Fabio Zerpa tenía razón… Resulta muy atractivo la idea de ver una película que tenga como disparador esos mitos y leyendas que giran en torno al enigmático Valle de Punilla. Generador de varios relatos y anécdotas que han sido motivo de interesantes charlas, y hacen que cada año lleguen más visitantes curiosos por descubrir experiencias esotéricas. El encargado de plasmar estas vivencias a través de una disparatada y atrevida comedia fue Néstor Montalbano, quien integró la camada que renovó la manera de hacer humor en Argentina. Tuvo a su cargo la dirección de clásicos éxitos televisivos que forman parte de una memoria colectiva de culto: De La Cabeza, Cha Cha Cha y Todo por Dos Pesos. En cine se destacó en filmes como Cómplices y el divertido Soy Tu Aventura, cuya pareja protagonista fue Luis Luque y Diego Capusotto. Ahora con Pájaros Volando se vuelve a repetir la dupla, y la fórmula sigue dando buenos frutos, aunque desparejos. Se intenta aprovechar el suceso Capusotto, quien ya desde hace varios años viene brillando con su programa Peter Capusotto y sus Videos, cuyos personajes parodian a estrellas del rock y a la idiosincrasia argentina. De todos modos, no es lo mismo mantener el humor en la televisión con varios segmentos cortos que en un film de casi dos horas de duración. La idea es muy buena, el guión original estuvo a cargo de Damián Dreizik, quien también actúa. Es la historia de un músico de rock (José), exitoso en los 80s, pero venido a menos en la actualidad; trabaja en una remiseria; vive con un padre bastante siniestro, y sigue anclado a un pasado que ya no volverá, aquel que le dio cierta notoriedad, en la banda que conformaba junto a su primo Miguel (Luis Luque). Es así como decide aceptar la propuesta de su primo, e irse a un pueblo ubicado en plenas sierras de Córdoba: Las Pircas. Allí se vive una vida bohemia en contacto con la naturaleza y con fuerzas sobrenaturales que vienen desde alguna otra parte del Universo. Estos extraterrestres convocan a un grupo de personas para llevarlos al más allá, pero necesitan un músico que les transmita el arte de combinar sonidos. Rodada en su mayor parte en escenarios naturales del Valle de Punilla, aquellos que algunas vez estuvimos por esas bellas geografías, nos re encontraremos con el encantador pueblo San Marcos Sierras y el magnético Cerro Uritorco. Durante todo el film, desfilan personajes muy pintorescos y algunos realmente adorables, quienes parodian diferentes roles sociales. Desde la mujer policía obsesionada por descubrir una red de narcotráfico, hasta el hippie místico adorador del cannabis; desde el adolescente replegado en la web, hasta el macrobiótico obsesivo y fanático. Para ello, Montalbano, se vale de un estelar reparto, algunos realizan muy logradas interpretaciones, de otros se esperaba más. Capusotto y Luque vuelven a tener química como dupla actoral y Verónica Llinás demuestra una vez más su gran oficio de actriz; pero también apela, como es su estilo, a participaciones especiales con personajes de distintos estratos de la cultura vernácula, que no tienen que ver con el mundo de la actuación y el cine, siendo esto el mayor acierto del la obra. Es así como vemos y nos deleitamos con periodistas como Víctor Hugo Morales y el “Ruso” Verea, conocidos músicos de Rock tales como Miguel Cantilo, Miguel Zavaleta y Claudia Puyó y la bizarra pero acertadísima participación del legendario y popular político justicialista, Antonio Cafiero, quién brinda un momento altísimo, en la piel de ese vendedor de pasajes que intenta ayudar a José apelando a frases célebres del movimiento peronista. ¡Para aplaudir de pie! Pero el largometraje decae un poco, a pesar de lo descabellado de ciertas escenas, se complica sostener los gags y las ocurrencias durante 110 minutos, se torna monótono y la historia se hace larga. Aunque claro, por momentos salen de la galera algunas situaciones o diálogos muy desopilantes y la película vuelve a repuntar. Un punto interesante son los efectos especiales, están muy bien logrados para lo desfachatado que intenta ser el film Se nota que hubo mucho trabajo de pre y post producción y le aporta cierta calidad técnica a la obra. Personajes, diálogos y situaciones que están adornados por el hippismo; rock & roll; misticismo; cannabis, y lo absurdo, le hacen gala a esta comedia, que sufre de algunos altibajos pero no deja de ser inteligente, bizarra y novedosa. Eso sí, puede llegar a limitarse a un público seguidor de cierto humor de culto, no obstante el resultado final es satisfactorio y bastante entretenido.
