Re-construyendo a Cal El divorcio de Cal (Steve Carell) y Emiliy (Julianne Moore) sirve como detonante para que su mundo, tal como ellos lo conocen, deje der ser como es. Cal es un cuarentón alienado que usa saco y corbata con jeans más grandes que su talle y zapatillas deportivas. Emily sufre la crisis de los cuarenta y necesita sentirse deseada. Claramente, en este punto de sus vidas no son el uno para el otro. Cal se muda a un departamento y comienza a intentar llevar una vida de soltero. Día tras día bebe en el mismo bar, mientras maldice al hombre con el que su mujer lo engañó. Un galán habitué del lugar (Ryan Gosling) lo observa y decide convertirse en su mentor, quien le enseñe a desarrollar su sex appeal para enfrentar una nueva vida de soltero ganador. Emily, por su parte, intenta combinar su tarea de madre y recién divorciada con el interés amoroso que despierta en un compañero de trabajo. En el medio, de forma intangible, se manifiesta claramente el daño que la rutina produce a las parejas y cómo al no detectarla estas se rompen. Lo interesante de este filme es el cuidado conque cada personaje fue elaborado y cómo cada actor lo interpreta con gran solvencia. Claramente, Ryan Gosling como el irresistible y creido de sí mismo Jacob se lleva las palmas. Steve Carell es ya reconocido por su versatilidad, capaz de manejar el delicado equilibrio entre lo desopilante y lo trágico con habilidad, mientras Julianne Moore y Emma Stone ofrecen su belleza, además de talento, para satisfacer diferentes gustos.. El guión es sólido, aunque tanta "casualidad" y vuelta de tuerca terminen banalizándolo. Se trata de una comedia elegante, romántica, divertida, un poco extensa, pero digna de ser disfrutada.
Una maestra! Elizabeth está a punto de casarse y por ello abandona su trabajo como maestra. Una vida de lujo le espera, pero lo peor está por pasarle: su novio la abandona al darse cuenta que ella sólo lo quiere por su dinero. A la bella Liz no le queda otra que volver a la escuela que tres meses antes había dejado sin mirar atrás, como huyendo de la miseria. Ahora debe convivir con perdedores que pronto se volverán queribles y hasta necesarios para ella. Trepadora, inescrupulosa, sinvergüenza, sobradora e inmoral, Elizabeth tiene un sola cosa en mente: colocarse siliconas en las tetas. Los métodos a los que echará mano para conseguirlo hacen al chiste de la película, por ende no lo contaremos. Sólo agregaremos que Elizabeth no tiene idea sobre cómo tratar a los niños de su grado y tampoco le importa. Pero otra maestra la vigila y no tarda en sacarle la ficha, claro que no le será fácil culparla. "Malas Enseñanzas" es una buena comedia, efectiva, con chistes eficaces -apenas escatológica si lo comparamos con el humor promedio que viene de los EE.UU. ultimamente- y que tiene en Cameron Diaz a su mejor elemento. La rubia está a punto de cumplir los cuarenta y aprendió a reirse de sí misma, sacar provecho de lo que tiene y aprovechar lo que la cinematografía puede hacer con ello. Se saca chispas con su contrafigura, la británica Lucy Punch, a quien vimos este año en el rol de la prostituta que acompaña a Anthony Hopkins en "Conocerás al Hombre de tus Sueños" de Woody Allen. Punch se luce como la inosportable maestra dedicada a intentar desenmascarar a Elizabeth, y en ese intento caer en las trampas de la rubia. En un rol secundario, Jason Segel aporta equilibrio y evita que el filme caiga en la desmesura. El director maneja correctamente el timing de esta comedia que no es nada del otro mundo, pero que consigue lo que se propone: entretener y hacer reir, un rato.
