Esta producción es presentada como perteneciente al genero documental, sin embargo habría que aclarar que en términos coloquiales no lo es. Pero no deja de ser un documento sobre alguien que esta vivo y hace cosas, en este caso su música y su lucha por los derechos humanos, centrándose mayoritariamente en los de las mujeres. Desde ahí que no es tan erróneo llamarlo documental, empero, se choca de bruces con el hecho de ser una cantante popular, desconocida por la mayoría. Lo cual parece una contradicción. En consecuencia se percibe cierta manipulación con las imágenes y los textos, como si obtuviese más valor como presentación que como figura, de hecho el reconocido director Miguel Mirra es el guionista. Y el guión se nota, en el sentido de señalamientos e instrucciones que parecen impartidas anticipadamente. No es una cámara testigo, es una cámara que se sabe esta ahí, parece no querer interferir sobre la realidad, pero lo hace. En segundo termino, mas allá de algunas canciones de su autoría, algunos recitales, algunos encuentros, como el del encuentro con Jaime Torres, muestra su compromiso social, sus presencia activa. La realizadora acompaña a Sara Mamani a su ciudad natal, Salta, y recorre con ella los lugares de infancia y adolescencia y sus inicios en la música con el Cuchi Leguizamón. En su casa de Buenos Aires, donde reside desde hace muchos años, Sara cuenta su trayectoria musical, alternando material de archivo de sus presentaciones, con testimonios de Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz) y Nora Cortiñas (co-fundadora de Madres de Plaza de Mayo), entre otros, transitamos su trabajo en defensa y promoción de los derechos Humanos. Esa idea primaria de mostrar su recorrido sobre y a través de su obra, queda relegada a un segundo plano. En tanto armado y construcción del texto, por momentos se muestra desordenado, como si no pudiesen definir que archivo va primero, que reportaje, que entrevista, que es mas importante, como sostener la idea primaria, si es que la hubo. También aflora el hecho que aquellos que la conocen, posiblemente vayan a ver el filme, pero el resto que es la gran mayoría, presiento que no. El filme se cierra sobre si mismo, Sara Mamani tiene su película. Nada más.
FILME: “LAS ROJAS” Todo en este filme carece de sutilezas, ya desde el titulo, una vez terminada la proyección, claro, remite al color que dispone, más que a un lugar físico, dicho de otro modo, hace referencia directa a una ideología, tal cual el filme “REDS” (1981) de Warren Beatty, su traducción literal sería “ROJOS”, por supuesto que estamos hablando de una película que todavía hoy conserva sus valores. Y si, las comparaciones son odiosas, pero se percibe demasiado evidente…. El filme abre presentándonos a los personajes principales, ambas mujeres expuestas en dos versiones diferentes del empoderamiento femenino, (lo incongruente es que se utilice un termino masculino para un logro femenino, pero eso es harina de otro costal, me parece). Por un lado Constanza Córdoba (Natalia Oreiro) por el otro Carlota (Mercedes Moran), de apellido difícil, ambas paleontologas, la segunda nos es presentada en un reportaje televisivo en España, al que acude para comentar su libro sobre el descubrimiento de los restos de un “Grifo”. Sin embargo ante la ignorancia e inoperancia del periodista, luego de realizar muchas correcciones, sobretodo en torno a la diferencia entre un “hipogrifo” y un “grifo”, ambos animales mitológicos, el primero mitad águila, mitad caballo, el segundo mitad águila, mitad león, se retira intempestivamente del estudio. En cambio a Constanza se muestra como una mujer mas temeraria que temerosa. Capaz de bajarse del micro que la traslada en un pueblo perdido, en la que no existe una parada, nadie la quiere llevar a su destino final, lugar prohibido de acceder, ergo: se va caminando. Ella es enviada por la fundación que financia a Carlota para controlarla, aparición del tema económico. Una es paleontologa de campo e investigación, la otra de escritorio, su primer encuentro destila confrontación. Las formas y contenidos, planos y contra planos, posición de cámara, encuadres diversos, miradas, y claro, los diálogos que se utilizan, están en función del conflicto, sin embargo todo esto tienen mucho en común con el género de la comedia romántica, en la que la futura pareja, cuando se conocen quieren sacarse los ojos. Así de burdo. La primera tiene el apoyo incondicional de sus trabajadores, en especial de Isidro (Alberto Leiva), la segunda se encuentra sola, a la deriva en un lugar inhóspito. Ni señal de celular hay. Sin embargo su conflicto se ve apaciguado por la aparición en escena de Freddy (Diego Velazquez), competencia directa de Carlota. Quien no solo desea apoderarse del “descubrimiento”, lo restos y los huevos del Grifo, sino tener acceso a los recursos naturales del lugar. A punto tal que un personaje le recrimina que solo le interesa el dinero. Todas las acciones se desarrollan en exteriores, en la provincia de Mendoza, que por si solo son de una belleza inconmensurable. Además el filme tiene la estructura narrativa de un western, no solo el relato, los exteriores, caballos, mulas, hasta sombreros y la banda sonora, claro. Todo en tanto las acciones y desarrollo de los personajes es excesivamente previsible, los mismos construidos en base a estereotipos muy definidos y demasiado conocidos, las muy buenas actuaciones, juntamente con la muy buena dirección de arte, fotografía y diseño de sonido incluidos, no pueden contrarrestar los efectos de un guión paupérrimo, ni siquiera se eleva un poco a partir de la alegoría, tosca, que sobre el final desea instalar. Una duda me surgió, si la mitad de adelante es águila y la trasera es león ¿Como pone los huevos?
