Los grupos de resistencia son un tema que abordaron con maestría directores como Howard Hawks (Río Bravo, The Thing) o John Carpenter (Assault on Precinct 13, The Thing, Ghosts of Mars).Ellos usaron la amenaza externa a un grupo minúsculo como metáfora de subsistencia, unión de grupos y camaradería entre las personas. Algo de esto intentó realizar el director Scott Stewart en su opera prima, Legión de Angeles aunque el resultado de dicho intento fue ampliamente desagradable y fallido. Dios se cansa de los humanos y envía una horda de Ángeles a exterminarlos, pero San Miguel se revela y se convierte en el ultimo bastión de defensa de la raza humana, ayudando y protegiendo a una madre por tener un bebe como excusa que su hijo los guiara a la salvación de la raza. Junto a ellos permanece un grupo de personas en una vieja estación de servicio en el medio del desierto que intentaran mantenerse vivos ante el ataque de los Ángeles usurpadores de cuerpos humanos. Entre ellos abundan largas y tediosas charlas sobre dios y la relación entre el hombre y la fe, se abren conflictos que tratan la relación entre padres e hijos y se forma una mini guerrilla cruda y a los tiros que intenta detener el avance de la amenaza a toda costa. El primer ataque se produce ante la aparición de una simpática viejita que vemos entrar al bar de la estación con un amplio plano cenital. Si tomamos que el plano cenital se lo ha denominado como “la subjetiva de dios” podemos entender que la señora ha sido enviada por dios, y actúa según el designio de dios atacando a todos los presentes; así de obvia se convierte la película, donde somos avisados antes de cada acción de lo que va a suceder y el concepto del suspense desaparece por completo de la diegesis. Burda, previsible, aburrida, llena de mensajes avanza la historia hasta desencadenar en una especie de Western de Ángeles en el medio de un desierto polvoriento donde Dios que aparecía como malo y vengativo se redime y resucita vía San Miguel como bueno comprensivo dándole una segunda oportunidad a la humanidad y para colmo finalizar con una “enseñanza” moral dando clases sobre lo que uno quiere contra lo que uno necesita.
En Hombres de Mentes (increíble el nombre elegido para el estreno local) ocurre algo temerario: a los tres planos nos damos cuenta que es una película claramente influenciada por el cine de los hermanos Coen. Y del peor cine de los Coen, el que se piensa acido y cínico pero es estupido, redundante y de trazo grueso (Burn After Reading, Intolerable Cruelty) o el que se cree que dice “verdades” sobre el mundo cuando no es mas que una acumulación de sermones obvios gritados a los cuatro vientos desde arriba de un pulpito (Un Hombre Serio). En su opera prima Grant Heslov se pone el traje megalómano de los hermanos y utiliza la peor versión de George Clooney; el canchero, cool, especie de héroe del partido Demócrata, “yo ayudo a los niños pobres de Haití” que elige hacer papeles sobre lo mal que le va a America por culpa de los republicanos. En este caso Lyn Cassady (George Clooney) es una especie de súper soldado que usa su mente como arma y se encuentra en Kuwait, rumbo a la Irak ocupada post 2001 con Bob Wilton (Ewan McGregor) un periodista que decide cubrir la guerra en el golfo pérsico como consecuencia de que su mujer lo dejo por un compañero de trabajo para demostrarle su hombría y valor. Ambos embarcan en la cruza del desierto iraqui donde se encuentran con el grupo original de soldados que habían entrenado con Clooney años atrás y que pretenden resucitar un proyecto de soldados Jedi, una mezcla de dementes como el Larry Hooper interpretado por Kevin Spacey o Bill Django (Jeff Bridges en Lebowski mode) un soldado Hippie delirante arruinado por el paso de los años (y de las guerras). Heslov hace navegar a los personajes por gags mediocres y un slapstick tonto y sin gracia mezclado con una infinidad de citas cinematográficas que van desde El señor de los Anillos, pasando principalmente por Star Wars y tocando la locura del Kubrick de Full Metal Jacket. Hombres de Mentes es una de las tantas películas de Hollywood que reflexiona sobre la guerra y la ocupación en Irak. Esperen unos días (que no se postergue mas) y vean Redacted de Brian de Palma que en un plano dice mas que toda esta película, que no la salva ni el gran Jeff Bridges haciendo un ratito de Dude.
