Gracias a Mark Ruffalo se acepta hasta lo increíble Esto sí que es un canto a la vida, al amor y la amistad y todo elogio que se le parezca, al punto de que, al final, la directora y guionista Maya Forbes casi logra convencer al público de que la vida es bella, incluso para aquellos que padecen trastornos mentales bipolares (antes denominados "maníacos-depresivos"). Incluso, algo que "Sentimientos que curan" deja claro es que si la vida es bella, incluso puede ser mejor para dos nenas, si su madre "normal" las deja a cargo de su padre maníaco depresivo, bipolar, o lo que sea, siempre que sea un chiflado tan encantador como Mark Ruffalo. Basada en experiencias autobiográficas de su directora y guionista, el guión cuenta cómo Zoe Saldana se enamora de Ruffalo, y aun sabiendo de su condición mental, que entre otras cosas implica no poder conseguir un trabajo estable, decide casarse con él y tener dos hijas. Lógicamente, en algún momento su marido sufre una crisis, lo internan, la pareja se separa, y luego el padre hace todo lo posible para ver a sus nenas lo más que pueda. Pero por problemas económicos que, por ejemplo, le impiden mandar a sus hijas a un colegio privado, la madre decide terminar una carrera dejándolas a cargo de su padre un año y medio. Con un guión que deja muchas preguntas en el aire a las situaciones que plantea, y que se esfuerza todo el tiempo para rematar todo momento oscuro con una solución luminosa y feliz, "Sentimientos que curan" tal vez no sea convincente del todo, pero en la práctica funciona bien y es bastante divertida. Obviamente, todo el peso lo sostiene Mark Ruffalo, tan talentoso como para salir bien de escenas que lo obligan a sobreactuar un poco más de lo necesario. Son cosas de estos cantos a la bipolaridad.
Potente melodrama bélico, aunque lejos de Irene Nemirovsky La novela inconclusa de Irene Nemirovsky, editada mucho después de su muerte, se convirtió en un best seller al conocerse hace una década, pero evidentemente esta visión de primera mano del drama de la guerra con especial foco en la convivencia y el colaboracionismo en la Francia ocupada tiene un tratamiento más esquemático del que se podría suponer dada la naturaleza de su fuente literaria. Es que la adaptación del director Saul Dibb convierte la novela de Nemirovsky en un melodrama bélico bastante convencional, casi un folletín, que si no fuera por sus valores de producción podría confundirse con una serie de TV. Sólo que hay que reconocer que en este estilo, y olvidando el potencial de la novela original (que más allá de su calidad ha despertado cierto fanatismo por la circunstancia de ser descubierta tantas décadas después de la muerte de su autora), es un potente melodrama, que funciona muy bien tanto en sus aspectos de folletín romántico como en las explosiones de violencia propias del género bélico. Ayuda mucho el hecho de que tanto el principio como el final del film sean especialmente contundentes. Las primeras escenas, con la llegada de la guerra a un tranquilo pueblo cercano a París, es especialmente eficaz, y por supuesto la llegada del ejército nazi al lugar es de donde crece esta trama sobre el difícil romance entre la bella burguesa Michelle Williams y el oficial nazi que parece tener detalles de humanidad, muy bien encarnado por Matthias Schoenaerts. Si bien hay grandes films que muestran este tipo de relaciones con más crudeza, por ejemplo "Lacombe Lucien" de Louis Malle y "El libro negro" de Paul Verhoeven, en su estilo un poco más discreto "Suite Francesa" tiene sus momentos y, sobre todo, aprovecha la trama para generar constante suspenso en cuanto al desenlace de cada situación que va planteando. Las actuaciones son mejores en todo lo que respecta al elenco secundario que a los protagónicos, y si bien es obvio que no estamos ante un clásico ni nada que se le parezca, por la fotografía y la ambientación de época y lugar, desde lo visual siempre logra mantener el interés del espectador.
