Agente 355 o la guerra de géneros al fin se ha desatado Una vez, hace tiempo, en un taller de literatura, para acompañar la lectura de “Mi amigo alemán” de Camus, la profesora nos mostró escenas de Olimpia, en el momento que los grupos olímpicos se presentan ante el Führer, la profesora comenta ¡que ganas de entrar en guerra que tenía el mundo! Quizás en esos momentos, como dice Camus, la esperanza de ganar o perder, ni siquiera llega a las capas superficiales de la razón y mucho menos los verdaderos motivos por lo que se va ir a morir. Palabras como paz, gloria, los hijos; el futuro justifica los actos más viles y deshumanizantes. Parece que de la pandemia permitió gestar un “nuevo” monstruo; Inglaterra tiene mucho que ver con esto, país empeñado hace un tiempo en recuperar el espacio que empieza a dejar vacante EEUU en términos de cine. Las producciones se desparraman por el mundo, receptivo a esta violencia bajo la forma de guerra de géneros. Porque sí, porque está claro que lo que hace Simon Kinberg, productor y escritor también, de otras “pegadas” como DeadPool o la supuestamente postmoderna: Abraham Lincoln: Vampire Hunter. Suele existir en el universo del habla , un forma particular, que es la siguiente: afirmar algo cuya afirmación en sí mismo es tiempo es su propia negación, en el marco del universo Freudiano ésto se podría aplicar al siguiente chiste: Analizante al analista: soñe con alguien que me exitó mucho…. Analista: mmmmmaja Analizante: pero no era mi madre. En este chiste (si lo fuese) lo que es importante es que la negación (no es mi madre) es en realidad una afirmación pero negada; o sea, lo que se está diciendo es lo contrario a lo que se niega; esto puede funcionar de muchas maneras. Una de estas es el film de Simon Kinberg: Agentes 355. Claramente Brit. (aunque el autor muestre doble nacionalidad) el ascendente directo es el estilo marca Guy Ritchie: colores saturados, mucha acción, chistes en medio y a través de la propia acción; acá el momento más gracioso (si la violencia puede ser graciosa) es el despropósito de golpes que termina en una brutal paliza que la protagonista Jessica Chastain le da a un gigantesco mafioso, supuestamente ruso, y los mafiosos ahora son rusos en la línea de cliché que niega toda la afirmación, porque si hay uno son todos, toda la película es un gigantesco cliché. El film tiene la apariencia de estar a la época, los hombres cuidan a los hijos, las mujeres se van a defender la libertad del mundo; Lukács se granjeó la enemistad de la izquierda primero, cuando afirmó que la desestalinización no era más que otro estalinismo, o sea que por cambiar los roles, no se cambia lo que realmente importa, que es lo que produce la propia violencia. Por otra parte, si uno mira con perspicacia los filmes del Beat Kitano, él hace rato viene haciendo un cine de género, donde deja entrever que los hombres se pelean porque no tienen otra cosa que hacer. Vayamos a los personajes: Jessica Chastain es la mujer herida, la que reincide en el mal amor, con un mentón que era patrimonio de los hombres o sea masculinizado, a lo Clark Gable o del finado Ricardo Fort; Diane Kruger en un personaje que levanta la figura más repudiable de todas, la de la de haber delatado al padre; figura que Occidente se encarga de repudiar de la revolución cultural de Mao, y típica del tercer reich, pero cuando el fascismo viene de Occidente libre no es fascismo y no es delación, aplausos a esta propuesta de mujer herida. Lupita Nyong’o, que de una tranquila mujer de la informática, frente al asesinato de su pareja se vuelve una ¿black panther?una mau mau, ojo con las mujeres enojadas parece querer alertarnos Kinberg, (seguramente algunos dirán que n me doy cuenta que es una comedia). Bingbing Fan, un personaje que no termina de delinearse más que por la aparente necesidad de mostrar un gesto de amistad a China, recordar la cínica frase de Mcnamara: “que en el fondo no supimos entender a los vietnamitas”, pero con padre obedece sus órdenes ¿amorosamente? Hasta que lo matan. Finalmente Penélope cruz, latina, psicoanalista y madre, ¿no resulta por lo menos llamativa esta distribución de conflictos personales, donde hay una catalogación de los conflictos de la mujer, incluso repartidos por nacionalidades? ¿No es esto todo lo contrario de lo que parece decir oculto detrás de una gran lluvia de tiros y golpes? Lo único que falta es que el próximo film se trate de un golpe de estado que es resuelto por estas mujeres. Otro de los tantos clichés culturales, es el comienzo del film, el origen del conflicto. Acá deberíamos decir que ahí habría que levantarse de la sala e irse, pero bueno, finalmente uno en su curiosidad termina siendo cómplice. Esto es lo que una y otra vez reincide el cine angloamericano, es sobre la mitomanía de la violencia colombiana, hace parecer que el mismo es de carácter ontológica, por lo menos es lo que subyace al cliché; un villano colombiano en una ambientación realmente burda, le dice al otro villano anglosajón: “antes probábamos la cocaína ¿te acordas?” Ahora te muestro como se derriba un avión. ¿qué quiere decir esto? Es que el mal, para el autor, no tiene final, ahora es tecnológico y la única posibilidad que hay es destruirla, es entendible que Heidegger tenga una nueva resurrección, (es uno de los autores actualmente, inexplicable por su dificultad, más vendidos) otro de los clichés, es que un adolescente, aislado en la selva (¿será su cuarto en el covid? ) se puede hacer una llave para todo sistema, que nos está queriendo decir? Qué mensaje le da a los adolescentes, que pueden ser lo que quieran encerrados en sus cuartos, que opinion emite sobre el mismo? Por otra parte seguir insistiendo con la cocaína y Colombia oculta un factor que nunca se dice que es el origen de la violencia en Colombia: “Este artículo ofrece una comparación de los mecanismos que definen la relación de las economías cocalera y esmeraldera con el conflicto interno colombiano. Las dos economías comparten aspectos de central importancia: altos niveles de criminalización, violencia crónica, fuertes nexos con mercados globales, entre otros. No obstante, el desarrollo de cada una ha sido muy distinto. A pesar de que Colombia se convirtió de manera relativamente tardía en un país productor de coca –a principios de la década de 1980, solamente servía de intermediario comercial–, ya en 1978, algunos grupos guerrilleros comenzaban a debatir cómo asumir el nuevo cultivo (Ferro y Uribe 2002). A partir de allí, diversos actores, desde paramilitares hasta funcionarios oficiales, comenzaron a vincular crecientemente sus intereses con los de la industria de la drogas. De esa manera, la coca pasó a ser definida como “el combustible” de la guerra colombiana. Aunque tal definición puede ser una simplificación, es claro que nuestro conflicto no puede ser analizado sin tener en cuenta la existencia de un gigantesco mercado global cuya regulación y tributación están, por definición, más allá de la esfera estatal. Por otro lado, desde las primeras décadas del siglo XX, el país mantiene la condición de ser el mayor productor mundial de esmeraldas del mundo, no sólo gracias al volumen de producción sino también a su calidad”[1],[2] La esmeralda sigue cartelizada y nadie dice nada, nadie se horroriza y en definitiva, la producción de cocaína compitió con la esmeralda, seguir con ese mito es adjudicar a Latinoamérica una condición violenta ontológica, y no ver las causas de los grandes carteles de explotación minera que en definitiva compran Europa, Canadá y EEUU. Finalmente el personaje de Penélope Cruz, que siempre sabe compensar belleza y actuación, pero el tema es que una Latinoamericana es psicóloga y madre, o sea la psicología y la maternidad feliz es patrimonio latinoamericano. Por último, algo que el film se dedica a retacear, es todo el universo LGTBIQ+, directamente lo niega, todo sucede entre hombres y mujeres sis, y está mostrado e forma de guerra, el beso final que podría haberle inyectado algo de aire al film está negado. Si Thelma & Louise (Thelma & Louise, Ridley Scott, EEUU, 1991) era una película tardía cuyo final moralista y explícitamente autocomplaciente, se planteaba una posibilidad que este film, 20 años después no se anima, o quiere corregir. Hay maneras honestas de discutir los planteos o algunos planteos del feminismo, pero travestirse de feminista para decir que pueden hacer lo mismo que los hombres, ya lo habían dicho peliculas mucho mas obvias y menos ampulosas como por ejemplo la también de Ridley Scott. Hasta el limite (G.I. Jane, Ridley Scott, EEUU, 1997) [1] Lo que hace especiales a las esmeraldas colombianas es que poseen una perfecta proporción de cromo, mientras que esmeraldas como las brasileñas y las africanas tienen exceso de cromo, lo que les resta brillo. [2] Subsidiary orders, Coca, Emeralds: War and Peace, Francisco Gutiérrez Sanín, Mauricio Barón; colombia. int.no.67 Bogotá Jun./June 2008 http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-56122008000100006
Sobre “Boda negra”, o las intenciones del cuento folklórico. Los estudios folclóricos nacen de la mano del romanticismo, de las entrañas del despertar de las conciencias nacionales, frente al empuje universalista de la modernidad, que en un momento fue representado por la revolución francesa, pero después por lo propio de la técnica; este conflicto fue la llama de la música romántica, del poema sinfónico, del dúo Bartok-Kodaly que tienen uno de los más importantes trabajos en música, rescatando en el territorio de Hungría las bases folclóricas frente al romanticismo europeizante de Liszt. En la Argentina este mismo problema resulta en la fundación de la Sociedad Argentina de Antropología (SAA) en 1936, frente a la necesidad de conservar cierta identidad criolla dada la ola inmigratoria europea. El término Folklore proviene del inglés arcaico (sajón) Folk (pueblo) que como se sabe comparte con el Volk germánico la voz indoeuropea *pel-2 (llenar, magnitud), y de Lore, (saber tradicional, acervo). Su estudio se supuso como una rama de la arqueología que estudia el conjunto de las creencias, cuentos, leyendas, proverbios también juegos y danzas. Pero lo que nos interesa son los cuentos y artes populares; desde cierto punto de vista, la mitología pertenece al campo del folclore así también el llamado Naiv. La palabra se la puede situar por vez primera en 1846 en el Atheneum inglés, con la firma del anticuarista John Thoms (1803 -1885) sin embargo, el concepto (1736–1796) se puede rastrear hasta 1760 cuando James Macpherson escritor , poeta y traductor del Gaélico, combina ambas cosas en un famoso texto, el “Ossian”, ciclo épico de poemas y “fragments of ancient poetry” en escocés-gaélico (Scottish Gaelic), trabajo similar al que va a hacer Wagner con “el oro del Rhin” (Das Rheingold) o “El anillo de los nibelungos” (Der Ring des Nibelungen). Los cuentos de brujas de G.A. Bécquer (1836–1870) pueden entrar también en esta serie, como también el de Irlandés W.B. Yeats (1865–1939). Todos están de acuerdo que son los hermanos Grimm los que establecen las bases de la ciencia del folklore al crear un sistema clasificatoria que todavía hoy es referencia para el estudio de los mismos, esto