Los horrores de la guerra según un riguroso Eastwood A los 84 años, es increíble cómo sigue filmando Clint Eastwood, no sólo en calidad, sino también en calidad y variedad. Hace unos meses vimos "The Jersey Boys", la biografia de un grupo pop, y ahora ya se estrena esta "American Sniper", una de las películas más fuertes en la carrera del director de "Los imperdonables". "Francotirador" es muy fuerte por narrar hechos recientes y también por contarlos desde el punto de vista de quien los protagonizó, el francotirador estadounidense Chris Kyle, a quien se le adjudicaron 160 muertes durante la guerra de Irak. Esta eficacia matando gente desde una larga distancia convierte al protagonista de la película (un eficaz Bradley Cooper) en una especie de superdotado o ser legendario entre los marines que, mientras caminaban por las calles iraquíes, veían caer cadáveres de rincones donde no sospechaban que nadie los acechaba, pero que eran descubiertos y liquidados por su ángel de la guarda con mira telescópica. Pero la visión del francotirador es distinta: algunos de sus blancos son mujeres y niños, sobre todo niños, que en esa guerra, armados de un explosivo, podían matar a una decena de marines si alguien no los interceptaba antes con una bala certera. El film empieza justamente con una escena terrible, la de Kyle apuntándole a un niño de 12 años en el cráneo, y de ahí corta a Texas, cuando el francotirador tenía la edad de su próxima víctima iraquí y está demostrando su habilidad con el rifle siguiendo los consejos de su padre, luego en la iglesia y creciendo hasta soportar el casi sádico entrenamiento de los Navy Seals, más el encuentro con la que se convertirá en su esposa (Sienna Miller). Luego, ya aclarando que se trata de su primer tour en Irak, la película vuelve con el rifle apuntando al terrible blanco ya mencionado. Eastwood pone toda su pericia y rigor formal en las escenas bélicas que son muchas y llenas de adrenalina y con muchos detalles nunca vistos en un film bélico, como las constantes conversaciones entre el protagonista y su esposa mientras apunta a qué blanco enemigo va a eliminar. Luego, cada regreso de Kyle a su tierra natal se vuelve un poco menos original, al describir los conflictos del soldado recién salido de la guerra y su difícil adaptación a una paz que le parece ajena y lejana. A medida que avanzan las más de dos horas de duración, "Francotirador" se vueve más intensa y, pese a que podría interpretarse de distintas maneras, no cabe duda de que finamente lo que describe Eastwood son los horrores de la guerra.
Poco más que el mismo fantasma del original. Con "La dama de negro", la nueva Hammer Films heredera de los clásicos del cine fantástico inglés protagonizados, entre otros, por Peter Cuhsing y Christopher Lee y dirigidos por maestros como Terence Fisher- consiguió un muy buen film de horror gótico en la tradición del estudio, pero con toques modernos tanto en los efectos especiales como dándole su primer rol adulto a Danied Radcliffe , más conocido como Harry Potter. Ahora, sin un protagonista de peso, la Hammer vuelve al mismo personaje sobrenatural al que se refiere el título. Vale decir, el fantasma de una mujer que sufrió una gran injusticia y que no cesará de aterrorizar a todo aquel que entre a un caserón, que si ya era viejo y siniestro en el film original, es más viejo en esta secuela que transcurre décadas después, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial es elegido como lugar de refugio para un grupo de niños que huyen de los bombardeos alemanes. Phoebe Fox es la maestra que acompaña a los niños y que ya desde la primera noche en el caserón, siente todo tipo de malas vibraciones, aunque sus temores son percibidos por los demás adultos responsables de los chicos como totalmente infundados. Pero, obviamente, a medida que progresa la acción, quedará claro que la dama de negro no perdona ni a los más inocentes infantes, ya que justamente como sospecha la maestra, el espectro está enfocado sobre en todo en uno de los niños de carácter mas frágil. Sin otra conexión argumental con el primer film que el caserón y el fantasma protagónico, esta película puede verse como una historia completamente nueva. Lamentablemente, más allá de que está bien filmada, con una notable dirección de arte sobreviviente del film anterior, "La dama de negro 2" no tiene la originalidad ni la eficacia de su predecesora, dado que más que nada es un compilado de sustos típicos de película de casa embrujada y tiene muy poco que agregar a eso, excepto por los detalles surgidos de la ambientación en 1941. No es tan floja como para que no se le pueda echar una mirada, pero verla en DVD puede ser más razonable.