El dolor inabarcable Becca (Nicole Kidman) y Howie (Aaron Eckhart) forman una pareja adulta, sin apremios económicos que viven en una bonita casa en los suburbios de Nueva York. Todo sería casi perfecto si no fuera por el hecho de que ocho meses atrás su único hijo, de cuatro años, murió en un accidente. Howie intenta buscar respuestas, o al menos algo de apoyo, en un grupo de ayuda formado por otras parejas cruzadas por la misma tragedia, al que becca no desea asistir. El dolor la hizo más dura, moldeó un humor ácido y áspero en ella mientras él sólo llora mientras ve un video del niño en su móvil. Todo el filme lleva un ritmo calmo, no exento de golpes bajos, pero a la altura de las notables actuaciones que brinda la pareja protagónica. El director supo capturar los momentos en los que el dolor primero se sugería y luego estallaba. Kidman tiene su momento, en un auto, al romper en llanto, un llanto contenido, catártico, tal vez sanador. Sólo ella y la cámara observándola, en una fotografía natural, sin estridencias. Acompaña la siempre solvente Dianne Wiest, como la madre de Becca, una mujer que también sufre la peor de las pérdidas, la de un hijo, pero por otras circunstancias distintas a las sufridas por su nieto. Sin embargo, tanta prolijidad en escena, en la vida de la pareja que no es afectada por ningún otro conflicto, acaba por poner cierta distancia, impide la empatía y por momentos algunas escenas parecen más propias del mundo publicitario que cinematográfico.
Los ángeles del FBI David Norris (Matt Damon) es la joven promesa de la política estadounidense, pero un diario hace mella en su carrera al publicar en tapa una foto impropia para alguien que pretende ser senador por Nueva York. Mientras David ensaya el discurso de la derrota en el baño de hombres del hotel donde montó su base de operaciones, una bella muchacha sale de uno de los cubículos. El flechazo es inmediato, y así como la chica apareció de la nada, desaparece corriendo por los corredores del hotel. El encuentro con Elise (Emily Blunt) no fue casual sino algo programado por miembros de la "Oficina de Ajustes", sujetos dedicados a hacer cumplir el "plan" que su "presidente" trazó para cada uno en este planeta. Estos "agentes del destino" son los responsables de que las personas olviden sus llaves o derramen café en sus camisas para ajustar el tiempo y evitar o provocar algo en su futuro. Lo cierto es que Davis no debía volver a ver a Elise, pero un agente comete un error y el encuentro se da, en un colectivo. Lo que sigue es, una vez más, la exposición de que el amor es más fuerte que todo destino trazado por quien sea, aunque se trate de agentes poco angelicales y más bien gubernamentales de un burocrático ser superior. La presencia del veterano Terence Stamp, más la siempre efectiva actuación de Damon, no alcanzan para salvar una propuesta que no acaba por definirse y termina a mitad de camino entre una comedia de Disney y una oscura relectura sobre el libre albedrío.
El oso ataca de nuevo Con los personajes ya presentados en una exitosa primera entrega no queda mucho espacio para sorpresa en esta segunda, por ello los productores apostaron más a la acción que al humor, dado que el listón habia quedado lo bastante alto como para animarse a hacer agua. Esta vez Po experimenta una doble aventura: la de rigor, que impone la acción del filme y una interna, tal vez algo profunda y por momentos oscura para el público más pequeño. Lo que sí queda claro es que estamos ante una produción visualmente impactante, a esta altura de los más perfecto en materia de animación y detalle que hayamos visto. Los primeros planos de Po, su pelaje, los fondos que por momentos nos hacen dudar acerca de si no estamos ante escenarios reales; las escenas de lucha, impecablemente coreografiadas, todo hace a un conjunto de fantasía demoledor para los sentidos. El guión no es tan divertido como en el anterior filme, sino que se centra más en la historia personal del panda y su lucha contra un villano implacable e impiadoso, cuya voz en la versión original es de Gary Oldman. El final es abierto y deja asegurada una tercera entrega, para la cual deberán esforzarce mucho más, aunque la taquilla acompañe.
Alemanes funkys Desde el inicio del filme, donde vemos cómo el lavavajillas le rompe los platos, tenemos claro que a Zinos las cosas no le salen todo lo bien que desearía. Dueño de un bodegón sin estilo donde sirve minutas y platos poco elaborados, el muchacho ahora está preocupado por el viaje de su novia a China, pero también debe cuidarse de los controles del fisco, de un hermano ladrón que sale en libertad condicional, de un cocinero fundamentalista y de un ex compañero de colegio que quiere quedarse con el terreno donde tiene el local. Como una bola de nieve, el protagonista sufre cada embate del destino que de yapa le obsequia una hernia de disco. Desopilante, tragicómica, con algo de farsa, así puede describirse esta historia que el alemán Fatih Akin nos cuenta de manera expresiva y dinámica, con buen ritmo de comedia y buenas actuaciones, dotando a la trama con acertados roles secundarios y una banda de sonido que va del funk al rock, pasando obviamente por el soul. Hacia el final, trastablilla Akin en la resolución, dejando un remate caprichoso, sin ingenio, poco merecedor de todo lo expuesto anteriormente durante el metraje. Sin embargo el resultado final es bueno, como un plato al que sólo puede criticársele la falta de un poco de sal.
