Las secuelas degradan a un producto genial; si la idea original no era la de contar una historia épica en varios capítulos, lo único que obtenemos es un desesperado intento de seguir lucrando con la memoria del público. Mi Villano Favorito es un ejemplo perfecto de esto; salió de la nada, se volvió en un éxito de público y crítica y pronto disparó una andanada de secuelas. La segunda parte fue mecánica pura con poco y nada del corazón que tenía el original, y ahora llega esta precuela, la cual es sólo una larga serie de gags protagonizada por un puñado de nuestros personajes favoritos. Oh, sí, los Minions (secuaces) eran lo mejor de Mi Villano Favorito pero, como suele ocurrir, lo mejor viene en cuentagotas. Es algo parecido a los que ocurrió con Piratas del Caribe en donde Jack Sparrow era un personaje secundario genial pero, cuando le dieron el protagónico exclusivo en Navegando en Aguas Misteriosas, toda la magia se murió por sobredosis. Sin Gru y las huerfanitas lo que queda en Minions son gags estirados en una historia que le queda demasiado corta. Honestamente, creo que toda la trama de Minions puede resumirse en menos de media carilla. Los bichos son simpáticos y ciertamente hay secuencias graciosas pero, por cada acierto, hay 5 o 10 que pifian el blanco. En particular, el seteo de la historia en la Inglaterra de los años 60, lo cual deberían disparar una tonelada de referencias poperas pero de las cuales tenemos sólo un puñado - los Beatles cruzando Abbey Road, o los policías tomando té mientras manejan patrulleros Austin Mini -. Ni siquiera la convención de villanos tipo Comic Con obtiene todo el jugo que debiera. Aparece la villana - una anodina Sandra Bullock - y lo único que hace es pavonearse en el aire durante media hora con su pollera - cohete. Mucho golpe, mucha caída, mucha comedia slapstick, pero ningún personaje interesante (a lo sumo Jon Hamm como el marido de Scarlett Overkill, el cual se relame con su acento british en las pocas líneas que el libreto le ha asignado); y si a eso se le suma el cocoliche que hablan los Minions - y que es gracioso durante un tiempo -, verán que la trama va a los saltos. Hasta el climax es estirado, con la villana que parece derrotada pero regresa... y regresa... y regresa... Una tonelada de chistes no alcanza para hacer una película buena y, sobre todo, en el caso de Minions que viene de una estirpe fílmica caracterizada por su sentimiento. Acá el gran momento emocionante figura en los cinco minutos finales, en donde los bichos se topan con un Gru pre adolescente, y en donde bastan un par de muecas del personaje de Steve Carell para meterse a la platea en el bolsillo. Si el film hubiera apuntado a ese Gru pre púber, el resultado hubiera sido mucho mas satisfactorio. Definitivamente Minions es para un público de un dígito de edad. No está al nivel de Mi Villano Favorito (ni por asomo), sino que está para generar merchandising. Pero los productos que olvidan su naturaleza de nacimiento terminan pereciendo y algo de ello es lo que pasa con esta saga, la cual viene apurando el grado de declive. No es necesariamente mala pero desborda de relleno, y eso es algo que termina resultando molesto incluso antes de que lleguen los títulos de crédito.
Considero que la primera Insidious (2010) es una de las películas mas geniales y aterradoras que haya visto en mi vida; por contra, la secuela de 2013 me pareció una bobada indefendible, fruto quizás de un cineasta (maestro indiscutible en lo suyo) que ha terminado por aburrirse del género, y que estaba apurado por probar suerte en otras lides - cosa que demostraría con la taquillera Furious 7 (2015) -. En esta tercera parte James Wan se ha relegado al papel de productor, y le ha cedido el sillón de director a su socio de siempre Leigh Whannell, guionista de la mayoría de sus películas desde ese batacazo que resultó ser Saw, el Juego del Miedo en el 2004. El resultado final es dispar, en donde hay un puñado de shocks efectivos que chocan contra una historia bastante mal orquestada. Ciertamente Leigh Whannell no es un mal director. El clima de Insidious, Capitulo 3 es bastante bueno cuando las cosas se adentran en lo sobrenatural, y Whannell se da maña para generar unos cuantos sobresaltos. El problema es que el desarrollo dramático apesta, y ahi se notan sus falencias. La protagonista es de madera terciada, y el resto de su familia le va en saga (especialmente Dermot Mulroney, al cual no le conozco otra expresión facial que no sea una mueca de disgusto constante). Lin Shaye (que, para mí, siempre será la abuela calentona de Loco por Mary) tiende a irse de madre y bordear lo camp, especialmente cuando se sumerge en el inframundo y se convierte en una impensada heroina de acción; y quizás los mejores sean el mismo Whannell y Angus Sampson como los torpes parasicólogos de turno, los que poseen tanta honestidad como incredulidad y que, por lejos, son lo mejor del filme. Pero la tragedia familiar es acartonada, bordea el melodrama y el nivel actoral propio de una telenovela de la tarde tampoco ayuda. En cuanto al clima terrorífico las cosas están bastante mejor que Insidious 2, pero sin ser gran cosa. Uno de los problemas de la saga es que los demonios de turno tienden a ser ridículos y no asustan demasiado - a excepción del clon de Darth Maul del primer filme -, lo cual es absurdo considerando lo inagotable que resulta el terreno. Digo: ¿esta gente no ha visto Silent Hill?. En vez de crear criaturas siniestras despojadas de partes y miembros (o unidos de manera antinatural), eligen viejos travestis y asmáticos comatosos, los cuales distan mucho de quitarle el sueño a alguien. Acá el tipo de turno parece una víctima serial de EPOC con los pies cubiertos de brea, sujeto del cual nunca terminamos de enterarnos por qué hace lo que hace. En la mayoría de los filmes de fantasmas uno debe investigar el demonio de turno para poder vencerlo; acá, en cambio, es la excusa para generar sustos, y ni siquiera las reglas del inframundo están explicadas de algún modo como para que su derrota resulte creíble. Al menos los filmes de vampiros tienen su mitología - con ajos, cruces, agua bendita, etc - pero, aquí, ni miras de generar algo parecido. Yo creo que Whannell se ha vuelto mejor director que libretista. En títulos como Saw, El Conjuro, Silencio Desde el Mal o la primera Insidious, logró crear historias espeluznantes; acá los mecanismos son fallidos o forzados, y los compensa con una buena mano para generar momentos escalofriantes... lástima que el resto de la trama termina flaqueando. Ojalá Whannell logre madurar como cineasta y se asome al talento demostrado por Wan, el cual ha probado ser el mejor director de cine de terror de los últimos años. Insidious, Capítulo 3 está ok para los completistas. No es gran cosa, no está bien actuada y tiene un par de momentos ridículos pero, en general, es bastante buena a la hora de los sustos. No sé si la recomendaría, sólo me limitaré a decir que me gustó mas que el capítulo 2 y que, dentro de su disparidad, apenas bordea lo pasable.