consiste en una forma estructurada y orgánica de agrupar las historias, su lectura desprejuiciada, sumado a los estudios como los de Prop, dejan ver más que bién, cómo el cuento folklórico está emparentado con lo que hoy se da en llamar terror, incluso, en el más edulcorado de los cuentos reelaborados por Disney, se hallan rastros de ese trasfondo terrorífico que tiene todo cuento folklórico, ni que decir de los Cuentos de mamá oca, de Perrault (1628.1703) Por otra parte Franz Boas (EEUU, 1858–1942) sostenía que el folklore brinda más información etnológica que cualquier otro documento. En este sentido, caminaron por los derroteros el folklore Nietzsche, luego Freud de una manera, y Jung de otra; o Heidegger, que, cuando discute la tecnología, es un anti moderno, y es quizás éste, una de las explicaciones del éxito literario renovado que está viviendo. Los mitos y leyendas rusos tienen un origen que está más allá de la lengua e identidad rusa[1]. Tal vez en las llamados pueblos de las estepas (Gimbutas). En los siglos VII y VIII diversos pueblos todos de habla eslava comienzan a asentarse en la región que une el Báltico con el Mar Negro gracias a una red de sistemas de ríos que une uno y otro acuífero, ; poco a poco irradiaron su cultura de tal modo que los vikingos originarios del rus de Kiev, no sólo adoptaron el eslavo sino también le dieron un carácter eslavo a sus nombres. Nuestro filme, del director Svyatoslav Podgaevskiy, también director del conjunto de historias de terror que están llegando desde Rusia, sin quererlo quizás y a fuerza de empeño, poco a poco prometía armar, tipo puzzle cultural, usando el terror como atajo, a la manera de un etnólogo, un mapa del folklore Ruso. El problema principal es que poco a poco se fue alejando del cuento folklórico para introducirse en el mito urbano, cosa que no sería problema alguno, si no fuese porque de sencillos cuentos, con buenos y potentes resultados, las historias comenzaron a tener un giro de tipo manierista al introducir problemas políticos cruzados con estéticos. En esta historia inclusive, aparecen elementos chauvinistas y clasistas, como la gitana que quiere usar la desesperación de una mujer, que es una pobre costurera, enamorada de un joven artista (observar atentamente las esculturas del atelier, donde hay todo un comentario político estético, de hecho hay una réplica de un Miguel Ángel , pero uno bastante particular) hijo de familia rica. Para arreglar sus asuntos con el mundo preternatural, la gitana, y de este modo afirma la mitomanía de que los gitanos no son de confiar, usa la desesperación de joven inexperta (¿ignorante?) costurera. El casamiento por iglesia, otra vez no queda claro el alcance del “comentario”, dado que bien sabemos que la iglesia en Rusia, mayoritariamente es ortodoxa, y es justamente un punto álgido de la propia historia Rusa; Bizancio de cara a los otomanos y Rusia atrapada entre los germanos y los mongoles ven imperios imperios la alianza como una salida frente al peligro, alianzza militar primer y político cultural después. Si Santa Olga de Kiev, en 945 o 947 toma la religión ortodoxa aunque sin mucho resultado; finalmente es Vladimiro el grande(946?-1015) que logra introducir el cristianismo bizantino u ortodoxo al casarse en el 988 con Ana Porfirogéneta, la hermana del emperador Basilio II de Bizancio; todo esto es debido a que en el film el casamiento se da en una iglesia católica apostólica romana y no en una ortodoxa, con lo cual pueden suceder por lo menos dos cosas: una es que el film tenga un costado chauvinista con respecto tanto a los gitanos como a la iglesia romana. Los gitanos comercian con el mundo preternatural, comercio que suele salir mal, la gitana honorable finalmente muere por el propio bastón ¿les suena a algo eso?. La otro posibilidad, no excluyente, es un conservadurismo intrínseco, propio del folclore, justamente de lo que se ríe Milan Kundera en su libro “la Broma”. Algo que descubrieron los americanos y parece que todavía los rusos no, es que este tipo de series (por qué no llamarlo serie?) deban pasar por distintas manos; muchas veces incluida mi persona me pregunto cuándo será que descubra fastidiado un lector mis recursos, de la misma manera un director debiera tener claro ese problema. La gente de Fx siempre dice que los tipos efectos deben combinarse, no se debe usar siempre el mismo efecto siempre porque cuando el ojo descubre el mecanismo del mismo, deja de creer en él y la película “se cae”. Eso mismo pasa con los recursos narrativos. Y en este caso como dije, la historia se le complica hasta el manierismo; la cuestión de clases, la creación artística y su relación con la política (un problema típico heredado del socialismo), la paternidad y maternidad, el buen y el mal amor son una coctelera que quedó grande para actuaciones que no están a la altura. Con sus desniveles, el autor parecía querer hacer una recopilación del folclore eslavo, en función de rescatar tradiciones en un formato hoy comercialmente viable. En el afán de producir un sin número de filmes, parece que se desdibujó la premisa, o quizás nunca la hubo y sólo era expectativa mía. Algo que se nota, o por lo menos yo noto, es que los rusos tocan de oído todo lo que pasa en una iglesia apostólica romana, años de socialismo y de cristianismo ortodoxo, seguramente les dificulta mirar dentro de esa cultura. De todos modos, Boda negra tiene comentarios y motivos que hacen pensar que el autor tiene mucho más para dar. Lograr mezclar política y hechos históricos con elementos sobrenaturales es más que interesante. Aún cuando uno no comulgue ideológicamente, es claro que debe conocer el tema mucho más profundamente de lo que finalmente queda en sus filmes. Como por ejemplo el tema del pelo en el bebé (comentario como al pasar y no usado) y la diferencia de corte entre las dos mujeres, incluso el de la gitana (ver Frazer: el tabú del pelo); o las esculturas clásicas y neoclásicas en el estudio; el pseudoartista que confunde obsesión con arte podría haber sido un gran tema, Kitano lo trabajó con gran éxito, Carpenter también, entre muchos otros; pero también la obsesión de la protagonista es otra. La pobre costurera corriendo hasta el infierno para conservar el amor del joven rico y bonito (como si fuesen dos categorías linkeadas) con lo cual subraya más que un comentario inocente sobre el problema de clases en Rusia, agravado por el cliché (el chico rico maneja una Ducatti), ¿los peligros de salir con alguien de otra clase social? Las clases sociales bajas tienen contactos en el submundo (gitanos) que mejor dejar tranquilos? Bueno, ahí hay tela para cortar, y mucha, quizás en un próximo artículo. La aproximación final a un cuento de los hermanos Grimm es otro de los tantos autosuicidios del film. PD: Les debo en este artículo, algo que prometo escribir en la brevedad y es sobre lo que Kant llamó el buen y mal amor. Un tema recurrente no sólo de este film sino de la cinematografía mundial pero amerita o quisiera que sea un artículo por derecho propio, donde volveremos seguro sobre esta serie de films ya que es uno de sus puntos nodales que desarrolla o parece motivar al autor y que finalmente es uno de los tópicos del mismo cine de terror. [1] Mitos rusos, Elizabeth Warner, akal, 2005, Madrid
La última noche, o una lección de cómo arrancar lágrimas con una falacia Una navidad, amigos que se juntan. El formato repite el típico cine en el que un grupo de amigues se reúnen y a lo largo del metraje comienzan poco a poco a sacar sus “trapos sucios”. Hasta que hacen catarsis y cada uno se marcha a su casa, de alguna manera y con un giro sumamente violento pero hay que reconocer que renueva el género es la trilogía de Qué es lo que hicimos ayer de Todd Philips. Sin embargo, en el momento que todo se vuelve insoportablemente tedioso, nos enteramos que lo que pasa, y lo que va a pasar, es infinitamente más grave, es el fin del mundo. En los años 60´ se habían puesto de moda unas serigrafías con el rostro de un niño llorando. Quizás esa década fue una de los más “berretamente” sensibleras, montada sobre los 70 también. No estoy hablando por supuesto de la foto de la niña desnuda cubierta por napalm, no estoy hablando de esos documentos que cada tanto nos golpean el alma por mostrar la atrocidad que podemos llegar a hacer, no. Me refiero a esas otras imágenes de una mujer embarazada con una rosa blanca en contraluz, o esas otras películas como Castillos de hielo” que arrancan lágrimas casi a las patadas, que como diría Putin, “el que no fue comunista de adolescente no tiene corazón”. El que no llora viendo morir a dos enamorados es un pedazo de hielo, pero sí, el cine una y otra vez nos alcanza con estas futilidades. Nos obliga a llorar. Pero también se puede salir riendo a carcajada limpia o indignarse.. La última noche parece hecha por un grupo conspiranoico. Y si no está pagado por un grupo antivacuna, la directora Camille Griffin es funcional a la peor de las posturas anti vacuna, diría miserable. Por otra parte, ubicar de vuelta el drama en la más alta y rancia aristocracia inglesa, tan aristocrática que se permiten hacer chistes sobre la reina y sus perros, aburre, cansa y ofende en estos momentos. No por la Reina (no soy monárquico en lo absoluto) sino por el sentido de quien los hace; ver la tragedia en un bien puesto “chatêau” sería en francés (mi indignación es tal que no me deja pensar) es la contracara de las películas de los 70, diseñadas para actores en decadencia, que sucedían en la costa del sol, en Marbella o en cualquier otro lugar de la costa del Mediterráneo. La pandemia exige más pandemia. Morir con latas de cocacola y preocuparse 20 minutos, para mostrar lo buen padre que se puede ser en un Country House en la campiña inglesa casi es repulsivo, como también los juegos de sinceridad amorosa y deslealtad asumida. Mostrar lo bucólicos que pueden ser es reanimar la llama del chauvinismo, la contracara de este film es la novela “La única historia” de Julian Barnes (Anagrama, 2018). El film es funcional a los libertarios antivacunas, los que conspiran con la idea de que el Estado y los científicos mienten. Una vez puesto en crisis eso, cualquier cosa es posible. Que existan vampiros, que la tierra es hueca o que en la Antártida hay platos voladores nazis; no señores, no es momento para jugar con eso, o mejor dicho no se puede ser inocente y decir que es una fábula inocente. Es muy serio y peligroso lo que plantea, me guardo de hacer suposiciones e incluso deseos, lo más indignante del tema es que levanta una montaña discursiva para plantar una semilla que parece inocua y pequeña y sé que muchos me van a decir que no vale tanto escándalo, también podrían decirme que no le de entidad porque con estos escritos voy a hacer que la vean. Sí hay que verla y darle entidad, darle relieve y señalarla. Hoy ciertos discursos vienen en paquetes muy elaborados y hay que verlos para entenderlos, ya que ninguno de los lectores es un patán o un zonzo que va a ser cooptado por este discurso. Pero hay que tener claro que, como dice Jean Cayrol, ya no es la brutalidad infame de los nazis lo que hay que temer, es algo mucho más sutil, que se cuela en muchísimos discursos de apariencia inocua.
