Multigalardonado director del cual nos llega la reciente vencedora de la Berlinale Jafar Panahi ha sido galardonado en los mayores Festivales de cine del mundo. Desde “El globo blanco”, su primer largometraje que ganó la “Cámara de Oro” en Cannes pasando por Locarno (“El espejo”), Venecia (“El círculo”) y tres veces (siempre premiado) en Berlin, justamente acaba de llevarse el Oso de Oro de la Berlinale por “Taxi”. Hay dos periodos en la filmografía de Panahi, uno que arranca con su debut en 1995 hasta el 2010 en que el gobierno iraní le prohibió hacer cine por un periodo de 20 años y el otro que lo ha visto agregando tres títulos más en su filmografía. En 2011 junto a un colega (Mojtaba Mirtahmasb) codirigió “Esto no es un film” y dos años después, filmada dentro de su casa, realizó “Pardé” (“Closed Curtain”). Ahora lo vemos en una especie de “road movie” conduciendo un taxi, algo diferente a los nuestros ya que pueden cargar más de un pasajero. La galería de personajes que van ingresando al vehículo es de lo más variopinta pero en algún sentido más de uno recuerda a los que habitan en nuestra propia Buenos Aires. Lo comentábamos con el director y amigo Tomás Lipgot, a la salida de la película, cuando le señalaba que en Teherán también los conductores de autos hablan por celular mientras manejan o cuando uno de los pasajeros le muestra una bolsa con videos “truchos”. Pero como bien decía Lipgot en Irán seguramente muchas de los DVD son la única posibilidad de ver películas cuya circulación en cine está prohibida. “Taxi” está llena de citas cinematográficas (Woody Allen y “Medianoche en Paris”, “Once upon a Time in Anatolia” la penúltima de Nuri Bilge Ceylan, “Offside” del propio Panahi), pero además de sutiles reflexiones sobre las limitaciones existentes en Irán. El personaje de una muy joven “sobrina” que discute sobre las limitaciones en la distribución de películas en su país o el de una docente que en definitiva muestra que las mujeres están marginadas expresan el disgusto y la incomodidad que siente el director. Podría afirmarse que a través de una decena de figuras arquetípicas que van ocupando los asientos delantero y trasero del vehículo, el realizador logra transmitir la disconformidad de una sociedad, que parece estar mayormente a la espera de un cambio.
Thriller psicológico que seguramente pasará desapercibido Es una pena que el mismo jueves en que se estrena “El regalo” haya otras cuatro producciones más en inglés contra las cuales debe competir por el escaso público de las últimas semanas, además de una película iraní (“Taxi”) premiada con el León de Oro de Berlin. Hay también cuatro películas argentinas que en general poca gente ve al presentarse tres de ellas en una única sala y que llevan a que en el año ya se hayan estrenado 130 films nacionales. Las cuentas de las distribuidoras independientes no están cerrando al ritmo de diez estrenos semanales en promedio y con un 2015 que seguramente será record con más de 400 estrenos. El actor australiano Joel Edgerton es el director debutante de “El regalo” (“The Gift”) reservándose el rol de Gordo (o Gordon), nombres alternativos con que se lo menciona. Irrumpe un día en la vida de la aparentemente feliz pareja conformada por Simon (Jason Bateman) y Robyn, esta última interpretada por Rebecca Hall (“Vicky, Cristina, Barcelona”). Y lo hace con uno de tantos regalos, de allí el título del film. En algún momento les comenta “no soy tan exitoso como ustedes” refiriéndose sobre todo a Simon, un ejecutivo que alguna vez fue su compañero de clase. En los primeros minutos el espectador estará un poco desorientado sobre el tipo de género del film y más de uno podrá pensar que se trata de una más de tantas obras de terror, sobre todo cuando Simon califique a su ex colega como de “weirdo” (algo así como “bicho raro” o “excéntrico”). Y cuando Bojangles, el perro de la pareja, desparezca esa sospecha se acrecentará La habilidad de Edgerton es haber eludido los habituales lugares comunes y posibles golpes bajos (aquí casi inexistentes) de numerosas producciones hollywoodenses. Y también de haber hecho de “El regalo” un thriller psicológico, donde no todo es lo que parece. Pocas veces es tan justificada la recomendación de no develar mayormente nada de la historia. Lo único que puede adelantarse es que el últimamente muy frecuentado tema del “bullying” tiene que ver con la trama. Película pequeña, independiente que vale mucho más que muchas grandes superproducciones, alguna(s) estrenada(s) esta misma semana y que lamentablemente pasará desapercibido.
