Los marines de siempre Extraños meteoritos caen sobre el planeta y pronto se descubre que son naves extraterrestres decididas a atacar a la raza humana. Varias ciudades del planeta son destruidas sin piedad y la ciudad de Los Ángeles no será la excepción. Es entonces cuando un grupo de élite tiene la misión de evacuar un sector antes de que los alienígenas arrasen con todo. Esta tarea es llevada adelante por un grupo de hombres comandado por el teniente martínez, secundado por el sargento Nantz (Aaron Eckhart). Nantz carga con la muerte de varios de sus muchachos en Irak y esto genera desconfianza por parte de los actuales soldados que dependen de él para sobrevivir en la batalla. Un acierto del director es presentar a los personajes desde el inicio con agilidad y de manera verosímil, con fluidez introduce a los protagonistas no sin cierto toque de humor. La idea es ir rápido a la acción, no hay lugar para suspenso alguno. Los meteoritos pronto se revelan como naves enemigas de otro planeta y la misión comienza de inmediato. Obviamente no faltan las analogías patrioteras y los lugares comúnes del género. Con ritmo semi documental, cámara en mano, vértigo en el montaje y buenas actuaciones, la propuesta no tarda en diluirse ante la falta de sorpresa. El director quema los cartuchos muy pronto, la resolución se hace evidente y no queda más que ver la artillería de efectos especiales utilizada para destruir Los Ángeles a la espera del final.
WTF? ¿De qué trata esta película? Vaya uno a saber. Está Nicolas Cage con quincho nuevo, hay una rubia bárbara, hard rock del montón, efectos especiales muy berretas, algunas minas en tetas, autos muy pisteros y un sacrificio diabólico por realizarse. El guión no tiene ni pies ni cabeza. Pero se adivina que Milton (Cage) busca venganza y cuidar a un bebé que está en manos de seres diabólicos que quieren matarlo para ofrendarlo al diablo. En su camino se cruza con un chica llamada Piper (Amber Heard) que luego de romper con su novio se une a Milton en la aventura. También se topa con "el contador", el mejor personaje del filme a cargo de William Fichtner, algo así como el supervisor de satán que persigue a Milton. Todo el mundo sabe que el límite entre ser canchero y ser ridículo es muy delgado. El director Patrick Lussier deber saber eso, pero no vió el límite con claridad y el resultado está a la vista. La trama compite en estupidez con "Matar o Morir", aquella con Clive Owen y Monica Bellucci. Más aún, una escena de aquel filme está descaradamente copiada en este. El destino de esta cinta debería ser su exhibición en el televisor de un pub, de esos con pool y música fuerte, para que alguno la mire de reojo entre bola y bola, cerveza en mano, riendo con lo cutre de la propuesta.
Entre la piedra y la pared Aron (James Franco) emprende el viaje bien preparado, apenas se deja la Victorinox en un armario, pero por lo demás va equipado para pasar un día recorriendo montañas y quebradas en el desértico paisaje de Utah. La tiene clara Aron, conoce cada rincón del lugar. Si hasta se ofrece de guía a un par de chicas con las que comparte un rato nadando en lagos subterráneos. Tras despedirse de las señoritas, el joven ingeniero sigue su trayecto. Ante una grieta que no debe suponer ningún desafío saltar, el destino pone literalmente una piedra en su camino que lo hace caer, y junto con él la piedra cae también. Sobre su brazo derecho. Situación: Aron está en una grieta de una montaña, seis metros bajo la superficie atrapado con una piedra aplastando su brazo. Y nadie lo sabe. Porque el ingeniero no dió muestra de inteligencia alguna cuando omitió avisar a sus allegados adonde iba y qué tenía pensado hacer. Ahora está solo, con su equipo de alpinista, una botella de agua y una navaja china sin filo. El director de "Slumdog Millonaire" optó por un montaje clipero, muy apto para MTV. Si por momentos hasta parece un separador de la otrora cadena musical. Desafortunadamente esa elección estética y los poco profundos pensamientos que tiene el protagonista, mostrados como flashbacks, restan en lugar de sumar. La comparación con "Enterrado" se hace inevitable por momentos. Rodrigo Cortés supo transmitir la angustia del protagonista en un ambiente limitado. Boyle no lo logra, se distrae, se le escapa la intención y al promediar el filme sólo esperamos que se resuelva. Sin dudas la labor de James Franco, un actor que trabajo tras trabajo va mostrando su versatilidad, es lo más destacable y merece todos los aplausos dentro de una película que no consigue pasar de lo anecdótico.
