Bourdos retrata los últimos años de vida del pintor en el marco de la Primera Guerra Mundial. Su hijo Jean –que luego se convertiría en el gran cineasta- es herido durante la guerra y regresa a la casa para recuperarse. Su padre, a pesar de la grave artritis reumática que continúa avanzando y deformando sus huesos, se niega a dejar de pintar y ésta vez tiene una nueva musa y modelo: la voluptuosa Andrée. El director muestra el avance de su enfermedad, sus manos y piernas deformadas y los dolores que padece. Cuando sus criadas le sacan las vendas que cubren sus monstruosas manos y las lavan suavemente, o cuando lo bañan, se puede llegar a sentir el roce con esa carne en putrefacción como si lo pudiésemos tocar. Esto es lo que Bourdos quiere mostrar: su vida cotidiana en esas circunstancias filmada mayormente en exteriores...
Lo que pasa en el Kremlin queda en el Kremlin Red 2 es una secuela llena de vitalidad. Mucho más enérgica y divertida que la primera –que no hace falta ver para descostillarse con ésta-, tiene más o menos la misma premisa: los “Retired and Extremely Dangerous” deben entrar en acción una vez más, pero no importa para hacer qué, sino el recorrido, misión que los pasea por casi todo el globo a lo Jason Bourne, mientras escapan de los malos (hitman coreano incluido, en el cuerpazo de Byung-hun Lee). Cartoonesca, con separadores de estética cómic, es una de las películas más libres y disfrutables de los últimos meses. No hay nada más placentero que ver a Helen Mirren parodiándose a sí misma en sus papeles oscarizables, y dejando bien en claro que ella es más hermosa que toda la pendejada de Hollywood junta. Porque la Reina, lejos de estar encasillada en esos papeles aburridos para mujeres de su edad, la rompe haciendo de Victoria, una auténtica kick ass que puede estar conversando por teléfono con el personaje de Bruce Willis mientras baña en ácido a dos tipos que acaba de matar o disparando en medias, recostada sobre el pasto, como si estuviera en una cita romántica en el parque...
Molusco motorizado Turbo es la ópera prima de David Soren y el apodo de un caracol de jardín lleno de sueños y energía, que durante el día trabaja en una planta de tomates y cada noche estudia cuidadosamente sus VHS de carreras de auto, pero su vida dará un giro mágico. Una noche mientras deambula por las calles, obsesionado con la velocidad de los autos, es absorbido por el motor de uno que compite clandestinamente con otro –como si fuese una escena de Rápido y furioso versión animada- y su ADN se fusiona -al estilo Hombre Araña- con Nitróxido, para convertirse en un freak de la naturaleza. El caracol más rápido del mundo, ahora sueña en grande: ganar las 500 millas de Indianápolis...
Monstruos Vs Aliens No cabe dudas de que hoy en día, la tarea más difícil para un director de cine, es encontrar la manera de hacer que los espectadores paguen una entrada para ver su película. No estoy diciendo nada nuevo, pero a la mayoría de nosotros nos ha pasado alguna vez que si algo no nos llama mucho la atención como para verlo en pantalla grande, no nos modifica la vida esperar y verla después en casa. Si pagamos una entrada, esa película tiene que brindarnos una experiencia que nos resulte imposible obtener a través de nuestro televisor o computadora. Hollywood confía hoy más que nunca en el cine de ciencia ficción para llevar esta experiencia a las salas, a través del espectáculo visual que se supera película a película. Lo novedoso, sin embargo, es que Guillermo del Toro lleva esta idea a otro nivel con Titanes del Pacífico: una bomba de estruendo, con extravagantes efectos especiales y escenas estridentes que superan en tamaño y calidad, cualquier película de Transformers o Battleship...
Más corazón que odio Allá por la década del ’30, Trendle y Striker –creadores del Avispón Verde- se inspiraban en los forajidos más populares en su lucha previa contra el Mal, como Robin Hood o El Zorro, para darle vida al Llanero Solitario. Hoy, a ocho décadas exactas de la creación del Ranger, Gore Verbinski toma El Zorro como referencia para su película, pero además hace de cada plano un campo minado de citas cinéfilas que van desde Asalto y Robo de un Tren de Porter, hasta un momento Planet Terror en el cual la madama que interpreta Helena Boham Carter, utiliza su pierna como un arma a lo Cherry Darling...
