Con presencia en la literatura, el teatro, la historieta y los videojuegos, la temática zombie, o zombi, se incorpora a la cinematografía el 04 de agosto de 1932 con el estreno de “White Zombie”, producción estadounidense realizada por Víctor Halperin, protagonizada por Bela Lugosi. Considerada como la primera película que abordó el tema, fue un producto independiente producida por los directores del período silente Edward y Víctor Halperin, con guión de Garnett Weston, distribuido por United Artist. El proyecto tuvo su origen en una obra teatral de Kenneth Webb, titulada “Zombie”, basada en el libro “The magic island” de W. B. Seabrook, estrenada el 10 de febrero de 1932 y que tuvo apenas 21 representación. Sólo el quince por ciento del metraje de “White Zombie” era sonoro, por lo que el film cosechó malas críticas. Sin embargo el gran público la respaldó, convirtiéndola en un trabajo muy rentable para los hermanos Halperin. La historia involucraba a Neil Parker (John Harron) y Madeleine Short (Magde Bellamy), una joven pareja que viajan a Haití invitada por el terrateniente Charles Beaumont (Robert Frazer) para celebrar su matrimonio. Sin embargo, Beaumont está enamorado de Madeleine y guarda esperanzas de que ella acceda a casarse con él. Al ser rechazado, acude al hechicero de vudú local, Legendre (Béla Lugosi). Su plan es que Legendre la convierta en zombi, se la declare muerta y se la entierre, que Neil vuelva a los Estados Unidos, revivirla y que permanezca junto a él. Sin embargo, Legendre tiene sus propios planes para Madeleine y para Beaumont. Tomando como referente éste antecedente, a lo largo de las ocho décadas siguientes más de un centenar de títulos están asociados directa, indirecta o lateralmente, con dispares valores artístico, a la narrativa fantástica audiovisual. “Zombie” o “zombi” es (según el diccionario) una voz de origen africano occidental, semejante al congoleño “nzambi”, dios, y “zumbi”, fetiche, popularizado por la ciencia vudú (“espíritu” que responde al culto supersticioso mezcla de religiones animistas de África, de politeísmo de pueblos guineanos, y de cristianismo). Se refleja en el folclore y las leyendas haitianas originadas en la magia negra y el vudú. Entre sus ritos se encuentra uno mediante el cual un hechicero podía, supuestamente, revivir a los muertos privándolos de su voluntad para someterlos a su antojo, al reducirlo a condición de autómata. La exposición de esta temática tiene sus propios códigos y convenciones, incluso estéticas, presentes en cualquiera de los géneros en el que sea planteado un proyecto, en toda la gama que pasa por la tragedia, el drama y la comedia en todas sus variantes. La trama de “Tierra de zombies” se ajusta a las narraciones de este tenor. La raza humana esta al borde de su extinción por un virus que la afecta convirtiéndola en cadáveres vivientes, por lo que el planeta es ruina y desolación. Empero, algunos parece que sobrevivieron, aunque desconoces sus existencias, tal el caso del joven e inocente Colombus, quien en su solitario deambular conoce a otro incontaminado, Tallahassee, adulto rudo y experimentado, a los que se suman dos hermanas, Wichita y Little Rock. Para sobrevivir deberán enfrentar a los insaciables depredadores superando obstáculos para llegar a un final...al menos hasta que llegue en el 2011 “Tierra de zombies 2”. Después de asistir a la proyección de “Tierra de zombies” el espectador afecto a la temática es muy posible que abandone la sala con la satisfacción de haber asistido a nada nuevo, pero medianamente entretenido. A quienes compete apreciar la obra con una mirada más analítica podrían estimar que guionistas, realizador y productores tuvieron una excelente oportunidad de pergeñar una interesante e ingeniosa comedia satírica, que hubiera podido integrarse a dos producciones que trataron exitosamente el tratamiento con ese matiz en dos proyectos, una respecto al tema de ciencia ficción que involucra a Frankenstein mediante “El joven Frankenstein” (1975), merced a Mell Brooks, la otra, referida a la fantasía del vampirismo encarado por Roman Polaski con “La danza de los vampiros” (1967). En este sentido, por ahora, debemos seguir esperando a algunos que tengan el talento, la audacia y el sentido del humor apropiado para sorprendernos con los zombies. “Tierra de zombies” tiene punto de partido en un guión enclenque que desarrolla una historia rutinaria tomada entre lo serio (con toques de grand guiñol) y lo ridículo, con un pretendido humor sin relieve, por ende nada efectivo, en un audiovisual algo extravagante pero indefinido, sin vuelo, técnicamente correcto.
