El film danés va a contrapelo de las producciones hollywoodenses del género pero mantiene una atmósfera de amenaza constante que explota en los veinte minutos finales. Toda una rareza que el cine danés explore el género de terror y lo hace en Cuando despierta la bestia -2014-, la ópera prima de Jonas Alexander Arnby, quien acredita antecedentes en el terreno de la publicidad, los vídeos musicales y los cortometrajes. La película sigue los pasos que años atrás dioDéjame entrar, de Suecia, donde una extraña criatura aterraba a todos aquellos que la rodeaban.En el film aparece la comunidad hostil de un pueblo costero dedicado a la pesca, una familia que guarda muy bien sus secretos y la joven Marie -Sonia Suhl-, quien descubre que su cuerpo comienza a transformarse lentamente. Con el guión de Rasmus Birch, el realizador explora la "bestia que todos llevamos dentro". Después de varias consultas con el médico de la familia -"Te volverás mas irritable y agresiva"-, arrastrando el drama de una madre postrada y un padre que cuida de ambas, el panorama parece desolador para la joven protagonista.La intención del film es mostrar esos extraños vínculos familiares y la relación que Marie establece con sus compañeros de trabajo, que no ven con buenos ojos su llegada, a excepción del joven Daniel -Jakob Oftebro-, seducido por la naturaleza salvaje de la joven y en quien ella deposita su confianza. El resto es violencia y soledad en tierras aisladas que acompañan con su silencio a los personajes.A contrapelo de las producciones hollywoodenses del género, manteniendo una atmósfera de amenaza constante que explota en los veinte minutos finales, la película no quedará seguramente como el mejor exponente de terror, pero sí mantiene el interés, las dudas y la intriga hasta el final. Como una suerte de Carrie, víctima del sometimiento y las burlas, Marie es una mujer lobo que también cobrará su propia venganza: "Me estoy convirtiendo en un monstruo y quiero tener mucho sexo antes que esto suceda".Entre el misterio relacionado a un viejo barco ruso y una serie de crímenes, Cuando despierta la bestia aporta tu tono medido de horror escandinavo con el respaldo de una fotografía notable.
El director napolitano Paolo Sorrentino cautiva al espectador con la belleza de su puesta surrealista y por un estilo incomparable. Están sublimes Michael Caine y Harvey Keitel, como dos ancianos que pasas sus días en un spa de lujo. Después de ganar el premio Oscar a la "mejor película extranjera" con La grande belleza, el director napolitano Paolo Sorrentinoarremete con Juventud, una película que cautiva y emociona al espectador por la belleza de las imágenes, los diálogos afilados y por un estilo incomparable a la hora de contrar una historia.Juventud habla del paso del tiempo, de la vejez y de los achaques de la edad, pero siempre con una mirada positiva que coloca a los personajes en una suerte de paraíso en decadencia, un hotel ubicado al borde de los Alpes que funciona como un spa de lujo para almas en conflicto. Allí pasan sus días Fred Ballinger -Michael Caine-, un director de orquesta retirado que recibe el pedido de alguien muy especial para volver al ruedo y su amigo Mick Boyle -Harvey Keitel-, un director de cine que intenta terminar, junto a su grupo de guionistas, su próximo trabajo.Ellos se someten a baños, masajes y análisis clínicos, preocupados por sus próstatas y observando todo su entorno, en medio de apuestas y diálogos chistosos. También residen en ese lugar que parece detenido en el tiempo Kimmy Tree -Paul Dano, el de La sospecha-, un actor preocupado por su futuro ya que todos lo reconocen por haber participado en un film exitoso donde hacía de robot; un Diego Maradona en recuperación -rol a cargo del argentino Rolly Serrano- y desfilan además por la pantallaRachel Weisz como la hija de Fred yJane Fonda, una actriz en decadencia que llega para ver a su compañero Mick. Todos ellos forman parte de la fauna que el director expone sin tapujos para explorar un pasado que modifica el presente y el futuro de los personajes.Con momentos sublimes como el de Fred caminando por las pasarelas inundadas de Venecia o dirigiendo la orquesta con la ayuda de los sonidos de la naturaleza, el film gana en emoción y envuelve al espectador en un clima atípico, disfrutable desde el comienzo y plasmado con una puesta en escena coral y surrealista.La belleza femenina dice presente también con una Miss Universo que hace tambalear las mandíbulas - y mucho más- de los protagonistas y hasta un Hitler personificado que se da el lujo de tomarse vacaciones mientras sorprende a los comensales. Lo antiguo y lo moderno están en constante fricción a través de la música clásica y los ritmos pop que descubren la soledad y los silencios de otros personajes secundarios, inmersos entre la meditación y las caminatas.Juventud vale la pena como experiencia cinematográfica porque no se parece a ninguna otra película y permite el lucimiento de sus figuras centrales. Michael Caine y Harvey Keitel están sublimes en sus papeles de ancianos que contemplan sus vidas en un entorno natural donde empiezan a replantearse los próximos pasos.
