Cine de catástrofe que viene de Corea del sur con un gran presupuesto y donde los efectos especiales son la gran estrella del film, aunque con giros en el guión para hacer empático todo lo que sucede y disimular que sus cinco guionistas han homenajeado a “Armageddon”. El volcán que está en la frontera entre Corea del Norte y China, el monte Baekdu entra en erupción luego de añares de inactividad. Esto le permite a la película un festival de catástrofe a poco de iniciar y luego prometer un final aún peor. Según los científicos lo que se viene es un terremoto que puede borrar de la faz de la tierra a toda la península. Y de acuerdo a una teoría, con un porcentaje de poco éxito, la única forma ese terremoto letal es disparando un misil al costado del volcán. Para eso quedan unidos por distintas circunstancias un desarmador de bombas surcoreano y un agente norcoreano preso, que se dio vuelta, pero tiene una información vital. Justo cuando Corea del Norte está por deshacerse del armamento nuclear, el sabe donde guardan las ojivas. Esto permite que los protagonistas se embarquen en vueltas de tuerca de amistades a pesar de las diferencias, dramas familiares, fantasías de reunificación de un país dividido y eludir juntos la intervención de tropas norteamericanas y chinas. Una ensalada con todos los ingredientes. Con una fotografía de tonos arenosos post-apocalípticos y el buen aprovechamiento del presupuesto para efectos el entretenimiento está logrado, aunque un poco extenso.
El horror aquí está convocado por una leyenda nativa norteamericana, que alude a un ser vengativo, pero también está presente en ese pueblo oscuro de Oregón, donde temas tan terribles como la droga, el alcohol, los abusos intrafamiliares y una gran crisis económica hacen estragos. Un niño retraído, víctima de bullying, desprolijo, desnutrido llama la atención de una maestra que recién ha regresado al pueblo. Lo que le ocurre al niño parece haber sido naturalizado por los demás. Lo cierto es que el padre de ese pequeño, un gran trabajo de Jeremy T. Thomas, ha sido sorprendido en una mina abandonada, donde cocinaba anfetaminas, por un ser monstruoso, una suerte de ciervo y humano (de ahí el título original “Cuernos”). El ataque significa transformarse en esa criatura infernal. En sus momentos de lucidez le pide a su hijo que lo mantenga encerrado y que lo alimente con animales. Pero claro, todo se desmadra. Entre los hermanos adultos del argumento y los más pequeños, casi en un deforme juego de espejos, se juegan los datos para entender sociedad de la Norteamérica profunda. Sobre un cuento corto de Nick Antosca, que es uno de los guionistas, el director Scott Cooper (que escribió también junto a con C. Henry Chaisson) le imprime su sello, con una fotografía oscura y adecuada y un buen trabajo de los actores Jesse Plemons y Keri Russell. La película tiene también el estilo de uno de los productores, Guillermo del Toro. Terror de muy buen nivel.
Una de esas películas, basada en datos históricos reales, que uno no debería dejar de ver. Si bien es una film ambientado en un juicio, un caso aparentemente cantado, un hombre que mata a otro, que no habla, que se entrega, que promete resolverse pronto, trae sus sorpresas. Se trata de un italiano, al que le asignan un abogado novel, que lo defiende de oficio. De a poco, como si se tratase de un thriller, se van conociendo algunos hechos. Primero que el hombre asesinado es un poderoso industrial, que fue el mecenas del joven abogado, además relacionado sentimentalmente con su hija. El abogado contrario es un profesor famoso de ese joven hombre de la ley. Y a medida que avanza la película se da cuenta de un hecho atroz y de cómo una legislación “tramposa” de l968, permitió que miles de crímenes de guerra nazis quedaran impunes. Durante el proceso, ese joven abogado, en quien nadie creía con capacidad y sin experiencia, se apasiona con el caso. Y cuando advierten que puede descubrir verdades incómodas del pasado lo presionan desde lo profesional a lo afectivo. Una frase dicha para despreciarlo demuestra hasta donde la discriminación sigue a flor de piel en la Alemania actual y teniendo en cuenta la etnia turca de uno de los protagonistas: …” si no fuera por tu benefactor (el asesinado) estarías vendiendo kebab…”. Con un enorme, conmovedor y contenido trabajo de Franco Nero, con un buena labor del joven Elyas M´Barek, con brillo en los rubros técnicos, el director Marco Kreuzpaintner aprovecha a la perfección el aceitado guion de Robert Gold, Jens-Frederik Otto, Christian Zübert que se basaron en la novel a de Ferdinand von Schirach. Estrenada en el 2019, premiada en festivales internacionales, es una suerte que llega a nuestros cines. Es una película sobre la moral, sobre la “justicia” de la leyes, sobre el compromiso con la verdad. No se la pierda