El veterano director de “Alien” y “Gladiador” vuelve en gran forma El inglés Ridley Scott empezó a filmar tardíamente a los 40 años y con casi el doble de edad sigue haciéndolo, siendo “Misión rescate” (“The Martian”) su más reciente y destacada producción. Casi seguramente por casualidad, en los últimos días, los medios gráficos y electrónicos del mundo comentaron ampliamente el anuncio de la NASA de la probable existencia de trazas de agua en el planeta rojo, ayudando sin querer a la difusión de la película. Al durar casi dos horas y media, el film se toma su tiempo para plantear en los primeros treinta minutos la dramática situación que se produce cuando uno de los seis tripulantes de la misión a Marte no logra regresar a la nave que los trajo. Una fuerte tormenta (o como se denomine tal fenómeno en otro planeta) deja “varado” a Mark Watney (Matt Damon) en el planeta rojo mientras sus compañeros logran despegar y regresar a la nave “Hermes” para volver a tierra. Lo que la comandante Lewis (Jessica Chastain) y el resto de la tripulación ignoran es que Mark no ha muerto y que, con el poco oxígeno que le queda, logrará llegar a la base presurizada donde residían. Tras la larga introducción, al que se verá durante buena parte de las casi dos horas que faltan de la proyección es a Mark quien “nos dirá” que no piensa morir en Marte. En sus propias palabras nos dirá “Fuck You Mars” y “por suerte soy botánico”. Y aquí estará gran parte de la clave de su supervivencia ya que logrará plantar papas, usando sus propios excrementos como fertilizante (esto suena peor de lo que se ve visualmente!). Pero no sólo de “papas” vive el hombre y para los que como este cronista conocen algo de química parece verosímil la generación de agua que se le ocurre a partir de la “Hidrazina”. El otro recurso necesario es la energía y aquí Mark nos hace otra declaración cuando decide usar el plutonio del que dispone afirmando que corre el riesgo de que “la leyes de la Termodinámica me maten”. Pero estimado espectador vale aclarar que la película no es un tratado científico y que uno de sus grandes méritos es que no aburre en ningún momento. Por supuesto surgirán muchos imprevistos y no se trata de revelarlos en esta nota. La banda musical es muy rica en temas de los ´70 sobre todo británicos como lo es su director, quien seguramente los eligió. Entre estos cabe mencionar algunos que deleitaron a quien esto escribe en el momento de su aparición: “Waterloo” (ABBA), “Love Train” (O’JAYS), “Rock the Boat” (HUES CORPORATION) y el inevitable “Live on Mars?” (DAVID BOWIE). Además de los ya mencionados Damon y Chastain, se lucen entre otros Jeff Daniels como el jefe de la NASA, quien sigue desde tierra el dramático intento de rescate, Michael Peña, Kate Mara y Sebastian Stan como otros tripulantes además de Sean Bean y Chiwetel Ejiofor. Imponente regreso y en gran forma de Ridley Scott, entre cuya filmografía están los inolvidables “Alien”, “Blade Runner” y “Gladiador”.