Shawn Levy logro algo imposible: tener a Steve Carell y a Tina Fey en el reparto de su película Una Noche Fuera de Serie y no lograr ni siquiera un solo momento hilarante a lo largo de todo el film. Uno piensa a priori siempre a un Carell con su estirpe de cómico looser , haciendo alguna morisqueta graciosa o mostrando ese splastick que habitualmente nos entrega con su cuerpo grande y torpe e imaginábamos a una Tina Fey con su humor acido e inteligente como nos brinda en SNL o en la serie “30 Rock”. Nada de ésto ocurrió. Leavy no supo/pudo hacer comedia, como sí había concretado de buena manera en películas como Una Noche en el Museo. A cambio nos mostró la historia de un matrimonio de New Jersey de clase media que ve llegar una crisis porque sus parejas amigas comienzan a separarse y ellos notan que los motivos de esas separaciones son por situaciones similares a los temas que los aquejan en su matrimonio (hijos ruidosos , rutina laboral , decrecimiento de la pulsión sexual) , el plano inicial de la película con ellos despertándose ante un “ataque” matinal de sus hijos al ritmo de “Blitzkrieg Pop” de The Ramones nos hizo soñar con una película fresca y alegre. Nada de eso ocurrió. Phil y Claire Foster (Carrell y Fey) deciden tener una cita romántica en New York , en la mejor marisquería de la ciudad , para hacer algo distintivo, diferente, que los saque de su rutina diaria, cita a la cual acuden sin haber tomado una reserva previa. Obviamente no tenian lugar y son tratados como unos felpudos por el recepcionista tal como lo hemos visto en infinidad de películas. Ellos van a esperar a la barra que ocurra un milagro y ante la ausencia de una pareja solicitada para una mesa, ellos deciden hacerse pasar por los ausentes tomando su lugar y pasar la noche “diferente” a las habituales. A partir de ahí Leavy toma la conocida formula de Intriga Internacional donde por una confusión de identidad los Foster son perseguidos por la mafia pensando que eran la pareja que originalmente tenia reservada la mesa en el bar , los Tripplehorns. Lamentablemente detrás de la cámara no esta Hitchcock, entonces debemos conformarnos con una serie de persecuciones y escenas de acción de poca monta, con el cast incorrecto para ellas, apariciones y desapariciones de actores secundarios famosos (Wahlberg, Ruffalo, Franco) antojadizas e inexplicables y el final con la peor moraleja posible, esa que arenga que la rutina es normal en un matrimonio de mediana edad y que “all you need is love”.
En el inicio de la película, Milla Jovovich se presenta como ella misma avisando que lo que el espectador esta por ver resultara perturbante e inquietante. Esta advertencia era algo común en películas de terror o de suspenso clase B de hace mas medio siglo donde con dos pesos de presupuesto aparecía un Boris Karloff y nos daba el susto del siglo. En la época actual no tenemos esa suerte. Hoy el terror “fuera de campo” es lo que predomina en estas “inquietantes” producciones de bajo presupuesto (10Millones de dólares en este caso, de los que suponemos que gran parte de ellos fueron el sueldo de Jovovich) influenciadas por el aburrido cine de terror oriental. Para peor, Olatunde Osunsanmi pretendió hacer convivir un falso documental sobre una serie de sucesos inexplicables en Alaska sobre desapariciones de personas y posibles abducciones extraterrestres con entrevistas varias, sesiones de hipnosis, cámaras policiales y otro tipo de declaraciones, con la ficción del mismo fake. Y quiso “revolucionar el genero” narrando en paralelo, con pantalla dividida entre las dos formas narrativas a lo largo de toda la película. Cambiando el punto de vista saltando de la Abbey Tyler ficción a la Abby Tyler documental hasta hacerlo confuso, deliberado e imposible. Este esperpento mezcla de The Blair Witch Project con el peor y repetitivo cine de terror oriental pone en juego la megalomanía de su director que además de ser el entrevistador en el falso documental ( manejando la narración también desde adentro) puso en escena dos películas cuando ni siquiera tenia una. No tenia personajes, no tenía final, no tenia nada. Solo un montaje antojadizo y el “miedo al fuera de campo”. Cuanto daño hizo el cine de terror oriental al genero, hoy parece ser que Hollywood no encuentra alternativas a esta estructura narrativa (recordemos la recientemente bochornosa Actividad Paranormal) y salvo algún oasis en el desierto, este tipo de películas parecen heridas de muerte.
