La temible “llamada” ya no viene en VHS sino en digital Según la película japonesa "Ringu" (1998), de Hideo Nakata, hay un VHS dando vueltas con unas imágenes horribles, y todo desdichado que lo vea recibirá una llamada en la que una voz le explicará que le quedan siete días de vida. Y la única manera de salvarse es copiar el video y hacérselo ver a otro infeliz, que tendrá que hacer lo mismo si quiere vivir. La novela de Soji Suzuki ya había tenido previamente un telefilm japonés y una miniserie, y luego fue trasladada a Hollywood en una muy competente remake dirigida por Gore Vervinski. Pero el tiempo pasa, y tantos años después una segunda secuela de aquella "La llamada" de 2002 tiene que adaptar la historia a un mundo donde el VHS ya no existe. Por cierto, lo hace bastante bien, empezando por un electrizante prólogo a bordo de un avión de línea donde uno de los pasajeros comete el error de mirar el video... siete días antes. Luego, la verdadera trama comienza con un profesor universitario tratando de arreglar una vieja videocasetera, lo que lleva directamente a las horribles imágenes del video en cuestión. El hombre tiene la suerte de contar con un numeroso alumnado al que puede usar para que copien y vean el video sin correr riesgos, y de paso permitiéndole estudiar el fenómeno. Pero el asunto se complica cuando el circulo falla, una chica muere y otra atestigua el horripilante fenómeno. Esta secuela transporta las imágenes de antes a un archivo digital que agrega nuevos horrores visuales, además de impedir que los personajes lo puedan copiar. A veces la trama es un poco previsible, pero el clima es adecuadamente oscuro y todo está bien filmado, además de contar con un excelente actor como Vincent D'Onofrio en un papel siniestro a la altura de aquel joven debutante en "Full Metal Jacket", de Stanley Kubrick.
“Vigilia”: hasta el perro es disfuncional En una célebre novela de Sir Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes aseguraba que para conocer la idiosincrasia de un grupo familiar había que observar detenidamente a su mascota. Esto se aplica a "Vigilia", opera prima de Julieta Ledesma con un perro negro que, si cuando se porta bien ya resulta amenazador, cuando se vuelve malo provoca terror, principalmente en el dueño de casa. Pero en realidad, el comportamiento del perro es un reflejo de los profundos problemas familiares. E inclusive los empeora, dado que las circunstancias provocan que el perro vuelva de la tumba para vengarse de su asesino. Esta premisa podría permitir un film de terror y suspenso, que no es precisamente éste. La directora y guionista se toma demasiado tiempo para todo, empezando por el retrato de la familia más que disfuncional que vive en una vieja casa en medio un campo jaqueado por la sequía. El hijo regresa después de haberse ido por un buen tiempo, la madre trastornada cree que fue a la guerra, y el padre abusador lo espera a punta de escopeta. La única voz de la razón es la de la empleada doméstica, quien trata de conciliar las cosas sin éxito. Hay buenas imágenes debidas a una excelente fotografía que aprovecha las atractivas locaciones de San Luis y Santiago del Estero, pero dramáticamente el asunto nunca termina de despegar. Lo mejor es el perro Aron, que lamentablemente aparece menos de lo que uno querría.
Un nuevo Batman animado Una vez que se ve la novedad de hacer una pelicula animando muñequitos con piezas de Lego la gracia se va perdiendo, y eso es exactamente lo que impide que esta "Lego Batman: la película" resulte tan entretenida como la anterior aventura "legolizada" del encapotado de Ciudad Gotica, que de todos modos no deja de tener buenos momentos de animación y gags divertidos. De hecho, el argumento da lugar a situaciones risueñas que funcionan especialmente bien cuando se centran en la personalidad solitaria del alter ego de Bruce Wayne, es decir Robin, en el aprendizaje del huérfano que se convertirá en el Joven Maravilla, y por supuesto la eterna lucha contra el archienemigo El Guasón. Pero al mismo tiempo la trama es demasiado compleja para ser interpretada con muñequitos, y provoca que todo el asunto se vuelva un poco cuesta arriba pasada la mitad del metraje de menos de dos horas que, en la práctica, parece más largo. Un punto fuerte del film es el talento actoral para las voces de los personajes gracias a lo que se podria definir como un elenco perfecto, con los tres protagónicos a la cabeza, Willa Arnet como Batman, Zach Galfianakis como el Guasón y Michael Cera como Robin, más muchos nombres famosos incluyendo a Ralph Fiennes como el mayordomo Alfred, Rosario Dawson como la Batichica, y Conan O'Brien en el papel del Acertijo, a los que hay que agregar a Chaning Tatum como Supeman y Jonah Hill haciendo la voz de Linterna Verde, ya que los otros superhéroes de DC Comics también aparecen para darle una mano al dúo dinámico. Pero claro, los que que vean la versión doblada al castellano ser perderán esta gran cualidad de la película, por lo que en ese caso se la podria recomendar solamente como recurso para mantener quietos a los chicos en vacaciones.