Experiencia singular en una única toma en Berlin Hubo en este BAFICI dos películas homónimas con nombre “Victoria” y ambas tienen como personaje central a una mujer que porta ese nombre. Hasta allí el lejano parecido ya que la que motiva esta nota es tan especial que bien podría caracterizarse como la máxima “perlita” del Festival. De origen alemán y dirigido por Sebastian Schipper, “Victoria” es su cuarto largometraje siendo una obra extremadamente singular, al estar filmada en una única toma. Había antecedentes como “El arca rusa” de Alexander Sokurov, con un único plano secuencia dentro del museo del Hermitage, aunque de menor duración (95 minutos). También lo serían en otro sentido (cámara en mano) las primeras películas, mayoritariamente danesas, del “Dogma 95” de Lars von Trier y Thomas Vinterberg entre otros. Pero su duración de 140 minutos y una trama que en ningún momento decae hacen que esta película sea un hito dentro de la historia del cine. Todo transcurre en Berlin comenzando en un típico bar colmado de jóvenes y donde pronto distinguimos a la protagonista bailando, para luego entablar un diálogo con un grupo de amigos en inglés. Ella es española, extraordinario casi debut de Laia Costa, y su principal interlocutor es Sonne (Frederick Lau) que le habla en inglés, ya que la joven tiene poco tiempo en la capital alemana. Salen del bar y la cámara los “persigue” (lo hará durante todo el transcurso del film) hasta el auto de Sonne y sus tres amigos de extraños nombres (Boxer, Blinker, Fuss). Ella tiene una bicicleta y de allí en más se moverán alternando medios de locomoción (auto, bici, a pie) pasando por una terraza a gran altura donde suele reunirse el cuarteto de hombres, el bar donde ella trabaja y otros lugares no tan fáciles de ubicar en Berlin, pero que por información de las gacetillas, sabemos que es “Mitte”. Cuando se revele que Boxer estuvo en la cárcel y que debe juntar un dinero “que debe”, el ahora quinteto se movilizará en el auto, conducido por Victoria y la película entra en otro tono que por respeto al espectador potencial no develaremos. Lo que sí podemos revelar es que habrá situaciones dramáticas que la “cámara en mano” realza y que la química entre Victoria y Sonne es notable y sus interpretaciones sobresalientes. Algunas pocas incongruencias (escena en un hotel, maestría de ella tocando “Mefisto”) no ensombrecen en absoluto los múltiples méritos de una obra extremadamente impactante y que por suerte pudimos ver pocos meses después de su presentación inaugural en la última Berlinale.
Grata comedia donde se recupera al mejor Robert De Niro de los últimos tiempos Nancy Meyers ha realizado sólo seis largometrajes, desde sus inicios en la dirección en 1998, con el rasgo común de ser todas sus películas comedias. Ha sabido rodearse de grandes actrices: Helen Hunt, Marisa Tomei, Diane Keaton, Meryl Streep, Cameron Diaz y Kate Winslet. Las dos últimas protagonizaron “El descanso. El amor no se toma descanso”, la que quizás sea su mejor realización hasta la fecha, en la que ambos personajes femeninos intercambiaban sus respectivas casas en Los Angeles (una mansión) y Londres (modesta casa en las afueras). “Pasante de moda” (“The Intern”) también tiene una destacada actriz (Anne Hathaway), curiosamente en un papel que puede asociarse al que protagonizara junto a Meryl Streep en la célebre “El diablo viste a la moda”. En esta oportunidad ella es Jules Ostin, el alma mater de una empresa que diseña ropa y la vende por internet. Jules es una típica “workaholic” que se pasea por las oficinas de sus empleados en bicicleta. La incorporación de varios pasantes incluyendo uno jubilado, algo bastante habitual en los Estados Unidos, cambiará la vida de la joven. Más siendo Ben Whitaker interpretado por Robert Niro, en la que resulta su mejor actuación en los últimos diez años y con casi cien films en toda su carrera. Ben es viudo y con muy buena comunicación con la gente mucho más joven que trabaja en la empresa. Vale la pena señalar los aciertos de “casting” de la directora y mencionar a algunos de ellos, juveniles actores: Andrew Rannells, Adam DeVine, Zack Pearlman, Chritina Scherer., con promisorio futuro. La parte más débil del film es la que se refiere al matrimonio de Jules con Matt (Anders Holm), quien parece estar bastante ocioso ocupándose de la graciosa hija de ambos (Jojo Kushner). En la segunda hora del film se verá que no todo es lo que parece pero lamentablemente hacia el final una situación dramática tendrá un típico cierre hollywoodense, que bien podría haberse evitado o resuelto de otra manera. Por suerte en “Pasante de moda” hay otras dos situaciones que involucran al personaje de De Niro respectivamente con Jules (en San Francisco) y con Fiona (René Russo), la masajista del establecimiento textil, ambas bien planteadas y mejor definidas. El tema de la posible incorporación de un CEO (especie de Gerente General), a instancia de los inversionistas, permitirán comprobar la sabiduría de los consejos de Ben a Jules y confirmarán la gran actuación de Robert De Niro, luego de tantas películas anodinas en los últimos tiempos. Y que hay química entre él y la actriz de “Los miserables”.