Cuando un producto industrial rinde económicamente el círculo queda abierto, En el mundo fílmico se harán tantas continuaciones del mismo como las que indiquen los resultados de boletería. Durante cada temporada los espectadores asistimos a esa experiencia, con pocas expectativas, cuyo resultado por regla general culmina en decepción, aunque, es justo reconocer, muy de vez en cuando nos sorprende gratamente. No es el caso de “Alvin y las ardillas 2”, producción que pasa a integrar la montaña de las frustraciones. Su antecesora resultaba ingeniosa narrativamente, simpática merced a la calidez de los personajes, fluida por el tratamiento dinámico de las situaciones y la compaginación. Esta segunda parte carece de tales atractivos a partir del mismo guión que parece concebido al correr de la pluma (¡qué dinosaurio!, ya lo sé), sin la debida preocupación por someterlo a una meticulosa autocrítica a fin de generar atractivas (de ser posible sorprendentes por lo original, aunque esto sería reclamar demasiado) vueltas de tuerca a la historia, que deje como saldo un entretenimiento ameno y simpático. Estructuralmente la deficiencia parte de no haberse articulado con mayor ingenio el entramado general, particularmente a partir de la integración de las nuevas ardillas (femeninas) a la historia. Alvin, Simon y Theodore dejen a un lado su exitosa carrera de cantantes para afrontan con valentía su nueva labor como estudiantes secundarios (se ignora cuando cursaron la primaria), donde ganan el favor de sus compañeros, a la vez que sufren algunas bromas e intimidaciones del matón de turno. Mientras su tutor y representante debe pasar un período hospitalizado a raíz de fracturas ocasionadas en un accidente, quien deriva su gestión en un buen amigo, persona tan tímida como torpe, que tiene que lidiar con el trío de traviesos animalitos. A ello se suma la presencia del inescrupuloso productor musical, que para competir con Alvin, Simon y Theodore descubre, como caído del cielo, un trío femenino de la misma especie, las hermanas Jeanette, Brittany y Eleanor, en condiciones de hacerles sombra en la carrera musical...El final usted se lo puede imaginar,... con apertura a una tercera producción... La realización tiene a su favor muy buen trabajo técnico en la integración de humanos con seres animados por digitación incorporados al mundo de los humanos (lo cual con la tecnología de que dispone Hollywood es pan comido para ellos), y temas musicales muy agradables. Su destino son los chicos de 4 a 8 años, en la versión doblada, y hasta los 11 años la subtitulada.
Una mirada a la muerte como parte importante de nuestras vidas Lamentablemente sólo de tanto en tanto suele estrenarse una producción japonesa entre nosotros, por lo que hemos perdido el asiduo contacto con una de las cinematografías más importantes. Consecuentemente las obras de los nuevos realizadores, guionistas e intérpretes nipones nos son desconocido, más allá de alguna que otra referencia que podremos encontrar en algunos medios periodísticos. Si nos interesamos por la producción artísticamente significativa en su historia sonora encontramos entre otros, con Akira Kurosawa y Yasujiro Ozu a la cabeza, a Masaki Kobayashi, Kenji Mizoguchi, Hiroshi Inagaki, Nagisa Oshima, Kon Ichikawa, Kaneto Shindo, Hiroshi Teshigahara, Shohei Imamura, Tekeshi Kitano, Hayao Mizagaki...Claro está que también llegaron a estas latitudes títulos, de distinto nivel, como aporte al mero entretenimiento. El estreno de “Final de partida” significa la presentación en la Argentina de Yojiro Takita, quien estrenó en su país natal la ópera prima en 1981. El anterior realizador de ese origen cuyas obras llegaron al circuito comercial de nuestro país fue Hayao Mizagaki, con dos trabajos de animación “El viaje de Chihiro” (2001) y “Pongo y el secreto de la sirenita” (2008), ambas destinadas al público infantil, que también disfrutamos los adultos. La historia refiere que cuando se disuelve la orquesta que integra Daigo Kobayash,i ejecutando el violoncelo, abandona su carrera en la música y se muda junto a su esposa Mika a su ciudad natal, Yamagata, en la prefectura noreste de la provincia homónima, ubicada en la región de Tohoku sobre la isla de Honshu en Japón. Allí se topa con un anuncio que parece ofrecer buenas condiciones de trabajo en lo que él asume se trata de una agencia de viajes, partidas. Pero asiste a una entrevista en una oficina llena de ataúdes nuevos que revisten la pared trasera al escritorio. El propietario de la empresa, Sasaki lo contrata sin más que un vistazo.. En ese punto Daigo pregunta exactamente qué hace esta empresa y le responden que el trabajo comprende el ceremonial de preparación que se hace de los cadáveres previo a la cremación. Daigo está poco dispuesto, pero Sasaki lo impulsa a tomar el trabajo y él acepta, dando a su esposa pocas explicaciones, apenas mencionando que el trabajo implica “ceremonias”. De este modo comienza a viajar alrededor de Hirano, en Yamagata, junto a Sasaki. Una hermosa víctima de suicidio que resulta ser un muchacho travestido; un adolescente muerto en un accidente de motocicleta; una abuela que admiraba los calcetines holgados blancos favorecidos por sus nietas con sus uniformes de escuela. Daigo se encuentra con la muerte en sus varias formas y, aunque al principio su actitud es incierta, comienza a entender este trabajo ceremonial y de algún modo a desarrollar un respeto por la vida también. Mika, que averigua exactamente qué tipo de ceremonia implica el trabajo, horrorizada, exige que él renuncie, cuando Daigo se rehúsa, Mika lo abandona y parte hacia la casa de su familia en Tokio. Queda solo nuevamente, ya que su madre murió varios años antes y su padre abandonó la familia cuando él era un chico, pero sigue creyendo en el valor del trabajo que hace. Mientras el invierno