Todo vale contra los narcos El nuevo filme de Denis Villeneuve reafirma la fuerza que este realizador le imprime a sus trabajos y permite que sus tres protagonistas se luzcan en papeles por demás comprometidos. Recomendada La guerra de los Estados Unidos contra los cárteles de la droga mexicanos se ha convertido en una sucesión de batallas en las que la violencia y crueldad desplegada por éstos últimos se ha desmadrado de tal manera que los titulares de los periódicos de todo el mundo la reflejan en una sucesión de fotografías que causan impacto. En esta línea, el director canadiense Denis Villeneuve, que en 2014 resultó el nominado sorpresa a los premios Oscar con La Sospecha toma el mando de una historia que busca todo el tiempo impactar en base a su crudeza y realismo. La historia de Sicario relata cómo la agente del FBI Kate Macer (Emily Blunt) acepta trabajar con Matt Graver (Josh Brolin), oficial de una agencia gubernamental que la necesita para "legalizar" sus actividades a ambos lados de la frontera entre México y los Estados Unidos. Graver cuenta además con un asesor colombiano llamado simplemente Alejandro (Benicio Del Toro) que oculta tras su dureza un conflictivo pasado pero que resulta de fundamental importancia para forzar al máximo las leyes y poder enfrentar así a los que no tienen ley. El filme cuenta con un guión del actor Taylor Sheridan (de la serie Sons of Anarchy) que escarba en toda la mugre que se acumula en esa frontera, que antes se cruzaba por autopistas y ahora por túneles subterráneos, y que lleva a su país a desplegar una doble moral en la que el "fuego se combate con fuego". Sin embargo, el verdadero fuerte del filme es el manejo del suspenso del que siempre hace gala Villneuve y que han convertido a sus anteriores filmes (la citada La Sospecha así como también Incendies y El Hombre Duplicado) que provoca en el espectador un estado de alerta más profundo que en los propios protagonistas cuando deben enfrentarse a algún peligro. Claro que la historia no sería lo mismo sin la intervención del magistral director de fotografía Roger Deakins y la soberbia banda sonora de Johan Johannsson que conspiran para que las imágenes sean atrapantes durante las dos horas que dura el filme. Lo más destacable del filme es que, tomando el material disponible sobre el narcotráfico, los problemas fronterizos y las acciones de inteligencia, el director no se pega a ningún "bando" y retrata todo desde su condición de extranjero, como si de un documental se tratase aunque atendiendo a las demandas del mainstream cinéfilo que busca acción y buenas actuaciones. Y de estas dos requerimientos la película cumple y con abundancia ya que la acción no se limita a copiar las escenas típicas de tiroteos entre policías y narcos –que de esas hay y muchas- sino que Villenueve le agrega su toque macabro y brutal como en la secuencia inicial en la que los agentes del FBI encuentran una vivienda repleta con cadáveres actuando como relleno de paredes. Y aunque la realidad supera siempre a la ficción, en esta ocasión los tantos están, por lo menos, empatados. En el plano actoral, en tanto, se destaca la gran performance de Emily Blunt que se va adaptando a los avatares del guión con una versatilidad asombrosa. Si bien, su personaje es el hilo del relato pero se va diluyendo de una agente con la seguridad de una líder de equipo a una persona que se encuentra preguntándose todo el tiempo qué hace junto a gente de la calaña de Graver o Alejandro. "Kate está tentada por este mundo. Se da cuenta de que, aunque hace las cosas conforme a las reglas, no obtiene los resultados que espera, así que ahora quiere creer que puede hacer algo que realmente marque la diferencia; sin embargo, la simple idea de no seguir las reglas pone el mundo de Kate de cabeza y ya nada tiene sentido", contó Blunt acerca de su personaje que en más de un momento recuerda a su colega Jodie Foster en El Silencio de los Inocentes, papel que le valió el Oscar en 1992. El personaje de Benicio del Toro, párrafo aparte, llamó tanto la atención que la productora LionsGate ya pautó una secuela -basada sólo en él- que se filmaría el año próximo. El único punto flojo de Sicario es quizá su título, quizá no el más adecuado para una obra de esta envergadura, pero que a la razón de los títulos "comerciales" que llegan a Latinoamérica como The Martian - Misión Rescate se puede pasar por alto este detalle que en definitiva también conspira contra el suspenso del filme. Al igual que adelantábamos la semana pasada sobre la ya mencionada Misión Rescate, Sicario puede llegar a convertirse en una de las próximas multinominadas a la temporada de premios estadounidenses que comienza en enero y culmina con la entrega de los Oscar a finales de febrero. Eso podría suponer quizá una retribución para Blunt y sobre todo para el director de fotografía Deakins que ya lleva 12 nominaciones sin ser reconocido. Por este trabajo, se lo merece.