Filme que se presenta ante todo, de parte del director, como una declaración de amor bien entendido, posiblemente se pueda leer como una deuda de agradecimiento. Esto no influye en el muy buen armado del texto haciendo jugar de excelsa manera, los textos, los reportajes y sobre todo las películas de la homenajeada. El documental sigue los pasos de María Luisa Bemberg, quien nació en los años 20 en el seno de una de las familias más poderosas del país y recibió una educación acorde a los preceptos de su clase y de su época. Apenas tuvo uso de razón, María Luisa se rebeló contra lo que consideraba un cercenamiento de sus libertades individuales y una subestimación de su lugar como mujer. Un retrato vivo y actual de María Luisa Bemberg, una de las maestras del cine argentino,de las más destacadas, singulares e independientes. El director Alejandro Maci, quien fuera uno de los mas cercanos colaboradores de Bemberg, hace uso de todo lo que tiene a su alcance para construir un filme integro. Entre sus conversaciones registradas en casette, con reportajes a Graciela Borges, Lita Stantic, Susu Pecoraro entre otros deja clara huella de la importancia de Bemberg, tanto para el cine argentino, aunque solo filmo seis largometrajes, eso le alcanzo para dejar su huella y su impronta, todos con claros conceptos en defensa del derecho de las mujeres.
Esto precipita una conclusión con un final supuestamente abierto, pero que en realidad pone a los directores como sin posibilidad de cerrar el relato.
Particularmente considero que hay tres tipos de películas en cuanto a calificación, muy buenas, muy malas y el resto. De las dos primeras es complicado olvidarlas, quien se puede olvidar de “El Padrino” o “Antes de la lluvia”, “Matar a un Ruiseñor”, “Blow Up” “Gritos y Susurros” entre muchas otras, en un rango o en el otro “Tiburon 4”o “Bolero” con Bo Derek o “Adiós Abuelo” un filme autóctono que daba vergüenza, el resto pasa sin pena ni gloria, así de rápido se olvidan. Esta tercera entrega esta precedida por dos dentro de esta calificación, casi que se podría agradecer no recordarlas. La diferencia radicará en que no va a ser tan factible que suceda lo mismo con la presente. Partiendo de la base que se ofrece como una gran mezcla complicada de exponer con claridad, por momento parece inmanejable, esgrimiendo temas para adultos atravesados por fantasías infantiles. Demasiados personajes y tonos que se apartan de cada giro dramático posible, difíciles de cohesionar. Esta nueva incursión encuentra al mago zoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) junto a un grupo suelto de amigos (que incluye brujas, magos y lo que necesite el supuesto heroe) en la búsqueda del malvado mago Gellert Grindelwald (Mads Mikkelsen). Cuentan con la ayuda de su desconsolado ex, Albus Dumbledore (Jude Law), ¿Que interés narrativo y estructural tiene el hecho que hayan sido pareja? Las cosas se complican aún más por el control de Grindelwald sobre el sombrío huérfano Credence Barebone (Ezra Miller) y Queenie Goldstein (Alison Sudol). La encantadora alegría de toda la clasificación de criaturas mágicas esta en contraposición a una oscuridad latente en un mundo dividido. Grindelwald quiere nada menos que una guerra mundial que enfrente a los mágicos contra los muggles, creando una subordinación de la película sobre imágenes nefastamente nazis, como una serie de marchas sobre Berlín y el ascenso de un líder infame, lejos de amenizar el texto, aburre. Aunque las escenas de batallas estén admirablemente montadas, cargadas de CGI, y que al menos adicionan algo de gracia a la acción. Igualmente los excesivos 140 minutos se tornan aburridos, pues todas esas subtramas aplicadas sin desarrollo, resolución ni injerencia con la trama principal terminan por generar hastío. Si algo podría haber sostenido esta producción, esto recaería en las actuaciones, sin embargo las mismas son demasiado desparejas, de la muy buena ofrecidas por Jude Law y Mads Mikkelsen a la repetida aparición con el mismo gesto, casi ridículo, de Eddie Redmayne, no solo aquí, en todas sus películas, en una daba bien con el personaje y se ganó un premio de la academia. El resto casi de relleno. Rowling parece querer manipular a los incondicionales de la manera más sutil posible, construyendo historias que requieren conocimiento previo para apreciarlas por completo. Pero ni en este caso podrán satisfacerse. Los no adoctrinados se confundirán; los admiradores, se decepcionarán.