se transforma en primavera, Daigo comienza a sentirse más confiado y seguro en su nueva carrera. Pero ahora, una serie de acontecimientos significativos ocurren sucesivamente: Mika regresa, la madre de un amigo cercano de su niñez muere de repente, y además recibe el mensaje de que su padre, del cuál no ha tenido noticias en 30 años, también ha fallecido. Como especialista en el importante ceremonial de la muerte, como marido, como hijo, como ser humano: ¿Cómo Daigo va a lidiar con la vida y la muerte de las personas más queridas para él? Una partida final hacia un feliz adiós… El lavado ceremonial de los difuntos, la preparación y colocación de los cuerpos en el ataúd en presencia de los desconsolados, previo a su cremación, es una carrera poco solicitada. Pero en “Final de Partida” sirve como reconfortante afirmación de la vida. Un joven se encuentra cara a cara con las muchas maneras en las que la gente es visitada por la muerte, una nueva vida comienza para él. Hasta que nuestra propia partida llegue, todos debemos eventualmente ‘enviar’ a aquellos que amamos. Ya la sinopsis nos predispone a introducirnos en un aspecto cultural que nos es ajeno y a conflictos personales y sociales respecto a una ceremonia ancestral, que parte de las nuevas generaciones, muy influenciadas por Occidente, redescubren. El relato tiene un desarrollo muy pulido en lo narrativo y de accesible comprensión general respecto de las tradiciones y conductas de una comunidad tan distinta de la nuestra, al tiempo que abre un abanico de posibilidades para dialogar al respecto, es decir, sobre una sociedad en la cual alternan, y conviven, dos culturas tan dispares como la nipona y la occidental. Desde el punto de vista técnico la historia encuentra un apropiado marco preciosista pero sobrio, sobre la base de una escenografía que en su sencillez define el continente para las acciones, en tanto la fotografía aporta una sutil paleta de luces que acentúa la atmósfera. El realizador denota un trabajo meticuloso en la planificación del montaje en el rodaje de cada escena marcando la candencia apropiada desde el montaje de las escenas, las tomas y en correspondiente encuadre, hasta la compaginación en la moviola. Mantiene un sostenido dramatismo, no exento humor, sin precipitarse en el melodrama, lo que se hace evidente en la sólida dirección de un consistente grupo de intérpretes, acentuando la sobriedad y la contención en la animación de los personajes, destacándose la las composiciones cálidas y emotivas de Masahiro Motoki (Daigo) y Tsutomu Yamazaki (Sasaki). Información complementaria El realizador Yojiro Takita Nació el 04 de diciembre de 1955, en Japón. Debutó como realizador en 1981 con la película “Chikan onna kyoshi” y a partir de entonces realizó una veintena de películas para adultos. Su primera película para el público en general fue “Komikku zasshi nanka iranai!” (Revista cómica) (1986), muy bien acogida por el Festival de Nueva York, a la que siguieron “Kimurake no hitobito” (La familia Yen) (1988), “Mo, hitori ja nai” (No estamos solos) (1993), “O-juken” (El examen) (1999), “Himitsu” (El secreto) (1999), “Onmyoji” (El maestro del ying y del yang) (2001), que fue un éxito de taquilla y dio lugar a la secuela “Onmyoji II” (2003), el drama histórico “Mibu gishi den” (La última espada) (2003), galardonado con el Premio a la Mejor Película por la Academia de Cine de Japón, entre otros, “Ashura-jo no hitomi” (La sangre en los ojos) (2005), “Batteri” (Batería) (2007) y “Okuribito” (Final de partida”) (2008), Ganadora del Oscar, mejor película de habla no inglesa; ganadora de 10 galardones en la edición 32 de los premios de la Academia Japonesa; Ganadora del Grand Prix des Amerique en la edición 32 del festival de Montreal; Ganaroda del Golden Rooster Award como mejor película, director y actor de la Academia China; Ganadora del premio del público del Hawaii Film Festival y en el Plam Springs International Film Festival, entre otros muchos galardones. Entrevista sobre “Final de partida a Masahiro Motoki, su protagonista - Usted es el impulsor real de la película, ¿le inspiró algún acontecimiento en particular? - Cuando fui a India hace unos 15 años, me conmovió profundamente ver que allí la vida y la muerte coexisten en armonía, de forma natural. Las dos son consideradas valiosas para la vida de los seres humanos. Hay personas lavándose en el río mientras otras celebran un funeral y despiden el cuerpo que se aleja flotando en las aguas. Existe un auténtico equilibrio entre la vida y la muerte. Quedé fascinado cuando lo descubrí. A mi regreso a Tokio, tuve la sensación de que escondíamos la muerte, que no tenía cabida en la vida cotidiana. La gente está demasiado ocupada y no se da cuenta de que la muerte es una parte importante de nuestras vidas. Dicho de otro modo, significa que no apreciamos ni disfrutamos de la vida como deberíamos. Desde que viajé a India, no he dejado de creer que el significado de la vida está ligado al de la muerte. Asistí al nacimiento de mi hijo, lo que también me ayudó a entender la proximidad entre la vida y la muerte. Me sentí muy feliz al verle nacer. - ¿Conocía antes la profesión de “nokanshi” (amortajador)? - La primera vez que me interesé por