Durísimo drama que oscila entre lo bélico y lo político Las guerras cambian y por ende también cambian las películas de guerra. Sólo que si no estuviera basado en una historia real, este drama bélico directamente parecería una película de ciencia ficción. Justamente, el director y guionista Andre Niccol (conocido principalmente por ser el guionista de "The Truman Show") hizo películas de ciencia ficción como "Gattaca" y también enfocó el lado más oscuro del tráfico internacional de armas en "El señor de la guerra". Ethan Hawke es un ex piloto de combate que abandonó los aviones caza y ahora -corre el año 2010- sólo pilotea drones. Los drones despegan en Afganistán, o en Yemen, y ubicados a unos tres mil metros de altura, enfocan blancos de supuestos talibanes o miembros de Al Qaeda, los siguen y los eliminan con misiles. Todo esto sin que el protagonista tenga que moverse de un cubículo dentro de una base militar ubicada en un desierto cerca de Las Vegas. Mientras para algunos de sus colegas la situación no podría ser mejor, dado que no sólo enfrentan al enemigo sin correr riesgo alguno y ni siquiera tienen que alejarse de sus seres queridos, ya que sus mujeres e hijos los esperan en el barrio militar cercano a la base, para el mayor interpretado por Hawke la situación es extraña y por momentos aborrecible, no deja de sentirse un cobarde y extraña desesperadamente volver al combate al mando de un F16. Para colmo, las cosas empeoran cuando la Fuerza Aérea debe obedecer órdenes de la CIA, con objetivos generalmente rodeados de civiles, incluyendo niños, y con tácticas tan tremendas como volver a bombardear lo ya bombardeado eliminando a los rescatistas. Esta es una película totalmente diferente a todo lo conocido, pero ésa no es la única cualidad de este drama terrible que oscila entre lo bélico y lo político pero que, sobre todo, se centra en el daño psicológico que toda la operación le provoca al protagonista, un excelente Ethan Hawke, secundado por un sólido elenco en el que se destaca Bruce Greenwood como su oficial superior. Niccol no busca la espectacularidad sino el horror surgido de este nuevo tipo de guerra, y realmente logra estremecer con imágenes que uno querría fueran parte de un film fantástico y no de una película basada en hechos reales.
Curioso índice de mitos folklóricos Dada la cantidad de mitos y seres sobrenaturales del folklore de distintas provincias de nuestro país, es una pena que no haya más películas que se ocupen de estos temas. "Siete Salamancas" lo hace, pero de una manera extraña y no muy coherente, ya que no se decide entre el documental y la ficción, pero al menos, a su curiosa manera desarrolla algunas historias de interés. El film explica en un minucioso prólogo escrito que una Salamanca, según el folklore y las tradiciones norteñas, puede ser un lugar en el monte o un cruce de caminos donde alguien va a tratar de hacer un pacto con el Zupay, es decir el diablo. Luego, la película se divide en siete partes donde supuestamente va contando cada una de los pasos de ese ritual. En la práctica, el relato no es muy claro dado que lo que hace el director es registrar conversaciones con paisanos que cuentan cosas. Algunos incluso no cuentan nada de nada, pero mientras tanto, la cámara se ocupa de enfocar insectos ominosos y cosas por el estilo. Sin embargo, las imágenes son buenas, y además de las historias que sí son interesantes, ayudan a seguir esta extraña película que tiene otra virtud: es realmente breve, ya que apenas dura una hora. Eso sí, hay algunos relatos inquietantes, como el de las mujeres que aparecen y desaparecen en medio del campo y la de un paisano a caballo que trata de alcanzar una música de guitarra y acordeón en medio de la nada sin que nunca consiga ver a los músicos.
