Vivitos y coleando La película que inaugura una nueva trilogía galáctica llega con nuevo director y un elenco que toma la posta de los legendarios actores. Y lo hace muy bien. Y llegó el ansiado día en que, tras diez años, un nuevo filme de Star Wars ve la luz ante los fanáticos y lo hace un día antes que en su país de origen, nada más y nada menos. El Despertar de la Fuerza llega con varios objetivos a cumplir y el primero de ellos es el pase de posta entre la histórica distribuidora 20th Century Fox y Disney, la nueva dueña de Lucasfilm. Es clásico para cualquier fan esperar a escuchar la clásica fanfarria antes del "Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana..." pero el estudio del ratoncito tomó cartas en el asunto para que la cosa se solucione de manera salomónica. El siguiente punto para el director J.J. Abrams era conseguir un elenco de actores que le hiciera justicia y lograr tomar la posta que todavía llevan con dignidad Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher y la verdad es que, como buen conocedor de intérpretes, el casting fue más que correcto y tanto John Boyega como Daisy Riley construyen a Finn y a Rey, que logran una fuerte química en pantalla y se desenvuelven más que bien con el resto. También hay que llenar el "hueco" que dejaron villanos clásicos como el Emperador y Darth Vader y al respecto, se podría decir que ahí la cosa no llega al cien por ciento con cuatro "malos" que no terminan de convencer pero que tampoco están mal. Por demás, el director se encargó de construir un film de Star Wars clásico en el que no faltan las secuencias de acción, el humor (a veces en mayor proporción de lo que sería deseable) y la intriga. Y aunque hay una importantísima revelación en los primeros 50 minutos, todavía quedan muchas incógnitas por revelar en los próximos episodios. La historia en esta entrega cuenta que la Resistencia (el brazo armado de la Nueva República reestablecida tras la caída del Imperio) está en la busca del paradero del maestro Jedi Luke Skywalker, que desapareció hace varios años tras una mala experiencia entrenando a una nueva generación de caballeros Jedi. Pero los miembros de la Resistencia no son los únicos que buscan a Skywalker ya que la Primera Orden, los herederos del Imperio que responden a un misterioso líder llamado Snoke, también quieren dar con su paradero para ponerle fin a su vida y despejar el camino hacia el ascenso del poder en la galaxia. Es una de estas incursiones bélicas en la que un soldado de asalto llamado Finn decide desertar y escapar de su nave con la ayuda de un piloto prisionero llamado Poe Dameron que le cuenta que ha encontrado una importante pista para dar con Skywalker. De ahí en más el ex soldado unirá fuerzas con una chatarrera llamada Rey y juntos intentarán hacer llegar al androide BB8 hasta la base de la Resistencia con la ayuda de un viejo contrabandista llamado Han Solo y su compañero Chewbacca, mientras los villanos les pisan los talones. Pero la verdadera experiencia de ver este nuevo episodio, para los fans maduros es ver cómo se reciclan los mejores elementos de la historia original de George Lucas (un héroe que surge de un planeta desértico junto a un androide, un villano que busca destruir a los caballeros Jedi por completo, un arma interplanetaria de gran poder destructivo) y se construye un nuevo relato que le permite incluso a los iniciados en la saga comenzar a ver desde este episodio VII en adelante. El regreso de los actores originales es, quizá el tractivo más grande de este filme y el director lo sabe explotar con plenitud ya que los mismos cuentan con un gran protagonismo y minutos en pantalla. La fotografía y los efectos especiales complementan un panorama que pinta muy bien, con planos que emulan (y gracias al avance de las tecnologías, superan) a las realizadas hasta el momento y una gran variedad de personajes interpretados por humanos pero con retoque digitales como los que el realizador ya supo desarrollar en las dos películas de Viaje a las Estrellas (Star Trek) que estrenó en 2009 y 2013 respectivamente. Mención aparte para las batallas espaciales entre los cazas de combate de la Resistencia y la Primera Orden, trepidantes y espectaculares al nivel de las que se desarrollan en los videojuegos de la franquicia. Pero el mayor acierto de Abrams, fanático confeso de la trilogía original que se estrenó entre 1977 y 1983, es que conoce bien la esencia de la franquicia y no cae en los errores que –sin más intención que explicar el contexto- cometió George Lucas con la trilogía de "precuelas" que rompieron las taquillas entre 1999 y 2005. Por ende, en este filme hay poco palabrerío político y mucha pero mucha acción filmada en escenarios naturales de Abu Dabi, Irlanda, Escocia, Islandia y en los inevitables estudios británicos de Pinewood -donde se grabaron las escenas de todos los episodios anteriores-, con la intención de recuperar el espíritu de esas tiempos. Y el resultado no podía ser más logrado ya que, salvo los detalles antes mencionados, El Despertar de la Fuerza es LA película de Star Wars del siglo XXI, un producto muy bien logrado que si bien no logra desbancar a El Imperio Contraataca (esto a criterio del que escribe) como la mejor de todas las películas, sí se puede ubicar tranquilamente en el segundo o tercer puesto (a disputarse con el Episodio IV, "la historia lo dirá") de las siete películas estrenadas hasta ahora; y eso, señores, no es poca cosa. Por el momento, hay equilibrio en la Fuerza.