Vínculo maestro-alumno con intensidad de thriller Un film de jazz en el siglo XXI ya es algo de por sí bastante raro. Pero el acercamiento que hace "Whiplash" a la obsesion de un chico por ser el mejor baterista de jazz es totalmente original, ya que una manera de describir esta película sería decir que es algo así como la versión hardcore de "Karate Kid". Es que el que se roba la película es J.K. Simmons, el profesor de música de la prestigiosa escuela donde estudia batería el protagonista, Miles Teller. El profesor es una especie de sádico obsesivo que, como encargado de elegir los músicos que puedan integrar la big band de la escuela, los somete a presiones inusitadas, como por ejemplo citarlos para un ensayo a las 6 de la mañana aunque, en realidad, el horario sea tres horas más tarde, tirarles una silla por la cabeza si no le gusta como tocan, o marcarles el tempo con cachetadas. Dado que los alumnos tienen gran respeto por este malhumorado del jazz, que asegura que Charlie Parker se convirtió en "Bird" cuando casi lo decapitan al arrojarle un platillo por la cabeza, y que por otro lado es el único que tiene el poder de elegir quién participará o no de la banda donde estos estudiantes de música podrían obtener prestigio fuera de la escuela, no les queda otra opción que someterse a su dictadura. Simmons se luce como nunca en su larga carrera de papeles secundarios interpretando a este extraño villano musical que tortura especialmente al baterista, al punto de que nunca termina de darle el lugar definitivo en la banda y lo hace competir permanentemente con otros dos candidatos, haciéndoles acelerar el ritmo hasta que les sangran las manos. La película tiene un crescendo cada vez más intenso sobre esta relación entre alumno y maestro y luego, cuando explota a nivel extramusical, ofrece una especie de intervalo hasta llegar a un final inesperado casi más propio de un thriller que de un film musical. El director Damien Chazelle maneja muy bien la tensión con grandes temas musicales como el del título (el soundtrack ofrece temas de Buddy Rich, Duke Ellington y Stan Getz), que generalmenre aparecen interrumpidos por el rabioso profesor y, obviamente, en los momentos culminantes los solos de batería del protagonista acentúan la tensión.
Juego de sadismo que en el original era aún más temible Le falta un poco de esto y aquello léase gore y sadismo oriental totalmente fuera de órbita- a esta reelaboración, tal vez no light, pero indudablemente más occidental, del film de culto tailandés del 2006 "13 game sayawng" de Matthew Chookiat Sakveerakul sobre un infeliz en el peor día de su vida, abordado misteriosamente a través de su teléfono celular para participar en una especie de reality show con el énfasis en la mayor crueldad posible, con desafíos más y más terribles hasta llegar al número del título. El film tiene un buen prólogo y luego un desarrollo un poco lento en un principio y nunca muy bien dosificado en cuanto a ritmo y momentos culminantes de crueldad inusitada (que la hay, la hay, para alegría de los que sabían qué iban a ver, y perturbacion de los espectadores mas desprevenidos). Lo que no implica que todo nunca deje de parecer un remix de algo previo más crudo o coherente, aun en el caso del espectador de esta nueva versión que no tuviera la más mínima idea de la producción tailandesa anterior en la que se basa. Dada la desquiciada premisa argumental de la película, más allá de lo que se pueda variar de Oriente a Occidente, lo cierto es que aun con sus detalles desparejos, una vez que se le presta atención al asunto resulta difícil no dejarse llevar por este temible juego de sadismo gratuito apenas redimido por una pizca de critica social. Pero lo cierto es que el film original nunca estrenado entre nosotros- era lo bastante más fuerte como para no dar lugar a ningún tipo de análisis racional.