En Jurassic Park, los momentos memorables se acumulaban uno tras otro - el ataque del T-Rex a la camioneta donde estaban los nietos de John Hammond, los velocirraptores asediando el centro de control, etc -. En The Lost World: Jurassic Park II, teníamos el T-Rex suelto por San Diego, o la impronta de Pete Postlehwaite como el veterano cazador que quería culminar su carrera en un enfrentamiento cara a cara con un Tiranosaurio. Hasta en un filme tan repetitivo como Jurassic Park III teniamos al Stegosaurios con el celular sonando dentro de su panza, o el duelo con los pterodáctilos en el puente de la gigantesca pajarera. Pero en Jurassic World no hay un maldito momento memorable. Es una película enorme, costosa, pulida, plagada de buenas ideas pero carente de escenas shockeantes. No hay un John Hammond, o un Ian Malcolm, o siquiera un Alan Grant; algún cretino radiante de carisma y disparador masivo de ocurrencias acertadas. Es mas un puñado de tipos anónimos perseguidos por excelentes CGIs, lástima que el factor adrenalina brilla por su ausencia. Jurassic World definitivamente no es un filme malo pero precisaba otro director para las escenas de acción, uno que tuviera un 5% del talento de Spielberg para poder pergueñar algo delicioso o siquiera minimamente recordable. Me cuesta criticar a Jurassic World. El libreto está empapado de ideas brillantes - la critica a la politica corporativa, la compulsión marketinera de proveer productos nuevos cada temporada (en esta ocasión, nuevos modelos de dinosaurios), los velocirraptores entrenados para cazar en grupo -, y otras pasadas de mambo. El primer problema que tengo es el Indominus Rex, el cual me parece la versión dinosaurio de Predator en uno de los giros mas absurdos de la historia: ¿un depredador de 15 metros capaz de camuflarse, obtener lecturas termales de sus víctimas o incluso camuflar su propia temperatura?. Es como los róbalos mutantes voladores con lásers montados en la cabeza de Austin Powers: es un poco como demasiado pasado de rosca. Cosa curiosa, la idea no es nueva y figura en la novela (no el filme) Jurassic Park II: The Lost World de Michael Crichton. Pero fidelidad a las fuentes no implica credibilidad de la idea. El otro punto absurdo es la obsesión de Vincent D'Onofrio con utilizar la pandilla de raptores que, a duras penas, puede controlar fuera de su recinto Chris Pratt. Si casi se comen crudo a un cuidador, ¿cómo es que los mandan sueltos (junto a una treintena de soldados) a cazar al Indominus?. Nada es totalmente nuevo. De nuevo hay dos chicos perdidos en el parque - los sobrinos de la CEO que lo administra -, pero al menos son mas inteligentes que los pibes Hammond del primer filme. No hay cortes de luz pero hay defensas que fallan. Hay otra cúpula de vidrio blindex que apenas sirve de frágil barrera entre un par de humanos y las fauces de un bicho gigante, y hay otra persecución con raptores en el centro de convenciones. Pero la acción es demasiado lineal, es demasiado Apta para todo Publico sin generar chispa alguna. Y si antes teníamos personajes memorables - o al menos con personalidad bien definida -, aquí brillan pr su ausencia. Chris Pratt es bueno como héroe de acción pero no deja mella alguna; Bryce Dallas Howard sigue con la racha (o el estigma) de enrolarse en secuelas de pobre calidad - Spiderman 3, Twilight: Eclipse, Terminator: Salvation -, y Vicent D'Onofrio es anonimo como el conspirador de turno. Tienen mas suerte Jake Johnson (como un exótico operador del control del parque) e Irfan Khan (como el millonario que lo regentea) para causar algún tipo de impresion que el resto de los actores principales. Jurassic World es un espectáculo pochoclero ok, pero carece de magnetismo. Las otras entregas de la serie tienen lo suyo - independiente de su calidad y originalidad - pero esta me resulta anónima, y no sé si volvería a verla cuando la den por cable. A su caudal de ideas le faltaban mejores personajes y diálogos, y un coreógrafo inspirado para las secuencias de acción; en cambio lo que tenemos es un producto pasable envuelto en ropaje de lujo, el cual podrá recaudar un montón de dólares pero difícilmente termine por hacer historia. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/jurassic-world.html#sthash.kFjbHp4U.dpuf
Este es el tercer filme de Neill Blomkamp, el auteur detrás de Distrito 9 y Elysium. El tipo es un amante de la sci fi pensante y se ha especializado en alegorías que tratan el futuro desde el punto de vista social - desde la integración de las clases bajas a la sociedad hasta la discriminación racial -, razón por la cual se ha convertido en un favorito de la crítica. Ahora es el turno de Chappie, la cual viene a ser la versión tercermundista de Robocop: criminales de la villa, desbordados de droga barata y armas, combatiendo de manera diaria a una fuerza policial robustecida por un ejército de androides. Pero, en vez de seguir el perfil de Robocop - pintando un mundo facista dominado por las corporaciones, las cuales están unidas a la corrupción callejera para potenciar sus propios negocios -, se ha tirado a desarrollar una ensalada de temas, ninguno de los cuales termina de explayar como es debido. Oh, si, son temas profundos y apasionantes - inteligencia artificial, mind uploading, síndrome de