El amigo de Garfio Una nueva versión de la clásica novela infantil llega a la pantalla grande aunque en esta ocasión los productores buscaron situarla en un aspecto que nunca se develó sobre el personaje: su origen. Peter Pan es quizá uno de los personajes literarios que más adaptaciones al cine ha tenido ya sea en la película que cuenta su historia producida por Walt Disney y la versión con actores de 2003 dirigida por P.H. Hogan, sobre su futuro (Hook, de Steven Spielberg) o sobre su creador James M. Barrie (Descubriendo el País de Nunca Jamás con Johnny Depp), pero hasta el momento nadie –salvo el historietista francés Regis Loisel - se había puesto a trabajar sobre su origen. ¿Cómo llegó Peter Pan al país de Nunca Jamás y se convirtió en el niño que no puede crecer? Esta idea fue el disparador para que el guionista Jason Fuchs (La Era de Hielo 4) desarrolle una historia en la que Peter (Levi Miller) es un huérfano de 12 años que espera a que su madre vuelva a buscarlo mientras hace las mil y unas en el convento en el que vive, mientras afuera caen las bombas alemanas en plena Segunda Guerra Mundial. Pero la codiciosa madre superiora de ese establecimiento tiene un convenio secreto con el oscuro pirata Barbanegra (un malísimo Hugh Jackman) por el cual le provee de "trabajadores" gratuitos para sus minas a cambio de oro. Peter logra colarse en el barco volador del pirata y llega a Nunca Jamás donde no tardará en llamar la atención del villano y de un joven aventurero que se encuentra allí trabajando; James Hook, o el futuro Capitán Garfio, interpretado por Garrett Hedlund. De allí en más, el pequeño emprenderá una carrera contra el tiempo para contactar a la tribu de aborígenes liderados por Tigrilla (la bella Rodney Mara) que habitan la selva de esa tierra de fantasía y que se han convertido en la última línea de defensa que evita que el malvado capitán se haga con el control de la isla. Lo mejor que podía pasarle al previsible guión de Fuchs (en el que también metieron mano Greg Berlanti, Sarah Schechter y el nominado al Oscar, Paul Webster) es sin duda la llegada de del director británico Joe Wright (que ya adaptó las novelas Anna Karenina, Deseo y Pecado y Orgullo y Prejuicio) y que se encargó de agregarle a la historia la suficiente acción como para que la atención no decaiga en las dos horas que dura el filme. A medida que la trama se desarrolla comienzan a aparecer los otros personajes clásicos del relato como las sirenas, el cocodrilo, y –por supuesto- el hada Campanita, aquí marginada a un rol muncho menor que en anteriores ocasiones en pos del personaje de Mara. Pero la incógnita con la que juega todo el tiempo el filme –y deja librada a una futura secuela- es cómo llegan Peter y Hook a convertirse en despiadados adversarios. El director también ha tomado la precaución de cuidar que la historia sea apta para todos los públicos y por eso las acciones violentas están enfocadas desde otro ángulo para que no se vea, por ejemplo, las muertes de algunos personajes (que desaparecen en una nube multicolor o están fuera de plano) y otras acciones que podrían herir susceptibilidades. Mención aparte para la versión infantil de "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana que los niños mineros cantan para recibir a Barbanegra. El apartado técnico es lo que sin dudas salva al filme de ser una más de aventuras, ya que la recreación de Nunca Jamás –mucho más fantástica inclusive que la de P.H. Hogan- y que corre por cuenta de los directores de fotografía Seamus McGarvey y John Mathieson y a la diseñadora de producción Aline Bonetto, a la diseñadora de vestuario Jacqueline Durran, todos ellos nominados y ganadores del premio Oscar. Las actuaciones tampoco descollan pero tratándose de actores de origen inglés y australiano (salvo Mara), la media se eleva un poco más de lo habitual y permite destacarse a la estrella principal, Hugh Jackman, que se come la pantalla con cada aparición de lo malvado que puede ser. En definitiva, la previsibilidad del guión le quita una buena cantidad de puntos a este Peter Pan, que de todas maneras se convierte en una opción más que adecuada para pasar un buen rato con los chicos descubriendo el origen de uno de los personajes más emblemáticos de la literatura infantil, que además promete una secuela.