Chica levemente trastornada sabe cómo defenderse Esta película parece una copia de la brillante producción de Sam Raimi "No respires", estrenada hace unos meses, sobre un trío de ladrones que va a robar a la casa de un ciego, sólo para ser liquidados y torturados de maneras horribles por el aparentemente indefenso discapacitado. Pero, en realidad, "Intrusos" es bastante anterior, sólo que tuvo problemas de distribución en todos lados, incluyendo un cambio de título en sus primeras exhibiciones en festivales y su estreno comercial en los Estados Unidos. Aquí la victima que se vuelve victimaria es una chica con algunos problemitas psicológicos, empezando por una fobia a salir fuera de su casa, lo que ha provocado que viva desde hace largos años encerrada en la mansión típicamente sureña, cuidando a su hermano enfermo terminal. Su único contacto con el exterior es el muchacho de un delivery que le lleva comida todos los días, más una abogada a la que solo vio una vez en la vida. Cuando su hermano finalmente muere, tres ladrones bastante violentos y amateurs entran a robar suponiendo que no hay nadie en la casa a la hora del funeral, sin pensar que la hermana podría faltar al entierro. Y ahí se dan cuenta de que el robo era mucho más complicado y peligroso de lo que esperaban. Mas allá de que la premisa de "Intrusos" es poco verosímil, la película es bastante enervante, violenta y vertiginosa. Con muchos giros argumentales, algunos más sorpresivos que otros, la historia guarda bien sus cartas para ir develando la verdadera naturaleza del personaje protagónico, convincentemente interpretado por Beth Riesgraf. El trío de ladrones y el delivery también aportan lo suyo, aunque obviamente todo gira en torno de la chica. La producción de bajo costo está bien pensada para que el uso de un decorado único, y muy pocos actores, luzcan naturales dada la fobia de la dueña de casa; en ese sentido, hay que destacar la dirección de arte que cuida al máximo los más imaginativos detalles de la escenografía. Es una película pequeña, pero se sostiene muy bien, y lo más interesante es que más que un film de terror y gore típico del cine moderno, parece inspirada en los melodramáticos psychothrillers que tan bien hacía Robert Aldrich con actrices como Bette Davis y Joan Crawford.
Divertida, ingeniosa, y no sólo para público “metalero” Una comedia de costumbres “metaleras”, cuyos tres protagonistas admiran a la leyenda del heavy metal criollo, Ricardo Iorio. Tres amigos escuchan música de cumbia que viene de la casa de unos vecinos. Se miran, con expresión grave y firme, van a buscar un parlante gigante, lo apuntan en la dirección de donde vienen los ritmos tropicales, y ponen hevay metal a todo volumen. Sin palabras, la escena de títulos es perfecta para presentar los tres personajes protagónicos y el tono de esta original, creíble y bien narrada comedia de costumbres metaleras, curiosamente sutil si se tiene en cuenta que ya desde el título, la leyenda del heavy criollo, Ricardo Iorio del grupo Almafuerte, es la fuente de inspiración del asunto. Los tres amigos idolatran a Iorio, sobre todo el que toca la guitarra en una banda metálica, y sueña con ser telonero de Almafuerte, aunque los otros músicos cada vez suenan menos heavy. Otro es un aspirante a actor que no tiene mejor idea que ir a un casting para una obra de teatro y, en vez de preparar algo de Tennessse Williams, lanza la poética de Iorio a la que se refiere el título. Y el tercero es un motoquero que recibe el pedido de un ciego moribundo, luego de un accidente, para buscar a una tal Lucy y le diga que fue lo mejor que le pasó en la vida. Sólo que cuando luego conoce a chica, se le enciende el más romántico fuego metálico y se la trata de levantar. En realidad, esta última historia de amor, metal y peces de colores (la chica trabaja en un acuario) es la anécdota principal de una serie de situaciones que en principio parecen deshilvanadas, pero que son los inteligentes hilos narrativos de una historia bien armada, que tiene un gran momento de comedia metalera cuando los tres "chabones" son invitados a la casa de campo de Iorio. Es un gran momento, comparable a cuando Mike Myers conoce a Alice Cooper en "Wayne´s World". Tanto en actuaciones verosímiles, buenas y parejas de todo el elenco, y en imágenes atractivas pero nunca pretenciosas, esta película es toda una sorpresa. Y no hace falta ser metalero para disfrutarla, ya que básicamente es buen cine.
