Un documental argentino pone atención sobre el mundo de los payasos. Se estrena el proximo jueves Sin una tesis precisa y de una duración tal vez un poco extensa, Solo para payasos es una película que promete hablar de eventos extraordinarios. Se presenta desde los primeros momentos como la preparación para una gran Convención de la disciplina, algo llamado El Acto, organizada a partir del registro de la partida de cientos de payasos desde muchos lugares del mundo. Para esto, el film reúne una gran cantidad de materiales en video aficionado enviado desde distintos lugares del mundo. Ese ejercicio es un interesante ejemplo de autogestión y lo termina acercando más a una experiencia del make it yourself de los tiempos que corren, que a la composición de un cuerpo narrativo claro. Producida por el Grupo de Boedo Films, la Convención Argentina de Circo, 18W Films. INCAA Solo para payasos fue dirigida por Lucas Martelli, que ademas de hombre de cine (relacionado con Pino Solanas por ejemplo realizó un documental sobre el atentado que sufrió el realizador) es acróbata, y su película es entre didáctica y poética, pero también es intencionadamente dispersa, tanto por las cantidades de testimonios y experiencias, con las que podemos identificarnos dificultosamente, como por la sumatoria de situaciones ficcionales que irrumpen en medio de espectáculos de circo o estallan en escenas de comedia, (o de drama) dentro y fuera de los escenarios. También es existencialista cuando aparecen frases como el de aquel que sospecha que la risa te hace inmortal, o hasta la más grave de que “todo payaso agarra sus miserias y las transforma en poesía” , tal como dice Petarda, una mujer payasa en un mundo claramente masculino. También está “Tomate”, un globologo con ” gran conocimiento autodidacta con enormes lagunas”. En todo caso, el sentido de ser payaso es que todo payaso denuncia el sinsentido figura como la más ajustada entre algunas de las definiciones de lo que significa ser payaso. Una rara avis del documental para entrar al interior de un mundo marginal que termina por provocar una nostalgia extrañada. Participan gran cantidad de payasos de diferentes corrientes y estilos de trabajo, como Tortell Poltrona (Payasos sin Frontera); Luisito y Pacusito (Hnos Videla); Chacovachi; Petarda (Cristina Martí, Clu del Claun); Rik Streiff (ex Triciclos Clos); Toto Castiñeiras (Cirque du Soleil); Tomate; Tenaza; Maku Jarrak; Chicharrita; Casimiro Magote; Morrison; Malabaristas del Apokalipsis (Riki Ra y Mauri); Pedro Peligro (Catalinas Sur); Pablo y Luna (Circo Social del Sur); Circo Manija (Taller de Artistas del Borda); Loco Brusca; Gota; Frágil; León; el Sr. Mikozzi…
Vi La caceria, de Thomas Vinterberg semanas después de su estreno en Buenos Aires, el 13 de junio pasado. Casi tres semanas después, sigue en cartelera. Película fuerte que pone a prueba a un personaje, envolviéndolo en una situación injusta, observando y preguntando cómo saldrá de ahi. Vinterberg (La celebración) menciona en alguna entrevista un concepto que es bien interesante y que pone a funcionar en la dinámica del personaje: hay una matemática en el drama , algo así como una situación inversamente proporcional en torno a la justicia que enfrenta: cuanto más justo el personaje, se lo expone a la situación más injusta, fórmula hitchcockiana por excelencia, continuada por Polanski, tópicos del cine de suspenso. La película está basada en un caso real, provisto por un psiquiatra al mismo director. A partir de los dichos de una pequeña, un maestro de jardín de infantes es acusado de abuso de niños, sospechado y lógicamente rechazado por su comunidad, una comunidad compacta y afable (la película comienza con un juego en el lago en el que en seguida se destaca Lucas) que deja de serlo cuando siente que uno de los suyos se ha vuelto en contra. Claramente Klara miente. A partir de allí y, como en un juego, los demás niños, hacen la misma acusación (a la que nunca asistimos). La narración no juega con bordes ambiguos en ese sentido, en ningún momento se nos presenta Lucas como un personaje sospechoso, hay una corrección, una madurez, una contenida actitud que no podria haber sido de otra manera. En ese juego narrativo está el verdadero interés de esta película, por momentos siniestra, que nos identifica con un personaje atacado por un delito que no cometió, hecho que desplaza a un segundo plano la problemática del abuso. Delicada elección, por otra parte. Algunas escenas, son clave: como la de la niña que ve entre sueños, entrar a su habitacion la sombra de su padre, en el marco de la puerta, recurso repetido para mencionar visualmente el abuso verdadero. Vale la pena, tiene algún golpe bajo que la empaña pero la pelicula es redonda y deja pensando.
