Mediana crónica mafiosa que daba para mucho más Basada en una historia real, esta película cuenta cómo el jefe de la mafia irlandesa de Boston simuló ser informante del FBI con el único fin de que las fuerzas del Gobierno liquiden a sus competidores del crimen organizado italoamericano. La alianza surgió de la antigua amistad de dos amigos del barrio, el hampón James "Whitey" Bulger (Johnny Depp) y el agente John Connolly (Joel Edgerton). Con este punto de partida, "Pacto Criminal" tenía todo para ser una gran película de mafiosos despiadados y agentes del FBI corruptos. Y no es que el resultado sea del todo malo, sólo que realmente no se atreve a desarrollar el asunto con la seriedad, imaginación y buen humor (negro, por supuesto) necesarios para que el espectador no termine extrañando seriamente a Martin Scorsese, o al Brian De Palma de "Carlito's Way". O incluso al mismo Scott Cooper, un director que hizo las cosas mucho mejor en su anterior película, el durísimo policial negro "La ley del más fuerte" ("Out of the furnace"). Es que aquí Cooper parece tan atrapado por los hechos reales en los que se basa el guión al punto de terminar imposibilitado para desarrollar el auténtico potencial del asunto, al punto de que termina dedicándose más a las discusiones de escritorio de los burócratas gubernamentales que a otra cosa. En sus peores momentos "Pacto criminal" casi podría confundirse con uno de esos seudodocumentales sobre la mafia del cable (y las intermitentes entrevistas con hampones secundarios que interrumpen la acción apuntan a esta dirección). En sus mejores momentos amaga convertirse en la gran película policial que podría haber sido. Es decir, hay un puñado de escenas notables, sobre todo en la primera mitad de las dos horas de película. En algunas de esas escenas, Johnny Depp realmente se luce. Pero en general el director no sabe bien qué hacer ni con él ni con los demás actores, ni cómo volver realmente interesantes a sus personajes, con la única excepción del desquiciado agente Joel Edgerton, el verdadero protagonista de esta crónica mafiosa que daba para mucho más en varios sentidos. Por ejemplo, en la actuación de un Kevin Bacon totalmente desaprovechado, O en algunas imágenes formidables de la ciudad de Boston a cargo del director de fotografía Masanobu Takayanagi que, increíblemente, el realizador nunca logra integrar del todo al drama.
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Enredos de mujeres que entretienen de a ratos Esta película podría ser definida como una "Sex and the City" francesa, pero más allá de que los conflictos de las mujeres puedan ser parecidos tanto en Nueva York como en París, lo cierto es que esta comedia llena de chistes feministas tiene matices propios distintos a los de la famosa serie. La directora y actriz Audrey Dana toma once mujeres distintas que están pasando por diferentes momentos de sus vidas e hilvana sus historias en una comedia que nunca deja de resultar un tanto forzada. Está la mujer harta de ser siempre la amante y no tener un hombre para ella sola, la esposa que descubre a infidelidad de su marido, una que debe enfrentar una enfermedad, una abogada nerviosa ante el romance y el caso en el que debe defender a una mujer que mató a su marido, un ama de casa que engaña a su marido con una niñera demasiado voluptuosa y hasta una señora de mediana edad que al darse un golpe en la cabeza empieza a tener alucinaciones eróticas que asustan a su marido. Entre todas estas historias la mejor es la que pone menos énfasis en lo sexual, la de una exitosa mujer de negocios bastante insoportable y sin amigas que desarrolla una curiosa amistad con su sufrida asistenta. En ésta las actuaciones de Vanessa Paradis y Alice Belaïdi tienen un poco más de sutileza gracias a sus personajes que no tienen la necesidad de tocar temas eminentemente femeninos como la menstruación y la menopausia. Luego, el elenco no es del todo parejo, pero tiene mujeres atractivas en casi todos los papeles, incluyendo a una madura y simpática Isabelle Adjani más puesta como relleno que otra cosa. "Ellas saben lo que quieren" tiene buen ritmo y algunos momentos divertidos, pero falla sobre todo en su estructura de film coral, ya que no logra hilvanar las distintas historias de un modo realmente fluido.