Brasileños en apuros en una comedia liviana La rivalidad en fútbol no es el único móvil para que los protagonistas de esta película, pasatista y agradable, busquen desquitarse en Buenos Aires. Un doble de riesgo de cine alcanza, en palabras de su mejor amigo, "la cumbre del cornudo brasileño": encuentra a su prometida engañándolo con un argentino. En medio de la noche de borrachera subsiguiente los amigos deciden viajar a la Argentina para vengar su honor, levantarse chicas argentinas, y desquitarse además de "tanto argentino borracho en Copacabana cantando 'Brasil decime qué se siente', todas las Copas Libertadores que ganó Boca y tanto antidoping del que zafó Maradona". EL dúo comienza el viaje a puro accidente ni bien traspasan la frontera e intentan seducir a una gendarme, sufren impotencia sexual, son rechazados por plomazos, encuentran una novia fugitiva, chocan el auto, son recogidos por unos hippies argentinos que los llevan en una combi y los humillan cantándole la cancioncita, y toda una serie de peripecias alocadas hasta que llegan a Buenos Aires. Por supuesto, la hermandad del Mercosur queda demostrada en un final lleno de amor y amistad entre los personajes de las dos nacionalidades. "Decime que se siente" es una comedia boba pero graciosa y bien filmada, con buenos diálogos, que oscila entre un tema original y un desarrollo por momentos previsible. Hay buenas actuaciones, empezando por el dúo estelar y una excelente Ana Pauls que se roba cada escena como la chica que aparece vestida de novia en medio de la nada.
Vin Diesel, el agente que se parece a Jaimito Lo mejor de esta sobredosis de superacción pochoclera son un par de cameos que aparecen al principio y al final. Uno es de Ice Cube liquidando villlanos a mansalva, y el otro de Samuel L Jackson que trata de convencer al futbolista Neymar de que se una a su grupo de espías deportistas extremos al que se refiere el título, hasta que le arrojan un satélite por la cabeza. Justamente, de eso se trata el argumento, de un aparato robado misteriosamente que tiene, entre otros usos, el poder de utilizar los satélites en órbita alrededor del planeta como proyectiles para actos terroristas. Toni Collette demuestra su profesionalismo al poner su talento al servicio de una malísima jefa de la CIA que vuelve a contactar al agente xXx Vin Diesel (que también es productor del film) para recuperar el artefacto que, en un rapto de originalidad, se llama "la caja de Pandora". Hay persecuciones en skate, paracaídas, autos, trenes y motos, y tanta acción que satura, además de paisajes exóticos y no tanto que llevan el asunto de aquí para allá, pasando por Santo Domingo, Londres, las Filipinas y Detroit. También hay muchas chicas sexy en bikini, y cuando Vin Diesel las mira pone una expresión picaresca que recuerda a las caras de Alvaro Vitali cuando hacía las comedias italianas de Jaimito. Un par de las escenas de acción son bastante buenas, pero se disfrutarán mejor al encontrarlas por azar en un zapping televisivo.
Western a la altura de la nueva época El film se vale de una mezcla de policial y clásico del Oeste para describir el pulso social de la era Obama que permitió el nacimiento del fenómeno Trump. Hay una teoría que afirma que para retratar la sociedad estadounidense de una manera más genuina que Hollywood hay que buscar un director extranjero. La teoría está avalada por películas como "París, Texas", de Wim Wenders, o "Atlantic City", de Louis Malle, y ahora también por esta excelente "Sin nada que perder" del escocés David Mackenzie, que utiliza el género policial para describir el pulso social de la era Obama que permitió el fenómeno Trump. Escrita por el mismo guionista de "Sicario", Taylor Sheridan, la película es una original combinación de policial negro y drama social que quizá pueda definirse mejor como un auténtico western contemporáneo. Chris Pine y Ben Foster son dos hermanos de personalidades opuestas, abocados a robar sucursales de un mismo banco por desolados pueblos pequeños de Texas. La idea es robarle sólo al banco que está por quitarles el rancho familiar por no poder pagar la hipoteca, algo imperativo ya que en el lugar acaban de encontrar petróleo. Jeff Bridges, ofreciendo otra de sus grandes actuaciones -su trabajo está nominado al Oscar al actor de reparto; una de las cuatro nominaciones además de mejor montaje, guión original y película- interpreta a un ranchero de Texas a punto de jubilarse, y que guiándose por su intuición empieza a esperar a los ladrones en los pueblos donde podrían estar por robar otro banco. En su locura criminal, el más delincuente de los hermanos, que interpreta Ben Foster, juega a ser un comanche, mientras que el veterano ranchero se la pasa burlándose de la sangre india de su compañero mestizo, adecuadamente interpretado por Gil Birmingham. Este par de dúos de oponentes le da una particular simetría a la historia, que empieza de manera fuerte con una seguidilla de robos a bancos, se detiene luego hacia la mitad para centrarse en la descripción del ambiente y los personajes, y vuelve a recobrar la fuerza con un desenlace memorable. "Sin nada que perder" es rica en situaciones y diálogos que no son habituales, y su gran cualidad es que funciona en varios niveles, tal como sucede con lo mejor del género negro.