Maternidades ambigüas en una película que hay que ver. Como su título indica, Mamá es una película eminentemente femenina, pendula entre un principio con “dos padres”, hermanos (interpretados por el mismo actor) y un desarrollo donde van surgiendo dos madres: una fantasmal y otra real (la Annabel de Jessica Chastain). Aunque ninguna de estas dos madres es la biológica, conforman ambas otro grado de la maternidad posible: la primera, monstruosa pero responsable, celosa, nutritiva; la otra, bella, humana, pero resistida, fría e involuntaria. La nota de Fredy Friedlander da mayores detalles de los que quisiera ocuparme acá. Me interesa sí esa voluntad narrativa de una ópera prima realmente sorprendente. Sería simplista decir que hay algo de El laberinto del fauno en Mamá, cuando el productor responsable, Guillermo del Toro, es el director de aquella película reveladora para el cine español en cuanto a las posibilidades que generó de iniciar toda una veta hacia la ciencia ficción en una cinematografía poco habituada al género. En ese sentido Mamá claramente es una película de género: pasillos recorridos por una cámara que asumimos como subjetiva, la noche como el gran escenario del miedo, figuras fantasmagóricas que aparecen en reflejos, ataques sorpresivos por atrás, planos detalles de objetos a los que indecisamente se acerca el personaje para decidir en el último segundo no tomarlo (el placard de la habitacion de las nenas). El espectador va a estar cómodo en esa ambigüedad entre el plano de los muertos y el de los vivos, porque se presenta como tópico en la historia del cine de terror. La relación con la locura, los manicomios abandonados, el mundo de los sueños, todos items habituales, bien románticos por otro lado. El acantilado, el bosque, la nocturnidad. Sutil diseño de estos personajes que se van mostrando tal como van respondiendo al medio (ojo el miedo también). Annabel irá afinando el oído a los ruidos de la casa, Victoria irá racionalizando lo que antes estaba completamente salvajizado. A ese medio, tendrán que acomodarse con decisiones, algunas precarias y otras definitivas. A esa altura los hombres están fuera, solo es cuestión de mujeres y ahi tambien hay zonas ríspidas que la película explicita y sobre todo simboliza de un modo estupendo.
Les misérables es la puesta en marcha de toda la maquinaria de Hollywood: un elenco de superestrellas, el género musical (en el que son los mejores, sin duda) y una historia edulcorada sobre el amor, la libertad y la igualdad. Escrita en 1862 por Víctor Hugo durante su exilio, se convirtió en un musical de Broadway en la década del ’80 con música de Claude-Michel Schönberg y en un film a fines de la década del ’90 con Liam Neeson en el rol de Valjean y Geoffrey Rush en el de Javert. La historia es la de un prisionero que tras 19 años de encarcelación por robar una hogaza de pan, es puesto en libertad condicional. Pero para librarse de su pasado, viola esta libertad, y se convierte al cabo de los años en un próspero ciudadano. No corre la misma suerte su empleada Fantine, madre de Cosette, quien acusada injustamente muere en la absoluta pobreza. Valjan se hace cargo de la niña, y deberá decidir si ayudar al amor de la joven, un revolucionario francés, mientras Javert lo persigue sin tregua. Definitivamente hay muchos aciertos en esta versión de dos horas y media de duración, siendo el primero que pese a su extensión no decae en ningún momento. Otro de los grandes méritos es que las canciones no fueron grabadas con meses de anticipación, como suele suceder en este tipo de producciones, sino que se grabaron en vivo en el set de filmación para capturar la espontaneidad de la performance. Son precisamente las actuaciones (dramáticas y musicales) el plato fuerte del film. La nominación al Oscar de Anne Hathaway está más que merecida, no tanto así la de Hugh Jackman, cuya actuación, aunque correcta, no es impresionante. Gran trabajo de actuaciones, de maquillaje, de vestuario y puesta en escena, son las claves para producir un film exitoso. No se le puede reprochar a la gran maquinaria de Hollywood su versión de los clásicos, puesto que ya es sabido que todo lo digiere y escupe en un producto redituable económicamente, donde el contenido pasa a un segundo plano, y el espectador queda obnubilado por su despliegue audiovisual. Pero si dejamos esta cuestión ideológica de fondo, sin duda es un gran entretenimiento.