Efectiva mezcla de delirio, violencia y mucho humor negro Los viejos métodos de lavado de cerebro al estilo "El embajador del miedo" llegan a niveles inéditos de delirio y humor negro en esta nueva película del director de "Proyecto X", el inglés de ascendencia iraní Nima Nourizadeh que esta vez tiene un cómplice especialmente talentoso, el guionista Max Landis, hijo de John Landis, director de clásicos como "The Blues Brothers" y "Un hombre lobo americano en Londres". Evidentemente Max fue a la escuela indicada para saber armar una historia con guiños al cine de los años 80 pero también muy arraigada en lo más audaz del siglo XXI, aportando ideas a un director que se debe haber divertido tanto filmando esta película como el espectador viéndola. Jesse Eisenberg es un joven adicto a todo tipo de sustancias tóxicas que vive sufriendo terribles ataques de pánico que, entre otras cosas, le impiden salir de los limites del pueblo en el que habita junto a su inquebrantable novia Kristen Stewart, a la que siempre quiere llevar a Hawai, cosa que nunca logra. Pero el último intento de concretar ese viaje soñado despierta una alarma en un jefe de servicios secretos que inmediatamente mandan gente para exterminarlo. Es que el protagonista es una célula "dormida" de un programa altamente confidencial llamado Ultra. El pobre tipo no entiende lo que está pasando, salvo que no tiene inconvenientes en liquidar a los asesinos que mandan por él, incluso si sólo tuviera como arma una cucharita. "American Ultra" tiene escenas ultraviolentas excepcionalmente filmadas, y tambien situaciones increíblemente divertidas en las que aparecen todo tipo de personajes estrafalarios, como un asesino sonriente que pronto pierde sus dientes, o un extrovertido proveedor de drogas intrepretado por John Leguizamo. Lo mejor de del film es que sólo va revelando sus secretos de a poco, tanto al público como a su protagonista, que se pasa buena parte de las escenas pensando que tal vez sea algún tipo de robot homicida. La pareja estelar se luce especialmente, sobre todo Stewart que aquí hace un trabajo a años luz de las películas adolescentes a las que nos tiene acostumbrados. Llena de secuencias impactantes tanto en lo argumental como en la estética psicodélica usada por el director, éste es ese tipo de film destinado a convertirse en objeto de culto, y que dan ganas de ver de nuevo ya no bien termina. La alucinante escena animada de los créditos del final es sólo un elemento en este sentido.
Flojas la cuerda y la película Aún está en cartel una película donde el vértigo juega un papel importante. Es "Everest", que le agrega un enorme dosis de dramatismo a las escenas de alpinismo, dado que cuenta la historia verídica de una expedición que terminó en desastre, además de describir con profundidad las obsesiones de sus personajes, explicando las motivaciones que los llevan a arriesgar la vida escalando la montaña más alta del planeta. "En la cuerda floja" también cuenta una historia real en la que el vértigo es el atractivo principal. Joseph Gordon Levitt es Philippe Petit, un francés delirante obsesionado por hacer malabarismos a gran altura, trepándose ilegalmente a cualquier monumento o edificio alto que tenga a mano. Y su gran hazaña fue caminar en un cable en lo alto de las dos torres del World Trade Center. La película dura dos horas, y realmente durante más de la mitad de la proyección Zemeckis aburre contando una historia anodina y sin aportar nada interesante sobre la vida del personaje y los inicios de su plan para hacer su acto en el cielo de Manhattan. Hay atractivas canciones pop y una buena actuación de Ben Kingsley como el maestro del malabarista, y un intento de narrar la película como si se tratara de un film de suspenso, sólo que con la tensión tan floja como la cuerda a la que se refiere el título. La pesada narración en off al estilo "Forrest Gump" tampoco ayuda mucho. Para que la película tenga sentido hay que esperar, lógicamente, a la segunda mitad, donde los preparativos del evento van sacando al espectador de su sopor, hasta una media hora final realmente excepcional filmando la caminata en cuestión desde todos los ángulos posibles, incluyendo vertiginosas tomas subjetivas del protagonista. Si estas imágenes notables, filmadas por el talentoso Dariusz Wolski redimen o no el conjunto del film, ya es algo que depende del gusto de cada espectador.