La directora Valeria Selinger cuenta que apenas leyó la novela, basada en su vida, de Laura Alcoba, supo que tenía que hacer una película con ese material. El caso no puede ser menos impresionante, la visión de una niña con padres militantes. La necesidad de callar, aleccionada a los gritos por su madre, más cuando su padre fue detenido, y cualquier infidencia o ingenuidad puede ser la muerte segura. En esa casa donde convive con su mamá, mas el matrimonio que espera un hijo, formado por Diana (la hija de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas) y su esposo economista. Un escondite para la imprenta de Montoneros, con una puerta disimulada y los conejos del título. Lo interesante de este film y este libro es que tanto la realizadora como la autora usaron los ojos de una niña para describir lo que ocurría en su vida y eso les permite a estas mujeres muy talentosas mostrar con toda crudeza una forma de vida y militancia durante el proceso, como pocas veces se ha visto. Un elenco donde se lucen Darío Grandinetti, Guadalupe Docampom Paula Brasca, Mora Iramaín, Miguel Angel Solá y la recordada Silvina Bosco.
Esta película de Martin Fariña, uno de los directores más talentosos y personales, con una impresionante cantidad de películas, tan experimentales como innovadoras, tenía esta producción de 2017 sin estrenar. Es film viene para que sus admiradores, que son muchos, comprueben una vez más sus inquietudes y preocupaciones. Ya había sorprendido con filmes como Fulboy (2014), El hombre de paso piedra (2015) Taekwondo (2016) hasta la película que hoy nos ocupa. Después llegarían Mujer Nómade y muchas más. Un creador incansable. En cuentos de chacales, se avizoran materiales que después vimos en otros films, recuerdos familiares que ya forman parte de nuestra memoria fílmica, preocupaciones y reiteraciones de anhelos, obsesiones, sugerencias, frustraciones. El acierto de la inclusión de un recuerdo que define una vida. Los recursos estéticos que sorprenden y nunca paran de experimentar. Una realización que hay que ver.
Es una película realizada por un equipo de notables y es un lujo. Una inteligente visión, y muy entretenida, que habla de la amistad, del peligro de las redes sociales utilizadas solo para lucrar, del reemplazo de la amistad por un robot, de la necesidad enfermiza de figurar o morir. Y no pocas críticas no tan veladas a identificables dueños de plataformas y redes que prácticamente dominan nuestras vidas. Pero esa mirada ácida e irónica no significa que el producto nos sea muy vistoso y gracioso, con una gran realización y una resolución tranquilizante. Esta dirigida por el veterano de Pixar Jean-Phillipe, por Sarah Smith, Octavio Rodriguez (Coco, Los increíbles 2). El guión está escrito por el responsable de las tres “Borat”, Peter Baynham y otros talentos que maneja la visión demoledora como ningunos. Temas como apuntes al pasar, para disfrute de los adultos: el bullying, los problemas de pobreza, la imposibilidad de conseguir amigos humanos y varios etcéteras que transforman a la película en un placer para grandes y chicos.
El realizador Brandon Christensen asegura que se inspiró en la llegada de un hijo a su vida, en la comprobación de cómo los adultos pierden capacidad de juego e imaginación a medida que crecen y también observo la dedicación exclusiva que un niño exige de sus padres, al menos de uno de ellos. Con eso armo una película de terror que no asusta pero que mantiene el suspenso de un niño que primero cree en un “amigo imaginario”, alentado por sus padres, que hasta le sirven un plato de comida en la mesa. Hasta ahí lo inquietante se va filtrando de a poco pero cuando avanza la cosa se pone turbia y no necesariamente original, aunque no pierde efectividad. El niño insiste y se pone peligroso. El padre se desentiende y la madre descubre un pasado y actúa en consecuencia. Hacia el final la trama se desmadra en exageraciones, pero lo amantes del género no se verán defraudados.
