Entre la critica social y el género de gangsters, entre la ciencia ficción y la critica politica, la realizadora Verónica Chen vuelve a aparecer en la escena cinematográfica nacional con una obra desconcertante. El jueves se estrena en Buenos Aires, su cuarta película (Vagon fumador, Agua y Viaje sentimental) . El internacionalismo estético de la secuencia inicial con la joven inspectora de rasgos orientales entrando al abigarrado barrio comercial de pisos apretados y ropa colgando, podría transcurrir en cualquier barrio chino del mundo. En primer lugar, lo que engaña es la no traducción al español de lo que se dice: es el personaje el que va guiando al espectador y nos enteramos en un momento que ella no habla ese idioma. Ana no es china (la actriz Haien Qiu tiene padres chinos pero no habla ese idioma) pese a sus rasgos. Su español (argentino) nos ubica de pronto en un aquí y ahora que funciona como el siguiente extrañamiento. Una inspectora con la suficiente ética como para meterse en el mundo corrupto de las habilitaciones permitidas por la ciudad. de Buenos Aires por el solo hecho de negarse a firmar los formularios de habilitación de un edificio donde se accidentó un joven boliviano. La xenofobia y la discriminación están claramente naturalizadas, se vuelve tema en la escena del restaurante cuando se pide conejo para comer. “Estos chinos son asi” “Son cosa de chinos” Pero, ademas, ahí la historia, que había empezado con una toma en un frigorífico ilegal de animales, parece rumbear hacia una critica especista, es decir una crítica a la depredación racionalizada tanto sea para estudiarlo, comercializarlo o para comerlo. Pero no. Tampoco ahí la película se queda, sino que va hacia algo así como la historia de unos conejos cyborgs carnívoros que depredan a su vez al hombre, sus cosechas, sus animales. Ana buscará escapar de la mafia oriental en una casa de campo, donde un grupo de hombres (gauchos?) va a ayudarla a enfrentar a estos monstruos (chinos-conejos?) en una secuencia animada que tambien había comenzado, (y extrañar) la narración como si no fuera suficiente todo lo demás. La salvacion en todo caso vuelve a estar en lo nativo, en esa arcadia solidaria, abandonada a su suerte por el hombre de la ciudad. En el contexto politico actual, la lectura de Mujer conejo está claramente inscripta en la ciudad de Buenos Aires, pero mas allá de eso es una pelicula “de cajas chinas” (literalmente) y al cine argentino,algo estancado en los mismos lugares formales, le está viniendo bien una pelicula mas de sorpresas.
Divertida e inteligente comedia argentina de amigos en viaje. Hay amistades de tan extrema confianza que suponen un constante confrontar con el otro. Volviendo al modo “hermano” del mundo infantil, de golpes en la cabeza, papeles arrugados arrrojados en la cara, burlas frente al sufrimiento, preguntas “inquisitivas”, pedidos imposibles, peleas por objetos: un libro o el barrenador. Porque los protagonistas, Joaquín y David ya pasaron los 30, se conocen desde chicos, tienen historias pequeñas detrás de ellos, y hacen juntos un viaje de fin de semana a Mar del Plata, por accidente. La película inteligentemente resuelve los flashback a través de breves situaciones con cortinillas que pasan frente a nosotros como diapositivas vintage. Lo que podría ser un recurso remanido, se vuelve aquí uno de los valores del relato, las situaciones contadas por el propio Joaquín tienen en su vida el exacto mismo valor el primer beso o el primer dia que encontró un billete tirado en la calle. En esos lugares la película acierta y algo más, no poca cosa, divierte. Los dos personajes están bien diseñados y son verosímiles, a su modo dos antihéroes frustrados que no tienen mucha más manera de relacionarse con los otros que siendo ellos mismos. Joaquín se encontrará con una exnovia recién casada con un escritor exitoso, pero mediocre, y David conocerá una jovencita con la que probablemente no terminará ahí la cosa. Final abierto para ese fin de semana en la que el espectador la pasará realmente bien. Ganadora del concuso peliculas digitales del INCAA, Mar del Plata es de esas comedias que el cine argentino no tiene. Un género que parece reservado al mainstream y en el que los debutantes Ionathan Klajman y Sebastián Dietsch, egresados de la ENERC se mueven con una soltura y comodidad realmente notables, sin excesos, ni parodias, al contrario, la película es medida en el gag y clara en sus intenciones estéticas, dándose ciertos gustos al respecto como el plano en el juego de paleta en la playa o el hablar directamente al lente de la cámara para describir sensaciones dentro de la escena. Habiendo circulado ya por algunos festivales como el Starz-Denver Film Festival, Denver, el Austin Film Festival, Austin,Texas, el River Run International Film Festival, Winston-Salem, Carolina del Norte, en EEUU, tambien formó parte de la seccion Sentidos del humor en el 2012 en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Argentina y el ComedyCluj International Film Festival, Cluj Napoca, Transilvania, Rumania.