Hay que ir a ver esta ópera prima norteamericana con una estética cuasi documental, de raro género utópico apocalíptico que entre otras recibió la nominacion a mejor película para los próximos Premios Oscar. Dos cosas llaman la atención desde los primeros minutos de La niña del sur salvaje: lo primero es que se duda que esas primeras imágenes que estamos viendo, más relacionadas con algún país del tercer mundo, sean de EEUU, (la estetica de miseria documental no parece linkear con la sociedad del ultraconsumo) lo otro, es la presencia de una voz en over infantil que marca cierta linea sensible, y centralmente narrativa: ”Todos los seres tienen un corazón que habla, nos dice cosas” dice esa voz. Un pollo va a terminar asado, un perro esquelético, un cerdo, peces, cangrejos, incluso la visión de ciertos animales prehistóricos frecuentan algunos planos de esta ópera prima apocalíptica y bestial, que, aunque lleva como título el dulcificado La niña del sur salvaje, se titula en su original Beasts of southern wild, respondiendo más a una referencia a lo irracional de la supervivencia básica de una comunidad al margen de todo. ”La gente le tiene miedo al agua” dice en voz over Hushpuppies, mientras bordea con su padre una muralla que rodea una de las ciudades castigadas por el Katrina: parece ser el signo de una doble resistencia: a la pérdida del territorio propio y a ese extremado y sistémico consumo. La Tina o La bañadera, es un sector en medio del agua donde conviven “las bestias”, animales y gente, y se nos aparece en una panorámica bien descriptiva con la voz de Hushpuppie (la niñita sorpresa Quvenzhane Wallis). Esa comunidad “salvaje”, residuo del capitalismo salvaje, mejor dicho: desclasados, en estado depredador que seguirán pescando y cazando hasta que se terminen los animales domésticos, pescar con la mano, buscando lo que no hay, navegando el resto de la tormenta con un bote-camioneta. Cámara de oro en Cannes, Gran Premio del Jurado en Sundance 2012, nominada a 4 Oscars para el 2013, incluida mejor película, La niña del sur salvaje es un raro exponente de un cine independiente, que no por ser de origen norteamericano es menos independiente y que a su vez entra al mainstream de premios mundiales por esa cámara de oro de Cannes dándole visibilidad a su vez para sus 4 nominaciones al Oscar. Probablemente su incorrección política se “corrije” con esa inserción. La mirada de Hushpuppie, una niña negra de 6 años, sostiene narrativamente la película de Benh Zeitlin, y contrariamente a lo que pueda pensarse lejos de los juegos de infancia esos ojos escépticos, rodeados de la dura violencia, de los restos que deja la tormenta, arman una película que orilla la utopía. Aunque está todo mal, Hushpuppie irá en busca de su madre (la secuencia del baile de los niños con las prostitutas) y en los brazos de una posible madre encontrada hallará respuestas que quedan para el final. El sur es el lugar de las bestias, con vuelta incluída al “buen salvaje” del que la civilizacion moderna no parece poder desprenderse: un buen salvaje apocalíptico que camina por caminos imposibles. Podemos seguir pensando en ese imaginario. Mientras tanto, por las preguntas que instala, por la potencia emotiva y fílmica de esta película rara, insistimos, hay que ver La niña del sur salvaje.
