El cine italiano contemporáneo parece tener un cierto resurgimiento Del 2 al 8 de junio pasado tuvo lugar la tercera edición de la Semana de Cine Italiano, con la presentación de doce largometrajes en calidad de preestrenos. Por primera vez, en eventos de esta naturaleza, ocurrió que la mayoría de los títulos exhibidos ya tienen su distribución asegurada, dado que seis empresas habían adquirido previamente los derechos de exhibición de las películas. Una posible lectura de este hecho es que el cine italiano está teniendo un mayor atractivo y cierto resurgimiento tanto artístico como comercial en el país de origen así como en otros, tal el caso de Argentina. “Historias napolitanas” (“Bagnoli Jungle”) ha sido el segundo en estrenarse y lo menos que puede afirmarse es que se trata de una propuesta absolutamente original y difícil de clasificar dentro del cine que nos llega últimamente. Su realizador Antonio Capuano es un total desconocido en nuestras pantallas, pese a tener con la película que se estrena ocho en su haber. El título original alude a Bagnoli, un barrio de clase media baja de Nápoles, como lo enfatiza el agregado de “jungle” (jungla) y donde hay tráfico de droga, robo de autos y mucha prostitución. Son tres historias encadenadas con personajes relacionados entre sí. Giggino (Luigi Attrice), el primero vive del robo de celulares y otros objetos olvidados distraídamente en los autos. Pero además se gana algunos euros cantando en bares, escena muy divertida cerca del inicio del film. Su padre (Antonio Casagrande) trabajaba en una acería cerrada desde hace tiempo y que la inquieta cámara de Capuano filma desde muy diferentes posiciones de la cámara. Es un devoto de Maradona y guarda una supuesta camiseta del jugador pero su actual deporte es ver desnuda a la mujer ucraniana que se ocupa de sus menesteres domésticos. El tercer personaje e historia es Marco que trabaja de repartidor en una especie de almacén que tanto recuerda a los que aún hoy persisten en nuestro país. Y que demuestra la enorme influencia italiana en Argentina en todos los sentidos, al punto de que muchos de los personajes parecen calcados de nuestros propios habitantes. Vale la pena señalar que el actor Marco Grieco menciona en algún momento su actuación en un film de nombre “La guerra de Mario”, donde actuó cuando sólo tenía algo menos de diez años y que efectivamente fue dirigido por Capuano. “Historias napolitanas” es un film de gran frescura y distinto a casi todo lo visto localmente y que podría considerarse un homenaje a ciertas obras del neorrealismo italiano. De los restantes films vistos en la “Semana de cine italiano” señalemos el ya estrenado “El hijo perfecto” de Francesca Archibugi, con muy buenas interpretaciones de Alessandro Gassman (que ha heredado parte de los atributos de su padre), Micaela Ramazzotti (cuyo parto al final es real y cuyo marido es nada menos que Paolo Virzì, como lo atestiguan los títulos finales), la napolitana Valeria Golino (dos veces dirigida por Antonio Capuano) y Luigi LoCascio. En cuanto a “No renuncio!” (“Quo vado?”), de Gennaro Nunziante, es otro realizador desconocido y éste el cuarto de su filmografía y primero que se estrenará localmente y al que seguramente nos referiremos una vez se presente aquí. El personaje central es Checco Zalone, también conocido como Luca Medici, cuya filmografía, siempre junto a Nunziante, se reduce a cuatro títulos. Es el mayor éxito comercial de Italia en 2016 superando los ocho millones de espectadores y seguramente en Argentina llevará mucho público. De Marco Bellocchio se vio “Sangre de mi sangre”, su penúltimo film visto recientemente en el BAFICI. Transcurre en dos periodos, separados por varios siglos, con notable fotografía y varios actores importantes (Alba Rohrwacher, Roberto Herlitzka, varios familiares de Bellocchio: Pier Giorgio, Elena, etc). Por último “Las confesiones “ (“Le confessioni”) inauguró la muestra de Cine Italiano y fue presentada por su director Roberto Andó, del que ya se había visto la anterior “Viva la libertà”. Un notable elenco es encabezado por Toni Servillo (“La grande belleza”), aquí en el rol de un cura confesor de una muy estricta orden religiosa. Es invitado por el Director del Fondo Monetario Internacional (Daniel Auteuil), quien al día siguiente aparece muerto (suicidio?). Todas las películas mencionadas son o serán exhibidas localmente, lo cual constituye una muy buena noticia.