“LOS PRODUCTORES DEL FILM DECIDEN QUE SE PUEDA VER LIBREMENTE “PARA QUE SIRVA DE MATERIAL DE DISCUSIÓN Y DEBATE.” DICE EL COMUNICADO DE PRENSA CON EL QUE LA PRODUCTORA DE LA TOMA ANUNCIA UN PREVIEW ONLINE. OPORTUNO EL MOMENTO (SETIEMBRE 2013) EN QUE SE VUELVE A REPETIR LA OPERATIVA DE TOMAS DE COLEGIOS SECUNDARIO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, EL FILM DE GUGLIOTTA, UBICADO TEMPORALMENTE EN EL 2010 SE METE DENTRO DE LA ESCUELA SECUNDARIA NICOLÁS AVELLANEDA EN OCASIÓN DE LOS RECLAMOS POR CONDICIONES EDILICIAS PARA LAS ESCUELAS DE LA CAPITAL TRAE A CUENTA Sin sentenciosos titulares u opiniones del sentido común con los los medios de comunicación llenan las pantallas, lo que no se ve en los medios es lo que pone a luz Gugliotta. El detrás de escena de las discusiones en torno a procedimientos, las decisiones si la toma sí o no, las asambleas, las tensiones que se producen entre los integrantes de la comunidad educativa. Parce acertado poner en el centro de la narración al vicerrector Enrique Vazquez, un mediador y propulsor del debate entre padres, profesores y alumnos porque es ahí donde parecen anudarse. El tiene acceso al Rectorado (cuando hay que sancionar a un alumno), a las asambleas en el patio, a las aulas y los profesores. Y resulta el que va a sintetizar en sus discursos las cosas que van pasando Documental de observación, el espacio del colegio es recorrido por una cámara que no interviene en la acción de lo que muestra. Sin opinión, con carteles informativos al comienzo y al final del fillm, los datos justos para dar un panorama de lo que ocurre. Y todo ocurre allí, incluso los tiempos muertos: el ingreso a la mañana, los pasillos, los cuadernos de comunicaciones. Estos tiempos son los que le dan un latido particular a una película que habla de adolescentes institucionalizados en un espacio, en el que cada cual hace una tarea irrumpida por la organización de las tomas y que aparece como un orden caótico. Una buena iniciativa la posibilidad de acceso a esta película que va a dar una visión real de lo que significa estas tomas sin la mirada teñida de los medios.
No hay posibilidad de identificación con esta Cassandra contemporánea y argentina, con visos existenciales que lee Lispector, se entrevista con Cozarinsky, y realiza sin demasiada compenetración un informe sobre las comunidades tobas y wichis en pleno impenetrable chaqueño. Allí la joven egresada de la carrera de Letras que se inicia en el periodismo (cultural?) presta atención a las paupérrimas condiciones hospitalarias, la tremenda desnutrición, la pobreza extrema y el analfabetismo haciendo preguntas por momentos inverosímiles como por ejemplo "¿hace mucho que no hay caciques en esta comunidad?. O "A quien le sirve la culpa si no hay responsables" en una reflexión vacía frente a tanta injusticia fotografiada. La idea de completar una trilogía basada en mitos griegos que había comenzado con Extranjera, y seguido con El recuento de los daños, dos films sustanciosos con una enorme capacidad visual instalaron a su directora en un tipo de trabajo poético que no suele darse en el cine argentino, al menos en la contemporaneidad. Aquellas películas estaban conformadas por cierta circularidad en el relato que se correspondían tanto con las intenciones como con el resultado final. En este caso, el personaje mítico elegido es la princesa Cassandra, castigada por un despechado Apolo que hace que sus profecías no sean creídas por nadie. Con esta base mitica, el film prometía un andar por territorios de ciertas desmesuras que hubiera sido mas que sugestivo, si no hubiese sido por ciertas elecciones desafortunadas. Era interesante pensar una periodista como una profeta, en viaje hacia lugares inhóspitos e incomprensibles, o al menos jugar con ese lugar de visión mas allá de la realidad objetiva. Sin embargo, y en primer lugar, la