Esta nueva incursión del personaje cumple con todo aquello que se espera de una secuela, no presenta nada novedoso, casi sostenido por la performance de Jim Carrey. Después de establecerse en Green Hills, Sonic se desespera por demostrar que tiene el talento, madera de auténtico héroe. La prueba de fuego llega con el retorno del malvado Robotnik, en esta ocasión con un nuevo compinche, Knuckles, en busca de una esmeralda que tiene el poder de destruir civilizaciones. Sonic forma equipo con su propio compañero de fatigas, Tails, y juntos se lanzan a una aventura que les llevará por todo el mundo en busca de la preciada piedra para evitar que caiga en manos equivocadas. El filme cumplirá casi a medias con las expectativas que despertó la original en la platea a la que va dirigida, los niños, pero no les dejara huella alguna. En el punto de los personajes, salvo el antagonista principal, Robotnik (Jim Carrey), todos los demas personajes humanos no tienen demasiada evolución y desarrollo, casi no tienen injerencia en la trama principal, si sucede en mayor medida con los personajes animados. Sonic 2, cae en perezas que la original evitaba, pero eso se adapta a partir de intentar generar o mantener ingreso de divisas en la taquilla, explotar al máximo un logro sin importar el deterioro del texto de raíz. En definitiva, cumple en parte con la platea infantil, pero para pasar el rato y olvidarse.
“The Jack in the Box” (tal el titulo original), es un filme británico encuadrado en el genero del terror de 2019, escrito y dirigido por Lawrence Fowler el mismo de “Curse of the Witch’s Doll”. El filme abre con una escena de un hombre que buscando metales, encuentra la caja del titulo enterrada en el campo, a 20 cm de profundidad. ¿? Ya en su casa, junto a su esposa abren la caja de manera tal que liberan al muñeco con imagen de payaso siniestro, la mujer es atacada por este sujeto endemoniado, aunque solo le veamos una pezuña. (Esto cobra sentido casi al final del filme). El filme produce un salto temporal y nos encontramos en la actualidad, bueno no, en 2019. La historia gira en torno a Casey Reynolds (Ethan Taylor), comienza a trabajar en un museo de antigüedades, la bienvenida se la otorga la bella Lisa Cartwright (Lucy Jane- Quinlan), otra empleada del museo. Él descubre una extraña caja cuando la abre aparece con cara de pocos amigos, el mismo payaso que en la primera secuencia. Pronto comenzarán a suceder desapariciones, (el espectador sabe que es el payaso de la caja), vinculados con miembros del personal del museo y algunos visitantes. A partir de esta situación todo se hace previsible, articulando todo el catalogo de lugares comunes de este genero. Pero convengamos que esto no es lo peor, la construcción de los personajes, sus motivaciones y sus acciones están en sintonía con los paupérrimos diálogos. Los planos se alargan en demasía, y los personajes hacen todo de manera demasiado parsimoniosa, al punto de aburrir al extremo. Que Casey tenga una historia que lo atormente y que esto mismo haga que no de cuenta de la seducción de Lisa, es solo un dato más, finalmente ni siquiera juega como excusa. Que el payaso haga de las suyas, también muy lentamente, con contorsiones que mueven mas a risa que a producir algo del orden del miedo, ello no implica que siga asesinando, pero hay reglas que cumplir, en este caso son seis la cantidad de victimas que se necesitan para que el payaso se guarde, hasta el próximo que lo llame o libere, que nuestro héroe vea en su lucha contra el payaso maldito sea su oportunidad de redención no se dice pero se expresa a gritos, metafóricamente hablando. Estéticamente es interesante en principio la elección de la locación donde se desarrollan la mayor parte de las acciones, un museo dispara miles de posibilidades, asimismo ayuda en ese sentido el trabajo del departamento de arte, empezando por la fotografía, aquí todo desperdiciado y culminando en el diseño de la caja y del muñeco hasta que empieza a moverse, sobre todo los ojos que parecen estar ligados a la imagen de lo referente a la hipnosis. Sin embargo el director no consigue en ningún momento crear una atmósfera adecuada a la idea del terror, las acciones del diabólico payaso son las habituales, para nada originales. Tampoco ayudan las actuaciones, no son solo de mala resolución sino que son poco convincentes. Un filme de muy bajo presupuesto, se nota, con mal guion, se sufre y peor construcción y desarrollo.