Claramente alineada con la política del Presidente Obama, el interés de la última película de Kathryn Bigelow parece estar más por fuera, en los debates que genera que por lo que es por sí misma. “Bin Laden no fue derrotado por superhéroes caídos del cielo; fue derrotado por estadounidenses de a pie que lucharon con valentía aunque en ocasiones cruzaron líneas morales, que trabajaron enormemente y con determinación, que lo dieron todo tanto en la victoria como en la derrota, en la vida y en la muerte, por la defensa de esta nación”, dice Kathryn Bigelow a la agencia Reuters esta semana que pasó. Fundamenta así su postura frente a las críticas negativas que viene levantando su película Zero Dark Thirty, candidata a 5 premios Oscar de la Academia. y que en realidad, como sabemos, forma parte de un mecanismo que Hollywood tiene bien aceitado. La directora, única mujer en ganar un Oscar en su disciplina, por “The Hurt Locker”, aquella otra propuesta bélica, superpremiada en su momento, viene enfrentando desde la pre producción de la película críticas dispares, en primer lugar por su amistosa relación con la CIA y un sospechoso acceso a información clasificada, después por su clara postura pro-Obama y por las noticias de las escenas de tortura, etc. Zero Dark Thirty es una película política. De eso no hay duda. El tiempo del relato ocupa los 10 años entre la caída de las torres Gemelas en setiembre de 2001 y el asesinato de Osama Bin Laden en mayo del 2011. La pantalla negra con la que comienza la película mientras se escuchan superposición de voces de la gente por los celulares, llamadas a los números de emergencias, a lo que le sigue: una escena de tortura de un detenido en Pakistán, funciona, a modo de efecto Kulechov. Una cosa explica a la otra. La “politica de detenidos” se corta con la asunción de Obama cosa que pasa a ser un problema para el aparato de la CIA que debe pasar ahora a una acción mas detectivesca. La protagonista, una obsesionada agente Maya, es el personaje que planifica esta nueva operativa. Claramente, las 2 horas y media que dura Zero Dark Thirty están divididas entre una zona de investigación basada en los interrogatorios de prisioneros y una segunda zona, más deductiva y de inteligencia. Esa división no va en desmedro del plan que motiva a Maya y que termina siendo el sostén emotivo del guión: llegar a Bin Laden y matarlo, en un plan más personal más que político-colectivo. Algunos medios critican (ver la de Robert Parry en la versión online de Middle East http://www.middle-east-online.com/english/?id=56512) la falta de explicación histórica, pero ¿cuándo en sus películas bélicas los norteamericanos dieron explicaciones históricas? Y sobre todo en el historial fílmico de la Invasión a Irak. En todo caso, lo que verdaderamente importa para el business son los efectos espectaculares de los hechos históricos. El momento en que la historia se convierte en relato cinematográfico, en pura ficción. Lo contradictorio acá es cómo Bigelow hace, para que en cierto modo y sobre todo en la escena del asesinato de Bin Laden, lo emotivo de la ficción de lugar a cierta frialdad del semi documental, quitándole cualquier tinte de espectacularidad para que La noche más oscura, sea la película que registró por primera vez y de manera lo más ajustada posible el asesinato del enemigo público numero 1 de los EEUU en el comienzo del siglo. Addenda: En estos días el MALBA pasa en ciclo Vampiros, la primer película de Bigelow Cuando cae la oscuridad, curiosamente.