Lo más difícil curiosamente fue el descenso Acostumbrados a ver tanto cine que evoca catástrofes, siendo el más reciente “Los 33” sobre el desastre minero en Chile, “Everest” nos sorprende gratamente al evitar mayormente regodearse en las desgracias ajenas, que las hubo. Con ello se está afirmando que también está basada en una historia real, acaecida en mayo de 1996. Por momentos el espectador siente que el director ha privilegiado el género documental, pese a que finalmente se trata de un film de ficción aunque muchos de los personajes existieron realmente como lo muestran las consabidas fotos e incluso filmaciones al culminar la proyección. Otra virtud del film es que no todos los intérpretes son actores que, a nivel de popularidad, estén en la cresta de la ola, pese a que varios son conocidos. Es el caso de Emily Watson (que será homenajeada en San Sebastián), Keira Knightley, Josh Brolin, Robin Wright y Jake Gyllenhaal. Pero otros como Jason Clarke, Sam Worthington (“Avatar”), Elizabeth Debicki, Michael Kelly o el islandés Ingvar Eggert Sigurdsson (“De caballos y hombres”), todos en roles relevantes, son menos populares. El director Baltasar Kormákur conoce seguramente muy bien la nieve dado su origen islandés y su interesante filmografía muestra títulos interesantes como “Invierno caliente/101 Reykjavik”, “Dos armas letales” y la no estrenada (aquí como actor junto a Eggert Sigurdsson) “Reykjavik – Rotterdam”. El uso del formato 3D está plenamente justificado en esta oportunidad y uno de los reparos que se puede hacer es algún momento melodramático en la segunda hora del film, que coincide con el complicado descenso de los alpinistas. Afortunadamente hacia el final este desliz del guión se corrige y en el balance “Everest” resulta una experiencia donde el espectador casi se siente partícipe. Vale la pena hacer notar que buena parte de los que se embarcaron en esta aventura era gente dispuesta a pagar varias decenas de miles de dólares, con lo que se resalta que las dos expediciones simultáneas tenían fines comerciales. Hay notables tomas como la de un helicóptero en búsqueda de uno de los alpinistas y no todas fueran filmadas en el Himalaya sino en estudios en Inglaterra e Italia, aunque en verdad no se diferencian de las realmente allí fotografiadas. Entre los planteos más interesantes de la película está el móvil que lleva a los seres humanos a emprender riesgos mortales y aquí las motivaciones no son unánimes y la respuesta no resulta única.
Sólo la estupenda actuación de Meryl Streep y su interpretación de grandes temas musicales de rock Sin la presencia de Meryl Streep, “Ricki and the Flash” no existiría. La película, que en Argentina, se estrena con un ridículo segundo título (“Entre la fama y la familia”) gira alrededor de Ricki Rendazzo (Streep), una madre ausente. Ella es una cantante y guitarrista rockera, ni exitosa ni famosa, que durante el día trabaja de cajera en un supermercado en Tarzana, California. Pero por las noches, con su grupo musical The Flash, toca mayormente “covers” de rock and roll acompañada por cuatro músicos que la acompañan bien musicalmente. Entre ellos está Greg que le profesa un amor no siempre correspondido y que interpreta el cantautor australiano Rick Springfield. El primer tema que se escucha es “American Girl” de Tom Petty & Tee Heartbreakers y quien lo entona y muy bien es nada menos que la propia actriz de “El diablo viste a la moda”. Cuando Ricki se entera, a través de su ex marido (un deslucido Kevin Kline), que su hija ha sido abandonada por su esposo y está sufriendo una fuerte depresión decide ir a visitarla a Indianápolis, donde ellos viven. Lo que encuentra a su llegada es un ambiente hostil no tanto de la parte de su ex pareja, sino sobre todo de los hijos que no le perdonan el abandono que sufrieron hace muchos años. Mamie Gummer, también hija en la vida real de Meryl, se lo manifiesta con ironía y el menor de los hermanos le echa en cara su simpatía republicana por George Bush y su homofobia, ya que él es gay. Solo el otro hijo (Ben Platt), comprometido y feliz, no parece albergar mayor resentimiento pero en cambio la actual pareja de su padre la trata agresivamente. A su regreso se asiste a uno de sus habituales shows nocturnos y será el turno de otras canciones como la popular “Drift Away” y de famosos grupos como los U2 (“Walk on”), Sam the Sham (“Woolly Bully”), Edgar Winter (“Keep Playing Rock’N’Roll”), Canned Heat (Let’s Work Together”), ELO (“Laredo Tornado”) y ya en el edulcorado cierre “My Love Will Not Let You Down” de Bruce Springsteen. La banda sonora, junto a la brillante interpretación de Meryl Streep pueden justificar la visión de un film que, pese a contar con la renombrada guionista Diablo Cody (“La joven vida de Juno”) y el aún más famoso director Jonathan Demme (“Stop Making Sense”, “El silencio de los inocentes”, “Filadelfia”) no logra evitar los clichés de buena parte del cine de Hollywood.