Lo mejor, el despliegue de imaginería fantástica En la época en que Jeff Bridges protagonizaba el revolucionario pero no muy exitoso film de Disney "Tron", los mismos estudios intentaban alejarse del ratón Mickey con una de sus producciones más oscuras, la excelente "El verdugo de dragones", de Matthew Robbins, que tampoco fue precisamente un éxito de taquilla. Es curioso ver ahora a Bridges protagonizar un film que por momentos parece un calco de aquel viejo "Dragon Slayer" de Disney, sólo que él ahora interpreta a un cazador de brujas que se convierten en dragones cuando tienen que luchar contra sus captores. El ruso Sergei Bodrov (el de la superproducción sobre Gengis Kahn, "Mongol") impone el mejor ritmo posible a una historia un poco remanida y estirada que a veces parece no querer dejar pasar ninguno de los lugares comunes de este tipo de relatos, empezando por la bruja buena que enamora y traiciona al asistente del cazador, justametne el "séptimo hijo del séptimo hijo", cuya fuerza sobrenatural podría convertirlo en uno de estos verdugos. Pero, lógicamente, el fuerte de esta película está en las imágenes sobrenaturales que son ricas y muchas y muy bien filmadas por Bodrov. En este sentido, hay que aclarar que muchas de estas escenas fantásticas pueden ser demasiado terroríficas para los más chiquitos, y se recomienda la película como una potable fantasía preadolescente. Los que sí podrán apreciar tanto los efectos especiales como la imaginería fantástica son las fans del género y sobre todo los seguidores de notables intérpretes como Jeff Bridges que se luce y se divierte a lo grande-, la villana de alto nivel Julianne Moore y el monstruoso Ron Perlman, que bajo su espesa capa de maquillaje, sólo lanza gruñidos.
Descarnado film bélico con buen contrapunto Pitt-Lerman Ahora el director y guionista David Ayers venía especializándose en policiales de acción, tanto como escritor en "Día de entrenamiento", como dirigiendo "En la mira". Con "Corazones de hierro", Ayers incursiona en el género bélico con todo el presupuesto y el rigor que necesita este tipo de cine. El título original, "Fury", se refiere al nombre con el que el sargento que interpreta Brad Pitt bautiza a su tanque. Este durísimo y veterano soldado viene combatiendo con la misma cuadrilla desde hace años, empezando en Africa y participando en el Día D. Ahora, en 1945, ya está recoriendo Alemania y lo cierto es que está harto de seguir matando a los que a esta altura odia más que nunca. Cuando muere su asistente, le envaina su equipo un novato que es soldado hace sólo unas pocas semanas, y que ni siquiera disparó nunca un arma. El papel de Logan Lerman es un muy buen contrapunto con el de su implacable sargento que, en una escena formidable y terrible, lo obliga a matar por la espalda a un nazi que se ha rendido y que pide clemencia. "Tu trabajo es matarlo, su trabajo es matarte a vos; no tenés elección", le explica rodeado de un grupo de soldados veteranos que festejan la ejecución. Este tipo de escenas se repiten dándole a "Fury" un tono realmente fuerte, dramático y descarnado, que por momentos, recuerda más a los films sobre Vietnam que a los clásicos de la Segunda Guerra Mundial, e incluso la fotografía de la cruenta secuenca final trae ecos de "Apocalypse Now" de Coppola. Sin embargo, en sus momenos épicos como una batalla de tanques imponente- tiene más que ver con el cine bélico más clásico de la línea fuerte, con momentos que recuerdan "La cruz de hierro", de Sam Peckinpah, por el diseño de sonido que enfatiza la mezcla de alaridos de agonía entre el ruido de los disparos. Muy bien filmada, fuerte, pero de todos modos por momentos un poco ingenua y minimalista, "Fury" es un film que le da a Pitt la oportunidad de tomarse muy en serio el papel que habia hecho en broma como "bastardo " de Tarantino.