Terror a la irlandés Una película de terror atípica llega a los cines para demostrar que los tradicionales bosques irlandeses pueden contener algo más que los simpáticos duendes acumuladores de oro. Las películas de terror han invadido las pantallas cinematográficas en este 2015 de tal manera que se podría decir sin temor a equivocación que se pudieron ver una dos por semana en promedio. Esto por un lado es bueno para el espectador que tiene una variedad amplia para elegir pero por el otro da una idea de la magnitud que este género ha adquirido desde los tiempos en que la mayoría de este tipo de filmes llegaba al país en video hasta la actualidad. En todo caso, lo importante es que todos los realizadores de films de terror tiene dos opciones: o buscar algo original que atraiga al espectador o contar su historia con el mayor nivel de presupuesto (o de sangre) posible. En este caso, Los Hijos del Diablo, del debutante Corin Hardy opta por la primera instancia y ubica el relato en un bosque de Irlanda pero no por ello afuera de un contexto socioeconómico adverso como el que se vive en algunos países de Europa como la nación ya mencionada o Grecia, En este contexto, una pareja llega con su bebé recién nacido a un pueblo en el que deciden establecerse gracias a un trabajo que él ha obtenido como "doctor de árboles". Sin embargo, en una caminata a través del bosque descubre un virus que convierte es una suerte de zombis a sus víctimas. Adam, el científico, lleva una muestra del virus a su casa sin saber que eso puede ser la perdición de su familia que completan su esposa Clare y su hijo Finn. Tras esta introducción a la historia, que puede durar un poco más de lo deseado en el público adolescente y potencial destinatario del filme, se desata un juego de gato y ratón entre los protagonistas y esta suerte de "espíritu del bosque" que no les dará tregua con el objeto de apoderarse del bebé. De esta manera, Los Hijos del Diablo, que como se puede ver es otro de esos filmes con título obtenido de manera totalmente aleatoria para Latinoamérica, se convierte en un film con personalidad propia, que logre su cometido de asustar y que el director lleva dignamente durante la mayor parte del metraje a pesar de que seguramente sufrió síndrome de abstinencia para no caer en los miles de convencionalismos del género. De lo que el espectador puede estar seguro es que la propuesta es totalmente original, con monstruos que seguramente Guillermo Del Toro habría querido diseñar y un desarrollo dinámico y divertido.