Un náufrago en Marte La nueva película de Ridley Scott recupera la mejor faceta del cineasta británico que logra un trabajo con grandes probabilidades de llevarse media docena de Oscars Dentro de la amplia gama de película de ciencia ficción situadas en el espacio exterior, un gran porcentaje de ellas se encuentran ambientadas o está referidas al planeta Marte. Las dos versiones de La Guerra de los Mundos, John Carter, Misión a Marte, Planeta Rojo, ¡Marte Ataca! Y Marte Necesita Madres son algunos de los ejemplos más famosos y recientes. Pero, con el reciente descubrimiento de agua en el planeta rojo, y la constante transmisión de fotografías provenientes del robot Curiosity, el cuarto planeta está más presente que nunca en la mente de la humanidad, y eso lo convierte en el perfecto candidato a ser colonizado, aunque sea cinematográficamente, claro está. En esta contexto, llega El Marciano (The Martian), que por esos avatares del marketing internacional, fue rebautizada para su estreno en Latinoamérica como Misión Rescate, un título que suena un tanto "berretón" para una obra de esta envergadura, pero que sin embargo se convierte en una pequeña mancha, un detalle menor en un film que cuenta con un reparto multiestelar encabezado por Matt Damon, Jeff Daniels, Jessica Chastain, Sean Bean, Kate Mara, Michael Peña y Chiwetel Ejiofor, entre muchos otros. La historia, basada en la novela del mismo título escrita por Andy Weir y difundida por capítulos a través de su blog, relata la odisea que debe vivir el astronauta Mark Watney (Damon) cuando la tripulación de la misión espacial que lo llevó a pisar suelo marciano lo da por muerto tras una tormenta y abandona la superficie en una emergencia. Recuperado del accidente, Watney emprende un camino hacia la supervivencia en un planeta hostil en el que no puede cultivar alimentos, ni conseguir oxígeno armado sólo con su iniciativa a prueba de balas y sus impresionantes conocimientos de botánica, química y física. "Puedes resignarte o ponerte a trabajar", dice en algún momento del filme el protagonista. Por su parte, la NASA, enterada de la supervivencia de Watney, debe organizar una misión de rescate en tiempo récord. Y si bien todo esto le puede sonar conocido a algún cinéfilo que haya visto la película de 1964 Robinson Crusoe en Marte, la historia que Scott encara va para el lado de la ciencia ficción "seria", con constantes referencias a la cultura "nerd" aunque sin descolocar al espectador no acostumbrado a escuchar tantos nombres extraídos de la tabla periódica por segundo. Para dar una idea, el espectador se verá inmerso en una película más al estilo de Gravedad de Alfonso Cuarón que la fallida (en taquilla, no en calidad) Interestelar de Christopher Nolan. Porque aquí surge un apartado intelectual y es el de los lenguajes que utilizan los autores de ciencia ficción para contar sus historias: por un lado están aquellos que ubican al hombre en la inmensidad del espacio sideral al tiempo que desarrollan una analogía de la filosofía y la metafísica –con exponentes inmensos como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke- y aquellos que apelan directamente a la aventura y a la capacidad física e intelectual de los protagonistas para sortear los obstáculos que se le presenten, tal como hacía Robert Heinlein. En este caso, y a pesar de que Weir es un confeso fanático de Heinlein, la traslación de su obra se ubica en el exacto medio de ambos estilos. En el aspecto técnico, Misión Rescate (o El Marciano, como quiera llamarla), es uno de esos filmes en los que Ridley Scott demuestra su obsesión por los pequeños detalles y se puede relajar del plano actoral al contar con tremendos intérpretes, la mayoría de los cuales sólo actúan en poco menos de la mitad del filme. El resto es mérito propio de Matt Damon, cuyo trabajo recuerda enormemente al Náufrago de Tom Hanks y Robert Zemeckis aunque en una situación mucho más compleja. La banda de sonido del filme es un tema aparte en el que se conjugan varios temas de música disco -el espectador descubrirá el porqué a lo largo de la obra- así como también clásicos como Starman de Davis Bowie que amenizan la larga espera de Watney. Por lo demás, el filme cuenta con dos horas y media de duración que se pasan volando con el adecuado equilibrio entre ciencia, drama y humor (del negro, claro, ya que Watney sabe que sus posibilidades de sobrevivir son limitadísimas) que entretienen -y cumplen la función básica para la que fue creado el cine- e incluso soprenden, por lo cual, y esto a consideración del crítico, puede convertirse en las próximas semanas en una seria candidata a llevarse unos cuantos premios Oscar, incluido el de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor.