Unos “Cuentos de Halloween” desparejos pero entretenidos Si bien para los fans del cine de terror todo el año es Noche de Brujas, esta semana se estrenaron tres películas que deberían haber estado en cartel el sábado pasado: "El último cazador de brujas", "Siete Salamancas" y, sobre todo, esta "Cuentos de Halloween", que tiene a su favor mezclar diez historias que transcurren el 31 de octubre y están llenas de sangre, tripas y todo lo que se espera del género en su expresión mas minimalista. Como débil nexo, más allá de la efeméride, hay una locutora de radio al estilo de la de "La niebla", de John Carpenter, y el hecho de que casi todos los personajes están viendo en sus distintos decorados el clásico de George Romero "La noche de los muertos vivientes". Justamente, "Creepshow" de Romero parece ser una de las fuentes principales de este film que tiene como particularidad la cantidad de relatos, ya que una decena es mucho, y si bien permite que algunos pocos sean realmente contundentes (o que están bien contados), otros no pasan del sketch humorístico-terrorifico, y ése es el típico caso en el que un corto puede quedarse demasiado corto. De cualquier manera la verdad es que casi ninguno llega a aburrir y sí, en cambio, hay tres o cuatro realmente buenos, lo que anima a recomendar la película, más allá de que tanto niño disfrazado acuchillando gente puede terminar saturando. Entre los mejores se puede destacar uno con un espíritu que reclama que le guarden dulces y la venganza de unos chicos contra unos psicópatas que torturan niños de maneras horribles. El excelente tema musical del film es del venerable Lalo Schifrin, padre del director a cargo del segmento "The Ransom of Rusty Rex".
La bruja buena le roba la película a Vin Diesel Ochocientos años atrás Vin Diesel mató a la Reina Bruja, que antes de morir lo condenó al suplicio más solitario: la inmortalidad. Así es como, en el mundo actual, el protagonista de este film fantástico con el énfasis en la acción es un personaje clave para limitar el accionar de brujas y hechiceros, con la ayuda de un sacerdote de "el hacha y la cruz" que hace las veces de asistente y confesor. La acción comienza justo cuando el protagonista tiene que aceptar el retiro de este sacerdote, nada menos que Michael Caine, y su reemplazo por un joven cura interpretado por Elijah Wood, un cambio que no lo convence mucho (lo que es muy sensato). Pronto queda claro que con este cambio de sacerdote hay extraños movimientos entre las brujas y hechiceros decididos a usar las artes prohibidas, y el asunto es que aquella Reina Bruja supuestamente liquidada sólo estaba esperando el momento para resurgir y dominar el mundo. El director de la nueva versión de "The Crazies", Breck Eisner, aquí se hace cargo de una historia entre incoherente y previsible con algunos detalles divertidos y sobre todo muy buenas imágenes horripilantes, aunque curiosamente el film nunca logra asustar ni generar auténticos climas de terror. Por otro lado, todas las secuecias se resuelven con un huracán de efectos especiales que antes de la mitad de la proyección ya saturan, no sólo por el abuso en la cantidad sino también por la textura eminentemente digital de cada efecto. Michael Caine, que tiene el mejor diálogo del film, está en estado de hibernacion casi todo el tiempo, lo que es una pena, pero la que se roba cada escena donde aparece es la bruja buena encarnada por Rose Leslie.
La acción salva a la nueva aventura de 007 La última película de 007 empieza con un pintoresco prólogo mexicano durante el Día de los Muertos: Bond deja una chica esperándolo en la cama y caminando por cornisas se dedica a liquidar a un enigmático villano, tarea que implica hacer explotar un par de edificios y que sigue con una furibunda persecución entre la multitud disfrazada de esqueletos más una temible pelea en un helicóptero. Luego, igual o más que en la anterior "Operación Skyfall", la trama se pierde en los conflictos de la nueva organización de los servicios de inteligencia británicos que están por dar de baja a todos los agentes doble cero. Ralph Fiennes, el nuevo M, debe seguir compitiendo con la ex M, Judi Dench, que desde la tumba le pide a Bond una nueva tarea, que partiendo desde un funeral en Roma lo lleva a infiltrarse en la tenebrosa organización de archicriminales Spectre, liderada por un verborrágico Christoph Waltz. Cuando empezó en el 2006 la nueva parte de la franquicia protagonizada por Daniel Craig con la excelente "Casino Royale", había un cambio hacia una violencia y una crueldad más serias que realmente renovaba la serie, pero ahora esa seriedad se volvió un poco pretenciosa y da la sensación de que las escenas filmadas por el director Sam Mendes no encajan demasiado bien con las escenas de acción filmadas por el equipo de segunda unidad. Asi es como "Spectre" levanta vuelo cada vez que las cosas explotan en los tiroteos y persecuciones, pero se estanca cuando se limitana mostrar paisajes de Marruecos o a insistir con revelar innecesarios secretos biográficos del agente con licencia para matar. Entre los mejores momentos hay una crudísima pelea en un tren (que de todos modos recuerda bastante a la de "De Rusia con Amor") y un encuentro erótico con Monica Bellucci. También hay un divertido, quizá por poco serio, enfrentamiento con Waltz, que está determinado a clavarle sofisticadas agujas en la cabeza a Bond y hacerle algún tipo de lobotomía. La excesiva duración de 148 minutos realmente no ayuda, aunque la fotografía es excelente y las variaciones del famoso tema de Bond a cargo del músico Thomas Newman incluyen momentos notables. El clip psicodélico de títulos probablemente sea el más flojo desde el comienzo de esta serie en 1962.