Pinocho, la brutalidad de las clases bajas en un mundo futuro hipertecnologizado, etc -, pero Blomkamp les da menos de cinco minutos a cada uno, los inserta con calzador en la trama, y sigue adelante a toda costa sin fijarse si el mal desarrollo afecta la credibilidad de la historia. Los primeros 30 minutos del filme son buenos. Es el planteo del escenario, con Johannesburgo saturado de androides policiales y un mundo criminal plagado de gente seriamente drogada y excesivamente violenta. Mientras tanto hay un técnico - el que diseñó a los androides - que ha llegado a desarrollar un sistema de inteligencia artificial realmente operativo, y el cual quiere instalar en los robots. Ante la negativa de la directiva, prefiere robarse uno de los androides destinados al reciclado, al cual le levanta el nuevo sistema operativo. La macana es que, en medio de ese proceso, es secuestrado por una pandilla de inoperantes criminales, los cuales quieren acceder al control maestro del ejército de androides para poder desactivarlos y hacer sus pillajes sin intervención de la policía. Mientras tanto está Hugh Jackman, el cual se relame con su propio proyecto de ED-209... bah, algo parecido a ED-209, y está dispuesto a sabotear el ejército de androides con tal de que le den la concesión. Y al ver las movidas clandestinas del técnico en cuestión, decide aprovechar la ocasión para serrucharle el piso de una vez por todas. Chappie (Baratito!, que es el apodo que le dan los maleantes al destartalado androide revivido por Dev Patel) empieza a hacer agua cuando entra el robot se despierta con su nueva inteligencia artificial y la voz de Sharlto Copley. Es un androide torpe y aniñado, lo cual no estaría para nada mal... hasta que empieza a imitar el slang gangsta rap de los torpes pandilleros. Si en vez de estos idiotas Chappie hubiera sido adoptado por la banda del despiadado Clarence Boddicker (de la Robocop original), el resultado hubiera sido mucho mas brutal y efectivo. Hay momentos realmente desagradables, en donde Blomkamp parece caer en el melodramatismo propio de los filmes Disney de antaño - a final de cuentas Chappie no es mas que un moderno Pinocho, el cual ha caido en manos de perversos y aprende (de la manera mas despiadada) la existencia de hombres malvados en el mundo - y el robot es sujeto de vejámenes de todo tipo. El gran problema con el filme es que Blomkamp no sólo no termina de desarrollar la historia de Pinocho sino que sigue agregando temas y temas - la feroz competencia corporativa con Hugh Jackman; la caducidad de Chappie (que lo obliga a desarrollar su propio proyecto de mind uploading... armando un centro de cómputos con un puñado de Xbox (!) interconectadas); el cambio de actitud de los criminales, quienes pronto sienten la humanidad del robot y se transforman en su impensada familia; la generación de clones robóticos de sus seres queridos (alerta spoilers) es particularmente fascinante la idea de que un diseñador de androides termine convertido en uno (fin spoilers) -, y lo hace a una velocidad que es tan frustrante como insatisfactoria. El final, en particular, está plagado de esos Deus Ex Machina y temas profundos vomitados a las apuradas, lo cual convierte al filme en un pastiche mal mezclado. Yo creo que aquí hay temas como para tres o cuatro películas pero ninguno de ellos está elaborado como corresponde. Chappie es un tren descarrilado plagado de temas brillantes. Si el filme no tuviera plagado de humor idiota (dado por el estilo drogón de los torpes maleantes, y siendo enfatizado por la horrenda perfomance de Ninja), la efectividad hubiera mejorado. Tampoco ayuda de que no exista ningún personaje humano escrito como la gente, o siquiera mínimamente simpático; y hasta Chappie es un denso de aquellos, hablando como Tupac o Snoop Dogg, y resultando irritante la mayor parte del tiempo. En todo caso es una obra desequilibrada a la cual le dieron un perfil equivocado, cosas que podrían corregirse en una remake dirigida por otro individuo que viera estos temas con mayor distancia y menos pasión, el cual percibiría sus problemas y le daría el balance que corresponde. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/chappie.html#sthash.0sBrzPzu.dpuf
Hay mucha gente que considera a la original Poltergeist (1982) todo un clásico, cosa que discrepo. Era divertida, tenía sus momentos, y dejaba su impacto en nuestra memoria, pero era demasiado aséptica y tendía a enviciarse con los efectos especiales. 30 años después llega esta remake, la cual exacerba todos los defectos de la original: sigue sin haber sangre y los FX se multiplicaron por mil, con la diferencia de que la historia es recontraconocida y, ante la carencia de sorpresa, sólo nos queda por ver de qué manera han regurgitado - con mayor lujo y prolijidad - las escenas mas conocidas de la película. No soy enemigo de las remakes; yo creo que hay un error de criterio en cómo las están haciendo. Yo creo que vale la pena tomar un filme viejo - uno mal hecho pero pleno de potencial -, y relanzarlo en una versión mas prolija, solvente e inteligente; pero aquí lo único que hacen es tomar algo ultraconocido, clásico y venerado, y regurgitarlo con mejores efectos de computadora. Es imposible mejorar algo que es perfecto de por sí, y lo único que hacen