Sexo desafortunado o sexo loco, de Radu Jude En la línea de Montenegro: cerdos y perlas, o El Tren de la vida un film que nos entrega lo mejor de una cultura que por obvias razones nos es y será siempre misteriosa. La imagen que se suele tener de los Cárpatos, Balcanes y adyascencias, en donde se incluye la hoy Rumania, se debe entre otras cosas a la prejuiciosa aunque infame mirada de los ingleses pero también a la de los alemanes con la pan-germania incluída. En filmes como Frankenstein (Frankenstein, “The man ho made a monster”, James Whale, EEUU, 1931) que aunque de Estados Unidos, Whale es inglés y uno de los directores que trasladó el expresionismo alemán a Hollywood, también en Drácula donde el libro de Bram Stoker resuma racismo “brit” aunque su autor es Irlandés. El actor más famoso de la versión cinematográfica del vampiro era un húngaro que se negaba a hablar el inglés y los textos los aprendía de memoria. Con estos filmes se establece un canon racial y cultural, si dicha distinción fuese posible sobre la región de los Cárpatos y Balcanes, como una región subdesarrollada, llena de campesinos atrasados, con aristócratas “chupasangre” imagen a la que contribuyó también el conjunto de films sobre la deprimente aunque bella emperatriz Rommy Schneider alias Sissí (Ernst Marischka, Austria, 1955) También, Rumania, es un conjunto extraño de superposiciones culturales desde los Dacios Indoeuropeos hasta las invasiones Romanas, Húngaros, también de los Otomanos; su alianza posterior con Alemania y como consecuencia finalmente la de los Soviéticos (si no se cuenta la globalización como invasión). Como bien indica su nombre es único país, junto a Moldavia en cuya región la lengua oficial es románica. También es tristemente famoso por el gobierno Nicolae Ceaușescu, que, jugando a uno y otro bando en una política que ayudó a la disolución del llamado “Pacto de Varsovia” aunque terminó implementando una política aislacionista que llevó a la revuelta de 1989, donde, ante un occidente hipócritamente horrorizado, detenido, juzgado y fusilado casi instantáneamente junto a su esposa, el día de navidad. A pesar de todo esto, que suena más a calamidad; la región es una usina de intelectuales, desde psicoanalistas hasta antropólogos, desde filósofos hasta poetas, y en ningún momento ha dejado de brindarle a la humanidad valiosas personalidades. El film de Jedu está en clave típicamente rumana, como es su comentario sobre el folklore que podría haber sido escrito por Milan Kundera; un humor grave, pero humor al fin, no melancólico como el húngaro, aunque sí parecido al checo, quizas también al polaco como el del fim sobre Michalina Wislocka. (Sztuka Kochania, History of Michaliny Wislockiej, Maria Sadowska, Pol. 2017) donde Michalina, una ginecóloga avanzada en ideas y acciones, roba cortinas de las oficinas de burócratas, para hacerse vestidos. El film BAD LUCK BANGING OR LOONY PORN, de Radu Jude, nos muestra en clave de desastre tragicómico, varios problemas que podrían no ser nimiedades; pero parece que si estamos maduros para invadir, matar, cometer cualquier atrocidad étnica, todavía resulta insoportable (llámese pecaminoso, obsceno) ver o enterarse que el otro puede gozar sexualmente. Y no sólo eso sino querer (no es este el caso o si) mostrar la felicidad de su goce sexual. Parece que el goce sexual, problema que parece que se ha agravado en la pandemia, también muestra que el desnudo si no es sexual es soportable. Quizás por eso en los balnearios y piletas de los países ex socialistas los empleados se visten como en hospitales. Me imagino que, a pesar de eso, debe haber más de una persona en esas regiones que finalmente se excita con esos uniformes blancos,en principio pensados para eliminar toda posibilidad de erotismo. Una “fuga” en la privacidad de una docente (filman con el marido un película porno que no se sabe bién por qué llega a pornohube y de allí a estado público) llevándola a tener que someterse a una especie de juicio público frente a los padres de sus alumnos. El film apela a la famosa reflexión de Sartre sobre la relatividad del valor de la una vida de un transeúnte inocente frente a los miles de muertos también inocentes de los campos de concentración. De la misma manera, el autor va a ir develando poco a poco la hipocresía de todo ese sistema y, sin convertirse en un discurso feminista a la carte, muestra la hipocresía de esas madres y padres que se creen guardianes de no se sabe qué moral. Del peligro que se corre en los medios en el desdibujamiento en la frontera de lo público y de lo privado, de cómo un momento bizarro y feliz en la vida privada de una persona, si atraviesa esa barrera se puede convertir el peor de los calvarios. Con acertado ojo, la profesora se defiende diciendo, “pero sus hijos estaban viendo pornohube, lo que vieron de mí fue casualidad, lo que es cuestionable, en todo caso, es por qué menores pueden ver páginas que están destinados sólo para adultos.” El remate paroxístico del film, a la manera de otro gran film de origen rumano aunque fichado como francés El tren de la vida (Train la vie, Radu Mihailean Francia, 1988) finaliza en un surrealismo que nos permite salvar el dia con una sonrisa y no con una mueca de dolor frente al espanto de entender que la sociedad que votó a Ceaușescu es la misma que lo ejecutó, que las revoluciones no sirvieron para nada, la vileza está incrustada en el alma humana y necesitamos, (en este caso) una heroína con prótesis peneal que le den a los villanos su tan merecido castigo NdA: más que castigo, si podemos poner en perspectiva el film, ella les termina brindando lo que tanto anhelan y no pueden obtener por medios propios, en realidad el propio juicio es una inversión de los lugares de goce.
El aro: resurrección De manera paradójica, el mundo proclama a gritos la muerte de las categorías, pero éstas no sólo no dejan de existir sino que se multiplican exponencialmente. Este es un tema que, una y otra vez, se presenta. Parece que las categorías más que desaparecer, resucitan una y otra vez, aún cuando académicos y neófitos presurosos declaman su muerte, o las usan a discreción. Quizás lo que cambió es que antes se debía usar un grupo determinado, y hoy se usan las que más le guste al autor, al lector o al teórico: film noir, film feminista noir, film subjetivo noir psicológico feminista, etc. Así se pueden ir agregando categorías hasta el infinito, hasta volver a lo que es sólo un film, pero ya no es un film, sino un objeto audiovisual. Pero, ¿qué es un objeto audiovisual?. Ahora vamos a hablar de un film japonés que, tiene bastante aspecto koreano. Como verán ya introdujimos dos o tres categorías, sin quererlo incluso,: la idea de fluidez, cosa que ni a los japoneses tradicionalistas ni a los koreanos que se autodenominan inventores de K-pop les gusta mucho, pero para los ojos redondos, tienen muchos rasgos en común. Probablemente la pujante fuerza de la producción koreana hace que ciertos rasgos migren de un lado al otro. El filme EL ARO: RESURRECCIÓN (THE PERILOUS INTERNET RING) de Norio Tsuruta (Norio Tsuruta (鶴田 法男, Tsuruta Norio, 1960, Tokyo, Japón) basado en el cuento homónimo de Koji Suzuki; pertenece a su vez una antología de su obra llamada “Dark Water” (novela)[1]. La adaptación cinematográfica del cuento es el conocido Ringu por Hideo Nakata, el filme más taquillero de la historia del cine (de terror) japonés, convertido en un auténtico fenómeno de masas, con varias secuelas, libros, mangas, series televisivas y videojuegos[2]. Suene extraño o no, Suzuki, que no es ninguno de los filósofos Suzuki, como tampoco la fábrica de motos y vehículos y otra infinidad de cosas, tiene una Maestría en Educación Infantil[3] De la misma manera que todo “manual del docente positivista”, coincide que el conocimiento de un alumno en un examen es completamente ajeno al conocimiento subjetivo sobre la persona, cualquier trabajo, sea éste ensayo, paper o arte, debiera seguir esos mismos preceptos. Pero cómo usamos las categorías o las dejamos de usar al gusto de cada uno, en este caso también usamos discrecionalmente esos datos. Esto lo digo porque el autor del libro, Suzuki, en el que está basado la franquicia completa es un personaje que en muchos puntos es una mezcla de Stephen King y Kenzaburo Oé; en principio es un escritor que experimenta con vivencias extremas, cría un hijo, profesor de literatura francesa y narrador oral de cuentos de terror[4] Si su primer éxito de taquilla fue con Ringu (リング, Kanzen-ban , Chisui Takigawa, Japón) (Ringu, リング, Hideo Nakata, Japon, 1998) y Ringu 2 ,(1999), del mismo autor de Rasen らせん, Jôji Iida, Japón, 1998), en la misma línea se filmó The Ring Virus (Kim Dong-bin, Korea 1999) el nombre del director así lo indica, también Ringu: Saishûshô (tele- serie de doce episodios 1999) como Ringu 0: Birthday (Norio Tsuruta, Japón, 2000), este último, parece querer arreglar de un modo amable la historia aunque para ello borre con el codo, toda metafísica en aras de una supuesta carta de principios. Mi aproximación fue completamente inversa a la historia de la franquicia y, si no me equivoco, en Argentina para el público no especializado, el éxito en salas fue a partir de El aro (The Ring, Gore Verbinski, EEUU, 2002); para el 2005 cuando Hideo Nakata filma El aro 2, ya estaba instalado el tema. En lo personal, (después hablaremos de otras cuestiones), me gusta el cine de Verbinski, y creo que hizo una gran adaptación al convertir el cuento de espectros japonés en una renovación del cuento gótico (otra categoría, post-categórica) del mismo modo que hizo con el cine de piratas. El film de Takigawa, por otra parte, se remite a la tradición japonesa con la idea de “un ser salido del océano”. Lo interesante del momento que dos buenas películas, del mismo libro conseguían dos objetos distintos, cada uno haciendo referencia a sus propias culturas. La idea de una crítica a las nuevas tecnologías sobrevolaba las dos historias, pero Cronenberg ya había hecho lo suyo, así que el problema pasó sin mayor atención. El cabello. El cabello o pelo es, en todas las culturas, un motivo que tiene componentes rituales, sagrados y religiosos, incluso hay alguna que otra fobia al cabello, como la caetofobia; la imagen del muerto al que le siguen creciendo las uñas y el cabello tiene su componente horroroso, por qué no tabú; incluso, la pérdida corporal del pelo, junto con la posición de la vagina en las mujeres, son señales del posible carácter neoténico del ser humano, o sea que el vello y pelo, en su pulsión de crecimiento o caída, nos une a la realidad biológica, a la naturaleza misma. El cabello en diferentes culturas también está vinculado a la fuerza, a la juventud, y principalmente a la sexualidad, o sea como diría Bataille: el erotismo siempre se entrelaza indefectiblemente con la muerte, muerte y erotismo son una misma cosa. Las monjas se debían rasurar el pelo, cosa que muchas órdenes mantienen, tanto como bañarse con un bañador y sin espejo, los adolescentes suelen ocultar con el pelo su rostro, sean mujeres u hombres o elles. Hoy en día el implante de pelo en hombres, (lo e visto en mujeres también), rasurarse la vagina o el pene es parte tanto de ritos como de modas. Los Sikhs no se cortan el pelo, siguiendo antiguas tradiciones que se remontan a los aqueos, Gilgamesh está bien documentado, usaba la barba trenzada, la moda no dice que Odín