Brillan Furriel-Ziembrowski en buen film testimonial. Por el título, se podría pensar que este film es un policial, pero si bien es la historia de un homicidio, en realidad todo está contado desde el estilo del cine testimonial. Por otro lado, si tradicionalmente se supone que film policial es aquel donde se describe algún tipo de delito o la lucha contra alguna actividad criminal, en "El patrón, radiografía de un crimen" se describen varios otros delitos además del asesinato, aunque algunos los ven tan a diario en las carnicerías que tal no vez no se den cuenta de que hay prácticas de ese negocio que son contra la ley (o tan sólo se piense que son sólo contravenciones de la industria de la carne). Joaquín Furriel ofrece una sobria performance como Hermógenes, un santiagueño que trata de trabajar en la Capital, y de asistente de un carnicero es elegido por el patrón para que se haga cargo de otra carnicería. El modo violento en el que el patrón (excelente villano el que compone Luis Ziembrowski) desocupa al carnicero anterior debería haber preocupado al protagonista desde el vamos. Pero esta historia real trata sobre personajes elementales y es el caso del pobre Hermógenes, sumamente ingenuo y sumiso, hasta que las cosas explotan. La narración está fragmentada en dos tiempos, uno es el del proceso de Hermógenes, contado desde el punto de vista de su abogado defensor Guillermo Pfening, y el otro contando las desventuras del asesino en la carnicería y las circunstancias que lo llevaron a convertirse en un homicida. Pese a esta elección, que obviamente restringe el suspenso a sus mínimas posibilidades, el film está bien narrado y filmado con rigor, por lo que se ve con interés. Sin embargo la corrección política y el desenlace conciliador no ayudan a que el asunto tome demasiado vuelo.
Idea original algo deslucida por un relato fragmentado. Reese Whiterspoon decide convertirse en mochilera y, llevando a cuestas un bolso que la supera en tamaño y a veces le impide levantarse del suelo, enfrenta una de las rutas mas difíciles para trekking en los Estados Unidos, la Ruta de la Cresta del Pacífico (Pacific Crest Trail). A medida que avanza tratando de armar su casa, enfrentándose con serpientes de cascabel y uniéndose al aullido de los coyotes en noches solitarias, los conflictos que la llevaron a tomar esa determinación van aflorando a través de flashbacks. El principal problema de "Alma salvaje" es precisamente este abuso de flashbacks que no ayudan para nada a lograr una narración fluida, al punto de que cuando la película se centra en las dificultades que encuentra la protagonista en su experiencia de caminante solitaria para encontrarse a sí misma, lo que obviamente no es lo más interesante del mundo, el espectador casi se siente aliviado ante la falta de interrupciones, algo que lamentablemente sucede poco. Es como si el director Jean-Marc Vallée (el de la muy superior "El club de los desahuciados") hubiera visto "Midnight Cowboy" de John Schlesinger y hubera encontrado genial la idea de contar el pasado de un personaje a través de flashbacks fragmentados. Pero Vallée no es Schlesinger y la historia contada de esta manera pierde intensidad por todos lados, incluyendo la falta de peso del personaje de Laura Dern (que fue nominada al Oscar a la Mejor actriz de reparto y no ganó, igual que en el caso de Reese Whiters-poon, a actriz protagónica), que está aprovechada bastante por debajo de sus posibilidades. Por otro lado, la historia no deja de tener su originalidad y estar bien filmada, aunque una película reciente dirigida por Emilio Estévez sobre el Camino de Compostela se centra mucho mejor en el tema. Aquí Reese Whiterspoon es la que realmente aprovecha la película con un protagónico casi absoluto donde tiene múltiples ocasiones de lucirse, y sobre todo quienes puedan ubicarse en su punto de vista femenino disfrutarán más la película.