es incurrir en herejía, pensando que nadie va a ver lo viejo porque se notan los hilitos a la hora de los FX, o porque no está rodado en HD y con sonido THX. Es el mismo criterio erróneo que aplicó la Turner un par de décadas atrás cuando comenzó a colorear clásicos, pensando que el público joven nunca iba a ver títulos viejos rodados en blanco y negro (¿para eso pagué el plasma de 50 pulgadas?). Con semejante punto de vista (bastante corto, por cierto) habría que rehacer La Gioconda o La Ultima Cena, ya que son pinturas viejas, descoloridas y agrietadas, y carecen de colores flúo que peguen con las camisetas de moda. No hay nada memorable en la versión 2015 de Poltergeist. El cast es realmente muy bueno, pero la historia y los diálogos son una copia casi textual del original. Se agregaron drones y teléfonos celulares, los parasicólogos usan notebooks, y el medium de turno resulta ser estrella de un reality de lo paranormal; pero, con un par de excepciones, las mismas escenas del original de 1982 siguen estando pero en versiones bastante mas opacas. El ataque del árbol no impresiona, el asalto del payaso de juguete no da cuiqui, la explicación del medium (Jared Harris!; el cual es correcto pero es un flaco reemplazo de la enana Zelda Rubinstein) es demasiado elaborada y, a excepción de una incursión al inframundo hecha con un drone, el resto va de lo respetuoso y correcto a lo previsible y fallido. El final, por ejemplo, es demasiado artificial y no impresiona a nadie. Poltergeist 2015 no es un mal filme, pero precisaba mas salero. Es correcta pero no impresiona y, mucho peor, no asusta. Y si la sopa está tibia y es sosa, entonces ¿qué razón tendríamos para recomendarla?.
Les soy honesto: no soy un gran fan de la saga Mad Max. Las vi, me impresioné, y las archivé. Nunca compré ese futuro hecho con autos de descarte y loquitos pintarrajeados, quizás porque nunca me dieron la impresión de ser un mundo orgánico, creíble y viviente. Distinto es lo que me pasa con esta cuarta parte, la cual llega 30 años después del estreno del último filme de la saga. Quizás sea porque George Miller - pope de la franquicia - ha obtenido decenas de millones como para montar un espectáculo suntuoso y vasto, quitando ese aire de pobreza extrema que empapaba a las entregas previas; o quizás sea que los 30 años de demora han servido para que el autor pudiera complejizar su obra, llevándola a un nivel nunca antes visto. Como sea, Mad Max: Furia en el Camino es una entrega potente y hasta me atrevería a decir que es el mejor filme de la saga; es un show sobrecargado de nitro y adrenalina, en donde la creatividad fluye a niveles estratosféricos. Este no es el mundo de payasos disfrazados de las anteriores Mad Max; aquí se respira un universo casi alienígena, dotado de sus propias reglas, en donde el lenguaje es bastardeado gracias a la ausencia de libros y medios de comunicación (razón por lo cual ha crecido salvaje y han formado su propio slang; ¿alguien recuerda el final de Threads?), los recursos son glorificados, y el auto se ha transformado en una especie de dios metálico viviente y omnipresente, la única causa por la cual vivir. Es tan distinto el clima de esta Mad Max 4 al del resto de las entregas que, por momentos, uno pareciera estar viendo una versión pistera de Dune: Immortan Joe es un ser pustulento y deforme, un Baron Harkonnen entronado en lo alto de una montaña y ofreciendo con cuentagotas la preciada especia mezclada - en este caso, combustible y agua -, las cuales son adoradas por su valía y escasez. Joe también parece ser el padre de toda una subraza de deformes, los cuales viven tan enfermos como su progenitor y necesitan renovar su sangre periódicamente para poder sobrevivir. Allí es donde entra a jugar Mad Max, el cual posee sangre de tipo universal y es un banco de transfusión viviente reservado para unos pocos privilegiados. Los primeros minutos de Mad Max: Furia en el Camino son impresionantes. La fortaleza de Joe, dotada de gigantescas máquinas impulsadas a mano; la horda de loquitos fantasmagóricos que cree en una muerte gloriosa para agraciar a su líder; las demenciales máquinas de guerra, híbridos entre coches convencionales y masivos carros de combate saturados de espinas; y, por último, las persecuciones... ultraviolentas e interminables. Un masivo Derby de destrucción recargado de anabólicos y coreografiado por el Cirque Du Soleil, con acróbatas colgados de espigas bamboleantes prestos a abordar el expreso de Max, y una multitud de tipos pereciendo de la manera mas violenta posible. Eso sin contar con una tonelada de excentricidades ideadas por George Miller, las cuales son dignas de aplauso y van desde un cemeterio poblado por buitres humanos hasta un masivo camión de combate, atestado de altoparlantes y liderado por un guitarrista que toca una tonada infernal y cuyo instrumento vomita fuego como si fuera un lanzallamas. Honestamente, no sé si Mad Max: Furia en el Camino es una gran película. Es un espectáculo impresionante pero, si uno reduce la historia a una página escrita, verá que las cosas no siempre tienen sentido - en especial la media hora final, en donde los protagonistas toman una decisión que me parece reñida con la lógica (es como pensar que, si matabas a Hitler, toda la Alemania Nazi