Por problemas con la edición electrónica del periódico no se pudo obtener el texto de la crítica.
De cómo entretener con una trama disparatada El film comienza con un senador estadounidense hablando en TV sobre el peligro de los rusos, asegurando que el eterno enemigo de los tiempos de la Guerra Fría sigue siendo una amenaza para los Estados Unidos. Si la advertencia del senador puede parecer un poco tirada de los pelos, el resto de la premisa argumental de esta película bastante entretenida lo es aún más, ya que pronto el político es asesinado con todas las características de los homicidios que cometía un superagente soviético que no atacaba desde los tiempos de la administración Reagan. De eso trata «Misión secreta»: la reaparición de un agente secreto soviético que durante la Guerra Fría había creado un equipo de asesinos con nombres romanos. Richard Gere fue el agente, ahora retirado, que mató uno a uno a todos los asesinos del equipo del temible Cassius, el único que no pudo liquidar. Asi que, luego de décadas, el asesino soviético estaría de vuelta suelto y en actividad, y el agente jubilado, listo para intentar atraparlo. La trama de este thriller es poco creíble, especialmente dadas las vueltas de tuerca de un guión realmente poco serio, pero que por lo menos nunca detiene la acción, sobre todo durante la primera mitad de la película. El hecho de que un agente totalmente teórico, que estudió a fondo la carrera del criminal soviético, sea puesto a trabajar con Richard Gere termina por quitarle un poco de ritmo al asunto, aunque de todos modos, el film se sostiene finalmente no solo por las buenas escenas de acción sino también por sus revelaciones sorprendentes o, mejor dicho, disparatadas.
Amores insensatos para identificarse Durante un instante el espectador puede aterrarse pensando que ésta es otra película aburrida sobre personajes entre traumaditos o directamente estúpidos, ciento por ciento Palermo Soho, a los que no les pasa nada interesante. Solo que aquí pasa de todo, incluyendo idioteces con las que es fácil identificarse. Lo curioso es que en verdad la película se ocupa de personajes perfectamente ubicables en esa zona de Palermo y sus alrededores, entre ellos un fotógrafo que viene de Bangladesh, que, ojo, no es la India. Pero las insensateces perpetradas por todos y todas son absolutamente creíbles, y el director se ocupa de que sus miserias, traumas y torpezas resulten auténticos, genuinos, verosímiles y, por momentos, bastante divertidos. Los misterios de las pasiones románticas o simplemente sexuales perturban a casi todos los personajes, que casi siempre hacen todo mal, a veces prácticamente a propósito. Algunos y algunas tienen conflictos imposibles, y en medio de esta historia coral al mejor estilo Altman, el personaje de Pablo Rago, harto de que lo cargoseen, sirve como cable a tierra, lo que de todos modos no le sirve para escapar del mismo insensato laberinto pasional donde está atrapado, igual que todos los demás. «No te enamores de mí» está muy bien actuada y filmada, no es pretenciosa en absoluto, y tiene tantas escenas de amor (o sexo, como se lo quiera ver), como para calificar de auténtico cine erótico a toda superacción. Hay diálogos realmente heavy metal, sin desperdicio, y una notable banda sonora a cargo de Ivan Wyzogrod. Como decía Truffaut, las buenas películas no suelen ser las que intentan hacernos sentir inteligentes, sino las que nos enfrentan con nuestra propia insensatez.
Batalla que parece publicidad militar Lo único original de esta invasión extraterrestre es el hecho de que, por algún motivo obtuso del guión, casi solo se concentra en el mar. Este detalle permite que todo el asunto parezca una especie de publicidad militarista tipo «join the army!». De hecho, la trama se ocupa de presentar un personaje que hace todo mal hasta que entra en la marina estadounidense; apenas un par de días después termina ascendiendo a capitán, además de salvar el mundo. Los efectos especiales son excelentes, pero el guión no se decide ni en el tono ni en la historia que realmente quiere contar: los primeros actos parecen formar parte de una comedia disparatada, luego hay una especie de cine catástrofe que solo afecta a Hong Kong. Finalmente todo se decide en un absurdo combate naval que solo se sostiene por los excelentes rubros técnicos, empezando por los efectos digitales. Hay que reconocer que el diseño de los aliens y su parafernalia también es notable. Se supone que las limitaciones argumentales están relacionadas con la franquicia del juego antiquísimo del título, renovado como videogame. pero esta superproducción termina pareciendo más que nada esa especie de film publicitario militarista al que ya hicimos referencia. Al menos, como único actor serio de carácter, Liam Neeson tiene un par de escenas chistosas.