Alocada celebración de los 80s. Escuchar a Natalia Oreiro cantar el mega-clásico de Irene Cara, o verla emular la inolvidable coreografía que Jennifer Beals realiza en la mítica Flashdance, puede parecer muy atrevido o demasiado grotesco, pero todo es posible en esta divertida e inusual comedia musical que realiza el artista uruguayo Martín Sastre en su ópera prima. La misma está basada en la novela homónima de Dani Umpi. Somos testigos de un interesante homenaje a los años ochenta, y en especial a aquellos que crecimos en esa década tan colorida. La película toma elementos de esa época para armar una trama en donde relata con bastante originalidad y frescura la infancia de nuestra protagonista (Natalia), que van desde la archifamosa telenovela venezolana Cristal, hasta los cotizadísimos walkie talkies; pasando por las coreografías de Los Parchís y el nombre de la mascota de los niños: un cabrito llamado Madonna. Natalia, de adulta, se hace llamar Cristal, en honor a su heroína, aquel personaje que interpretaba Jeannette Rodríguez en la clásica telenovela. Ella tiene un sueño: ser cantante. Se presenta a varios casting de distintos reality shows (parodiando a American Idol), en donde continuamente es rechazada. Esa fantasía viene desde niña, cuando ella vivía en un pueblo chico e infierno grande, del interior del Uruguay, cercano al límite con Brasil, donde nunca pasaba nada. La “chiquilina” espera ansiosamente que transcurran diez años para cumplir la mayoría de edad y presentarse al concurso de Miss Tacuarembó, cuyo preciado premio consiste en ganarse dos pasajes para ir a Buenos Aires. Cristal se destaca por ser muy soñadora, por momentos este exceso de fantasía roza con el delirio místico, ya en la infancia se sentía una elegida por Cristo. Claro que su espontaneidad y sus inclinaciones artísticas generaban mucho ruido en un pueblo donde las creencias religiosas se encargaban de borrar cualquier tipo de singularidad para lograr súbditos homogéneos. Para colmo su inseparable amigo, tenía la misma fascinación que ella, con lo cual representaba una amenaza para su virilidad y el orden sagrado del pueblo. El film contiene varios números musicales, algunos muy bien logrados, otros no tanto, cuya composición estuvo a cargo de Ale Sergi (el líder de Miranda). Básicamente se basa en tres tiempos: la infancia, adultez y la adolescencia de este par de amigos inseparables, que luchan o intentan concretar sus sueños, pero sus realidades, muchas veces se asemejan más a una pesadilla de la cual no pueden escapar. Hay varias nombres estelares: Graciela Borges encarna a la multimillonaria del pueblo bastante excéntrica y ostentosa; Mike Amingorena en su papel de este Cristo poco común, original y tal vez polémico; y la ex chica Almodóvar Rossy De Palma que caricaturiza a una conductora de TV. sin escrúpulos. Diego Reinhold hace el papel de Carlos, el eterno compañero de Cristal, lo hace muy bien, aunque ya lo hemos visto innumerables veces en interpretaciones parecidas, a través de tiras televisivas. Evidentemente a Natalia Oreiro le sienta mucho mejor un personaje como este que el dramático que interpretó recientemente en Francia de Caetano, acá sin dudas se perfila como buena comediante, además puede explorar sus vetas de cantante y bailarina, y no defrauda. Es muy interesante Sofía Silvera que interpreta a Natalia niña, asombrando su gran parecido con Oreiro. En sus intentos de ser un film arriesgado y de apuesta a la creatividad, cae en algunos fallidos. Hay ciertas escenas que remiten más a un producto adolescente de Cris Morena que a una obra artística. El casting también ha fallado en determinados casos, hay algunas interpretaciones muy mediocres y rígidas y otras que por querer explotar lo grotesco terminan transformándose en sobreactuaciones poco creíbles. De todos modos el producto final resulta altamente grato, no es sólo una comedia musical light que aborda los aires de fama de una chica de pueblo, también cuestiona la influencia alienante que tiene cierto discurso religioso sobre la subjetividad de sus creyentes; y viene como anillo al dedo en estos tiempos de debates morales, éticos e ideológicos. Además se burla, desde una mirada crítica, de la función de algunos medios de comunicación, quienes actúan como aves de rapiña, ante la desesperación de los más indefensos. Se trata de un largometraje con una bella estética pop, por momentos disparatado y hasta un tanto bizarro, aunque eso no quita que pueda ser disfrutado por una amplia franja etaria, ya que mientras va entreteniendo entre bonitas canciones, recuerdos colectivos, risas y situaciones absurdas deja el claro mensaje de respeto y aceptación ante las elecciones y deseos del semejante.