se iba a poblar de tipos buenos y amigables, y se iban a rendir sin resistencia) -. El otro punto discutible es la pobre presencia del héroe, el cual termina siendo un secundario de su propio filme. La parafernalia visual de Miller lo absorbe todo y, detrás de eso, viene la potencia y el carisma del personaje de Charlize Theron... pero este Mad Max es demasiado opaco y monosilábico, y no es culpa de Tom Hardy (que es un tipo que desborda talento y ángel) sino del libreto, que prefiere tenerlo demasiado retenido para mi gusto. Mad Max: Furia en el Camino es un filme impactante por donde se lo mire; hay un par de detalles que desbalancean pero el preciosismo visual de Miller es tan absorbente que uno termina por perdonar sus escasas desprolijidades en haras del gran espectáculo. Es una montaña rusa sobrecargada de emoción y adrenalina, lo cual pulveriza cualquier tipo de crítica que quieras hacerle y demuestra que, un tipo a los 70 años y rebosante de pasión por lo suyo como es George Miller, puede engendrar algo absorbente y formidable sin necesidad de traicionar sus ideales o de vivir obsesionado con los resultados de la taquilla. Una nota que deberían tomar George Lucas, Peter Jackson y tantos otros cineastas, los cuales han regresado a las franquicias que lo volvieran famosos sólo para arruinarlas o saturarse los bolsillos de dólares y desconociendo el daño que le han hecho a millones de fans que esperaban de ellos algo mucho mas creativo y honorable.
Desprolija. Inconsistente. Opaca. Esos serían los tres primeros epítetos con los cuales arrancaré la presente review de Vengadores: La Era de Ultrón. He defenestrado filmes geniales por detalles muchos menores (aunque esencialmente vitales), y la segunda entrega de Los Vengadores tiene poco de copado. Es un gran espectáculo, y hay un puñado de grandes momentos, pero la calidad sube y baja de un momento a otro. Quizás a la Marvel se le esté terminando la nafta, o - lo más probable - es que sea hora de que Joss Whedon deje la silla de director y libretista, y se la entregue a otro tipo con ideas mas frescas. Que Vengadores: La Era de Ultrón vaya a recaudar una cantidad obscena de dinero, no necesariamente significa que sea excelente o memorable. Es un gran show, pero tiene mucho menos carisma que la primera Los Vengadores, y más de espectáculo hueco al estilo de la saga Transformers. A la media hora de irse del cine, uno se habrá olvidado del grueso de las escenas del filme. Hay muchas cosas que en la película no funcionan, y es posible que todo tenga que ver con el cansancio: actoral, creativo, argumental. Si la primera Vengadores fue genial, ésta se ve rutinaria, desgastada: la primera hora se debate en lo rebuscado de la trama, y ni siquiera los adorables personajes que componen el equipo de superhéroes hace algo para mejorar el clima general. Robert Downey Jr parece aburrido y carece de esa chispa genial que sirvió para cimentar todo el Universo Cinemático Marvel, Chris Evans habla sin gracia y se pasa de estoicismo (como si fuera un boy scout superpoderoso); Chris Hemsworth habla poco, Mark Ruffalo parece un ladero de Tony Stark, y los chistes brillan por su falta de comicidad. Y si todo esto parece demasiado serio y deprimente, al menos las cosas se ponen mucho mejor cuando entra James Spader (Ultrón) en escena. Este es un villano grandilocuente y apasionado por robarse cada una de las escenas; a veces bordea lo camp, pero al menos le inyecta energía a su personaje, algo que parece ausente en el cast de justicieros superpoderosos. Para colmo el libreto mete con calzador un romance entre la Johansson y Ruffalo, el cual figurará entre uno de los menos creíbles de la historia del cine (sacándose chispas con el absurdo enredo sentimental de Trinity y Neo en la saga Matrix). ¿No era que la Romanoff tenía feeling con el Capitán América? ¿Qué le vió una asesina profesional a un nerd ofuscado, recargado de traumas y pasado de tímido?. El inicio tampoco es muy bueno. Si Stark estaba retirado y SHIELD desmantelada, ¿cómo hicieron estos tipos para juntarse y coordinar un ataque masivo a la fortaleza mas grande de HYDRA?. Y desde ya, el momento en que Stark decide tomar la Inteligencia Artificial alienígena del cetro de Loki y la construye en el mundo real - para potenciar la legión de robots que controla - es de una estupidez incalculable. En cinco minutos tenemos una mega amenaza cibernética imparable y nadie - absolutamente nadie - agarra del cogote a Strak por su error garrafal. Ok, el tipo quería proteger al mundo con su ejército de robots pero... ¿por qué no probó primero si la IA que estaba montando estaba chiflada como una cabra?. Si los héroes no funcionan - Stark casi no hace chistes, y todos se ven muy seriotes -, por suerte los villanos no le van en saga. Al delicioso Spader se le une Elizabeth Olsen, la que no tendrá gran presencia física pero se impone con la voz y los gestos, y hasta el usualmente insípido Aaron Taylor Johnson resulta pasable. Uno podría decir que, gracias a ellos, la primera hora resulta tolerable; y el equipo de superhéroes recién encuentra sus propios pies en la segunda hora, comenzando con la megapelea entre un Hulk envenenado por Scarlet Witch, y un Iron Man dotado de una megaarmadura gigantesca. Justo cuando la película