Por fin llegan superhéroes del conurbano La nueva película de Nicanor Loreti adapta una novela de Leonardo Oyola que plantea qué hubiera pasado si Superman hubiese caído en el conurbano bonaerense Hace poco más de 20 años, la editorial norteamericana DC Comics lanzó una línea de historietas bajo el tópico Elseworlds que planteaba la incógnita sobre qué hubiera ocurrido si sus personajes principales, Batman y Superman, hubieran nacido en otros tiempos y espacios. Bajo esta excusa salieron pequeñas joyas del noveno arte como el "Batman Pirata", de Alan Grant y Enrique Alcatena, o el "Superman: Red Son", que planteaba un hombre de acero salido de la Unión Soviética. Hubo también un proyecto a finales de los ´90 para plantear a Batman como un hijo de desaparecidos que debido a presiones políticas no llegó a prosperar. Pero a Leonardo Oyola, un consagrado escritor argentino, se le ocurrió años atrás, en presencia de estos comics, qué hubiese ocurrido si la nave que traía a Superman hubiese aterrizado en Isidro Casanova y en base a ese concepto recreó no sólo la historia del clásico superhéroe sino también la de la Liga de la Justicia, el grupo de héroes que lidera. En esa línea, llega Kryptonita, adaptación de la novela del mismo título a cargo de Nicanor Loreti, que en 2011 ganó en el Festival de Cine de Mar del Plata el premio al mejor largometraje con Diablo y obtuvo un éxito de taquilla con Socios Por Accidente en 2014. En la historia, la banda de Nafta Súper (Juan Palomino) lleva a su líder malherido a la guardia de un hospital público para que el médico de turno lo reviva, al tiempo que son rodeados por las fuerzas policiales que están dispuestas a entrar al lugar a sangre y fuego. En este apartado cabe aclararse que Kryptonita es una novela en la que se utiliza esta premisa para retratar la vida en el conurbano de manera brutal, en la que se describe el accionar de bandas delictivas, se denuncia la presencia de las maras centroamericanas e incluso la costumbre de los médicos de los hospitales públicos de juntar dinero y pagarle a algún compañero para que le cubra las guardias nocturnas por varios días. Sin embargo, el punto de vista de Loreti es el de homenajear a uno de sus directores favoritos, John Carpenter, con una suerte de Asalto al Precinto 13 (Assault on Precint 13, 1976) y hacia allí va el filme: un equipo ya conformado que busca resistir la embestida y escapar hacia la libertad. Si entendemos este planteo, la película de Loreti, que dura escasos 80 minutos que dejan con ganas de más, cumple de sobra el objetivo. Ahora, lo que se busca es la crítica social a la vida en las villas de emergencia y a la delincuencia que impera en el bajo mundo, lo ideal es buscar un documental. Porque Kryptonita es una película que busca impactar a los fanáticos de las historietas, una tribu que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y que en la actualidad llena salas y salas de cines para ver a Superman, Spider-Man o los Vengadores (ni hablar de la Superman V Batman que llega el próximo año) y lo logra con unos recursos técnicos que parecen más caros de lo que son. Los puntos fuertes del film son, sin embargo, las actuaciones de Diego Cremonesi y Nicolás Vázquez, quienes se colocan en los personajes de manera asombrosa; y ni hablar de la impresionante transformación de Lautaro Delgado como Lady Di, una versión trans de la Mujer Maravilla que no deja ver ni rastro del actor de Los del Suelo. También se destacan Diego Velázquez como El Doctor y Susana Varela como Nilda, la enfermera que debe ayudar al pobre galeno a sobrevivir a la emboscada del hospital por parte de la policía bonaerense. ¿Y Diego Capusotto? El actor no tiene mucho tiempo en pantalla, y de hecho hay una escena escrita para que reaparezca que no estaba en la novela, pero ya se sabe que el cómico vende y esa es la razón de que aparezca en primer plano en los pósters que coparon las calles en la última semana. ¿La ligará la justica finalmente? El público, como siempre, tiene la última palabra.
Pixar con pocas pretensiones La nueva película del consagrado estudio se estrena con un año de atraso y al verla se descubre porqué necesitó ese tiempo extra para llegar a la gran pantalla Hubo un tiempo en el Disney se guardaba los estrenos del estudio de animación Pixar para el verano boreal y dejaba los filmes del estudio, de calidad sensiblemente menor o spin-off de sus éxitos como Aviones, para fin de año. Pero a fines de 2013 se estrenó Frozen y en 2014 hubo que mover varias fichas debido a que por primera vez en ocho años no había un estreno de Pixar para competir en esa fecha. Ocurrió que, tras dos fechas de estreno canceladas, que Un Gran Dinosaurio (The Good Dinosaur) seguía sin estar terminada. De hecho, el film lleva seis años en desarrollo y en el medio perdió a su director original (Bob Peterson) que fue reemplazado por su coequiper Peter Sohn