Desde la República Checa nos llega esta comedia dramática, que intenta abordar los vínculos humanos más allá de la superficie y los continuos desencuentros y frustraciones que se producen en la vida amorosa. Para eso, el debutante director y guionista Jan Prusinovsky se vale de una historia que indaga las relaciones entre hombres y mujeres, apelando algunas veces al humor y la acidez con bastante espontaneidad pero en otras no puede evitar caer en unos cuantos lugares comunes y la obviedad. El psiquiatra Frantisek Soukenický lleva una vida ordenada hasta que una ex amante decide vengarse, sepultando su carrera profesional y destruyendo su matrimonio, esto hace que nuestro defectuoso protagonista se quede sin trabajo y sin hogar, debiendo soportar ir a vivir con su particular madre, buscar empleos de otras labores alejadas de su profesión, y ser testigo de la nueva vida que inicia su esposa al lado de otro hombre. El personaje principal es totalmente responsable de lo que le está sucediendo, su mujer ya se cansó de sus tantas aventuras, no puede poner límites a una madre demandante y controladora y queda sometido a ser empleado de un hermano mucho más limitado que él, como instructor en una escuela de manejo. A partir de ahí presenciamos todos los intentos que hace Frantisek para recuperar lo perdido, sobre todo a su ex mujer, pero en vez de reparar su imagen en cada intento la deteriora aún más, no es un personaje que resulte querible para el público, por momentos suele irritar bastante (sobretodo estimo a la platea femenina), se lo muestra bien neurótico con numerosos defectos, pero a pesar que sólo parezca que quiera curar una herida narcisista y la haga padecer bastante a su esposa, el tipo realmente la ama. La idea es buena, hay momentos interesantes, la escena en la cual el abogado les lee la declaración de divorcio, toma unos primeros planos de la pareja al escuchar el escrito, que adquiere una notable intensidad y expresa de maravillas el estado de ánimo de los involucrados. Otro aspecto atractivo del film, es como ahonda en el vínculo que tiene Frantisek con su madre, la cual aparece muy manipuladora pero con aspecto de señora agradable. La impotencia de nuestro protagonista para acotar ese vínculo, podría ser la génesis principal de su donjuanismo con la correspondiente imposibilidad de comprometerse seriamente con alguna otra mujer. El resto de la película son algunos gags graciosos, agradable música de la Europa oriental como soundtrack, correctas actuaciones, pero unas cuantas situaciones previsibles, ya archiconocidas en este tipo de enredos amorosos, como la clásica escapada por la ventana y posterior salto, cuando aparece por sorpresa la pareja de la mujer en cuestión, obviamente dejando visible alguna prueba del delito. El guión por momentos hace agua y algunas historias quedan sin poder desarrollarse mejor, las cuales seguramente le darían mucha más riqueza al conjunto final de la obra. No esperar en Amores de Diván un film que tenga al psicoanálisis como eje en su historia, tal como lo hace entrever el título, sí hay cuestiones del mismo, que se desprenden de la lectura que se haga de los conflictos principales; pero el séptimo arte ya nos ha dado muchas mejores muestras de cómo articular las vicisitudes psíquicas de la vida amorosa dentro de un metraje. Eso sí, no deja de ser una interesante propuesta para descubrir el cine que se hace en la tierra de Kafka, tan poco difundido en las carteleras locales, aunque en este caso, infiero pasará sin pena ni gloria.
Paris Je T’aime, nació de la idea de un joven productor, quien aspiraba con plasmar en la pantalla grande varias escenas de las vida amorosa en su ciudad natal. El resultado fue un recorrido de 18 historias que se desarrollan en los distintos barrios de la capital francesa, cada una filmada por la peculiar mirada de un director diferente y reconocido, en las cuales se obtienen historias que se versan en los encuentros y desencuentros amorosos y en sus más variadas manifestaciones. Fuimos muchos los amantes del cine, que quedamos deseantes de volver a encontrarnos con otro hallazgo similar. Es así que tres años después se vuelve a repetir el proyecto, pero esta vez cruzando el Atlántico para instalarse en la gran urbe cosmopolita por excelencia, y abordando una vez más el amor en sus múltiples variables. Van desde el encuentro efímero que termina en desencuentro hasta el duradero que se extiende durante toda la vida; desde el que se preserva en la memoria hasta aquel que se busca en una constante apuesta para lograr hallarlo; desde el amor que se descubre y disfruta, hasta aquel que se pierde y sufre. Son once historias de un heterogéneo grupo de realizadores cinematográficos provenientes de todas partes del mundo, quienes aportan su característica y subjetiva visión del amor en una gran ciudad representada por cortos de aproximadamente diez minutos de duración, entre ellos se incluyen Fatih Akin; Shungi Iwai; Brett Ranner; Shekhar Kapur y la debutante Natalie Portman, entre otros. New York es la gran megalópolis mundial, allí conviven las más diversas culturas provenientes de los lugares más lejanos del hemisferio, compuesta por sujetos que alguna vez decidieron apostar al gran sueño americano. La diversidad cultural y étnica que transita en sus calles conviven con los imponentes rascacielos, la más desarrollada tecnología y el culto al consumo que caracteriza a esta gran capital del sistema capitalista. Julie Cristie en uno de los más bellos cortos que integran la película la define muy bien: “Es una de las cosas que más amo de New York, todos vinieron de algún otro lugar”. Lo interesante de la propuesta, aunque no es de tan alta calidad como su antecesora, es que intenta rescatar la subjetividad humana a partir de los distintos vínculos amorosos