Cuando segundas partes son mejores James Wan es un director nacido en Malaysia que adquirió renombre con “El juego del miedo”, su segundo largometraje del que después se hicieron numerosas e injustificadas secuelas, ninguna dirigida por él afortunadamente. “Rápidos y furiosos 7” fue su penúltimo y octavo largometraje y una de las mejores secuelas de dicha serie, además de un emotivo homenaje al fallecido Paul Walker. En 2013 había dirigido “El conjuro”, aceptable film sobre una casa embrujada en la década del ’70, un tema bastante trillado que ya estaba en “The Amityville Horror”, de Stuart Rosenberg, aquí conocida como “Aquí vive el horror”, que le sirvió de inspiración. “El conjuro 2”, la secuela recientemente estrenada, retoma el mismo tema de la anterior y al matrimonio Warren, que ya estaba en la primera de la serie. Habitualmente segundas partes son inferiores a las primeras y ello era lo que podía temerse en este caso. Pero como bien decía Adolph Zukor “el público nunca se equivoca” y luego de sumar en apenas dos semanas casi1,2 millones de espectadores, 100.000 más que la primera en toda su carrera era lógica la curiosidad de este cronista en ir a verla y comparar. Nuevamente están Ed y Lorraine Warren, interpretados respectivamente por Patrick Wilson y Vera Farmiga (”Amor sin escalas”), una pareja norteamericana que investiga fenómenos paranormales. En esencia la historia es la misma de la anterior pues habrá otra casa donde vive una madre soltera con varios hijos, con Janet (Madison Wolfe), la menor de las hijas que parece estar poseída. Hay, sin embargo, una gran diferencia que quizás explique que la secuela supere a la original. Ahora la casa está localizada en Inglaterra y es otro el clima que proporciona la diferente localización. También está mejor dosificado el “crescendo” dramático, ya que en la primera hora se minimizan las apariciones de personajes sobrenaturales, tan típicas de películas del género de terror. El matrimonio Warren se desplazará a Gran Bretaña, en misión y deberá confrontar con la televisión de la época (mediados del ’70) y averiguar si se trata o no de una farsa, como sospechan autoridades policiales y “expertos” muy a menudo mediáticos. Gran mérito de “El conjuro 2” es sostener el interés y evitar los “golpes bajos” , salvo en contadas oportunidades, en los 133 minutos que dura una segunda parte que supera en calidad a la original.
Digno thriller con excelente actuación de Daniel Aráoz Resulta regocijante poder ver un buen film argentino al inicio del año, frente a un balance del anterior en que, en opinión de este cronista, la cantidad superó a la calidad. “8 tiros”, de Bruno Hernández, en verdad es una producción algo antigua ya que se filmó en el 2012 y seguramente la “cantidad” de películas filmadas en los últimos años impidió que se estrenara antes. Sin ser una obra maestra tiene a su favor una excelente fotografía y bellos encuadres de Julián Apezteguía (“El clan”, “El ardor”) y una lograda interpretación de Daniel Aráoz (“El hombre de al lado”). Su Juan Zanotti contrasta vivamente con su hermano Vicente (Daniel Ziembrowksi, con cierta tendencia a repetirse), al que reencuentra luego de siete años en el cementerio, en ocasión de la muerte de la madre. Ese evento dará lugar a que Juan le exprese a una persona que “Hoy es el principio de la promesa”. A través de varios flashbacks, cuando ambos hermanos eran aún chicos y acompañaban al padre a cazar, diferenciadas de la trama actual por imágenes color pastel, se irá comprendiendo a que se refiere la “promesa” mencionada por Juan. Irán apareciendo siniestros personajes como el corrupto intendente Bustos (Roly Serrano) y el comisario Ledesma, ambos encubriendo el tráfico de drogas (tema tan actual) que lidera Vicente. Habrá otros personajes más ambiguos como el de Gabriela (Leticia Bredice), pareja de Vicente que regentea “El Dragón Dorado”, un prostíbulo de lujo. Y también algunos del lado bueno de la ley como una joven colombiana (interpretada por Marisa Nela Sinisterra), que trabaja para la DEA. En apenas 80 minutos y con un buen manejo del thriller, Hernández logra un producto digno que aún con desparejas actuaciones logra salir a flote.