parece haber entrado en los aceitados carriles de los productos Marvel, se despacha con un Deus Ex Machina gigantesco, y es la aparición de Visión, un ser artificial creado originariamente para ser el cuerpo humanoide de Ultrón, y que los Vengadores le han arrebatado, fusionándolo con la IA de Jarvis (recuperada a último momento). El cómo confian en ese individuo rosado de capita es un misterio, y la pulcritud de Paul Bettany no se condice con el festival de egos que usualmente exhibe el equipo de Vengadores. Pongan algunos cambios de bando, un par de vericuetos pocos creíbles, y un final desbordante de efectos especiales, y tendremos el panorama final de la película. Es posible que Los Vengadores: La Era de Ultrón sea el primer paso en falso de la Marvel (al menos en lo creativo). Le faltaba una cocinada mas, equilibrar sus componentes - menos secuencias personales como la vida familiar de Hawkeye (¿a quién le importa?) y mas interacciones personales como las rencillas diarias que tienen estos paladines desbordados de moralina y soberbia -, y acentuar mas los personajes antes que el espectáculo. A final de cuentas, los mas delicioso de la primera Los Vengadores era la quimica de sus personajes, pero aquí todos lucen cansados y deslucidos. Hay algún que otro momento, pero ésta no es una película que uno termine aplaudiendo de pie; si el balance hubiera sido mejor en el bando de los buenos, éste podría haber sido un clásico memorable ya que Ultrón es uno de los mejores villanos que uno haya visto en el Universo Cinemático Marvel. Así como está, es un producto regular sobreproducido, inferior incluso a las entregas mas flojas de la Marvel (como Iron Man 2, p.ej), el cual carece de ese carisma tan particular que uno siempre termina festejando. Quizás estemos viendo la luz al final del túnel o será agotamiento creativo, razón por la cual hay que renovar responsables - y la Marvel posee un abundante equipo de creativos, brillante e inspirado -, lo cual sería aconsejable antes de meter a la franquicia en una espiral de decadencia imposible de remontar. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/avengers-2.html#sthash.6Gm34dlu.dpuf
Resulta fascinante ver como un producto de corta vida se dió maña para salir de su nicho y convertirse en un espectáculo masivo. A final de cuentas las primeras Rapido y Furioso eran películas copadas de carreras, sólo que llega un punto en donde las anécdotas se terminaban y se entraba en un ciclo repetitivo. A alguien se le ocurrió convertir a la banda de Vin Diesel en una suerte de aventureros internacionales (algo así como una versión políticamente incorrecta de Meteoro), y la saga comenzó a dispararse en términos de recaudación en taquilla. Con la llegada de nuevos valores - The Rock, Kurt Russell, Luke Evans, etc - la franquicia se renovó y se transformó en una especie de aventura Bond pasada de Nitro. En su séptima entrega - dirigida por el meister James Wan - las cosas se disparan hasta la estratósfera, y elloo abarca desde la acción y los chistes hasta la escasa credibilidad de toda la historia. En sí, Rapidos y Furiosos 7 es lo que debería haber sido The Expendables si hubiera contado con un cast 40 años mas joven. Aquí hay una parva de estrellas de acción en su mejor momento, las cuales se sacan chispas al momento de las peleas. La historia es bastante estúpida y la que queda peor parada es la credibilidad. Hay demasiadas cosas imposibles, improbabilidades por doquier, proezas fisicas sobrehumanas, y bolazos hipercafeinados, sólo que Mister Wan se da el lujo de filmarlo como los dioses y por ello terminamos aplaudiéndolo. Pero los disparates están a la orden del día - desde tirar varios autos en picada desde un avión, cayendo con un paracaídas imposible de maniobrar sobre una zona densamente arbolada y embocando justo la carretera por la cual va el convoy del villano; un bólido hiperpotenciado saltando de un rascacielo a otro; helicópteros armados hasta los dientes y armando bardo en medio de Los Angeles sin que aparezca siquiera un móvil de la policía o la fuerza aérea; y un largo etcétera -, y la razón por la cual funcionan (al menos como espectáculo) es que el filme entra en un universo propio regido por sus propias leyes. Realismo 0, diversión al 120%; algo así como un filme de Michael Bay o Roland Emmerich, sólo que dirigido de manera mucho mas prolija e inspirada. La historia es bastante traida de los pelos - van a robar un dispositivo para rastrear al villano... aún cuando el villano los cruza en todos lados, sin importar el país en donde se encuentren -; hay gente que sobreactúa bastante (como Kurt Russell, quién hubiera imaginado), el malvado aparece menos de lo esperado, y los Deus Ex Machina abundan... pero son detalles menores. El tema es la acción, la cual es sobresaliente (y a veces se encuentra tan hiperanabolizada que da la impresión de estar viendo una escena de destrucción masiva de Los Vengadores). El detalle que opaca al show es el súbito fallecimiento de Paul Walker (ocurrido en medio del rodaje), lo cual añade un subtexto bastante triste a un espectáculo pasatista. Su personaje se hace familiero y deseoso del retiro, y al final hay una despedida en tal sentido - hecha con mucha altura por Wan, y la cual sobrepasa la pantalla con toque de