Qué cosa fuera... “Thor” es el nuevo eslabón en la cadena cinematográfica de Marvel, uno más que acabará conformando un todo llamado “The Avengers”. Ahora es el turno del hijo de Odin (Anthony Hopkins), desafiante, atrevido y algo inmaduro para llevar la corona que su padre desea cederle. Su hermano Loki (Tom Hiddleston) cela a Thor desde que eran niños y no se muestra felíz ante el hecho que su hermano herede el trono. Estos datos aportan a la trama el giro shakespereano que tan bien le sienta al director Kenneth Branagh, quien juega con la trama creando una versión muy libre del “King Lear” escrito por El Bardo. Desterrado de Asgard y obligado a plantearse su forma de proceder, Thor es hallado en la tierra por la tenaz astrofísica Jane Foster (Natalie Portman). El Mjolnir -martillo de poder del dios del trueno- también fue enviado a la tierra, pero Thor no podrá hacer usarlo hasta que sea digno de él. Mientras tanto, los agentes de S.H.I.E.L.D intentan descifrar de qué se trata el extraño objeto clavado en medio del desierto de Nuevo México. Hopkins se mueve con soltura en el rol de Odín, rey de Asgard. Solvente y fundamental para darle al relato una base sólida en lo actoral alrededor de la cual el resto del elenco cumple satisfactoriamente con los roles asignados, en especial Tom Hiddleston como el misterioso Loki. En cuanto a Chris Hemsworth, éste se enfrenta al veredicto de los fanáticos del personaje, a quienes tal vez no impacte de entrada pero a los que seguramente conformará con el correr de la cinta, ya que Hemsworth consigue dotar a Thor de las características épicas que corresponden al dios del trueno. Generosa en escenas de acción, éstas no distraen del conflicto central aunque las escenas terrestres y sus conflictos no estén tan cuidadosamente desarrolladas como las del reino celestial. Abrumadora en lo visual, los escenarios creados digitalmente son vastos e inabarcables a simple vista. El nivel de detalle es asombroso y los efectos especiales impactantes. Sin embargo, aunque parezca mentira, la producción no encontró la manera de que algunos postizos capilares se vieran naturales. Por otra parte, el filme es altamente disfrutable en su versión clásica en 35 mm, ya que fue filmada en ese formato y el efecto tridimensional agregado en post producción.
"¿Dónde vas, Torrente...?" En 1999 se estrenó en Argentina "Torrente, el Brazo Tonto de la Ley"; la segunda y tercera entrega no tuvieron distribución el país, ni siquiera en DVD. Ahora, gracias al sistema de proyección digital que abarata costos de distribución, llega la cuarta aventura del desagradable José Luis Torrente. El actor, escritor, productor y director Santiago Segura comenzó desde muy joven a delinear personajes marginales, sexópatas e inadaptados. Torrente es la versión más acabada de sus criaturas. Guarro, corrupto, amoral, sucio, racista y desalmado, es además un perdedor y paria en un sistema que fabrica criaturas como él, pero no tan completas. Ahora, el ex policía Torrente se ve envuelto en una trama llena de traiciones y sed de venganza. Por motivos que desconoce acaba en la cárcel y para descubrir el por qué debe escapar e iniciar una investigación. Claro que lo hará con la ayuda de los secuaces más frikis que haya mostrado el cine. Segura es hábil para convocar a los más bizarro del medio español. No duden que si hubiera tenido a su alcance a Zulma Lobato la habría incluido en el filme. El humor de Segura es directo, escatológico, básico y politicamente incorrecto. Pero tiene el mérito de no ser culposo. Al contrario de los Farrelly que manejan un estilo similar, estos necesitan justificarse en un trasfondo moral que de algún modo los redima. Segura no necesita de eso, él va como un cabezazo directo a los dientes, más que tensando la cuerda, rompiéndola, con el único fin de provocar la risa. Ni más, ni menos. "Ahora hay un negro en la Casa Blanca" se queja ante la tumba de su admirado Fary, cantante popular español fallecido hace un par de años. Tiene sub-alquilado su departamento a "sudacas" indocumentados que valen para él unicamente el dinero que estos le dan y se lamenta por el