también, sabemos que el cabello púbico también se trenzaba. Los teratomas suelen tener pelos, cosa que le da un aspecto de lo más repulsivo. Hay que tener en cuenta el origen japonés de la historia, con lo cual hay que tener sumo cuidado con el análisis. Lo que nosotros llamaríamos dibujos eróticos, en Japón se dan en llamar “imágenes de primavera”. El más antiguo, datado en 1660, de un “maestro Kobun” está vinculado a una tradición que todavía hoy sobrevive y que es incomprensible para el occidental, hace 2600 años aproximadamente educado en los ideales del amor en los diversos sentidos que se le fue dando a Platón y en la concepción de la sexualidad que si no está reservada sólo para el amor es siempre pecaminosa. El amor en Occidente es la puerta que abre al sexo, en Japón no, por eso en Occidente existe la figura del amante. Una cosa que es curiosa es que desde el Maestro Kobun hasta los más recientes dibujos de Utagawa Kuniyoshi, que trabajó alrededor de los años 1830, el pelo siempre está, incluso en los momentos de mayor goce sexual, prolijamente arreglado, una arreglo que sería ridículo para una descripción occidental de sexo desenfrenado, a menos que la mujer tenga extensiones y no se dejara tocar el pelo, ¿Qué hay más erótico que la pintura de “Ophelia” de Sir John Millais? Como contraparte, el sexo en Occidente también siempre estuvo vinculado a cierto desenfreno báquico o fáunico, en fin dionisíaco, que parecen no conocer los japoneses, con lo cual, la idea del pelo desordenado y flotante en estos film debe ser mucho más repulsivo para la conducta japonesa de lo que podemos imaginar, la repulsión en Japón tiene otros límites, las diversas hambrunas producto de las guerras “feudales”, y las bombas atómicas pusieron varas muy altas. Por otro lado es sabido que todavía en los concursos de fotografía en Japón está prohibido mostrar o insinuar genitales, a costa de ser rotas las fotos en la propia aduana. Las bases de cualquier concurso Nikon lo pueden demostrar. En este sentido debe ser leída la fotografía de Araki: en Japón la sexualidad es algo completamente distinto que en Occidente. Por otra parte, en el texto de Heidegger “En un diálogo hacia el habla, entre un japonés y un inquiridor”, (el Conde Shuzo Kuki y Heidegger) (ojo que en la cátedra de metafísica de la UNT que aparece en línea, está mal traducido como inquisidor[5]), queda claro en ese diálogo que las categorías de bien, belleza y lógica, son completamente otras. Esto es importante para pensar los límites y representaciones de aquello que llamamos horror. La Estética justamente plantea y se pregunta por esos límites, junto a todo el cuerpo filosófico al que pertenece. Es informativa esta nota: “Una historia real de un hombre japonés que mató y se comió a una amiga suya motivó a la realización de un documental titulado “Caníbal”, que cuenta la increíble vida del empresario millonario que en 1981 sólo fue condenado a dos años de prisión por el crimen y hoy, a sus 69 años, pasa sus días en Tokio junto a su hermano. Issei Sagawa estaba obsesionado desde chico con las mujeres pero lo que ninguna pudo imaginar es que el hombre terminaría asesinando, abusando, comiendo y descuartizando a una joven de 25 años que le daba clases de alemán. A pesar del atroz crimen en París, la Justicia sólo le dio una condena de dos años de prisión y luego fue extraditado a Japón, donde por una supuesta falta de pruebas, fue absuelto. Y fue recibido como una estrella y uno de los primeros casos registrados de canibalismo que derivaría en historias, reportajes, y hasta un documental” [6] Es claro que cuando Kuki y Heidegger hablan de los conceptos de estética y arte, lo que están diciendo nó sólo que las dos culturas difieren en lo que entienden por belleza sino también por horror. O sea aquello que diríamos que es lo que no se puede ver, no está fuera de toda representación. ¿En qué consistirá lo insoportable para un japonés? La crueldad, la violencia, las representaciones y son construcciones culturales, en Japón además tienen agregado el problema que la introducción de la moral cristiana y sus derivados éticos es relativamente tardía. Maggie Childs dice que fue en la Era Meiji (1865) la ola modernizadora que recorrió Japón cubrió con un manto de silencio “la abierta y desenfadada aceptación de la homosexualidad” La historia de la homosexualidad parece estar fechada con un héroe cultural: Kobo Daichi (774–835) fundador de la secta budista shingón, es de creencia popular que el es el inventor de la homosexualidad. También en poemas del periodo Heian. En el período Muromachi (1336–1568) existen lo que se llama chigo monogatori, o cuentos de muchachitos, “la trama básica” dice también Childs: “el encuentro cortejo y fusión amorosa ocurrido entre un sacerdote y un jovencito de aproximadamente unos 15 años” probablemente, ahí se centre la fascinación de algún que otro actor por el Budismo y la aversión de los comunistas chinos al mismo. Es durante el S XV y XVI que jesuitas portugueses viajaron al Japón. Juan Fernández (1526–1567) escribe: “ dicen que cometer actos de sodomía en un niño no les causa a él (se refiere al menor descrédito ni a sus parientes el menor deshonor, ya que no tiene virginidad que perder, y dado que en todo caso la sodomía no es pecado). Dice también Childs , citando Paul Valéry y George De Vos, que “la propia relación Samurai ayudaba a estimular la práctica homosexual”. Esto quiere decir que la figura monstruosa de la mujer que sale de un elemento tecnológico de puro invento japonés, no es solamente una cuestión menor, si se observa bien los films, todos ellos no tienen nada que ver con lo que podría pasar en scream, o cualquier film de horror preuniversitario. Si se tiene en cuenta todo esto, se tiene algunas respuestas sobre el film cuyo valor cinematográfico es más bien pobre, de montaje efectista y fórmulas ya probadas, el tema que da pié a toda la confusión es un padre despechado por el suicidio de la hija, que “en un estado de confusión” llevado por una novela en línea, declara su amor a otra mujer, la cual la desprecia, trayendo el caos terrorífico. Como podemos observar, el film quiere tener una consigna didáctica, pero es curioso que un medio hable mal de otro medio o lo promueva, o sea que en internet se diga que hay que leer libros suena a oxímoron. Por otra parte es evidente que el problema de la homosexuaildad, no está resuelto, el fim se trata de eso, y ese problema tiene un sustrato diferente al occidental por eso pasa desapercibido. Finalmente la imagen del cabello saliendo de la boca, como efecto repulsivo o que intenta producir repulsión, tiene también connotados sexuales, como vimos el pelo, su laboriosa manipulación, incluso hoy en día las depilaciones completas, garantizan sexo sin pelo alguno, todos sabemos que es embarazoso y quedar con un cabello entre los dientes. El film es para adolescentes, su reiteración y de iconografías manidas, parece sostener que el sexo, tanto heterosexual como homosexual, es causa de muertes y espectros desdeñosos. Más que alertar sobre los media, alerta sobre las relaciones, los amigos no son tan amigos, el amor no es lo que parece, hay que estudiar y ser austero en la vida, porque todo lo otro conduce a la muerte. Si la primer historia, tenía sentido en un contexto de un espíritu oceánico, más allegado a los mitos, acá su postura de apariencia didáctica hace naufragar y convertir la historia en fórmulas, tanto sobre la fluidez del tiempo y el espacio como la diferencia entre la realidad y la fantasías. Para finalizar, el autor y el director, al introducir el factor de explicación real, destruyen la historia de terror, si lo hacen adrede o por agotamiento, no lo puedo saber, pero finalmente es como los dibujos de Scooby Doo que rompen el verdadero cuento de terror que está alojado en nuestras represiones y traumas, y pugna por hacerse presente, por emerger, algunas veces en los sueños, otra en actos fallidos y repeticiones. Cuando lo hace a través del arte tenemos ganancia, sino es pura pérdida. Como intenté mostrar, en el film de terror oriental se suman elementos silenciados de la cultura japonesa en este caso, Oriental en general. Quizás el atractivo de estos objetos para nosotros, los occidentales, que atravesamos la cultura griega y judeo cristiana, es que todavía tienen la capacidad de tocar elementos que tapamos bajo miles de llaves. El siglo XIX dejó escapar algunas y cada tanto se cuelan otras, la mayoría las domesticamos; las re elaboramos las asimilamos bajo otras formas y otros nombres, las desplazamos; pero la masividad y crudeza, incluso ingenuidad pre psicoanalítica con que aparecen en la literatura y cinematografía tanto Hindú como del Cercano y Lejano Oriente es quizás, lo que la hace tan atractiva. Se estrena en salas el 30 de diciembre. [1] https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Noroi_Tsuruta&oldid=138777908. [2] https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=K%C5%8Dji_Suzuki&oldid=132389145 [3] https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=K%C5%8Dji_Suzuki&oldid=132389145 [4] https://letraslibres.com/ [5] https//metafisicaunt.blogspot.com [6] https://www.perfil.com/noticias/politic
Petite maman, de Céline Sciamma Resulta complicado decir algo de una obra cuando el viento no está a favor. Y más cuando Céline Sciamma parece “ascender rápidamente al Olimpo feminista” (Sic. Timur Aliev), donde suele suceder que criticar un objeto parece criticar al colectivo mismo. Esto sucede en la política, en las cuestiones personales y por qué no también en el arte. En una época, no se podía decir que a uno no le gustaba la música de Serrat porque inmediatamente quedaba parado del lado políticamente opositor. Quisiera marcar algunas diferencias de los elogios del común de la crítica y ya de por sí el abundante material sobre el mismo. Cuestión difícil agregar algunas cosas que no haya visto escritas. Qué es el tiempo siempre fue un problema. Sobre el tema del tiempo también el arte pudo opinar: los trípticos medievales fueron una forma de resolver la relación entre pasado presente y futuro; el cubismo, otro tanto. Es quizás el cine, el arte que abordó con más eficacia sus diversas problemáticas, incluso sus paradojas, pero es también el cine en su forma reificada (Modelo institucional de representación) que reafirma la linealidad desde su propia enseñanza. El recurso del desdoblamiento del tiempo o de la introducción de un tiempo alternativo o mágico dentro de un tiempo profano, sin continuidad ni explicación. En literatura lo hizo James Joyce, lo soslayó el círculo Lovecraft, lo hizo también Cortázar en “Rayuela”, en cine Kubrick, y no hace mucho tiempo, Lynch, primero en Lost Highway y luego en Mulholland Drive; en un cine un tanto más industrial, fue Nolan el que explotó la idea llevándolo a mesa del hogar. El problema del tiempo fue pensado desde Platón hasta Hannah Arendt, pasando por Hegel, el Positivismo, Einstein o Prigogine entre otros muchos. Sin embargo, siempre queda una rendija, un cabo suelto por el que corre delante nuestro en todo momento. Volvemos una y otra vez a la idea de un tiempo circular, corremos en círculos, quizás por pereza o tal vez por angustia; el film de Sciamma que se estrena en Buenos Aires el 16 de diciembre, quizás sin darse cuenta, propone algo a lo que, aunque parece superado, volvemos una y otra vez , y es la idea de que se puede