¿Recuerdan la ultima vez que una película no despertaba ningún tipo de simpatía en ninguno de los personajes, ya que eran odiosos, estupidos, casi sub normales? Yo lo recuerdo, fue en Quémese Después de Leer. Y estos (pobres) personajes, odiosos, estupidos y casi sub normales tuvieron que aguantar el lápiz óptico señalador de los Hermanos Coen en la cara durante toda la película, para mostrarlos como una clase magistral en un pizarrón sobre la estupidez humana y “que mal esta el mundo”. La película era mas chata todavía que ese pizarrón, sin ningún tipo de relieve, con la visión del mundo mas indignante que se pueda ver en el Hollywood contemporáneo y gritada a los cuatro vientos desde arriba de un banquito acusador por este par de hermanos-profesores ciruela. Como buenos autores que son, la visión del mundo que tienen es coherente y la historia se repite una vez más. En Un Hombre Serio no hay un solo personaje querible, ninguno de esos personajes que Hollywood supo construir a lo largo de los años, valientes, carismáticos, héroes, villanos, malditos, sanguíneos etc., que coparon la pantalla para hacernos vibrar, para hacernos sentir que ahí en el cine hay algo que es mas grande que la vida. Si hay otra vez personajes odiosos , estupidos y casi sub normales y por supuesto los Cohen , subidos al techo de la casa de esa familia de clase media judía , mirando a todos desde arriba , divirtiéndose con los estupidos , burlándose de ellos una y otra vez. Los hijos de Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) son los hijos de puta más indolentes que yo recuerde en una película americana. Nada los perturba, ni los problemas de pareja de sus padres, ni la desintegración de su familia, ni la muerte, nada. Los Coen se reflejan en estos insolentes personajes, egoístas y canallas, casi expiando los dolores del pasado. Ahora se divierten creando personajes hechos (y de) mierda sin ninguna posibilidad de redención. Se divierten con Larry Gopnik más que Gibson con Cristo. Encima de castigarlo, lo humillan en la búsqueda de convertirse en un “hombre serio” una especie de categoría moral que inventaron estos hermanos de pacotilla para burlarse infinitamente de su personaje principal. En Sin Lugar para los Débiles los Coen estaban identificados con la línea narrativa que tenia el personaje de Tommy Lee Jones y por primera vez quizás , desde una posición terrenal , daban su visión desoladora del mundo sin subirse al estrado a gritar. Lastima que esta línea era redundante, porque ya estabamos viendo en la parte valiosa de la película (el western entre Bardem y Brolin) lo mal que estaba el mundo. Entonces podemos concluir que los Coen, si bajan a la tierra son redundantes y si se paran en el techo de una casa a gritar, como en Un Hombre Serio son viles, crueles y canallas.
Luego de su nuevo paso por el mundo Bond con Casino Royale en 2006 (recordemos que había dirigido anteriormente GoldenEye en 1995) Martín Campbell realiza esta remake de su propia miniserie inglesa de los 80’s (llamada también Edge of Darkness) un potente y físico Thriller que marca la vuelta a la actuación de Mel Gibson luego de siete años de ausencia como actor de cine. La historia de un policía de Boston que ve como matan a su hija en sus propias manos y decide investigar quien es el responsable de su muerte parece un papel ideal para un Gibson que se muestra viejo , solitario , marcado con una historia fuera de campo triste; parece no haber nadie en su pasado , parece no tener ataduras , la muerte de su hija lo libera por completo y lo conduce a una entrega total hacia la búsqueda , a un compromiso sagrado de encontrar a los culpables no interesando lo que pueda ocurrir con el. En esa búsqueda encontramos a dos Campbells ; el que desborda ficisidad en cada plano , duro y seco ( ya había algo de eso en Casino Royale) con algunas (pocas) escenas de acción electrizantes , momentos que convierten la película en un film de genero y el otro Campbell , el de los diálogos “importantes” que unen al poder político representado por el senador Jim Pine (Damian Young) y al poder económico por el empresario Jack Bennett ( Danny Houston) , este ultimo dueño de la empresa donde trabajaba la hija del Thomas Craven interpretado por Gibson. La película permanentemente navega por temas “graves” como el sentido de la ley o la implementación de la justicia. Los compañeros policías de Boston le dicen a Gibson/Craven que su caso tendrá un tratamiento diferencial por “haber un policía involucrado”, a lo que Gibson/Craven responde con desprecio. Campbell parece criticar la justicia por mano propia y la rigidez de leyes absurdas en Boston, pero en realidad no es conciente en que territorio esta entrando y la “importancia” de los diálogos que lo llevan al borde del precipicio. Ese precipicio es la línea narrativa que interpreta Ray Winstone como Jedburgh, un “limpiador” del gobierno norteamericano que “no deja que las piezas se junten”. La cuestión es que luego de dar largos y cansadores sermones de “como son las cosas”, Campbell decide ponerle una “enfermedad terminal” y en un montaje paralelo escandaloso, Jedburgh termina ejecutando a los “responsables de los males”, luego del ataque de autoconciencia que le provoca su inminente muerte, mientras que Craven, luego de su larga y engorrosa investigación por “el camino de la ley” hace lo mismo con los responsables que faltaban cuando también sabe que va a morir. Es decir, parece que para Campbell la justicia por mano propia es cuestión de un diagnostico medico. Este ataque reaccionario tiene un corolario definitivo con el plano final mas vomitivo que recuerde en mucho tiempo, pero deberán atreverse a ver esta película para descubrir cual es.