Búsqueda frenética El catalán Colet-Serra parece tener predilección por las historias que van en una dirección y luego, drásticamente, cambian de rumbo. Lo hizo bastante bien en "La Huérfana" y ahora lo hace mejor en "Desconocido", aunque la temática de la pérdida de identidad en medio de una intriga es algo harto visto. El Dr. Martin Harris (Liam Neeson) llega a Berlín con su esposa, pero antes de ingresar al hotel se percata de que olvidó su maletín, con el pasaporte adentro, en el aeropuerto. Sin avisar a su mujer, que está haciendo el check in en el hotel, Harris toma un taxi para regresar por el maletín. En el camino sufre un accidente de tránsito que le provoca un traumatismo que lo deja cuatro días en coma en un hospital. Al despertar va en busca de su esposa pero ésta no lo reconoce. Más aún, ella está con otro hombre también llamado Martin Harris. La crisis de identidad no tarda en aparecer, y el Dr. harris comienza a dudar, empieza a considerar la locura, pero la memoria no le falla del todo y trata de atar cabos. Desde el comienzo el clima es inquietante, Neeson impone su oficio y en cada gesto transmite las tribulaciones de su personaje, pero el director no consigue ir más allá. La sombra de Hitchcok se impone y hace que se espere más de esta propuesta. En el elenco se destacan dos figuras de lujo: el alemán Bruno Ganz ("La Caída") y Frank Langella, quienes comparten una escena clave dentro del filme, mientras el resto cumple correctamente. El cambio de registro hacia el final de la historia es algo brusco, repentino, y toda ilusión de originalidad para resolver la trama se pierde por completo, por lo que "Desconocido" no alcanza a ser lo que insinuaba en su primera mitad, pero cumple como un correcto filme de suspenso y acción.
Y si no se tiene fé... Otra de exorcismos, y esta vez basada en hechos reales. Sólo que en esta caso la trama no se centra en un poseído sino en un aspirante a sacerdote que atraviesa una crisis de fé. La propuesta es seguir a este muchacho en su camino de aprendizaje e intento de recuperar su credo, que incluye un curso práctico de exorcismo en Roma. Michael Kovak (Colin O´Donoghue) no tuvo una infancia normal. Con un padre dedicado al negocio funerario, creció rodeado de cadáveres a los que ayudaba a maquillar para su ceremonia fúnebre. El recuerdo de su madre muerta sobre la camilla y su padre pintándole las uñas lo visita cada tanto. Con la decisión de abandonar el seminario en el cuarto año, a punto de ser ordenado, recibe como consejo de su superior hacer un viaje a Italia dada la necesidad que tiene la iglesia de contar con curas exorcistas. Una vez en Roma, más precisamente en el Vaticano, se le recomienda visitar al jesuita Lucas (Anthony Hopkins), experto en posesiones demoníacas. Kovak comienza a presenciar situaciones que a su entender tienen explicaciones racionales, se contrapone a lo que Lucas intenta demostrarle, aún cuando poco a poco percibe señales que inequívocamente apuntan a él. Se trata de un filme más que se suma la larga lista de este sub-género del terror. Plagada de lugares comunes, aunque de correcta factura, encuentra en su protagonista el principal escollo. La inexpresividad de O´Donoghue no ayuda en nada a la puesta de un director que, sin ser un genio creativo, podría haber explotado mejor algunas escenas con un actor capaz de interpretar la incredulidad sin confundirla con la impavidez. Anthony Hopkins tiene tratamiento de estrella desde el primero hasta el último plano, planeados estos dos como para que no queden dudas de que se está presentando a una gran figura. Su labor remite a tantas otras, pero es justo reconocerle que todos sus trucos están al servicio de la escena más relevante del filme donde su oficio salva un poco el asunto. Sólo para fanáticos que desean sumar otra película a su lista.