El Clan a la holandesa La nueva película protagonizada por Anthony Hopkins relata la historia detrás del rescate más costoso jamás pagado por una persona. Justo cuando la película El Clan, basada en los secuestros que hicieron famosa a la familia Puccio, bate récords de taquilla, llega a las pantallas locales El Gran Secuestro de Mr. Heineken (Kidnapping Mr. Heineken), basada en la también real historia del rescate más caro jamás pagado por una persona en el mundo. El filme tiene lugar en Amsterdam, en 1983, cuando un grupo de cinco amigos busca la manera más fácil de hacer dinero y, tras robar un banco, opta por encarar el secuestro del magnate Freddy Heineken, propietario de la compañía cervecera que lleva su nombre. Willem Holleeder, Cor van Hout, Jan Boellard, Martin Erkamps y Frans Meijer orquestan un plan para capturar al millonario y a su chofer, y lo concretan pidiendo por él la impresionante cifra de 50 millones de dólares. "Hay dos maneras de ser rico: una es tener dinero y la otra es tener amigos. Pero ambas cosas no se pueden mezclar", le dice Heineken a uno de sus secuestradores durante su "estadía" en la guarida donde lo tuvieron oculto por varios días; y tiene razón ya que el cobro del dinero comienza a hacer estragos entre los amigos que dudan de que el plan se vaya a concretar satisfactoriamente. Si bien Anthony Hopkins es la figura convocante del filme (y por ende su espacio en el póster es notoriamente más destacado que el de los demás actores), sus apariciones se limitan a lo estrictamente necesario aunque, carisma de por medio, su presencia se nota en cada una de ellas. San Worthington y Jim Sturgess regresan a la gran pantalla en los papeles de dos de estos secuestradores que llevan a cabo sus acciones sin experiencia previa y luego pagan los costos con creces. El guión, basado en el libro escrito por Peter DeVries es claro y preciso pero la cámara que dirige Daniel Alfredson, responsable de los últimas entregas de la (hasta ahora) trilogía Millenium, no llega a abarcar todo lo que quiere decir (a pesar de las muy buenas secuencias de acción, incluida una persecución acuática) y en algunas ocasiones, el espectador se puede sentir algo incómodo, no por las imágenes sino por la sucesión de hechos que poco tienen que aportar al filme que se extiende por 147 innecesarios minutos. De todas maneras, la historia es lo suficientemente atractiva como para convertirse en interesante mientras que el nombre de Hopkins le deparará no pocos espectadores en su semana de estreno.
Jóvenes de súper acción La secuela de uno de los filmes sorpresa de 2014 llega de la mano del mismo director pero con una fórmula diferente: rienda suelta a la acción incesante. A catorce años del estreno de Harry Potter y la Piedra Filosofal, la inmensa cantidad de filmes basados en novelas para adolescentes han pasado como un infinito río por delante de los ojos de los espectadores, que de tanto en tanto suelen pescar algún exponente destacable. Divergente, Los Juegos del Hambre y ahora Maze Runner son algunas de estas adaptaciones que lograron pasar el inescrutable filtro del público púber (y del adulto también por supuesto) que les dio el background necesario para hacer acreedores de una secuela. En el caso del filme que hoy nos ocupa, Maze Runner: Prueba de Fuego (Maze Runner: The Scorch Trials, 2015), cabe destacar que con las tres novelas de James Dashner publicadas y apenas difundidas, la primera entrega logró llevar unos cuantos cientos de miles de espectadores a las salas a fines del 2014. La propuesta de entonces era simple: un grupo de adolescentes viven cerca de un laberinto que ninguno de ellos pudo sortear y que guarda en su interior terribles peligros. El joven Thomas (Dylan O´Brien) llega al lugar con su memoria borrada y muy pronto se propone salir de allí a como dé lugar. Esta segunda entrega, encuentra al grupo de supervivientes del filme original dentro de las instalaciones de un grupo de adultos que, en apariencia, quiere ayudarlos pero que no despierta demasiada confianza en los protagonistas. Prestos a escapar de las garras de Janson (Aidan Gillen) y sus hombres, Thomas y sus amigos terminan vagando por el desierto en el que se ha convertido la Tierra luego de la plaga que azotó a la humanidad y los dejó convertidos en una suerte de hambrientos zombies, más parecidos a los de Exterminio (28 Days Later, 2003) que a los de The Walking Dead. El director Wes Ball (que debutó en el cine con la primera entrega) vuelve a ponerse tras la cámara aunque en esta ocasión apuesta a redoblar la acción, que en la primera entrega no abundaba tanto. Esto hace que el film no pierda dinamismo en pos de un relato que no se muestra muy brillante, sino muy por el contrario como algo clásico y trillado, al punto de que se puede advertir lo que vendrá. Sin embargo, el aporte de Ball a este filme lo salva y lo saca a flote, por sobre la media de lo que los estrenos de los últimos meses. En resumen, en Maze Runner, la Prueba de Fuego tiene un 8.
