De la mano de Ryan Coogler como director y guionista, con el aporte del viejo Rocky de Stallone este spin off logró poner el órbita una secuela que ahora ¿termina? Con una tercera entrega donde el director es el protagonista, donde no aparece Stallone en cámaras, aunque si en la producción junto a Jordan y Coogler que además es el co-guionista. En su debut como director Michel Jordan utilizó, por primera vez en un tema deportivo, las cámaras digitales certificadas por Imax que dan mayor nitidez y además utilizó en la estética de las peleas su amor y admiración por los animes como Naruto y Dragon Ball Z. La historia tiene todos los ingredientes de la saga, que bien vale remarcar, que siempre puso su interés en el desarrollo de sus personajes. Aquí Apolo es un hombre retirado y poderoso, tiene un gimnasio, propicia nuevos valores del deporte y disfruta ser una celebridad. En ese mundo perfecto irrumpe su pasado. Su mejor amigo , casi un hermano de la infancia, que soñaba con la gloria de ser boxeador, pero que vivió sus últimos 18 años en la cárcel envidiando la carrera de Apollo. Vuelve para reclamar y para que se haga la esperada pelea final. Además encarnado por Jonathan Mayors, cobra un valor extra. Debajo de la fama y el glamour la historia nos quiere hacer creer que el personaje central tiene cuestiones emocionales sin resolver y eso, aunque se notan los hilos funciona. La necesaria lucha entre el bien y el mal que fue el combustible de Rocky y persiste en Creed.
Es un film que puso en órbita a un actor olvidado por una década, Brendan Frasier, que interpreta a un profesor con impresionante sobrepeso ( más de 270 kilos) que es consciente del peligro de vida que corre. El protagonista desarrolla un gran y profundo trabajo actoral, que se sobrepone a su disfraz de látex y al retoque digital que le adicionaron para representar su obesidad mórbida.. Así desnuda la humanidad de un ser lacerado y desesperado pero tenaz. El director Darren Aronofsky y el guionista Samuel D. Hunter que se basó en su propia obra teatral, no disimularon el origen del texto, la mayor parte de la acción transcurre en la casa del profesor que se oculta de todos, pero tiene aire con los entrañables personajes secundarios. Comer hasta morir, para tapar dolores terribles, su separación, la distancia con su hija, el amor por un joven que termina muriendo por un trastorno alimentario, en una simetría terrible con el protagonista. Pero también no solo se habla del dolor, sino de una posible salvación, de un instinto humano solidario y de un amor residual debajo de capas de odio. Grandes trabajos también de Sadie Sink, Ty Simpkins y Samantha Morton. Interesantes confrontaciones punzantes en la relación con la hija adolescente y con un misionero que aparece en su vida. El film por momentos se reitera, bordea demasiada exhibición, pero gana al poner el acento en la comprensión del personaje. Pero la película es Brendan Frasier y su gran entrega.
Es una película entrañable sobre el mundo preadolescente, pero no de las típicas clasificadas como “de crecimiento”, porque es una historia sobre la traición y la vergüenza, la negación y el amor, la responsabilidad y la culpa, el duelo y la resiliencia. Es un año en la vida de los amigos que ahora tienen 13 años pero como vecinos y cercanos desde la infancia, han estado juntos siempre. Esa complicidad e intimidad, reflejada en juegos constantes, en un paisaje rural encantador, con el paso de las estaciones, es cuestionada por sus nuevos compañeros de secundaria, que les preguntan si tienen una relación gay. Una pregunta formulada con una supuesta corrección, que provoca en uno de los chicos (el protagonista Eden Dambrine) una cierta alarma, una advertencia de problemas para el futuro, de inconveniencia y de recuerdos o percepciones de los sentimientos de su mejor amigo (Gustav De Waele) y sus propias sensaciones. La mirada ajena cuestionadora y la conciencia del peligro de la exclusión. Por eso decide dejar de lado a su compañero de siempre, integrarse al grupo, participar de un deporte que no le conviene y buscarse otro amigo. Una decisión que traerá consecuencias oscuras. El realizador (también creador de la entrañable “Girl” sobre una chica gay que sueña con el baile clásico) y coguionista Lukas Dhont, (escribió junto a Angelo Tijssens) es casi un especialista en captar cada gesto y sutileza de gente muy joven, o casi sin experiencia actoral, y hace de la sutileza y de la profundidad de sentimientos su sello. Por eso este trabajo resulta tan conmovedor y verdadero. Imperdible.