Difícil película argentina con Belén Blanco.La migración es uno de los tópicos del cine contemporáneo. El trasvasamiento de las fronteras físicas, el destierro, el multilenguaje, el escape de los países pobres hacia países ricos buscando un presente mejor. A Paris llega María (¿homenaje a la Maria de Tangos el exilio de Gardel?), Paris, la reina de los exilios dice Solanas en la emblemática película y desde un teléfono público contacta al dueño de la habitacion que va a alquilar. Un fotógrafo recién separado que la recibe en su casa por 500 euros mensuales. María es operaria de un taller textil y está haciendo sus papeles migratorios despues de tres meses de estadía. Anunciado su estreno para el tercer trimestre de este año 2012, esta película de Sergio Mazza (El amarillo, Gallero) que se pudo ver en Pantalla Pinamar en 2012 es una densa exploración sobre el mundo femenino cruzado por dos grandes temas: el aborto y la migración Su status de emigrada latinoamericana en el duro invierno parisino le da a la película un tono grave sostenido hasta el final. Con su gorro de lana, su bufanda, María camina los rincones más oscuros de una París siempre lluviosa, tan parecida a Buenos Aires por momentos. El exilio de María es un exilio interior más que exterior, sin compromiso, sin buscar otro contacto humano que el que le puede dar el sexo con su locatario. Un intercambio de cuerpos más económico que amoroso. “?Me gustaría que los periodistas que vean la película decidan poner sobre la mesa la problemática del aborto. Y no que digan que está bien filmada pero lo del aborto es lo que sobra. Hay demasiadas muertes por la ilegalidad en la que se realiza el aborto en nuestro país”?, aseguró el director. Esta declaración de Mazza en la revista Ñ en realidad confunde, porque la película no es una película que ponga en el centro el aborto, tampoco un film donde quede claro que esa huida del personaje de Belén Blanco es por haber pasado por ese trauma. La película tiende todo el tiempo a ocultar más que a manifestar, a esconder antes que explicitar, no es denunciativa, es una película de clima. Un clima oscuro que termina sofocando, a la vez distanciando, una distancia parecida a la que hay entre los dos personajes principales.
El tema de lo afroargentino en el documental de los ultimos años no es muy abundante: Afroargentinos (2002) de Jorge Fortes y Diego Ceballos, Negro che: los primeros desaparecidos (2006) de Alberto Maslíah, la más reciente y más amplia Nos Otros (2008) de Daniel Raichijik, y alguna que otra producción televisiva. Todas giran, más bien, en torno al tema de la discriminación, las problematicas sociales que resultan en persecuciones o prejuicios cotidianos. Un camino social que tambien hay que recorrer. En formato, todas estas películas eligen un didactismo expositivo con testimonios e imágenes de archivo suficientes para informarse. El caso de El gran río, que se estrena esta semana en Buenos Aires, es más original y bien interesante: el protagonista es David Bangoura, un joven rapero que llega como polizón a Argentina desde Guinea, cruzando el mar en condiciones pésimas, tras el sueño de encontrar una nueva vida, escapando del hambre, la violencia, las guerras internas de su Africa natal, y que logra grabar un disco en la ciudad de Rosario. Plataneo elige cruzar el relato por dos grandes temas: el sufrimiento del viaje y la omnipresencia de su madre, Fatoumata, a modo de carta o de canción. Precisamente la segunda parte de la película filmada en Guinea reune los testimonios de la familia de David con planos de la gente en su contexto natural. Emotivos registros de su abuela, sus hermanos, su propia madre. La escucha de la familia del disco de Back Doh filmada en Africa que nos acerca a esa dimensión real de la tierra dejada. Una película sobre las migraciones contemporáneas, la diversidad cultural en nuestras ciudades, las hibridaciones culturales, musicales: el uso del rap y el hip hop como modos musicales críticos, de reclamos, a la vez que son modos que recuperan formas rituales.