esta profesión fue cuando leí un libro titulado “Diario de un amortajador budista”, de Shinmon Aoki. Me turbó profundamente y empecé a interesarme por los lazos que unen la vida a la muerte. Me fascinó la profesión de amortajador. Reconozco que la idea de una película me vino a la cabeza en cuanto leí el libro. - ¿Tuvo que estar presente en ceremonias de amortajamiento, le enseñó alguien la profesión? - Cuando se decidió que haría el papel principal en “Despedidas” (“Okuribito”), lógicamente tuve que recurrir a un amortajador profesional para que me enseñara los detalles del ritual. He intentado capturar y transmitir la elegancia y belleza de la ceremonia, para lo que también estuve presente en un amortajamiento. Al observar el ritual, me di cuenta de lo artístico es, como la ceremonia del té. Es tranquilizador, pero requiere una enorme habilidad por parte del oficiante. También me sorprendió el profundo silencio en el que se lleva a cabo. Y vuelvo a decirlo, me recordó a la ceremonia del té. - ¿Cómo escoge a los personajes que interpreta y cómo construye un personaje? - La creación de un personaje siempre significa una batalla para mí. No exagero al decir que lo paso mal durante el rodaje, no es fácil. Pero al sufrir y tener que luchar en mi trabajo, cuando recupero la paz y la alegría, lo aprecio mucho más. Bueno, tampoco soy tan serio como parece. Tengo una faceta traviesa que me gustaría sacar a la luz en alguna película si se presenta la ocasión. - ¿Cree que esta interpretación ha sido la mejor de su carrera? - Siempre que me hacen esta pregunta, no sé qué contestar. Charlie Chaplin solía decir, cuando le preguntaban qué película suya consideraba la mejor, “la siguiente”. Me gustaría pensar lo mismo. Espero que mi mejor interpretación esté por venir. Mientras rodaba la película, nunca pensé que llegaría a tener tanto éxito ni que llegaría tan lejos, tanto como ganar un Oscar. Me parece que quien debe decidir si una película es buena es el espectador. (Publicado por Golem Distribución, España, 23 de febrero de2009).
“Ninja Asesino” narra la historia de Raizo (Rain), uno de los mejores asesinos del mundo. Fue un niño de la calle que se ha transformado en una máquina entrenada por el Clan Ozunu, una sociedad secreta que se cree que es un mito. El asesinato de uno de los amigos de Raizo por el mismo Clan hace que él huya y desaparezca. Ahora el espera el momento indicado para la venganza. En Berlín, la agente de Europol Mika Coretti (Naomie Harris) ha descubierto una pista que demuestra que los asesinatos políticos tienen vinculación con asesinos del Lejano Oriente. Desafiando las órdenes de su superior, Ryan Maslow (Ben Miles), Mika investiga más a fondo para saber la verdad detrás de los asesinatos. Este descubrimiento la convierte en un blanco del Clan Ozunu que envía a los y asesinos tras ella liderados por el letal Takeshi (Rick Yune), para silenciarla para siempre. Raizo salva a Mika de sus atacantes, pero ahora él sabe que el Clan no descansará hasta que ambos sean eliminados. Ante esta sinopsis el final de la historia puede imaginársela sin esfuerzo quien disfruta de esta línea de producción cinematográfica. Un guión rutinario sin mayor preocupación por el entramado ni la elaboración de los personajes, donde los diálogos carecen de gravitación en la progresión narrativa, y ni que hablar cuando se nos pueda ocurrir analizar a los personajes. Ese es el endeble, y olvidable, basamento para una realización que no aporta nada particular para ser recordada. Eso sí, desborda en acción por la acción merced a una desatada violencia salvaje y primitiva, lo que deriva en una catarata de sangre. Se destaca un gran despliegue de luchas sometidas a una rigurosa coreografía nada original, pero efectiva, animada por excelentes acróbatas. Técnicamente los mayores aportes profesionales devienen del equipo de trabajo de cameraman y compaginadores. Es el segundo largometraje del cineasta australiano James McTeigue, quien debutó con el relato futurista “V de Vendetta” (2005), sin olvidar que en el 2007 codirigió con Oliver Hirschbiegel “Invasión”. Tiene antecedentes como asistente de producción en varios emprendimientos desde 1987, para luego, 1991, encontramos su presencia como asistente de director en una decena de título, y una participación como director de segunda unidad.
Saludemos el auspicioso retorno de la animación clásica a través de una obra plena de belleza y sensibilidad Seguir la trayectoria transitada por la historia de la cinematografía, desde la pintura rupestre hasta nuestros días, nos induce al descubrimiento de diversos períodos, con sus consiguientes etapas. A lo largo del camino recorrido el séptimo arte se ha proyectado, como todo arte, sobre la base de dos factores determinantes: el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad, y la potencialidad creativa del ser humano. En distintas épocas, con diversos grados, entraron en conflicto debido a la valoración que de ellos han hecho la industria y/o los cineastas, a punto tal que en algunas ocasiones llegó a plantearse como un dilema engañoso. A fines de los años ’40 del siglo pasado el desarrollo de la televisión en el orden internacional, pero con mayor efecto en los Estados