Una chica norteamericana busca a su hermana gemela perdida en un bosque cercano al Monte Fuji. Una travesía fantástica en la que lo sobrenatural se da la mano con las apariciones fantasmales y un juego de "espejos". El film tiene algunos buenos momentos pero el final decepciona. Nuevamente un bosque se convierte en el escenario para desarrollar el terror en esta película del director Jason Zeda que funciona como un viaje fantástico donde lo sobrenatural se da la mano con las apariciones fantasmales, las apariencias engañosas y el juego de "espejos". Y no es casual que la historia esté protagonizada por dos hermanas gemelas. En la trama, Sara -Natalie Dormer, la actriz que participó enLos juegos del hambre: Sinsajo- Parte 1 y 2, y en las series Los Tudor y Juego de Tronos- es una chica norteamericana que viaja a Japón en busca de Jess, su hermana gemela desaparecida -con quien mantiene un lazo emocional profundo- en el bosque Aokigahara, en la base del Monte Fuji.A pesar de la advertencia de los lugareños de “no salirse del camino”, Sara entra al bosque dispuesta a encontrar la verdad sobre lo ocurrido junto a Aiden -Taylor Kinney-, un joven aventurero que escribe para una revista australiana sobre turismo y a un guiía oriental. Con este esquema el director -también guionista del film de terror The Houses October Built- va construyendo un relato en el que el miedo a lo desconocido funciona mejor en la primera parte que en su segundo tramo. En ese sentido, resulta inquietante la llegada de la protagonista a una suerte de morgue improvisada, los susurros del "más allá" que la atormentan, la escena de la carpa en medio de la espesura del bosque y la presencia de diabólicas colegialas porque que su hermana es profesora de un instituto.Entre árboles amenazantes y un sendero sin rumbo, la película también prosigue su marcha con los conflictos de las dos jóvenes durante su niñez, apariciones fantasmagóricas que sobresaltan al espectador y un escenario natural habitado por presencias que vigilan, almas atormentadas que asedian a cualquiera que entra en ese lugar prohibido y elegido por muchos para suicidarse. El bosque siniestrono profundiza demasiado en ese tema y hereda el clima de algunas producciones asiáticas de terror que marcaron tendencia años atrás, pero remata con un final flojo que saca intriga y misterio.
