El cine de Corea del Sur viene creciendo en forma espectacular en lo que va del presente siglo. Prueba de ello es la cantidad de películas filmadas anualmente que ha pasado de 80 títulos en 2005 a 150 en el año 2010. En 2016 esta cantidad llegó a ser de 340 films, lo que significa que ha venido duplicándose cada lustro. Pero en Argentina este aumentó no se ha reflejado en el número de estrenos de dicho país. Muy por el contrario, mientras que en el periodo 2000-2010 se presentaron 12 films coreanos, a partir de 2011 la cantidad se redujo apenas a cuatro películas (“Poetry”, “En otro país”, “Invasión Zombie”) y la que ahora se estrena. “La red” fue realizada por Kim Ki-Duk y es la sexta, dirigida por él, que se estrena en nuestro país. Dicho en otras palabras, uno de cada tres estrenos coreanos ha sido de su autoría. Vale la pena recordar los títulos anteriores: “Primavera, verano, otoño, invierno…y otra vez primavera”, “Hierro 3”, “El arco”, “El tiempo” y “Aliento”, todas filmadas entre 2003 y 2007. Otras obras famosas (“La isla”, “Bad Guy”) se han visto aquí en Festivales de Cine y en general comparten algunas características entre las cuales una de ellas es la violencia de las imágenes. El nombre del film que ahora nos ocupa refiere a un pescador de Corea del Norte que pesca muy cerca de la frontera con el Sur. Cuando se le enreda la red en el motor de su pequeña embarcación y lo deja sin movilidad, la corriente lo arrastrará y será apresado por la policía sureña. De allí en más su vida será un suplicio y será interrogado, sospechado de ser un espía. Quien lo hace es un personaje muy vil que lo acusa de ser un espía “potencial”, vago concepto que no se corresponde con la realidad. Hacia el final será liberado, regresando a su país con la intención de reunirse con su esposa y su pequeña hija. No conviene develar lo que sigue, pero sí señalarle al “potencial” espectador que habrá un notable mensaje final. Y afirmar como acertadamente señalaba un colega (Jorge Vaccaro), al final de la exhibición en Cine Club Núcleo, lo bueno que sería que “La red” fuera de exhibición obligatoria en las Naciones Unidas. Una película imperdible.
Michael Keaton consolida su regreso exitoso luego de dos films premiados - Publicidad - Del director John Lee Hancock sólo se conocían hasta ahora sus dos largometrajes anteriores, al que se acaba de agregara ahora “Hambre de poder“, título muy diferente del original “The Founder”. La inmediatamente anterior, “El sueño de Walt”, se refería al sueño de Disney (Tom Hanks) de poder llevar al cine la novela “Mary Poppins”, para complacer a sus hijas. Tardó muchos años en convencer a la escritora P.L.Travers (Emma Thompson) para que ésta le cediera sus derechos. La película precedente, al igual que gran parte de la que ahora nos ocupa, transcurría durante mediados del siglo pasado y en ambas se perfila el interés de Hancock en lograr una buena reconstrucción de época, lo que en ambas consigue. Aquí la acción se inicia en un lejano 1954 en San Bernardino (California), adonde llega Ray Kroc, un vendedor de procesadoras (mixers) de alimentos que ofrece a los hermanos Dick (Nick Offerman) y Mac (John Carroll Lynch) McDonald. Ellos manejan un pequeño local de hamburguesas que ofrecen a 15 centavos de dólar y cuyo éxito se debe a que tardan poco tiempo en entregar a sus clientes como le explican a Kroc al afirmar que “la velocidad es el nombre del juego”. Michael Keaton compone a éste último personaje, un don nadie que sin embargo ve por primera vez la posibilidad de cumplir su “sueño americano”. Luego de muchas idas y vueltas logra convencer a los dueños de que le otorguen una franquicia de la marca de los “Arcos dorados”, pero de allí en más