Unidos, generó una profunda crisis en el mundo del espectáculo, particularmente en el cinematográfico. Mientras el audiovisual hogareño iniciaba el camino hacia el color, el séptimo arte, capitaneado por la industria hollywoodense, comenzaba a recorrer diversos atajos para enfrentar asu enemigo latente. Entre los senderos abiertos caminó por la ampliación de la pantalla a partir de 1952, año que en Nueva York se presenta como demostración el sistema Cinerama, con “Esto es Cinerama”, supervisada por M. Todd, F. Rickey y W. Thompson, que con su gigantesca pantalla curva se conoció más tarde en los principales ciudades del mundo, incluso en Buenos Aires ocupando la sala del hoy desaparecido Teatro Casino adaptada al efecto. El sistema no logró imponerse, más allá de cinco o seis largometrajes, por su alto costo de producción no redituable en boletería, pero abrió nuevas perspectivas. En 1953 se conoce la primera producción en Cinemascope (sistema creado por Henri Chrétien), con el estreno de “The Robe” (en la Argentina “El manto Sagrado”), de la 20th Century Fox, realizada por Henry Koster, con Richard Burton, Jean Simmons, Víctor Mature, Michael Rennie, que Buenos Aires admiró en el cine Broodway. Este formato se impuso masivamente en el negocio fílmico y fue anticipo de una serie de otros similares que le sucedieron con suerte dispar (Vistavisión, Supercope, Totalvisión, Todd AO, Dylescope, etc.). También se sumaron a esa innovación, en apoyo de las pantallas ampliadas, nuevas búsquedas en el tratamiento del sonido, de la iluminación, en los efectos especiales, la incorporación de la computación y la generación de las imágenes cuasi holográficas. El desarrollo tecnológico, y científico, logró con el tiempo equilibrar la competencia industrial-comercial de televisores versus cines, los que actualmente conviven en paz y armonía, sin dejar de lado la rivalidad y aunadas para enfrentar a nuevas amenazas como el truchaje del DVD. En cuanto a la potencialidad creativa del ser humano como factor determinante de la obra cinematográfica a derivado en tres orientaciones. Por una parte, las cinematografías altamente industrializadas, con la hollywoodense a la cabeza, por otra, las que disponen de mediana infraestructura en la materia, como por ejemplo Australia, finalmente las carentes de apropiada sustentación económica para que le permita competir en lo tecnológico, como los países latinoamericanos o Irán, e incluso la misma producción independiente norteamericana. Contrariamente a lo que se podría suponer el mayor desarrollo tecnológico no garantiza, ni avala, la calidad artística integral de una obra audiovisual, aunque en lo económico pueda resultar –en muchos casos- un éxito, y a veces incluso alcanzar la categoría de “tanque”. Claro está que la efectividad de las nuevas tecnologías aplicadas depende del criterio con que sea encarado un proyecto. Lo que aporta la ciencia y la técnica son más herramientas para el trabajo cotidiano, su efectividad dependerá de la forma en que se las emplea. Si se le asigna el rol protagónico en la producción sometiendo a su dominio tema, historia, concepto y estética el resultado podrá ser espectacular, deslumbrará, pero no irá más allá de ofrecer un bello envoltorio –entretenido y escapista- que guarda intrascendentes pompas de jabón, por el contrario cuando se la utiliza con inteligencia y mesura contribuye en forma efectiva al enriquecimiento de las posibilidades expresivas del audiovisual. (1). Alguna vez uno de los Lumiére afirmó que “la técnica puede crear o destruir el arte del cine”. El tiempo le dio la razón. Al considerar específicamente al cine de animación nos encontramos con producciones brillantes, no cabe dudas, en cuanto a su tratamiento como producto tecnológico, pero la narración y los personajes no conmueven emotivamente, resultan estéticamente bellos, rayanos con la perfección, pero humanamente vacíos. La animación generada por computadora tuvo las primeras experiencias en 1982, pero es a partir de de los `90 que logra su desarrollo. Los instrumentos son programados adecuadamente y manipulados con eficiencia por profesionales idóneos, pero los trazos, los colores, los fondos, el perfil, de los personajes no alcanzan a irradiar la subjetividad de la vida que infunde a la realización, como un colega ha precisado, la animación tracción a sangre. El dibujante o titiritero es un artesano que le aporta a la criatura y su entorno un toque personal, su sensibilidad humana y creatividad artística, trasuntado en la delineación del dibujo, o los movimientos, matices imperceptibles, pero que alcanza al espectador, en la articulación de la cosa que anima, trátese de dibujos, muñecos, objetos de material maleable o rígido, etc., hasta la mismísima arena, por ejemplo. Desde 1908 hasta fines del siglo pasado la cinematografía de animación respondía a las técnicas clásicas de sus orígenes, aunque ya al promediar la última década comenzaba a sentar sus reales la animación por computadora. En octubre de 2004 Disney, la tradicional empresa de cine de animación más importante de occidente, resolvió bajar la cortina tras 76 años de animación generada a mano para dedicarse exclusivamente a la digital. En abril de 2006 John