Una de las cinco nominadas al Oscar extranjero tendrá dura competencia Dentro de un mes sabremos si la coproducción con mayoría turca, pero representando a Francia, se hará acreedora al Oscar a mejor película extranjera. Entre sus rivales con mayores chances de ganar asoman “El hijo de Saul”, la película húngara favorita, y “El abrazo de la serpiente”, única latinoamericana. Las dos restantes: “Theeb” de Jordania y “Guerra” de Dinamarca parecen tener menores chances. “Mustang” fue dirigida por la debutante Deniz Gamze Erguven y está ambientada a unos mil kilómetros de Estambul, en la Turquía asiática a orillas del Mar Negro. Allí conviven cinco hermanas huérfanas, junto a su abuela y un tío autoritario con mentalidad retrógrada. Relatado desde el punto de vista de Lale, la menor de las hermanas, se iniciará con todas juntas para luego ir particularizando los dramas de cada una de ellas. Mucho tendrá que ver la mentalidad de sus familiares más directos y la costumbre de formalizar matrimonios concertados, donde las jóvenes no tendrán opción alguna para elegir su futuro marido. A medida que avanza el metraje el grupo de las cinco hermanas unidas se irá reduciendo a veces en forma dramática y sólo los dos más pequeñas, debido a su edad, quedarán excluidas de forzados casamientos. La casa donde viven se irá poblando de rejas transformándola en una verdadera prisión, justificando el lógico final que tamaña opresión genera en las menores. Adquirirá relevancia la figura de Yasin, un joven camionero que le enseñara a conducir a Lale. La joven actriz que la interpreta posee una notable expresividad y logra transmitir al espectador lo que pasa por su mente. Tanto ella como las actrices que interpretan a sus hermanas mayores brindan muy parejas actuaciones y gran parte del mérito debe asignarse a la directora y coguionista, la francesa Alice Winocour. Su primer largometraje (“Augustine”) integró la “Semaine de la Critique” en 2012 y también participó del Festival de Mar del Plata ese mismo año. Difícilmente “Mustang” gane el Oscar a mejor film extranjero ya que “El hijo de Saul”, que ya obtuvo el Globo de Oro y un premio en el Festival de Cannes, aparece como favorita. No obstante, se justifica plenamente su visión dada la trascendencia del tema, las notables y parejas actuaciones y habría que agregar la bella música que la acompaña.
Un cuarteto de actores y un buen guión compensan en parte cierta complejidad de una película varias veces nominada. Es una curiosidad que el sexto largometraje del realizador estadounidense Adam McKay (“Anchorman”, “Talladega Nights”, “Step Brothers”, “The Other Guys”) sea el primero en ser estrenado localmente, además de ser el único no protagonizado por Will Ferrell. En menor medida también lo es que Ferrell y Mark Wahlberg vuelvan a actuar juntos en “Guerra de papás” (estreno de la semana que viene), luego de hacerlo en “Step Brothers”, sin ser esta vez McKay el director. “La gran apuesta” es el título con que se presenta “The Big Short” en Argentina. No es una traducción literal del original lo que se explica ya que el “Short” no se refiere a una vestimenta o a la altura de algunos de los personajes. Se trata de un término financiero y que también es empleado por los “traders”, que este cronista ha utilizado en su carrera profesional. Aquí se aplica a acciones y préstamos y sobre todo a seguros para casos de “default”. Una de las limitaciones del film es que parece sobre todo “pensado” para un público conocedor de las finanzas, habituado a términos como “CDO”, “CDS”, “MBS” o algunos más populares como “burbuja financiera”, que en un “cameo” nos explica la bella australiana Seymour Robbie. La actriz que también filmó en Argentina junto a Will Smith (“Focus”) tuvo un papel importante en “El lobo de Wall Street” y su presencia aquí es un probable “guiño/homenaje” a Martin Scorsese. La historia, basada en un hecho real como se anuncia bastante inútilmente al inicio, transcurre antes y durante la famosa crisis de 2007-2008 en que los precios de las propiedades cayeron fuertemente, el desempleo se incrementó en igual medida y muchos norteamericanos no pudieron pagar las hipotecas inmobiliarias. Pero más que ocuparse de los damnificados, sus personajes centrales son algunos de quienes sacaron tajada de la