Cómo invocar al demonio en vano. Este film de terror tiene dos partes bien definidas. En la primera parte, un documentalista insiste en convocar a todos aquellos que lo ayuden a conseguir evidencia visual de la existencia de lo sobrenatural, dado que está seguro de que nadie lo podrá conseguir. Es que su esposa murió en un accidente cuando una tarotista le dijo que no vaya de viaje a Europa dado que su carrera como actriz estaba por tomar vuelo en los Estados Unidos, y el protagonista está ansioso por dejar claro que todo aquel mezclado con el esoterismo es un estafador. Esta parte es la más interesante, ya que el cineasta hace una especie de casting de brujos que lo lleva a documentar experiencias dementes en las que él siempre se ofrece como conejillo de Indias. Un par de estas experiencias ofrecen matices realmente aterradores filmados con cierta originalidad. Luego, en la segunda parte queda claro por qué el título original del film es "La posesión de Michael King". El cineasta queda poseído por los demonios invocados en la primera parte y ya no puede volver atrás, atentando seriamente contra su pequeña hija y haciendo todo tipo de cosas horribles, además de perder a su cameraman, lo que determina que el documental dentro del film esté bastante peor filmado que las escenas iniciales. Todo este final más que aterrador se vuelve insoportable, con el protagonista hablando casi todo el tiempo solo a cámara y escuchando sonidos desagradables, abusando de la cámara con visión nocturna (es decir con tomas donde todo se ve verde, lo que ayuda a la sensación de posesión de un modo bastante elemental) y en realidad sin que pase nada de peso delante de la cámara, ya que sus fechorías en general se cometen en off. La actuación de Shane Johnson es el principal sostén de una película extremadamente barata y bastante escasa tanto de medios como de ideas, ya que las pocas que tiene se agotan antes de la mitad de la proyección.
Con la ironía y el humor negro que les sienta a los espías. Esta comedia de espías surge de un comic de los autores de "Watchmen" y "Kick-Ass", Mark Millar y Dave Gibbons, lo que da la pauta de que la idea es imprimirle ese tono irónico antes aplicado a los superhéroes al servicio secreto estilo James Bond. Por otro lado, hay un director que conoce perfectamente este tipo de mezcla entre acción surgida de un comic y elementos dramáticos que otorguen verdadero interés a un film: Matthew Vaughn, que además de hacer producciones fantásticas como "Stardust", se lució al filmar la precuela de los X-Men, "Primera generación". Aquí vuelve a lucirse con un tipo de ironía y humor negro que sienta especialmente bien al cine de espías. Otro que se luce es Colin Firth en el rol del superespía elegante y eficaz a toda prueba que decide enrolar a su sobrino adolescente (Taron Egerton) en el servicio secreto. El chico es un vago, con problemas de drogas, todo un pequeño delincuente que ofrece un panorama prometedor para el trabajo de campo de inteligencia, en caso de sacarlo bueno, lo que implica un entrenamiento intensivo que incluye algunas escenas realmente imaginativas filmadas con todo el talento del director. Luego, por supuesto tiene que haber un incremento en la tensión, lo que sucede cuando un villano (Samuel L. Jackson) plantea una temible amenaza global que debe acelerar el accionar del novato, que de delincuente juvenil callejero de golpe debe estar listo para salvar el mundo. Vaughn hace un gran trabajo mezclando humor y acción, gadgets y decorados propios del cine de espías con excelentes actores totalmente a sus anchas, empezando por el veterano y siempre bienvenido Michael Caine, y otros actores de reparto como Mark Strong y Mark Hamill. Tal vez las únicas quejas son la falta de más presencia femenina al estilo de las chicas Bond, y que con sus más de dos horas, el film se estira un poco. Por lo demás, la música es excelente y la fotografía de George Richmond le pone la imagen perfecta a cada escena.
Tinker Bell se apresura a juzgar. Steve Loter, especialista en films de animación como "Los pingüinos de Madagascar", puso también su talento como guionista al servicio de esta sexta entrada en una impensada franquicia de Disney. Es que Tinker Bell/Campanita era conocida como el hada voladora del clásico relato "Peter Pan", historia que se fue alejando totalmente de las sucesivas producciones que el estudio del Ratón Mickey estrenó generalmente directo a DVD. Este caso de "Tinker Bell y la Bestia de Nunca Jamás" también estaba originalmente previsto para el mercado de directo a DVD, sólo que en los Estados Unidos tuvo un lanzamiento limitado en salas que evidentemente llevó a su estreno en los cines argentinos. Es un producto curioso, ya que la propia Tinker Bell es un personaje secundario en la historia, dominada por otras hadas colegas del paraje mágico donde vive (algunas que en la versión original tienen las voces de actrices tan talentosas como Anjelica Huston y Rosario Dawson), y por supuesto por la bestia de Nunca Jamas a la que se refiere el titulo, que da lugar a tonos más oscuros de lo visto anteriormente en esta saga, y que básicamente sirve para dar un mensaje acerca de que no hay que juzgar a nadie por su apariencia. "Tinker Bell y la Bestia de Nunca Jamás" no será precisamente una joya del cine animado, pero con su banda sonora llena de canciones insípidas para chicas, y sus tonos rosados, servirá para entretener a su público cautivo de preadolescentes que vienen siguiendo sus películas a través del DVD y el cine.