Temas serios, pero dañados por un sentimentalismo duro Asuntos sórdidos y graves como el bullying, la homofobia y la adicción al crack, se mezclan en esta película con elementos formales bastantes pretenciosos y apuntes románticos sumamente cursis. Este drama realista sobre un vendedor de drogas negro, que asume su homosexualidad desde la niñez y adolescencia hasta que se convierte en adulto, incluye temas sórdidos y graves como el bullying, la homofobia y la adicción al crack, mezclados con elementos formales bastantes pretenciosos y apuntes románticos sumamente cursis, por lo que el resultado deriva en una película casi perfecta para los miembros de la Academia. Por eso no sería de extrañar que gane varias de sus ocho nominaciones al Oscar, que van desde mejor película y guión adaptado a mejor actor y actriz de reparto. "Moonlight" está dividida prolijamente en tres partes que muestran al protagonista como niño, adolescente y adulto. El primer segmento lo muestra como un chico pobre al que llaman "Little" (pequeño), perseguido por sus compañeros y rescatado por un dealer adulto bien intencionado que trata de ayudarlo, y medio lo adopta incitándolo a comer y enseñándole a nadar. El hecho de que este buen samaritano sea el dealer de la madre de Little da un giro interesante al asunto, pero no muy bien aprovechado dramáticamente. La segunda y mejor parte tiene que ver con el descubrimiento del primer amor en medio de la peor homofobia, y situaciones extremadamente crueles tanto en el colegio como en su desquiciado hogar. Esa crueldad deriva, curiosamente, en una edulcorada tercera parte con el personaje ya adulto retomando su identidad sexual de un modo tan ñoño como poco verosímil. El cambio de estilo no sólo es pueril sino que, además, atenta contra lo que se vio antes, ya que un film sobre conflictos sociales con resolución ecuménica suele tener una buena dosis de hipocresía. A favor de "Moonlight" hay que reconocer que hay buenas actuaciones y excelentes imágenes surgidas de la notable fotografía de James Laxton, también nominado al Oscar.
“Resident Evil” se resiste a terminar Luego de cinco películas, el director Paul W. S. Anderson y la actriz Milla Jovovich se despiden a lo grande de la saga de "Resident Evil". Basada en un juego de masacre de zombies, la franquicia recaudó más de mil millones de dólares, logró algunos films buenos, y convirtió a la protagonista en la mayor heroína del cine fantástico del siglo XXI. Esta sexta entrega de la serie de la aguerrida Alicia y su lucha contra la malvada Umbrella Corporation y su supercomputadora, la Reina Roja, tiene tres partes bien definidas. Luego de un prólogo que ubica al espectador en la historia de ese mundo apocalíptico, hay una primera parte a toda acción con monstruos mutantes alados y persecuciones entre tanques futuristas y motos que culminan en una batalla épica contra un ejército de muertos vivos. Luego viene un compendio de los elementos retorcidamente paranoicos de los films anteriores, y el desenlace aporta toques de ciencia ficción existencialista que le permiten a la estrella asumir varios papeles (algunos traen ecos del mejor trabajo del director, "Event Horizon", cruenta reelaboracion de "Solaris" de Andrei Tarkovsky). Hay un montaje vertiginoso y buenas imágenes, junto a las inevitables repeticiones de cosas ya vistas. La historia sobre Alicia que intenta salvar lo que queda de la humanidad con un antivirus sirve para que avance la acción, aunque cuando el asunto se detiene para que alguien diga dos frases seguidas el vértigo desaparece ipso facto. Pero, en conjunto, este "Capítulo final" ofrece una buena dosis de acción sobrenatural en formidable 3D. Y, por supuesto, a pesar del título, el guión deja abierta la puerta para que la masacre continúe en futuras secuelas.