caída. El primero en aparecer es Michael Burry, en otra camaleónica actuación de Christian Bale. Es un ex médico que ve venir (en 2005) la enorme “burbuja” y compra “credit default swaps”, especie de seguro que se paga en caso de un “default”. De alguna manera lo que Burry hace es jugar contra la economía americana, esperando que sus predicciones se cumplan. No es el único ya que también Jared Vennett (Ryan Gosling), asociado al Deutsche Bank lo imita y también un dúo de inversores de poca monta asesorados por Ben Richert (Brad Pitt), un ex gerente bancario. El cuarteto de grandes actores se completa con Mark Baum, algo más ético (pero no tanto) que los anteriores. Baum es interpretado por Steve Carell, a quien McKay había dirigido en más de una oportunidad anteriormente. La cita de Mark Twain con que se inicia el film anuncia el tono de éste y es el cínico personaje de Ryan Gosling quien hace de narrador a lo largo del mismo y mantiene informado al público. No sólo introduciendo la breve aparición de la actriz de “El lobo de Wall Street” sino otras similares apariciones de Selena Gómez en Las Vegas o del chef Anthony Bourdain, que compara un CDO con un “pescado malo”. Es probable que a la hora de las nominaciones al Oscar el guión, compartido por el autor del libro Michael Lewis, Charles Randolph y el propio McKay, sea elegido. Ellos junto a varios de los actores (Bale, Carell, quizás Pitt) competirán seguramente por las estatuillas. Mucho menos probable es la presencia de las actrices (Marisa Tomei, Melissa Leo), que aquí tienen menores oportunidades de lucimiento.
Otro exponente del cine israelí con magistrales interpretaciones Ronit Elkabetz no es un nombre conocido en Argentina, pese a tener cierto reconocimiento dentro de la industria cinematográfica mundial. Prueba de ello es que fue la presidenta de la Sección paralela “Un certain regard” (“Una cierta mirada”) en el último Festival de Cannes. Y el jurado, por ella presidido, fue quien eligió a “La patota” como mejor película de dicha sección. Durante la entrega de premios Ronit hizo una referencia a los méritos de “Dégradé” una producción palestina que compitió contra el film de Santiago Mitre, elogiando a sus dos realizadores, con mensaje amistoso, de una zona convulsionada como lo es Medio Oriente. Por esas casualidades la película palestina se exhibió en el reciente Festival Internacional de Cine Latino Árabe, estando presente Hiam Abbass, su actriz más célebre, con quien este cronista tuvo una amable conversación. Abbass respeta y conoce personalmente a Ronit y ambas viven en Paris en la actualidad. El tercer largometraje de la hasta ahora principalmente actriz israelí, en conjunto con su hermano Shlomi Elkabetz, acaba de estrenarse localmente. “Gett, el divorcio de Viviane Absalem” se refiere a las dificultades que tienen las mujeres cuando desean divorciarse legalmente en Israel, si su casamiento fue “religioso”. En efecto, requieren del acuerdo de un tribunal rabínico y además de la conformidad del propio marido. Es notable cómo se mantiene el interés y la tensión durante las casi dos horas que dura la acción, limitada casi exclusivamente a la sala del tribunal. Es cierto que la obra podría haber sido representada en un teatro, pero la diferencia es que aquí hay muy diversos planos y muchos enfocan a un determinado personaje, mostrando sus reacciones faciales y temperamentales. Lo que enriquece la propuesta es el desfile de testigos y las parejas actuaciones de todos los intérpretes. Elisha, el marido (Simon Abkarian) de Viviane (Ronit misma) es un hombre muy respetuoso de las tradiciones hebraicas mientras que su esposa y su abogado, que ni siquiera usa kipá, no lo son. Otro singular personaje es el abogado defensor de Elisha, quien en la ficción, es además de su hermano. Quien lo interpreta es Sasson Gabai, a quien vimos como líder de un conjunto musical egipcio en “La vista de la banda”. Y que llegaban a un bar perdido, cuya dueña era nada menos que una mujer israelí a quien daba vida Ronit Elkabetz (!). A señalar que la acción transcurre a lo largo de varios años, sin que el tribunal dé su veredicto. También que se trata del tercer capítulo de una trilogía. En síntesis, una nueva muestra del cine israelí en un drama íntimo y magistralmente interpretado.
