador ermitaño en constante movimiento. Un “trabajo” en Suecia acaba de forma imprevista y decide retirarse un tiempo a una pequeña ciudad medieval italiana. Durante su estancia, acepta el encargo de un contacto misterioso para fabricar un arma. Jack se recrea en la serena tranquilidad que le proporciona su nuevo hábitat: se hace amigo del sacerdote del pueblo y tiene una apasionada relación con la prostituta Clara. El director Anton Corbijn brinda una película cerrada: “The american” es un thriller clásico pero reposado, centrado en la solitaria figura siempre alerta de Clooney. Los parajes italianos y la fotografía son para admirar, con preciosistas planos generales desde todas las angulaciones de cámara (especialmente cenitales) y la saturada iluminación nocturna, con filtros rojos y verdes en interiores, y anaranjados en exteriores. No es de extrañar que algunos espectadores se sientan decepcionados al verla, dado que predomina un ritmo muy acompasado, y el guión es bastante plano, sencillo, nada remanido y con algunos pocos apuntes de suspenso. Al margen, la presencia del astro hollywoodense, que intercala filmes ultra comerciales con otros como éste, más lo apuntado acerca de la fotografía y la puesta en escena, hacen de “El ocaso de un asesino” un tibio entretenimiento, bien filmado, pero olvidable a futuro.
INTENSO POLICIAL DE UN PROMISORIO DIRECTOR Ben Affleck suele ser considerado por la crítica y por gran parte del público poco más que un actor mediocre, que no logró ser tenido tan en cuenta en el medio cinematográfico más respetable (a pesar de su Oscar 97 como guionista por “Good Will hunting”) hasta su excelente debut como director de la enorme "Gone Baby Gone" en 2007. Se confirma ahora, con “Atracción peligrosa” (desvergonzado título local del original "The Town"), como un realizador con un gran futuro, a pesar de seguir sin poder destacarse en el terreno interpretativo. Esta vez eligió ser Doug, un roba-bancos que ha tenido una oportunidad para evitar seguir las huellas criminales de su padre. Sin embargo, se convirtió en el líder de un grupo de despiadados ladrones que se ufanan de robar sin matar a nadie. Pero a Doug empieza a aparecerle su costado sensible, y termina por enamorarse de la gerente de uno de los bancos, a la que previamente él y el resto de su banda habían tomado como rehén. Esto le traerá muchas dificultades, mientras trata, además, de escapar de un agente del FBI, capaz de todo por arrestarlo. Tras el último trabajo de la banda, Doug intentará cambiar de vida y de ciudad, pero no le va a resultar fácil lograrlo. El protagonista atrapado por su pasado, se encuentra envuelto en un círculo sin salida y sin posibilidad de redención. Tanto en los espacios interiores (lavanderías, florerías, departamentos, bancos) como en las persecuciones post-atraco a través de delgadas calles entre edificios, “The town” hace de la ciudad de Massachusetts no sólo un escenario, sino un personaje con entidad propia. Al mejor estilo de los viejos policiales norteamericanos de la década del ´70, durante las hipnóticas escenas de acción, rodadas con gran soltura por su director, transcurren los mejores y más vibrantes momentos del filme, intercalados por otros más íntimos y sentimentales, plasmando la historia romántica, tal vez algo forzada pero atrayente. En el reparto, encabezado por un Affleck que, aunque no realiza una gran entrega actoral, tampoco está tan mal, figuran Rebecca Hall, Jon Hamm, Jeremy Renner, Blake Lively, Pete Postlethwaite y Chris Cooper, todos muy correctos y comprometidos en cada escena. La película resulta un gran entretenimiento y un momento muy gozoso para el espectador, gracias a lo antedicho sobre las potentes escenas de robos y las grandilocuentes persecuciones por las calles de la ciudad (excelente manejo de la cámara y el montaje visual y sonoro). Pero también tiene un peso dramático fuerte, que muestra al protagonista en relación con sus socios, su padre encarcelado y su nuevo amor, lo que permite que el espectador se ponga "del lado" del ladrón y no del FBI o la policía, logrando la empatía necesaria para vivir en carne propia los destinos de la banda de maleantes. Sin dudas, Ben Affleck ha logrado sortear el mote de actor/galán de moda, para insertarse en la industria como un prometedor contador de historias interesantes.