que modificó toda la película apra darle otro tono. El realizador contó que Peterson había imaginado un Arlo con 20 años pero que cuando él se puso al frente del proyecto decidió que la edad del dinosaurio sería de 11 años. "Arlo, del alguna manera -señaló Sohn-, está reflejando mi propia vida, yo represento una minoría en Nueva York, cuando yo era un niño no había allí muchos coreanos y cuando estaba en esa edad de Arlo había muchas cosas que me atemorizaban en el camino de encontrarme a mí mismo". En este contexto, llega finalmente Un Gran Dinosaurio a las pantallas locales con una mínima promoción y en simultáneo con los Estados Unidos (en Argentina, los filmes animados de Disney se estrenan a mediados de diciembre) y el allí se puede ver el porqué de estas demoras. El film es una distopía sobre qué podría haber ocurrido si los dinosaurios no desaparecían de la Tierra tras el choque del asteroide que pudo haber ayudado a su extinción. La historia se centra en el pequeño y débil Arlo, un el más joven de su familia y su viaje de autodescubrimiento junto a un niño humano que se perdió con él luego de ser arrastrados por la corriente de un río. Sohn condstruyó una clásica road movie prehistórica muy bien realizada, con un guión sencillo, personajes enternecedores y divertidos; y todo muy disfrutable. ¿Cuál es el problema entonces con Un Gran Dinosaurio? Que no se diferencia en nada de cualquiera de los cientos de filmes animados que circulan en la actualidad, con pocas ideas narrativas, secuencias ya vistas en otras producciones similares (una de ellas una copia de la muerte de Mufasa en El Rey León, la otra una típica escena de cowboys muy bien adaptada) y una sensación constante de que estamos viendo un refrito de los 20 años de la compañía. En pocas palabras, el sello Pixar le queda grande. Ni siquiera el corto del inicio, que suele acompañar a todos los filmes del estudio, llega a un nivel óptimo y se queda en buenas intenciones, además de repetir temática con la película. Pero a pesar de estas críticas de rigor, es una película recomendable para llevar a ver a los chicos este verano y cumple no sólo en entretener sino en contar una lección de vida que alienta a todos a superar sus miedos.
Llega a los cines argentinos la última entrega de esta historia surgida en una trilogía de novelas y que catapultó a la fama a la actriz Jennifer Lawrence. Pasaron ya tres años y medio del estreno de la primera entrega de Los Juegos del Hambre y en el medio ocurrieron una serie de hitos que transformaron a su protagonista, Jennifer Lawrence, en la actriz mejor paga de Hollywood en la actualidad. La joven ganó un Oscar en 2013 por El Lado Luminoso de la Vida y fue nominada nuevamente por Escándalo Americano al año siguiente y en 2015 ganó la friolera de 52 millones de dólares según la revista Forbes. Por eso, para analizar el fenómeno de una serie de películas basadas en la distopía apocalíptica escrita por Suzanne Collins es imposible separar el mismo de la figura de Lawrence y determinar a si el éxito corresponde a la literatura, a la actriz o a un combinado de ambos. En el caso de este nuevo filme, el cuarto ya, cabe aclarar que es la segunda parte de la adaptación del tercer libro y por ende un intento de los productores de extender lo más que se pueda la vida útil de la licencia, al igual que hicieron antes con Harry Potter y las Reliquias de la Muerte y, más recientemente, El Hobbit. Esto quizá le juegue en contra al film, cuya primera parte ya se notaba muy estirada y no hace otra cosa que repetir la tendencia que a en ocasiones se transforma en una pesadilla dados los 137 minutos de duración de la producción. Con tal cantidad de tiempo, hay tiempo de sobra para que casi todos los personajes del filme se despidan de los fanáticos, sobre todo actores como Elizabeth Bank, cuya Effie casi ni figura en la novela original, o Woody Harrelson y su inolvidable Haymitch. El director Francis Lawrence (realizador de los tres últimos filmes) comprende lo que tiene en mano y trata de aplicar su dinamismo narrativo en la medida de lo posible y transforma a Sinsajo parte 2 en una de acción en la que los tres protagonistas (Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth) se llevan la mayoría de las escenas. Así y todo, las apariciones de los veteranos Donald Sutherland, Julianne Moore y el fallecido Phillip Seymour-Hoffman son tan intensas como para quedar en la memoria. Redondeando, el final de Sinsajo cumple con lo prometido sin grandes sorpresas pero queda en claro que hubiese ganado muchos puntos si hubiese sido exhibida en cines en una sola película de larga duración –tal como ocurrió con la segunda entrega- y reservado todas las escenas extras para la televisión o la edición en DVD pero los ánimos de lucro son más fuertes en Hollywood. En el lado positivo, Jennifer Lawrencce actúa (y bien) en el 98 por ciento del filme.