Inclasificable película de Skolimowski es cine puro A Jerzy Skolimowski siempre le gustó expresar sus ideas de la manera más épica y dinámica posible. Lo hizo con su superproducción «Faraón» y también con la curiosa «The Light ship» (estrenada aquí como «Proa al infierno»). Ahora lo vuelve a hacer con una película inclasificable, que empieza con temible humor negro e imágenes épicas en Afganistán, dado que el tema es el secuestro de un talibán que, luego de ser llevado a un lugar de detención en el norte de Europa, intenta escaparse sabiendo que tiene todo en su contra, empezando por el desconocimiento absoluto del lugar donde está. Luego de la formidable escena bélica inicial, Skolimowski simula algo parecido a un film testimonial y realista acerca de los horrores de Guantánamo, por decirlo de algún modo (hay momentos terribles en este sentido). Luego, poco a poco va llevando a su protagonista, y al espectador, a una fuga imposible que paulatinamente se aleja de toda situación realista. A medida que la película se vuelve más extraña y difícil de describir, Skolimowski se ocupa de ofrecer imágenes más alucinantes y situaciones más imprevisibles. Lo que el director tiene para decir no lo dice a través de sus personajes -que prácticamente no hablan- sino a través de la acción. Por más despareja y extraña o pretenciosa que pueda parecer, en sus mejores momentos, «Essential Killing» es cine puro.
Entretiene comando de humor adolescente Esta es una comedia divertida, peo que daba para bastante más, ya que finalmente basa casi toda su gracia en el talento de Jonah Hill, una especie de Lou Cosello moderno, recordado por su gran papel en «Super cool». Aquí Hill y su Abbott, Channing Tatum, son una pareja de policías novatos sumamente inmaduros al punto de arruinar su único arresto por olvidarse de leerle los derechos al detenido, además de someterlo a burlas obscenas disparando tiros al aire. En vez de despedirlos, los mandan con un grupo de policías encubiertos que, por su aspecto juvenil y compaortamiento adolescente, pueden trabajar infiltrados en colegios secundarios. La premisa es una versiín cómicamente delirante de una serie de TV de fines de los 80 que ayudó a la carrera del ascendente Johnny Depp, y parte del chiste es tomarle el pelo a los estereotipos del género, empezando por esas persecuciones donde todo vehículo explota al mínimo roce y cosas por el estilo (hacia el final hay dos persecuciones bastante buenas, tanto por los gags como por los stunts). Los mejores chistes tienen que ver con el choque de culturas entre estos tipos y sus recuerdos del secundario y la cambiante realidad que los rodea, incluyendo asuntos como la tolerancia, la diversidad sexual y la conciencia ecológica, de tal modo que el fortachón que antes era popular por pegarle a un gay ahora termina encerrado con los nerds en el taller de ciencia. Los directores del film animado «Lluvia de hamburguesas», Phil Lord y Chris Miller no supieron sacarle todo el provecho posible a sus personajes humanos, y muchos gags, si bien son graciosos, a veces dan la sensación de quedarse a mitad de camino. Con todo, hay bastante diversión e incorrección politica, está Ice Cube haciendo del típico jefe malhumorado, y todo el asunto puede servir para pasar un buen rato de humor adolescente, aunque probablemente en DVD este Comando tenga más sentido.