Festín para amantes del musical. Desde hace unos años las versiones más o menos adultas de cuentos infantiles clásicos se convirtieron en un género potable a nivel taquilla, por lo que no extraña este siguiente paso; una adaptación del musical de Stephen Sondheim y James Lapine "Into the Woods" era algo esperable. Todo un hit de Broadway en 1987, la obra arma una trama pensada para reunir varios de los principales cuentos de los hermanos Grimm de un modo revisionista, que pone el énfasis en la dualidad de los supuestos héroes y villanos del género y soslaya los desenlaces felices típicos de estas historias. Lo hace de un modo un poco obvio propio del musical, dado que, como bien dijo alguna vez Ambrose Bierce, "todo aquello demasiado estúpido para ser dicho, siempre puede ser cantado". Se entiende que, como sucede casi siempre en estos casos, aquellos espectadores que no comulgan con el musical probablemente no la pasen del todo bien con esta película, aun cuando puedan apreciar los momentos ingeniosos de la trama, algunas buenas actuaciones empezando por la siempre eficaz en todo terreno Meryl Streep- y puedan reconocer el esfuerzo del director Rob Marshall por aprovechar cada ocasión de darle una puesta cinematográfica a algo que de todos modos siempre tendrá escenas excesivamente teatrales. Pero por supuesto los tics teatrales propios del género son parte de la diversion de los amantes del musical, que no deberían perderse esta película realmente bien filmada, y que ofrece excelentes arreglos para la música, logrando climas dramáticos y misteriosos que potencian brillantemente el concepto de la obra adaptada al cine por el propio Lapine. Lo que no impide que por momentos la mezcla entre Cenicienta, Jack y el gigante y Caperucita resulte un poco forzados. Pero con tanto cuidado por el original, más el talento de la bruja protagónica (Meryl Streep), la madre cruel de Jack que compone Tracy Ullman y el lobo libidinoso a la medida de Johnny Depp, los fans no se van a quejar en absoluto, e incluso los desprevenidos quizá puedan soportar razonablemente ese momento terrible y repetido en el que los personajes interrumpen un diálogo para cantar lo que se les cruza por la cabeza.
Mucho más que un film de “triunfo de la voluntad”. El director James Marsh hizo un buen drama contando cómo un rey superó un defecto como su tartamudeo. Con "La teoría del todo" avanza hacia la superación de problemas mayores: cómo logró el físico Stephen Hawking seguir con su vida escribiendo best sellers y formar una familia, a pesar de que en la juventud le diagnosticaron sólo dos años de vida cuando empezó a sufrir una enfermedad que implicaba parálisis casi total, al punto de no poder caminar ni hablar y ni siquiera poder tragar la comida. El tema es perfecto para esas películas sobre gente enferma cuyos protagonistas suelen lograr nominaciones al Oscar. De hecho "La teoría del todo" está aspirando a ganar cinco estatuillas (película, actor, actriz de reparto, guión y música). Lo cierto es que más allá de los prejuicios y de que el film realmente califica como la típica película de "triunfo de la voluntad" que le encanta a los miembros de la Academia, "La teoría del todo" es una muy buena película que tal vez sólo se queda corta con lo que significa realmente el trabajo del personaje protagónico. Se dedica sobre todo a su vida personal, dado que el guión se basa en un libro autobiográfico escrito por la ex mujer del científico, Jane Hawking, quien se casó con él cuando ambos estudiaban en Cambridge y, si uno cree su relato, fue quien sostuvo al físico durante todos los años de enfermedad y crecimiento profesional, dándole tres hijos y ayudándolo incluso cuando perdió el habla y casi todos sus movimientos y escribió su libro más famoso, "Breve historia del tiempo". Todo está muy bien actuado y contado, sobre todo el principio, cuando un supuesto mal estudiante casi echado de Oxford esboza una teoría cosmológica brillante en Cambridge, mientras enamora a la mujer de su vida. Felicity Jones es esta mujer, que prácticamente se roba la película, mientras que si bien no deja de ser eficaz, Eddie Redmayne tiene algunos tics ya muy vistos de figura famosa sufriendo algún tipo de discapacidad física. La música de Jóhann Jóhannsson no sólo tiene pasajes hermosísimos, sino que además está muy bien utilizada por el director, que en algunos momentos culminantes la combina con imágenes realmente imaginativas sobre la inspiración de las teorías de Hawking. Momentos que uno querría que se repitan más a lo largo del film.