que trascienden cualquier geografía, cultura, y época pero que tampoco se construyen sin estos factores. Los cuentos están rodados en los distintos barrios de la gran ciudad, algunos son realmente muy interesantes y conmovedores, otros aceptables y unos pocos suelen aburrir un tanto y ser trillados. Jian Weng nos relata la historia de un experto en robar billeteras que se enfrenta con otro, un tanto más talentoso que él en dichas habilidades, pero ahora de lo que se trata de hurtar el objeto más preciado: una hermosa chica. El corto dirigido por Mira Nair, es una “perlita”, en el cual un “joyero” indio negocia el precio de una mercadería con una joven judía a punto de casarse, encarnada por una bellísima Natalie Portman. En plena tasación se escucha un diálogo muy interesante de intercambio cultural entre esas dos colectividades. El punto de giro se instala cuándo entran en el ámbito de las confesiones. Las miradas cambian, los dos aparecen turbados ante tal hallazgo, se encuentran ante un dilema, algún enigma del deseo comienza a circular. Los estelares Orlando Bloom y Cristina Ricci, protagonizan la historia contada por Shungi Iwai. El debe terminar su creación musical, ella le exige que esto no puede ser logrado sin antes haber leído a Dostoievski. Todas las formas de comunicación de esta era posmoderna y tecnológica entran en juego, pero se deja afuera la dimensión del cuerpo. Yvan Attal nos presenta a un Ethan Hawke, que nos recuerda a aquel muchacho inteligente de Antes del Amanecer y Antes del Atardecer. Este le pide fuego a una mujer que conoce azarosamente en la calle, apela a toda una serie de recursos discursivos para atraerla. Es un verdadero juego de seducción, hasta que ella… Brett Ranner nos brinda el relato más cómico y encantador del film, cuando un joven acude a la farmacia desahuciado porque su chica lo había dejado plantado en su baile de graduación. El comerciante tiene la solución para la “tragedia” que vive este muchacho, claro pero con grandes sorpresas por momentos disparatadas, aunque a veces, un tanto previsibles. La historia más sexual, está a cargo de Allen Hughes. Un hombre y una mujer van camino a una segunda cita, cada cuál por su lado, luego de un primer encuentro fugaz pero pasional. Ambos se van preguntando qué es aquello que los lleva a re-encontrarse. Aparecen toda una serie de resistencias concientes, autoreproches y parapetos mentales que los deja inciertos porque no pueden dar cuenta de aquella fuerza pulsional, de ese rasgo en el otro que lo transforma tan deseable, aunque ellos se opongan. El relato más logrado de toda la película, lo realiza Shekhar Kapur, con un alto grado de intensidad, una edición maravillosa y unas imágenes más que cautivantes, teñidas de rasgos oníricos y adornadas con diálogos estremecedores. Julie Christie, que cuanto más grande más bella, llega a un hotel y entabla una charla con el joven empleado del mismo que se transforma en un surrealismo conmovedor. Es para destacar que el guión de este corto estuvo a cargo del gran Anthony Minghella, a quien se le dedico el film, en honor a su memoria. Natalie Portman, ahora como directora, desarrolla otro aspecto lazo amoroso, que es el amor filial, una historia emotiva que se desarrolla entre el niñero y la niña, aborda la temática de los vínculos interraciales y nos enfrenta a los prejuicios que cada uno de nosotros lleva adentro. Un relato que intenta impactar pero por momentos peca de sentimentalista. Vuelve Yvan Attal, con el mismo fetiche. Una atractiva rubia sale de un restaurante a fumar un cigarrillo. Le pide fuego a un señor que se encuentra hablando por celular asuntos profesionales. Luego entabla una charla con él desde una posición claramente seductora, la confianza va tomando forma, hasta que ella le confiesa sus fantasías sexuales. La historia toma un giro inesperado y sobre el final suena de fondo “No Suprises” de Radiohead, para alquilar balcones! El cineasta alemán Fatih Akin, se vuelve sumergir en los intercambios culturales, como lo es en la mayor parte de su obra. Nos relata como a partir de la mirada se depierta en ese pintor extranjero, la musa que necesitaba para realizar su última obra cuando se encuentra en el barrio chino con aquella empleada de ojos rasgados y mirada entristecida. Finalmente cuando uno ya esta cansado de ver gente atractiva y en general joven, los no tan agraciados también se enamoran; llega Joshua Martston con una historia que resume la travesía del amor en la vida. Una pareja que atraviesa la vejez, caminan por la ciudad, con las dificultades físicas propias de la edad, ella le reprocha a él su modo lento de desplazarse en la calle, él la desmiente todo el tiempo, intercambian opiniones desencontradas. A pesar de estas pequeñas y grandes diferencias, se observa la tolerancia que se tienen ambos, producto del amor, que no es ni más ni menos que la experiencia de compartir la vida con alguien, cuando ese otro, dejo ser aquel objeto idealizado de la etapa del enamoramiento. A diferencia de Paris Je T´aime, aquí a medida que avanzan los relatos hay personajes de los mismos que se van entrecruzando, y así se entrelazan las historias en pequeñas escenas. Si bien al parecer el objetivo fue lograr un mayor dinamismo ante tanta percepción de imágenes y narraciones distintas, intentando así poder darle alguna que otra vuelta a los cortos, decae en cierta desprolijidad mermando en la calidad global de la obra. De todos modos, tanto el film hecho en la “Ciudad de la Luz” como este en la “Gran Manzana”, nos lleva a reencontrarnos con el desencuentro mismo de la vida amorosa y como a pesar de esto, el humano sigue en la búsqueda de ello que hace que la incomoda existencia se haga más soportable. Ya lo decía el poeta Pablo Neruda: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.