Sólo para ver gente, lugares y hasta mascotas bonitas Dicen que Renoir aseguró que «lo feo puede ser hermoso, pero lo bonito jamás». Sin dudas Zach Efron es bonito, y Taylor Schilling también es bonita, igual que los atardeceres y hasta los perritos que aparecen en esta historia que es muy bonita. Por otro lado lo único feo que aparece en esta película es el «popó» del perro de la guardería de mascotas donde transcurre la acción, pero es feo feo, sin posibilidad de hermosura alguna. EL bonito film se llama «Cuando te encuentre», ya que la premisa argumental se refiere a una búsqueda que debería ser casi imposible, aunque curiosamente se resuelve bastante rápido. Efron es un curtido soldado cumpliendo su tercer tour por Irak que encuentra una foto de una hermosa chica y un mensaje protector obviamente dedicado a otro marine. Pero el asunto es que, cuando el enemigo ataca, el protagonista sobrevive y no puede evitar la sensación de que fue esa chica de la foto la que se convirtió en su ángel guardián y evitó su muerte. Ya de regreso en los Estados Unidos, como todo veterano de guerra, no logra asimilarse correctamente a la vida civil, y en cambio se obsesiona por encontrar a su ángel desconocido, lo que logra sin gran dificultad en Louisiana. Solo que cuando la encuentra las palabras no salen de su boca, y no le puede decir lo importante que fue la foto para él. En cambio ella lo contrata como empleado de su guardería perruna, para que él haga todo tipo de trabajos que le permitan exhibir su musculatura. Mientras que Zach Efron más que actuar, modela, sin que su silencio logre transmitir su supuesto mundo interior de ex combatiente, Taylor Schilling habla demasiado y sobreactúa, por lo que la química de la pareja termina volviéndose insoportable. El título original es «The Lucky One» (El afortunado) lo que se aplica a quien se mantenga lejos de los cines donde se exhiba.
Una película con pelos en las manos Si tuviera aunque sea un poco de suspenso, a esto le podría caber algún título hitchdel tipo «El hombre que se masturbaba demasiado». Pero como no es un thriller sino un drama serio, de arte, podríamos definirlo como una película testimonial sobre el flagelo del onanismo excesivo. El director Steve McQueen (curioso homónimo del superastro sesentista) cuenta la historia de un obseso sexual que percibe su debilidad como algo traumático, vergonzoso. El personaje que personifica Michael Fassbender no puede dejar la pornografía on line, los llamados a chicas profesionales, las fantasías sexuales y la insistente tendencia al placer solitario en cuanta toilette tenga a mano, incluyendo el baño de la oficina (de hecho, desde aquel lejano adolescente sordomudo de «Tristana» de Luis Buñuel, ningún personaje del cine permanecía tanto tiempo encerrándose en los baños, ni siquiera Alvaro Vitali en la saga de films de «Jaimito»). Al principio, la película interesa, y además está bien actuada y filmada, aunque de a poco va abusando de los típicos vicios formales del cine pretendidamente de arte, empezando por la cámara estática y los largos planos de gente que permanece en silencio sin hacer nada. Salvo el protagonista. La aparición de su hermana es el detonante que hace explotar el conflicto en él, ya que al quedarse a vivir en su casa neoyorquina (el film es inglés pero transcurre en Manhattan) lo hace sentir observado y bastante interrumpido en sus prácticas habituales. Como la hermana, Carey Mulligan es lo mejor de la película, e incluso tiene una gran escena en la que canta una extraña versión de «New York New York». Fassbender, en cambio, está dirigido hacia un rango dramático excesivo, pretencioso y finalmente poco creíble, sobre todo a medida que la historia va hacia su desenlace. No es que no tenga algunos buenos momentos, entre ellos un par de logradas escenas de sexo (en compañía) y una premisa que promete algo mejor, especialmente en el primer tercio. Pero, la verdad, la misma compulsión del protagonista pareciera que también afecta al director Steve McQueen.