Hollywood no se resigna. Hollywood continúa persiguiendo la Quimera (no la de Chaplin por desgracia) de la “nueva franquicia” que pueda seguir haciendo millonario a más de uno. Así llega Percy Jackson y el Ladrón del Rayo, película que se basa en una novela de Rick Riordan en la cual Percy Jackson (interpretado por el gélido e inexpresivo Logan Lerman) descubre que es hijo del dios griego Poseidón y que existen adolescentes hijos de los dioses griegos que habitan en un campamento donde entrenan y desarrollan sus poderes. El junto a Annabeth ( la bonita Alexandra Daddario) hija de Atenea y a su mejor amigo , el sátiro Grover (Brandon T. Jackson) van en busca del rayo robado , pelando con todo tipo de personajes mitológicos , e intentando evitar una guerra entre Poseidón y Zeus que desencadenaría en el fin del mundo. Toda la aventura es zonza y estupida , Percy no demuestra ningún tipo de emoción parece que le da lo mismo que muera la madre o que un minotauro lo pase por arriba , es asquerosamente asexuado y no tiene ningún tipo de impronta de héroe del cine de aventuras , en realidad la película no tiene ningún tipo de impronta , jamás la puesta en escena nos remite al cine de aventuras clásico , por el contrario , en Percy Jackson y el Ladrón del Rayo las cosas suceden porque si , casi sin explicación, aparecen y desaparecen personajes sin que sepamos absolutamente nada de ellos, casi un frenético zapping televisivo que navega entre géneros pero que nunca se ancla en ninguno. Estamos siendo testigos de la influencia nefasta de Harry Potter, un cine digerible pero que cae mal por ser dietético, de única lectura y dicha a los gritos, sin ningún tipo de espesor en los personajes. ¿Quien elige a Pierce Brosnan, todo un lord, para ponerle la mitad del cuerpo de un caballo? ¿Quien elige a Rosario Dawson para una película donde no le vas a filmar el culo en primer plano? Si, en Percy Jackson y el Ladrón del Rayo no hay una sola buena decisión.