Exquisito este film de Fernando Dominguez que atrapa desde un lugar suficientemente distanciado a un pintor pintando su tela, a un anciano desplegando sus recuerdos de infancia. Puntos de contacto con su corto anterior, "No es Mucho Lo Que heredamos de Nuestro abuelo" donde tambien se atrevía a lo íntimo, a lo particular, al plano detalle de la superficie de los objetos a las voces que salen de fotos en blanco y negro que, tomadas por un fotógrafo aficionado, reconstruyen un posible pasado, heredado. En 75 habitantes, 20 casas, 300 vacas el pasado también se traza como el mundo central de un mundo de infancia. Y como en todo pasado lo que se entrecruzan son niveles de significantes que se interpelan: la obra pictorica, las fotos del pueblo francés de Vielles, una cierta experimentacion sobre ambas, pinturas animadas levemente, o quemadas, intervenidas, fotografías en movimientos, restos de películas viejas, o tomas actuales, la voz en over, clara, literaria que describe con detallada parsimonia es vida en Francia. Filmar un proceso artistico siempre tiene sus riesgos; en primer lugar porque supone entrometerse en un mundo íntimo, subjetivo, a veces críptico, que no necesariamente quiera explicitarse, salir a superficie, mostrarse como proceso. El pintor, único protagonista, con el que compartiremos los 70 minutos de este film exquisito es Nicolás Rubió artista nacido en Catalunya que debió emigrar a Francia durante la Guerra Civil y que en 1957, ya en Argentina, participó del Movimiento Informalista en la exposicion Qué cosa es el coso? en plena efervescencia de la modernidad pictórica. Nicolás Rubió es responsable además de casi 20 cortometrajes sobre la obra de artistas: Susana Aguirre, Pérez Célis y Líbero Badii. El año pasado en BAFICI se exhibio En La ciudad blanca, un corto de 1958 sobre la escultura de Martin Blaszko. Pero tambien es compilador y estudioso del fileteado porteño. Aquellos significantes de los que hablaba antes, tornan a 75 habitantes, 20 casas, 300 vacas en un film de experiencia sobre la memoria de un hombre; el diario personal del niño que era, los recuerdos de los otros traídos desde el otro lado del teléfono, la insistencia en la cantidad de ventanas de su casa de infancia. Fernando Dominguez logra construir, además, con esta película un hilo conductor sobre su propio interés como cineasta, un cine de formas, colores, tomas íntimas, fragmentadas. Vemos el trazo del pincel del pintor, pero tambien vemos de qué cosas está hecha la imagen fílmica, y esto último no es mérito menor. Unite al grupo Leedor de Facebook y compartí noticias, convocatorias y actividades: http://www.facebook.com/groups/25383535162/ Seguinos en twitter: @sitioLeedor
Un corte en la proyección de su primera pasada en Pinamar hizo que la función de Una separación tuviera que ser proyectada en una función al mediodía del lunes. Afuera de la sala, los empleados municipales de la ciudad reclamaban por derechos laborales. Una separación, o "la" searación que involucra a un joven empleado, Nadir, y su esposa Zimin, una profesora, es una película fascinante. No por espectacular, ni siquiera por la importancia de su historia, sino más bien por el modo en que despliega todo su aparato narrativo, de lo más complicado de cerrar en un film. La primer escena de esta película iraní que acaba de ganar el Oscar a la mejor película extranjera y que viene con premios como el Globo de Oro 2011, o Mejor película y mejor actor y actriz en el Festival de Berlín), marca el tono temático: una pareja enfrenta a un juez ante la solicitud de divorcio de la mujer. La causa: él no quiere ya acompañarla al extranjero. La causa de la negativa: un padre con alzheimer que hay que cuidar. La consecuencia: un descalabro general a partir del abandono de la casa de Simin. La cámara nerviosa de Asghar Farhadi explora los espacios registrando esa ruptura, los personajes van cobrando importancia casi naturalmente, salidos de la necesidad que impulsa la vida cotidiana: la señora que cuida al abuelo, la tutora de la niña Termeh, el marido de la mujer que termina acusando a su patrón de la muerte de su bebé. No es una película de exteriores o de tradiciones ancestrales tal como podemos recordar al cine iraní sino una pelicula urbana, con el vértigo del mundo social y cotidiano de una clase medianamente pudiente. Es tan natural el paso de un conflicto a otro que la película transcurre soldando los recursos hasta dejar transcurrir sus 122 minutos, haciendo que esos personajes tímidos del principio aparezcan sólidos, cerrados, con sus propias motivaciones morales y éticas: desde la religiosidad de Hodjat hasta la justificación de la mentira de Nader. Cuando se piensa que es una película sobre el flagelo del Alzheimer, se transforma en una película de tribunal, de ahi a una película de principios religiosos, de ahi a una pelicula sobre el amor roto, para terminar siendo una película sobre la verdad, la mentira y la manipulación en las decisiones. Gran propuesta Una separación que ya tiene fecha de estreno en Buenos Aires para fines de abril de este año. Publicado en Leedor el 6-03-2012