Este filme argentino, escrito y dirigido por Luciano Romano abre de muy buena manera, utilizando como recurso clave el sonido. Edgardo (Néstor Villa) es un albañil, mientras el esta dándole indicaciones a su hijo quien esta realizando trabajos en altura, hay un accidente, la tragedia se hace presente. Todo lo vemos en el rostro de Edgardo, a partir del sonido. Luego de una elipsis temporal indefinida, en realidad el personaje esta igual vestido, nos presentan a Rodrigo (Javier Baccaro) ayudante de Edgardo desde hace muchos años, testigo de la tragedia y que toma a este como figura paterna, situación que no parece reciproca, pero que no es rechazada. Simultáneamente Rodrigo esta en proceso de ser padre, situación que promovida por la madre de la futura bebe, ya saben que es nena, le exige mejores condiciones laborales, que el pago de sueldo no se atrase, usar casco, que le provea de un seguro de vida, inscripción en obra social. Se establecen así dos tramas que se superponen, la de la paternidad y la de exponer la fragilidad de las condiciones laborales a lo que están expuestos los albañiles. (Esto también fue abordado en otros filmes como “Mundo Grúa” en 1999). Ambos conflictos planteados no terminan por priorizar uno sobre el otro, se presentan conflictos menores, se resuelven rápidamente pero que no permiten que avance el relato de manera lineal sin sobresaltos. En algún punto da la sensación que no supieron como continuar el relato y se apresuraron para cerrarlo, claro que con otra elipsis temporal, mas definida, por supuesto. Por momentos parecería ser que son amateurs, Salvo Néstor Villa, lo que daría cuenta de la buena dirección de actores, o al menos una buena selección.
El filme abre con una cámara en posición cenital, en el espacio físico que le da el titulo original, una voz en off recuerda su infancia en ese lugar, luego sabremos que el narrador es Jamie (Josh O´Connor), sin embargo es Grace (Annette Benning), su madre quien aparece en imágenes recordando la escena narrada. La música incidental nos instala en un clima que tiene más de melancolía que de drama. Anticipando sobre que versara el texto. Como si fuera una constante, las voces serán anticipatorias a la imagen, en la siguiente escena es Grace quien esta recitando un poema, mientras las imágenes nos adentran en su casa, para presentarnos a Edward (Billy Nighy), ellos conforman una pareja con muchos años de casados. Un detalle interesante, que durante el desarrollo del relato cobra significación es que cada uno de ellos tiene su propio escritorio en la misma habitación, en ventanas diferentes, opuestas. Se podría pensar en puntos de vista diferentes. Grace tiene quejas y demandas, Edward solo atina a realizar lo que ella le pide y alejarse. Cuando Jamie viene de visita, Edward aprovecha para anunciarle que va a dejar a su madre, antes que ella lo sepa. Ella no acepta la decisión de su marido, pero es mas una negación de los hechos que una posibilidad de restauración de algo que se ha resquebrajado. El claramente le presenta la inercia en que se ha convertido ese matrimonio. En el desarrollo de reinsertarse en la vida, mas fácil para él que para ella, Jamie se planteara esa posibilidad de dar cuenta que la fruta no cayo lejos del árbol, identificándose con su padre. No hay juicio, solo dar cuenta de sus propias imposibilidades afectivas. Aquí ayuda para sintetizar, el titulo del libro escrito por la psiquiatra argentina Silvia Obiols, “Adultos en Crisis, Jóvenes a la Deriva”. Todo lo que sigue después es el recorrido de ambos para retornar como puedan con sus vidas, la diferencia con cualquier otro drama similar, es la inclusión de Jamie en ese recorrido. De estructura narrativa netamente clásica, progresiva, acompañada con un buen trabajo de fotografía y empatizada con la banda