volver al pasado, cosa que en el fondo conlleva la tranquilizadora idea de redención, la esperanza de que se puede enmendar los equívocos, cosa que implica que más que vivir empujados hacia delante, vivimos enmendado algún error. El film, a mi juicio, se ahoga en cuanto cree que hay alguna solución buena a este problema. Por otro lado está el tema del duelo, un tema del que los ingleses lograron hacer un género en sí mismo: el del niño que espera el regreso del padre de la guerra, mientras tanto se sumerge en un mundo donde la realidad y la fantasía fluyen uno dentro del otro. Sin embargo, como bien lo señalan todos, el éxito del film de Sciamma no radica tanto en lo novedoso de su planteo sino en estar escrito con la sensibilidad de la época, (en eso me recuerda a Amelie, otro film epocal), Parece ser que hoy la concepción de lo femenino es algo que trasciende lo epocal, -la hija vuelve al pasado y juntas transitan la muerte de la abuela de una, y la madre de otra. Como si el duelo tuviese un rasgo común, algo que atraviesa las épocas y sólo la sensibilidad femenina lo puede capturar. L a relación entre el universo profano y el del mundo mágico, es también a la carte. Si se observa la última saga de Batman, se podrá ver cómo lo simbólico gira hacia un supuesto realismo naturalista, de la misma manera, más elegante de por cierto, es lo que sucede en el filme Ondine; encontrar el fundamento histórico en un cuento de hadas no es nuevo, lo que parece, y sólo digo parece, nuevo es la manera en que el cuento de hadas se convierte en un cuento profano. El film es un cuento de hadas, cuales historias mejor transitan la muerte que los cuentos de hadas. Cualquiera que conozca los trabajos de Yeats, Kipling o Graves, reconoce inmediatamente los elementos típicos de un cuento de hadas. Se sabe que el roble, que aparece en Câd Goddeu es un árbol que participó de la “guerra de los árboles”, que junto al espino y al fresno tienen la capacidad de convocar espectros, la niña juega con las bellotas en el bosque. También el muro y la relación de la casa y el bosque está descrita por Algernon Blackwood en “El hombre al que amaban los árboles” Incluso podríamos decir que, como Ulises, es un descenso al mundo de los muertos ¿qué es si no el pasado?. Sobre el final, la despedida se da en una última aventura, un viaje a una pirámide hueca en medio de un lago. Una pirámide en el centro de un lago, con un cielo pintado en su interior, representación de representación. No es el Walhalla, no está ni Shiva ni Krishna, ninguna diosa blanca, ni alguna otra forma pagana de índole femenina, sino de la mejor tradición platónica, con el agua a su alrededor, también de la tradición griega; es el agua del olvido, a traves de la cual pasa el alma . Sobre el final, hay varias referencias más que a algún tipo de culto pagano, a la metafísica, primero platónica y después cristiana. ¿En el templo new edge, en medio del lago se da la revelación divina por la cual la niña y su madre en este momento doppelgänguer aprenden los fundamentos de la sororidad, como verdad eterna e inmutable? Otra cosa que extraña, por lo menos para el que escribe, es que el film parece plantear la posibilidad de la reversibilidad, lo que admitiría como corolario el de enmendar todo tipo de errores, enmendar el mundo, volver al pasado y poder despedirse de sus deudos como uno quisiera. Parece que hoy en día volvemos a necesitar paliativos para nuestros dolores; el dolor de no habernos despedido como quisimos, cuando quisimos, como tampoco es posible tomar la decisión justa en el momento justo. En mi modesta opinión, es un lindo film, con buenas intenciones, la autora evidentemente tiene conocimientos en antropología y mitología; pero, arrancarnos sonrisas y llantos a fuerza de lo que obviamente nos emociona, y es lo que en todo tiempo y lugar se nos hizo difícil como humanidad: transitar el duelo, tema que es afortunadamente tanto incierto como infinito, porque sino estaríamos condenados a ser cosas. Leer tambien la nota Petite Maman: notable película francesa inicia la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata de Ezequiel Obregón.
El rey Richard: la familia Williams en toda su grandeza divina Cuando Nietzsche, en nombre del capitalismo (y esto sin saberlo), mató a Dios, mató también al rey y al padre, pero también a la madre, creando las bases así del actual sistema. Desde entonces, el padre, y por ende, la familia viene intentando salvar su posición ya anómica, tanto en teorías como en el audiovisual o los media en general. (Una buena interfase y suficiente plata son la promesa de remplazar a cualquiera de las mejores bibliotecas) Si uno historiza la representación de Dios y de Cristo, siendo lo mismo o distintos, según la época y el dogma, se puede hacer una relación bastante directa con la época en que esa imagen fue producida, desde las imágenes del pastor, primo inter pares hasta el del Pantocrator de la Alta Edad Media pasando por los retablos de Grünewald hasta el Cristo cósmico de Dalí; desde la introducción de los cultos marianos y sus representaciones como virgen sillar hasta el “Orana Maria” de Gauguin. El Cristo-Dios del Renacimiento no es el cristo del barroco; tampoco es el del film Contacto (Contact, Robert Zemeckis, EEUU, 1997) donde existe un infame comentario de un ficticio filósofo -Palmer Joss- que afirma que ningún ateo puede representar a la humanidad; es interesante pensar la cantidad de filmes sobre el espacio que están dedicados a reinstalar la religión en nuestras almas, desde visiones místico nietzscheanas como la de 2001, hasta regresos al edén como en Gravity o encuentros con discusiones metafísicas con el padre (Dios) en Ad Astra, o la visión místico materialista de Solaris (el libro de Stanislaw Lem y el film de y el film Tarkovski tienen pequeñas pero significantes diferencias) de las del ahora Dios que objetivamente es afrodescendiente, quizás intentando coincidir la arqueología con la historia (risas). El Rey Richard, no parece una historia sobre Dios, el lego me dirá que en todo caso es sobre el Padre de las hermanas Williams. Los que vemos cosas que no hay, o somos demasiado psicoanalizados, percibimos un gusto a que es una historia que usa (otra vez) a las hermanas Williams, para ser un film que en todo caso es una discusión sobre el significado del padre. En realidad parece una exposición medieval sobre el significado mismo de Dios, y así ser un objeto puramente ideológico, un vehículo ideológico liberal. Dice Vanity Fair[1] “ Hollywood no quiere que usted piense que es racista. Por eso, mete cada vez más afroamericanos en sus películas…. … por eso también los convierte en alivio cómico del protagonista, porque anda que no se rió usted con Whoopi Goldberg en Ghost, pero raramente verá a una actriz negra protagonista y laureada si la historia no es un conflicto racial histórico… …Hollywood no quiere que usted piense que es racista, así que la ausencia en las nominaciones de los Oscar de este año de Straight outta compton (que solo está nominada a mejor guión, que está escrito por dos blancos) , Idris Elba por Beasts of no nation, Michael B. Jordan por Creed y Samuel L. Jackson por Los odiosos ocho se explica muy fácilmente: no eran lo suficientemente buenos. Y ojo, tal vez no lo eran, pero ¿es tan grave cuestionarse que tal vez un organismo formado en su 94% por blancos puede no ser del todo representativo de lo que produce la industria del cine en Estados Unidos? …Hollywood no quiere que usted piense que son racistas. Por ello tiene mucha suerte de que su presidenta, esto es, su cara visible ya que es la encargada de comunicar las candidaturas de los Oscar sea afroamericana, a pesar de que la Academia está formada en un 94% por blancos…” En ésta misma línea, se puede decir que la aparición (de por sí forzada) de Billy Dee Williams como Lando Calrissian tuvo que ver con una acusación de racismo. Salvo para Mel Gibson o Darren Aronofsky que sus filmes bíblicos brillan por la ausencia de afroamericanos, Dios, o Cristo se ha vuelto afrodescendiente, Will Smith ya en La leyenda de Bagger Vance (The LeGend of Bagger Vance, Robert Redford, USA, 2000) hace el papel de Dios, como también en una forma laica y un tanto química (un Dios químico) lo hace Laurence Fishburne en Matrix (Matrix, the Wachowskis, EEUU-Australia, 1999) o también Denzel Washington en El libro de los secretos (The Book of Eli, Hughes Brothers, EEUU, 2010) y claro está el mismísimo Dios con aspecto humano, que es nada más y nada menos que Morgan Freeman. Es interesante también, la cantidad de filmes asociados al pensamiento liberal y el deporte. Esto, más que ser una extraña coincidencia, es producto de que en el deporte, y de cómo está mitologizada su narración a puro golpe de autosuperación, coinciden las peores ideas Liberales, obviamente mostradas desde su cara heroica y limpia de todo abuso, desde el infantil (cosa que por su propia substancia el film entrevé pero otra vez por propia substancia no puede terminar de transparentar) hasta el abuso de empresarios con posición dominante. La famosa frase “si ganan montañas de dinero, deben entregar cuerpo y alma” no es más que la reproducción de la más vil de las explotaciones humanas, sin hablar de la industria farmacológica, de la cual sólo se denuncia la rusa; todo deporte de alto rendimiento es insalubre decía el hijo de mi antiguo amigo Carlos en sus años de estudiante de la licenciatura en deportes. El film esconde (aunque lo dice) una triste realidad del deporte: el alto grado de componente genético que tienen todas estas actividades. El film también oculta, pero soslaya lo que “Un sueño posible” (The blind side, john lee hancock, EEUU, 2009) quiere naturalizar, y es la adopción de niños como inversión que hacen familias ricas, una discusión incluso, que implica teorías raciales sobre la situación de marginación que vive la comunidad afroamericana; de mendigo a millonario (Trading Places, John Landis, EEUU 1983) donde uno hermanos multimillonarios hacen una apuesta de un dollar sobre si un afroamericano pobre (delincuente off course), se le brindan condiciones óptimas, puede ser igual que un blanco rico, y si a un rico multimillonario educado en las mejores escuelas puesto en las calles no se vuelve un gandul. Dos detalles de color: una es que uno de los hermanos tiene una revista American Scientific en la mano que existe y discute ese mismo problema, el otro, es que el film hay que verlo en clave izquierda americana (comunicación personal de Landis) En cuanto al papel de Will Smith como un Padre (Dios) benigno se trasluce en por lo menos dos cosas, la aparente obsesión con atenerse a un plan; la Edad Media tuvo una discusión que todavía abre las aguas de la religión: ¿Dios tiene un plan divino? acá se afirma positivamente, que lo que le hace falta al mundo es tener un plan, que aparentemente ha perdido por un exceso de hamburguesas, french fries, y distracciones que nos lleva a ser abusivos, maltratadores y malos padres. Acá, en el film, el padre de las Williams está atravesado por la mirada mitológica que sólo el dinero puede dar, ¿qué cosa peor que el sufrimiento de un padre que soporta el maltrato, el desprecio y la furia pandillera, en bien de sus hijos? Par finalmente recibir el respeto de esos mismos que lo han maltratado, blancos, negros y latinos por igual, ¿no es acaso Cristo sufriendo y siendo crucificado ante