realidad que se eligió, la de los indígenas desgraciados, pesa demasiado como para jugar literaria o metafóricamente. También fue desacertada la elección del engolado Alan Pauls (Apolo tal vez?) en una voz que es la del editor a cargo de los envíos de las notas de la joven desde el Chaco. A través de esa voz over, en tercera persona, se construye una especie de crónica de la crónica. Le envía, por ejemplo, un mensaje a Cassandra, donde le ordena que se olvide de la primera persona que no ponga en juego sus afectos, que funcione como un radar. La preferencia por los planos generales hablan ya de una intencionada lejanía que se completa con caminatas por la tierra seca y pobre, y las entrevistas a las mujeres, parcas para hablar algunas de ellas "porque vienen periodistas de Buenos Aires les preguntan todo y todo sigue igual". Hay algo de esto en Cassandra, y en la película, una preocupación por el metalenguaje antes que por las historias humanas, hasta lo mítico se diluye en un discurrir sin sentido donde los personajes actúan de modo que no se entiende el detrás de personajes que solo explican sus acciones con palabras y más palabras. "En el estado de gracia se ve la belleza de las personas, se siente que todo lo que existe respira y exhala un resplandor de energía. Este estado no se usa para nada. Es como si viniera para que se sienta que se existe"Literario y ambiguo, como dice en un momento." O sea, nada. Hasta hay que recurrir a la Pizarnik para quien "Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo." Y sí, hubo que ir a la alcantarilla para tener una cierta visión. Pero en definitiva, no hacia falta.
Exponente del más puro cine independiente, este mediometraje de Paulo Pécora realizado en Super 8 combina el blanco y negro y color entre otros aciertos. Se va a poder ver en agosto en el Borges. Paulo es productor, guionista, realizador, distribuidor de todas sus películas, mayormente de corta duración. Cada uno de sus proyectos, que son muchos (ver el ciclo que le dedicó el Arte Cinema a sus cortometrajes) implican un esfuerzo de producción de una coherencia de las condiciones de autogestión y de la propuesta estética como pocos realizadores actuales. Sus dos largos El sueño del perro, estrenado comercialmente y Marea baja, que pudo verse en el pasado Pantalla Pinamar, transcurrían en el Tigre. Este año compitió en la sección Vanguardia y Género en el último BAFICI con Las amigas, film que retoma, como en 8(ocho), el tratamiento de lo femenino. Estas mujeres se pierden en un deseo de carne y sangre, fantasia masculina por excelencia desde la literatura romántica y el terror gore (incluido el clase B argentino de los años 70) El lado perverso, depredador de la mujer clánica que finalmente terminarán comiéndose entre ellas. Destaco el montaje de Goyo Anchou en el que fluyen como en latidos las primeras imagenes de las fachadas de edificios derruidos, las de la ciudad, sus puentes, sus calles y las multiples ensoñaciones de las 4 amigas-vampiras; y el tratamiento musical de Alan Mumenthaler dando un diseño sonoro tanto a lo terrible como a lo ingenuo todo en un punto justo. El tratamiento de la imagen está relacionada indudablemente con el modo de textura del super 8, del que Pécora, junto con Ernesto Baca (Ver Mujermujer) es su “trabajador” más insistente. Sin romper nunca con lo narrativo de la imagen, sin hacerla abstracta ni azarosa (salvo algunos planos hacia el final), siempre parte más bien de una construcción muy “adecuada” del plano compositivo, cosa que enrarece aun más el uso del propio dispositivo cinematográfico, artesanal y subjetivo. Toda una experiencia Las amigas, en el corazón de la vanguardia cinematográfica argentina, que se puede ver en el Centro Cultural Borges desde este martes. Se va a proyectar junto con El nombre de los seres, de Goyo Anchou, y músicos invitados.