No siempre se esconde un bandido detrás de un antifaz Es un caso particular el de "El Avispón Verde". Su popularidad a nivel mundial se la debe a una serie que apenas duró una temporada pero que estaba co-protagonizada por el astro de las artes marciales Bruce Lee. Las repeticiones del programa ayudaron a producir legiones de fanáticos que vieron en tan sobrio héroe, su ayudante -y especialmente el auto en el que se movían-, algo diferente a lo ofrecido por los fabricantes de personajes súper dotados. En contraste con la sobriedad de la serie televisiva, que también contrastaba con su contemporánea "Batman" -ambas del mismo productor-, esta nueva versión que nos presenta el francés Michel Gondry ofrece la irreverencia propia de Seth Rogen, y un tono general de comedia que le sienta muy bien. Gondry se permite jugar con la imagen, el tiempo dentro del filme y plasmar algunas buenas escenas de acción. Nada mal para un personaje que nació sin imagen, en la radio, y que en su paso por el cine -como serial- y la tv no consiguió impactar demasiado. Britt Reid es una especie de Isidoro Cañones dispuesto a dilapidar la fortuna que su padre amasó como editor del diario "The Daily Sentinel". Cuando Reid padre muere, Britt debe ocupar su lugar en la editorial sin tener idea de como se maneja un diario. Ese reto inspira al muchacho a hacer algo nuevo y alocado, como ayudar a quien lo necesite, ser una especie de superhéroe. Para ello asocia a Kato, un hábil asiático que era mecanico de su padre y capaz de prepara el café como le gusta a Britt, además de crear el "Black Beauty", auto que es fetiche de los fanáticos de la serie. El villano es Chudnovsky, interpretado por el versátil austríaco Christoph Waltz, un malvado con ciertos problemas de autoestima. Hay un malvado menos visible, como siempre, un político -como siempre-. La corrupción y el poder político intentando manipular a la prensa -¿les suena?- es también tema en este filme que plantea como ficción algo nos es muy familiar. Son varios los frentes que abre Rogen desde el guión y que Gondry intenta salvar desde la narración que se vuelve algo caótica, pero que gracias a lo ramplón de la propuesta se salva de cualquier sesudo análisis. El espíritu del personaje está respetado y hasta revalorizado, que no es poco si tenemos en cuenta de dónde viene.
Lo justo y merecido En el comienzo de la década del sesenta hizo su aparición televisiva un corto animado de aproximadamente siete minutos llamado “Yogi Bear”. El dibujo animado era uno más en la factoría Hanna-Barbera, de la cual salieron también “Wally Gator” (“El Lagarto Juancho”), “Quick Draw McGraw” (“Tiro Loco”) y "Touché Turtle" ("La Tortuga D´Artagnan"), entre otros con el mismo formato y duración. Así como Bugs Bunny y Mickey se volvieron la cabeza de sus respectivas productoras, Yogi se convirtió en el personaje elegido para encabezar series y largometrajes donde se unieran varios personajes de Hanna-Barbera. "El Oso Yogi" tiene ahora su propio filme, en 3D e interactúa con actores de carne y hueso. Así como su cortos televisivos no eran más que un sketch en el que invariablemente se veía al personaje intentando robar cestas de visitantes al parque Yellowstone, y así despertar la ira del guardabosques Smith -con una animación limitada y nada preciosista, y un guión simple, gracioso pero sin llegar a provocar carcajadas-, esta película hace honor a sus orígenes, en todo sentido. Como para que no se quede sólo en una anécdota, se ha introducido el factor ecológico y entonces nuestro plantígrado amigo ayuda a salvar el parque del ambicioso e inescrupuloso alcalde que desea cerrarlo para convertirlo en un negocio agrario. Humor simple, básico, infantil, absolutamente inocente y eficaz. Actuaciones acordes al cuentito que se desea plasmar en pantalla y Yogi junto a su inseparable Bubu diseñados con detalle, sin descuidar su aspecto original, completan un entretenimiento apto para todo público sin mayores pretenciones que las de entretener en base a un dibujo animado que cincuenta años atrás tenía el mismo objetivo.
