Atrapante aventura en Marte de un Ridley Scott premonitorio Parece increíble, pero casi simultáneamente con el anuncio de la NASA sobre la existencia de agua en el planeta Marte, se estrena internacionalmente la última película de Ridley Scott sobre los pormenores de una futura misión tripulada al planeta rojo. El asunto es curioso, pero no tanto como para generar alguna de esas teorías conspirativas alrededor de temas relacionados con la NASA. En todo caso, en esta película no hay nada de agua marciana, pero sí cientos de papas plantadas en suelo marciano. Es que se trata de una película de supervivencia, algo asi como una mezcla de "Robinson Crusoe en Marte" en plan realista con bastante de "Apolo 13", sólo que esta última sí era una historia real mientras que "Misión rescate" es obviamente una trama de ciencia ficción pensada para darle visos de realidad a la inminente odisea marciana que la NASA anuncia para 2030. El film comienza con varios astronautas disfrutando de un soleado día marciano mientras recogen muestras minerales. Pero, el clima cambia rápidamente y una tempestad cósmica azota el planeta. La nave terrícola debe huir raudamente, pero en el caos dan por muerto al pobre Matt Damon que queda solo en Marte, con comida para unas pocas semanas y sin manera de hacerle ver a nadie en la Tierra que está con vida. Scott le pone mucho humor a una historia muy dramática y mucha verosimilitud a una historia de ciencia ficción. Justamente este último punto es lo que convierte a "The Martian" en una excelente película que supera ampliamente los límites del género, ya que está contada como algo que podría estar pasando cualquiera de estos días. Otro detalle en esta dirección es que, a pesar de ser un film donde casi todas las escenas requieren efectos especiales, no está filmado para regodearse en ellos, y casi se la podría definir como una película naturalista sobre exploración espacial. Matt Damon sostiene con talento algo tan difícil como actuar solo hablando a una cámara de video buena parte de las más de dos horas de metraje, y entre lo mejor del sólido elenco hay que destacar a Jeff Daniels como el director de la NASA y a Kate Mara y Michael Peña como dos miembros de la misión que deja abandonado a su colega por error. Es notable el cambio de estilo que asumió Ridley Scott para este film, donde no hay el menor énfasis en imágenes grandilocuentes, pero sí hermosos paisajes marcianos y un final a toda superacción.
La espuma de los efectos Michel Gondry adapta la celebrada novela de Boris Vian en un festival de esnobismo lleno de gadgets surrealistas animados cuadro por cuadro, música de jazz y tonterías a granel, muy bien realizadas y admirables a la vista, pero que no ayudan a contar una historia de manera más o menos sensata. Sobre todo con una duración superior a las dos horas, la absurda y trágica historia de amor de un hombre enamorado de una mujer con una extraña enfermedad (le crece una flor en los pulmones), es el tipo de libro de libro de culto tan difícil de convertir en película como sucedió con "El almuerzo desnudo" de Williams Burroughs en manos de David Cronenberg. Con la diferencia, además, de que Gondry no es Cronenberg, sino más bien un genial director de clips, algunos tan buenos como los que rodó para los Chemical Brothers, pero su principal problema a la hora de encarar largometrajes es que siempre puso su estilo -y sus caprichos- por delante de lo que sea que haya que narrar. Otro guionista habría pensado, con sensatez, eliminar algunos de los párrafos mas inasibles del libro de Vian, pero Gondry va por todo, con zapatos que andan solos, timbres que caminan, pianos que preparan cocktails al tocar las teclas, y un sinfín de hallazgos visuales simpáticos en sí mismos, pero al mismo tiempo obstáculos serios para contar algo que pueda sostener el interés durante dos larguísimas horas. Especialmente debido a que el director, enamorado de su propio talento, repite los mismos gadgets una y otra vez hasta agotarles toda su gracia. Recién al final, cuando el romance se vuelve trágico, la película se vuelve blanco y negro conteniéndose un poco en su imaginería rococó para concentrarse un poco más en la síntesis de la poética de Boris Vian. Si para entonces es demasiado tarde o no, es algo que depende del gusto de cada espectador. De lo que no cabe duda es que en "La espuma de los días" hay mucho para ver, pero que es el tipo de película más original e interesante que auténticamente lograda.