Enfoque original de un film del género de terror que estremece Es lamentable que haya pasado más de un año entre la presentación oficial de “Te sigue” (“It Follows”) en la “Semaine de la Critique” del Festival de Cannes 2014 y su estreno local. Habiendo transcurrido tanto tiempo, es probable que el público potencial se haya reducido bastante al existir diversos medios, mayormente ilegítimos, de ver ésta y otras películas. Al no ser estos hechos debidamente penalizados lo único que se logra es desalentar a potenciales distribuidores en sus compras futuras. De todos modos no hay nada como ver una película en una buena sala de cine, sobre todo en casos como éste en que cobran importancia las imágenes de figuras borrosas que a medida que se acercan transmiten temor y hasta pánico en el espectador. Es especialmente estremecedor el caso de la anciana de la foto que, apenas transcurrida algo más de media hora de proyección, aparece en un corredor de un hospital “siguiendo” a Jay, la actriz Maika Monroe en notable interpretación. En una escena previa la bella rubia había tenido sexo con Hugh (Jake Weary), un aparentemente inocente vecino que en realidad no lo era tanto. Y que le explicó, luego de consumado el acto, que había así logrado “pasarle” una maldición consistente en ser perseguido por figuras como la de la escena antes mencionada. Lo que también le señaló es que la única manera de sobrevivir a la persecución era transmitiéndola sexualmente a otra persona, de la misma manera que él había hecho con la joven. Lo terrible de todo esto es que las figuras que “te siguen” sólo son percibidas por quien ha sufrido la transferencia, en este caso Jay. Pero a lo largo del film y sin develar más de la trama, la vida de otros jóvenes como Greg (Daniel Zovatto) y Paul (Keir Gilchrist) quedarán expuestos a la amenaza. Se ha comparado el segundo film de David Robert Mitchell con “Halloween” de John Carpenter o con algunas películas del recientemente fallecido Wes Craven. Sin negar la influencia de ambos realizadores, puede afirmarse que “Te sigue” es absolutamente original ya que las “figuras” diabólicas dan miedo no por su aspecto, sino por lo que el espectador sabe que significan ellas. Hacia el final una escena en una gran piscina, con la participación de varios de los jóvenes personajes, será uno de los momentos de mayor violencia del film ambientado en un suburbio de Detroit, una ciudad que ha venido degradando su antiguamente alto nivel de vida. Para los adictos al género de terror, esta película les demostrará que aún existen enfoques originales y para los cinéfilos habrá varios guiños entre los cuales una escena en un cine llamado “Redford” y donde se proyecta “Charada”.
