El personaje central es misterioso, justiciero, detallista, siempre vencedor, imparte justicia. Jack Reacher le viene como anillo al dedo a Tom Cruise para una peli que funciona con un mecanismo de relojería para el suspenso, con vueltas de tuerca ingeniosas, con un mítico Werner Herzog como un personaje sinisestro, y mucha acción, tiros, persecuciones, peleas, crueldades, traiciones. Poco más dos horas de entretenimiento para los amantes de la acción y los buenos argumentos.
Es la primera película del joven director Nicholas Jarecky, y la oportunidad para mostrar a un Richard Gere perfecto en su rol. El actor como los buenos vinos envejeció con riqueza de matices para darle carnadura a un hipermillonario a punto de quebrar si no logra vender parte de su empresa y debe soportar las investigaciones antes de la operación. Un hombre que no duda en comprar todas las conciencias de funcionarios y abogados, sale indemne de un accidente donde muere su amante, y logra con hipocresía, audacia y egoísmo ser un paradigma inmoral de nuestros tiempos. Con ecos de muchos casos reales tristemente famosos. La seducción de la maldad.
Los hermanos Wachowsky, junto a Tom Tykwer, hicieron este proyecto que enlaza seis historias desde el siglo XIX a un futuro posapocalíptico, para abonar la teoría de que cada acción humana está conectada y puede ser la consecuencia de lo que ocurrirá. Unir presente con pasado y futuro, con los mismos actores que hacen distintos personajes (Halle Berry, Tom Hanks, Susan Sarandon y siguen los grandes nombres), y una compaginación que no da respiro. El resultado es por momentos confuso, casi siempre entretenido, muchas veces conmovedor, enloquecido y hasta hipnótico. Puede ser una gran teoría o el enunciado new age ingenuo. Pero el film es de por sí una aventura para el espectador inquieto.
Juan Antonio Bayona lo hizo, consiguió el dinero suficiente y demostró que los efectos especiales, impresionantes también, se pueden hacer fuera de Hollywood, pero para sus protagónicos convocó a dos grandes actores: Ewan McGregor y Naomi Watts. Y con ellos nos mete de cabeza, emocionalmente en la peor tragedia, en ese tsunami que destruyó todo a su paso. Se basó en la historia de una familia de sobrevivientes españoles, y logró abrir nuestro corazón a un film que no es una gran película pero que conmueve hasta las lágrimas.
Es una vuelta de tuerca que los amantes del género van a agradecer. Realizada por gente que sabe del tema, creadores de recordadas películas y series de televisión, aquí se convocan todas las reglas de lo que puede ocurrir en films típicos: cabañita en el bosque, gente joven en tren de diversión y uno a uno convertidos en víctimas, pero también se ve a ejecutivos que siguen cada paso, festejan o se preocupan. Sin develar el misterio final, el durante intriga, la resolución última es pueril, pero entretiene.
El terror realizado por dos fanáticos del género, con un presupuesto mínimo y muchas ideas que relacionan tres historias, con un personaje siniestro que siempre exige un precio muy alto. Quizás demasiadas ideas juntas, algunas de las historias, como la de las adivinadoras del futuro en las borras del café, están muy bien logradas. Vale.
Un documental profundo y encantador. Las cámaras están siempre en esa Escuela Normal de Paraná, los chicos en clases aburridos o participando, la jefa de preceptores tapando y solucionando problemas, una elección del centro de estudiantes, los docentes discutiendo, parte de los cuestionamientos de los alumnos a los profesores. Retazos de vida, conversaciones sesgadas, actitudes.
Un encantador cuento moral, donde la técnica más moderna, hecha por computadoras, se combina con el arte de grandes dibujantes. El personaje de un videojuego cansado de la rutina y por sobre todo de ser el malo y solitario inicia una aventura donde sus torpezas y fuerza le valen para lograr justicia y cultivar la más increíble amistad.
Un documental realizado por Kevin Macdonald (el realizador de “El último rey de Escocia”) que tiene valiosísimos testimonios de familiares, amigos, colaboradores y músicos que estuvieron con Marley en su ascenso a la popularidad. Rescata también material privado nunca antes visto. Y es una manera de redescubrir a este talento que murió tan joven, sus creencias religiosas, sus sueños, su talento enorme, su compromiso político, sus miedos, sus amores, sus hijos.
Una película dedicada solo a los más chiquitos, una propuesta ingenua, con encanto, donde el único humano es el famoso payaso que tiene fervorosos fans, que ayuda a unos bichitos del bosque dominados por un malvado cuis y sus secuaces que no les permiten disfrutar de la música. Una historia sencilla con las canciones de Piñón.