Animación española for export, dirigida por Juan Jesús García Galoche es un entretenimiento para todo la familia (aquí doblado al español latino) que basa su gracia en la contraposición del mundo actual en Londres, y la tradiciones egipcias que continúan vigentes en el centro de la tierra. Un compromiso hecho por casualidad y la necesidad de reparar el error llevan a una princesa, un ex auriga, su hermano menor y la mascota, un cocodrilo bebé, a no pocas y entretenidas aventuras. Tienen que encontrar al refinado ladrón de tumbas que se llevó el anillo, el villano de la entrega. Como preocupación lateral la princesa quiere cantar y lo hace y el conductor de carros de guerra quizás recupere su valentía perdida. Las luces del mundo actual siempre seducen.
Es una película que cumple con el título en castellano, pero también es un film que indaga entre las relaciones de una familia judía ortodoxa. El regreso de un hijo casado con una mujer que no es de la comunidad, una gentil, rechazada al comienzo de la relación, pero ahora aceptada porque espera un hijo. La vuelta al hogar esconde dos cosas: el hijo está en bancarrota y para una hipoteca necesita la casa de su padre en garantía. Una casa muy particular que es la funeraria de la zona y tiene todo para recibir cadáveres y presentarlos correctamente para los velatorios. Intrincada si. En uno de esos cadáveres que deben ser preparados se alberga un demonio femenino estéril, que se venga con embarazadas y chicos y se presenta con forma de niña antigua. Un error, el demonio es liberado y comienzan los problemas. La película bien ambientada, con buenos climas logrados por la dirección de fotografía, con un director como Oliver Park familiarizado con el género, tiene un guion de Hank Hoffman que va cambiando los puntos de vista, no concentra el terror en las angustias de un solo personaje lo que aliviana un poco el impacto, pero dentro de las películas del género es una cuidadosa producción que cumple con el susto y el suspenso.
Es el debut de Andrea Braga como guionista y director en un policial cargado de tensión y de suspenso, desde el principio al fin. Un fiscal con muchos conflictos familiares, un solitario hombre de la justicia que regresa a su pueblo natal para resolver crímenes siniestros. Allí se encontrará con sus amigos, el jefe de policía y su esposa. Mientras la sangre y los secretos parecen intrincados, mezclados con obsesiones personales, de a poco se descubre un verdadero ecosistema de corrupción, de dolores escondidos y la verdadera tragedia de los estragos producidos por los agroquímicos y quienes deciden utilizarlos silenciado voces y conciencias. Alejandro Tort es el intérprete ideal para ese hombre torturado por sus acciones y recuerdos. Muy buena las labores de Violeta Urtizberea y Javier Drolas.
Una producción argentino brasileña, el primer largometraje de la directora a Carolina Markowicz, que también escribió el guión de este drama rural donde se cuela el absurdo, la hipocresía, la influencia de la iglesia, el imperio de lo tradicional y hasta un humor oscurísimo que desprende este drama. Con su poder de observación, nació a poca distancia de donde se desarrolla la acción, la directora delata que muchas cosas que dijeron el ex presidente Bolsonaro y sus funcionarios también fueron fuente de inspiración. Un entorno rural supuestamente tranquilo, muy humilde, donde sus pobladores son solidarios y necesitados. La protagonista (Maeve Jinkins) soporta sus días de carencia con el trabajo de fabricar carbón de leña, con un marido ausente, que oculta su aventura gay, un padre paralítico muy enfermo. A ese escenario, vía una enfermera, llega la gran oportunidad para esa familia. Solo tienen que deshacerse del anciano y alojar en su casa a un narco argentino que huye y ha fingido su muerte. En ese absurdo donde se sospecha que no son los únicos que tienen esos tratos, llegaran las flores del mal, más plata, sueños, deseos, y cada vez más oscuridad. Un descenso a los infiernos donde los poderes públicos y religiosos se ensucian y miran hacia otro lado. Buenos trabajos de Cesar Bordón, y el resto del elenco.