la mirada incomprensiva de su pueblo? ¿acaso no son Serena y Venus el producto de su perfecto plan? La cuestión es tener un plan y atenerse a él, que el árbol dará sus frutos finalmente (teoría de por si libera y especialmente del derrame; ideología protestante por excelencia). No es acaso un film sobre Dios la de la relación entre Ric Micci y el padre Williams, el de una película de terror donde el joven técnico descree de las profecías, es pragmático y tecnócrata, descree del poder de D´s (el delirante plan de Rey Williams ) y duda el plan divino, donde el mismo se revela en su momento y lugar justo? El padre viendo el sufrimiento de su hija Serena, finalmente le revela (Cristo en la cruz, preguntando ¿por qué a mí? ) su plan para las hijas, que la voz en off afirma que se ha cumplido. Lo tramposo del film es que convierte la figura del padre (con reales acusaciones de abuso) en un padre a la carte de la nueva era, de un padre sensibilizado. Parecería que el director sigue las líneas de un curso obligatorio de sensibilización. Propuesto en principio por el consejo de asuntos Multiculturales de la Universidad de Columbia, como también la idea de incluir una “activación de advertencia” ante obras que contengan la posibilidad de inducir a situaciones de riesgo real o subjetiva de provocar una situación de abuso, que a ciencia cierta creo que rondan el 90 % de las existentes, (los museos a su entrada debería tener un aviso de cuáles obras de arte si y cuales no) También miente en la temporalidad de lo hechos; el proceso que lleva a las hermanas a ser las N 1 dura alrededor de 7 años (1995- 2002), tanto para Serena como para Venus Williams; de arduo trabajo para pasar de 453 al 1. cosa que el film sólo muestra el principio, convirtiéndose así más en un homenaje al padre de ellas que de un biopic sobre ellas. Esto promueve y facilita la reconstrucción (no deconstrucción) mítica del rol de un padre, porque finalmente lo que hay que salvar es al padre y por ende también a la madre, en definitiva lo que se salva es la idea conservadora de Familia. Lo que no entienden o parecen no entender los conservadores, aunque “los que cortan el bacalao” si, es que la disolución de la familia que se defiende (pareciera que ya sólo funciona como un nicho de consumo que hay que mantener, desde negocios inmobiliarios e easy, hasta los baby showers y cumpleaños de 15, casamientos y por qué no el del divorcio) es que el producto mismo de las necesidades del capitalismo ultra desarrollado es la desaparición misma de la familia, de los géneros y por qué no de las edades (muchas ONG defienden el el trabajo infantil por ser sostén de familia) y es también, de lo qué, de manera eufemística proponen las propias Wachowskis: que el futuro es de un dios farmacológico. ¡Gracias Hollywood por ayudarnos a mantener tan lindo el barrio! [1]https://www.revistavanityfair.es/cultura/entretenimiento/articulos/hollywood-racista-motivos-ausencia-de-negros/21769 Leer también la nota King Richard, de Marcus Green. Una emotiva historia de superación de las hermanas Williams, de Miguel Angel Silva.
Este acto, que a mí suele resultar vil y es muy común en wp, también lo es en la manera de formular la historia, cosa que no tiene nada que ver con la subjetividad de la narración sino en la manera que se usan e invisibilizan acontecimientos históricos: se toma un hecho histórico, se los ubica en cualquier lugar se lo usa de cualquier modo, de la misma manera que se hace con la música y así se invisibiliza el mensaje que “transportan” a lo largo del tiempo, un caso ejemplar de esto es la interminable serie de “Los Simpson”. Partamos de la siguiente premisa, Liam Neeson “paga”. Desde su aparición en Excalibur (Excalibur, John Boorman, UK — EEUU, 1981) como Gawain, no dejo de hacer papeles en los que suele combinar la figura de un hombre duro, justo pero con emociones que lo pueden llevar por caminos inciertos de violencia inusitada, quizás un personaje que sólo lo puedan apreciar ahora, los mayores de 40 años. Bueno, ciertamente “bonachón”, busca lo justo; aunque engañado, el personaje de Gawain es quizás la imágen de una profecía autocumplida; o el ojo de Boorman o/y el de Mary Selway fueron lo suficientemente hábiles para ver en él su futuro, algunos directores cinematográficos y de casting tienen esa notable capacidad. Ice Road funciona y, a pesar de toda las insoportables secuencia de motos de nieve (habría que prohibirlas); es de hacer notar que filmar acción con maquinaria pesada es todo una hazaña; de la misma manera que John Woo filmó acción con motos de alta cilindrada en MI2; los camiones avanzando sobre el hielo realmente logran transmitir el vértigo de la acción. Sin embargo, y a pesar del disfrute ocasional, tiene algunos puntos para tomar en serio, además de sus “chivos” varios o publicidad encubierta; (una cosa que me place, es que los mayoristas de Streaming en la actualidad tengan que advertir que en el film que se va a ver, existe este tipo de anuncios tanto como los de desnudos, violencia también publicidad encubierta; deberían decir ahora tambien, propaganda política (risa)). Además el film merece algunas miradas atentas sobre otros temas tanto históricos como ideológicos, lo que en definitiva, desde cierto punto de vista es lo mismo, veamos. Lo primero que hay que hacer notar, es su referencia explícita a El salario del miedo ( Le salaire de la peur, Henri-Georges Clouzot, Fra.- It. 1953) un film que marcó un standard temático, pero, a diferencia de Ice Road, (más allá de su racismo intrínseco y machismo epocal), mostraba de manera cruda, la degradación humana en las periferias de esos gigantescos proyectos que prometían y prometen llevar progreso a regiones vírgenes y del tercer mundo, lugares que más que “progresar” se convierten en lodazales humanos, de alcohol, prostitución, toda la gente que no pudo ser ocupada y busca una oportunidad, una periferia que en el caso del film del año 53, es de los grandes pozos de petróleo en las antillas (¿futura Venezuela?) al servicio de intereses transnacionales, la vileza de la explotación de la necesidad humana y, no dicho pero mostrado para el que sabe, los resultados de la degradación económica y moral en las Antillas cuyo responsable directo fue el colonialismo francés. Nuestro film, por otra parte, también es deudor de Misión suicida (Paul Wendkos, Attack on the Iron Coast, EEUU, 1968), pero también de todos esos films cuya estructura se proponen contar cómo una persona, es también sus circunstancias, de cómo un hombre puede vivir la transformación (o redención) que lo lleva de ser un un ser gris o incluso un villano a elevarse en héroe; historias de los cuales quizás, Los siete samurai (七人の侍 Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, Japón, 1954) es el film paradigmático. Ice road además de ser una colección de escenas ya conocidas, bien cocidas y bien distribuidas, tiene varios costados políticos. Por un lado, cada tanto, se blanquea el hecho de que las grandes fortunas que “mueve” el sector minero, no sólo consisten en la extracción del material, diamantes en este caso, sino también a la parafernalia tecnológica que se mueve a su alrededor. La buena, benigna y ecológica Canadá, en definitiva, vive de actividades no tan sanctas, entre otras cosas de la extracción del diamante. El agotamiento de las minas de Sudáfrica y la “pseudomoral” occidental que se horroriza frente al llamado “diamante sangriento”, sumado al deshielo de los casquetes polares, hace que se haya abierto el nicho de producción de diamantes dentro del círculo polar ártico como sub consecuencia del grave estado de deterioro climático. Así también se entiende que algunas empresas hagan oídos sordos a los diversos llamamientos a parar el calentamiento global, y con la complacencia de las numerosas familias que viven del efecto invernadero. Trudeau aparece de manera propagandística como el “gran hombre” del nuevo empujón económico Canadiense (siempre con una ayudita de sus socios norteamericanos), haciendo de las empresas extractivas un trabajo seguro, siempre y cuando no haya (como siempre) empresarios inescrupulosos y corruptos; otra vez la culpa es del consumidor (risa), tambíen con esto se tapa “descaradamente” otras dos historias trágicas de complicidad entre gobiernos y empresas privadas, como la del reciente rescate de la mina de San José en Chile de 33 mineros, donde el estado finalmente se hizo cargo de aproximadamente el 80 % del costo del salvataje, y los mineros y las familias de las víctimas, todavía hoy no llegan al pago de una indemnización justa. Los accidentes mineros están registrados, desde la explosión de Cuenca, España en 1941 donde mueren aproximadamente 18 mineros. Sin embargo, en esas estadísticas no entra lo que sí está en la literatura sobre los miles de muertos por las condiciones infrahumanas de trabajo tanto por la silicosis producto de respirar permanentemente el polvo del hollín de las minas de carbón o también la artrosis producto de la humedad y el frío en las mismas, entre otras múltiples enfermedades. Por otra parte y en lo personal, lo que más me molesta es que no hace ninguna referencia a otra gran proeza de los tiempos modernos, que es de donde sale toda esta historia: el del desbloqueo de Leningrado durante la segunda guerra mundial. Cuando los alemanes con tropas propias y de otros países aliados (el eje) , deciden borrar de la faz de la tierra a la ciudad, cosa que también intentan con la ciudad de Stalingrado, desatando la dos más feroces batallas de resistencia de toda la historia, el de Stalingrado con un fatídico resultado de más de un millón de Rusos muertos. En Leningrado debido al aislamiento la ciudad es sitiada y destinada a morir de hambre, para salvarla, primero se hizo un racionamiento de alimentos que llegó a consistir en sólo 100 gr de pan al día por persona, la solución llegó cuando un grupo heroico de camiones cruza el lago de Ládoga aprovechando el invierno (Ládoga en ruso: Ладожское озеро, Ládozhskoye Ózero; Ладога, Ládoga; en finés, Laatokka) un lago de agua dulce, situado en Carelia y el óblast de Leningrado cuyas temperaturas pueden llegar a ser los terroríficos -69 celsius, invierno por lo cual es llamado “el general invierno” (le général hiver), que parece que solo los Rusos pueden controlar y tambien, dato de color, en el SXIII los Mongoles que invadieron y destruyeron el Rus de Kiev. Al cruce del lago helado con camiones llevando provisiones durante el invierno del sitio de la ciudad (1941–1944), se la llama el “camino de la vida” una solución desesperada, a último momento, que finalmente logró que la ciudad no muera por inanición, omisión histórica, que tiene por efecto reiniciar la história a gusto de Hollywood. Finalmente, el film además de los múltiples avisos encubiertos, parece ser también un gran aviso encubierto de camiones y camioneros. Para afirmar esto, voy sostener la siguiente hipótesis: en EEUU todo grupo laboral funciona como una corporación: médicos y auxiliares médicos junto con los hospitales a laboratorios; los bomberos; los paramédicos; los policías, funcionan como cada una y en conjunto como una corporación, incluso dolientes y familiares de una rara enfermedad actúan como tales, se ven, se perciben como corporaciones y hacen publicidad y pagan películas tanto con motivos de reclutamiento como para limpiar su nombre o incluso despertar conciencia, todo