El gran regreso de M. Night Shyamalan El director del Sexto Sentido regresa de la galería de los condenados con un filme que tiene mucho de su gran éxito y además cumple con el objetivo de asustar Hace 16 años, el director M. Night Shyamalan ingresó al olimpo hollywoodense luego de que su pequeño filme El Sexto Sentido (The Sixth Sense) se convirtiera en un bombazo que arrasó las taquillas del mundo entero. En ese momento, muchos aludieron a la presencia de Bruce Willis como el factor de éxito por lo que un año después, el director probó suerte con El Protegido (Unbreakable) nuevamente con el astro como protagonista y secundado por Samuel L. Jakcson, una dupla de probado éxito en Duro de Matar 3 (Die Hard with a Vengeance). Lo cierto es que tanto a este film como el siguiente –Señales (Signs)- no les fue tan bien y la carrera del director se terminó de desplomar con otros filmes menores como La Aldea, La Dama en el Agua y El Fin de los Tiempos; y ni hablar de su adaptación de la serie animada Avatar, titulada El Último Maestro del Aire. Sin embargo, el tiempo le trajo redención a Shyamalan de la mano de Jason Blum, el dueño de la mayor productora de éxitos de bajo presupuesto de la actualidad, que tiene en su haber todas las entregas de Actividad Paranormal (Paranormal Activity), La Noche del Demonio (Insidious) y Sinister entre muchísimos otros títulos, y que ha convocado al director para su gran regreso. Y al parecer, la mezcla ha resultado ya que Los Huéspedes (The Visit) es un filme que atrapa desde una primera instancia gracias al recurso de presentarlo en primera persona, como para no romper la tradición que el estudio implementó con la ya mencionada Actividad Paranormal y que casi siempre obtiene buenos resultados en este género de sustos varios. El argumento gira en torno a una adolescente y su hermano pequeño que viajan a conocer a sus abuelos, con quien su madre está enemistada hace quince años, y deciden filmar una suerte de documental para hacer que ambas partes se reconcilien con el pasado. Sin embargo, a poco de su llegada, los jóvenes descubrirán una serie de hechos fuera de lo normal que llamarán poderosamente su atención y despertarán sus ganas de investigar qué es lo que está pasando realmente. Como aliciente, el film cuenta con actores que si bien ya hicieron sus primeras armas en la gran pantalla, no son grandes estrellas y por ende aumentan el grado de empatía con los protagonistas: Olivia DeJonge y Ed Oxenbould. Shyamalan se apoya en estos dos protagonistas para contar un típico relato de esos que asustan en la pijamadas y que se han convertido en su especialidad, quizá sin que él mismo lo sepa. Basta mirar hacia atrás para ver que cada vez que se mira a través de los ojos de los niños: la angustia de Cole (el recordado Haley Joel Osment) se siente en carne propia en El Sexto Sentido, así como la emoción del pequeño Joseph (Spencer Treat Clark) al confirmar que su padre no es unapersona común y corriente en El Protegido y la paranoia de los hijos del reverendo Hess (Mel Gibson) ante una posible invasión extraterrestre en Señales-.
Nuevos tiempos, viejos villanos La nueva película del agente 007 repite director y protagonista y encuentra una manera interesante de inyectarle nuevos aires a una franquicia que los necesita constantemente. Eso si, un poco larga. Pasaron ya tres años desde la última vez que vimos a James Bond, el agente 007 al servicio de su majestad, en la piel del actor Daniel Craig, afrontando duras pérdidas y un futuro incierto en la ficción. En el plano real, la franquicia quedó en un momento inmejorable tras el estreno de Skyfall, una película que regresó al personaje a un status quo ideal para contar nuevas historias con el personaje creado por el ex expía Ian Flemming en 1953. Lo cierto es que en su tercer film en la franquicia, Craig logró encontrar el punto justo de un personaje que ha sabido hacer suyo y eso se reflejó no sólo en la recaudación -la mejor para un film de toda la historia de Bond- sino también en las críticas y las nominaciones a premios internacionales. Debido a esta situación, no fue extraño que tanto el protagonista como el director, el británico Sam Mendes (sí, el de Belleza Americana y Camino a la Perdición), aceptaran repetir roles para una nueva aventura que demoró tres años en materializarse. Ahora, llega esta vigésima cuarta entrega cuyo peor pecado radica en ser, precisamente, la que continúa a esa verdadera obra maestra y que presenta no pocas novedades que en ocasiones pueden llegar a ser contraproducentes para los fanáticos más radicales del personaje. En Spectre, Bond vuelve a encontrarse (en realidad lo hace por primera vez teniendo en cuenta que todo se reinició con la ya lejana Casino Royale de 2006) con la legendaria organización terrorista que supo hacerle la vida difícil tanto a Sean Connery como a George Lazenby y, en menor medida, a Roger Moore antes de quedar en el