Acción por encargo Una nueva versión fílmica del clásico videogame trae otra vez a la pantalla al asesino del código de barras en la nuca, más frío que nunca a la hora de ir al trabajo. Es cada vez más frecuente en Hollywood el caso de las las llamadas "remakes" o "reboteos" (reinicios) de franquicias fílmicas que, por alguna razón específica, no funcionaron o se interrumpieron en el pasado. Películas como Hulk, El Hombre Increíble (2008), El Sorprendente Hombre Araña (2012) y El Hombre de Acero (2013) son algunos ejemplos de que para Hollywood, cinco o siete años bastan para dejar atrás malas experiencias e intentar de nuevo. Claro, hay muchos millones de dólares en juego, muchos de ellos utilizados para adquirir licencias de novelas, comics, series de TV o, como ocurre con Hitman Agente 47, en un videojuego. Este personaje, basado en una serie de cinco videojuegos creados por Eidos Interactive, ya tuvo una versión fílmica protagonizada por el actor Timothy Olyphant y dirigida por Xavier Gens que se estrenó en 2007 y pasó sin pena ni gloria por los cines del mundo. De todas maneras, no es extraño que el filme haya sufrido ese destino ya que la mayoría de las películas basadas en "fichines" –salvo honrosas excepciones como Mortal Kombat y Tomb Raider- han tenido destinos poco menos que funestos en las salas. Pero el empeño y el ansia de dólares de los productores siempre prevalece... Hete aquí entonces que todo lo visto sobre el personaje en el primer filme vuelve a foja cero y de esta manera el asesino del código de barras en la nuca regresa a las andadas sin respetar las leyes de la sociedad ni las de la física. En esta ocasión, el británico Rupert Friend es el encargado de insuflarle vida (se podría decir que más bien movilidad) al Hitman del título que en esta ocasión es presentado como el Terminator de la película original, que busca a la coprotagonista durante medio film para eliminarla. El objetivo del Agente 47 es encontrar al Doctor Litvenko, el científico que creó el programa del asesino perfecto al que él pertenece y es Katia (Hannah Ware) la única que puede llevarlo a él; pero ella está bien protegida por John, un agente enviado por una agencia desconocida. El filme rebosa de acción por los cuatro costados de la pantalla y no suelen pasar más de 4 o 5 minutos de diálogos entre cada escena de persecución, tiroteo o peleas. Estas escenas a veces son tan trepidantes que el espectador no llega a preguntarse la causa por la cual todos los involucrados en un mano a mano convergen en un taller donde se está construyendo una turbina de avión o porqué las decenas de autos inmóviles que ocupan la calle donde se desarrolla un tiroteo son del mismo modelo y están todos pintados con los colores primarios solamente. No está claro si este tipo de elementos fueron incluidos por el director debutante Alexander Bach como una referencia directa a los videojuegos, donde estos elementos y situaciones predominan, o si es un pifie. En definitiva, Hitman no es una película que vaya a trascender en el ámbito de la cinematografía mundial ni mucho menor sino una de esas que mantienen caliente el motor de la maquinaria de Hollywood y que no es otra cosa que una colección de escenas de acción bien coreografiadas, hilvanadas entre sí por un relato mínimamente coherente (dentro de lo que la fantasía de la historia propone, por supuesto), una damisela en desgracia (siempre bella ella) y un calvo protagonista, algo que parece haberse convertido en un cánon dentro del género tras el paso de astros como Bruce Willis y Jason Statham, entre otros. En resumen, Hitman puede funcionar como un excelente divertimento si no tiene idea idea de qué va a ir a ver al cine o tiene una hora y media libre hasta que deba ir a buscar a su hijo al colegio.
Función privada La secuela del filme sorpresa de 2012 llega a las pantallas argentinas con su protagonista ahora convertido en una famosa estrella de Hollywood. Cuando en 2012 Magic Mike llegó a los cines de Estados Unidos, sólo el público que sigue el cine de Steven Soderbergh y las pocas fanáticas del actor Channing Tatum y de los strippers esperaban algo de ella. Pero ocurrió uno de esos raros fenómenos del "boca a boca" que los veranos yanquis suelen fomentar y por eso el filme se convirtió en un mega éxito de taquilla que recaudó 167 millones de dólares... ¡con tan solo 7 (siete) de costo! Con esas cifras, no es de extrañar que Tatum se convirtiera en cuestión de meses en el "hombre más sexy del mundo", según la revista CQ y el filme se convirtiera en una de esas producciones "de culto", por más que la temática sea la de la danza exótica y el circuito del dinero fácil. Menos raro es que, en una época en la que las idead no salen con la facilidad de antes, el propio Soderbergh decidiera exprimir un poco más el jugo a estos personajes con una secuela que delegó –tras otorgarle el doble de presupuesto- en el director Gregory Jacobs, el responsable de Criminal, la remake norteamericana de 9 Reinas. Y la verdad es que la "magia" de Mike sigue funcionando de la misma manera ya que el film se reinventa del drama romántico de la original en una clásica "road movie" (película de carretera) en la que varios de los protagonistas de la primera entrega emprenden el camino hacia una convención de strippers que se desarrollará en Miami y que puede tanto consagrarlos como enterrándolos en el más profundo de los pozos. A pesar de encontrarse retirado, Mike acepta acompañar a sus amigos en un viaje que lo saque de una decepción amorosa que le dio un vuelco a su vida. Y de esta manera se presenta ante el espectador un filme que comienza como una de esas producciones independientes que suelen cosechar premios en pequeños festivales pero que, poco a poco, se acerca al "mainstream" del cine norteamericano, con espectaculares coreografías, mucha música y show, mucho show. Pero a pesar de la diversión en pantalla, el film requiere una distensión difícil de lograr en el público local respecto a los strippers, algo que se notó en la taquilla de la primera entrega que si bien no fue mala no alcanzó las cotas que si obtuvo el estreno en los Estados Unidos. Cabe destacar que Magic Mike se estrenó en el país a casi siete meses de llegar a las pantallas norteamericanas y en medio de una catarata de filmes nominados al Oscar. En definitiva, ir a ver esta segunda tanda de strip tease puede culminar en una de esas charlas de pareja que terminan en "vos andá a verla que yo entro a esta de Hitman y te espero a la salida", o bien en un consentimiento mutuo que derive en un divertido momento juntos; o una excelente excusa para festejar una despedida de soltera o –por supuesto- de casada.