Lasseter, padrino de la animación digital y fundador de los Estudios Pixar, asumió como Director Creativo de la empresa Disney. Hubo quienes culparon a Lasseter de la supresión de la animación tradicional. “No fue culpa nuestra. Amamos la animación: Pixar era el único estudio de animación, y ahora Disney también., que es dirigido por gente que lo único que siempre quiso fue hacer animación. Nunca entendí la decisión de cerrar la división de dibujo a mano. Según ellos, el público ya no quería ese tipo de películas. Lo cierto es que la animación a mano se convirtió en chivo expiatorio de las historias malas. Eso es todo. Lo que la gente no quiere ver son películas malas, no tiene nada que ver con que sean dibujadas a mano o en una computadora” Más adelante comenta a propósito de “La princesa y el sapo”, que “nunca en la historia del cine una película fue entretenida por la tecnología con la que se hizo. Lo que importa es que los realizadores hacen con esas técnicas. Es como imaginar que hay dos estudios de películas con actores, uno hace éxito tras éxito y el otro decepción tras decepción y entonces el que fracasa mira hacia el otro lado y dice: “Ahora entiendo por qué no nos va bien, estamos usando las cámaras equivocadas. Vamos a usar la cámara de ellos y haremos éxitos.” Es exactamente el tipo de pensamientos que tuvieron los estudios en ese momento. Ridículo. No se trata de computadoras versus animación a mano. Y creo que esta película lo demuestra. Mi intención era mostrar cuán maravillosa es esta forma de arte.” (2). “La princesa y el sapo” es un delicioso cuento de hadas, con una vuelta de tuerca respecto a un tema abordado por la literatura infantil, a partir de los hermanos Jacob Ludwig Carl (1785-1863) y Wilhelm Carl (1786-1859) Grimm. Tiana es una joven de color, atractiva, independiente y trabajadora. No tiene tiempo para el amor ni para pensar en sus sueños. Le encanta cocinar, y tiene planeado tener un exitoso restaurante, cumpliendo así con el amor a la comida, que es el legado de su padre. Pero a pesar de su duro trabajo y su constancia, en el camino hacia sus objetivos constantemente se interponen obstáculos Durante la era del jazz, en el distrito francés de Nueva Orleans, vive Tiana, una bella muchacha que anhela encontrar al hombre de sus sueños. Cuando, de pronto, se le aparece un curioso sapo que le pide que lo bese, Tiana se niega al principio, aunque después de todo acepta. Sin embargo, el poder del hechizo sobre el sapo no se rompe con el beso de la chica, sino que también cae sobre ella. Ahora, tanto Tiana como el sapo deben encontrar a alguien que pueda devolverlos a la normalidad en una aventura que los llevará a ambos a través de los místicos pantanos de Luisiana. Con su trayectoria profesional Lasseter (3) ha dado sobradas muestras de sostener proyectos inteligentes, originales y de incuestionable calidad artística, pero al abordar “La princesa y el sapo” con la técnica de los dibujos realizado a mano suma la humanización que aún no se ha podido integrar mediante la computación. El espectador tiene las sensaciones y la emotividad que palpita en cada personaje mediante el diseño de miradas y gestos que se animan exhalando un alma que no logra traducir la computación. Para corroborar la existencia de tan sutil intercomunicación de sensaciones los cinéfilos veteranos podrían retroceder en el tiempo, por ejemplo, a “Bambi” (Walt Disney, 1942), rememorando las escenas en que el protagonista enfrenta al gran incendio y la muerte de su madre a manos de cazadores furtivos. Sería como asistir a una exposición plástica donde compita una obra figurativa generada a partir de un programa ejecutado por computación –que se puede reproducir idéntica e indefinidamente- y otra realizada por un artista plástico con el empleo de óleo, acuarela, tinta o colage, única e irrepetible. La calidad de realización de “La princesa y el sapo” es de primer nivel en todos los sentidos, desde el tratamiento de la historia y el proceso de producción hasta la compaginación, donde se logra el tiempo narrativo apropiado, a punto tal que los 97 minutos de duración al espectador lo dejan con ganas de que la historia continúe.. Inclusive la selección de las voces (lamentando no conocer el nombre de los intérpretes), y el trabajo del doblaje al español es de los mejores que hemos recibido. Párrafo aparte merece la partitura musical (que se encontra entre las posibles nominadas para el Oscar en su categoría), simpática, con swing, pegadiza y totalmente integrada a las acciones y las imágenes. En suma, una obra ampliamente recomendable para los chico y preadolescentes, pero que también disfrutarán los adultos que los acompañen, que está en condiciones de competir por el Oscar en su categoría. Información complementaria “El príncipe rana” “El Príncipe rana” es uno de los cuentos de hadas más conocidos, no tanto por la historia en sí sino por la imagen de la rana con corona y de la transformación rana-príncipe, que quizás sea más famosa que la de "Un hombre-lobo americano en Londres". La versión más popular sobre el coronado anfibio es la que escribieron los hermanos Grimm.. El cuento en sí es bastante breve, pero deja un montón de cabos sueltos, un montón de sub-historias