El director de "El cuervo", Alex Proyas, vuelve con un film de aventuras donde tira toda la carne al asador pero no despierta adrenalina ni emoción. El actor Gerard Butler aparece desdibujado como si todavía estuviera en "300". El director de El cuervo y Dark City,Alex Proyas, vuelve con una superproducción recargada de efectos especiales e inspirada en la mitología clásica de Egipto que pone en juego la supervivencia de la humanidad a través del enfrentamiento de dioses, monstruos y un reino de pirámides.Dioses de Egipto parece salida del ciclo "Sábados de super acción", lo que no estaría nada mal si colocara al espectador al borde de la butaca, pero la película sólo muestra un diestro manejo de los recursos tecnológicos colocados en primer plano para una historia que no desarrolla demasiado los personajes ni logra emocionar. El film no tiene adrenalina y todo se percibe como plástico, como si se tratase de Transformers con combates a orillas del Nilo, y con un desfile de Gerard Butler por la pantalla grande que todavía parece estar filmando 300. Acá encarna a Set, el dios implacable de las tinieblas -un oscuro ser alado- que usurpó el trono de Egipto sumiendo al reino en el caos. En la historia se suman un joven ladrón -Brenton Thwaiters- que consigue el respaldo de Horus -Nikolaj Coster-Waldau- formando una alianza para enfrentar al Mal Supremo y conseguir así a el verdadero amor.Con un gran despliegue de fondos y chisporroteo visual, Proyas no logra los climas alcanzados en sus anteriores trabajos y sólo pone el acento en héroes, antagonistas redimidos y en enfrentamientos con espadas realizados con ralentis. Los anacronismos y toda la carne que se echa al asador no contribuye para equilibrar al film hacia el lado positivo. Siempre hay más y más para ver, desde caídas de cascadas, ataques de serpientes gigantes -la mejor secuencia del film-, juego de tamaños y escalas entre los personajes -como en El señor de los Anillos-, además de cameos del actor fetiche de Proyas, Rufus Sewell , y una incomprensible y fugaz participación del australiano de Claroscuro, Geoffrey Rush.
Una historia de amor con un proceso de transformación de un hombre en mujer es el motor del film de Tom Hooper, ganador del Oscar por "El discurso del Rey". Eddie Redmayne acierta nuevamente con su dolorosa composición después de "La teoría del todo" y brilla Alicia Vikander. La nueva película de Tom Hooper -El discurso del Rey; Los miserables- es un drama basado en la verdadera historia de una pareja de artistas daneses, Einar -Eddie Redmayne, ganador del Oscar el año pasado por su actuación en La teoría del todo- y Gerda Wegener -Alicia Vikander-, y tiene 4 nominaciones para la próxima entrega de los premios Oscar, incluyendo a Redmayne como "mejor actor".La vida de los protagonistas da un giro inesperado cuando Einar sustituye a las modelos femeninas que su mujer retrataba y lo que comienza como un juego -aceptado por ella- se encamina hacia un cambio que pondrá en peligro la relación."No es fácil para un hombre ser mirado por una mujer" asegura Gerda a uno de sus modelos en esta elegante y sofisticada realización ambientada en Copenaghe en 1926. Este es el punto de partida de una historia de amor -y desamor- que llevan adelante dos personajes inmersos en una sociedad que no imagina ni acepta los cambios que atravesará Einar, el hombre fascinado por el universo femenino y que afirma estar "atrapado en un cuerpo de hombre". El será Lili -"Lili no existe, estamos jugando"- y se convertirá en el centro de todas las miradas. El film impone una atmósfera de cambio a partir de la fascinación por el universo femenino y que culmina en un cambio radical para el protagonista: una operación de reasignación de sexo.Detrás de cámara está Hooper, quien había trabajado conRedmayne en Los miserables, y su relato se mueve entre el clima romántico y la frialdad que impone la mirada científica -"Lili es un desequilibrio químico"- entre prejuicios, miedos y las dudas de un pasado que parece aflorar nuevamente.Entre el bello aspecto formal que concibe cada fotograma como un cuadro y la suavidad de un vestuario que casi puede palparse en cada escena, sobrevuela una pregunta: ¿Por qué la mujer soporta esa situación?. Como biopic se trata de una película oportunista pensada claramente para los tiempos del Oscar pero con gran trabajo de la dupla protagónica:Redmayne, atravesando otro proceso de transformación física y, sobre todo, de Alicia Vikander -Ex Machina y El agende de CIPOL- , en el rol de la mujer que mira, suspira, ama y anima a su marido a adoptar una apariencia femenina.El matrimonio y el trabajo de Lili y Gerda evolucionan a medida que recorren el innovador camino de Lili como mujer transgénero, entre exposiciones de arte, un acercamiento amoroso que echa sombras sobre un presente cambiante y un final que se anticipa pero que no le resta mérito al film. Polémica, envolvente y filmada con finas pinceladas, el juego comienza y los límites quedan borrosos, apoyados por un un elenco en el que sobresalen Amber Heard y Ben Whishaw.