Retro aggiornado La nueva película del director de Sherlock Holmes logra capturar el espíritu de la serie televisiva y le agrega un trabajo excepcional de cámaras y actores que hace olvidar eso de que “todo tiempo pasado fue mejor” En esta época de revivals y adaptaciones de obras diversas a las que la industria de Hollywood ha acostumbrado a los consumidores de filmes, siempre es de agradecer que por lo menos uno de los directores a los que asignan este tipo de trabajos se tome su responsabilidad en serio y lleva adelante un film como "El Agente de C.I.P.O.L." El filme, producido por Warner Bros. está basado en la serie homónima que protagonizaron Robert Vaugh y David McCallum entre los años 1964 y 1968, aunque actúa a modo de "capítulo cero" ya que cuenta el origen de estos personajes. Un detalle de muy buen gusto que se han dado desde la producción del filme ha sido ambientar la historia en la década de 1960, a diferencia de otros productos de este tipo –caso Brigada A, por ejemplo- que suelen adaptar a personajes clásicos a la actualidad para ahorrar costos. De esta manera, la recordada –y quizá todavía vigente- Guerra Fría es una protagonista más de la historia. Guy Ritchie, quizá el director que mejor supo vender el cine inglés en los Estados Unidos merced a filmes como Snatch: Cerdos y Diamantes y las dos entregas de Sherlock Holmes protagonizadas por Robert Downey Jr. y Jude Law, vuelve a desplegar su cada día más amplia galería de trucos visuales –en este caso agrega una división de pantalla al estilo del de la serie 24 pero más dinámico- y su típico humor inglés adaptado al cine industrial norteamericano. En esta ocasión son Henry Cavill y Armie Hammer los encargados de darle vida a los agentes de la organización secreta C.I.P.O.L. (U.N.C.L.E. en inglés que a su vez significa "tío"). Cavill. Muy en boga en la actualidad por su interpretación de Superman en El Hombre de Acero y la inminente Batman vs Superman, interpreta a un Napoleón Solo muy parecido al original pero con muchos toques del 007 que hacía Roger Moore, mientras que Hammer –todavía recuperándose de su fallida versión de El Llanero Solitario- demuestra lo suyo como el soviético Illya Kuryakin, que inspiró también al nombre de la banda de Dante Spinetta y Emanuel Horvilleur. Ambos agentes, de bandos opuestos, deberán colaborar muy a pesar de ellos en un caso que pone en jaque la seguridad de un mundo ya de por sí inestable cuando un científico nuclear desaparece con los planos para crear una bomba de gran poder destructivo. Además de Cavill y Hammer, una gran cuota de pantalla se la llevan las chicas Alicia Vikander como la dama en peligro y Elizabeth Debicki como una fría pero sensual empresaria, y villana de turno como debe ser. El filme cuenta también con la participación de Hugh Grant, al que desafiamos a encontrar en los primeros cuarenta minutos de pantalla. Mérito aparte merece la banda de sonido, compuesta por canciones que RETROtraen a la década en que transcurre la acción y que puede significar un hermoso regalo para la abuela en su cumpleaños. Resumiendo, El Agente de C.I.P.O.L. obtiene justicia, y no sólo a nivel ficción, con este filme lleno de divertidas situaciones, trepidante acción y mucho humor, características más que suficientes para que valga la pena pagar la entrada.
