Una comedia que si bien tiene un planteo muy ingenioso, no posee un desarrollo brillante, pero su elenco de estrellas es una delicia. En su debut como director Michael Jobs, también guionista se da el gusto de estar con Diana Keaton ( una de las productoras), Richard Gere, William H. Macy y Susan Sarandon. Entre ellos también trabajaron juntos y esta parece por momentos la reunión de amigos talentosos que disfrutan con el encuentro. Una pareja joven por una excusa tonta se ponen a discutir sobre su futuro y la posibilidad de llegar al matrimonio, paso adelante inexcusable para ella (Emma Roberts) y planteo lleno de dudas para él (Luke Bracey.) Se dan un ultimátum y cada uno de ellos va con sus cuitas a sus padres. Ahí ya el espectador sabe que esos matrimonios grandes están en crisis, tuvieron encuentros extra y van a cruzarse inevitablemente. No faltan reflexiones sobre los uniones longevas, las relaciones mantenidas más con odios que por amores, la necesidad de casarse o huir de un compromiso para toda la vida, con matices e ironías. Lo suficiente para comprobar el encanto inoxidable de Richard Gere, el talento de Sarandon y Diana Keaton y la sensibilidad de Macy. Un momento para disfrutar de estas estrellas.
Nació como una propuesta de humor y terror que parodiaba a las películas y los clichés del género y ahora es casi una auto-parodia para los fans de la saga que seguramente gozaran con esta entrega sangrienta, frenética, llena de giros inesperados y en otro escenario. Con el regreso de los directores Mat Bettinelli –Olpin y Tyler Guillet y los guionistas James Vanderbilt y Gay Busick. Todo comienza con los cuatro sobrevivientes de la entrega anterior pero a partir de allí se acumulan las sorpresas que nos vamos a rebelar, nadie tiene derecho a sacarles la diversión y los sustos a los espectadores. El cuarteto de jóvenes con la dominante Melisa Barrera y su medio hermana de ficción encarnada por Jenna Ortega (super famosa por su Merlina) más los hermanos de ficción que hacen Jasmin Savoy Brown y Mason Gooding son el núcleo base para que el horror, el vértigo, la acumulación de cadáveres y las más inesperadas revelaciones. Los directores manejan muy bien las escenas multitudinarias especialmente un traslado de los protagonistas en un transporte atestado de gente con mascaras donde se mezclan otros conocidos de pesadilla y una gran escena final que acumula situaciones inesperadas.
La película comienza con una violación y la persecución del agresor. Un hecho que lo cambia todo. Durante años las mujeres y las niñas de ese grupo menonita fueron drogadas con fármacos para vacas y atacadas sexualmente, pero para esa comunidad patriarcal solo eran intervenciones del demonio . Hasta que descubrieron que eran un grupo de hombres de su propia congregación. Un hecho inspirado en la realidad. Los atacantes son detenidos, los hombres del grupo deciden pagar la fianza y se van de la aldea con ese objetivo. Las mujeres, analfabetas, porque les niegan educación, deben debatir que hacen: Aceptar o perdonar bajo amenaza de ser excomulgadas y echadas, quedarse y luchar por cambiar su situación o irse. Y ese debate ocupa la película, titulado “un acto de imaginación femenina”. Durante el largo viaje del día hacia la noche, en ese granero, con la sola presencia de un hombre, el maestro para que labre las actas, ellas expondrán la ira, la rebelión, los ideales, la beligerancia, para encontrar un camino solidario entre tanta vida sojuzgada, golpeada y maniatada. Pocos ejemplos sirven para pintarlo todo: una señora mayor que tiene una dentadura postiza que le molesta, la única que consiguió después de un castigo físico. Las heridas en la cara de algún personaje callado. El debate que se desarrolla tiene tanta actualidad que impresiona, preguntas que puede hacerse una mujer contemporánea ante la injusticia, visiones elaboradas desde la calma y la rabia, son mujeres que pueden ser revolucionarias. La directora y guionista Sarah Polley además de contar con enormes actrices aprovecha cada réplica, cada gesto, las interacciones, el humor, los cantos y la profundidad de una situación límite. La película interpela al espectador, no se deje influir o atemorizar porque alguien les diga que solo son mujeres hablando, tal como reza el t{itulo original. Son mujeres despojadas de todo que se levantan para poner el palabras su tragedia, para tomar y apropiarse de sus vidas frente a quienes pensaron que las tenían en su poder. Actuacioners brillantes, con grandes actrices como Rooney Mara, Clare Foy (The Crown), Frances McDormand ( que también produce) en un grupo maravilloso donde destaca también Ben Whishaw.