El director español Alex de la Iglesia dispara esta comedia que muestra la preparación de un programa de televisión en el que se cruzan dos cantantes consagrados y una galería de personajes extravagantes. El delirio está servido en bandeja. El incansable Alex de la Iglesiavuelve con la comedia Mi gran noche, la más frenética y coral que ha entregado hasta el momento y con ciertos ecos de Muertos de risa, pero siempre con su intención de sorprender con un mix de subtramas que encaminan todo hacia la locura y el disparate.El escenario es un estudio de televisión en el que se prepara un programa para despedir el año y en el que participa José -Pepón Nieto-, un extra que es convocado para participar del especial en el que varios colegas y artistas llevan una semana encerrados. Afuera reina el caos por las protestas de empleados despedidos de la cadena mientras adentro se intenta mantener el falso espíritu festivo que impone la ficción.Alphonso -Raphel-, el cantante estrella, es capaz de todo para asegurarse que su actuación brille y Adanne -Mario Casas-, su antagonista, es el joven cantante latino, acosado por fans que quieren chantajearlo. A ellos se suma una galería de personajes extravagantes como los presentadores del programa -pareja en la vida real- que compiten y se odian; una directora de cámaras lesbiana; la madre de José que llega al estudio y no se separa de un gigantesco cucifijo; un representante argentino tan diminuto como gracioso -Tomás Pozzi-, preocupado por la imágen de su artista; el hijo de Alphonso -y también su asistente- que arrastra conflictos de la niñez y somatiza. Y también alguien que planifica un asesinato...El film impone un ritmo frenético con una cámara imparable que sigue a todos los participantes del programa y se estructura a partir del choque entre lo viejo y la modernidad, una parodia en la que todo vale y que se desarrolla a través de números musicales, toques escatológicos y la parodia del legendario Raphael, una estrella que sabe burlarse de sí misma. Es, en definitiva, una comedia que funciona y hasta se permite sus referencias a Star Wars, con un desfile de estrellas españolas -como la de Santiago Segura, el actor de Torrente, y tantas otras que tienen apariciones fugaces -Carlos Areces- pero efectivas.Siempre solvente en los distintos rubros técnicos y entre un clima alocado y de ficción que intenta mantener la alegría de los comensales de la "falsa" velada, la película tiene los ingredientes necesarios para atrapar y entretener al público. Rica en historias corales, entrecruzamiento de personajes y subtramas que van desarrollando los conflictos de cada uno de los artistas y participantes, la película conduce a una locura total que se burla de la televisión y los egos, entre técnicos "distraídos" y copas de utilería, todo servido en bandeja con el formato de una comedia liviana.