auténtica emoción - que le pone una sentida frutilla a semejante postre. Como diría Diesel, es la despedida de un amigo de la casa, un tipo al cual vimos (y querimos) durante muchos años. Rapidos y Furiosos 7 es una película espectacular, entretenida y hueca. El argumento se chafa por todos lados, pero todo es tan cool - desde los personajes hasta los autos - que es posible perdonarle todo. Ojalá la próxima pulan los detalles y hagan una aventura tan emocionante como realista, ya que los argumentos disparatados a la larga terminan cansando. Y no hablo que no haya mas escenas como un lanzamiento masivo en autos en paracaidas, sino que las intrigas y las motivaciones del villano no sean simples adornos escupidos al pasar, sino el fruto de una trama ingeniosa y trabajada. Pero, mientras la taquilla siga indicando que los fans quieren sopa, los criticos no podremos quejarnos de la sopa, ya que la sopa deja billones en los bolsillos de los estudios y ése es el unico criterio que cuenta. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/furioso-7.html#sthash.81vhHIGO.dpuf
Matthew Vaughn continúa en su racha de adaptaciones de comics, y ahora regresa a abrevar en el repertorio de la dupla Mark Millar / Dave Gibbons, los cuales fueran los autores de la festejada Kick Ass. En este caso Vaughn se anota en una miniserie gráfica escrita en el 2012, la cual adapta muy liberalmente y la adecúa a sus gustos personales. Si uno lo ve a la distancia, podría asumir que Kingsman, el Servicio Secreto es una especie de competencia a distancia entre Vaughn y su antiguo entenado Guy Ritchie, el cual está terminando de ultimar su propia película de espías con la remake modernosa de El Agente de CIPOL. En lo personal, creo que el talento de Vaughn es algo mas sólido y subversivo, pero disfruto por igual de las obras de ambos directores. Kingsman, el Servicio Secreto viene a ser al enésima parodia del género de espías que aflora en las pantallas desde la eclosión de la Bondmanía en los años 60`s. Aún con todo lo que me gusta el género, debo admitir que ya no queda margen para hacer algo nuevo, por lo cual uno debe optar entre satirizar el rubro o hacer algo serio e innovador, detalles que aquí brillan por su ausencia. Los de Kingsman no difiere demasiado de toneladas de clones / homenajes / parodias ya hechas, y uno podría decir que el filme de Vaughn es un licuado entre las aventuras de Cody Banks, Alex Rider: Operación Stormbreaker, las cintas de Austin Powers, y unas cuantas gotas de Los Vengadores (los de John Steed y la Sra. Peel, no la de Ironman, Hulk & others). Aquí los agentes secretos representan el epitome de la identidad británica, sea tomando té, usando trajes de Savile Row, manejando taxis ingleses (aunque ahora son de manufactura asiática!), portando paraguas, y utilizando nombres claves salidos de las leyendas arturianas. Si a Colin Firth le hubieran puesto un bombín, pasaba por el clon moderno de John Steed. Tampoco es novedad la pertenencia a un servicio de inteligencia privado, el contar con fondos ilimitados e innumerables bases secretas desperdigadas por todo el mundo (¿cómo no está enterado de todo esto ni el Mi6 ni la CIA?), ni siquiera la historia del joven rebelde que encuentra su cauce en el duro entrenamiento como agente y termina siendo el único capaz de salvar el mundo. El entrenamiento es una especie de versión british de Los Juegos del Hambre, en donde las prácticas son cuestión de vida o muerte y los que quedan son en realidad supervivientes con talento. La trama del villano - un Samuel L. Jackson seseoso que, aunque se saca los gustos puteando, no termina de ser efectivo y se la pasa vestido de colegial - es novedosa (regalar millones de chips con internet gratis a la mayoría de la población mundial, aprovechando su vicio por los celulares para - en un determinado momento - mandarle una letal señal sónica), pero tampoco es una que nos saca el sueño. Como es habitual el villano tiene una mortífera secuaz, la cual carece de pies y utiliza unas prótesis que se convierten en guillotinas cuando amerita el caso. Colin Firth está correcto, sea actuando o peleando. Quizás el papel hubiera quedado mejor con alguien mas carismático, pero Firth califica con lo justo. Por otra parte el chico Taron Egerton se ve demasiado viejo y ridículo para vestirse de colegial (parece Angus Young de los AC DC, en pinta y edad!), pero tiene ángel y es muy bueno en el rol. Y si la primera hora es algo chata y previsible - en donde sólo las vibrantes coreografías de acción de Matthew Vaughn se salen de la rutina -, es recién en la última media hora (cuando Egerton toma el centro del escenario) en donde las cosas se disparan y resultan dignas de aplauso. De nuevo: no ocurre nada nuevo, pero es el punto en donde Vaughn puede darle rienda suelta a sus instintos animales y se despacha con humor crudo y escenas de acción inspiradísimas. Oh, sí, es por esto que estuvimos esperando todo el resto del filme. Si no fuera por esa última media hora, Kingsman, el Servicio Secreto sería una chatura apenas pasable con un par de momentos inspirados. Desde ya, hay guiños de todo tipo para los amantes de James Bond y el cine de espías en general (comenzando por el rol de Michael "Harry Palmer" Caine, siguiendo por las armas secretas, las bromas sobre películas de agentes secretos, etc), pero no me pareció una película que termine de surcar algún camino diferente a lo ya visto. Es simplemente un pasatiempo sólido, que hubiera caído en el total anonimato de nos ser por el delirio visual que le inyecta Matthew Vaughn - quien, desde siempre, ha sido uno de los favoritos de esta casa -, y que termina por hacerlo salir de la vaina sobre la recta final. - See more at: http://www.sssm.com.ar/kingsman.html#sthash.22fBbruJ.dpuf