su ambición lo llevará a traicionar a los hermanos, cuyos principios de ética no respetará. La vuelta de Michael Keaton es sorprendente si se piensa que luego de sus éxitos de las décadas del ’80 y ’90 (“Beetlejuice”, “Batman” y su secuela), todas de la mano de Tim Burton, entró en un cono de sombro desde inicios del presente siglo. De hecho entre el 2000 y el 2013 sólo dos de sus doce películas fueron estrenadas en Argentina. Pero en 2014 de la mano de Alejandro González Iñárritu consiguió el rol principal de “Birdman”, la ganadora del Oscar de dicho año. Y un año después también fue uno de los protagonistas de “En primera plana” (“Spotlight”), la siguiente ganadora del premio de la Academia. Ahora regresa en la historia de McDonald’s, una obra algo menor a los dos antes mencionadas donde sobresale su interpretación, bien acompañada por Laura Dern en el sufrido rol de su esposa y de los actores que componen a los fundadores de la famosa empresa de hamburguesas. Y para los cinéfilos habrá algunos guiños como la escena en que Kroc ingresa a un cine de pueblo para ver un clásico como “Nido de ratas” (“On the Waterfront”), en una sala donde los espectadores aún estaban autorizados a fumar durante la proyección.
El título de esta nota, “Logan versus Kong”, no alude a una nueva película que enfrente a Wolverine con el famoso simio, sino a la competencia que durante las últimas semanas hubo en nuestras pantallas entre ambos largometrajes, acaparando al grueso de los espectadores. “Logan”, que se estrenó una semana antes que “Kong: la isla calavera”, será el ganador pero ambos deberán ceder la “pole position” a “La bella y la bestia”, el nuevo “tanque” estrenado este jueves. James Mangold es un realizador interesante del que se estrenaron casi todos sus films, excluido el inicial (“Heavy” con Shelley Winters). Vale la pena recordar algunos de sus títulos más destacados como “Tierra de policías” (“Copland” con Sylvester Stallone), “Johnny & June: pasión y locura” y sobre todo una muy lograda remake de “El tren de las 3:10 a Yuma”. Ya en el año 2013 había dirigido a Hugh Jackman en “Wolverine: Inmortal” que transcurría en Japón y empezaba el día de la explosión atómica en Nagasaki. Ahora vuelve a hacerlo en “Logan”, la que sería la tercera y última película centrada en uno de los principales personajes de los X Men. En esta oportunidad la acción transcurre en el año 2029 en los Estados Unidos, más precisamente en la frontera con México con lo que habrá más de un personaje que se exprese en español. Entre los angloparlantes se destacan el ya conocido del profesor Charles Xavier (Patrick Stewart) y Caliban (Stephen Merchant). Y entre los nuevos Laura, una niña de apenas once años que muy bien interpreta la debutante Dafne Keen. Durante más de dos horas el espectador asiste a escenas de acción, por momentos muy violentas, entre mutantes como el propio Wolverine y sus enemigos más acérrimos: Pierce (Boyd Holbrook) y el Dr Rice (Richard E. Grant. “Logan” será sobre todo disfrutada por los seguidores de la serie de films de Marvel, pero no decepcionará al resto en lo que podría catalogarse como un “western del futuro”. “Kong: la Isla calavera” al igual que la anterior es cine de acción aunque en este caso podría ser caracterizado como un “film bélico del género fantástico”. La primera escena transcurre en la isla del título a fines de la Segunda Guerra Mundial con el enfrentamiento entre un militar norteamericano (John C. Reilly) y otro japonés. La sorpresiva e inesperada aparición del famoso King Kong interrumpirá el duelo entre ambos y lo que sigue ya tendrá lugar casi treinta años más tarde. Será el momento en que un grupo de militares y científicos comandados por