argumento torpe que, además, atrasa La primera mitad de esta película tan manipuladora como ultraviolenta puede funcionar como divertidísimo placer culposo, ya que las incongruencias del guión sumadas al ritmo vertiginoso y las salvajes escenas de acción y violencia se combinan en un cóctel difícil de resistir. Lamentablemente, a medida que avanza la proyección, el placer va desapareciendo y sólo queda lo culposo del asunto. El argumento muestra a Owen Wilson como un ingeniero que una vez casi inventa una válvula, viajando con su mujer y sus dos nenas a iniciar una nueva vida en un país del sudeste asiático no especificiado, aunque podria ser Camboya. El tipo no leyó lo más minimo sobre el país en cuestión, aunque la esposa vio en un libro de turismo que al lugar lo definen como "el cuarto mundo". Ya llegando al aeropuerto donde el director se cuida de no mostrar cuando pasan por migraciones, lo que los haría dar la vuelta inmediatamete y tomar el proximo avión a Texas- nadie los está esperando, por lo que aceptan la ayuda de un personaje de averia interpretado por Pierce Brosnan, que los acomoda en el taxi de Kenny Rogers, una especie de trencito de la alegría con música country que lejos es lo mejor del film. En el hotel no hay agua potable, no anda internet, ni la TV y ni siquiera el teléfono, así que el padre de familia decide ir a dar una caminata para comprar "USA Today". Pero de pronto se encuentra en medio de una revolución en la que piqueteros armados matan a sangre fría a cualquier extranjero, especialmente estadounidenses. Entre las escenas increíbles está la del intento de la familia de huir del hotel donde los revolucionarios pululan como zombies matando a todo el que encuentran (en realidad el estilo de toda esta parte del film se parece bastante a "The Walking Dead"), que culmina cuando deciden arrojarse junto con sus nenas de la terraza del edificio a otra que está un poco más abajo, a unos 10 metros. Pierce Brosnan, que tiene escenas pasables, aparece para ayudar, pero también para explicar que él es uno de los que ayudó a originar ese caos así las grandes potencias pueden dominar a los países en desarrollo. La dirección y las actuaciones no están mal, el problema es el guión entre subnormal y astutamente maniqueo, y el desliz ideológico de un film con un nivel de violencia que hace que clásicos del género "norteamericanos en el tercer mundo" como "Bajo fuego" o "Salvador" parezcan aptas para todo público.
Un desopilante disparate con acento guaraní Según explica una chica en una escena clave "Luna de Cigarras" es cuando los insectos se quieren aparear, o algo así, y por ende está todo bien a todo nivel. . El título, más propio de una de James Ivory con Emma Thompson, no suena bien para una comedia negra policial demasiado explícita en sus raíces Quentin Tarantino. Algo obvio en el prólogo con unos facinerosos discutiendo si la caipirinha se degusta mejor o peor en tal o cual país del Mercosur. Una vez superados estos reparos, la película toma su curso y divierte de modo genuino. La trama sobre los enredos relacionados con dólares de un yanqui (Nathan Haase, en un rol con ecos del de Christian Slater en "True Romance") y otros más descoloridos cosechados in situ, a veces se pasa de la raya a varios niveles, con algunos detalles muy políticamente incorrectos pero justamente por eso muy chispeantess. Los defectos que pudiera tener este film se redimen automáticamente ante la sola mención del ser sobrenatural que nadie se atrevería ni a mencionar por abominable e impresentable el Brasiguayo. Este mitológico engendro del folklore de la triple frontera está interpretado con la mejor mala vibra por el histrión Beto Barsotti, a quien el público de distintos festivales europeos ya ha nominado como juglar vitalicio del Parlasur. "Luna de Cigarras" es un disparate no siempre original, ni tampoco moderado en su incorrección política, pero realmente es una historia divertida, bien narrada y muy bien filmada.
Las buenas actuaciones sostienen este “regalo” Jason Bateman es un ejecutivo que consigue un excelente trabajo cerca de su ciudad natal, lo que le permitiría borrar algunos problemas en su matrimonio con Rebecca Hall, que lo acompaña a California dispuesta a dirigir on line su empresa ubicada en Chicago. Mientras hacen trámites relativos a la mudanza, se les aparece un personaje tan gentil como perturbador, siempre dispuesto a hacer regalos imprevistos, el amigable ex compañero de colegio Gordon, mas conocido como Gordo, "the Weirdo". A fines del siglo pasado, Hollywood encontró algo tan pero tan parecido a una nueva fórmula, que lo explotó hasta más no poder. Era la fórmula "alguien infernal", surgido del taquillero prototipo "Atracción fatal", con una amante que se negaba a limitarse a esa situación sentimental. Luego siguieron roommates infernales ("Mujer soltera busca") y baby sitters psicópatas ("La mano que mece la cuna") y diferentes variaciones de todo tipo. Si no fuera por estar fuera de época con aquel fenómeno de taquilla, "El regalo" podría asimilarse perfectamente a ese subgénero del psychothriller, en su variante "ex compañero de colegio infernal". "Gordo" está interpretado por el director y guionista Joel Edgerton, que por intentar con garras y uñas evitar ese nicho que de todos modos le cabe, no sólo elude algún posible momento terrorífico tipo reunión de egresados o algo por el estilo, sino que objetivamente demora mucho más tiempo de lo razonable el verdadero inicio del conflicto con la parejita a perturbar. Llegado ese punto demasiado demorado, el guión aporta detalles interesantes relacionados con tópicos como el bullying adolescente, implicando sus derivaciones y consecuencias. Igual, lo que finalmente salva este regalo, son las buenas actuaciones, empezando por la excelente Rebecca Hall.