Lo mejor del director de “El sexto sentido” en mucho tiempo Luego de una tercera película impactante como “El sexto sentido”, estrenada en 1999, M. Night Shyamalan nos viene “regalando” durante el presente siglo y con cierta regularidad (cada dos años) una serie de films del género fantástico de gran pobreza artística. El que ahora se estrena es el undécimo de su carrera y el mejor en mucho tiempo, lo que no equivale a decir que sea muy bueno pero al menos se deja ver. Desaprovechar a intérpretes como Joaquin Phoenix & Adrien Brody (“La aldea”), Paul Giamatti (“La dama en el agua”), Mark Wahlberg (“El fin de los tiempos”) o Will Smith en la reciente “Después de la tierra” ya parece una constante en el realizador nacido en la India y residente en los Estados Unidos. Quizás el haber evitado contratar (y hacer actuar) a actores conocidos en el “casting” de “Los huéspedes” (“The Visit”) sea parte del acierto parcial de su nuevo film. En cuanto a la trama, no resulta excesivamente novedosa y hasta para algún espectador avispado relativamente obvia. En efecto, que la madre (Kathryn Hahn) de Becca (Olivia Dejonge) y Tyler (Ed Oxenbould) decida enviarlos a la casa de unos abuelos que no han conocido hasta ahora y con los que la progenitora se lleva mal ya resulta extraño y sospechoso. Que la hija sea una aspirante a realizadora de cine con lo que se entiende que lleve una pequeña cámara y la utilice como se viene haciendo desde “The Blair Witch Project” y hasta la última “Actividad paranormal” tampoco es demasiado original. Pero donde “Los huéspedes” gana en interés y cierto aire fresco es cuando encuentran a sus abuelos. Nana (Deanna Dunagan) y Pop Pop (Peter Mc Roobie, visto como Allen Dulles en “El puente de los espías”) resultan un par de ancianos cuyos vicios es preferible que los descubra el potencial espectador, por lo que se omite adelantar información. Hay momentos en que se logra cierto suspenso como cuando Nana le pide a Becca que se meta dentro del horno para limpiarlo o también cuando Tyler descubre el secreto que guarda el marido en un depósito rural. A propósito al chico ya se lo vio en una película de muy extenso título (“Alexander y un día terrible, horrible, malo…muy malo!”), que bien podría aplicarse al presente film. En el balance y sobre todo para adictos al género “Los huéspedes” puede ser una opción razonable.