el teniente coronel Packard (Samuel L. Jackson) arribe en helicópteros que serán destruidos, con lo que el grupo que también integra un oportunista (John Goodman), una fotógrafa (Brie Larson) y un mercenario (Tom Hiddleston) se verán obligados a permanecer a la espera de rescate. La aparición de animales prehistóricos así como de Kong dará lugar a espectaculares combates que se disfrutan sobre todo en el formato 3D. Dirigida por Jordan Vogt-Roberts, la película es vistosa y entretenida pero el espectador queda advertido que no se trata de una nueva versión del clásico que terminaba en el Empire State. Share this:
El título de esta nota, “Logan versus Kong”, no alude a una nueva película que enfrente a Wolverine con el famoso simio, sino a la competencia que durante las últimas semanas hubo en nuestras pantallas entre ambos largometrajes, acaparando al grueso de los espectadores. “Logan”, que se estrenó una semana antes que “Kong: la isla calavera”, será el ganador pero ambos deberán ceder la “pole position” a “La bella y la bestia”, el nuevo “tanque” estrenado este jueves. James Mangold es un realizador interesante del que se estrenaron casi todos sus films, excluido el inicial (“Heavy” con Shelley Winters). Vale la pena recordar algunos de sus títulos más destacados como “Tierra de policías” (“Copland” con Sylvester Stallone), “Johnny & June: pasión y locura” y sobre todo una muy lograda remake de “El tren de las 3:10 a Yuma”. Ya en el año 2013 había dirigido a Hugh Jackman en “Wolverine: Inmortal” que transcurría en Japón y empezaba el día de la explosión atómica en Nagasaki. Ahora vuelve a hacerlo en “Logan”, la que sería la tercera y última película centrada en uno de los principales personajes de los X Men. En esta oportunidad la acción transcurre en el año 2029 en los Estados Unidos, más precisamente en la frontera con México con lo que habrá más de un personaje que se exprese en español. Entre los angloparlantes se destacan el ya conocido del profesor Charles Xavier (Patrick Stewart) y Caliban (Stephen Merchant). Y entre los nuevos Laura, una niña de apenas once años que muy bien interpreta la debutante Dafne Keen. Durante más de dos horas el espectador asiste a escenas de acción, por momentos muy violentas, entre mutantes como el propio Wolverine y sus enemigos más acérrimos: Pierce (Boyd Holbrook) y el Dr Rice (Richard E. Grant. “Logan” será sobre todo disfrutada por los seguidores de la serie de films de Marvel, pero no decepcionará al resto en lo que podría catalogarse como un “western del futuro”. “Kong: la Isla calavera” al igual que la anterior es cine de acción aunque en este caso podría ser caracterizado como un “film bélico del género fantástico”. La primera escena transcurre en la isla del título a fines de la Segunda Guerra Mundial con el enfrentamiento entre un militar norteamericano (John C. Reilly) y otro japonés. La sorpresiva e inesperada aparición del famoso King Kong interrumpirá el duelo entre ambos y lo que sigue ya tendrá lugar casi treinta años más tarde. Será el momento en que un grupo de militares y científicos comandados por el teniente coronel Packard (Samuel L. Jackson) arribe en helicópteros que serán destruidos, con lo que el grupo que también integra un oportunista (John Goodman), una fotógrafa (Brie Larson) y un mercenario (Tom Hiddleston) se verán obligados a permanecer a la espera de rescate. La aparición de animales prehistóricos así como de Kong dará lugar a espectaculares combates que se disfrutan sobre todo en el formato 3D. Dirigida por Jordan Vogt-Roberts, la película es vistosa y entretenida pero el espectador queda advertido que no se trata de una nueva versión del clásico que terminaba en el Empire State.