Vampiros algo rebeldes En esta secuela de "Hotel Transylvania" no hay muchas novedades con respecto al original, con la voz de Adam Sandler y otros actores famosos (eso en la versión original, claro). Esta vez el guionista, que también es Sandler, cambia un poco las reglas del Hotel Transylvania, que no sólo deja alojarse como huéspedes a los monstruos clásicos del cine de terror, sino también a seres humanos, lo que conlleva algunos enredos relativamente graciosos. El giro principal del argumento es que Drácula está perturbado debido a que su nieto, medio vampiro, medio humano, no parece reaccionar a sus genes vampíricos, asunto que lo preocupa al punto de organizar una excursión "vampiril" para potenciar los instintos del pobre chico, algo así como los abuelos o padres que llevan de cacería a hijos o nietos para desarrollar sus instintos viriles. Hay personajes coloridos que ya fueron vistos en el film anterior, y detalles graciosos como por ejemplo pedazos de pastel que pegan alaridos al ser cortados, pero no hay un argumento sólido ni tampoco la totalidad de los gags son eficaces, aunque se entiende que el público infantil al que está destinada la película va a pasar un buen rato. La animación es más que buena. Y si se ve la versión con las voces de Adam Sandler y Kevin James el asunto debe mejorar.
Ingeniosa “Qué pasó ayer” a la criolla No es que sea terriblemente original, pero para el tipo de comedias que se hacen en la Argentina esta "Noche de perros" se destaca por apuntar al estilo de películas americanas tipo "Qué paso ayer", poniendo ritmo y chistes zarpados. La cosa empieza con dos amigos que van a salir una noche, uno más serio que el otro y no muy convencido, dado que tiene que entregar un trabajo para su padre. Como no pasa el colectivo, el menos serio de ambos elige cualquier llave del garaje donde trabaja con la idea de tomar prestado un auto, dar una vuelta y devolverlo. El auto es un Mercedes con una pistola en la guantera, y para colmo se lo roban cuando están en un bar tomando una copa. Desesperados, van a lo de otro amigo con contactos en los bajos fondos para tratar de recuperar el vehículo. Pero las cosas se complican aún más, y los amigos terminan teniendo que hacer obligadamente una transacción de drogas y robar el perro de un gángster, entre otros actos delirantes. El director Nacho Sesma narra correctamente una historia que está sostenida en las buenas actuaciones, buena música, y sobre todo por buen sentido del humor, con gags eficaces y una lograda factura técnica. Seguramente no sea una película memorable, pero sin duda divierte y hace reír, y finalmente eso es lo principal en una comedia.
Para ver esto, mejor ver la computadora Este film de ciberterror casi logra ser menos atractivo que los múltiples engendros de "material encontrado" que vienen desvirtuando el género desde hace años. Aquí hay una historia sobre un espíritu vengativo que se expresa a través de la red social. Un grupo de Skype compuesto por cinco estudiantes de colegio secundario, que evidentemente se la pasan colgados de sus PC, empieza a ser acosado por la cuenta de una chica que se suicidó hace un año exacto. Los integrantes de ese grupo primero piensan que es algún tipo de hacker que los quiere molestar, pero pronto empiezan a acusarse unos a otros dado que el tema que subyace detrás de la historia es el del bullying. Conceptualmente, tal vez el asunto no esté tan mal, pero dramática y sobre todo visualmente por momentos apesta, dado que en un punto de la proyección el espectador quizá podria llegar a pensar que no hacía falta pagar cien pesos para ver una película compuesta casi íntegramente de pantallas de PC con los mismos sites a los que entra desde su casa (con el fantasma de que no le funcione el servidor siempre provocando miedo). No vale la pena ir al cine para esto.