Es raro ese saltamontes. Parado en el borde de la moldura alta de una pared de esa habitación. No hay saltamontes en Nápoles. ¿Podemos suponer que en los ojos de ese saltamontes haya una, tal vez dos microcámaras que observan sin que nos demos cuenta? Con un poco menos de 4 minutos de un plano secuencia inicia Reality, esta pelicula italiana de Matteo Garrone, un plano único sin corte que comienza a su vez con un gran plano panorámico de la ciudad de Nápoles, y le sigue uno general, siempre aéreo y sin corte, de una calle donde una carroza con caballos blancos va siguiendo un recorrido hasta toparse con unas rejas blancas. Hasta allí, cierta ambigüedad de los tiempos que se genera por el contraste entre el espacio contemporáneo y la puesta estilo siglo XVIII. El dorado y el rojo son los colores que marcan lo que pronto se descubre como una fiesta de casamiento. Con toda la exhuberancia y excitación de una fiesta de casamiento. Jamas renuncien a sus sueños!! Arenga Enzo, el ex integrante de la Casa del Gran hermano contratado como “showman de un minuto” para saludar a los novios. Buena parte de toda esta primera secuencia de la fiesta, a la que se recomienda prestar especial, atención o volver mas no sea mentalmente, impone el ritmo general de la película: en contenido y en forma. La historia de una obsesión espectacular y la intromisión constante de un lente voraz que se mueve al ritmo de sus criaturas. La fiesta termina con el regreso a casa de los integrantes de la familia de Luciano a la zona antigua de Nápoles, una cámara intrusa con una aparente continuidad sin corte espía los demaquillajes, el despojarse de las ropas de fiesta, a partir de allí los dorados van a estar asociados a los reflejos en las paredes ruinosas, o los de las paredes de la iglesia, tambien al shopping donde Luciano va a tener su revelación: a partir de allí el verdadero teatro es la ciudad de Napoles y sus plazas cerradas con los puestos de venta. El verdadero teatro es el estudio de Cinecitta, catedral felliniana por excelencia, es tambien la calle nocturna con los feligreses y sus velas junto al Coliseo romano una noche previa a Pascua, es el mundo y nosotros somos los actores como alguna vez dijo Vondel, en pleno barroco, claro. Nada de lo que vaya pasando en las escenas sucesivas va a estar de más. Un in media res permanente que habrá que volver a redescubrir con una segunda mirada. Por ejemplo: ¿para qué sirve ese robotito que compran los ancianos y Luciano va a buscar una y otra vez.? El film entra y sale de aquello que no dice, que no explica, que no es evidente. Pero al contrario de evidenciar el temor a no quedar claro, los pequeños detalles se van a ir superponiendo hasta resultar todo un pastiche, evidentemente simbólico, diría. Lo que viene después para Luciano, un vendedor de pescado que completa sus ingresos vendiendo electrodomésticos que previamente compra a jubilados, es una historia alucinada de una obsesión por entrar al gran show de la postmodernidad televisiva global: el Gran Hermano. La única cura parece ser entregarse a Dios. Y allá ira a escuchar el sermón del sacerdote que alerta de la tentación por lo virtual, del mundo de las apariencias. Y alla irá Luciano a sostener la vela en la noche romana viendo al otro gran espectáculo que es la Iglesia. Luciano es interpretado por Aniello Arena, un actor que solamente el cine italiano puede dar: Arena, de 44 años, está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional, acusado de “masacre”. Arena es un asesino a sueldo de la Camorra napolitana, asesino de tres miembros de un grupo rival que había estado tratando de empujar la droga, en un terreno de su clan. Un tipo preso que sale para hacer una pelicula que trata sobre estar obsesionado con estar encerrado. Hay algo más irreal que la realidad? Quizás sea verdad que hay un saltamontes observándonos Sino, qué importa? Les dejo la banda sonora de Alexandre Desplat para Reality
Estreno en el Gaumont de la ópera prima de Ezequiel Erriquez que tuvo su presentación en Rotterdam este año. Nunca se aquieta la cámara de Ezequiel Erriquez en su ópera prima A la Cantábrica que elige grandes elipsis y espacios tan disimiles y contrastantes como un basural, una sala de ballet o un cine y la vía del ferrocarril Sarmiento, el parque industrial “La Cantabrica” de Haedo o la cama de una abuela enferma. Esos espacios aparecen yuxtapuestos, productos de esos saltos de tiempos narrativos, en fragmentados estados emocionales de cuatro chicos de entre 12 y 13 años que pasan de la escuela, a la ciudad, y de ahí a habitaciones, cocinas compartidas con sus familias. Las lecciones de danza o los encuentros de un grupo de teatro de ciegos entrelazan de algún modo esas fracciones de momentos, que no llegan a ser historias y que tapan algunas actuaciones desparejas. La pantalla de televisión ubica en el tiempo del relato: épocas de la carpa blanca, las explosiones en Fabricaciones militares en Río Tercero, o el intento de rescate de un chiquito de 5 años y que finalmente murió en 1998 conmoviendo a los medios. Tiempos críticos de la Argentina que estaba por ingresar en pocos meses más a una de las crisis económicas mas tremendas de su historia. No están mal esos momentos de “no decir” que permanentemente la película se permite. http://www.youtube.com/watch?v=hnmpML6bbZ8 Una reja, que separa una de las fábricas de La Cantábrica de la calle, es el símbolo de un antes y un después que la película, al preferir los momentos antes que la historia, hace pasar como desapercibido, algo inexplicable, que va a modificar, faltando media hora, el curso de lo que se venía dando, unos segundos de pantalla en negro simulan ser suficientes. Tal vez no lo sean. A La Cantábrica se estrenó en el 2012 en el Festival de Rotterdam integró la programación del Festival de cine de Taipei, en Montevideo, Mar del Plata, South Texas y en el Festival de La Habana. Participó del Bal, Bafici 2010 y del Berlinale Studio Campus en Alemania; allí trabajó junto a Molly Malene Stensgaard.