Hace veinte años la original “Trainspotting”, ambientada en Edimburgo, sacudió el ambiente cinematográfico en nuestro país. Ocurrió el primero de enero de 1997 cuando se estrenó en Argentina el segundo largometraje de Danny Boyle, cuyo título local agregaba apropiadamente la frase “sin límites”, que expresaba muy bien el espíritu del relato original de Irvine Welsh. En la secuela que ahora nos llega se apela básicamente a “Porno”, otra obra de Welsh aunque los resultados ya no son tan ponderables. Los cuatro personajes centrales vuelven a aparecer aunque su evolución personal ha sido disímil, lo que también podría aplicarse a la trayectoria artística de quienes los interpretan. El de mayor protagonismo es Mark Renton, al que nuevamente da vida Ewan McGregor y a quien también le fue mejor en su carrera cinematográfica. Renton había traicionado a sus colegas quedándose con el botín de veinte mil libras, que debió haber repartido con sus colegas. - Publicidad - Al que peor le fue es a Begbie, en prisión desde hace una veintena de años y que al enterarse que su colega ha regresado (de Amsterdam) sólo lo obsesiona escapar de prisión para vengarse. Robert Carlyle está bastante irreconocible con un bigote y algunas canas pero vale la pena aclarar que les lleva una decena de años a los restantes intérpretes, diferencia que quizás no se notaba hace dos décadas. En cuanto a Spud (Ewen Bremner) el tiempo no parece haber pasado y su rostro tan peculiar conserva los mismos tics de entonces. En cambio Simon, también conocido como Sick Boy, es nuevamente interpretado por Jony Lee Miller al que se ve poco en cine en los últimos años y que parece algo mayor pese a tener sólo 45 años. Simon está asociado a la joven búlgara Veronika, la actriz Anjela Nedyalkova a quien este cronista vio hace algún tiempo en un film de su país (“Avé”). La dupla comete todo tipo de felonías y aporta algunas de las escenas más fuertes y originales de este nuevo capítulo. “T2 Trainspotting” interesará sobre todo a quienes vieron y apreciaron la original, ya que en esta secuela hay escenas de la primera pero además se recrean con frecuencia los personajes cuando aún eran niños. El tono es más bien lúgubre y pesimista, acentuado por una muy buena banda sonora. Tempranamente se escucha la poderosa “Lust for Life” de Iggy Pop, para luego seguir con clásicos de Blondie (“Dreaming”), The Clash (“White Man”) e inclusive Queen (“Radio Ga Ga”). Pero lo más original resultan los temas de la banda escocesa de Hip Hop “Young Fathers” (Premio Mercury 2014). De los seis temas seleccionados por el director de “Slumdog Millionaire”, “Exterminio” y “127 Horas” se destaca “Only God Knows”. Lo que podrá cuestionarse es si se justificaba una continuación a la impactante primera película de hace veinte años. En todo caso es lícito afirmar que la secuela no hace mucho honor a la original.
Un chico enfrenta un momento familiar muy difícil en una película inglesa donde el tratamiento fílmico delata la nacionalidad de su realizador. Cabe reconocerle a “Un monstruo viene a verme” (“A Monster Calls) cierta originalidad y a su director la valentía de tratar un tema difícil y por momentos doloroso. Juan Antonio Bayona es catalán y joven; consecuentemente su filmografía es corta y se reduce con éste a tres títulos, ninguno de los cuales defrauda. Su auspicioso debut hace diez años fue con “El orfanato” a la que le siguió varios años más tarde “Lo imposible”. La que ahora nos ocupa está ambientada en la campiña inglesa, aunque parte fue filmada en su propio país. Británicos son también la mayoría de sus intérpretes comenzando por el casi niño Lewis MacDougall, quien aquí interpreta a Conor, chico de doce años con múltiples problemas familiares. El más