Una importante respuesta de público no es garantía de buena película Las películas de James Bond, el agente 007, ya tienen un lugar asegurado en las carteleras cinematográficas y “007 Spectre” no parece defraudar las expectativas en lo que a taquilla, tanto local como internacional, se refiere. Otra cuestión muy diferente es cuando se analizan sus cualidades artísticas e incluso como posible entretenimiento. Desde el lejano 1962, en que Sean Connery interpretara al primer Bond (“El satánico Dr.No”, se llevan filmadas dos docenas de películas del popular agente secreto. Las últimas cuatro tienen a Daniel Craig en dicho rol y no se puede decir que sus actuaciones decepcionen. La que sí lo hace es la película que acaba de estrenarse, cuya duración resulta excesiva y con pobre contenido de la trama. Otro de los puntos fuertes de las películas de Bond son las famosas “chicas” y no está de más recordar que en la primera quien lo acompañaba era la bella Ursula Andress. Aquí hay dos, pero la primera de ellas y también “escultural” (Monica Belluci) está totalmente desaprovechada. Algo mejor le va a Léa Seydoux, quien tuvo su rol sensual no hace mucho en “La vida de Adèle”, ganadora del Festival de Cannes en 2013. Como siempre hay también un “malo” de la película y en esta oportunidad se trata de Ernst Stavro Blofeld, un personaje recurrente que en 1967 interpretara el inolvidable Donald Pleasance en “Sólo se vive dos veces”, uno de los mejores films de la serie en toda su historia. Aquí le da carnadura Christoph Waltz, a quien se prefiere en “Bastardos sin gloria”, que lo lanzara al estrellato. Tampoco convencen Naomie Harris como Moneypenny ni Ben Whishaw como Q y quien sale más a flote es Ralph Fiennes como M, aunque sin llegar a la altura de la gran Judi Dench. Lo que menos interesa es la historia de “007 Spectre”, nombre de la malvada organización que imaginó Ian Fleming para combatir al célebre personaje por él creado. El film se pasea por la ciudad de México el “Día de todos los muertos” (secuencia inicial bien lograda) para luego trasladarse a Roma en un costoso Aston Martin, Tanger (Marruecos) pésimamente aprovechada (ciudad que este cronista venera) y Londres. Hacia el final la acción se incrementa pero ello no alcanza para redimir a este capítulo no muy logrado y que dirigiera Sam Mendes (“Belleza americana”).
El mejor Spielberg en mucho tiempo “Puente de espías” (“Bridge of Spies”), la película número 29 de Steven Spielberg, o trigésima si incluyéramos el telefilm “Reto a muerte” (“Duel”) con que se hiciera conocer mundialmente, está entre lo mejor que el director de “La lista de Schindler” ha realizado en los últimos veinte años. Es además su cuarta colaboración con Tom Hanks y probablemente una nueva nominación al Oscar para éste. Hasta podría ocurrir que, luego de ganarlo dos veces con “Forrest Gump” y “Filadelfia”, el actor hiciera triplete y por primera vez lo obtuviera en una película de Spielberg. Muy pocos directores son capaces de mantener la atención del espectador durante más de dos horas (ésta dura 140 minutos), pero es bueno recordar que la inmediatamente anterior (“Lincoln”) la excedía en diez minutos y que “Schindler” sobrepasaba las tres horas de duración. Hay un hecho muy significativo a señalar al producirse por primera vez un cruce entre Spielberg y los hermanos Coen, quienes aquí son los coguionistas junto a Matt Charman. Es decir: un verdadero “dream team”. La trama, basada en hechos verídicos, se desenvuelve a lo largo de un quinquenio (1957-1962), época marcada por la célebre “guerra fría”. Fue un tiempo muy angustiante cuando las dos grandes potencias (Estados Unidos y Rusia) se amenazaban mutuamente con ensayos atómicos y el peligro de una guerra nuclear estaba latente. El notable actor inglés (básicamente de teatro) Mark Rylance interpreta a un espía soviético (Rudolf Abel) que fue arrestado por el FBI y a quien se le asignó como abogado a James Donovan (Hanks), en verdad un especialista en seguros, con la idea de una rápida condena. Lo que nadie esperó era que el aparentemente inexperto leguleyo tomara tan en serio la defensa. Y lo otro que pocos vieron venir (Donovan sí) era que Abel sería más útil vivo que muerto. En efecto poco tiempo después ocurrió un hecho que tuvo mucha trascendencia mundial (este cronista lo recuerda bien), cuando el piloto Francis Gary Powers que comandaba una nave a mucho mayor altitud que la habitual de los aviones comerciales y con, para entonces, poderosos sistemas fotográficos de espionaje fue abatido en territorio soviético pero lograr salvar su vida. Es una de las escenas más impactantes a la que sigue su detención y