¡Hora de florecer o morir! Hay que salvar el capullo. Eso es todo lo que importa para la Reina Tara, y los hombres Hoja si quieren conservar su bosque de cuento de hadas. Pero si hay personitas dispuestas a perpetuar el reinado del Bien para mantener verde y floreado su bosque, hay otras dispuestas a hacer todo lo que esté a su alcance para destruirlo: Mandrake y sus secuaces Boggans, o sea, las fuerzas del Mal. Ambos reinos son muy interesantes. En el del Bien, además de la Reina –que camina sobre agua- hay una adolescente rebelde que de un momento a otro se ve miniaturizada, volando en colibríes o paseando en los cuernos de un siervo con la promesa de que si logra proteger el capullo, podrá volver a su casa...
Una experiencia religiosa Korine toma a MTV y Britney Spears como íconos de la frivolidad que caracteriza a la generación postmodernista por excelencia y se nutre de la estética del videojuego para crear una celebración de toda esa degradación de la cultura pop. Ahí entra en juego el videoclip, "las chicas Disney" en bikinis luciendo gorros rosados con un diseño de unicornio mientras bailan con ametralladoras al ritmo de un tema de la princesa del pop, una referencia recurrente en la película. Esa secuencia es la que encierra la esencia de la película...
"Hay que aprender a aprender a aprender" Una de las grandes habilidades que posee Frenkel como documentalista, es la de crear de la persona, un personaje inolvidable , sumamente cinematográfico y divertido. En este caso, con René Lavand, el ilusionista. El film contiene material de archivo inteligentemente seleccionado y mostrado. La obsesión de Frenkel por los detalles recae por ejemplo en la presencia de esa melancolía a lo largo del film, en el pequeño momento en el cual la mujer del mago ve en un VHS una presentación de su marido. En las charlas de la pareja durante las comidas, y en la estructura del film: esa mano que él espera que llegue de Mar del Plata, y que cuando termina la película, no sabemos qué pasó con ella, si la recibió o no...
No podemos domar al corazón Louis-Do de Lencquesaing, a quien vimos como actor en Cache de Haneke, en Elles, junto a Juliette Binoche, realiza su ópera prima. Podría decirse que uno de los temas preferidos del cine francés es el amor. Y el sexo. Acá se mezclan además de los nombrados, la infidelidad, la muerte y el duelo. Ada (Valentina Cervi) trabaja como ilustradora de una editorial, que publica el libro de Paul (Louis-Do de Lencquesaing), un escritor que vive con su hija. Luego de perder a su padre, Paul se involucra sentimentalmente con Ada, que está por casarse con su pareja y padre de su hija de 4 años. Una cosa va de a poco llevando a la otra, y sin que nos demos cuenta, la película fluye, como la vida. Si bien la historia de amor parece ser la principal, da la sensación que todo tiene la misma importancia, porque es una película de momentos, de pequeñas intimidades, como el que tiene lugar cuando el protagonista junto a su hermano y su hija, vuelve del funeral de su padre y comparten risas. El director logra capturar esos momentos verdaderos de la vida, la esencia de cada situación, cada sensación que atraviesan los personajes, y con las que nos podemos identificar...
Emocionar sin golpes bajos La Reconstrucción comienza presentando a Eduardo, el personaje que interpreta Peretti, y lo hace a través de un gesto: estamos frente a un personaje que no para su camioneta para ayudar a una chica desesperada que ha tenido un accidente a un costado de la ruta. No hace falta nada más que eso para que sepamos frente a qué tipo de personaje estamos. Un Peretti tosco, ermitaño, rústico, en un papel muy arriesgado, porque no es en el que el público está acostumbrado a verlo y porque es un personaje que la mayor parte de la película no causa empatía alguna, y hasta quizás rechazo en sus modales, su trato con las personas, su mirada casi perdida y extrema sordidez...
Otra vez, Soderbergh y su luz amarillenta, ya vista en Contagio. Otra vez, Soderbergh y Chaning Tatum. -aunque el rol del actor es muy menor comparado al de Magic Mike-. Con la misma pretensión de siempre, Soderbergh intenta indagar en el mundo de la psicofarmacología o al menos eso quiere vendernos con este thriller. Pero luego de varios giros y vueltas de tuerca -una más ridículo que la otra- , se olvida de darle al espectador, información clave para comprender la trama que pretende ser "compleja"...