Rápidos y furiosos Con los recientes estrenos de Oblivion, Después de la Tierra, la maravillosa introducción de El Hombre de Acero y las esperadas Star Trek 2 y Pacific Rim, parece que el cine de ciencia ficción es la nueva moda en Hollywood. Pero si Brad Pitt está detrás de esta producción, no esperen ver ni una gota de sangre. El actor que, luego de filmar La Gran Estafa invirtió en un casino con su amigo Clooney, ahora es un hombre de familia, que al parecer ya no elige sus papeles solo por diversión y hace tiempo se volvió un poco aburrido y predecible en la pantalla grande. Lo que quiero decir es que esta es una película familiar de zombies, que podría ubicarse en un punto medio entre ParaNorman o Zombies Party –por su coqueteo con la parodia- y lo que hicieron Snyder o Romero. El tema es que, a lo que menos se parecen estos zombies es justamente… a zombies: pueden ser dos cosas, o velociraptors hambrientos o un grupo de fanáticas de Justin Bieber en celo. Eso sí, como decía, olvídense de ver escenas sangrientas a lo Walking Dead, tripas, vísceras, cuerpos teñidos de rojo o cualquier tipo de gore que se les ocurra...
Menos por menos es más Todavía me resulta difícil creer que salí tan emocionada de una película dirigida por Zack Synder. Debo admitir que cuando supe que Snyder y Nolan iban a ser los encargados de llevar a la pantalla grande al primer superhéroe, estaba segura de que iba a ser un rotundo fracaso. Luego, cuando se dio a conocer el elenco, ya no estaba tan segura de eso, y cuando finalmente apareció el trailer, no quedaban dudas, pero ésta vez, de que prometía. De que iba a ser algo grande, algo para recordar. La pregunta era: ¿cumplirá con las expectativas? Y lo hizo nomás. Hay que darles crédito por haber logrado que no solo queramos ver a Russell Crowe en pantalla, -en cada una de sus apariciones-, sino que además lo disfrutemos mientras recupera, en los primeros planos, el carisma y la presencia que parecía haber perdido en algún momento de los últimos (bastantes) años...
Un Lugar Donde Refugiarse es igual de ridículamente cursi, incoherente, risible y edulcorada que la anterior película de Hallström, Un Amor Imposible, y la anterior a ésta, Querido John. El hecho de estar basada en una novela de Nicholas Sparks, más que un gancho para publicitarla, -ya a esta altura- funciona como un ancla. Hallström, que alguna vez hizo una película interesante y con cierto encanto como Chocolate, se ha acostumbrado a entregarnos películas-fórmula. Ésto no es otra cosa que un padecimiento sentimentaloide más de la factoría Sparks que a medida que avanza, se encarga de suicidar cualquier atisbo de verosimilitud que pueda existir en la trama, si hubiese tal cosa. Por supuesto no pueden faltar los planos postales del pueblito portuario y ésta vez, dos líneas narrativas: la romántica y el patético intento de suspenso a lo "thriller".
¿Se acuerdan de aquel cine grasa de los 80 y 90? Argumentos pobrísimos, actuaciones deplorables, copias mediocres de seriales estadounidenses y situaciones que bordean lo risible para situarse en el plano de lo bizarro. Esta estética se mantuvo en diversos trabajos durante los años 80 y parte de los 90, hasta que la nueva ola de cine argentino hizo olvidar -para bien o para mal- a la anterior, que buscaba la provocación pero a través de una mirada superficial y decididamente alejada del entretenimiento. Lo que hace Gustavo Cova en Rouge Amargo, es rememorar lo peor del cine noir nacional (con participación mal aprovechada de un ícono de los policiales de los 80 y 90 como es Ruben Stella) con una película que pareciera atrasar al menos unos veinte años en la industria cinematográfica argentina. Al principio, uno podría pensar que Cova está traslando un cómic al cine, porque los encuadres torcidos, la lluvia...
En términos visuales, Ginger y Rosa es una película estéticamente llamativa, con una fotografía interesante y por supuesto, con la incomparable fotogenia de Elle Fanning. Pero en términos narrativos y dramáticos, Sally Potter no tiene la más mínima idea de dónde está parada. Hay un caos narrativo tan grande que se me hace difícil empezar por algún lado. Entonces, lo mejor es por el principio: los primeros planos que se asoman, son primero el de dos madres y amigas a punto de dar a luz que se toman las manos. Luego, esa acción se ve espejada en el siguiente plano de sus respectivas hijas, Ginger y Rosa tomadas de la mano en una hamaca. Hasta ahí, todo muy lindo y prometedor. Lo que pasa después, es que la película se convierte en una seguidilla de planos estilizados y bellos encuadres, haciéndose cada vez más evidente la falta de un conflicto principal. Está la amenaza de la bomba nuclear de fondo, pero eso no basta...