que no se llegan a desarrollar. Y los personajes son tan interesantes que merecen un análisis individualizado. Príncipe Rana. Aunque en el cuento de los Grimm no aparece con corona, muchas veces se le representa con ella, por si a la princesa no le parecía evidente la sangre azul que corría por las venas de la rana. Pero, ¿por qué motivo el príncipe había sido transformado en rana? ¿Habría sido una transformación pasional? ¿Una venganza? ¿Y quién habría sido el desalmado o desalmada en hacer los pases mágicos para convertir a un real heredero en un real sapo? ¿Sabría la rana que el hechizo que le hacía ser verde y de ojos saltones se desharía estando cerca de la cama de la princesa, o simplemente quería un rollete con ella? Princesa. La cría más egoísta, inmadura y malcriada con quien se podría haber topado el príncipe rana. Que la chica tiene dinero es evidente, ¿quién podría tener una pelota de oro macizo para jugar? También es un poquito maleducada, pues está constantemente despreciando a la rana. Parece mentira que se le recompense su incumplimiento de promesas con la transformación de la rana en un príncipe atractivo. Aunque en las versiones del cuento más modernas el encantamiento se rompe gracias al beso de la princesa, en el cuento de los Grimm es la violencia de ésta, y en otras versiones de la historia es simplemente el dormir junto a la joven lo que hace que el príncipe recupere su forma humana. Rey. Este buen hombre intenta hacer que la princesa se comporte como una señorita cumpliendo la promesa que le dio a la rana, pero parece ser que no se da cuenta de que con esta actitud, lo que está haciendo es empujar a su hija a meterse en la cama con un desconocido. Para que luego digan que para los padres ningún hombre es merecedor de sus hijas. Heinrich. Llegamos al momento cumbre. El único personaje de la historia que tiene nombre, y que incluso llega a dar nombre al cuento (el cuento de los hermanos Grimm se titula "El príncipe rana o Heinrich el fiel" unas veces, y "El rey rana o Heinrich el férreo" otras). Pero cómo es posible que dé nombre al cuento si casi ni aparece en la historia, ni su papel es importante (es más, hasta podría prescindirse de él). Sólo puede significar una cosa: que el criado realmente tenía un aquel con el príncipe. Alguna relación tiene que tener con él, no parece posible que un criado pueda necesitar atar su corazón con hierros porque su amo se vuelva sapo. Estos dos tenían un lío, seguro. Ahora que lo de los médicos de la época no tiene nombre. ¡¿A qué tipo de doctor se le ocurre prescribir una intervención quirúrgica para poner hierros alrededor del corazón?! ¡Vaya una idea de bombero-torero!. Y como eran las cosas en aquellos tiempos, menuda infección que se podía haber pillado el pobre hombre. Y ya no digo nada de cuando se le soltaron los hierros * * * * * * * * * * Del cuento de hadas a la pantalla de cine: el estilo de Disney Sobre la producción “La princesa y el sapo” señala el regreso de los Estudios Walt Disney Animation a la animación a mano, un regreso al cuento de hadas clásico y al musical. John Lasseter, productor ejecutivo y gerente creativo de los Estudios Walt Disney Animation afirma: “Si hay una lección que podemos tomar de Walt para proyectar los Estudios Walt Disney Animation hacia el futuro, es la de potenciar la riqueza de su pasado: su entrañable narrativa, sus exitosos personajes, su opulencia musical; todo ello como parte esencial de nuestro último proyecto de animación a mano”. Los directores vieron que la animación a mano era un medio que seguía siendo vibrante y atractivo y se aventuraron a la recreación del arte de Disney Animation con respeto, determinación y una renovada sensibilidad. Una vez, hace no muchos años, la animación tradicional a mano de Disney cedió su lugar a la nueva tecnología, y así se dejó atrás el arte que más se identifica con el propio Walt Disney. En 2006, cuando John Lasseter y Ed Catmull tomaron las riendas de los Walt Disney Animation Studios, comprendieron que la tradicional artesanía de la animación de Disney no había perdido su valor ni como arte ni como entretenimiento. Y si bien la fama de Lasseter provenía de haber sido un pionero en el campo de la animación computarizada, su amor no era exclusivo de esta técnica. Lasseter creció viendo animación tradicional y allí comenzó su carrera, en la tradición inventada por Disney, alimentada y desarrollada a lo largo de décadas hasta ser un arte en sí mismo. Así fue que se concibieron nuevas realizaciones animadas, con la técnica de animación más adecuada para cada caso. “Nos invitaron a proponer ideas para nuevas películas de Disney animadas a mano”, recuerda el director John Musker. “Todos nos sentimos particularmente inspirados por el cuento “El príncipe sapo” de los hermanos Grimm.” “Estamos regresando a la narrativa sincera y clásica del cuento de hadas de Disney. Es una vuelta al musical, y también a la calidez y grandeza de la animación y de los fondos realizados a mano. Todo eso, junto, nos hace sentir como de regreso a casa.” El productor Peter Del Vecho se complace en formar parte de este revivir de una grandiosa forma de arte. Dice: “Hay algo verdaderamente reconfortante al ver cómo el animador toma