olvido. Bond encuentra una grabación que su difunta jefa M le dejó antes de pasar a mejor vida en la que le da instrucciones para eliminar a un sospechoso de integrar una organización internacional al estilo de la extinguida Quantum. Las pistas llevan a Bond a Italia donde descubrirá que Spectre no sólo está planeando algo realmente grande sino que el grupo está íntimamente ligado a sus orígenes. Como siempre, el espía está rodeado de bellas mujeres, en este caso de una deliciosamente madura Monica Belucci y de una Lea Seydoux en la flor de su carrera, pero ambas garantía de la belleza y sensualidad que se necesita para ser una Bond Girl. Franz Oberhauser, el villano de esta entrega corre por cuenta del galardonado Christoph Waltz (el coronel Hans Landa de Bastardos Sin Gloria), que tiene sus momentos pero no llega a los niveles de maldad del Silva de Javier Bardem de Skyfall. ¿Y el recordado Ernst Stavro Blofeld? Eso es un secreto que el filme se ocupa de revelar oportunamente. También hay un villano de segunda línea a cargo de Andrew Scott (el Moriarty de la serie Sherlock), como un burócrata que desea eliminar el programa de agentes doble cero con apretar una tecla y que funciona como una amenaza extra. También son parte de este film Ralph Fiennes como M, la bella Naomie Harris como Moneypenny, BenWishaw como Q y Rory Kinnear como Tanner, que obtienen geniales intervenciones. Hay también paisajes y vehículos de esos a los que sólo las personas muy adineradas pueden acceder, así como también acción a raudales y de la buena, de la mano de varios extras y de Dave Bautista, que retoma la tradición del villano forzudo al que Bond deberá vencer con algo más que sus puños y su Walter PPK. Mendes, junto al guionista John Logan -el creador de la sensacional serie Penny Dreadful- construye una historia en la que reúne todos los cabos sueltos de los últimas cuatro aventuras y la deja cocinarse, a veces a fuego lento y otras en punto de ebullición. Es quizá esta combinación -lamentablemente los fans de Bond estamos mal acostumbrados después de Skyfall, insisto- la que pueda caer en ocasiones un tanto pesada dada la larga duración del filme (¡dos horas y media!) pero los resultados valen la pena. Es por eso quizá por todo esto que la película se lleve un "muy bueno" en lugar del "excelente" que merecería, eso sin contar los "ajustes" de rigor que continúan cambiando los estándares de la franquicia que con este filme está en condiciones de llegar a un merecido final allá en lo alto. Aunque todos sabemos que eso no va a pasar.
Dos para una Mentira La fructífera relación cinéfila que mantienen Tom Hanks y Steven Spielberg se manifiesta en este atrapante thriller ambientado en plena Guerra Fría. Para todos los admiradores de la dupla Tom Hanks y Steven Spielberg, que tan buenos momentos nos proporcionaron con Rescatando al Soldado Ryan, Atrápame Si Puedes y La Terminal, regresan al ruedo con Puente de Espías, una prueba manifiesta de que ambos se encuentran más en forma que nunca. En esta cuarta instancia de la fructífera colaboración entre el cineasta vivo más importante de los últimos 40 años y el ganador de dos premios Oscar de la Academia de Hollywood, la historia nos lleva a 1957, en plena era macartista, cuando el gobierno de los Estados Unidos buscaba incesantemente –y no sin razón- cualquier signo de actividad comunista en el país. En ese ámbito, la CIA detiene a Abel, un espía que se hace pasar por pintor pero trabaja para el gobierno de la Unión Soviética. Como una forma de mostrarle al mundo las virtudes del sistema legal norteamericano, el gobierno contrata a un poderoso estudio de abogados para que defiendan al espía y aquí es donde entra a jugar el ambicioso letrado James Donovan, interpretado por Hanks. Sin embargo, y a pesar de ampararse en la ley para ganar juicios de seguros, Donovan se rige por un estricto código de honor que le lleva a entablar una insólita amistad con su defendido y supuesto enemigo de su nación, y trabajar en pos de evitar su segura ejecución, superponiendo "lo que hay que hacer" por sobre "lo que se debe hacer" y el "qué dirán" sus compatriotas. Sin embargo, al otro lado del Océano Atlántico, varias sorpresas le cambiarán la vida a Donovan que de un minuto a otro se verá involucrado en una compleja negociación en la Alemania oriental en la que se pondrá en juego no sólo la libertad de Abel, sino también la de un joven piloto de la Fuerza Aérea norteamericana y un estudiante de ciencias económicas que fue encarcelado bajo cargos de espionaje. Como en todas las películas del creador de Tiburón, las circunstancias terminan superando a la persona y por eso Donovan no dudará un minuto en poner en riesgo su propio libertad, e incluso su propio pellejo, en pos de salvar todas las vidas que pueda. A pesar de su título, este nuevo trabajo de Spielberg no es una película de espionaje propiamente dicha sino un thriller de negociación, de