sonora. Sin embargo el filme se antoja demasiado plano, pausado, los personajes y sus relaciones se representan de manera superficial, solo pantallazos de cada uno, el mutismo de él, la verborragia muy irónica de ella y poco mas. Tampoco es que sea necesario. Si algo sostiene al filme son las actuaciones, pero no es de sorprender, la pareja protagónica tiene mucho recorrido y hándicap al respecto, Josh O´Connor da cuenta de un futuro promisorio como actor. Pero esto solo no alcanza. El film finaliza con imágenes del mismo espacio físico con que empieza, algo de la circularidad espiralada de la historia, la voz en off de Jamie y un texto demasiado edulcorado, muy hollywoodense, que termina deteriorando en parte la estructura inglesa de la narración que la posicionaba de manera diferente.
Este filme se presenta como pretencioso desde un principio, la elección de la paleta cromática, o la ausencia de ella sinceramente, digamos que el uso del blanco y negro no esta justificado en ningún momento. Solo parece haberse elegido en función del impacto que pueda generar en relación a la calificación que le otorgarían los especialistas. Pues en tanto construcción de relato, guión y desarrollo de los personajes no termina por estar bien definido, como que algo se quedo a mitad de camino entre el papel y el audiovisual. Johnny (Joaquin Phoenix), es un reportero de radio en Nueva York. Su última historia lo encuentra entrevistando a niños (sin guión) sobre lo que podría depararles el futuro, como ven el mundo hoy, "¿Qué te preocupa?" “¿Cómo crees que se verán las ciudades?” “¿Qué te gustaría decirles a los adultos?” El resultado es un poco más trivial de lo usual. Si las películas de Mike Mills normalmente aluden a la confluencia donde colisionan lo personal y lo universal, esta puede ser in-específico de una manera que se desvía hacia una clara perífrasis. La mayor parte del metraje se centra en la relación de un tío con su sobrino al que no ve asiduamente, que por pedido de su hermana se hace cargo por un tiempo. Recuerdo a la ganadora del Oscar a mejor película extranjera en 1996 “Kolja”, en la cual un hombre debe hacerse cargo de un niño de 6 o 7 años, cuando la madre desaparece. Pero las comparaciones son odiosas. Ante el llamado de su hermana Viv (Gaby Hoffmann) para que se haga cargo de Jesse (Woody Norman), Johnny concurre ya que algo de esa relación se vio afectada por la muerte de la madre de ambos y esta sería una buena oportunidad de sanar la relación. Sin excusa aparente, ella debe ir a ayudar a Paul (Scott McNary) su ex esposo y padre de Jesse, que ha sido internado por sufrir otra descompensación psíquica. Jesse no es un niño común y corriente, para definirlo con pocas palabras, sería algo así como una Mafalda (salvando las distancias, claro), en versión varón y yankee. Juntos emprenderan un viaje casi iniciatico, del desconocimiento entre ambos, a la desconfianza, llegando a la conjunción sostenida por el afecto. El filme no es otra cosa, así de sencillo, pero esa grandilocuente pretenciosidad también se siente desde la banda de sonido, dos veces se escucha de manera extra diegetica, el “Requiem” de Mozart y “Claro de Luna” de Claude Debussy, piezas musicales de una belleza extraordinaria, pero que solo están expuestas de manera empática, con el solo fin de generar sensaciones en el espectador. Estas son las dos que pude reconocer, el resto de la banda musical, genera esa misma sensación. El filme no aburre, eso debido principalmente al poder de seducción, bien entendida, de sus protagonistas, otra gran actuación del ganador del Oscar y una prometedora performance actoral del joven Woody Norman. En realidad esta bien contada, pero de original tiene nada la idea, me viene a la mente “El Pibe” (1921) de Charles Chaplin, también en blanco y negro.