Mongol es una ambiciosa película épica rusa, que no tiene nada que envidiarle a muchas producciones estadounidenses del mismo género. Relata la vida de los primeros años de Temudgin, ese hombre que la historia mundial recuerda como Genghis Khan, fundador del gran imperio Mongol, que dominó el mundo durante gran parte del siglo XIII. El relato abarca desde su primera infancia hasta que se establece como el líder carismático, que luego buscará la unificación de los mongoles y así extender el imperio más extenso geográficamente que ha conocido la humanidad. Temudgin es hijo de Yesugei, jefe de un poderoso clan, quien tenía bastantes enemigos, de hecho lo terminan envenenando, dejando a su familia diezmada, a la intemperie y sin ningún tipo de protección, excepto cierta ley que prohibía matar a los niños, aunque el pequeño, ya tenía el juramento que cuando crezca iba a ser asesinado por el máximo enemigo de su padre. A partir de allí se ve como este niño, luego hombre, adquiere el más poderoso instinto de supervivencia, no sólo por las condiciones climáticas adversas y geografías extremadamente peligrosas, sino también por los distintos clanes que buscan aniquilar la herencia de Yesugei. Durante la infancia Temudgin establecerá dos vínculos que marcarán su destino para siempre, uno es Borte, su esposa elegida cuando él aún tenía corta edad y no sólo fue la principal motivación para sobrevivir, sino también una gran consejera, reforzando aquel famoso dicho: “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”; y el otro fue Jamukha, un niño que le salva la vida, forjando una amistad en la cual hacen un pacto de hermandad que luego sería su principal aliado pero también su más poderoso y respetado enemigo. Confieso que siempre me atrajeron las películas biográficas, porque además de asistir al verdadero placer de ver cine, el plus viene con una cátedra de historia, que en lo personal me convoca a seguir investigando la cuestión, pero a menudo este tipo de personajes devoran por completo la objetividad del cineasta, lo mismo le suele pasar a los historiadores, y se termina reduciendo una figura tan polémica a un imaginario sobreidealizado de la persona o a su polo contrario con una devastadora crítica del sujeto abordado. Por eso rescato lo hecho por Oliver Hirschbiegel en La Caída, quien supo retratar de manera brillante, el costado humano de ese monstruo que encarnó lo más monstruoso de lo humano (Hitler). Genghis Khan se caracteriza por ser una de las personalidades más polémicas y enigmáticas de la historia mundial. En Mongol, vemos a un gran estratega pero que aparece como una especie de Mesías, quien está lleno de valores, respeta los códigos y la legalidad de la palabra, con una ética intachable y sobretodo un hombre enamorado de su causa y de su mujer, no hay ambiciones de poder más allá de unir y preservar a los mongoles de enemigos externos. Pero se sabe que una vez instalado el imperio Mongol, una de sus estrategias para avanzar sobre sus rivales fue usar el terror psicológico, realizando masacres masivas en poblaciones para luego exhibirlas y generar el espanto generalizado. En este punto de fascinación del director por el conquistador es donde la película decae, la estructura narrativa se centra en la historia de amor y en todas las habilidades de este buen hombre para librarse del mal, así la trama por momentos se hace interminable y hasta casi predecible, hay un circuito de atraparlo, escaparse y redimirse que se repite unas cuantas veces. La dirección artística, merece un párrafo aparte, es lo mejor del film, las escenas de las batallas son coreográficas, con una tonalidad de color que impregnan a la obra de una belleza singular, la fotografía, los planos de los escenarios naturales y los distintos climas que tiene que atravesar Temudgin para sobrevivir le brindan al relato los momentos de mayor calidad. Los trabajos interpretativos son buenos, en especial la dupla que hacen Tadanobu Asano (Zatoichi) y Honglei Sun (El Camino a Casa) como esos hermanos y rivales. Asistimos a una muestra de una buena película épica, proveniente de un país como Rusia, Sergei Bodrov utiliza su mirada de artista para brindarnos lindas imágenes, cuya estética nos podría remitir, por momentos, al mejor del cine oriental, aunque su admiración total por el personaje nos prive de encontrarnos con la otra faceta de un conquistador histórico, que es su ambición desmedida de poder y las contradicciones internas que tiene cualquier existencia humana.