El Clan que va a dar el gran golpe La nueva película de Pablo Trapero no hace sino confirmar que el realizador se supera filme a filme. Además de un Francella impagable, se luce Peter Lanzani. El cine policial es uno de los géneros de mayor éxito en la filmografía nacional. Acaso por el hecho de que no se necesita un gran presupuesto para contar una historia atrapante o tal vez por la gran cantidad de consumidores de novelas de Raymond Chandler, los mayores éxitos de taquilla pertenecen a películas de este corte. Pablo Trapero, por su parte, es un cineasta que ha recorrido en los últimos 15 años un camino que fue de convertirse en uno de los preferidos de la crítica, con discretos éxitos de taquilla, a uno de los más convocantes a las salas porteñas. Tan sólo Elefante Blanco, su último filme hasta el momento, convocó 150 mil espectadores en un centenar de salas en su fin de semana de estreno y llevó un total de 700 mil almas a los cines locales. Para El Clan, Trapero subió la apuesta y decidió contar una historia más afincada en la realidad, la de los secuestros llevados a cabo por Arquímedes Puccio y su familia durante la década de 1980 que sacudieron al país por su crueldad y sadismo. Para llevar a cabo esta obra, que ya antes de su estreno va camino a convertirse en un clásico del cine argentino, Trapero convocó no ya a Ricardo Darín –protagonista de Elefante... y Carancho- sino a otro actor que sorprendió al público con su faceta dramática: Guillermo Francella. En efecto, Francella no podría haberse convertido en mejor elección para el papel ya que la audiencia no lo tiene identificado en este tipo de papeles –sólo hay dos antecedentes en Vidas Robadas (2008) e Historia de un Trepador (1984)-y por eso resulta sorpresivo apreciar su versión del afamado delincuente. Interiorizado por la riqueza que contenía en su interior un personaje tan controvertido como Arquímedes Puccio, Francella logra sacarle hasta la última gota que las dos horas del filme le permiten. La otra gran sorpresa del filme radica en la presencia de Peter Lanzani, un multifacético actor que está más que dispuesto a dejar atrás el rótulo de "Made in Cris Morena" y que a tan sólo un año de culminar la segunda temporada de Aliados ya protagonizó la obra musical Camila, estrenó recientemente en teatro Equus (que popularizó en la década de 1970 Miguel Ángel Solá y hace poco tiempo atrás Daniel Radcliffe, el actor de las películas de Harry Potter) y ahora se pone en la piel del traumado Alejandro Puccio con una versatilidad asombrosa. Quien subestima a este actor, mejor que vea este filme para redescubrirlo. La trama del filme, brillantemente planificada, retrotrae al espectador a una zigzagueante narración que va y viene entre los primeros cinco años de la década de 1980 que convirtió a los Puccio en un clan dedicado al crimen, muy a pesar de la reticencia de algunos de ellos a participar de los secuestros. Sorprende también la ambientación ya que, si bien la casa donde se filmó la película no es la que originalmente utilizó la familia como vivienda – aguantadero, se han cuidado los looks de los actores, los vehículos utilizados, los decorados e incluso los billetes que utilizan los personajes son pesos de la vieja denominación. Claro que además de estos tres puntos, hay infinidad de causas para ir a ver El Clan pero en el cine lo que importa, o lo que debería importar, es la historia, y este filme presenta una narración impecable sobre un caso que atrapó a la sociedad argentina que no podía creer –y de hecho todavía hay vecinos de los Puccio que no lo creen- que una familia de clase alta se dedicara a un crimen tan aberrante como el secuestro y el asesinato para mantener su nivel de vida. El Clan, en definitiva, es un filme más que recomendable para ver y analizar, en contraposición con los tiempos que corren
Cuatro Fantásticos y nada de tiempo Esta nueva versión del cómic clásico de Marvel cuenta con nuevos intérpretes que no logran llevar a buen puerto una historia pergeñada a las apuradas. Para entender la siguiente crítica hay que tener tres puntos en cuenta: 1) En 1992, el productor alemán Bernd Eichinger le compró a Marvel Comics por 250 mil dólares la opción para realizar un filme basado en la historieta Los Cuatro Fantásticos (Fantastic Four) por medio de Neue Constantin. Como en 1992 no había podido realizar la película, Eichinger –que quería hacer valer su opción y renovarla- se unió con el productor Roger Corman, famoso por sus exitosos filmes de bajo presupuesto, y en un mes –y con un millón de dólares- llevaron a cabo la titánica tarea de filmar una obra que terminó quedando inédita por el bien de la humanidad. 2) En 2005, 20th Century Fox estrenó una versión moderna y fresca sobre el cómic–conocido entre los fanáticos como la Primera Familia por tratarse del súper grupo inicial de Marvel- y en 2007 llegó la secuela en la que se presentaba al personaje del Silver Surfer, con miras a hacer un filme sobre este ícono. 