Tras un buen comienzo, no convence. Lo que más llama la atención de esta convencional biografia sobre las durísimas experiencias que sufrió el atleta olímpico Luigi Zamperini durante la Segunda Guerra Mundial, como náufrago primero y como prisionero de guerra en Japón después, es que esté escrita por Joel y Ethan Coen. Vaya uno a saber cómo sería el guión original de los autores de "Fargo" y "Simplemente sangre", pero tal como se lo ve en esta película, es prácticamente imposible relacionarlo con nada que tenga el sello de los Coen. Por otro lado, otra sorpresa es que esta historia de penurias en tiempos de guerra sea el segundo opus como directora de Angelina Jolie, pero lo cierto es que durante los primeros 50 minutos de film casi parecería que la esposa de Brad Pitt dirige mejor de lo que actúa. Es que "Inquebrantable" empieza con una excelente escena de combate aéreo, con el protagonista a bordo de una fortaleza volante que, luego de dejar caer sus bombas sobre el enemigo,. sufre un feroz ataque por parte de los aviones caza japoneses. En el medio del intento por aterrizar bien la enorme nave castigada, la película se va atrás en el tiempo y cuenta con notable fluidez narrativa la adolescencia problemática que lleva al joven Luigi a redimirse a través del atletismo y a lucirse como corredor en las Olimpíadas de Berlín de 1936. De todos modos, en esta parte es cuando aparece la primera gran debilidad del film, ya que la parafernalia nazi tan bien mostrada en el famoso film "Olympia" de Leni Riefenstahl, aquí esta totalmente desaprovechada, por no decir soslayada en las breves escenas berlinesas. Sin embargo, esto sigue siendo parte de lo mejor de un film que pronto se vuelve excesivamente largo y demasiado escaso en climas dramáticos. Básicamente hay un naufragio que si bien ofrece un par de emociones dignas de película de aventuras, se vuelve casi eterno y luego deriva en las desventuras del protagonista como prisionero, primero en una isla del Pacíficio, luego en un campo de detención cercano a Tokyo y en una mina de carbón. En estos dos sitios su condición de atelta famoso le juega en contra, ya que el psicópata a cargo se la agarra con él especialmente. Este personaje, interpretado por la estrella pop japonesa Miyavi, es lo más interesante de un film que no justifica en absoluto las casi dos horas y media de duración, ni por imágenes, ni por mensaje, ni tampoco por la actuación estelar de Jack O'Connell, que aunque pasable, es totalmente falta de matices, en realidad casi igual que todo el film, que si bien es de campo de prisioneros nipón, no es precisamente "El puente sobre el rio Kwai".