No sólo un buen documental, sino un merecido homenaje Primero una confesión para aquéllos que no lo sepan. Soy hincha de los “xeneizes”. Y una recomendación para quienes comparten esta adicción: “Boca Juniors 3D” de Rodrigo H. Vila es su película. Para los que estén “en la vereda opuesta”, lo más probable es que no les interese. Y finalmente para los que les guste el cine mi sincera opinión es que la película está lograda. Con la aclaración de que la emoción que transmite a los simpatizantes (e hinchas) no llegará a la mayoría del resto. Una de las virtudes del film es que, pese a pertenecer al género documental, aguanta bien las casi dos horas de duración. Esto merece ser destacado ya que usualmente las películas de dicho género, muy abundantes en la cinematografía actual de nuestro país, raramente superan la hora y media. Y cuando lo hacen suelen agotar la paciencia del espectador (y del crítico). Posiblemente la razón de que aquí esto no ocurra sea la riqueza del historial del club de la Ribera, lo bien que dicha crónica está armada y el testimonio de varios de los principales jugadores de los últimos cincuenta años. En verdad algo más de tiempo, ya que se muestran imágenes del año 1962 cuando Boca le ganó 1 a 0 a su eterno rival en un partido al que este cronista asistió y donde el gran arquero Antonio Roma (lamentablemente hace poco fallecido) le atajó el penal al brasilero Delem. Y como afirma frente a cámara casi textualmente el “centrohalf” Rattin, junto a Silvio Marzolini que también estuvo en esa época, el “Tarzán boquense” se adelantó más de dos metros,. A ese periodo también pertenece Ángel Clemente Rojas o “Rojitas”, cuyo testimonio también se escucha, ve y aprecia. No todos los más célebres jugadores aparecen en “la película” y hay ausencias importantes como las de Riquelme, Maradona y el director técnico Carlos Bianchi, que sin embargo son sagazmente compensadas con declaraciones de archivo. Pero por suerte aparecen entre otras las de Navarro Montoya, Schiavi, Abbondanzieri, Palermo, Guillermo Barros Schelotto, Arruabarrena, Brindisi y una emotiva de Suñé, que se salvó de un intento fallido de suicidio. Seguramente habrá habidos distintos motivos que expliquen la ausencias antes señaladas pero si algo debe agradecerse son las declaraciones desde la cancha de Juventus de Carlos Tévez, filmadas seguramente alguna semanas antes de su retorno. Y como siempre “Carlitos” con su modestia (véase el elogio a Maradona) y don de gente, enriquece algunos de los pasajes más destacables del film. Es cierto que Macri aparece varias veces y del resto de los dirigentes poco se ve, salvo varias imágenes de Alberto J. Armando. También es real que mucho se consiguió durante las repetidas presidencias del primero. Para algunos será objetable dicha reiteración pero lo que sí puede afirmarse es que buena parte de la historia y los innumerables campeonatos y copas ganadas están bien reflejados en “Boca Juniors 3D”.
EL CAPITAL HUMANO Retrato de gran universalidad sobre la codicia y la falta de moral “El capital humano” (“Il capitale umano”) es apenas la quinta película italiana que se presenta este año en Argentina, magro resultado comparado con el acumulado hasta ahora de 240 estrenos. Paolo Virzì, su director, ha tenido mejor suerte que otros colegas en Argentina, ya que es uno de los pocos de los cuales se conoce parte importante de su filmografía. Sin llegar al nivel de Nanni Moretti, cuyas últimas ocho producciones han llegado a nuestra latitudes, Virzí ya es conocido por sus obras anteriores: “Tutti i santi giorni” y “La prima cosa bella”, todas de esta década. En esta oportunidad reúne un reparto importante, donde se destaca Valeria Bruni Tedeschi, vista hace poco en su doble condición de actriz y realizadora en “Un castillo en Italia”. En “El capital humano” ella interpreta a Carla, la esposa del magnate Giovanni (Fabrizio Gifuni), que alguna vez fue actriz de teatro. Su hijo Massimiliano (Guglielmo Pinelli) sostiene un noviazgo, con poco futuro, con Serena (Matilde Gioli). Dino (Fabrizio Bentivoglio), el padre de la joven no está pasando por un buen momento financiero. Giovanni le ofrece un negocio de inversión “sin riesgo”, cuyos fondos obtendrá al hipotecar su casa. Lo anterior describe a los principales personajes involucrados a los que habría que agregar a Roberta (Valeria Golino), psicóloga y comprensiva madrastra de Serena y a Luca (Giovanni Anzaldo), uno de sus pacientes y que tendrá mayor protagonismo hacia el final. A la manera de un thriller, la película comienza cuando un ciclista es atropellado por un auto en una noche de lluvia en el norte de Italia, donde viven los personajes descriptos anteriormente. No se sabrá hasta el final quien ha sido el culpable, pero a través de los relatos y puntos de vista de tres de los personajes se irá descubriendo un mundo de codicia dominado por el dinero y la falta de moral. Se trata de un film atrapante, donde lo central no está en saber quién fue el responsable del grave accidente que afectó a un humilde camarero de una fiesta. Lo que interesa es el comportamiento de los que participaron de dicho ágape y que obviamente son los mismos que se han descripto previamente. Conviene prestar cierta atención y no distraerse, dada la diversidad y cantidad de protagonistas. La historia está basada en una novela homónima del estadounidense Stephen Amidon que tiene lugar en Connecticut. Que haya podido ser adaptada para que transcurra en Italia demuestra la universalidad de la propuesta.