Colonizando Liliput Lemuel Gulliver es un personaje creado por Jonathan Swift para su novela publicada en 1726, donde narra una serie de viajes apócrifos, todos realizados por el capitán Gulliver. En uno de esos viajes el capitán llega a Liliput, un reino habitado por seres diminutos. Ese es el tramo de la historia que nos cuenta el director Letterman, claro que con algunas modificaciones no menores. Con su histrionismo habitual -para tomarlo o dejarlo- Jack Black toma el nombre de Gulliver pero no su rango de capitán sino que en realidad es un empleado mediocre en una empresa editorial. Desde hace años se dedica a repartir el correo entre el personal, y nada indica que deje ese puesto. Treintañero pavote, fanático de "Star Wars" y adicto al Guitar Hero, es incapaz de invitar a salir a una de las empleadas del lugar, de quien está enamorado. Su torpeza en cuestiones amorosas lo llevan a engañarla y hacerle creer que es capaz de hacer una crónica de un viaje. Y es entonces cuando el buenudo de Gulliver emprende una travesía que obviamente cambiará su vida. La película es simpática, tiene momentos graciosos y tecnicamente está a la altura de lo que hoy en día ofrece la tecnología digital aplicada al cine. El punto es que de la ironía de la obra original no hay ni rastros y mucho menos de su trasfondo crítico. Por el contrario, en el filme Liliput es absolutamente colonizada por Gulliver, quien no demuestra el más mínimo respeto por las costumbres del lugar y hasta les impone su "american way of life" a los pequeños habitantes del reino. Se crea un Guitar Hero de Kiss pero con personitas, crea un Times Square a su gusto y hasta les cuenta como propias las aventuras de Luke Skywalker. La aculturización en máximo grado, y sin vergüenza alguna. Para matizar el asunto y que las cosas sean como dicta el manuel de género, hay un villano que por obvio hace que el protagonista sea un héroe. Con todo, se trata de una aventura entretenida para gusto de los más chicos.
En la pasarela, Angelina Una misteriosa y elegante mujer es seguida por la policía. No la quieren a ella, sino al hombre con quien va a contactarse. Pero él y ella son astutos, planean todo para despistar a la autoridad. La idea es que ella confunda a la ley acercándose a un hombre de características similares al buscado, y lo hace, en un tren. El plan parece funcionar ya que el pobre hombre, un profesor de matemáticas estadounidense, comienza a vivir una aventura como aparentemente nunca vivió antes. Ella es Angelina Jolie, él es Johnny Depp, y juntos hacen una pareja que no logra química alguna. Ella pasea ante la cámara su lánguida y huesuda figura, sus labios morcillosos y el director la sigue, dedicándole más tiempo a la exhibición de los modelitos que luce la mujer de Pitt que a cuidar la trama, inverosímil de por sí. Depp hace lo que puede, como buen actor que es dice su letra, acompaña con el físico y trata de salir airoso en una película que nadie querrá recordar al momento de homenajearlo. Con vueltas de tuerca previsibles, sólo resta disfrutar del paseo por Venecia, gentileza de un director que mezcló a Bond con Fashion Tv y Travel & Living, obteniendo como resultado uno de los fiascos del año.
Clásico pasado por la planchita La Disney eligió esta vez el cuento clásico Rapunzel para adaptarlo según sus cánones y de paso presentar un nuevo estilo de dibujo, diferente al de sus anteriores producciones. Más caricaturescos y menos naturalistas, es clara la intención de brindar un diseño más humorístico en sintonía con lo que los más chicos consumen diariamente por tv. La historia de una niña que es encerrada en una torre por una malvada bruja que desea los poderes que el cabello de la joven tiene es adaptada sin gracia, y hasta con cierto desdén por el conflicto central que prácticamente es dejado de lado por los realizadores en pos de situaciones sin trascendencia y ni gracia. Técnicamente el filme es inobjetable y los más chicos pueden pasar un rato entretenidos, sin caer en el aburrimiento gracias a una duración apropiada. Por lo demás, lejos está de emocionar o generar una diversión remarcable. Como casi todo lo que se presenta ultimamente para los niños, este filme se ofrece en 3D aunque nada en su realización lo justifique. Ahórrense el dinero extra y vean esta película en una sala normal si no pueden esperar hasta su salida en DVD.