Daniel de la Vega se transformó en un verdadero especialista del género del terror pero en esta película profundiza mas allá de los límites de un encasillamiento, para formularse distintas expresiones sobre el bien y el mal, con raíces religiosas y desmesura. El realizador de films como “Necrofobia” y “Ataúd blanco”, con el guión de Sergio Esquenazi, se sumerge en un destino impredecible de un exitoso escritor ateo. Un hombre irónico, que vive con placer su fama y que disfruta de polemizar con rabinos y curas sobre sus creencias religiosas que él considera falsas y en definitiva irrelevantes. Un destino fortuito de salud, un transplante de corazón coloca al protagonista en un plano vulnerable y luego en un periplo de sufrimientos y horrores. Germán Palacios es un puntal fundamental en el film, con su entrega, sus sabios matices y su objetivo claro frente a lo fantástico y tenebroso que se desarrolla alrededor de su personaje. Muy bien el resto del elenco: Vicky Almeida, gran composición, Gloria Carrá, Cesar Bordón, Germán Silva. Lujosa producción y uno de los mejores filmes del director.
Un taller de actuación en un lugar retirado, al que llega el protagonista por un interés secundario nos enfrenta a un juego sobre la verdad y lo simulado, la realidad y un toque de Ficción. Un grupo heterogéneo de jóvenes se instala en el lugar. Al día siguiente uno de ellos no está y nadie parece notarlo, salvo uno de ellos. El lugar fuera de la ciudad y el compromiso asumido de fingir siempre ser otro se presta a la confusión que todavía no es inquietante. El clima se irá se irá enrareciendo a medida que las desapariciones continúan y el pedido de explicaciones se se estrelle contra el silencio. La propuesta de los tres directores (Leo Basilico, Nicolás Longuinoti y Pablo Rodríguez Pandolfi) es borrar esos límites de ficción y realidad y llevar el juego que todos conocernos, no mostrarnos nunca como verdaderamente somos. Una intriga que se sostiene bien y que deja no pocos interrogantes. Juan Grandinetti se luce en un trabajo medido pero profundo, acompañado por un elenco donde están Verónica Gerez e Iván Moschner entre otros.
Gastón Solnicki tiene un estilo personal y único con muchos lujos visuales, colaboradores Increíbles, con trabajos abiertos a la improvisación, que como en este caso, es una suerte de Calidoscopio fascinante. Una de las ideas con que se presenta la idea de fin de una era, toma como eje a una ordenanza estatal que prohibe fumar en los bares de Viena. Una decisión que rompe con tradiciones y culturas, con lo bello de esa ciudad que alberga barrios encantadores, museos con obras fundamentales. Pero dentro de ese mundo perdido están las confesiones de mujeres y sus discusiones sobre el dinero y el futuro, la música siempre adecuada, actitudes a las que obliga la tradición y las crueldades actuales. Filmada en Austria y Andalucía, con la fotografía del famosísimo Rui Pocas ( Zama) el relato del escritor mexicano Mario Bellatin, se palpan melancolías y despedidas a un mundo clásico que presiente su desaparición, la indiferencia al pasado, la poca conciencia de lo bello que propone su clásica estética frente a tanta modernidad.
Es el primer largometraje de la directora y guionista Rennée Webster que construye una agradable comedia sobre la sexualidad en general y la femenina en particular con algunos altibajos pero mucha ternura y sentido del humor. Imaginen a una señora de cincuenta años cuyas amigas le regalan un rubio stripper para la ocasión, y que ella entre admirada e incómoda decide hacerlo limpiar su casa, mientras advierte las curvas gimnásticas del muchacho. Despedida de su trabajo y ante la indiferencia de su marido, con el que mantiene cero contacto sexual, les propone a una empresa de mudanzas,(donde trabaja el hombre que le mandaron, y que está en quiebra, reconvertirse y brindar servicios de limpieza y de placer. Claro que los pedidos son personalizados y el éxito en el entorno femenino no solo empodera a las mujeres y a la protagonista en especial, sino que delata con cuanta frustración sexual, cuanto secreto y sufrimiento inútil pueden vivir muchos en este mundo actual. Un encantador elenco encabezado por la talentosa Sally Phillips.