De Niro sabe por viejo y por diablo El lado sensible de Robert De Niro siempre fue difícil de encontrar, y mucho más de explotar en una buena película, pero la directora y guionista Nancy Meyers lo utiliza a la perfección en una comedia dramática que destaca, ya desde su tema principal, la amistad entre un viudo jubilado y la joven empresaria de un negocio de ropa por internet, donde el septuagenario entró como pasante. A primera vista la premisa daría para una comedia de fórmula mucho más fácil, con el gerente de un negocio tan perimido como la impresión de guias telefónicas que no tiene en cuenta Facebook ni sabe casi nada del mundo virtual, debiendo aprender de su nieto de 9 años qué es un conector USB y cosas asi. Pero Meyers apunta en esa dirección para hacer entrar al espectador en una historia compleja, y llena de matices interesantes, divertidos, y tambien más dramáticos. De Niro es el jubilado que se siente activo pero no sabe cómo llenar un vacío en su vida sin depender de su hijo. Para intentarlo, hasta hizo yoga y aprendió a hablar chino mandarín. Un trabajo de día completo como pasante en un edificio de su barrio, Brooklyn, que precisamente conoce muy bien, podría ser una solución, pero cuando lo entrevistan para la pasantía califica tan bien que lo ubican como asistente directo de la dueña de la empresa, Anne Hathaway, una mujer que no para un segundo de trabajar y que da vueltas en bicicleta por los escritorios de sus empleados. Y que además no quiere saber nada con la estrategia de tener lazos con la comunidad tomando pasantes ancianos, pero que debe tener uno a su lado para dar el ejemplo. Así que pronto el protagonista se encuentra con nada que hacer, ya que la empresaria jamás lo convoca para ninguna tarea, y decide hacer su propio lugar en esa oficina llena de jóvenes que miran asombrados su maletín. Pronto lo logra con creces y entra en la vida de la empresaria, en la que el estrés y el descuido a su marido y su pequeña hija le están generando serios problemas personales. "Pasante de moda" es una de esas películas fácilmente subestimables, pero que uno nunca podrá dejar de volver a ver cuando la pesque por la mitad en un zapping del cable. No es nada pretenciosa, tiene diálogos y situaciones risueñas incluso en medio de los momentos dramáticos; incluye descripciones satíricas, pero serias, de conflictos modernos, y está tan bien filmada como para que no haya necesidad de un solo recurso visual obvio o del mínimo estetecismo, a pesar de contar con un notable director de fotografía como Stephen Goldblatt. De Niro brilla especialmente bien dirigido por Meyers para un papel que hubiera podido ser elemental y lleno de golpes bajos. Y Anne Hathaway se luce, igual que muchos de los actores secundarios de un buen elenco, empezando por una Rene Russo especialmente sensual. Es una excelente comedia dramática, recomendable a público de todo tipo y edades, con uno de los mejores finales que se hayan visto en este tipo de cine.
Los fantasmas no dejan casa sin tomar La eterna casa embrujada de las películas de terror tiene aquí una mínima variante: una familia estadounidense se muda a Santa Clara, Colombia, para hacerse cargo de una fábrica de papel, y pronto empieza a experimentar extraños fenómenos, básicamente la aparición de unos fantasmas de niños enmascarados por las noches. No hay grandes novedades en la trama de "Desde la oscuridad", más bien una serie de lugares comunes del género, y los conocidos y a veces eficaces golpes de efecto, que hacen saltar al público de la butaca a pesar de que no esté pasando nada a nivel argumental. También hay una tendencia a poner en constante peligro a la hija del matrimonio protagónico, la pequeña Pixoe Davies, a la que le pasa de todo durante la película, algo lógico teniendo en cuenta que los espectros pueden tener que ver con una antigua celebración que terminó, cinco siglos atrás, con los conquistadores españoles quemando vivos a los chicos del pueblo. El que parece un espectro es el pobre Stephen Rea, el gran actor irlandés de tantas películas de Neil Jordan, como "El juego de las lágrimas", que por algún motivo terminó perdido en Colombia en un film clase B haciendo un papel bastante deslucido, sobre todo para su trayectoria.
No es fácil devenir Ben Kingsley para siempre Una de las películas más audaces de Rock Hudson fue "Seconds", en la que el director John Frankenheimer mostraba cómo un anciano millonario apelaba a una oscura empresa dedicada a burlarse de la muerte y darle un nuevo cuerpo joven a quienes pudieran pagarlo. "Inmortal" es una variación sobre esa misma idea, con Ben Kingsley como un magnate que al borde de la muerte se convierte en Ryan Reynolds. El film comienza muy bien gracias al carácter que el ganador del Oscar por "Gandhi" le da a su personaje, y luego la trama sigue con Reynolds sufriendo extrañas visiones que los que prepararon su reencarnación aseguran son sólo alucinaciones propias del traumático cambio de cuerpo, que tratan de limitar con misteriosas pastillas a las que pronto el protagonista se vuelve adicto. Pero las misteriosas visiones tienen que ver con el horrible secreto que esconde este proceso, y al descubrirlo el héroe se vuelve en contra de quienes le dieron más años de vida. La película empieza como un original film de ciencia ficción pero, de a poco, se transforma en un thriller de acción bastante convencional, pero que de todos no está del todo mal, con varias escenas violentas muy bien filmadas por el director indio especializado en clips de rock Tarsem Singh. El principal problema de "Inmortal" es el cambio de clima intempestivo, y un Reynolds que no está a la altura del conflictuado personaje, que debería mostrar un poco más de la personalidad de su otro yo, es decir de Ben Kinglsey. La música de Antonio Pinto y el vertiginoso montaje impuesto por Singh ayudan a que el film siempre resulte vistoso más allá de los desequilibrios mencionados.