Sustos más graciosos que escalofriantes Un chico se muda con su madre a un deprimente pueblo en medio de la nada, donde lo más divertido es ser asustado por la vecina del caserón de al lado. La chica vive semisecuestrada por su padre, un tipo hosco que guarda un oscuro secreto en su casa, al punto de que tiene el sótano lleno de trampas para osos. El asunto es que para el recién llegado no va a haber un minuto de aburrimiento, ya que el padre de su vecina es un famoso escritor de cuentos de terror para niños y sus monstruos se vuelven reales si alguien los deja salir de los manuscritos originales donde los tiene atrapados bajo llave. Por supuesto, los libros empezarán a abrirse y el dulce pueblito empezará a estar asolado por todo tipo de criaturas monstruosas, empezando por un yeti, un diabólico muñeco de ventrílocuo, un chico invisible, un caniche volador, arañas gigantes, un hombre lobo, marcianos con armas de rayos congelantes y malignos enanos de jardín, entre otros Jack Black es el escritor que debe luchar contra sus propios fantasmas, algo difícil dado que los libros donde deberían ser encerrados de nuevo han sido quemados por el muñeco de ventrílocuo que lo llama papá. Black logra darle buenos momentos de comedia a esta película que parece apoyarse demasiado en la fórmula de viejas producciones de Spielberg de la década de 1980 al estilo "Gremlins". Hay algunos sustos, aunque obviamente los monstruos surgen de una serie de libros infantiles de terror y, por lo tanto, sus diabluras no llegan a ser realmente horripilantes ni irreversibles. "Escalofríos" es un tanto minimalista, pero muy divertida y luego del breve prólogo no para un segundo,. E incluso hacia la mitad del film se revela una subtrama inesperada y dotada de un bienvenido toque poético.