La trilogía literaria Millennium ha vendido millones y millones de ejemplares en todo el mundo, su autor Stieg Larsson, periodista devenido en escritor, murió antes de ver como su obra se convertía en auténtico best seller. Soren Staermose, un productor, que imagino, ávido de aumentar su cuenta bancaria, contrata al director Niels Arden Polev para que lleve a la pantalla grande, la primera parte de estos tres libros que han cosechado tanto fanáticos alrededor del planeta. Los Hombres que NO Amaban a las Mujeres es el producto cinematográfico que inaugura la mega-exitosa trilogía sueca, se trata de un thriller psicológico con altos contenidos dramáticos, policiales y muchos giros en la historia que por momentos se transforma en un perturbador rompecabezas. Debo ser sincero y admito que no he leído el libro, con lo cual es una ventaja, porque me encuentro con ante una narrativa nueva, libre de prejuicios, pero una desventaja a la hora de analizar la calidad de la adaptación respecto a la obra original. Mikael Blomkvist es un periodista que ha denunciado a una multinacional por sus negociados ilegales, pero el poder económico se encargó de borrar cualquier tipo de prueba y es condenado a prisión por investigación falsa. Todos los pasos de Blomkvist, son seguidos por Lisbeth, experta hacker informática, un tanto border, con rasgos antisociales y un pasado que la condena, por lo cual está a su cargo un tutor, ya que ella se encuentra inhabilitada para administrar de sus propios bienes. Un integrante del clan Vanger, contrata a Blomkvist para que investigue la desaparición de su sobrina, hace ya 40 años, debido a que la justicia no ha hecho nada, confía en las habilidades de este incorruptible periodista investigador. Mientras Mikael avanza en la enredada investigación, Lisbeth no lo pierde de vista y comienza una averiguación paralela, hasta que inevitablemente se crucen en la reconstrucción del entramado siniestro que oculta esta familia. Lo más interesante del film es la primera hora, cuando se van presentando los personajes, donde adquiere un alto monto de intensidad e incertidumbre, en especial, el modo en que se va relatando la vida de Lisbeth, joven oscura y enigmática, aunque un tanto estereotipada, interpretada de manera muy lograda por Noomi Rapace. Las escenas en la cual es violada por su tutor y la posterior revancha son los puntos más elevados del metraje, su magnitud es tal que uno no deja de sentirse incómodo pero atraído a la vez por lo que está presenciando. Luego decae un poco, se hace largo, dura casi dos horas y media, aunque hay que tener en cuenta que el libro consta de unas 600 páginas. Aparecen innumerables pistas que sólo pueden resolverse en una ficción en la que el azar tiene que estar del lado de los heroicos protagonistas. Los malos terminan siendo muy malos y a los buenos no les queda otra que enfrentarse a la “Legión del Mal”, compuesta por una variada constelación de personajes perversos, donde desfilan violaciones, incesto, sadomasoquismo, misoginia y antisemitismo. La estética del film, no parece ser una película oriunda de la tierra de Bergman, excepto por los paisajes geográficos con su eterna nieve escandinava y el idioma. Se resaltan mucho los primeros planos y abundan las imágenes de escenarios naturales. Tanto la edición, como la fotografía y la música por momentos resultan muy televisivas, también hay un par de actuaciones un tanto obvias y mediocres. En síntesis, un film por momentos entretenido pero que puede acotarse a los amantes del género; a los fanáticos de la novela que quieran conocerles las caras a esos personajes que imaginaron, con lo decepcionante que esto pueda llegar a ser; o para ver en dvd, algún domingo a la tarde, ese tipo de películas donde hay que encontrar al asesino y todos son sospechosos, incluida la víctima.
La buena enseñanza es un concepto muy discutido dentro de las ciencias didácticas, de hecho hay varias corrientes que plantean postulaciones muy opuestas acerca del proceso de enseñar y aprender que ocurre en la transmisión de saberes, valores y destrezas. Van desde el educador que ve en el alumno una tabula rasa a la cual hay que llenar de conocimiento, a aquellas teorías que plantean que el acto educativo depende sólo de la espontaneidad y del deseo del aprendiz siendo el enseñante sólo un acompañante que funciona como guía al sostener esta práctica. La película se monta sobre estas cuestiones, para desarrollar una comedia dramática por momentos muy romántica, que aborda el alcance que tiene en el sujeto el sistema educativo formal, y la enseñanza no formal, como aquellas experiencias de vida que modifican nuestra existencia. De todos modos la cineasta Lone Scherfig no puede evitar caer en las mismas contradicciones que tienen los montones de escritos que estudian a la educación en sí misma. Jenny es una adolescente de la rígida Londres allá por comienzos de los años 60, que se destaca por ser la más brillante de su clase, responde puntillosamente a la demanda paterna, de ingresar el próximo año en la prestigiosa Universidad de Oxford, amante de las artes y el conocimiento. Afortunadamente el azar la sorprende y se cruza con David un hombre bastante mayor, de muy buen pasar y conocedor de los grandes placeres de la vida, así esta chica ejemplar queda cautivada con su príncipe azul. A partir de ahí, Jenny puede olvidarse un poco de los libros, baja su rendimiento académico, enfrenta