serio es el estado de salud de su madre, gravemente enferma y además separada de su padre. La situación lo obliga a convivir con su abuela con la que no se lleva muy bien, pero que como ella afirma “ambos tenemos algo en común y es tu mamá”. Pero Conor además debe lidiar con el “bullying” al que lo someten sus compañeros de clase y es a través de sus cualidades como dibujante que logra en parte superar sus angustias. Bienvenida Sigourney Weaver en el rol de una mujer que lo trata muy duramente y que contrasta fuertemente con el cariño que le transmite su hija. Felicity Jones, quien encarna a esta última se ha vuelto una figura muy popular ya que se la ha visto recientemente en “Rogue One: una historia de Star Wars” y hace poco en “Inferno” y también en “La teoría del todo”. Pero falta mencionar a un “personaje” que aparece en el título del film y que puede engañar a más de un espectador haciéndole esperar “una de terror”. En verdad se trata de un árbol que por las noches se transforma en una criatura algo sobrenatural y se le “aparece” a Conor, aunque en verdad todo parece producto de la imaginación del joven. De alguna manera el “monstruo” es un poco su conciencia y a través de una serie de historias que le relata le ayudarán a asumir la gravedad de la situación y a alivianar cierta culpabilidad que siente frente a la enfermedad de su progenitora. A Liam Neeson no se lo ve pero presta su voz a la figura fantástica. Hacia el final habrá una escena reveladora en el lecho de la cama de la madre, que de alguna manera producirá cierto alivio en Conor pero también en el espectador. “Un monstruo viene a verme” no es una película fácil y no es recomendable para quien esté buscando un momento de pura distracción. En cambio podrá ser disfrutado por un espectador más dispuesto a un cine de reflexión. Pese a estar filmada con actores de Inglaterra y “transcurrir” en dicho país, la forma de tratar el tema es muy española y quien se quede a ver los títulos finales notará la presencia masiva de colaboradores de dicha procedencia.
Por una vez la gran ganadora de los Golden Globes también podría serlo de los Oscars Hace pocos días tuvo lugar la ceremonia de entrega de los Golden Globes, que para algunos críticos son el anticipo de los Oscars. La gran vencedora resultó ser “La La Land”, que conquistó los premios en todos los rubros en que estaba nominada. Se trata de un resultado poco habitual tanto por la abultada cantidad de nominaciones recibidas (siete) como por haber ganado en todas ellas. El sorprendente acontecimiento no pasó totalmente desapercibido aunque fue parcialmente eclipsado por otro más trascendente como fue el discurso expresado por la homenajeada y gran actriz Meryl Streep. Su valiente crítica a la figura del próximo presidente de los Estados Unidos, que hasta provocó la reacción de Trump por las redes sociales, quedará grabada en la memoria de millones de usuarios y televidentes. El otro hito de los últimos “Globos de Oro” fue la algo sorpresiva victoria de Isabelle Huppert, cuando todo parecía indicar que el premio a la mejor actriz dramática iría a Natalie Portman o quizás Amy Adams. Pero qué estupenda oportunidad para que coincidieran en un mismo recinto las más grandes actrices de los Estados Unidos y Europa (ya que Huppert trasciende a su país y ha filmado en Alemania, Italia y otros más de su continente). Pasando a la gran ganadora cabe resaltar la juventud de Damien Chazelle, quien de ganar el Oscar quizás sea el más joven en la historia, según parece (dato a verificar teniendo en cuenta que el próximo 19 de enero cumplirá 32 años). Recorriendo su corta carrera como director nos enteramos de que “Guy and Madeline on a Park Bench”, su primer largometraje, estuvo en la sección Panorama del Festival de Mar del Plata de 2009. La segunda “Whiplash: Música y obsesión” ya fue un hit y ganó tres premios Oscar, incluido al mejor actor de reparto: J.K.Simmons, que en la tercera y actual tiene dos pequeñas apariciones. Si hay algo que caracteriza a toda la filmografía de Chazelle es su recurrencia a temas de alguna u otra manera vinculados con la música, una de sus pasiones. Y en esta oportunidad sería adecuado catalogar a su película como “comedia musical”, un género que tuvo sus años de gloria en las décadas del ’40 y ’50 con nombres tan célebres como Fred Astaire y Gene Kelly, para citar a dos de los más famosos. Ironía del destino es que muriera hace pocos días Debbie Reynolds (y su hija Carrie Fisher) a la que todos recuerdan por acompañar a Kelly y Donald O’Connor en “Cantando bajo la lluvia”, evocada con nostalgia en la ceremonia del domingo 8 pasado. En el comienzo de “La La Land” vemos una autopista atascada en dirección de Los Angeles, donde desde sus respectivos autos se cruzan por primera vez y en forma poco amistosa Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling). El improbable reencuentro de ambos, que sin embargo tiene lugar pocos minutos después, está indicando que estamos en presencia de algo que se aleja un poco de la realidad, especie de cuento de hadas o fantástico o quizás bien cabría calificarlo de comedia romántica. El gran riesgo al que se enfrentaba Chazelle era caer en algo melodramático, tan habitual en Hollywood. Uno de sus méritos es haber evitado dicha trampa, pero mucho le debe a su dupla central de actores. Esa primera escena además es de una gran belleza coreográfica que recuerda a musicales como “West Side Story” y hasta figura el Cinemascope en los créditos. Hace pocos días este cronista había comentado que Amy Adams era fuerte candidata a ganar el premio (Oscar) a mejor actriz protagonista, por sus interpretaciones en “Animales nocturnos” y sobre todo “La llegada”. Después de verla a Emma Stone y repasar su filmografía reciente: “El sorprendente hombre araña” (y su secuela), “Magia a la luz de la luna” y “Hombre irracional” (duplete de Woody Allen) y “Birdman”, la opinión ha cambiado. Mia es una aspirante a actriz mientras que Sebastian sueña con tener su club de jazz propio. Ellos se alientan mutuamente y al principio se extraña la ausencia de conflicto, pero en algún momento el mismo aparece con tal naturalidad y convicción que consigue inquietar al espectador. Y tiene que ver con cierta incompatibilidad entre las ambiciones (artísticas) individuales y el amor. Hay momentos muy bellos y una resolución que está en consonancia con el comienzo antes descripto. Como en todas las películas de Chazelle la música tiene un rol preponderante y no sería extraño que, al igual que en los Golden Globes, tanto la música original (Justin Hurwitz) como la canción (“City of Stars”) sean nominadas y ganen en sus respectivas categorías. Es probable que a la hora de las nominaciones al Oscar, “La La Land” sea una de las más favorecidas. Podría darse el caso que al momento de la premiación, el ex Hombre Araña (Andrew Garfield por “Hasta el último hombre”) y su compañera Gwen Stacy (Stone) ganen en sus respectivas categorías como mejor actor y actriz, lo que generaría más de un comentario mediático de la crítica. Pero no todo es tan previsible y para muestra basta el ejemplo del mejor film extranjero. Ya se conocen las nueve prenominadas al Oscar y entre ellas no figura “Elle” de Paul Verhoeven, que ganó el Golden Globe. Ello no descarta que Isabelle Huppert tenga nominación al Oscar, pero que lo gane parece hoy muy poco probable. Emma Stone seguramente se lo llevará muy merecidamente por su excelente interpretación en “La La Land”.
Sobrevalorada por parte de la crítica destaca la interpretación de Darin La última película protagonizada por Ricardo Darin se estrena un día después de que el talentoso actor, responsable de los más grandes éxitos del cine argentino, cumpliera sesenta años. “Nieve negra” es el segundo largometraje de Martin Hodara, quien ya había codirigido con Darin “La señal”, película que iba a dirigir Eduardo Migogna y cuyo fallecimiento obligó al cambio de realizador(es). En verdad Darin ya había protagonizado dos películas anteriores (“El faro” y “La fuga”), dirigidas por el director de “Evita (quien quiera oír que oiga)”. “La señal”, primera de Hodara y codirigida, ya era una muestra del “cine negro” en donde el actor del “El secreto de sus ojos” estaba acompañado por Diego Peretti y Julieta Díaz y era quien más se destacaba. Algo similar ocurre en esta oportunidad pareciendo injusto algunos (pocos) comentarios en que se sostiene que se repite en sus papeles. Aquí se lo ve en el rol de Salvador, un hosco personaje que vive aislado en su cabaña en las montañas. La acción transcurre en nuestra Patagonia pero curiosamente no fue filmada allí sino en España (Pirineos). Comienza cuando Marcos (Leonardo Sbaraglia), un hermano algo menor decide viajar desde la península ibérica hasta nuestras comarcas. Trae consigo las cenizas del padre de ambos y además lo acompaña su esposa española, una nada destacable interpretación de Laia Costa, a la que se puede recodar por el personaje de “Victoria”, film alemán de homónimo título. Pero además viene a convencer a su hermano para que venda la cabaña y el terreno que ocupa. Los hermanos están enfrentados y es ese el eje central de la historia que tiene que ver con un acontecimiento transcurrido muchos años atrás y donde falleció en circunstancias dudosas otro hermano menor. Hay también otro familiar, una hermana que tiene escasos minutos de protagonismo con lo que Hodara desperdicia la oportunidad de lucimiento de Dolores Fonzi, recordada por la reciente “La Patota” de Santiago Mitre y que dirigirá a Darin próximamente en su nuevo opus (“La cordillera”). El exiguo reparto lo completa Federico Luppi, como el patético padre de los hermanos. Parte importante de la crítica se ha expresado con elogios que parecen excesivos y hasta se podría arriesgar a decir complacientes. Por supuesto la presencia de Darin, esta vez acompañado por Sbaraglia inevitablemente ha permitido una buena respuesta de público en los primeros días de exhibición. No obstante queda la duda si el “boca en boca” será suficientemente bueno como para que “Nieve negra” se convierta en otro gran éxito del cine argentino. Este cronista tiene sus dudas y habrá que ver qué acontece en las semanas que vienen, donde además se estrenan varias candidatas al Oscar.
Un paso atrás del realizador de “El Código Enigma” Hay al menos dos maneras de juzgar “Pasajeros” (“Passengers”), la nueva obra del realizador de “El Código Enigma”. Para quien tenga medianas expectativas de pasar un momento entretenido, ideal para las vacaciones, ésta puede ser su película con el agregado de ver a la expresiva Jennifer Lawrence. Pero si usted es más exigente y riguroso la recomendación es dejarla pasar en cine y verla más adelante o ahora mismo por vías menos “sanctas”, a las que este cronista no adhiere. Los primeros minutos del film son interesantes dado el diseño de producción de una gran nave (Avalon), cuyos pasajeros han aceptado ser “hibernados” por 120 años para despertar luego de ese largo plazo al llegar a un planeta o satélite distante (Homestead II), con mejores condiciones ambientales que nuestra Tierra. Claro que algo tiene que salir mal para que haya una trama que pueda ser interesante y de eso se trata. El ingeniero mecánico Jim (Chris Pratt), uno de los viajantes, despierta a los 30 años, vaya a saber por qué desperfecto que sólo lo afecta a él. Esa primera parte es atractiva y le plantean al solitario pasajero un dilema ético ya que el único con quien puede dialogar es un simpático barman (Michael Sheen), cuya gran limitación es que es en verdad un robot desde la cintura para abajo. Lo previsible ocurre, no resistiendo a la tentación de despertar a una de las acompañantes. Si algo se le debe reconocer a Jim es que no elige mal al seleccionar a la bella Aurora (Lawrence), sin que ésta sepa por qué se frustró el objetivo de su viaje, nueve décadas antes de la llegada a un lejano “paraíso”. Hasta aquí tanto los exigentes como los que buscan un entretenimiento estarán igualmente conformes seguramente, pero una vez que se descubre el ardid sus expectativas comenzarán a divergir. La credibilidad de los primeros sufrirá sucesivas decepciones ya que la nave empezará a tener problemas, resultando difícil imaginar que pueda subsistir en el espacio. Habrá sólo una lograda escena en que en que la gran piscina que aloja la nave sea afectada por la repentina falta de gravedad arrastrando hacia arriba a la única bañista. Pero el problema mayor, aparte de cierta inverosimilitud en la solución en los problemas digamos técnicos o mecánicos de Avalon, será la cuestión ética ligada a la decisión que en su momento tuvo Jim y que obviamente afectará a la inevitable (incluso desde el punto de vista “hollywodense”) pareja que se creó en el espacio. El noruego Morten Tyldum se había hecho conocer sobre todo con la historia del británico Alan Turing (encarnado por Benedict Cumberbatch), pero ya “Cacería implacable”, su película anterior (la tercera) aún filmada en su país de origen mostraba potencial. Sin duda no regresará a su hogar natal pues Hollywood lo ha apropiado como ocurre con numerosos otros europeos. De todos modos deberá afinar la puntería si quiere seguir siendo solicitado por el mercado más competitivo del mundo. “Pasajeros” no es para él el fin del mundo (valga el juego de palabras) pero apenas una advertencia de los riesgos de su trasplante a los Estados Unidos.
Notable dosis imaginativa de un director que nos visita en ocasión del estreno de su cuarto largometraje La presencia del director Jaco Van Dormael, en ocasión del estreno de “El nuevísimo testamento” (“Le tout nouveau testament”) y la oportunidad para este cronista de presentarlo en ocasión de la avant-premiere del martes 6 de diciembre me permite señalar su calidad humana y profundo sentido del humor. Los primeros minutos del film poseen una dosis de imaginación abrumadora cuando Dios (Benoit Poelvoorde), que habita insólitamente en Bélgica y se revela un ser despreciable, empieza su labor de creador. Imagina al hombre como diversos animales: jirafa, gallina, tigre, avestruz hasta que finalmente decide crearlo a “su imagen”. Su esposa (Yolande Moreau) nunca protesta pero es capaz de hacer milagros. Pero es su hija Ea (notable Pili Groyne) de apenas diez años quien, consciente de que su padre es odioso y un cabrón (salaud en francés), decide vengarse. Y para ello concibe un plan consistente en hacerle perder credibilidad. Dios se comunica por internet y ella envía un mensaje a toda la humanidad haciéndole saber a cada ser humano el número exacto de días que le quedan de vida. El título del film alude a la idea que tiene Ea de aumentar el número de apóstoles de doce a dieciocho de manera de poder escribir un “nuevo Nuevo Testamento”. Escapa de su casa a través del lavarropas y de ahí en más será perseguida por Dios, mientras va incorporando cada uno de los seis apóstoles adicionales. Todos seres muy particulares entre los cuales habrá una mujer (Catherine Déneuve) que abandona a su marido por un gorila, un niño que quiere cambiar de sexo, un asesino, un obseso sexual, un linyera y una mujer que pierde un brazo. La notable creatividad de Van Dormael arranca desde su primer largometraje (“Toto le Héros”) que ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes de 1991 y que en Argentina se conoció algunos años más tarde como “La vida es una eterna ilusión”. Su segundo film “El octavo día” también participó en Cannes y muchos lo recuerdan porque en él actuaba junto a Daniel Auteuil el entonces joven Pascal Duquenne, con síndrome Down pero con grandes cualidades actorales. Lo notable es que ha participado en los cuatro films del realizador belga, quien señala que es un gran actor. Se lo ve brevemente en la película ahora estrenada. A destacar también la maravillosa banda sonora que incluye nuevamente una obra de Charles Trenet (“La mer”) y en varias oportunidades “El carnaval de los animales” que más de una persona reconocerá como la música con que se abren las películas del Festival de Cannes.