Imperdible viaje a la Guerra Fría Spielberg y los hermanos Coen llevan al espectador en un viaje imperdible por la Guerra Fría que tiene todos los condimentos, aunque es mucho mas que una película de espías. Sobre todo, "Puente de espías" es un film histórico que narra con lujo de detalles los pormenores de un famoso episodio de la Guerra Fría, el intercambio de un espía soviético infiltrado en los Estados Unidos por un piloto estadounidense capturado cuando los rusos derribaron un sofisticado avión espía. El gran truco de la película y del guion de los hermanos Joel y Ethan Coen es contar los eventos desde el punto de vista de un hombre común que por pura casualidad se vio metido en las difíciles e inéditas negociaciones que dieron lugar a ese intercambio. La película empieza en 1957, muy al estilo de films de espías de esos tiempos (uno podría recordar "El ladrón", con Ray Milland convertido en un espía que nunca habla) con la detención del coronel Rudolf Abel (Mark Rylance), que mientras simula pintar paisajes, recoge secretos atómicos escondidos cerca de su atril. Pero la detención implica un juicio y el abogado experto en seguros que interpreta Tom Hanks es prácticamente obligado por los dueños del estudio donde trabaja para que defienda al espía ruso. Es un pedido del Gobierno, para simular de juicio justo. Al personaje de Hanks no le dan opción, pero una vez enfrentado al caso se toma el asunto totalmente en serio, con el riesgo de convertirse en una de las personas más odiadas de los Estados Unidos. Como experto en seguros, el abogado defensor construye una tesis acerca de la posibilidad de que, del mismo modo que EE.UU. pueda tener capturado un agente ruso, los rusos puedan capturar un agente norteamericano, generando así la idea de un intercambio que en ese momento casi parece un ardid para evitar la pena de muerte de su defendido. Sólo que en forma paralela a estos eventos que tienen lugar en Nueva York, en Pakistán hay unos pilotos de la CIA aprendiendo cómo sucidarse si los rusos los atrapan mientras hacen vuelos de espionaje con un sofisticado avión que vuela a gran altura y que tiene como nombre código "El artículo". Con una minuciosa técnica de montaje paralelo Spielberg vuelve fluida y entendible una maraña kafkiana aprovechada al máximo por el humor absurdo de los hermanos Coen, que especialmente cuando la acción se traslada a las dos Alemanias justo después de la instalación del Muro- aplican todo su talento a describir personajes y situaciones estrafalarias, pero no por eso menos reales. Y a decir verdad, sin esta dosis de sentido del humor, "Puente de espías" seria oprimente hasta lo insoportable. Tom Hanks, con el riesgo de ser más él mismo que otra cosa, es el que consigue que el espectador se identifique con tantos personajes misteriosos de la compleja historia. Luego, Mark Rylance se roba cada escena como el espía ruso que no se preocupa ante nada. Y entre los numerosos personajes que empiezan a aparecer cuando la acción se muda a Berlin, el que se destaca es Sebastian Koch como un enigmático abogado de Alemania Oriental que quiere que su país también participe del intercambio. "Puente de espías" realmente logra transportar al espectador a la Guerra Fría, con humor, pero sin ahorrar horrores. En este sentido, las imágenes son desoladoras, con climas en los que el talentoso cinematographer Janusz Kaminski se ha lucido antes, y también vuelve a lucirse ahora.
Para fans de DJs y fiestas electrónicas Este film sobre el nacimiento de un DJ demuestra que, en Hollywood, el ritmo puede cambiar, pero la melodía es siempre la misma. La historia de un artista que logra el triunfo empezando desde la nada se ha visto un centenar de veces, y en este caso, en su opera prima, el ex astro de programas de MTV Max Joseph aplica la fórmula de siempre a la escena de las fiestas electrónicas. Zac Efron y sus amigos son típicos Valley boys, es decir chicos de uno de los principales suburbios de clase media de Los Angeles que sueñan con algo más, por ejemplo triunfar en Hollywood. Pero mientras tanto se resignan a repartir volantes publicitarios de fiestas electrónicas. El único que se tiene fe y cree que con su laptop y aunque sea un solo buen tema puede hacer la diferencia es el protagonista, y finalmente consigue que un tipo más experimentado (Wes Bentley) se fije en él y crea en su hipotético talento. Aunque hay un problema, y es que el joven DJ podría estar enamorándose de la chica de su mentor, la bella Emily Ratajkowski. Por supuesto, todo el asunto está bien condimentado de drogas de diseño listas para motivar cada situación. Como se ve, todo es bastante previsible, aunque a favor del director se puede decir que, no por remanida, la historia deja de estar bien contada. Las actuaciones son convincentes, y en especial lo que más se destaca es la fotografía y el montaje que aportan el ritmo y la imaginación visual pertinente a las numerosas secuencias de fiestas electrónicas, quizá demasiadas, aunque eso ya es cuestión de gusto. Justamente, esta película puede resultar un poco más atractiva a los fans incondicionales de la música electrónica y los DJs, que sin duda disfrutarán de los más de 20 temas muy bien elegidos del género que conforman el soundtrack.