al padre y a sus superiores y se entrega a su amado, que es él quien ocupa ahora el rol de principal educador, enseñándole otros aspectos de la existencia, dentro de un exclusivo circulo social y codeándola con gente que al parecer la tiene más clara, en cuanto al deseo se refiere, que lo rígidos e impecables modelos que ella tenía hasta el momento. Claro que no todo es como parece y cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía, este nuevo abrir de ojos de Jenny viene acompañado de un enceguecimiento en otros terrenos. La película funciona muy bien como entretenimiento, no aburre en ningún momento, se disfruta, conmueve y fascina, las situaciones cómicas son muy efectistas y hacen reír realmente, el punto más alto, son los personajes que desfilan en todo film, cada uno con los mecanismos de defensas a flor de piel, presentan una imagen y posición en el mundo firme pero que esconden muchísimas dicotomías e inseguridades en sus vidas. Esto se logra, gracias a la dirección de excelentes trabajos interpretativos que realizan todos los actores. Se destacan Carey Mulligan en su papel de Jenny siendo una verdadera revelación; lo de Alfred Molina, como ese padre que encarna al Super Yo (los mandatos y el ideal) pero que luego flaquea ante el deseo de su hija es brillante, y Emma Thompson con cortas apariciones pero contundentes. Sin embargo queda ahí, en el pasatiempo, por momentos está plagada de recursos clichés: Jenny es estereotipadamente la típica chica hermosa e inteligente, admirada por pares y superiores, con dos amigas, no tan agraciadas, que no tienen vida propia, sólo les queda el ser espectadoras de las hazañas de su bella compañera; unas cuantas escenas archivistas en películas románticas o telenovelas, como lo es, a modo de ejemplo, la noche en la que él le pide casamiento. El film hace agua cuando intenta alejarse del mero esparcimiento y quiere dar un mensaje, se contradice, pierde lógica, eso que cuestiona tan vehementemente como mandatos sociales al principio, luego no puede sostenerlo, da un giro de 360 grados y se vuelve a foja cero, queda atrapado en el conflicto amoroso y el relato se reduce a una dicotomía entre el ideal de Oxford vs. la vida frívola de la alta sociedad. En este punto, me alivia que después hallan llegado Los Béatles, Los Stones, Pink Floyd o La Naranja Mecánica que hicieron un poco de ruido en una sociedad tan conservadora como lo era la inglesa.
5 Días sin Nora, llega desde México a las carteleras locales con varios pergaminos encima, entre ellos el premio mayor de la última edición del Festival Internacional de cine de Mar Del Plata, y en verdad cumple con las expectativas. Mariana Chenillo, directora y guionista, narra una comedía sentimental basada en un episodio tan trágico como lo es el suicidio. Sin grandes pretensiones técnicas relata a la perfección aquellas vicisitudes que atraviesan los humanos insertos en nuestra cultura, cuando se encuentran ante tan dramático acontecimiento. Nora es una mujer que después de 14 intentos lo logra, pero este acto no fue producto de un impulso melancólico, sino que lo ha diagramado a la perfección para que todo su entorno se vea afectado de manera particular ante tan terrible decisión. El que se encuentra con el cuerpo es su ex marido, José, a quién ella seguía amando casi obsesivamente y él irritándose con ella debido a sus manipulaciones. El hijo de la pareja, se encontraba de vacaciones y la muerte se produce en plena festividades judías, con lo cual el entierro, no se podrá realizar hasta dentro de cinco días. El punto crítico es: el que se tiene que hacer cargo de toda la cuestión, es su ex-marido, a quién Nora le resultaba insoportable, de origen judío pero ateo confeso y renegador de toda tradición religiosa, José no tiene muchos pelos en la lengua y por momentos se muestra muy provocador. Lo que quiere es sacarse todo este asunto de encima lo antes posible, no obstante a este negador nato, durante estos cinco días, no le va a quedar otra que reencontrarse con su pasado y abrir los ojos. A medida que transcurre el film, uno no sólo se va encontrar con las repeticiones suicidas de Nora, sino se irán desplegando las Neurosis de cada uno de los sobrevivientes, mientras que a su vez se denuncian los rituales religiosos de la cultura judeo-cristiana en una sociedad como la mexicana, que juega con la muerte y el dolor, para hacer valer intereses personales, de poder, y también el negocio que de ello deviene. Chenillo se vale de diálogos brillantes, excelentes representaciones de los rasgos que caracterizan a los personajes principales, planos que enfatizan gestos, miradas y también el mobiliario, aquellos objetos que en la cotidianeidad de la vida pasan desapercibido pero que ante una situación de duelo, cobran alto valor ya que representan la presencia de la persona ausente. Otros detalles interesantes son los continuos flashbacks, que funcionan como un relato no sólo de la historia en común que tuvieron Nora y José, sino también es una crónica muy interesante de la vida amorosa en sí misma, cómo aquello que en un primer momento enamora luego termina siendo lo más odiado. Se trata de una comedia negra muy inteligente que desdramatiza eso que nos perturba tanto como lo es la muerte, pero también interroga los rituales que hacemos para elaborar dicha cuestión, tal como lo hicieron nuestra Esperando la Carroza y la inglesa Muerte en un Funeral, entre otras.