Es, evidentemente, la respuesta rusa, con todo su derecho, a la versión de la tragedia de Chernobil planteada en la exitosa miniserie de HBO, de cinco entregas. No es que se comparen. Son dos miradas sobre un mismo hecho, con planteos distintos y mucha ideología de por medio. Así como la miniserie se centraba en desplegar una ideología que dejaba muy mal parados a los rusos, ineficientes, ocultadores y responsables, en esta película el acento esta puesto en el heroísmo de un grupo de personas y como manejaron, bien, la crisis. Con alguna autocritica al sistema burocrático como responsable. Pero esta película se inscribe en un camino de la industria cinematográfica rusa, que busca hacer films de gran producción según el modelo hollywoodense. La directora y protagonista Danila Koslovskiy se extiende demasiado pero cumple su objetivo. Aquí vemos una historia de amor interrumpida que retoma su relación, se quiebra y vuelve con condimentos del horror y valor. Un grupo de aguerridos bomberos, los primeros en acudir, los esfuerzos de los médicos, la evacuación, y finalmente la resolución en la voluntad y el sacrificio.
Es una muy agradable comedia, una remake de una película francesa (La familia Bélier). El título alude a una sigla en inglés que define a la protagonista, hija de adultos sordos. Y si bien es la historia de una chica discriminada y tímida, el verdadero enlace de sus padres y su hermano con el mundo parlante, también es la típica historia de crecimiento. El descubrimiento de habilidades como cantante, un profesor que la impulsa y el nacimiento del primer amor. Eso sumado a un cansancio de rol familiar y a una necesidad de independencia completa todos los elementos bien jugados por la guionista y directora Sian Heder. Están todos los giros de la comedia de manual pero muy bien realizados y cuando nos queremos dar cuenta, aparece la legítima emoción y la lágrima resultado de un momento sin trampas. Hay escenas que son verdaderos hallazgos. Y grandes actores sordos como Marlee Matlin, Troy Kotsur y Daniel Durant. Y la buena de Emilia Jones Jones para pulsar todos los recursos.
Quizás lo que se le debe pedir al espectador de esta película es que vaya lo más virgen posible a verla. Que “olvide” que la novela de Frank Heverts en que se inspira es un clásico de la ciencia ficción que junto a “Fundación” de Asimov se transformaron en pilares de un género con fanáticos por millones y de donde abrevó y “homenajeó” mucho el creador de “Stars War”. La lectura de estos clásicos es lo mejor que nos puede pasar. Tal vez sería bueno que se dejara atrás esa fama de texto infilmable que por muchos años frustró a muchos creadores y puristas. Denis Villeneuve se atrevió con un presupuesto millonario, un elenco increíble, y sin dejarse tentar por un caos de efectos especiales, a realizar una lenta pero hipnótica versión que plantea con claridad el argumento, aunque eso le lleve mucho tiempo. Y recién al acabo de dos horas y media cuando todo comienza a tomar forma, se promete lo mejor para una segunda parte. Las cosas que tiene a su favor: una dirección de arte monumental, grandes diseños de producción y vestuario, que le da una belleza innegable por la que hay que dejarse atrapar. Corre el año 10.191 y el universo tiene un imperio que decide mandar a una familia noble, los Atreides a un planeta fundamental y desértico. Para eso le sacan el dominio a los Harkonnen, para que los nuevos poderosos sigan explotando al pueblo originario, los Fremen. En ese planeta arenoso, tan estéticamente parecido a Lawrence de Arabia, hay una sustancia, una “melange” que ayuda a mejorar a los humanos, le da poderes y de paso hace posible los viajes intergalácticos. Tienen lo que desean todos. Lastima los gusanos gigantes que todo se lo pueden tragar. Y esos Fremen testarudos que sueñan por siglos con un mesías que cambie la cosas con un concepto ecológico muy de estos tiempos. Filmada en Jordania con mucha pericia con muchos chiches técnicos donde sobresalen unos helicópteros libélula, diseños increíbles de fortalezas, mas visiones maravillosas de un desierto interminable, tampoco faltan las escenas de acción y peligro. Pocas pero están. Todo es lento, por momentos pesado, pero igual atrae mucho. Se lucen Timothée Chalamet como un héroe de sueños premonitorios que se prepara para ser el elegido, para construir su destino, con una contenida ansiedad, que ni sus poderes especiales, dados por su madre, logran calmar. Un joven con dudas pero que llegará a lo que marca la leyenda. Sobresalen Oscar Isaac, Rebecca Ferguson, Janson Mamoa, Zendaya, Javier Bardem y siguen los nombres. Es un desafío para el espectador de hoy poro vale la pena dejarse llevar por la seducción que encierra este film.