Al desierto cuenta la historia de Julia (Valentina Bassi), una empleada del casino de Comodoro Rivadavia. Ella parece estar recién llegada a la Patagonia y claramente no se encuentra conforme con su trabajo y remuneración. Un día Armando (Jorge Sesán), un operario petrolero, le habla de la posibilidad de conseguirle un puesto de administrativa en la empresa en la que él trabaja. Julia se subirá a la camioneta de este hombre, apenas conocido, y allí comenzarán sus desventuras. Si algo se destaca en esta película son los rubros técnicos: la fotografía de Julián Apezteguia y el sonido de Enrique Bellande le aportarán al filme una belleza deslumbrante. El territorio, tan imponente como hostil, funcionará como un personaje más, uno que delimitará las posibilidades físicas de supervivencia tanto de Julia como de su ¿Acompañante? ¿Captor? Lo que debilita el resultado final es cierta arbitrariedad en las decisiones que toman los personajes. Nunca comprendemos en que momento la cabeza de Julia hace el click y descubre que se encuentra en serias dificultades, porque el espectador no recibe ninguna información ni guiño sobre las intenciones del protagonista masculino. De repente Julia realiza una acción temeraria que pondrá a ambos en serio riesgo de muerte. A partir de ese momento el conflicto entre el dúo (que parecía ser el principal) no solo no estallará, sino que se diluirá definitivamente. Desde entonces serán dos personas enfrentándose a la adversidad. Con el correr de los minutos el atractivo del filme será ver como estos personajes coexisten en pos de un interés supremo que es la supervivencia mutua. Pero para entonces el relato habrá perdido fuerza e interés y la segunda mitad se tornará bastante tediosa. Es una pena que con un buen trabajo técnico y artístico no haya alcanzado, tal vez con un mayor desarrollo del guión el resultado hubiera sido otro, pero así como está planteado el filme apenas subsiste entre la estentórea inmensidad. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Con 35 años de edad y cinco largometrajes en su haber Mia Hansen-Løve es una de las realizadoras más importantes de la actualidad. No tuve la posibilidad de ver Un amour de jeunesse (2011) pero exceptuando ese filme se podría pensar en el conjunto de su obra como el cine del desencanto. En L’avenir la enorme Isabelle Huppert, en su primera colaboración con la joven cineasta, interpreta a Nathalie, una profesora de filosofía y autora de libros de divulgación, que al comienzo del filme tiene una vida relativamente tranquila, cuyo único sobresalto es el tener que socorrer constantemente a su madre anciana. Pero con el correr del relato Nathalie perderá a su madre y se separará de su marido. Como se grafica metafóricamente en una de las escenas del filme ella comienza a hundirse en la arena, deja de sentir firme la tierra que pisa. Sin embargo, más allá de que el mundo de la protagonista sucumbirá, ella mantendrá su fortaleza y sus convicciones. Lo que Hansen-Løve describe es la aceptación de los cambios en la vida, cambios palpables y otros internos, también cierto desencanto con la política, con los editores, con los alumnos y con su marido. Pero, a pesar de todo, la vida continúa y ella está allí, de pie para hacerle frente. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Nuestros Hijos (I nostri ragazzi), nuevo largometraje del realizador Ivano De Matteo, relata el precario equilibrio entre dos hermanos burgueses muy distintos entre sí, y sus respectivas esposas. Massimo (Alessandro Gassman) es un abogado penalista pragmático y eficaz, Paolo (Luigi Lo Cascio) es un pediatra cirujano acostumbrado a lidiar con situaciones límites. Pese a sus diferencias los cuatro se reúnen a cenar una vez al mes en un lujoso restaurante, allí es cuando las discrepancias salen a la luz. Ambas parejas tienen hijos adolescentes. Los primos Michele (Jacopo Olmo Antinori) y Benedetta (Rosabell Laurenti Sellers), son muy unidos. Salen juntos, miran videos por Internet y visitan sus respectivas casas. Ella parece ser más sociable pero Michele vive alienado en la computadora y el celular y tiene dificultades para relacionarse. Una noche, regresando de una fiesta, Michele y Benedetta cometen un acto criminal aberrante, similar al que Michael Haneke utilizaba en Bennys Video para reflexionar sobre la glaciación emocional. Aquí es la excusa para trabajar sobre el dilema moral al que se deberán enfrentar los padres de los jóvenes. Nuestros Hijos es honesta a la hora de retratar a los personajes y pensar en la violencia en distintos ámbitos y estratos sociales. El filme describe como frente a situaciones límites las reacciones de las personas pueden llegar a ser las menos previsibles. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
El Francisco Sanctis del título es un hombre de clase media, padre de familia tipo, que tiene una vida rutinaria y un trabajo gris en el cual espera un ascenso que no llega nunca. El filme está ambientado en los años del terrorismo de estado, 1977 para ser más preciso. Basada la novela homónima de Humberto Costantini, La larga noche de Francisco Sanctis cuenta la historia de un día crucial para la vida de su protagonista. Ese día Francisco se reencontrará con una antigua compañera que le brinda una información perturbadora: los nombres y la dirección de dos personas que serán secuestradas por la dictadura esa misma noche. Lo que seguirá para el protagonista será la decisión de hacerse cargo o no de la información con la que cuenta. A través de planos cortos y una paleta de colores donde predominan los tonos oscuros y opacos los realizadores Andrea Testa y Francisco Márquez construyen un relato asfixiante, agobiante que tiene que ver con la época que retrata y es digno del mejor cine de espionaje o suspenso. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Desde su primera escena, en la que muestra a una joven visiblemente angustiada, el tercer largometraje de Santiago Palavecino nos introduce en un mundo misterioso. Algunas chicas cuenta la historia de Celina, una cirujana que en medio de una crisis matrimonial deja Buenos Aires para pasar unos días en el campo junto a una vieja compañera de facultad y su familia. Una vez en el pueblo Celina irá conociendo a otras mujeres y se irá construyendo un thriller psicológico. Palavecino se vale de una puesta en escena controlada, dosificación de la información y una banda sonora precisa para construir un filme inteligente. Algunas chicas es un relato tan incómodo como subyugante lleno de tensión y belleza.