Fórmula que aún logra hacer reír Obviamente, luego de dos películas, la fórmula está un poco agotada, lo que no impide que esta tercera parte de "Una noche en el museo" esté llena de detalles simpáticos. Todo empieza con Ben Stiller ascendido a organizador de las actividades nocturnas del museo neoyorquino donde transcurrieron los dos films anteriores de esta saga, y dado que no tiene mejor idea que apuntarse como responsable de efectos especiales de una noche de gala, y los efectos no son otra cosa que dejar sueltos a todos los seres que reviven luego del atardecer, el asunto termina en un pandemónium memorable. Pero las razones del desastre no tienen que ver con la torpeza, sino con algo malo que le sucede la tabla mágica egipcia que es la que provoca que todo reviva por las noches. De ahí surge que el protagonista y los miembros principales de su troupe, incluyendo al simpático monito capuccino y a Teddy Roosevelt (Robin Williams en su último trabajo) tengan que viajar a Londres, en cuyo museo está la solución para cualquier misterio egipcio. Entre las novedades se puede destacar a un simpático Sir Lancelot (Dan Stevens) que cobra un protagonismo especial en la trama, además de un graciosísimo faraón personificado por Ben Kingsley. También hay un dinosaurio londinense menos amistoso que su par neoyorquino, y una notable lucha con una serpiente monstruosa. Por lo demás, hay situaciones bastante calcadas de las dos películas anteriores, pero no por eso menos eficaces. La película es graciosa y tiene muy buen ritmo, los efectos especiales son de primer nivel, y realmente hay que ver al minúsculo cowboy que interpreta Owen Wilson corriendo despavorido por las calles de Pompeya.
Acción para un zapping de cable Uno de los grandes éxitos de taquilla del año pasado, "El justiciero", mostraba a Denzel Washington exterminando mafiosos rusos a diestra y siniestra. Ahora le toca el turno a Keau Reeves, en el papel del ex asesino a sueldo John Wick, quien cuando el hijo de un jefe de la mafia rusa le roba su Mustang del '69 y le mata a su perrito, vuelve a las andadas con toda la furia. A primera vista, esta película es demasiado minimalista y, en realidad, lo es. Pero tiene algunos detalles que la vuelven interesante y que por momentos llegan a darle cierta originalidad. Sobre todo, en lo que se refiere a la descripción de una especie de sociedad secreta o underground de asesinos profesionales, que tienen hasta un tipo de moneda propia y un hotel de lujo que les sirve de zona neutral donde pueden hacer sus negocios sin que supuestamente puedan atacarse entre sí (supuestamente, porque obviamente, ese orden también puede transgredirse). Por otro lado, hay algunos buenos actores además de Reeves, aunque es una pena que el papel de John Leguizamo sea demasiado breve, pero al menos tiene una buena escena que brinda una idea de quién es el personaje protagónico (en verdad, dan ganas de ver más del pasado de Wick, ya que cuentan que una vez mató a tres tipos usando solamente un lápiz, por ejemplo). Por supuesto, ni falta aclarar que hay superacción a más no poder. Sólo que para los niveles de violencia falta un poco de gore, que recién va aflorando en todo su rojo esplendor hacia las masacres finales. "Sin control" no está del todo mal, y tiene una escena con un tiroteo en una discoteca realmente bien filmada, pero siendo sinceros, es el tipo de film más para un zapping en el cable que para preocuparse de verlo en el cine.