hecho de que los homosexuales puedan casarse. La trama queda en segundo plano, está claro que no tuvo interés en desarrollarla y sí en poner la mayor cantidad de gags posibles, como así también en incorporar muchos cameos. Así podemos ver las breves participaciones del Kun Agüero, David Bisbal y el "pipita" Higuaín, por citar a los que pueden ser reconocidos aquí. En pelis anteriores, Segura supo contar nada menos que con José Luis López Vázquez y Oliver Stone. Esta cuarta entrega de "Torrente" está muy lejos de la calidad de la primera, que nunca fue superada por sus sucesoras. El tono de comedia negra y el buen pulso cinematográfico se perdió a cambio de dar "más de los mismo", slogan con el Segura promocionó oportunamente la segunda entrega. El mismo Segura que prometió seguir haciendo filmes de Torrente siempre que la última sumara un sólo espectador más que la anterior. Está claro que ahora sólo busca satisfacer al espectador medio que no busca la calidad que Segura es capaz de ofrecer, sino una sucesión de gags zafados y apariciones sorpresivas de la fauna mediática española. Y él lo sabe, y lo explota. Experto en autopromoción, Segura llegó a Buenos Aires para estar presente en el estreno local. Sus películas sólo son conocidas gracias a la web y la posibilidad de bajarlas porque alguien decidió compartirlas; entonces una legión de frikis, snobs y sinceros admiradores de alguien que, a no dudarlo, ama el cine, intentan encontrarlo pese al magro manejo de prensa de la distribuidora que hasta ahora no supo sacarle el jugo mediático a un tipo siempre dispuesto a dar espectáculo. "Torrente 4 - Lethal Crisis" se presenta en 3D, formato que ayuda a obtener una mayor recaudación y que Segura apenas aprovecha para un par de chistes. Con todo, es de celebrar que aunque no sea lo mejor que pueda dar, igual se estrene en Argentina.
Babosónicos Rick y Fred son amigos, algo así como Pedro y Pablo de los Picapiedras pero más boludos. Ambos están casados, enamorados, tienen un buen pasar pero no están del todo satisfechos con sus matrimonios. Rick se da vuelta a mirar cuanto culo se le cruza, con su esposa al lado, y Fred acostumbra a masturbarse en el auto cada vez que su mujer se niega a tener sexo. Con este panorama, entre otras situaciones que no develaremos, sus mujeres deciden entonces tomar una decisión final para salvar sus relaciones: darles a sus maridos un pase libre durante una semana para que se comporten como si fuesen solteros y así se saquen las ganas de una vez por todas. Y ahí van nuestros pavotes amigos a vivir la vida, o al menos a intentarlo. Los Farrelly llevan su humor al extremo, ajenos a cualquier sutileza, grotescos, escatológicos y capaces de generar algunas carcajadas luego de bombardear al espectador con gags a repetición. La fórmula no es novedosa para quien guste de este tipo de filmes. Hay un poco de todo lo que ya se ha visto desde "Colegio de Animales" hasta "¿Qué Pasó Ayer?". Con un trasfondo moralizante, guión desparejo mas buenas actuaciones, "Pase Libre" es un entretenimiento a medida para espectadores nada exigentes en materia cinematográfica.
Golpe bajo a golpe bajo Melodrama telenovelesco con tintes sobrenaturales que tiene como protagonista a un médico especializado en el tratamiento del dolor en pacientes terminales. Diego (Eduardo Noriega) es el médico en cuestión, quien luego de una discusión con el marido de una paciente, y con arma de fuego mediante, adquiere un extraño don que le traerá más problemas que soluciones. En la primera escena se presentan interesantes personajes secundarios, cada uno de ellos con diferentes dolencias, pero que al transcurrir el relato se van desdibujando, con excepción de uno que acaba siendo una pieza clave en la historia al adquirir un protagonismo que a otros bien les habría venido. Aunque de buena factura técnica, especialmente en la fotografía, el filme flojea en su argumento, agravado por un relato propio de teledramón vespertino. Si a eso le sumamos las actuaciones, correctas en general, pero marcadamente televisivas, el resultado es poco satisfactorio, más allá de las evidentes buenas intenciones.