Es una película made in Argentina, con una mirada bien propia sobre Eva Duarte de Perón, un personaje mítico y polémico de la historia del país. Lo particular de la mirada es también el registro documental mezclado con el recurso de la animación que hacen ver como “un cuentito” muy bien narrado y también documentado de esos períodos tan calientes de la historia nacional. Los dibujos fueron realizados por el recientemente fallecido Solano López (El Eternauta) y fueron animados con la técnica del cut out, dándole un toque casi artesanal a la película. La producción fue guionada y dirigida por la periodista y escritora María Seone, otorgándole todo el sesgo de una investigación periodística. La historia es narrada en primera persona por Rodolfo Wash (voz Carlos Portaluppi), escritor y periodista que se encuentra desaparecido desde 1977. Recluido en la clandestinidad, escribiendo su conocida “Carta abierta a la Junta Militar”, el periodista devela su obsesión por esa mujer cuya historia comienza en un pueblo de la provincia de Buenos Aires (Los Toldos) y aún no finaliza. Porque sigue todavía muy presente en la memoria popular y en los centenares de relatos desde distintos lugares que se han hecho a su vida. Esta es una nueva versió que pone el eje quizás en su lado más humano que político, e intenta dar luz a un período oscuro de la historia argentina.
Un ADN ciento por ciento almodovariano recorre “La piel que habito”. Pero a diferencia de filmes anteriores que hicieron del apellido Almodóvar un adjetivo, en este caso el trabajo del manchego que creó algunas de las mejores películas del cine español, pierde fuerza y da lugar a un relato algo pretensioso. Sus trabajos anteriores tuvieron diferentes proporciones de pasión, amores imposibles, obsesiones, arrebatos, sangre y sexo, y siempre el director mantuvo el pulso firme y logró imponer su talento narrativo a pesar de los desbordes. En este caso son demasiadas las cuerdas que toca y van desde referencias mitológicas, a la actualidad pasando por Frankenstein y apuntes de noticias siniestras. No hay verosimilitud, y no podría haberlo, en un relato como este sobre un cirujano plástico loco con aspiraciones de semidiós interpretado por Banderas. El hombre tiene una historia negra, con una mujer calcinada en un accidente, una hija con fobia social y secretos que espantan que le deparan un guión gótico y que no le teme a los estereotipos del folletín. El, sin embargo, se las arregla para reparar lo que el destino le deparó. A pesar del cuidado diseño de arte, las sutilezas de la fotografía y algunas buenas actuaciones, a lo largo de dos horas sorprende comprobar que el ingenio y la creatividad de Almodovar hubiesen merecido una mejor historia.
En la era de los efectos especiales y las animaciones en varias dimensiones, la película parece un filme en blanco y negro. Si bien es una trama rica de aventuras y metáforas —más para los adultos que para el público infantil—, no tiene demasiadas estridencias. “Don Gato y su pandilla” es la historia de un grupo de felinos de la calle con su propia versión sobre el bien y el mal. Tienen a Don Gato como líder y a Buen Rostro como el villano con delirios de poder. Aparece la tecnología como elemento central en esta coproducción argentina-mexicana que después de cuatro décadas llega en 35 mm y 3D. En la historia no sólo tendrán que vencer al villano sino ayudar al oficial Matute quien fue destituido por orden del malo. Se trata, finalmente, de un juego de historias cruzadas que asemejan a la realidad, pero en su forma animada.
El caso de Angélica es tan extraño como la película, donde lo fantástico aparece como fugaz pincelada sobre la realidad de un Portugal atravesado por la crisis económica europea y la transición a los nuevos modos de producción capitalista. Es la historia de un joven fotógrafo judío, Isaac, que se enamora de una bella muerta, Angélica, que lo hace perder hasta el agotamiento. Una llamada de urgencia le cambiará la vida que transcurre en una pequeña localidad cercana a Oporto. Fue filmada por el director portugués Manoel de Oliveira, que tiene 103 años y ha significado toda una leyenda en la cinematografía portuguesa por esa marca por lo fantástico. Pero en esta ocasión deja que desear. Tiene un buen guión, la historia es original pero es un filme para degustar en tiempos lentos y dramáticos.