“A War: La otra guerra“, es la segunda película en solitario de Tobias Lindholm. El filme se divide claramente en dos partes. Durante el primer segmento Lindholm describe con sutileza dos frentes: en Afganistán el comandante Claus Pedersen toma la decisión de abandonar la oficina de comandos y ponerse al frente de su grupo en el frente de batalla, mientras en Copenhague su mujer cuida de los niños e intenta mantener el frágil equilibrio familiar. Esa primera decisión de Claus parece sensata, el comandante marcha junto a sus soldados, pero lo obligará a tomar otras decisiones que tendrán consecuencias fatales. Atacado desde los cuatro puntos cardinales y con un subalterno herido, Claus ordenará un ataque aereo a ciegas que le permitirá salvar la vida de su soldado pero provocará once víctimas inocentes y ninguna baja Talibán. El segundo segmento transcurre completamente en Copenhague. Claus está acusado por las muertes civiles que sus acciones han provocado y será enjuiciado. En ningún momento abandonará el sentido del honor y se lo nota dispuesto a enfrentar su destino, más allá de la opinión de su familia. Este segundo segmento es bastante más previsible y carente de nervio narrativo. Lamentablemente este filme está lejos de la antecesora de Lindholm, la brillante A Hijacking (2012), una película en la que el realizador contaba la historia del secuestro de un barco carguero a manos de piratas somalíes. Allí el cineasta construye un relato angustiante y dinámico. En “A War: La otra guerra” Lindholm muestra cierta torpeza a la hora de construir metáforas, por ejemplo en todo lo referido a la niñez en riesgo. Sin embargo no se trata de un filme carente de interés ya que el cineasta trabaja con inteligencia el drama psicológico y la idea del honor. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Val, la protagonista de esta película, es la mucama con cama adentro de una familia adinerada de Sao Paulo. Lleva muchos años en esa casa y ha establecido un vínculo con el hijo del matrimonio para el que trabaja, que el joven no tiene con su propia madre, y según conoceremos con el correr del filme, Val tampoco lo tiene con su hija. La hija de Val es Jessica, una joven adulta que quiere mudarse a Sao Paulo para estudiar en la Universidad. Ellas estuvieron mucho tiempo sin verse, incluso llegaron a perder el contacto, pero pronto Jessica llegará a la ciudad y se instalará en la casa poniendo en crisis la aparente calma del hogar y provocando distintas pasiones en cada uno de sus habitantes. Una segunda madre puede vincularse fácilmente con películas latinoamericanas recientes centradas en la figura de la empleada doméstica, pero en lo personal me parece que hay una serie de elementos que la relacionan especialmente con Casa Grande (Brasil, 2014). En ella Fellipe Barbosa contaba la historia de una familia carioca en plena decadencia. En ambos filmes, que están ambientados en las principales ciudades de Brasil, se trabaja tanto sobre la idea de la movilidad de clases (una clase dominante que cae en decadencia o ve como los sectores oprimidos empiezan a ocupar espacios -la universidad en el caso de Una segunda madre– que antes le resultaban inaccesibles) como en los estrechos vínculos que establece el hijo con los empleados de la familia. Sobre el final del metraje Val descubrirá que su hija puede llegar a repetir algunas situaciones de su propia historia por lo cual tendrá la posibilidad de tomar alguna decisión que le permita romper ese círculo. Todos estos tópicos son trabajados con sutileza y precisa caligrafía por Anna Muylaert, una cineasta que demuestra un gran control sobre la puesta en escena y lucidez para marcar con pequeños detalles el humor de sus personajes. Una segunda madre es un trabajo notable y una invitación a esperar a su sucesora Mãe só há uma, que acaba de estrenarse en la Berlinale. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Ochentaisiete es el segundo largometraje de los realizadores ecuatorianos Daniel Andrade y Anahí Hoeneisen quienes, hace una década presentaban en San Sebastián y Mar del Plata la prometedora ópera prima Esas no son penas, un intenso retrato generacional centrado en Quito y provisto de una fuerte impronta femenina. Este nuevo trabajo no está tan logrado. Ochentaisiete transcurre en dos tiempos, en dos años concretos: 1987 y 2002 que se van alternando a lo largo de todo el metraje. Lo que se cuenta del pasado es la historia de un grupo de adolescentes que desean, luchan y se revelan contra sus progenitores, es la crónica de una amistad, de una hermandad marcada por la tragedia. La del 2002 es la historia del amigo que regresa a enfrentar los recuerdos de ese tiempo que pasó. La dupla Andrade – Hoeneisen consigue una cuidada reconstrucción de época, una correcta dirección de actores y una fotografía impresa en 35mm que le suma complejidad y belleza a la imagen, además de poder separar visualmente las épocas del relato. Pero es en su estructura donde Ochentaisiete encuentra su principal problema. Muchas de las buenas intenciones que los directores intentan poner en escena se diluyen en el constante fluctuar del tiempo presente del filme. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Mustang es la ópera prima de la realizadora Deniz Gamze Ergüven, una mujer turca que reside en París. El filme cuenta la historia de cinco hermanas que transitan la adolescencia en situación de orfandad al cuidado de su abuela en un pequeño pueblo del norte de Turquía. El relato comienza en el último día de clases. Al salir de la escuela las jóvenes, junto a sus compañeros, sacan a relucir la ludicidad y luminosidad típicas de la edad, a orillas del mar negro. Pero el rumor de esta conducta llega a oídos de su abuela, quién tomará cartas en el asunto y llevará a las jóvenes a lidiar contra sus arraigadas costumbres represivas. A partir de ese momento la persona que las vigilará de cerca será su tío, y el plan que él llevará adelante es el de ofrecerlas en matrimonio. Las cinco hermanas no pierden su luz y su alegría y se las ingenian para sortear el control familiar que será cada vez más férreo, llegando a transformar el hogar en una suerte de prisión. Con el correr de los minutos la película se va oscureciendo y los colores cálidos van quedando restringidos solo a los momentos en los cuales las hermanas están juntas o cuando logran franquear los controles familiares. Más allá de expresar con convicción e inteligencia el conflicto entre oriente y occidente, que convive desde siempre en la sociedad turca, lo más notable de Mustang es la solvencia de su realizadora. Deniz Gamze Ergüven muestra un preciso control de la puesta en escena y privilegia la fluidez del relato. Habrá que seguirle los pasos a esta cineasta que ya anticipó su voluntad de narrar historias que salgan más allá de las fronteras de su conocimiento más profundo. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Desde su irrupción, hace veinte años, Pixar Animation Studios nos acostumbró a relacionar su marca con calidad e innovación. En estos días se estrenó Un gran dinosaurio, el filme de la compañía cuyo proceso de producción fue más arduo y caótico. Incluyó un cambio de director y varios virajes de timón. Más allá de ciertos aspectos técnicos (por ejemplo se desarrolló tecnología específica para encontrar naturalidad a la hora de animar el flujo del rio) se podría decir que el clasicismo de Un gran dinosaurio lo lleva a estar más emparentado con viejos filmes de la factoría Disney que con la propia Pixar. Al comienzo del filme vemos como un meteorito desvía su trayectoria y, por ello, los dinosaurios nunca se extinguieron. A partir de allí la acción se traslada a una granja, propiedad de una pareja de dinosaurios que espera a su primera camada de hijos. Entre ellos se encuentra Arlo, el más pequeño y temeroso de la familia. Una serie de sucesos desafortunados vinculados a la “personalidad” de Arlo provocan la muerte de su padre y llevan al joven reptil al agua. Arrastrado por la corriente solo podrá regresar a su hogar gracias a una indicación que le dio su padre a manera de mandato. Durante el largo camino a casa Arlo se vinculará con un cachorro de humano primitivo que responde al nombre de Spot. Lo que comienza como una relación conflictiva deviene en conveniencia mutua, y finalmente afecto. Los problemas que tiene Un gran dinosaurio son múltiples. Para empezar el diseño del personaje de Arlo es desastroso, en la búsqueda de dotar su rostro con rasgos humanos terminan construyendo una caricatura. Por otra parte el largo camino a casa de Arlo y Spot termina siendo tedioso. Peter Sohn privilegia la aventura por sobre el humor, y esta es bastante previsible. Si no fuera por la calidad de la animación, por esa técnica prodigiosa que siempre ofrece Pixar, la verdadera odisea sería llegar al final de la película. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB