Si se evitan comparaciones la nueva versión resulta un espectáculo recomendable - Publicidad - Ahora que “Asesinato en el Expreso de Oriente” acaba de entrar en su sexta semana de exhibición en Argentina, superando ya levemente los 300.000 espectadores, es posible hacer un balance comercial (también artístico) del film basado en una de las más célebres novelas de Agatha Christie. Inevitablemente ello nos llevará a comparar esta versión con las más célebre anterior, conocida en Argentina como “Crimen en el expreso de Oriente” y dirigida por Sidney Lumet en 1974. La ahora emprendida por Kenneth Branagh no puede rivalizar en cuanto al nivel de intérpretes con la antes mencionada, integrado por Albert Finney (Hercule Poirot), Lauren Bacall (Caroline Hubbard), Sean Connery (Arbuthnot), nuestra reciente visitante Vanessa Redgrave (Mary Debenham), Anthony Perkins (McQueen), Jacqueline Bisset (Condesa Andrenyi), Michael York (Conde Andrenyi), Colin Blakely (Hardman), Rachel Roberts (Hildegarde Schmidt), Wendy Hiller (Princesa Dragomiroff), Richard Widmark (Edward Pachett) y “last but not least” Ingrid Bergman (ganó Oscar por actriz de reparto), John Gielgud, Martin Balsam, George Coulouris y Jean-Pierre Cassel. De sólo leer esos nombres, mayormente famosos, se comprende que era casi imposible emular la hazaña de Lumet de incluir a todos ellos en una misma película. El comienzo de “Asesinato…” es divertido y no respetuoso de la novela al transcurrir en el Muro de los Lamentos, Jerusalem, una ciudad tan “mediatizada” en este momento gracias al lamentable Presidente actual de los Estados Unidos. El grueso de la trama, como era de esperar, transcurre en el célebre tren, primero en movimiento y luego detenido por un alud. Es tal el descarrilamiento acaecido, que a este cronista le resulta difícil imaginar cómo podrían haber hecho en 1934 (año de la acción) para volver a encarrilarlo. Dejando de lado esa posible incongruencia y alguna/s libertad/es más que el realizador-actor se toma, los diálogos y planteos sobre el posible asesino de Ratchett (poco lograda caracterización de Johnny Depp) logran entretener. Las críticas tanto locales (“Todas las críticas”) como internacionales (“Rotten Tomatoes”, por ejemplo) han sido poco benévolas, lo que no necesariamente se comparte. Que el bigote de Poirot (Branagh) sea excesivo para algunos críticos no le quita gracia al personaje. Que los diálogos, por momentos, parezcan extraídos de una obra de Shakespeare sólo podrán irritar a un purista o muy adicto a las obras de la autora de “Sangre en el Nilo”. Y a propósito de esta última valga la aclaración que al finalizar la película que nos ocupa a Branagh/Poirot le proponen un nuevo trabajo en Egipto, con lo que se viene seguramente, como indica IMDB, una remake también dirigida por el realizador que debutó con “Henry V” y también hizo una de las tantas versiones cinematográficas de “Hamlet”. El actor teatral Tom Bateman, ya dirigido por Branagh en su “Mucho ruido y pocas nueces”, sorprende en el personaje de uno de los empresarios del Orient Express (Bouc), mientras que en otros de los cambios respecto a la versión de Lumet el ex coronel Arbuthnot (Connery) aquí es médico y de raza negra. Judi Dench (princesa Dragomiroff), Derek Jacobi y sobre todo Michelle Pfeiffer (Caroline Hubbard) le dan cierta jerarquía actoral al film. En menor nivel se colocan las interpretaciones de Penelope Cruz (Pilar Estravados), y Willem Dafoe (Hardmann). En cuanto a Daisy Ridley, su Mary Debenham es digna, sobre todo si se considera que debe cubrir al personaje que tenía Vanessa Redgrave en la anterior. A propósito, la joven Ridley tiene un rol central como Rey en la nueva “Star Wars: los últimos Jedi”. Como ya se señalara, la crítica no ha ayudado mucho a la carrera de “Asesinato en el Expreso de Oriente”, pero en cambio el “boca en boca” parece ser muy favorable. Ya en su sexta semana continúa entre las más vistas y si bien nunca ocupó la posición tope, estuvo en segundo lugar durante sus tres primeras semanas. Otras que en ese periodo estuvieron primeras (y llevaron más espectadores) como “Thor:Ragnarok” y “Liga de justicia” están o estarán pronto por debajo de este espectáculo francamente recomendable.
Bellísimas imágenes en una historia que muestra lo que pueden la pasión y la fe Presentada en la Competencia Oficial Argentina del BAFICI y ya comentada por el colega Luis Zas, llega ahora a los cines “Al centro de la tierra”, producción de Daniel Rosenfeld (“Cornelia frente al espejo”, “La quimera de los héroes”). Filmada mayormente en Cachi y Tolar Grande permite captar la enorme belleza de los valles calchaquíes y la Puna, en la provincia de Salta. Y lo hace aportando una historia de gran ternura en la que un padre (Antonio Zuleta), viudo y con dos hijos, intenta transmitirles su pasión por los OVNIs. Mirá también nuestro comentario en BAFICI 2015 Para ello se sirve de una cámara super 8 en la que viene registrando desde hace veinte años filmaciones de supuestos objetos voladores no identificados. En un viaje a Buenos Aires, acompañado de sus hijos, hace una visita a Fabio Zerpa y se las muestra relatando un episodio de 1995 en que dice que “lo siguió una nave gigantesca, que seguro no era un avión”. Claro que el comentario que recibe no es todo lo satisfactorio que hubiese esperado. Pero ese episodio no afecta en lo más mínimo su fe inquebrantable y lo lleva a visitar a un amigo que trabaja en una fábrica de construcción (¿quizás armado?) de helicópteros. Lo convence para que lo acompañe hasta Salta y allí arranca un capítulo visualmente impactante, cuando el dúo se dirige hacia la zona presuntamente “visitada” por las naves. Ese amigo lleva consigo una serie de equipos para “detectar señales infrarrojas y también campos magnéticos”, a lo que Antonio afirma “no confiar en esos aparatos”. El Gordo, así lo llama, es todo un personaje con gorrita de la NASA y defensor de la “Ufología eficaz”. Los últimos veinte minutos son de una belleza impactante en que la cámara de Rosenfeld, con el aporte de Ramiro Civita en la dirección de fotografía, logra imágenes pocas veces vistas. Todo contribuye a un espectáculo que sólo puede disfrutarse en una buena sala de cine, con el excelente sonido de Gaspar Scheuer, la música de Jorge Arriaga, más obras para piano de Brahms y Debussy y formato ancho (Cinemascope). Este falso documental es en verdad una historia de amor filial y donde bien puede aplicarse la famosa frase que afirma (en un doble sentido) que “la fe es capaz de mover montañas”.
Tom Cruise es la mayor atracción en una producción donde alternan buenos momentos y otros más convencionales A los 55 años, Tom Cruise sigue siendo uno de los actores estadounidenses más populares del mundo, aunque no siempre la taquilla responda de la misma manera. En el caso de “Barry Seal: Sólo en América” (“Made in America”), la repercusión comercial en su país de origen y presumiblemente en Argentina aparece como tenue. No es que el actor de “Top Gun”, “Rain Man”, los ya cinco capítulos de “Misión imposible” y un nuevo previsto para 2018 y “Ojos bien cerrados” de Stanley Kubrick, defraude en su película número 42. Pero en verdad el film no aporta demasiado nuevo u original, pese a basarse en una historia real, con momentos donde el espectador puede sentirse atrapado por la trama y otros donde el interés decae. El inicio, cuando Seal es piloto de la ya casi mítica línea aérea TWA y en pleno vuelo pone piloto automático para despertar a su copiloto y de paso divertirse con el desconcierto e incomodidad de los pasajeros está entre los “buenos” momentos señalados. También un final no muy convencional convence, pero hay bastante de “déja-vu” en esta historia que transcurre algunas décadas atrás. Así el personaje irá cambiando con frecuencia de trabajo y sus empleadores irán alternando desde extremos como la CIA hasta los narcotraficantes del Cartel de Medellín. A lo largo de casi dos horas irán desfilando personajes famosos (a menudo en imágenes de noticieros o televisivas) como Reagan, Carter, Bush padre, Clinton o también Noriega, Pablo Escobar y otros narcos y numerosas referencias a regímenes mayormente de América Central (Nicaragua y los sandinistas, El Salvador, Honduras). Seal irá acumulando dinero hasta que ya no sabrá dónde guardar (”lavar”) tantos billetes, con momentos de gran comicidad. Casi monopolizada la pantalla por el actor de “Operación Valquiria”, habrá poco espacio para quien hace de su esposa (la cantante y actriz de TV Sarah Wright) o el agente de la CIA que interpreta Domhnall Gleason. Dirigida por Doug Liman, cuya anterior y muy lograda obra de ciencia ficción “Al filo del mañana”, también contaba con Cruise, “Barry Seal” se puede recomendar para quien busque un razonable entretenimiento, que reluce frente a la orfandad de buenas producciones norteamericanas en la cartelera local.
Sorprendente e inusual obra de animación que recrea los últimos días de Vincent Van Gogh En las últimas semanas se ha percibido una baja en la cantidad de espectadores, fruto de la conjunción de varios factores. Uno de ellos ha sido la baja calidad de las películas estrenadas, sobre todo las provenientes de los Estados Unidos. Otro la pérdida de pantallas de las producciones independientes, ya que raramente se exhiben en todos los horarios o “vueltas” diarias. Dentro de esta segunda categoría, “Loving Vincent” ha tenido una salida razonable en unas veinte salas, cubriendo la mayoría de las funciones diarias. Fue realizada por la polaca Dorota Kobiela y el inglés Hugh Welchman convocando a unos 125 profesionales, quienes animaron a un número similar de pinturas de Vincent Van Gogh para crear unos 65.000 cuadros durante cinco laboriosos años. El resultado es notable y extremadamente original al punto que se trata de una obra única casi sin antecedentes, lo que explica su originalidad. Pero al esplendor visual se le agrega una trama que convierte a la película en una especie de thriller referido a las causas de la muerte del gran pintor holandés. Esta tuvo lugar el 27 de julio de 1890, presuntamente por suicidio con una bala de revolver que se desvió del corazón y se instaló en la ingle. Los realizadores aprovechan cuadros como el famoso de su médico, el Dr Gachet (de junio de 1890), del “padre” Tanguy (marchand) y sobre todo de Armand Roulin, hijo de su cartero, dándoles vida y animando la historia de sus últimos días en Auvers-sur-Oise. Es Roulin, el personaje central ya que es quien debe llevar una carta por encargo de su padre, al hermano Théo, quien fallece trágicamente pocos meses después de su hermano. De hecho parte de la trama se basa en las famosas “Cartas de Vincent Van Gogh a su hermano Théo” La película se inicia con “La noche estrellada”, quizás la más famosa de todas sus obras de apenas un año anterior a su muerte y se cierra con su ultimo autorretrato. En el medio desfilan otras obras célebres como “Los girasoles”, la alucinante “El campo de trigo de los cuervos” y también algunas de su vivienda como “El dormitorio” y “La silla”, al igual que “El café de noche”, todas pintadas en Arles. Hay también varios flashbacks que se diferencian por ser en blanco y negro, recurso sabiamente utilizado. Para quienes sean fanáticos de Van Gogh, será un placer ir descubriendo los diversos cuadros, utilizados en esta sorprendente e inusual obra de animación.
Buen clima, magníficos paisajes en trama algo convencional - Publicidad - La tercera película que se conoce en Argentina del director sueco Tomas Alfredson mantiene algunas de las cualidades de “Criatura de la noche” y “El topo”, aunque sin despertar el mismo entusiasmo de sus producciones anteriores. Filmada íntegramente en Noruega, aprovecha muy bien los magníficos paisajes de Bergen, Telemark y los fjordos que contribuyen al clima de misterio y suspenso de un film en clave de thriller. Donde flaquea un poco es en el guion, basado en el libro de Jo Nesbo, lo que se percibe sobre todo hacia el final que no está totalmente logrado y hasta podría tildarse de convencional. Michael Fassbender (Harry Hole) es uno más de tantos policías con propensión al alcohol, matrimonio deshecho con esposa (Charlotte Gainsbourg) que ha formado nueva pareja, al que encargan investigar una serie de crímenes que tendrían un “serial killer” en común. Hay una primera escena, muerte de la madre de un chico en su presencia y que transcurre varios años antes, tendrá que ver con alguno de los personajes centrales de la historia y es clave para entender lo que sucede a lo largo del film. Otro personaje central es el que interpreta Rebecca Ferguson, actriz vista recientemente en varias producciones (“La chica del tren“, “Misión imposible: Nación secreta“), que aquí compone a una colega de Hole, cuyo interés en develar la serie de crímenes no necesariamente tiene que ver con su investidura policial. Hay varios personajes adicionales, interpretados por actores conocidos como J.K.Simmons, Toby Jones, Chloe Sevigny y el reaparecido Val Kilmer y otros nombres no tan populares completan un reparto de personajes en su mayoría sospechosos, sea directamente como el posible asesino o bien vinculados a éste/a. Es una pena, que como ya se señalara anteriormente, que el desenlace no esté a la altura de las expectativas del espectador. Sin embargo el conjunto logra claramente entretener y como la película es muy bella visualmente y sus rubros técnicos son inobjetables, se puede recomendar “El muñeco de nieve” en un fin de semana muy particular al haber renovado la cartelera unas catorce películas, la mitad de las cuales locales o en coproducción.
Verosímil retrato de la amistad de dos mujeres muy diferentes - Publicidad - El aluvión de estrenos argentinos, superando ya las 150 películas en lo que va del año, tiene el grave inconveniente de que las nuevas producciones que se presentan desplazan a las anteriores por falta de espacio para su permanencia en cartelera. En la semana 41° del año sobre 14 estrenos la mitad son nacionales y si uno no se apura puede perder la oportunidad de ver propuestas interesantes. Es el caso de “El futuro que viene” de la debutante y además guionista Constanza Novick, que reúne a Dolores Fonzi y Pilar Gamboa, actrices con mucha química en el rol de dos amigas cuyas vidas han seguido derroteros muy diversos. Romina (Fonzi) lleva una vida rutinaria con su marido (Esteban Bigliardi), tiene un trabajo rutinario en la AFIP y además ha sido recientemente madre de una nena. Florencia (Gamboa) es todo lo contrario, su vida es muy movida y acaba de llegar a la Argentina pidiendo “asilo” (pocos días en la casa de su amiga). Su pareja reside en México y dirige una obra de teatro que resulta, en palabras de la recién llegada, una “pinche mamada” por lo mediocre. La trama transcurre en diversos periodos de la vida, a lo largo de 30 años. Se las ve de muy niñas en una escena al inicio, cuando bailan juntas en la casa de una de ellas y también de adolescentes compitiendo por un mismo muchacho. El diferente carácter de ambas lo señala un episodio con un taxista que trae a Romina a la casa. Allí la espera Florencia, que aprovecha para tomar el mismo vehículo. Cuando han pasado más de 24 horas y la amiga no da señal alguna, Romina afirma tener “un mal presentimiento, una intuición muy fea”. Y cuando finalmente es contactada le recrimina no haberla contactado todo ese tiempo a lo que en respuesta recibe un insólito “Me enamoré y tiene un hijo” (el taxista). Hacia el final, que como es norma no develaremos, la situación de ambas amigas habrá evolucionado por caminos muy disimiles. El gran mérito de ese “remate” es que al igual que el resto de la trama resulta verosímil y nunca forzado. Exactamente lo opuesto de “Desearás al hombre de tu hermana”, otra producción nacional reciente donde los personajes centrales son también dos mujeres (y además hermanas), a las que se las ve en varias etapas de su vida. Pero en este caso no hay mérito alguno sino un exclusivo cálculo comercial en un producto despreciable y gratuito.
Agrada la película que inauguró el reciente Festival de Toronto - Publicidad - El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) se diferencia de sus pares de Cannes, Berlín y Venecia al ser básicamente no competitivo. Para su inauguración sus organizadores eligieron “Borg-McEnroe: la película”, tal su título local, recibiendo buenos comentarios de la crítica local e internacional. La película no se limita a recrear la gran final de Wimbledon de 1980 en que el sueco Bjorn Borg buscaba el record de cinco victorias sucesivas en el célebre court inglés. Enfrente se encontraba John McEnroe, un joven norteamericano (aunque nacido en Alemania) de apenas 21 años. Eran dos temperamentos absolutamente opuestos y gran parte del film muestra a ambos contendientes durante su niñez y adolescencia. Donde había mayor coincidencia era en los agotadores entrenamientos de ambos, pero una vez en pleno juego se percibían las grandes diferencias. A Borg (Sverrir Gudnason, de gran parecido físico) se lo conocía como el hombre de hielo por su extrema frialdad, mientras que McEnroe (Shia Labeouf) era justo lo contrario, descargando su carácter latino (pese a no serlo) contra los jueces y autoridades del tenis. Interesante destacar que en el rol del sueco participaron tres actores en distintas etapa de su vida y que uno es Leo, su propio hijo. Este cronista recuerda haber visto la final de Roland-Garros de 1975, donde Borg le ganó a Guillermo Vilas, e incluso tuvo la oportunidad de acercarse (era más fácil en esa época ingresar al final del match) y apoyar a un abatido Vilas. El realizador Janus Metz acierta al componer en la última media hora una especie de thriller y si bien es público el resultado final del célebre match, conviene no develarlo para quien no lo conozca. No es un “spoiler” decir que Borg y McEnroe tuvieron varios “match points” antes de la definición ni tampoco que volvieron a enfrentarse un año después en otra final de Wimbledon. Tampoco que son grandes amigos hasta el día de hoy. Las escenas del encuentro de Wimbledon están excelentemente filmadas y valen por sí solas la visión de toda la película. Señalemos de paso que en Toronto se vio otra producción sobre el deporte de Federer y Nadal. Se trata de “Battle of the Sexes”, donde se relata el desafío que enfrentó a Bobby Riggs (Steve Carell), tenista machista contra la célebre Billy Jean King (Emma Stone), quien estando casada sostuvo una relación paralela con su peluquera (Andrea Riseborough). Ambas actrices posiblemente sean nominadas, en diferentes categorías, al Oscar de interpretación femenina.
No decae el nivel del tercer capítulo de la nueva serie Han pasado casi 50 años desde la lejana y primera versión de la obra de Pierre Boulle, donde Charlton Heston lideraba a un grupo de astronautas perdidos en el, tantas veces visitado en el cine, planeta de simios. “El planeta de los simios: la guerra” es la tercera de una nueva serie que logra mantener el buen nivel de las dos anteriores. Nuevamente, al igual que en la inmediatamente precedente, la dirige Matt Reeves (“Cloverfield – Monstruo”) y también es el chimpancé César, el líder de los simios. Quien lo interpreta es Andy Serkis, un especialista en este tipo de personajes, el Gollum de “El señor de los anillos”, realizando un trabajo notable ayudado por la técnica de captura de movimiento. El inicio es pura acción con un grupo de soldados que llevan en sus cascos inscripciones agresivas como “Monkey Killer”, enfrentándose con uno de los grupos de simios. Ver a estos montados en caballos y con rifles y otras armas le da por momentos a la película un aire de western. Pero en verdad es más una película “de guerra” y más de un espectador no podrá evitar el paralelo con “Apocalypse Now”. Ello inclusive en la figura del coronel que interpreta aquí Woody Harrelson y que remite al famoso Kurtz protagonizado por Marlon Brando. La película tiene una duración excesiva de casi dos horas y media y gran parte de la segunda mitad transcurre en una especie de campo de concentración donde flamea la bandera norteamericana e incluso se llega a escuchar insólitamente el himno nacional de los Estados Unidos. Los soldados recuerdan por la forma en que se expresan al unísono y marchando a los nazis, mientras que el coronel muestra una extrema crueldad con el trato de los simios en prisión. Hay, sin embargo, momentos de alivio de la tensión como los que protagoniza una niña muda con el orangután Maurice o también con el gorila Luca y una flor rosada. A estos personajes se agrega un mono “atípico”, que se hace llamar “Bad Ape”, y que no tiene un ápice de maldad. Casi se podría decir que es el equivalente a los personajes de “animation relief” y que en su presencia se producen las situaciones más cómicas, entre tanta violencia. Este cronista considera al tercer capítulo un espectáculo recomendable, aunque considera al primero: “El planeta de los simios: r(evolución)”, dirigido por Ruper Wyatt, como el mejor de la nueva serie.
Atípica e interesante película de guerra de un director asociado a otro género - Publicidad - A menudo la crítica de cine tiende a clasificar los films por género. Si uno se remitiera exclusivamente al tema de “Dunkerque”, un famoso episodio de la Segunda Guerra Mundial, se trataría de una “película de guerra”. Pero, si en cambio, el acento se pusiera en el director inglés y sus antecedentes (Christopher Nolan), en cuya filmografía hay mayoría de producciones del cine fantástico (tres capítulos de Batman, “Memento”, “El origen”, “Interstellar”), quizás sea algo reduccionista encasillarla en el género bélico. La acción se sitúa a mediados de 1940 cuando el ejército alemán invade Francia y un numeroso contingente de soldados y oficiales ingleses queda encerrado entre la acometida enemiga en territorio francés y el mar que los separa de su “Home”, como lo describen varios de los militares. A diferencia de la mayoría de las películas de género, aquí incluso no se ve a los alemanes, a los que prácticamente ni se nombra durante todo el metraje. Se ven sus aviones, se mencionan sus submarinos aunque sólo se ve algún que otro torpedo pero lo que llama la atención es que el enfoque está centrado en una serie de personajes, casi todos ingleses, y a menudo en la tragedia que los embarga. Los protagonistas son todos masculinos desde militares, como el coronel que tan bien interpreta Kenneth Branagh, el piloto de un Spitfire (Tom Hardy) o el soldado rescatado del mar (Cillan Murphy) hasta civiles como Mr. Dawson (Mark Rylance, ganador del Oscar por “Puente de espías”), dueño de una de las miles de embarcaciones que protagonizaron el heroico rescate de más de 300.000 personas, varadas en Dunkerque. Hay varios rubros que se destacan, comenzando por la música del multinominado y una vez galardonado al Oscar Hans Zimmer, siguiendo con la fotografía del suizo Hoyte van Hoytema y el guion del propio Nolan. Pero hay un aspecto adicional que diferencia a esta película de otras de tema similar y que se refiere al resto del elenco. Son en general muy jóvenes con poca o casi nula actuación en cine y cuyos nombres, hoy virtualmente desconocidos, convendrá retener: Fionn Whitehead, Barry Keoghan, Aneurin Barnard, Jack Lowden, James Bloor. Se los escucha hablar muy poco, pero ésa es aún una característica distintiva adicional de un film atípico y que en varios momentos emociona.
Coproducción con Brasil en buen camino de un cine del Mercosur Coincidente con la llegada del invierno, Buenos Aires se ha convertido por unos pocos días en el sitio apropiado para ver mucho y variado cine de Brasil. Por un lado hemos tenido la visita de Sonia Braga, de quien se estrenó hace pocos meses “Aquarius” y que vino a la inauguración del FICSUR (nombre de un nuevo Festival). Al mismo también asistió Andréia Horta, la actriz central de “Elis” cuya notable interpretación rescata a la célebre cantante de tantos éxitos como “Upa Neguinho”, “Borandá”; Deus lhe pague (de Chico Buarque) y muchas canciones más, todas en la banda sonora de la película. Otro acontecimiento a señalar y recomendar es el Ciclo Cinema Novo que durante todo julio continuará exhibiéndo en el Palais de Glace clásicos de Glauber Rocha (“Dios y el Diablo en la tierra del sol”, “Tierra en trance”), Joaquin Pedro de Andrade (“Macunaíma”, “Os Inconfidentes”) y “El pagador de promesas” de Anselmo Duarte (Palma de Oro de Cannes en 1962), entre otros. Y ahora se ha agregado “Por la ventana” (“Pela janela”), una coproducción entre Brasil y Argentina, que está señalando acertadamente el camino que debería seguir la cinematografía en el Mercosur. En el inicio se la ve a Rosalía (Magali Bliff) como “alma mater” de la producción en una Pyme de accesorios eléctricos en Sao Paulo, donde reviste desde hace más de 30 años. De golpe recibe la noticia de que la fábrica se está fusionando con otra similar, siendo la “exigencia” (así textualmente) de los nuevos socios de eliminar los puestos redundantes. Y de esa manera ella se queda sin trabajo, muy abrumada y con lógica depresión. Quien intenta consolarla, proponiéndole que la acompañe a Buenos Aires en un auto que debe entregar, es su comprensivo hermano Zé logrando finalmente convencerla. Comienza así un viaje iniciático en una especie de “road movie” con momentos de fuerte impacto para Rosalía como la visita a la famosa “garganta del diablo” en Iguazú o a unas termas (seguramente Federación) hasta recalar en un modesto hotel de Buenos Aires. Allí las pasajeras deben formar cola para tomar un baño y entre ellas se cruzará con una joven llegada de Misiones (Paloma Contreras), con quien descubrirá que no todo está perdido. Conviene resaltar en “Por la ventana” la economía del lenguaje, no sólo por la falta de conocimiento del castellano (ni siquiera rudimentario) de la protagonista, sino porque una simple mirada de ella logra expresar mucho más que múltiples palabras. Promisorio debut de la realizadora brasileña Caroline Leone.