“Foxcatcher” revela a un asombroso Carell dramático Sin las payasadas propias de la lucha libre, la lucha grecorromana no parece ser el tema más interesante para una película, aunque como se ve en este film basado en una historia real, este deporte olímpico no está exento de sus excentricidades y sus dramas. La historia que el director de "Capote" cuenta en "Foxcatcher" transcurre en los años 80 y comienza con un superserio Mike Schultz (Channing Tatum) tratando de contagiar su pasión por su deporte a un grupo de niños a los que les muestra su medalla de oro ganada en las últimas olimpíadas, lo que aparentemente no sirve para contagiar la más mínima emoción a la audiencia infantil. El y su hermano mayor Dave (Mark Ruffalo) son los dos grandes ases de la lucha grecorromana en los Estados Unidos, pero no tienen demasiado apoyo y se pasan haciendo prácticas en un gimnasio bastante rasposo. Mientras Dave es un hombre relajado con una familia, Mark es un solitario que no parece tener otro objetivo ni relación en la vida que no sea la disciplina deportiva en la que se luce. Eso hasta que recibe un llamado providencial: el millonario John du Pont lo invita a visitarlo en su fastuosa residencia, y tiene algo que proponerle. El asunto es que el heredero de la principal fábrica química del país y de una de las grandes dinastías de la industria armamentista es fanático a muerte del deporte que practican los hermanos Schultz y tiene un modernísimo gimnasio de práctica en su mansión. Por sobre todo, quiere ayudarlos a ganar el próximo campeonato mundial de Francia y las próximas Olimpíadas de Seúl. Pronto Mark está viviendo en un chalet contiguo a la mansión du Pont y aunque su hermano Dave no quiere saber nada con mudar a su mujer y a su hijo a la residenca de un millonario, los dos hermanos y el magnate se encuentran en Francia para ganar el campeonato del mundo. Pero una vez que Mark tiene el título mundial, la relación entre el campeón y el millonario se vuelve más extraña. Digamos que las drogas y la armas no van de la mano con eso de "mens sana in corpore sano". La gran revelación de "Foxcatcher" es Steve Carell, que siempre fue un comediante talentoso, pero que nunca se había lucido de esta manera en un rol dramático. Su composición de John du Pont, también llamado "el Aguila" (si no estuviera basado en una historia real, esto sería un disparate igual que varias partes del film) es asombrosa, y desde su primera escena su papel domina todo el film. En cambio Tatum prácticamente no cambia de expresión durante casi toda la película, mientras que Mark Ruffalo ofrece otra de sus excelentes actuaciones. También hay un par de breves apariciones de la venerable Vanessa Redgrave como la madre del millonario que, aún de adulto, sigue dominando su vida. Pero lamentablemente es un papel muy breve, apenas más que un cameo. Miller hace avanzar el relato con lentitud, sin una pizca de sentido del humor ni sorpresa alguna hasta el inexorable final. "Foxcatcher" está filmada con ascetismo. No hay una gota de esteticismo, aunque sí un poco de metraje de más que estira demasiado las dos horas de duración. Lo que la hace una película realmente interesante no sólo es la historia, sino por sobre todas las cosas, la increíble actuación de Carell.
Los sustos están sólo dentro de la película Hay docenas de películas olvidables y episodios de series de TV centradas en el juego espiritista al que por aquí lo podríamos recordar más como "de la copita" o algo así más casero. Y probablemente también más inocente (aunque todo hombre de fe recomienda ni pensar en usar este tipo de entretenimientos para convocar espíritus y finalmente abrir alguna imprevisible entrada al lado oscuro). En cambio, esto es menos inocente ya desde el momento en el que el guión, créase o no, está basado en un juego marquetineado para que bobos de todas las edades se dispongan a recibir mensajes del más allá. Lo más delirante es que dado que a los que juegan a este ouija (pronúnciese "huija" al mejor estilo gaucho) no les va nada pero nada bien, no se entiendo cuál podría ser el benefico a nivel publicitario del juego en relación al film. Como Michael Bay no suele perder mucho dinero, el problema del espectador es que la película es muy floja, con escasos momenos horripilantes,. Recién hacia la hora de proyección pasan cosas dignas de mención, aunque no dignas del precio de la entrada al cine. Y la verdad, es una lástima, porque no está mal filmada, sólo que el director no tiene noción alguna de cómo generar tensión o suspenso (y aunque no hay muchos espectros, a veces un poquito de gore alegra la experiencia al el fan del terror).