Las historias de terror con casas donde suceden cosas raras suelen ser un recurso muy usado en el terror y el suspenso. Aquí una joven pareja se instala en un hogar crujiente, la casa familiar de la joven madre. Lo cierto es que el marido, que esta mucho tiempo afuera, no le cree a su esposa, que esta al cuidado del pequeño hijo, que en ese lugar lo sobrenatural se está aflorando. Hay una maldición que en realidad pende sobre la familia, por un abuelo que asesina a una novia embarazada, cuyo espíritu promete y cumple con una maldición por toda la eternidad. Una presencia que roba bebes. La solución será, con ayuda mediante, darse un paseíto por el inframundo buscando a la criatura. Un argumento que no es nuevo, pero que es llevado discretamente por el director Francesco Picone, con golpes de efectos, apariciones, ruidos y sustos varios. Para los amantes del género un entretenimiento módico.
Eduardo Casanova es considerado una suerte de “enfant terrible” del cine español que despierta admiraciones fanáticas y crítica encrespadas sobre sus trabajos. En este filme imagina un mundo construido por una madre posesiva que va desde el incesto a la desmesura para retener a su único hijo, y transformarlo en un ser dependiente crónico que la ama como ella necesita que la idolatren y nada ni nadie impedirá que logre su objetivo. Ellos viven rodeados de una estética rosa chicle deliberadamente kitsch, donde esa araña-madre teje sus redes de esclavitud para que su adolescente no pueda vivir sin ella y nunca lo abandone como lo hizo su marido (un suicida fracasado cuya pareja envidia como la protagonista ha logrado que su hijo la quiera tanto, un objetivo en su vida) A su vez el joven torturado se obsesiona con las informaciones de Corea del Norte y su dictador como un atisbo de un mundo exterior que le es negado y al que casi no se atreve a mirar. Ángela Molina terrorífica e implacable construye a esa madre religiosa e cruel y se luce con su talento. El debutante Manel LLunell , asume su patética criatura mutilada emocionalmente con mucha solvencia. Este film es producido por Alex de la Iglesia y Crudo films. El mundo de Casanova, grandilocuente, oscuro y chabacano por momentos, se construye como un artefacto brillante y disruptivo, irónico, sobre las cosas del malquerer, el poder, las heridas emocionales y las madres monstruosas.
Una búsqueda desesperada de una hija por encontrar a su madre desaparecida en Colombia, utilizando todas las herramientas digitales a su alcance. Es la continuación de la ingeniosa “Searching” (Buscando…) dirigida por Aneesh Chaganty donde un padre frente a la inacción policial decide hurgar en la computadora de su hija para ubicarla. Ahora, los que fueron los editores de esa película, son los directores y autores: Will Merrick y Nicholas D. Johnson. El argumento cuenta como una familia feliz es golpeada por la desgracia por la muerte del padre, Deviene con el paso del tiempo en una ríspida relación entre la madre (Nia Long) con su hija adolescente encarnada por Storm Reid. Pero cuando su mama no regresa de un fin de semana con su novio en Colombia, la chica angustiada y a kilómetros de distancia de donde desapareció, recurre a sus únicos recursos. Tiene la burocracia internacional en su contra, no confía en la labor policial y por eso decide utilizar creativamente lo último en tecnología digital para encontrarla: Piratea los correos electrónicos, los sitios web que frecuenta, las fotos sacadas por su teléfono, en una frenética concentración que se presenta como un rompecabezas que plantea más dudas que soluciones. Es que la hija descubre secretos que le hacen creer que nunca conoció realmente a su madre. Pero además del entretenimiento que brinda la película tiene una mirada crítica a la facilidad con que nos entregamos a los sistemas de vigilancia por conveniencia y como esas aplicaciones alimentan nuestra voracidad por información. Como un capítulo de “Black Mirror” o una constatación de la realidad.