Daniel Burman ambienta su comedia en el barrio de Once y habla del vínculo entre un padre y su hijo a través de una fundación y en medio de calles frenéticas. Sólo algunos gags dan en el blanco en medio del caos. Al igual que en Esperando al Mesías-2000- y El Abrazo Partido -2003-, el director Daniel Burman ambienta su nueva película en el barrio de Once y acerca al espectador a un barrio reconocible y característico de la ciudad de Buenos Aires, mostrando sus costumbres judías y su accionar en esas frenéticas calles. El Rey del Once habla de las relaciones ente padres e hijos en el ambiente caótico y convulsionado de una fundación que dirige Usher -el padre del protagonista- y donde los vecinos judìos acuden para recibir ayuda de todo tipo. Su hijo Ariel -Alan Sabbagh, el actor deMasterplan- es un economista exitoso que deja ese mundo y se recluye en Nueva York con una pareja que no funciona pero decide regresar tras los llamados constantes del padre que promete un reencuentro que parece imposible. El film aborda el tema del sentido de pertenencia, está narrado con una cámara que acompaña el vértigo cotidiano de la calle Pasteur y alrededores y, por momentos, juega con el registro casi documental. El relato está estructurado en capítulos y tiene algunos gags que dan el blanco, pero se disfrutan de manera fragmentada como pequeñas islas dentro de la tibieza que ofrece la historia. En ese universo aparece también Eva -Julieta Zylberberg-, una empleada muda que cambiará la ¿suerte? del protagonista en esta fundación que entrega remedios y hasta realiza bart mitzvah para vecinos necesitados. Una fortaleza donde funciona un mundo de empleados, entre llamados telefónicos y quejas que vienen del mundo exterior. En ese proceso, Ariel regresa en medio de la festividad que conmemora la salvación de la diáspora judía de la aniquilación y su personaje atravesará una transformación.Con este esquema, Burman registra todo lo que ocurre, espía a personajes fugaces -como el encarnado eficazmente por Dan Breitman- y a un Ariel que maneja un Citroën destartalado que lleva y trae mercadería. Una pintura apenas simpática que prometía una travesía más atrapante de la mano de un realizador consagrado y de personajes que parten tras el misterio de la felicidad.
Un grupo de periodistas, liderado por un excelente Michael Keaton, inicia una investigación sobre sacerdotes que abusaron de menores poniendo en jaque a la Arquidiócesis de la ciudad de Boston. El film está nominado para 6 premios de la Academia que incluyen "mejor película" y "mejor director". Con 6 nominaciones para la próxima entrega de los Premios Oscar, que incluyen los rubros de "mejor película" y "mejor director", la quinta creación de Tom Mc Carthy focaliza sobre un grupo de periodistas liderados por Walter Robinson -Michael Keaton- que integran un grupo del Boston Globe llamado Spotlight -el titulo original del film- que realiza investigaciones profundas.En primera plana es lo que se conoce básicamente como una película de actores, con una buena -y polémica- historia para desarrollar -siempre basada en hechos reales- que se remonta a 1976. Un escándalo de proporciones se desata cuando Walter comienza a adentrarse en caminos peligrosos en los que el celibato y el abuso de menores perpetrados por un sacerdote se colocan en primer plano. "Es difícil decirle que no a Dios" sirve como puntapié para este relato que involucra a la la Arquidiócesis de la ciudad de Boston cuiando salen a la luz denuncias que hacen tambalear a la mismísima Iglesia Católica.Junto a profesionales afilados que saben que ésta es solo la punta del iceberg, Mike Rezendes -Mark Ruffalo-, Sacha Pfeiffer -Rachel McAdams- y Matt Carol -Brian d’Arcy James- intentan por todos loe medios obtener los testimonios de adultos que fueron abusados años atrás y hoy cargan con esas trágicas consecuencias mientras van descubriendo una realidad más horrorosa que la que imaginaron al comienzo.El film es un homenaje a la profesión del periodismo y al instinto de hombres y mujeres que necesitan datos, cotejar información y detalles y, muchas veces, enfrentan las decisiones de sus superiores -la llegada del editor en jefe encarnado por Liev Schreiver- que ven peligrar el curso de la investigación.La necesidad de acercarse a una verdad oculta por años es la que mueve esta película que explora con convicción territorios ásperos y dolorosos que trae detalles más escandalosos como los de sacerdotes "removidos" a otros destinos por causas dudosas.Los actuaciones de Keaton, Ruffalo,Schreiver, e incluso de Stanley Tucci en la piel de un odioso abogado, cierran un círculo perfecto para esta película que está realizada a la vieja escuela hollywoodense, sobre hombres comunes que enfrentan sucesos extraordinarios y quieren destapar la olla. Aún hoy se recuerda el film de Alan J. Pakula, Todos los hombres del presidente -1976-, y la tendencia seguirá con La verdad oculta -Concussion-, la película que protagoniza Will Smith y que se conocerá en breve.