Definición de obsesión: Se trata de una perturbación anímica producida por una idea fija, que con tenaz persistencia asalta la mente. Y vaya si Emmerich esta obsesionado, desde Dia de la Independencia nos muestra su imaginario de la destrucción de las grandes ciudades. Esa obsesión va mutando en formas , desde amenazas extraterrestres , pasando por el calentamiento global y terminando en cumplimientos de profecías de destrucción del planeta , inundaciones , explosiones , lava , congelamiento , tsunamis , terremotos , huracanes da la sensación que Emmerich busca y va a prueba y error , con un presupuesto ilimitado puede darle rienda suelta a su obsesión y convierte sus películas en festivales de fuegos artificiales , casi no hay historia , o si la hay ( quizás alguna insistencia en tratar la relación entre padres e hijos varones , donde siempre el hijo termina viendo al padre como un héroe) termina siendo un MacGuffin que se utiliza como cáscara para mostrar su apetito por la destrucción. En 2012 ya no hay términos medios , mientras en Dia de la Independencia se destruían las grandes ciudades y en El dia después de mañana la escapatoria era hacia el sur , acá Emmerich no deja salida alguna , pulveriza al mundo sin piedad ( los escapes de John Cusack y familia con la limo o el avión con el mundo , literalmente , cayéndosele en la cabeza son antológicos) y mas alla de la historia como cáscara para mostrar todo el despliegue , se intenta mostrar la ambigüedad del comportamiento humano ante una situación extrema ( mas allá de algunos personajes berretas como el ruso Karpov por ejemplo , gélido e inocuo villano) , destacándose el personaje que interpreta Chiwetel Ejiofor (Adrian Helmsley) típico personaje del cine americano que mantiene el equilibrio entre lo que sabe y lo que cree. Lo peor es como siempre el Emmerich político , no llegando al nivel indignante de Dia de la Independencia ( donde recordemos que el 4 de julio se convertía en el día de la independencia mundial) pero mostrando a un presidente ( Danny Glover , claro , ahora con Obama se puede mostrar un presidente negro , mas allá de la herejía de Deep Impact la década pasada , era algo totalmente prohibido por los estudios) que se inmola con el pueblo y ayuda a una niña a buscar a su padre , pero sin ningún reparo de mandar a asesinar a cualquiera que quisiera contar algo sobre lo que estaba aconteciendo en el mundo , “Daño Colateral” le dicen. Eso si; por un pasaje en el barquito de la salvación se cobrará mil millones de euros. El mundo se termina pero el capitalismo continúa. Salvo algún personaje que lo cuestiona al pasar a nadie parece molestarle y “las empresas privadas que hicieron esto posible” como dice el personaje de Oliver Platt continuaran, aunque el mundo no este allí para contarlo. Volviendo a la obsesión: siempre se hablo del fin del mundo, Virgilio dijo en su momento “El universo, sorprendido y aterrorizado, tiembla por temor de hundirse otra vez en la eterna noche”; hay una extraña añoranza de Emmerich de verlo convertido en realidad, y evidentemente se identifica con el Charlie Frost que interpreta Woody Harrelson; quiere subirse a la montaña mas alta y ver como el mundo se le cae encima.
Mark Pellington despliega una locura cinética sin igual para filmar U2 en 3D , imágenes en su mayoría logradas en los recitales de River en 2006 , Pellington (Arlington Road) con la colaboración de Catherine Owens , despliegan una arsenal de cámaras desperdigadas por todos los lugares campo , publico , escenario , aire ; todos lados , brindándonos una sensación de inmersión completa en el show , mas allá de algunas tomas imposibles con grúas que resultan confusas , o la alteración de la profundidad de campo que nos otorga el 3D ( me agache algunas veces para que Clayton no me golpee con el bajo en la cara o que Bono no me saque un ojo con el micrófono) , uno palpa desde el inicio del show la comunión de la banda con el publico gracias al frenetico montaje de las miles de tomas logradas por el director , y es mucho mas disfrutable este Bono baqueteado , con garganta raspada con un millón de whiskys , que el cantante de voz inmaculada de los 80’s , niño púber del rock alternativo y propulsor de decenas de bandas a lo largo del mundo. La presentación es en el contexto de la gira mundial How To Dismantle an Atomic Bomb, quizás el peor disco de la banda irlandesa, mas allá del impactante inicio del show con City of Blinding Lights, el mejor tema del disco, es casi inevitable pensar que los mejores momentos llegan cuando suenan los hits de los discos clásicos destacándose “Pride (In the Name of Love)”, “Sunday”, Bloody Sunday” o “Where the Streets Have No Name” entre otras. Sin dudas el cine sigue siendo el mejor lugar para escuchar música, aunque la gente quizás ya no piense lo mismo. Históricamente grandes películas musicales como The Song Remains the Same de Peter Clifton o The Wall de de Alan Parker estuvieron decenas de meses en cartelera en Buenos Aires durante los 70’s y 80’s respectivamente. Hoy obras maestras absolutas como Shine a Light del maestro Scorsese (quizás el mejor recital que vi. en mi vida) o buenas películas como U2 3D nadie las mira, pasan desapercibidas, se estrenan y duran dos semanas en cartel. Hoy Cine + Rock no se cruzan, nos da un circulo vacío. Seguiremos apostando a los festivales, gracias al Bafici vimos hace poco Tom Petty and the Heartbreakers: Runnin' Down a Dream de Peter Bogdanovich, o compraremos los DVD’s de grandes films como Neil Young: Heart of Gold de Jonathan Demme o No Direction Home: Bob Dylan del maestro Scorsese. Recomiendo todas fervientemente.