dependiendo del caso; el cine en EEUU y como en cualquier parte del mundo, es en definitiva un campo de batalla ideológico, travestido siempre de arte y es (todo va por cargo del autor de esta nota), uno de los grandes motores económicos de Hollywood. Sostener esto tiene una cuota especulativa, pero al autor le llamó siempre la atención como en los enlatados y películas son tratados los diversos grupos laborales. Con esta hipótesis en mano, antes que nada, se puede hacer el siguiente ejercicio de memoria: el sindicato de camioneros de EEUU (Hermandad internacional de camioneros: International Brotherhood of Teamsters o IBT) que fundado en 1903, en el 2013 tenía la “friolera” de 1.3 millones de afiliados aprox. es uno, si nó el gremio más importante en EEUU; un trabajo que además de ser un eslabón en una cadena de producción gigantesca, el camionero como figura es heredero de toda una tradición norteamericana, tanto el de las carretas que cruzaban el continente de este a oeste, de norte a sur; sino también del propio western y del cowboy; esto puede confirmarse tanto con la música country que siempre acompaña este tipo de filmes o explican también las bromas en las películas de los Blues Brothers (The blues brothers, John Landis, EEUU, 1980); probablemente series como B.J. (B. J. and the Bear , TV, EEUU, Universal TV, 1979 -1981, 46 capítulos) estén vinculados de algún modo directo o indirecto a la cadena de producción económica de la IBT. Es también historia conocida la de “Jimmy” Hoffa (James Raddle Hoffa, EEUU 1913- desaparecido en 1975, EEUU, declarado legalmente muerto en 1982) fue quizás su dirigente más importante, blanco de la demonización del gremialismo que se llevó a cabo a manos, entre otros de Bob Kennedy, (el doble rostro de los demócratas que entre otras cosas, permitió el triunfo de Trump) encarcelado, usando el pretexto de las relaciones de Hoffa con la mafia para la construcción de viviendas para las familias del sindicato. Doble vara de por cierto, tanto porque cuando se tuvo que usar la mafia para romper huelgas en EEUU, o en Italia de posguerra para destruir los gremios con cierto tinte comunista o socialista también se recurrió a ellos como lo expuso el “mani pulite”. Hoffa que era más cercano al discurso de derecha no tuvo reparos en brindar sus servicios a los empresarios cuando fué necesario, pero es indudable que llevó al gremio a lugares antes impensados y que el conflicto no era de índole mafioso. Ésto viene al caso ya que el film parece tener como objetivo, justificar el sueldo extraordinario de los camioneros, al decir que un conductor de camiones y su acompañante, son la garantía de que una comunidad pueda vivir o morir; la mina, y su derrumbe, son anecdóticos acá; lo importante es que todo es una gran una metáfora en la aparente búsqueda de crear conciencia de la necesidad de que los conductores cobren sueldos lo suficientemente altos, porque son una pieza irremplazable en la existencia misma de una sociedad, además de mostrarnos por rebote que un camión no sólo es un camión, no sólo una aspiración en sí misma, sino una necesidad laboral por lo que vale la pena morir en el camino. ¡Larga vida a Detroit!
Sola El afiche nos anuncia Sola, “en algún lugar, un mundo similar al nuestro”. Ruido inmediato de púa de pasadisco rayando el disco. ¿Momento, similar al de quién? El afiche, dividido en dos. En su parte superior, una escena en tinta azul de una mujer embarazada en una bañera con espuma, bajo ella y en tinta roja, el rostro moribundo de un oficial que cualquiera identifica como alemán. ¿Se tratará sobre la vida y la muerte, acaso? Las referencias, claro, algunas son graciosas, la sentencia “en algún lugar” remite a la Guerra de las Galaxias; un fotograma del soldado con el cobertor negro en el rostro, en la batalla también, somos hijos de la época. Sin embargo, lo que nos damos cuenta que más que una distopía todo resulta en una monumental alegoría. Para decir esto, en principio, veamos qué es una alegoría y en qué se diferencia de una metáfora y qué relación tiene una y otra con el arte. Desde Aristóteles (Poética) se sabe que una metáfora consiste en cambiar algo por algo, y Borges agrega que una buena metáfora, no es solo una forma de embellecer el habla sino decir algo que de otro modo resultaría imposible e incluso engorroso. Podríamos agregar que una metáfora sólo es asible a través de otra metáfora, a pesar que algún semiólogo nos diga que es un signo de carácter convenido, o cuyo significado es una convención, definición como toda definición, en el arte resulta insuficiente; tampoco que es un tropo, repito, no nos es suficiente. Siguiendo a contramano a todo positivismo, la metáfora requiere siempre otra metáfora, a pesar de que el positivista nos dirá que eso es una tautología, la misma, (volviendo al escritor argentino), escribe en Ensayo sobre la metáfora, que la misma es como la nox dormienda del poeta romano Catulo, una vez que a uno le anuncian que va morir, nada puede ser igual. Derrida dice de la metáfora que es como un transporte (La muerte de la metáfora) que nunca llega a destino; mientras que una alegoría es, también un signo, pero cuyo significado ya no admite equívoco o polisemia. La confusión que hay entre uno y otro lo señala Hegel (Estética, 2 parte, 1 ra seccion Cap3 ) desconociendo esto, hay gente que usa el término metáfora indistintamente al de alegoría. Nuestro film, decía, más que metafórico es un conjunto de alegorías: la imágenes de los aviones sobre el capó de automóvil (buen recurso, por otro lado) son los aviones que bombardearon (dejemos acá lugar a la duda y digamos) o Guernica (España; mayo 1937) o Plaza de mayo (Argentina; junio 1955) (Chile, septiembre 1973). Creer que estamos de acuerdo que todos fueron ignominiosos, es creer que la historia tiene una sola lectura, y acá hay un punto novedoso, sorprendente para algunos, que se nos impone como ineludible y con lo que deberemos trabajar de ahora en más nuestro presente: si hasta ahora, estaba claro y sigue estando claro para algunos qué es el bien y qué es el mal; lo novedoso (no para el autor) de estos discursos (digamos obras de arte) es que rompen con las habituales categorías éticas y lógicas, (sin hacerlo con las estéticas, (por qué digo ésto, es un tema para ampliar) y nos presentan sin tapujo alguno, revisiones de la historia, relecturas que algunas tienen razón de ser y otras sigue simplemente o son parte de las líneas editoriales de los grandes medios. De esto alertó hace mucho tiempo Margaret Atwood (Margaret Eleanor Atwood, Ottawa, 1937), en su novela “El cuento de la criada” (Canadá, McClelland & Stewart, 1985) tema que desgraciadamente fue borrado del enlatado que produjo Bruce Miller para MGM (MGM, 47 episodios, EEUU, 2017) Cicala, el director de Sola, también construye una distopía, en eso no hay duda; el tema es preguntarse si dentro de la distopía no hay propaganda o si la distopía está usada para decirnos otra cosa. Por otra parte la pregunta también es cómo asir algo que se unta con aceite o con gel (más elegante) en este caso la distopía que permite casi cualquier cosa. Este cualquier cosa no es menor, lo saben muy bien los que vieron Babylon Berlin (Babylon Berlin, Alemania, Tom Tykwer, 2017) sobre la novela Sombras sobre Berlín. (“Der nasse Fisch”, Volker Kutscher, Alemania, 2010) con elementos referenciales al Berlin Alexanderplatz de Fassbinder. Cada indumentaria, cada elemento que gira en la distopía, es en realidad un comentario sobre la realidad, lo posible, es una pregunta sobre ¿qué hubiese pasado si? Una de las primeras cosas que se estudia en historia, es que, aunque divertido, no existe esa posibilidad, no hay un ¿qué hubiese pasado si? Y acá tenemos el problema de nuestro film y principio: en un mundo parecido al cual, ¿qué pasó? ¿cuál es la diferencia? ¿dónde divergió? Los elementos son claros, no hay divergencia alguna no hay distopía, es una visión (bizarra) y veamos rápidamente por qué: lo que primero aparece son los cascos del ejército argentino que se mezclan con cascos nazis, con lo cual las imágenes de los bombardeos son los bombardeos de Plaza de Mayo (efecto Kuleshov) el oro con las insignias nazis, indudablemente es el famoso mito del oro…, oro…, oro de Perón? Incluso la imagen de la bomba que no detona es una explícita referencia. ¿No es que quiere ser una gran alegoría de la historia reciente del peronismo? Entonces, el título SOLA, ¿a quién se refiere?, ¿quién es la que está sola? Sabemos que últimamente la única persona que cierto sector político señala como Sola es a CFK o sea la vicepresidenta de la nación. Sonido a chirrido de púa… Pregunta con cara de periodista rubio desconcertado. ¿me estás diciendo que Araceli es Cristina? Bueno……. No afirmo nada, es un regusto que me queda de un film que se presenta tardíamente, filmado durante otro gobierno de carácter altamente opositor, antes de las elecciones. Incluso para algunos periodistas e historiadores, en el film se expone claramente un ideario que considera y que le gusta hablar sobre una hipotética guerra civil, que le gusta sentirse excluido, inclusive pobre, que habla de víctimas y victimarios por igual. Un detalle, los uniformes que pasan de ser uniformes entre s(el personaje de Olmedo) el pelo del médico rubio desteñido y pelilargo, los tres cascos alemanes mezclados con cascos argentinos, el cruel soldado (de vuelta un cierto aire germano americano), del final, usa el uniforme actual argentino, que a su vez, es un copia de norteamericano, ¿qué me está queriendo decir todo esto? O es que los mismos que hicieron la película, en una borrachera libertaria mezclaron etanol con metanol? Narrar es siempre la voluntad de contar algo, no me vengan que sólo es una historia, no se necesita paranoia alguna para entender el costado programático del film. Si la fotografía es correcta, (no le voy a sacar ese mérito a alguien que se presenta con 25 años de experiencia en la fotografía y en haber dirigido en el 2019 a Dany Trejo) no puede mantener su estándar para el resto, el montaje tiene saltos incomprensibles, los diálogos hechos para quien sea son definitivamente burdos, el odio que destila es visceral, tan visceral como no resulta casual la figura de Casero como farmacéutico, parodiando su propio odio, cuando dice ¿no será mucho dos bolsas de veneno para ratas?. Otra escena gratuita y obvia es el montaje paralelo entre el imaginario cuninlingus en la bañadera a Araceli, con los colores de la bandera argentina y la mujer rompiendo bolsa, escena desagradable y procaz, un insulto gratuito a la racionalidad de cualquiera, no es necesario ser oficialista, simplemente muestra un odio visceral machista. El afiche así, también cobra otro sentido, si juntamos las palabras del periodista ultra opositor Nelson Castro, se juntan con las tapas de la revista Noticias, tenemos (qué momento de goce) una explicitación de todas sus fantasías misóginas juntas, el afiche es repugnante en su sentido profundo, decir más es entrar en un juego del que me aparto, pero que me obliga a no ser neutro en mis decisiones personales. Desgraciadamente el film se estrena hoy y siempre me prometo hacer una recensión sobre mis propios escritos debido al corto de los tiempos entre visionado y escritura, pero este texto, algo me dice que sobre él, seguiremos escribiendo un tiempo largo, y no es por lo bueno, sino porque los tiempos lo ameritan.