el lápiz, el papel y luego, cuando miramos la película, nos olvidamos de eso, ya que los personajes parecen salirse de la pantalla. Es como si los lleváramos a casa con nosotros en nuestra mente, ya que cada uno posee vida propia”. La música era otro elemento del legado de Disney que el equipo creativo deseaba retomar, pero en una nueva dirección. Clements y Musker propusieron que el film fuera un musical, pero no al estilo tradicional de Broadway, del que Disney fue pionero en 1937 y que luego reinventó en los años ‘80. La idea, esta vez, fue que la música fuese un tapiz de zydeco, blues, gospel, jazz y todos los sonidos distintivamente “estadounidenses”. El regreso a la tradición permite al público compartir una vez más la oportunidad de ver si el amor verdadero puede triunfar, de alentar un final donde todos viven felices para siempre y de dejar a todos tarareando esa canción que no puede sino permanecer en la cabeza durante un buen tiempo.
Conmovedora pintura de un pueblo sin país por la paleta de un talentoso realizador Contrastando con la monumentalidad técnica de “Avatar”, se contrapuso en la misma semana la muy modesta “Media luna”. La primera, elaborada sobre la base de un equipo técnico cuyo número supera las 1.500 personas (entre ellas 980 vinculadas a los efectos especiales visuales, 14 directores de arte, 40 integrando el departamento de sonido), como apoyo al trabajo de una treintena de personajes (de los cuales el espectador retiene a cuatro o cinco) y una buena cantidad ignota de dobles y acróbatas, todo al servicio de una historia remanida y previsible; la segunda, con no más de una treintena de técnicos como soporte a una veintena de intérpretes (identificables por los personajes que encarnan), para una narración que sin ser totalmente original presenta aristas distintas en el tratamiento de la realidad cotidiana en una región de nuestro planeta. La primera, estructurada sobre el clásico esqueleto que caracteriza a los mega espectáculos fílmicos generados por la poderosa industria estadounidense; la segunda, una pequeña producción de una cinematografía cuasi incipiente. Ambas tienen sus méritos artístico, “Avatar” por la deslumbrante tecnología (ver crítica en esta página); “Media luna” por sus valores cinematográficos y contenido conceptual. La primera recaudará millones entre nosotros; la segunda una decena de miles, en el mejor de los casos. La primera, quedará como un tanque que pasa; la segunda un ford a bigote que seguramente ira a integrar la cinemateca privada de algún cinéfilo o cineclub. “Media luna” narra la historia de Mamo, un anciano y famoso músico kurdo, que lleva esperando 35 años por un permiso que le permita al fin volver a dar un concierto en el Kurdistán iraquí. Cuando llega el ansiado momento le pide a Kako, su mejor amigo, que conduce un ómnibus escolar devencijado, que lo lleve a él y a sus diez hijos músicos que viven en distintos pueblos iraníes. Comienza un largo y accidentado viaje, no exento de peripecias y magia, desoyendo una premonición terrible que ha de cumplirse antes de la siguiente luna llena. Mamo está convencido que para su concierto es necesaria una voz celestial de mujer, la de Hesho, quien se exilió en un pueblo de montaña iraní con otras 1333 mujeres a las que ya no se les permite cantar. Cabe recordar que en Irán las mujeres tienen prohibido cantar delante de los hombres, prohibición que no amedrenta a Mamo. La disparatada troupe parte en busca de Hesho, pero Hesho lleva ya demasiado tiempo sin cantar y ha perdido confianza en el poder de su voz. Además, deberá viajar a Irak escondida en un doble fondo de micro, debido a los rigorosos controles policiales existentes a lo largo del camino. La búsqueda no se detiene para encontrar finalmente a la bella Niwemang, dueña de una bella voz y presencia angelical que completará el grupo. Guionista-realizador refleja en esta obra a un pueblo sin país, fracturado históricamente por conflictos políticos entre tres países y pequeñas regiones de otros dos, reflejando su difícil existencia sustentada en su espíritu, su cultura, sus creencias y su filosofía de vida. Lo hace mediante un viaje, entre pintoresco y mágico, en el cual resume la lucha de esa comunidad por sobrevivir en un marco muy adverso, que, más allá de la situación que enfrenta, preserva en sueños y aspiraciones conservando su idiosincrasia, incluido su humor, sin ocultar el drama que hay detrás de el. Entre documento e imaginería narra una historia creíble, bien articulada, expuesta en el contexto estético del neorrealismo, animada por personajes francos y simpáticos encarnados por no profesionales, pues según afirma Bahman Ghobadi “en Kurdistán no tenemos actores porque allí el cine es un arte nuevo, pero aunque tenga actores no profesionales trabajo con ellos como si lo fueran y los dirijo de tal forma que puedan entrar en el personaje.” Aunque se trata de un arte nuevo, la calidad técnica denota un nivel muy atendible. En suma, se trata de una producción pequeña que merece ser vista, como ya nos sucediera cundo se estrenaron entre nosotros los dos largometraje anteriores de éste director kurdo iraní: “El tiempo de los caballos borrachos” (1999) y “Las tortugas también vuelan” (2004).