No soy muy amante de las películas sobre viajes en el tiempo; en todo caso, soy amante de las películas inteligentes. Proyecto Almanaque es una de esas películas ignotas que, sin cambiar el curso de la historia ni inventar nada demasiado nuevo en el género, consigue impresionar, ya que es sólida y entretiene con altura. Ok, tiene sus incongruencias y pifias, pero trata con seriedad el tema, plantea hipotesis interesantes, y tiene personajes con los pies sobre la tierra. El elenco parece salido de una telenovela juvenil; sin embargo, que las apariencias no los engañen. No son un grupo de carilindos pura pose y de cerebro hueco, sino que tienen dos dedos de frente y son genios en lo suyo. El libreto se encarga de subrayar este aspecto, dandole diálogos interesantes, plagando de referencias cinéfilas, y haciendo que estos tipos sean unos creativos de aquellos. El chico bonito y brillante pero extremadamente tímido está interpretado por Jonny Weston, un pibe que demuestra tener un gran talento y una gran carrera por delante. Weston carga sobre sus hombros el peso del film, y muestra un gran rango - y especialmente credibilidad -, lo que hace interesarnos muchísimo por su trabajo. Ha encontrado un aparato en el sótano de su casa y - desesperado por entrar en una universidad de prestigio y apremiado por las deudas contraídas por su madre para lograrlo - busca montarlo para ver si es el tan esperado proyecto científico que le abra las puertas de una beca. No sólo lo encuentra sino también un viejo video en donde ve un reflejo de sí mismo (en su actual estado adolescente) en un espejo plantado en medio de su cumpleaños número 7. ¿Cómo David ha aparecido en el pasado, portando esa misma remera manchada que tiene puesta ahora?. Guau, la premisa es bárbara y te engancha enseguida, y las cosas se ponen mejores cuando empiezan a experimentar con el aparatito, obteniendo en algunos casos resultados bastante bizarros. Mientras que el Acto I es brillante, el Acto II se ve algo forzado. Estos entusiastas adolescentes empiezan a probar la máquina del tiempo con ellos mismos, sin testear demasiado el aparato (y eso que las pruebas previas culminaron con objetos fusionados con las paredes - asumo que tiene que ver la rotación de la Tierra con ello, o alguna pifia de cálculo y calibración del aparato -). Cada viaje en el tiempo no cumple siempre con los postulados dictados por Marty McFly en Volver al Futuro: por ejemplo, la escena en donde uno de los chicos viaja como cinco veces a dar el mismo examen para obtener la nota de aprobado, ellos deberían chocarse con versiones alternativas de ellos mismos en sus intentonas anteriores. O cuando juegan a la lotería y, por hacerlo a las apuradas, ganan dos millones de dólares en vez de 54, negándose a repetir el viaje para corregir los números escritos en el ticket. Pero cuando las cosas se salen de control es cuando David quiere arreglar las cosas con la chica que le interesa... y con la cual ha metido la pata. El Efecto Mariposa altera todo, y se comienzan a generar líneas temporales en donde hay gente muerta o desaparecida, personas desocupadas que tienen trabajo y/o lo vuelven a perder, gente con la memoria borrada o que nunca conoció a alguien en determinado momento que resultó alterado por uno de los viajes. Yo creo que si uno se pone puntilloso y pasa por escrito los viajes / consecuencias observará inconsistencias pero, a esa altura del partido y teniendo en cuenta el buen ritmo del director Israelite, yo lo dejaría pasar en haras del espectáculo. Como dice Richard Scheib, Proyecto Almanac se siente como un hibrido entre Primer y Chronicle. Adolescentes rodando en primer plano todo - aún los momentos mas incongruentes, como un frenético pillaje a los depósitos de materiales de laboratorio de la escuela secundaria donde asisten -, descubriendo un nuevo poder, y perdiendo el control sobre él. Aquí no hay maldades ni locura; en todo caso, el movilizante del caos es el amor por una chica (y la gigantesca timidez que le hace arruinar todo al protagonista), el cual conlleva a una espiral de sucesos fuera de control. Tampoco el final es lo limpio que debería; cierra la historia, pero uno no deja de pensar en consecuencias temporales en el tiempo presente. Proyecto Almanac es una película bastante inteligente que tiene muchos méritos y una buena cuota de deslices. Quizás estos últimos los note mas la nerdada como nosotros pero, en términos generales, me gustó porque al menos hizo el intento de construir algo inteligente. Quizás le faltaba mas pulido pero el buen clima, la tensión, la intriga de la premisa y las buenas perfomances compensan las desprolijidades, razón por la cual la voto como recomendable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/proyecto-almanaque.html#sthash.JZ1Niuju.dpuf