Deslumbrante suspenso de alta montaña En 1996 el Everest dejó de ser escalado solamente por alpinistas profesionales y comenzó a ser explotado por empresas que intentaban llevar a amateurs a la cumbre más alta del planeta. El resultado fue un desastre con varios muertos y heridos, y esta película cuenta la historia de esos sucesos con un énfasis especial en lo dramático del asunto y sin apelar al estilo de cine catástrofe hollywoodense que podría haberle cabido a la tragedia. Baltasar Kormakur, el director islandés llevado a Hollywood por Mark Wahlberg para dos excelentes policiales, "Contrabando" y "Dos armas letales", hace un film con un estilo narrativo e imágenes personales, además de un minucioso realismo y exactitud para tratar los hechos verídicos en los que una serie de notorios errores humanos llevó al desastre. Técnicamente, "Everest" es un tour de force donde el espectador es transportado a los Himalayas, especialmente en la versión en formato IMAX que en algunas escenas logra las mejores imágenes 3D, con el logro adicional de que estos efectos nunca distraen del drama. La película se filmó en el Nepal, pero también en Italia y en los estudios Pinewood de Inglaterra, sin que los lógicos efectos especiales luzcan nunca artificiales. El guión establece primero la mayor dificultad de llevar personas a la altura propia de los aviones de línea, donde la falta de oxígeno puede generar edemas cerebrales y serios problemas pulmonares. Dada las condiciones climáticas, varias expediciones tenían las mismas fechas de ascenso, y el argumento marca el difícil entendimiento entre los distintos alpinistas que genera inexplicables errores, incluyendo la ausencia de sogas en puntos esenciales y la falta de tanques de oxígeno. El suspenso está marcado por una hora en la que, habiendo llegado a la cima, deben descender forzosamente, y por la llegada de una terrible tempestad de nieve. A los 40 minutos de proyección ya hay una terrible escena de vértigo protagonizada por Josh Brolin, uno de los mejores actores del elenco, pero en realidad el último tercio del film es una oscura pesadilla dramática sobre las angustiantes experiencias de las diferentes víctimas de la montaña. La música y la fotografía confluyen para que algunas de las mejores escenas de "Everest" resulten sobrecogedoras, con un rescate final en helicóptero que agrega la acción de la que el film prescinde, ya que por momentos casi se podría decir que Kormakur apela al estilo del antiguo "cine de montaña", género que era muy popular en Europa desde el período mudo y que no tenía que ver tanto con la acción como con el alpinismo en tanto disciplina. Por motivos obvios que tienen que ver con el paisaje, casi ni hay que aclarar que "Everest" debe apreciarse en pantalla grande.
Meryl Streep, buena rockera Lo mejor de esta comedia dramática es Meryl Streep, quien aquí demuestra otra vez que puede volver creíble cualquier personaje, inclusive una rockera un poco pasada de época como Ricki, cantante y líder del grupo The Flash. Ricki le ha dedicado la vida a la música y no tanto a sus hijos, por lo que al regresar al hogar cuando su hija (en la ficción y en realidad, Mamie Gummer) es abandonada por su marido, no tiene mejor idea que servirle de consuelo, a pesar de que nunca tuvo la mejor relación con ella. El guión de Diablo Cody no es de lo más original, y recuerda algunos films ochentistas como "Light of Day", de Paul Schrader (de hecho el personaje de Streep parece inspirado en la Joan Jett de ese film, y también canta temas de Bruce Springsteen) y un poco a "Reencuentro" ("The Big Chill") de Lawrence Kasdan. Sólo que aquí está todo al servicio de la protagonista y su hija, al punto que hasta Kevin Kline luce apagado. En cambio, quien sorprende es el semiolvidado rocker Rick Springfield (que en sus buenos viejos tiempos ya había protagonizado alguna película), como el guitarra líder y algo más de la banda de Ricki. Jonathan Demme, que conoce bien el mundo del rock por haber dirigido documentales como "Stop making sense", de Talking Heads, intercala con oficio los chistes y momentos dramáticos relacionados con el choque cultural entre la rockera y el resto serio de la familia. También maneja el ritmo, aunque no logra sacarle esa sensación de déjà vu a muchas escenas del film. Y Meryl Streep canta muy bien, y hasta toca la guitarra rítmica.