Aunque efectista la película es esperanzadora. Más si se trata de una filme basado en una historia real inspirada en la estrecha relación de un niño y un delfín. Es casi una remake de la vieja serie Flipper, de los años 60. Los protagonistas son, además del fiel amigo de los océanos, dos niños que se unen en un fin común: salvar un hospital marino. En un papel secundario pero fundamental Morgan Freedan, haciendo de un médico loco pero posibilitador. La película tiene momentos de fuerte dramatismo pero al mismo tiempo de gran expectativa, donde aparece la esperanza _ siempre a la manera americana_ donde el espectador podrá emocionarse con este vínculo tan especial de los hombres, los animales y la naturaleza.
“Un año más” es una historia de soledades en el siglo XXI. El director, Mike Leigh, el mismo de la legendaria “Todo o nada”, recorrió las historias con sutil lentitud pero gran profundidad. Esos tiempos son manejados de acuerdo a las cuatro estaciones del año y como la vida, se presenta como ciclos que dependen de las decisiones tomadas en el momento anterior. La película cuenta la historia de Gerri (Ruth Sheen) y Tom (Jim Broadbent), un feliz matrimonio, que hace de “soporte afectivo” a amigos, familiares que están solos en la adultez. En el filme van apareciendo las distintas tramas que se tejen en el medio de un grupo de amigos, en una Londres presentada en un clima intimista donde no se presenta ningún conflicto radical.
La película podría etiquetarse como "típica comedia hollywoodense". Más si se inscribe en el marco de una saga de filmes que sobrevuelan suscintamente sobre las relaciones afectivas en el siglo XXI. Esta versión, dirigida por Will Glucks, se maneja con estereotipos bien marcados: protagonistas bonitos, talentosos en su profesión, pero desilusionados con su vida afectiva. Un trabajo los encuentra y así conformarán un vínculo que no es explorado con profundidad, sino que recurre a los clichés en una sociedad que está explorando nuevas formas afectivas que no se pueden etiquetar bajo la forma de amistad o amor con cánones tradicionales. Aparecen como relaciones "borders", que sin duda transitan límites finitos hacia el tema del amor. La versión que plantea esta película —desarrollada en New York— le otorga un toque moderno al cuento del príncipe azul .
Todo transcurre en una apacible villa turística al pie del centro de esquí de Cerro Bayo, en la provincia de Neuquén. Pero podría haber sucedido en cualquier familia clase media del país, cuando la cercanía de la muerte de uno de sus integrantes desata lo mejor y lo peor de cada uno de los integrantes del núcleo familiar. Empiezan los encuentros y los desencuentros, y la película plantea vidas grises que quieren tomar color a partir de una herencia. Un mundo de fracturas dentro de una familia ambientada en paisajes formidables . Es buena la actuación de los protagonistas y esta vida gris es acompañada por la casi ausencia de banda sonora del filme. Una película para objetivar situaciones cotidianas pero lejos está en su intención convertirse en el disfrute de un sábado a la noche, sino mas bien una invitación para la reflexión.
Diferencias con humor Conjugar política y sexualidad y llevarlas adelante desde el humor fue una estrategia jugada del director italiano Umberto Carteni quien filmó “¿Diferente de quien?”. Son 99 minutos donde el espectador pone a jugar sus emociones, sus prejuicios, sus preguntas acerca de lo que es en el siglo XXI una familia. La historia se centra en los personajes de Piero (Luca Argentero) quien representa a un gay que se candidatea para intendente en una ciudad superconservadora de Italia y de Adele (Claudia Gerini) una mujer frustrada y conservadora que redescubre el amor con su compañero. Para completar la trama de enredos, Remo (Filippo Nigro ) interpreta a la pareja homosexual de Piero. La película invita a pensar nuevos formas sobre los lazos afectivos y aliviana temas de gran debate.
El filme es una clásica película hollywodense de amor, con efectos especiales para las emociones. Es una tierna historia entre Robert Malone (Martin Landau), quien interpreta a un viejo solitario y Ellen Burstyn (Mary), su nueva vecina, que irrumpe en su vida de forma casi explosiva, con copos de nieve y pétalos de rosas incluidas. La versión rosa de la soledad y el encuentro pasa con un vuelo rasante por los conflictos familiares que suelen traer estas historias. En algún momento la trama vira hacia otra dejando al espectador en off side con las emociones que hasta el momento venía transitando. La música de la película está condimentada por los villancicos navideños norteamericanos, puesto que el encuentro sucede en vísperas de Navidad. Se puede rescatar como esperanzadora la historia de amor que hacen posible dos personas de la tercera edad y cómo aún apuestan y se permiten ese sentimiento. También se destaca la actuación de Landau.