esos en los que cada personaje puede tener la clave para destrabar una negociación imposible y que mantiene al espectador atrapado desde el primer minuto merced a unos diálogos que continuamente dejan continuamente expuestos lo ridículos términos en los que se libró la Guerra Fría, que duró hasta 1989 con la caída del Muro de Berlín y los tecnicismos del mundo legal. Sin embargo, y a pesar de algunos detalles que así lo sugieren, el filme no busca convertirse en una propaganda ni mucho menos y en más de una ocasión el director demuestra la plusvalía del sistema soviético como cuando el piloto norteamericano es condenado a prisión ante los festejos de los rusos. La actuación de Hanks es impecable, y continúa la tradición en la que se maneja este actor, ya acostumbrado a dar vida a personalidades extraídas de la realidad como el Capitán Phillips del la película homónima o el astronauta ... de Apollo XIII. Sin embargo, Hanks no está solo en esta tarea y es así que lo acompañan ... y ... en papeles igualmente conmovedores. En el plano técnico, la reconstrucción de la Berlín de la Guerra Fría es impecable, Spielberg ubica la historia en la época en la se comenzaba a levantar el muro y utiliza de manera magistral la escenografía para ambientar la historia en una y otra mitad de una nación todavía devastada por la Segunda Guerra Mundial que comienza a ponerse de pie a pesar de encontrarse dividida. La fotografía del filme es otro punto destacable ya que la ambientación obtenida con la iluminación da lugar a una sensación de opresión constante en la ciudad de Berlín y aumenta la empatía con el protagonista, amén de la textura del film, que remite al cine de la década de 1950, gracias a los filtros agregados a la cámara. En definitiva, Puente de Espías es otra de esas inolvidables citas cinéfilas de este año plagado de tanques y superproducciones, que demuestra que una historia que sabe conmover siempre es superior a cualquier recurso técnico del que se pueda disponer.
El regreso de Johnny Depp El actor se luce en una película hecha a su medida en la que se enfrenta escena a escena en un imparable duelo actoral con sus compañeros de elenco. La historia de Pacto Criminal es la del James "Whitey" Bulger, un mafioso que llegó a dominar toda la zona sur de la ciudad de Boston gracias a una alianza que sostuvo durante 16 años con el FBI, o más precisamente con John Connolly, un agente de esa fuerza al que lo unía una amistada de décadas. Bajo esta premisa, el film –de 2 horas de duración- repasa concienzudamente las andanzas de este jefe criminal que extorsionó, robó y asesinó a gusto y piacere con el visto bueno de la ley mientras ayudaba a eliminar a la competencia, esto es la mafia italiana, de las calles de esa ciudad. En Pacto Criminal, película basada en el libro Black Mass escrito por los periodistas del Boston Globe Dick Lehr y Gerard O´Neill, Johnny Depp recupera las riendas de su carrera, que se fueron desdibujando en filmes como Trascendence, Mortdecay y El Turista, y realiza una brillante interpretación de Bulger en la que no queda nada de su rostro bajo capas de maquillaje, una calva a medida y ojos claros. Es notable como Depp logra el manejo de las diferentes situaciones a las que lo somete el director Scott Cooper (Loco Corazón) y es capaz de atemorizar no sólo a sus compañeros de elenco sino también al espectador debido a lo impredecible de su accionar y su gesticulación impecable que lo retrotrae a las épocas en las que cada película suya que se estrenaba era todo un acontecimiento signado por el misterio que suponía ver su nueva transformación. Por su parte, Cooper quizá sea un tanto ambicioso al relatar en un solo filme más de una década y media y por eso en ocasiones obliga al espectador a prestar demasiada atención a todos los detalles y menciones que hace en la primera mitad de su trabajo, en lo que a veces se transforma en una catarata de información difícil de digerir. Sin embargo, tras la primera hora, el filme se vuelve mucho más ligado a la acción, sin que por ello se entienda que se producen tiroteos continuos ni mucho menos sino que allí se narran las andanzas de Bulger con los personajes presentados en el anterior capítulo. El otro acierto del director es rodear a Depp de un elenco brillante por donde se lo mire, en el que se encuentran Joel Edgerton, Benedict Cumbertbatch, Peter Sarsgaard, Kevin Bacon y Corey Stoll, entre otros, y que le plantan batalla a Depp en lo que se refiere a interpretaciones. De esta manera, Pacto Criminal se convierte en una oportunidad idónea para recuperar al gran actor de Hollywood aunque al costo de ver un filme que quizá no sea del agrado de todos debido a su continua atmósfera angustiante, la extrema violencia desplegada por la mafia bostoniana de Bulger y los suyos y lo lejano de la historia a pesar de que los pactos entre los delincuentes y la ley sean moneda corriente en la sociedad actual.