Una trama de tensiones y suspenso que se mantiene durante toda la película en un escenario bellísimo, en nuestro sur, en una casa donde se desarrolla un laboratorio de escritura. El lugar es liderado por un escritor consagrado y excéntrico que le exige a sus seguidores una entrega total, ejercicios de creación espontánea, críticas públicas despiadadas y por sobre todo que vivan como los personajes de sus mundos literarios. Un mecanismo de secta con consecuencias impredecibles y controles que se salen de las manos. El director Fernando Fraiha quien también escribió el guión con Ines Bortagaray, y que según sus declaraciones, se baso en experiencias personales, elabora un clima ominoso y un crescendo efectivo sin pasos en falso. Contó con la gran labor de sus actores. Darío Grandinetti es un líder carismático, oscuro y seductor, parco, lleno de sutiles cambios. Deborah Fallabella ( La protagonista de “Avenida Brasil”) es una sensible interprete que le aporta la fragilidad y el despertar del su instinto a su personaje. Acompañan muy bien Germán de Silva, María Ucedo, Pablo Sigal.
El título alude al entrecejo que según los modelos es lo que hay que rellenar rápidamente con botox si quieren seguir en carrera con sus rostros hegemónicos. El director sueco Rubén Östlund se caracteriza por su ironía brutal que ya mostró en sus films anteriores. En “La traición al instinto” mostraba a un padre huyendo del peligro sin preocuparse por su mujer y sus hijos, en “The Square” se volvía feroz con el mundo cultural moderno. Aquí se mete con la diferencias de clases, la obscenidad de los lujos extremos, una mirada despiadada e irritante sobre el capitalismo extremo, que le valio la palma de oro en el último festival de Cannes. Pero también es una película de trazo grueso reiterado, que se ensaña con las bajezas humanas y que, por momentos, provoca rechazos. Estructurada en tres partes estos relatos salvajes excesivos, primero se dedica a una pareja de modelos e influencers, muestra ese mundo y cuando tienen una discusión sobre el dinero muy interesante. Después ubica a esa pareja en un crucero hiper lujoso donde son invitados por la cantidad de seguidores que tienen, y muestra una galería de personajes desorbitados, poderosos, caprichosos, insoportables de riqueza absoluta. Y la tercera parte los pone en una isla después de un naufragio donde se invierten los papeles, porque los ricos no saben ni conseguir un poco de agua y el poder pasa a otras manos, la de los eternamente humillados. Una sátira con hallazgos, con momentos que sacuden y otros donde desbarranca.
Es una película donde Sam Méndez (“Belleza americana”, “1917”, “Skyfall”) su director y guionista plantea su amor al cine, en una producción perfecta y bellísima, con grandes actores, pero donde el argumento que abarca muchos temas se dispersa. Imperfecta pero querible y sugestiva esta producción está ambientada en un cine art decó de la costa suroeste de Inglaterra, una joya vintage, que con una gran dirección de arte y la fotografía de Roger Deakins se transforma en un lugar de ensueño. La época son los ochenta, el tiempo de Margaret Tatcher, tiempo de estrenos de “All that jazz y “Carrozas de fuego”. En ese lugar desarrolla la historia del personaje de Olivia Colman con una de sus mejores actuaciones, conmovedora, sensible, vulnerable. Ella lidia con su enfermedad mental, ( un tema sensible para el director por la historia de su madre), su jefe abusivo y brutal ( Colin Firth ) y el refugio que encuentra en sus compañeros de trabajo donde brilla Toby Jones ( el proyectorista). A su vida de construcción frágil llega la ilusión amorosa de la mano de un joven negro que sufre la agresión de los skinheads y la incomprensión por su relación con una mujer mayor. Entre tantos temas que van desde el racismo, el tratamiento con litio como una panacea, la inevitable decadencia del lugar con un glamour gastado y partes abandonadas, la historia de amor que no se siente real, se construye este imperio de luz precioso, un tanto gélido, con el aporte deslumbrante de sus actores.