Búsqueda previsible, pero aún entretenida. Gracias a la primera "Búsqueda implacable", Liam Neeson empezó a matar mafiosos de origen eslavo por docenas. A partir de ese momento no hubo camino de vuelta y este gran actor de películas como "La lista de Schindler" quedó transformado en un superhéroe de acción. En la entrega anterior de la saga, Neeson exterminaba a hordas de gangsters albanos que quedaban como idiotas, y esta vez el turno de quedar así le toca a los policías de Los Angeles, que tratan en vano de apresarlo por toda la ciudad. Es que se lo acusa de un crimen que no cometió: nada menos que la muerte de su ex mujer y madre de su hija, que como siempre coprotagoniza la película (este detalle del guión saca del juego a Famke Jansen, lo que es una verdadera pena). Como siempre también, hay que esperar unos insulsos 20 minutos para que empiece la acción, sólo que esta vez en principio es un poco menos sangrienta, ya que obviamente, por más que sean igual de bobos que los mafiosos exterminados en las películas anteriores, los policías californianos no son malos y no se los puede matar de modo truculento. De ahí que básicamente el héroe debe eludirlos y, a cambio de la mortandad, el productor Luc Besson ofrece un par de persecuciones automovilísticas notables, con autos que vuelan por todos lados, mientras un conteiner los va aplastando de manera deliciosa. Otro aporte es la presencia de un detective hábil interpretado por el siempre eficaz Forest Whitaker, aunque su personaje siempre llega un poco tarde. Recién a la hora de proyección aparecen los verdaderos asesinos de su esposa para que Neeson los pueda masacrar como en los buenos viejos tiempos. Hay una pelea realmente truculenta y, sobre todo, una masacre final a sangre y fuego. La película es elemental y totalmente previsible, pero al menos está muy bien filmada (especialmente por la segunda unidad para las escenas de choques) y una vez que empieza de verdad, nunca aburre. Para una tarde de zapping podría llegar a ser un buen pasatiempo.
Murray potenciado por un niño, un gato y buen guión. Se podría pensar que "St Vincent" es exclusivamente un festival de Bill Murray. Y si bien en parte lo es, lo cierto es que hay una buena serie de factores que ayudan a potenciar el talento del protagonista, empezando por un buen argumento sobre una historia original y, sobre todo, un elenco sólido muy bien dirigido. En este último punto se incluye algo realmente difícil. La regla del legendario comediante W. C. Fields era que "nunca hay que actuar con niños ni animales" y Precisamente el tema central de "St Vincent" es la relación entre el personaje del título y un chico introvertido y solitario, hijo de una mujer que se acaba de mudar al lado de su casa en Brooklyn. Además, tiene un gato: Félix, que si bien se luce en varias situaciones, roba menos escenas que el chico. El truco del film es presentar a un tipo impresentable y mala onda que sólo se relaciona con una prostituta rusa embarazada a la que siempre le debe parte de su paga, su barman con el que siempre termina peleando cuando se niega a venderle un enésimo trago más, y el prestamista que siempre encuentra a mano en el hipódromo, al que le debe más de lo razonable. En principio, la llegada de sus nuevos vecinos, en una pésima mañana de resaca, sólo aumenta la pesadilla, especialmente por el accionar de unos fleteros muy poco profesionales. Pero en su estado de bancarrota general, los problemas horarios de su vecina que determinan que su hijo no tenga más remedio que apelar a la hospitalidad del vecino viejo y gruñón, le dan una nueva perspectiva al asunto. Por 12 dólares la hora, Vincent está al cuidado del pequeño Oliver, un chico al que pronto le enseña a defenderse de los bravucones del colegio católico que no lo reciben demasiado bien, a comportarse debidamente en el bar e, incluso, a apostar en el hipódromo, lo que termina por forjar un auténtico lazo entre estos seres dispares. Hace décadas, Murray interpretó bastante antes y mejor que Johnny Depp- a Hunter Thompson en el film de culto "Where the buffalo roam", y este Vincent parece una especie de reelaboración de aquella actuación, obviamente más medida, porque la esencia del guión de este director debutante es tomar un personaje decidido a extremar su estilo de vida individualista y antisocial hasta el fin, y hacerlo interactuar con un chico que convierte en un ejemplo de vida en el acto de una escuela católica. Y es que justamente el chico es el que percibe las cualidades del tal San Vincent, que quienes lo conocían, de tanto darlas por sentado, casi olvidaron. Ni hace falta decir que Bill Murray a su ciento por ciento es un gran motivo para ver esta película. Pero la verdad es que el chico Jaeden Liberher es un gran contrapunto para el ex Cazafantasmas. Y la rústica "dama de la noche" rusa personificada por Naomi Watts es otro gran aporte a esta mezcla de desmadre del cine indie con película familiar de las que hacían Cantinflas, Bing Crosby o Luis Sandrini.