Gran cumbre de superhéroes Los superhéroes de Marvel vienen apareciendo en películas cada vez mejores. Pero aun si tomamos lo mejor de «Capitán América», «Thor», «Iron Man» o la segunda versión de «Hulk», de todos modos no se lograría transmitir lo bien que le salió este «The avengers», algo así como el sueño del fan del comic hecho realidad. «Los vengadores» resulta sorprendente no solo por maravillas más esperables como los alucinantes efectos especiales o el imaginativo uso del 3D digital, que aprovecha cada ángulo y encuadre para potenciar la estereoscopia como no se veía desde el «Avatar» de James Cameron. Estos rubros, o la música de Alan Silvestri y los efectos de sonido están excelentemente aplicados a esta historia de fantasía y superacción. Pero lo que sorprende es otro tipo de elementos, por ejemplo la construcción de un guión que se toma todo el tiempo necesario para armar bien la creación del sexteto de superhéroes protagónico (Iron Man, Hulk, Thor, Capitán América, Black Widow y Hawkeye) motivar al villano Loki o cuestionar los secretos del organizador del supergrupo, Nick Fury. Un ejemplo solo basta para explicar la calidad del film: la actuación de Mark Ruffalo como el suave, tranquilísimo Dr. Banner que supera incluso a un actor del nivel de Edward Norton con su último gran «Hulk», sin hablar del siempre eficaz Robert Downey Jr (cuyo Tony Stark que le dice «soy un admirador de su trabajo en física nuclear, y me encanta cuando se convierte en un monstruo verde que rompe todo») o la implacable Viuda Negra que encarna Scarlett Johansson especializada en hacerle creer a los villanos que la están torturando a ella cuando lo que hace es sacarles información engañosamente (una de las mejores escenas no es de acción, sino una intensa y dramática charla entre ella y el malvado Tom Hiddleston como Loki, por ejemplo). Por supuesto que detrás de todo esto están Marvel y Stan Lee (que como siempre hace un divertido cameo aplaudido por el público), pero sobre todo aparece por todos lados el talento del guionista de una obra maestra como «Toy Story», Joss Whedon, que como escritor y director logró combinar todos estos personajes famosos y darle el lugar adecuado a cada uno, no solo para que nadie se queje -todos los superhéroes y personajes secundarios tienen varios grandes momentos), sino también para que esto no sea uno de esos divertidos pero menores encuentros de monstruos de la Universal tipo «Frankenstein meets the Wolfman»,sino una historia en sí misma que potencia las características de cada uno de estos superhéroes ya no solo del comic sino a esta altura también del cine moderno. Igual que con Banner, no sabemos si el secreto de Whedon será «el yoga, el jazz suave o la marihuana», pero lo cierto es que logró un gran film con humor, emoción, maravillas visuales y creaciones fantásticas inéditas, además de un notable mensaje antifascista que es la esencia de esta película imperdible.
Hacen reír delirantes filibusteros animados Aardman, la productora de «Wallace and Gromit» y de la popular pelicula «Pollitos en fuga» intenta con estos piratas de plastilina unir la vieja técnica de stop motion animation con las nuevas posibilidades del cine 3D digital y una temática bucanera que está en boga desde el éxito de la saga de Disney «Piratas del Caribe». La estereoscopia le sienta bien a estos muñequitos de piratas ridículos, pero después de un rato el asunto se vuelve un poco repetitivo. Tal vez sea que la historia sobre la búsqueda de un premio al pirata con mejor botín no ayuda mucho, especialmente dado que el delirio que surge del guión de Gideon Defoe (basado en una novela suya) distorsiona la idea de ver una película de piratas en clave humorística-surrealista animada, ya que en realidad la trama es cualquier otra cosa, con el mismísimo Charles Darwin uniéndose a los piratas para alternar el premio pirata con un premio zoólogico al descubrir un ave milenaria perdida. Realmente, con todas las posibilidades del stop motion y un buen presupeusto se podría haber hecho algo más espectacular dentro del género de las películas de filibusteros en vez de irse por las ramas. De todos modos hay que reconocer que hay momentos visuales impactantes, y algunos chistes muy graciosos, especialmente los que involucran a una reina Victoria armada de un complejo sistema de seguridad virginal, a modo de animadísimo cinturon de castidad. Las voces en castellano no están mal pero sin duda sería más interesante escuchar las de gente como Hugh Grant, Brenda Gleeson o Salma Hayek, pero para eso habrá que esperar al DVD, parece.