En la cima del miedo La nueva obra maestra de Guillermo Del Toro no hace sino confirmar que el creador de algunos de los mejores exponentes del género no le perdió el ritmo a ese tipo de historias. El cine de terror de la vieja escuela, ese de los fantasmas que asustaban o los monstruos que se esconden debajo de la cama, no el de la camarita en mano que busca el susto fácil, tiene un heredero digno en la (gran) figura del mexicano Guillermo Del Toro. Decir que este director, fanático confeso de Federico Luppi, es un maestro de este tipo de cine es quedarse corto, puesto que demostró a lo largo de su carrera que domina a la perfección los tiempos de la acción (Blade II), la ciencia ficción (Titanes del Pacífico) y la épica (El Hobbit). Sin embargo, su excelente desempeño detrás de la cámara en filmes como El Espinazo del Diablo y El Laberinto del Fauno, Cronos (protagonizada por Luppi), Mimic y la serie The Strain (de la cual es el guionista) lo convierten en un referente absoluto en la materia. Por eso, el anuncio de La Cumbre Escarlata (Crimson Peak) causó gran expectativa entre sus seguidores ya que prometía llevar sus historias a la Inglaterra victoriana, uno de los escenarios que el director siempre quiso visitar de la mano de alguna adaptación del escritor H.P. Lovecraft. Sin embargo, su carrera –una sucesión de sorpresas- le permite a Del Toro visitar esa oscura tierra de la mano de su propio relato en una historia que creó basada en sus momentos cinematográficos y literarios favoritos. Todo comienza en la ciudad de New York a fines del siglo XIX cuando la aspirante a escritora Edith Cushing (Mía Wasilowska, la protagonista de la Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton) se enamora perdidamente de un inventor de alta alcurnia que llegó de Inglaterra a ofrecerle a su padre la posibilidad de construir una máquina excavadora. Sin embargo, el hombre rechaza el proyecto y obliga al joven a alejarse de la vida de su hija pero su (¿oportuna?) muerte le deja a Edith vía libre para unirse a Thomas (Tom Hiddleston) y cruzar el atlántico hasta la devastada mansión familiar que compartirán con la hermana de este, Lucille (Jessica Chastain), un perro y...¡muchos fantasmas! Inteligente en su planteo, Del Toro organiza la historia en una serie de episodios que separa con un "irish shot" o cierre de plano al estilo de los filmes mudos de la década de 1920, al tiempo que homenajea a los viejos filmes de mansiones embrujadas góticas y secretos familiares que la productora británica Hammer Films popularizó en entre 1955 y 1979 y que protagonizaron actores de la talla de Christopher Lee y Peter Cushing (de quien la protagonista toma su apellido). Asimismo, el director de la película ha dispuesto de cientos de recursos para que el relato avance y estos colaboran para crear una atmósfera que por momentos se convierte en opresiva y que con la ayuda del director de fotografía Dan Laustsen y los efectos especiales que generan a los fantasmas terminan de lograr el efecto deseado: sentir el deseo de huir de la sala al poco tiempo. Las actuaciones se miden en un plano aparte ya que Wasilowska cumple un rol más que efectivo pero los que verdaderamente se llevan las palmas son Hiddleston (más conocido como el dios nórdico Loki de las películas de Thor y Vengadores) y Chastain, cuya Lucille sabe desaparecer de escena y regresar con una fuerza inusitada en diferentes tramos del relato. En definitiva, La Cumbre Escarlata no sólo cumple en forma efectiva con su propósito sino que también se convierte en un exponente de esos que se puede utilizar para explicarle a los cinéfilos más jóvenes cómo se logra una clase efectiva de chucho en la gran pantalla.