El documental de Sebastián Lingiardi sobre la cultura wichi se estrena este jueves en el Gaumont. En el Chaco salteño, vive el grupo étnico llamado wichí conformado por matacos, chorotes y chulupí, con modos de vida antiquisimos y relatos orales que comienzan a perderse. Sip´ohi, la zona a la que se refiere el título de la película debe su nombre a uno de estos mitos, una hondanada en el río Bermejo donde abundaba el pez sipo La única voz del wichi Gustavo Salvatierra va guiando la narración a través de planos de tiempos lentos y alegorías mitológicas que tienen su transposición a los miserables tiempos actuales: “Nosotros somos como el zorro y la gente blanca se parece al tigre que duerme con la panza llena, mientras el zorro espera sentadito”, por ejemplo. “Nuestro idioma cuando se va por más sencillo que sea nos lleva lejos”. Narrado desde dentro, este documental de rescate propone en un poco mas de una hora asomar a una de las tantas culturas indígenas fagocitadas por la contemporaneidad, maltratadas por su violencia, elige este punto de vista con la clara intención que sea el puntapie inicial para un reconocimiento hecho desde el seno mismo de su cultura. “Los jefes aconsejan no hablar si no hay reconocimiento”, cuando la historia del audiovisual ha visto a estos pueblos históricamente como objetos y no sujetos de su propia creación.
Todo en estos Amantes pasajeros que se estrena en Argentina el proximo 8 de agosto desborda una alegría cinéfila que seguramente va a dar que hablar. Tras la animación de los créditos que retoma la estética más colorida de Mujeres al borde de un ataque de nervios, el gag inicial involucra a las dos más resonantes estrellas salidas de la cantera del gran Pedro: Antonio Banderas y Penélope Cruz. El es un asistente de pista de aeropuerto, ella conduce el camión que traslada las valijas. Tres minutos bastan para saber, después, que esa situación centrada en el diálogo del anuncio de un embarazo, se convierte en la causa central del conflicto posterior. Un plano panorámico del avión “Chavela blanca”, de la empresa Peninsula, se ve enrarecido con respecto al eje horizontal: es la primera señal por un lado de una decisión sobre el diseño de los planos que nunca van a ser del todo estáticos, nunca convencionales (tambien están los extremadamente simétricos y frontales) a lo largo de la hora y media que transcurre Los amantes pasajeros, y por otro lado una textura de la imagen simil digital que también envuelve a la película en un tono de artificialidad, algo así como una imagen irreal, un sueño hipnótico al que ingresamos a través del icono del sueño que dibuja la hélice al arrancar. A partir de allí todo será obviamente simbólico, o mejor, será simbólicamente obvio: desde el nombre del avión, o el pasajero que lee el libro de Bolaño , o el otro que sostiene el diario “La vanguardia” con los top ten de los escándalos económicos del año. pasajros Dentro de la elipsis de una hora y media transcurren elementos de la trama que sólo sabremos por el diálogo posterior: interesante elección desde el relato. Es el momento en el que encaja tanto el gag de Banderas y Cruz anterior, como la dormidera generalizada que sigue después. La prostituta más famosa de España (Cecilia Roth) que se acostó con el misterioso (y también obvio) “numero 1″, o la mujer madura, pero virgen, (Lola Dueñas) que tiene poderes sensitivos y que anuncia que “va a ser un día muy especial para todos” cuya especialidad “son los muertos”. La pareja de jóvenes recién casados. Sorpresas que nos depara Almodovar con historias de amores cruzados, gays y de los otros, que son lo menos importantes. De hecho, uno de esos amores desencontrados tiene lugar fuera del estrecho espacio de la clase Primera del avión, este avión que viaja a México, un país que Almodovar