Sarajevo, Mi Amor es una muy buena historia que a partir de los conflictos principales de los personajes centrales, aborda las consecuencias subjetivas que deja una violenta guerra en sus sobrevivientes. Son las secuelas más invisibles, más ocultas que hereda una sociedad, con un alto grado traumático y sus efectos no son inmediatos, cada quién se las tiene que arreglar como puede ante un pasado tan doloroso que transforma la realidad presente. Grbavica es un barrio de la Sarajevo de post-guerra, durante el conflicto bélico de Bosnia en los 90s, este vecindario fue tomado por el ejército serbio como un campamento que se convirtió en un centro de torturas y de violaciones a los derechos humanos. Hoy Sarajevo es una ciudad que intenta reconstruirse y ser económicamente productiva, allí en Grbavica vive Esma, una madre de una chica adolescente que lucha por llevar adelante su hogar para que ella y su hija puedan vivir lo más dignamente posible en una sociedad consumista, por tal motivo buscará otro empleo por las noches, para poder pagarle a la joven el viaje de fin de curso. Sara, la hija, por su parte es una muchacha orgullosa de ser heredera de un mártir de la guerra, y lo expresa a través de identificarse por unos cuantos rasgos masculinos que la ubican como la “machona” del curso. Los hijos de aquellos padres que murieron en batalla no necesitan abonar el viaje, Sara desea viajar bajo este estatuto pero Esma se resiste, quiere pagarlo, parece un capricho pero no lo es, algo oculto subyace bajo este conflicto entre la madre y la hija. Mediante una modalidad realista, donde el relato se va desplegando en la vida cotidiana de sus personajes, la directora se vale de estos recursos para armar una narrativa atrapante. Tanto Esma como Sara van a ir experimentando distintas vivencias paralelas al conflicto central, ambas se cruzaran con el amor, con los miedos, con sus contradicciones, con las vicisitudes de una vida en sociedad y con los conflictos típicos que tienen una madre y una hija adolescente. Los primeros planos, algunos silencios y los detalles cotidianos de la existencia permiten retratar a través de muy buenas actuaciones, personajes ricos que transmiten una compleja subjetividad y resulta imposible no encariñarse con ellos. A pesar de ser un relato crudo que da cuenta de una realidad difícil de asimilar, no faltan buenos momentos de humor que alivian cierta tensión que se viene asomando. Jasmila Zbanic, una mujer, que cuando comenzó la guerra era una chica que se alegró porque le suspendieron un examen de matemáticas, aunque después le tocó ser una fiel testigo de tremenda brutalidad, nos trae en su primer largometraje, está película que nos habla básicamente acerca del amor y como este puede aliviar un dolor insoportable, pero lejos de ser un discurso romántico es un mensaje crudo, real y ambivalente como la vida misma y quizás también, una redención de aquella alegría inicial.
Guillermo Arriaga ya demostró ser un gran narrador de historias, guionista y co-equiper de Alejandro González Iñárritu, y con tres mega-títulos como Amores Perros, 21 Gramos y Babel, los mexicanos han logrado conformarse en una de las duplas cinematográficas más destacadas de la última década. Ahora con esta película, emprende su primer trabajo como director de un largometraje basado en un guión propio. El film mantiene la estructura narrativa y visual de los tres mencionados, cuatro historias bien dramáticas, en distintos tiempos, que se van entrelazando y armando las piezas de un rompe cabezas, que en este caso nos permitirá construir el conflictivo y melancólico personaje central que es Sylvia, una bella y exitosa mujer en el plano laboral, pero que está huyendo permanentemente de un pasado que la atormenta y al intentar fugarse del mismo, termina repitiendo en actos aquello tan doloroso; los comportamientos autopunitivos y la impulsiva sexualidad la detienen en un eterno ayer del cuál se quiere librar pero que no puede elaborar. El encuentro con Carlos (José María Yazpik) la enfrenta con aquella realidad y es ahí donde entran en juego las otras historias que van conformando la trama, ficciones de amores que desembocan tragedias y de tragedias que originan amores, dándole esa tonalidad intensa y desgarradora que han caracterizado la narraciones de Arriaga. Uno de los enganches a los cuales apostó el director, es la elección de dos atractivas rubias y estelares actrices, como lo son Charlize Theron y Kim Basinger y que además ambas han sido ganadoras del Oscar. Therón encarna una gran interpretación de un personaje tan emocionalmente complejo como lo es Sylvie; Basinger protagoniza una de las historias paralelas que entrecruzan diacrónica y sincrónicamente a la protagonista. Un hallazgo me pareció la actuación de Jennifer Lawrence en su papel de Mariana, como aquella adolescente que debe enfrentarse al deseo de su madre y a lo insoportable que este le resulta, logra construir junto a Charlize Therón una combinación actoral que es de lo mejor del film. Arriaga se ocupó de elegir escenarios naturales para escoltar el estado de ánimo de los personajes y darle un plus de intensidad a los relatos, la música a cargo de Hans Zimmer y Omar Rodríguez López acompaña de manera precisa aquellos momentos en que la agudeza de los conflictos toma mayor envergadura. El film mantiene la misma estética que los dirigidos por Iñárritu pero con algunas fallas, hay momentos donde se hace demasiado previsible, uno termina adelantándose a la trama y el factor sorpresa, muy importante en cualquier ficción, se va diluyendo entre tantas señales obvias que deberían haberse evitado. Cuatro historias que atrapan en su magnitud dramática conforman este primer largometraje del mexicano, pero quizás habrá que esperar futuros trabajos para ver si logra emanciparse de su ex socio o sigue aplicando fórmulas que si bien ya no sorprenden, continúan dando buenos resultados.