Duna, de Denis Villeneuve Supe que existía una trilogía casi al mismo tiempo del estreno del film de Lynch en 1984. Un Biólogo español, que trabajaba en el mismo lugar que yo, era un fanático, y nuestro jefe, por aquel entonces un racionalista radical, no podía entender lo que despertaba el libro, una saga compleja que luego de aparentemente cerrada en el 1976, tuvo tres entregas más, 81, 85 y 86, conformando una hexalogía, con final abierto: Frank Herbert es de esos autores que entienden el mercado. Me acuerdo de ver el estreno del film de Lynch ya sabiendo algunas cosas que me parecían interesantes en las novelas. Por ejemplo, las mujeres podían decidir el sexo de los hijos o tener embarazos de tipo partenogenético, o los viajes espacio-temporales eran mediados por una sustancia de carácter desconocido. El film (Duna) oscilaba entre la grandeza y el ridículo; educado uno en la imagen de la computadora como un “blanco lavarropas” de 2001, Odisea del espacio de Kubrick (Stanley Kubrick, 2001: A Space Odyssey, 1968), incluso conservan la misma lógica las naves de Star Wars, la descripción ultrabarroca cuasi rococó, completamente antifuncionales, mezclando techno pop o lo que hoy se considera steampunk de indumentaria y tecnología, resultaba por lo menos raro. El amor fue inmediato aún cuando la crítica la odio y el público le dio la espalda, rotundo fracaso para un director que venía de dar un batacazo[1] con El hombre elefante; sin embargo éste quedó en el olvido y Duna se convirtió en un film de culto y de referencia. Lo que voy a decir es válido para todas las versiones. La mezcla entre guerra santa, ecología, religiones existentes o no, oficiales o alternativas, también sobre una mirada un tanto conservadora sobre el lugar de la mujer; lo que llevaría a una lista in extenso de personajes, lugares y hechos, completamente inútil a mi criterio, ya que todo está expuesto, de modo más o menos sutil, más o menos simbólico, más o menos alegórico, pero siempre tuve la impresión de que no había en la saga mucho que explicar, más de lo que cualquier versión diga, en todo caso el tema era el cómo, los recursos y la imaginería. En el 2000, la serie Duna fue emitida por Sci Fi Channel. Si bien ganó dos Emmy por cinematografía y fotografía, su producción temprana en los albores de la experiencia del streaming, la llevó por un derrotero visual que quizás se pareció más o lo mismo que a los primeros videoclips. Entre buenas y voluntariosas ideas y a medio camino entre lo ambicioso y la baja calidad de producción, no movió el termómetro entre los fans del Duna de Lynch. Y más cuando ya en el año 2000, Lynch había construido su reputación y sus filmes icónicos ya habían sido estrenados y permitirían desentrañar o por lo menos tomar con otra perspectiva su obra. Duna se inscribiría en el universo personal de Lynch y poco a poco, de fílmico a VHS luego a CD hasta nuestros queridos días que el videoclub lo tenemos en casa gracias al universo digital pasó de ser “ese fallido film” a el “film maldito de Lynch” sumado a que la música es del nunca bien entendido Toto y del nunca suficientemente bien ponderado Brian Eno, lo cual cierra todo un universo freak en el que se mantuvo desde entonces. Villeneuve, (Denis Villeneuve Quebec, Octubre de 1967) estudió cine en la Universidad de Quebec en Montreal, con un constante éxito desde sus inicios, parece replicar en sus films la lógica o el mito canadiense de la buena persona, (siempre digo que en una producción canadiense, hasta los vampiros son buenos) que hacen películas donde todos los protagonistas son buenas personas, y hasta los malvados, (al mejor modo aristotélico) tienen algo bueno para dar, aunque sea una sonrisa o estilo, quizás como modo de marcar una diferencia com el maniqueismo del cine Norteamericano. La novela tiene obvias referencias a la guerra del petróleo y la Yihad islámica una mirada de tipo romántica — proto eco vegana- en su descripción de las diversas familias. Incluso podría decirse que es un claro subproducto de la crisis del petróleo, las referencias son incontables, el resultado es una saga plagada de referencias nunca confirmadas a una guerra santa (Yihad), mezclado con referencias bíblicas y sobre todo evangélicas Incluso el planeta de los Harkonen, podría ser asimilado a una enorme refinería de petróleo, pero así también una mención a China o a la ex URSS cuyos proyectos eran y son los de super industrialización. Si el film de Lynch tenía el sabor de algo incompleto, roto y como dije rozaba el ridículo, tenía grandeza y por momentos la sordidez era extrema, principalmente en la descripción del Barón Harkonnen (Kenneth McMillan) un sadismo vampírico con un claro tono homosexual (siempre se supo el costado reaccionario de Lynch), el pelo rojo le daba cierto carácter punk al personaje, en esta misma dirección no es casual que se convocara a Sting como Feyd Rautha Harkonnen El conjunto producía imágenes verdaderamente sórdidas y perturbadoras. En el film de Villeneuve todos los excesos lyncheanos están aplacados, puestos con sordina, tornando al film en una aburrida y pretenciosa epopeya. Igual que Lynch, Villeneuve convoca a grandes actores, como Stellan Skarsgård (Barón Harkonnen) que bien sabemos está a la altura de un Max von Sydow pero lo emparenta más al Jabba el Hutt de Star Wars que a la abominación lyncheana; la sensación final es que los cambios están meticulosamente pensados para que no atragante ni espante, el excesivo rococó está borrado, quedando sólo el aire de una arquitectura que rinde más homenaje a su propio Blade Runner. Y si Lynch quería mostrar una tecnología que no se sostenga sobre nada de lo conocido y cuyo costo sea bordear el ridículo, Villeneuve no mueve el pie del realismo (lo posible de los objetos y acciones). Si La llegada (Arrival, Villeneuve, EEUU, 2016) basada en el cuento corto homonimo, adaptación de la novela corta Story of your Life de Ted Chiang (Chiang Feng-nan (姜峯楠), EEUU, 1967) Premios Hugo y Nebula, lo llevaba a explorar la irracionalidad del miedo al otro de un modo casi minimalista, con una fotografía correcta sin ampulosidades, en Duna parece querer, necesitar, conmovernos, emocionarnos sin más motivo que vivenciar la emoción, como el adolescente que más que amar, está enamorado del amor, quizás Denis Villeneuve tuvo demasiados éxitos juntos. Lo que me resultó más curioso es que el corte de esta nueva versión no aporta nada al entendimiento de la zaga más que lo que el trabajo de Lynch, borrando todo lo que de inquietante tenía, se apoya más en un excelente casting, (todos a su manera son bellos) incluido el archi simpático Momoa, que en lo que es una verdadera construcción de un universo. Probablemente en la novela esté el secreto del problema, a medio camino entre la literatura “seria” no deja de ser una de esas sagas para adolescentes, de la misma manera que Juego de tronos, quiere incorporar problemas de actualidad, mostrar casi de manera hegeliana la conformación de sociedades, de religiones, bah, ser antropología, teología, ecología a bajo costo; que la revolución mientras suceda en el papel o en la pantalla estamos a resguardo de sus horrores. El resto son miradas y gestos bonitos que serpentean como un psicofármaco en las partículas de arena del desierto. Lo que no me puedo explicar (aunque claramente si), (cosa sobre la cual La llegada parecía querer ser crítica), es la de la visión maníaca sobre la violencia bélica, como único modo, en definitiva, que hay para resolver un conflicto. El encuentro con el otro siempre es violenta nos dice Spielberg una y otra vez. Cosa que no parece ingenuo, el film plantea que habría un modo de explotación pacífica y sustentable lo cual en definitiva significa sostener la utopía cristiana, la cual consiste en que, si en la actualidad hay un infierno, es porque tenemos amos malos y, en definitiva, todo pueblo tiene su redentor, es cuestión de esperarlo. En este sentido,el film se afirma en la vieja sentencia de Clausewitz (Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz, De la guerra, Prusia, 1780–1831) “que la guerra es la continuación de la política por otros medios” aunque en Duna podría ser esto, producto del deseo egoísta de una mujer (tener un hijo) que al anteponer la felicidad, personal al bien común (en este caso perteneciente a una una religión matriarcal (brujas, ménades, pitonisas, mujeres con poderes sobrenaturales con ciertos ribetes a los oscuros Idus romanos, que hunde sus raíces en las religiones dionisiacas y matriarcales del neolítico. Profetisas de un nuevo orden futuro pero que, en definitiva, buscan el momento correcto (la genética apropiada[2]) para engendrar y elevar un macho como Mesiah. O sea, el patriarcado seria saltado gracias a la capacidad teratogénica de la mujer, pero conserva la idea de que un macho es qel que debe reinar sobre el universo aún cuando, como en este caso, este poder será compartido con una hermana. Tanto en una como en otra versión, y el libro mismo parece confirmarlo: una religión es necesaria e intrínseca a cualquier cultura. Hay que estar atento a las profecías. Si de misticismo se trata el film Duna cumple holgadamente con la premisa, todos los pueblos necesitan religión y sus profecías, eso es lo que mueve la historia y no la lucha de clases que es en Duna algo estático y lleva a mecanismos brutales de represión. Quizás el mejor indicio de que Dios ha muerto es que desde que Nietszche lo ha explicitado y Marx fundamentado, una y otra vez, de diversos modos, se lo está intentando resucitar. [1]Si la palabra batacazo significa: 2. m. Fracaso o caída brusca en un asunto, negocio o posición. 3. m. Arg.,Col.,Ec.,Par.,Perú,Ur. y Ven. significa también triunfo inesperado de un caballo en unas carreras. Dar el batacazo. (Real Academia Española) [2] las ideas de buscar en humanos una raza con una genética particular es lo que se llama Eugenesia (del griego εὐγονική /eugoniké/, que significa ‘buen origen’: de εὖ /eu/ [‘bueno’], y γένος /guénos/ [‘origen’, ‘parentesco’]) es una forma de ingenieria social, tiene principalmente raices en el darwinismo social tambien en el mathusianismo, el nacionalismo, basada de un modo intitivo en las leyes de Mendel. Fue Sir Francis galton el que la propuso y los Nazis los que quisieronllevarla masivamente a la practica. Propper la critica dentro de lo que llama las ingenierias sociales