no duda en estigmatizar con el narcotráfico y la violencia. “Allí la vida no vale nada” El clip dentro del avión del trío de azafatos gay (Javier Cámara, Raúl Arévalo, Carlos Areces ) ”Estoy tan excitada” (The Pointer Sisters) es el momento del climax del desenfado: bailando en el estrecho espacio de la Primera de un avión que vuela en c´riculos mientras espera una pista libre para aterrizar. El primer contacto con ellos habia sido a traves de las medidas de seguridad del protocolo, ya de por sí, repleta de pasos de comedia. La verdad que la nueva película de Almodovar es exuberante. Desborda colorido, planos extravagantes, situaciones absurdas, diálogos bien almodovarianos repletos de desprejuicio sexual, consumos de droga y alcohol, celos, infidelidades que siguen funcionando como el cóctel que mejor maneja, y que, por otro lado, más disfrutamos.
ese a su lugar ineludible en la historia del arte, el cine escasamente se ocupó de los pintores de fin del siglo XIX, al menos desde la ficción, excepciones, pocas: Van Gogh, Gauguin o Toulouse Lautrec. En particular sobre los impresionistas existe una miniserie de la BBC de Londres, del año 2006, que se estrenó en cable en Argentina, excesivamente televisiva. En julio se estrena Renoir, del francés Gilles Bourdos, film que participó de “Un certain regard” en el último Cannes y que hace una doble celebración: por un lado al gran “pintor de figuras” del Impresionismo, y por el otro a su hijo, Jean, el que es considerado por el cine francés como el mejor director de todos los tiempos. Realizador de La gran ilusión, La bestia humana, Los bajos fondos, o la inicial Un Partie de campagne, de 1936 con la que más claramente se liga esta pelicula de Bourdos. Reunidos en un intersticio de época, el año 1915, en plena Guerra Mundial, cuando Pierre Auguste (Michel Bouquet) es un hombre anciano y enferno y su hijo un joven soldado de 21 años que atisba muy brevemente a pensar en el cine como su futuro oficio y que por ahora se dedica a restablecerse de una herida de guerra en la villa de su padre Cagnes sur Mer. En el medio, y verdadero centro de la película, la joven desprejuiciada y temperamental Andrée “Dédé” Heuschling, modelo de Renoir y futura esposa del joven Jean que va a marcar desde la primer secuencia el punto de vista que la pelicula privilegia. Rodeado de mujeres que lo sirven en una casona frente a la costa azul, con un status que la película no explica, Renoir, que había nacido en 1841 es retratado por Bourdos como un hombre firme en sus convicciones en torno a la pintura, ideas ya formuladas como la modernidad. Se da cuenta de eso, pero al guión (Jérôme Tonnerre y Gilles Boudos) no le basta con una fotografía minuciosa (el director de fotografia es el taiwanes Ping Bing Lee usual colaborador de Hou Hsiao-Hsien’s ) planteada casi en su totalidad en brillantes exteriores o en la cabaña-atelier de ventanales enormes, captando las tonalidades de colores de la naturaleza, y las distintas horas de los días durante ese verano en la Costa Azul francesa. Tampoco le alcanza los sutiles movimientos de cámara que bordean los objetos, tanto dentro como fuera de las pinturas que los componen. Tampoco la soberbia música de Alexandre Desplat (compositor de superproducciones como La noche mas oscura o de Argo). Bourdos también se ve obligado a poner en boca de Renoir pensamientos que determinan a modo de sentencias y que afirman el carácter pedagógico de su film. Y ahí es donde, la película se convierte en un manual de caracteres a cuya esencia nunca terminamos de acceder, que apenas asoma en el ataque de ira de Andréé cuando rompe los platos del maestro. En ese sentido, la belleza visual y el cuidado de las formas le dan una puesta muy atractiva, material en definitiva, que nunca nos termina de conquistar.