Entre crudo retrato social y policial de pura cepa La tremenda escena inicial de "Sicario" no sólo impone el nivel de tensión extrema y violencia pesadillesca del resto del film. También sirve para explicar las razones por las que la meticulosa jefa de un grupo antisecuestros del FBI (Emily Blunt) decide unirse a una dudosa fuerza multisectorial antinarcos liderada por un agente de la CIA en ojotas (Josh Brolin) y un monosilábico consultor hispanoparlante (Benicio del Toro) que parece ser todo un experto en carteles. Si el principio toma por sorpresa al público, todo lo que va a suceder en la primera mitad del film es minuciosamente anunciado no una sino varias veces por distintos personajes. Sin embargo, no hay modo de estar preparado para la visita a la ciudad fronteriza de Juárez, extenso y formidable momento culminante que, entre otros hallazgos, logra un equilibrio notable entre la más cruda verosimilitud de un retrato político-social y el suspenso y la acción de un policial de pura cepa. Esta parte esencial de "Sicario" lleva el problema narco a un nivel cinematográfico digno del mejor Costa-Gavras. Pero obviamente sostener algo de este calibre durante lo que falta de las dos horas de metraje es improbable. A favor del director canadiense Denis Villeneuve (el del ominoso thriller "Prisoners", aquí rebautizado "La sospecha") se puede decir que cuando el público empieza a darse cuenta de que ya puede respirar tranquilo, casi se puede dar por terminada la película. El lado malo es que no hay modo de no imaginar cómo seguiría el asunto si la escena de Juárez diera lugar a otras situaciones que la superen. Además de las excelentes actuaciones y un guión que busca la manera astuta de tratar un tema tan actual, Villeneuve tiene como principal aliado al director de fotografía Roger Deakins (a cargo de muchos films de los hermanos Coen), cuyo talento se esfuerza para usar genuina "visión nocturna" a otra feroz secuencia sobre una misión fronteriza, además de buscarle el clima visual más imaginativo a cada momento dramático. Si bien la confrontación entre los personajes podría tener un mensaje menos ambiguo, hay diálogos para destacar por clarificadores, por ejemplo: "Deberías mudarte a un pueblo chico donde aún se respeten las leyes".
Vale como experimento, pero es mejor la historia Se supone que lo que distingue a hasta película de dos horas y cuarto de duración es que está rodada en una sola toma. Una toma, digamos, demasiado larga, y que ni siquiera tiene los trucos para ocultar unos pocos cortes de montaje utilizados por Alfred Hitchcock en la legendaria "Festin diabólico" ("Rope"). En todo caso, durante la primera media hora de película no importa mucho cómo está concebida formalmente, ya que engancha al espectador con una discreta pero linda historia de amistad de una chica española que está sola en una disco en Berlín con unos desconocidos totalmente ebrios pero muy divertidos que están festejando un cumpleaños. La chica hace tres meses que está en Alemania y no conoce a nadie, por lo que se entiende que se enrolle con este no tan lindo grupo humano, que la lleva a robar amablemente unas cervezas en un maxiquiosco y luego hasta la invita a su escondite secreto, la terraza de un edificio de departamentos. Pero la historia avanza en dirección al policial, con uno de los amigos totalmente ebrio e incapaz de participar en un compromiso de esos de los que nadie puede echarse atrás. Así de golpe la aparentemente joven e inexperta Victoria va a participar de un atraco, sólo que para ese punto de la proyección la larga toma ya se vuelve un poco evidente y la falta de montaje le quita fuerza y fluidez narrativa a una historia realmente atractiva que se hubiera potenciado con buenos cortes de compaginación propios de una buena película policial. Como experimento, de todas maneras no está nada mal y es tanto un tour de force para el director como para el cameraman y, obviamente, también para los actores, empezando por la talentosa y muy atractiva Laia Costa. Pero lo más interesante es la historia y el tratamiento de ambientes contrapuestos de Berlín, ciudad que la película muestra de un modo totalmente diferente a lo que nos tiene acostumbrados el cine.