juicio en la ex Unión Soviética. A partir de allí la acción se trasladará a Berlin, tanto occidental como oriental, adonde será enviado Donovan para intentar un canje de prisioneros y el lugar del posible intercambio explica el título del film. La excelente reconstrucción de ambos lados de Berlin gracias al trabajo del habitual director de fotografía Janusz Kaminski se enriquece con la recreación de la erección del muro de Berlin. Y da pie a la aparición de un tercer “espía”, que el espectador desde el principio sabe que no lo es sino apenas un estudiante norteamericano que se está capacitando en una ciudad a punto de ser dividida en dos. Es una pena que el proceso de subtitulado local haya omitido traducir los diálogos en alemán y también en ruso. Hay particularmente una situación que fluctúa entre lo cómico y lo dramático cuando Hanks (Donovan) ingresa a Berlin riental y se encuentra con una patota de jóvenes que codician su costoso abrigo “Saks Fifth Avenue”. No es que el espectador se quede sin comprender lo que le acontece al abogado, pero pierde parte de los jugosos comentarios de quienes ya no pueden acceder a los bienes que sus vecinos occidentales disfrutan. “Puente de espías” es una de las películas menos maniqueas en toda la carrera del director de “Rescatando al soldado Ryan”, película que estaba más bien en las antípodas desde ese punto de vista. Y se engrandece aún más al plantear una cuestión moral que consiste en un proceder similar frente a sus respectivos espías y al no vacilar, llegado el caso, en pensar en sacrificar a una persona inocente (el estudiante). A destacar finalmente varios actores secundarios como los alemanes Sebastian Koch (“La vida de los otros”) & Burghart Klaussner (“Goodbye Lenin”) y los norteamericanos Alan Alda & Amy Ryan. Pero sobre todo a Hanks y Rylance que seguramente, juntos a Spielberg, serán alguno de los nominados a la hora de los Oscar.
Película imperfecta pero con un fascinante “loco suelto en Manhattan” Robert Zemeckis es un director que en el pasado ha realizado varios films notables como “Volver al futuro”, “¿Quién engaño a Roger Rabbit?”, “Forrest Gun” y “Náufrago”. No es el caso de “En la cuerda floja” (“The Walk”), que en conjunto no llega al nivel de las antes nombradas y de algunos más de sus hasta ahora 17 largometrajes, en casi 40 años de carrera cinematográfica. Y sin embargo la visión exclusivamente en 3D (ya no está en IMAX) de los últimos treinta minutos resultan un espectáculo fascinante, como lo es el personaje que recrea la película. Ese tramo transcurre el 7 de agosto de 1974 y curiosamente este cronista, que en esa época residía en la ciudad de donde es originario el francés Philippe Petit, funámbulo y malabarista, no se enteró del evento que significó cruzar caminando sobre un cable los casi 50 metros que separaban a las Torres Gemelas. (Era verano en Europa y seguramente estaba visitando otro país y no leyendo los diarios!). “Man on Wire” un documental en 2008 ya se había referido al tema, ganando incluso el Oscar correspondiente pero las imágenes que aquí se recrean son verdaderamente espectaculares y logran disimular las falencias de este film de Zemeckis. Para quien quede impactado con el hecho histórico vale además la recomendación de leer el libro del propio Petit aquí conocido (y recién editado) con el título local del film, cuyo original de 2002 es “To Reach the Clouds”. Las numerosas fotos que allí aparecen, incluyendo la de esta nota, son las que verdaderamente tomó Jean-Louis, uno de los amigos que acompañó a Philippe en esta verdadera locura en Manhattan. En el papel de Philippe Petit no defrauda Joseph Gordon-Levitt (“Origen/Inception”, “Looper”) aunque hubiese sido preferible que lo encarne un francés. Ben Kingsley jerarquiza el reparto con su interpretación de Papa Rudy, su mentor y que le aconseja usar una cuerda de seguridad, que obviamente el “loco suelto” ignora. El resto del elenco es poco conocido aunque vale destacar la dulzura de Charlotte Le Bon como Annie, su compañera y pareja en ese momento. El libro de Petit reserva algunas sorpresas adicionales, que la película no menciona, como la mención del mago argentino René Lavand (recientemente fallecido) cuando dice textualmente: “Siempre que abordé lo imposible y lo milagroso de la aventura del World Trade Center, me acordaba del mago René Lavand” - ¿le he contado alguna vez? – que sólo tenía una mano. Poeta y extraordinario prestidigitador de cartas, desconcertaba a sus colegas ilusionistas concluyendo sus brillantes demostraciones exclamando: “¡Lo que acabo de mostrarles puede también hacerse con dos manos”. Un bello y merecido homenaje.