El director español Enrique Gato -"Tadeo, el explorador perdido"- entrega un producto que se mueve entre la nostalgia y la acción a partir del tema de los viajes espaciales y la recomposición familiar. El director español Enrique Gato-Tadeo Jones, El Explorador Perdido- regresa a la pantalla grande con otra película de animación que combina de manera efectiva el reordenamiento familiar y la aventura espacial a través de situaciones que dejan bien plantada la bandera del entretenimiento.Una familia espacial sigue la historia de Mike Goldwing, un surfista de 12 años hijo y nieto de astronautas, que lucha por impedir que se lleve a cabo el malvado plan del millonario Richard Carson, quien quiere colonizar la Luna y explorar sus recursos. Con el fondo de los intentos de la NASA por reflotar los lanzamientos espaciales luego de la expedición del Apolo XI, Mike y Amy, su inseparable compañera y periodista del colegio, parten luego de un rígido entrenamiento y de una serie de equívocos, como infiltrados en un cohete junto a su abuelo en una alocada misión.La animación resulta atrapante desde el comienzo -con una vertiginosa carrera de surf- y trae personajes que intentan recomponer los alterados vínculos familiares. Con la ayuda del creativo Marty y un pequeño lagarto con ganas de ser Godzilla, la película entrega una hora y media de pura diversión y nostalgia con un tema original que sirve de marco para el acercamiento de tres generaciones.Todo se articula a partir de una idea histórica y Gato entrega un entretenimiento destinado a toda la familia que se acerca a las producciones mainstream de los grandes estudios por el nivel técnico que muestra la animación, rica en detalles y el diseño de los fondos. Con varios obstáculos durante la travesía -el cohete tripulado por los salvadores de la Tierra y otro comandado por el villano de turno-, el fallido rodaje de una película en blanco y negro sobre el alunizaje, y la aparición de la Presidenta de los Estados Unidos, todo está en función de una trama que desarrolla bien cada uno de los conflictos que presenta.
Una niñera que busca trabajo y una pareja de ancianos que cuida a un muñeco como si fuese un hijo de carne y hueso es el punto de partida de este film que mezcla suspenso, terror y locura. Una casona alejada de la civilización, una niñera que busca trabajo y una pareja de ancianos que cuida a un muñeco como si fuese un hijo de carne y hueso es el punto de partida de El niño, la nueva película del director William Brent Bell, quien ya transitó por el terror en Sobreviviendo -2006-, Con el diablo adentro -2012- y Wer -2013-.El film recurre a una premisa vista antes en el cine pero se va transformando en varios exponentes de los años ochenta, donde el miedo se da la mano con la muerte y la locura. En ese sentido, el director apuesta a desarrollar climas inquietantes desde el comienzo, jugando con el tono fantástico y fantasmagórico que se va encaminando hacia terrenos que aquí no adelantaremos.Más preocupado por desarrollar el suspenso que desplegar efectos, El niño impone la atmósfera de títulos como Chucky, el muñeco diabólico, logra sobresaltos y escenas aterradores para satisfacer a los seguidores del género. El uso de los sonidos "en off" -las risas infantilles siempre impactan en el cine-, los objetos que cambian de lugar y desaparecen, crean situaciones alarmantes. Se suma a a trama un joven extraño -Rupert Evans- que vive cerca y ayuda a la protagonista en los momentos de mayor tensión.Greta -Lauren Cohan, la actriz de la serie The Walking Dead-, la joven que necesita dinero y arrastra además su oscuro pasado, acepta el trabajo que nadie querría hacer cuando cuida a Brahms, el chico del título, un muñeco de porcelanda, al que deberá tratar según las rígidas indicaciones que el matrimonio Heelshire -Jim Norton y Diana Hardcastle- deja antes de partir de viaje. Sin embargo, entre un altillo misterioso y un incendio del pasado, una serie de extraños acontecimientos le harán dar cuenta a Greta que el muñeco está vivo. El film cumple con las expectavias pero también deja la sensación de que podría haber sido más eficaz y verosímil de lo finalmente es.