Texto publicado en edición impresa.
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Pablo Echarri interpreta a un severo guardaparques en este mezcla de western misionero, thriller ecológico y drama pasional con un jaguareté suelto en el monte y dos hombres enfrentados por una mujer. Correcta aunque no muy imaginativamente filmada por Martín De Salvo, la película empieza bien con una redada del guardaparques y presenta el conflicto que se desarrolla en atractivas escenas en el monte, con momentos de lograda tensión. El crescendo dramático está bien armado y actuado, pero a medida que se ve venir el desenlace, el guión prolonga las cosas más de lo necesario mientras la acción va quedando relegada ante el asunto dramático, que sin dudas es menos entretenido. Las actuaciones son buenas, especialmente la de Mora Recalde, y el tigre se luce en una escena fundamental.
El terror de los 80 revive en un film nacional El terror se mezcla con el humor y las referencias cinéfilas en esta divertida película de Hernan Findling, que logra algo tan difícil como llevar a la Argentina del siglo XXI el estilo y sobre todo el ritmo de las películas norteamericanas de la década del ’80. “Realidad virtual” parte de la parodia y también del disparate: comienza con la película de terror dentro de la película de terror, la última escena que los personajes filman con un chico insoportable que asusta a su niñera en una Noche de Brujas. El género de este film es el del “cine dentro del cine”, con el director, los actores y algunos miembros del equipo encerrados en la primera exhibición del montaje terminado mientras son liquidados uno por uno, según la lista de bajas que se ve en la pantalla. La película que ven no es exactamente la que filmaron, y la culpa la tiene el director, que hizo un ritual pagano, y el productor que le dio un programa de edición con “inteligencia artificial” que funciona con sangre. Findling se las arregla con pocos elementos para mantener el pulso narrativo y, sobre todo, el ritmo basado en un contrapunto permanente entre tensión y gore, en este caso más que generoso aunque nunca tan tremendo como para que el resultado sobrepase el entretenimiento familiar. Las actuaciones son sólidas, ya que no es éste el tipo de película que requiera un Laurence Olivier. Los rubros técnicos son de buen nivel, en especial la fotografía que hace un excelente doble trabajo al darle estéticas diferentes al film que se proyecta dentro de la película.
Con un estreno mundial a mediados del pasado diciembre, esta nueva “Wonder Woman” llega tres meses tarde a los cines argentinos. Su estreno original, en los Estados Unidos, también se había pospuesto varias veces durante el atribulado 2020. Lo mejor que tenia el film original de 2017 con Gal Gadot era que, tanto la presentación del personaje como el hecho de estar ambientada en batallas de la Primera Guerra Mundial, la convertían en la primera película épica de super héroes. Eso se pierde en esta “Mujer Maravilla 1984” que ya desde el titulo da una pista: la poderosa Diana ha mantenido un perfil bajo a lo largo de las décadas y recién en 1984 retoma la acción como la heroína que lucha contra un villano que piensa monopolizar el petróleo mundial gracias a una reliquia que permite que todos sus deseos se vuelvan realidad. Con dos horas y media la duración es excesiva, sobre todo porque empieza con chistes relativos a la nostalgia de los años 80 y sólo lentamente torna a film de super acción. Hay una buena escena con una persecución en un país árabe, al estilo de las películas de Indiana Jones, y también momentos divertidos con Kristen Wig como una científica nerd que desea ser tan poderosa como Diana, y lo consigue, aunque sin medir la consecuencia de sus nuevas habilidades. En cambio Chris Pine no aporta mucho, y el villano Pedro Pascal es más una caricatura que otra cosa. Eso si, a nivel técnico, la nueva Mujer Maravilla esta a la altura de la anterior.
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No hay grandes novedades estéticas ni conceptuales en esta nueva producción de Disney, pero sí algunos personajes divertidos y sobre todo algunas escenas entretenidas. La trama se parece mucho a los últimos éxitos del estudio, incluyendo una princesa, la Raya del título, que debe hacer un heroico viaje para salvar a su padre de un poder maligno. El viaje tiene como fin encontrar a un dragón, aparentemente el último en su especie. Ambientada en el reino ficticio de Kumandra, una especie de sudeste asiático lleno de seres y situaciones sobrenaturales, los puntos fuertes de “Raya” son los coloridos paisajes animados y el humor, empezando por el personaje del dragón que no es exactamente lo que se esperaba de él, lo que da lugar a situaciones muy divertidas. Luego el argumento recorre lugares muy conocidos por todo aquel que haya visto una producción animada de Disney en los últimos tiempos, pero a su favor se puede decir que las escenas de acción son vertiginosas y a veces impresionantes, y muy bien filmadas técnicamente por el equipo de cuatro codirectores. Otro punto es la sobria banda sonora de James Newton Howard que afortunadamente apenas incluye un par de canciones.
Una original vuelta de tuerca sobre el tema de los viajes en el tiempo, y un puñado de buenas escenas de acción son lo que equilibran una película demasiado larga y despareja que no está entre lo mejor que haya filmado su director, Christopher Nolan. “Tenet” es una mezcla entre una de James Bond y Matrix. Hay un superagente secreto que tiene una misión imposible, salvar el mundo de un traficante de armas que ataca desde un futuro próximo. La película comienza con una escena excelente y original donde un ataque terrorista en una gran sala de conciertos sirve para poner a prueba al protagonista, John David Washington, con el fin de ver si es el hombre indicado para una importantísima misión, que lo asociará con un agente aun más misterioso, interpretado por Robert Pattinson. La búsqueda de un tipo especial de munición, única punta para desentrañar el ovillo futurista, los une en una pesquisa que los lleva por lugares exóticos y variados, bien al estilo 007. Los robos perfectos y las tramas complejas que los superespías deben intentar para lograr su cometido son interesantes, y los ataques desde el futuro resultan, en principio, originales, ya que algo que no le falta al director de “El caballero de la noche” e “Interestelar” es la imaginación visual. Aquí el truco radica en que cuando atacan desde el futuro, como el agresor retrocede en el tiempo, se mueve desde adelante hacia atrás, lo que confunde a quienes deben combatirlo, y al principio también al espectador. Justamente este recurso visual de que las cosas vayan en sentido inverso funciona bien al principio, por ejemplo en una impresionante persecución automovilística. Pero una vez entendido el truquito, que el director repite una y otra vez, la que empieza a ir hacia atrás es la película. Dos horas y media de escenas donde algo va para atrás se puede volver un poco cansador y sin mucha gracia, y para colmo llega un punto en el que Nolan se comporta como Georges Méliès cuando descubría uno de sus legendarios y primitivos efectos especiales, y los usaba hasta el hartazgo. De hecho, la idea de editar imágenes en reversa data casi de esos tiempos lejanos de la historia del cine, aunque en este caso hay que reconocerle a Nolan que pocas veces se usó como efecto dramático para respaldar un argumento de viajes en el tiempo. Y se puede decir que al final se revela un detalle más que interesante del argumento sobre las razones que tendrían los habitantes del futuro para atacarnos en nuestros tiempos. Detrás de esta parafernalia repetitiva hay escenas de acción bien elaboradas y un gran villano encarnado por Kenneth Branagh, por lejos lo mejor del elenco junto a un simpático cameo de Michael Caine. En cambio John David Washington tiene la misma expresión a lo largo de todo el film, y Pattinson recién empieza a destacarse un poco hacia la mitad de la proyección. Como regreso a los cines “Tenet” puede resultar un poco decepcionante, aunque sin dudas tiene no menos de media docena de escenas espectaculares para disfrutar en pantalla grande. La música de Ludwig Goransson, que combina sonidos tecnos y orquestales con muchos pasajes grabados al revés, está entre lo mejor de esta película que daba para más.
El país tropical y las actuaciones dominan esta historia atractiva por sus climas misteriosos y su sencillez. Selva es una adolescente que vive con su abuelo, senil, y otra anciana más extraña, con una debilidad por las serpientes. La directora y guionista Sofia Quirs Ubeda va explorando con distintas viñetas la relación entre sus tres protagonistas, así como también las experiencias de la chica en la escuela y en típicas actividades adolescentes con amigos de su edad. Poco a poco el espectador va conociendo los curiosos pensamientos de la protagonista sobre la vida en ese escenario lleno de palabras mágicas y extraños rituales. La actuación de Smashleen Gutiérrez es notable por lo espontánea y genuina, y la música juega un papel importante, tanto en una fiesta como en un velorio, lo que da una perspectiva especial sobre la sociedad que describe. Pero son las escenas nocturnas, formidablemente fotografiadas, las que terminan de darle originalidad a esta atípica coproducción entre Costa Rica, la Argentina, Francia y Chile.
Un veterinario atiende en el quirófano de su clínica al tierno Cookie pero algo sale mal y el perro muere; el profesional, entonces, asegura que fue un ataque de epilepsia, algo imposible de prever. El veterinario, de inmediato, se ocupa de llevarlo a cremar a un sitio cercano a un cementerio de mascotas con el que trabaja habitualmente. Sin embargo, la dueña de Cookie no queda muy conforme con la explicación, y mucho menos con la cremación, al punto de que el veterinario empieza a recibir todo tipo de agresiones, tanto en la puerta de su clínica como en las redes sociales. Poco a poco, la paranoia y una serie de hechos inconexos terminan con él y su esposa enfrentados ya no al cadáver de un animal, sino de una persona. “La muerte de un perro”, dirigida por Matías Ganz, es una combinación de comedia negra, thriller y sátira social, con elementos interesantes y originales, aunque también un par de cosas en contra. Por ejemplo, la lentitud narrativa, y el montaje casi estático que suelen atentar contra el sólido guión. Las actuaciones son verosímiles, pero nunca tan carismáticas como los de algunos intérpretes perrunos que aparecen en este curioso film.