3) En 2009, Disney compró Marvel Comics pero el acuerdo no incluía las licencias vendidas a otros estudios como Paramount, Universal, Sony y Fox. Paramount y Universal arreglaron económicamente el regreso de esos personajes a Disney mientras que Sony decidió lanzar una remake de Spider-Man (el Sorprendente Hombre Araña de 2012) pero tras la desilusionante secuela de 2014, firmó un acuerdo de cooperación entre ambos estudios para "compartir a los personajes" y de esta manera el trepamuros aparecerá en la tercera entrega de Capitán América en marzo de 2016. Fox, por su parte, retuvo los derechos de personajes X-Men, Wolverine, Deadpool y debió negociar entre devolver a los Fantastic Four y Daredevil. Como este último personaje no había tenido una buena recepción en la taquilla, lo devolvió a Marvel (que estrenó este año una serie en Netflix que se convirtió en el mayor éxito del canal hasta el momento) y se quedó con la familia de superhéroes para renovar la licencia para lo cual debía lanzar un filme este año cueste lo que cueste. Y el costo para 20th Century Fox puede ser terrible ya que Los Cuatro Fantásticos probablemente se convierta con el tiempo en una de las películas basadas en historietas más aburridas de este género. Y todo se debe a una serie de caprichos inconcebibles. Vayamos por partes: la necesidad de hacer este film era tan grande que el estudio decidió innovar en todo sentido. Para esto, contrataron al director Josh Trank –cuyo único merito radicaba en haber realizado en forma casi independiente el film Poder Sin Límites (Chronicle), una suerte de Proyecto Blair Witch con seres superpoderosos- y al inexperto guionista Jeremy Slater, que más tarde fue reemplazado por Simon Kinberg, responsable de las nuevas películas de X-Men. Sin embargo, Kinberg parece haber llegado demasiado tarde al proyecto ya que toda la película parece obra de un grupo de estudiantes de cine con gran presupuesto, pocas ideas y muchas ganas de innovar. Para empezar, el film no respeta siquiera en esencia, el origen del grupo y vuelve a caer en la idea de que no sólo los Cuatro Fantásticos, sino también su némesis el Dr. Doom son producto del mismo experimento fallido, en el caso anterior un viaje espacial, y en este una teleportación a una dimensión extraña. La reincidencia en el villano elegido, algo que no le ocurrió ni siquiera a la remake de Spider-Man, lleva a pensar que los derechos del film no incluyen a los clásicos enemigos de los cuatro héroes o bien en una desconcertante falta de imaginación. El siguiente paso –y en esto radica la principal "maldición" que afecta al film- se basa en la raza de uno de los protagonistas. En las historietas, Johnny y Susan Storm son dos hermanos caucásicos que comparten fisonomía. En esta nueva versión, Johnny está interpretado por el ascendente actor afroamericano Michael B. Jordan mientras que Susan es la rubia Kate Mara, de House of Cards. Esto –que se explica en el film como un proceso de adopción internacional- cayó muy mal entre los fanáticos que ya desde el vamos se opusieron a esta elección. Sin embargo, Fox y Trank se opusieron a la oposición, quizá creyendo que menos y menos es más, pero la ecuación del cine es diferente a la aritmética. El resto del elenco lo componen Miles Teller (el de la Oscarizada Whiplash: Música y Obsesión) como Reed Richards y Jamie Bell como "La Cosa", mientras que Toby Kebbel compone a un inquietante Victor Von Doom (el único personaje destacable del filme) y Reg E. Cathey al Dr. Franklin Storm, el mecenas del proyecto que culmina en un desastre, en todo sentido. El apartado técnico, eso sí, demuestra esa teoría que indica que nos encontramos en una suerte de Edad Media digital, en la que los espectadores son analfabetos digitales que se nutren de productos manufacturados por máquinas y sin "corazón". Los efectos especiales cumplen de sobra con su cometido, eso sí. Es, sin embargo, en la construcción de la historia donde radica la principal falla. Los guionistas dividen una obra en "principio", "nudo" y "desenlace" en la que el primer ítem ocupa un cuarto de la obra, el segundo toma dos cuartos y la última parte queda para el tercer acto. Aquí el inicio dura dos cuartos y medio, el segundo acto uno y el desenlace se produce en apenas cinco minutos. Todo este menjunje deja un sabor a poco, como si todo se terminara apenas comenzada la aventura. Para darse una idea, entre el inicio del film y la obtención de los poderes de los protagonistas, pasan entre cuarenta y cinco y cincuenta minutos, y el filme dura poco más de ochenta. De esta manera, Cuatro Fantásticos podrá llegar a llevar a algunos desprevenidos al cine, apoyada por su campaña publicitaria, los pósters de la película y el tráiler, el más visto de la historia de la 20th Century Fox, pero de seguro los fanáticos se apegarán al boicot iniciado por Disney/ Marvel, que no sólo dejó de editar el comic sino que incluso se dio el lujo de "matar" a cuatro personajes con la cara de los actores del film en una de sus historietas y nada menos que con un misil. Y todo por un capricho.