No se metan con Pulp Fiction ¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir soportando a este subgénero de películas que parodian a otras? Y que encima terminan siendo de peor calidad que la película que intentan satirizar. Scary Movie comenzó con esta idea en el año 2000 y desde entonces no pararon de repetirse una y otra vez hasta el cansancio. A esta saga le siguieron otras películas, también escritas por Jason Friedberg y Aaron Seltzer como No es otra Película de Amor, Una Loca Película de Vampiros, Una Loca Película Épica y Un Desastre de Película, que realmente rinde homenaje a su título. Y este año esperamos Scary Movie 5... en la cual una pareja empieza a observar fenómenos sobrenaturales en su casa, ¿les suena?
Una tragedia de adaptación El director Joe Wright y su actriz fetiche, Keira Knightley vuelven a colaborar por tercera vez, pero en ésta oportunidad, la adaptación de la famosa novela de Tolstói no capta la esencia de la historia. Wright la sitúa en un mundo teatral y de fantasía, haciendo de esta obra por momentos un musical entre opereta y ballet. Algunas escenas tienen lugar en el escenario de este inmenso teatro ruso, otras al pie, entre bambalinas. Todo muy lindo, hasta que molesta. Cada plano es de una estilización a veces hasta irritante -como el de los amantes desnudos entre sábanas, o muy extenso como el del gran baile. En esa escena, Wright utiliza el mismo recurso que en Orgullo y Prejuicio: cuando Anna Karenina y el Conde Vronsky bailan, primero congela a todos los demás que se encuentran en el salón y luego los elimina del plano para dejarlos solos a ellos bailando y disfrutando de ese momento íntimo y de ensueño. Pero lo cierto, es que resulta imposible como espectador, entrar en este mundo que propone Wright, y sentir algún tipo de autenticidad en las situaciones o los personajes, con los que no puede establecerse una conexión. Creo que ha llegado el momento en el cual ya resulta fastidioso ver a Keira Knightley -con sus sobreactuadas muecas- como protagonista de una película de época. Su personaje no tiene matices y no hay química entre ella y Aaron Jonhson que interpreta a su oxigenado amante, ni la más mínima pasión en el relato, que es un pastiche coreografiado. El director falla esta vez, porque está tan obsesionado con el diseño estético, las imágenes, y la puesta en escena completamente teatral que deja de lado la emoción y la historia de amor de la que trata esta obra. El suspenso que intenta conseguir en algún momento, es un sin sentido dentro de la propuesta y la búsqueda de comicidad a través del personaje que interpreta Matthew MacFayden, es en vano porque está tan sobreactuado que parece una marioneta de gestos con bigote. Los personajes masculinos están excesivamente afeminados -sobre todo el Conde Vronsky-, despojados de cualquier atisbo de virilidad. El único que conserva algo de masculinidad es Jude Law, cuya sobria actuación contrasta con la de la parejita principal. Todavía no logro entender el propósito de la historia de amor secundaria entre Kitty y Levin. Lo único que hace es ralentar la narración, que se detiene demás en algunos momentos -vaya uno a saber por qué- y sean bienvenidos al trágico aburrimiento. Con su pretenciosa propuesta, Wright nos subraya todo el tiempo con marcador indeleble, cada metáfora visual y al teatro o el escenario infinito y laberíntico, como símbolo -y metáfora también- de la sociedad zarista, testigos de los escándalos como si fuesen un espectáculo y del personaje de Anna. Quizás hubiese ayudado, que los 35 millones de euros que se gastaron en la construcción de un sólo set -el teatro-, trencitos en tamaño maqueta y casas de muñecas, se hubiesen empeñado en recrear la Rusia del siglo XIX.
Cerdos y diamantes Un ladrón profesional es traicionado y dado por muerto por sus compañeros, pero vuelve para vengarse de ellos para luego recuperar su parte del botín y -ya que estamos- matarlos y robarles en su próximo golpe: una colección de joyas valuadas en 75 millones de dólares. Sí, muchos pueden decir que es la típica película de acción con sus correspondientes clichés, pero Parker entrega lo que promete y se posiciona como la más sangrienta hasta el momento en la filmografía de Hackford...
Rebelde Way Stéphanie Robelin se anima a copar la pantalla grande con una comedia coral, tocando temas para nada seductores. Proyectada en el Bafici del año 2012, presenta la historia de cinco amigos: Claude (Claude Rich), fotógrafo y mujeriego empedernido, y los otros cuatro formados por dos parejas, Annie y Jean (Geraldine Chaplin y Guy Boedos) y Jeanne y Albert (Jane Fonda y Pierre Richard). Al verse en la última etapa de sus vidas, y luego de rescatar a Claude de una residencia para ancianos donde lo pone su hijo bajo la excusa de que va a estar bien cuidado, deciden mudarse todos juntos y cuidarse entre sí...