Zootopia´s Got Talent La propuesta de comienzo de Año Nuevo para los chicos no se luce en ningún detalle en especial y apela al espectador con números musicales vistos varias veces en el cine. A esta altura, el nombre de Chris Meledandri , el creador de clásicos como Mi Villano Favorito, es similar a colocar "Pixar" en el póster de una película, peeeeeroooo... hasta Pixar se equivoca de vez en cuando (con "Valiente", por ejemplo) y este productor se dejó tentar por la maquinaria hollywoodense para sacar películas como chorizos. El resultado es esta Sing ¡Ven y Canta!, la segunda película estrenada en el término de un año que está ambientada en una ciudad habitada por animales, aunque en este caso no apela al policial sino al reality show musical, que tantos adeptos ha ganado alrededor del mundo, pero no por ello deja de llamar la atención. En el caso de Sing, la historia es la de Buster Moon, un exitoso productor teatral que ha caído en la bancarrota y decide convocar a un concurso de talentos para iniciar un nuevo proyecto y recuperar el esplendor. Al llamado (que por un error de tipeo ofrece más dinero del disponible) concurren varios animales que muestran sus talentos vocales, hasta que sólo quedan un grupo de ellos, que buscarán convertir en un éxito la nueva obra de Moon. Si bien la puesta en escena es divertida (sobre todo la parte en la que se produce el mencionado "error de tipeo" que involucra un ojo de vidrio), el producto final es algo que ya se vio mil veces no sólo en producciones de Dreamworks, Universal, Pixar, Disney y series animadas varias, sino que está hecho a las apuradas y sin una "novedad" que la convierta en algo especial. Meledandri, como productor, hace seis meses nos divertía a lo loco con "La Vida Secreta de tus Mascotas" y a esta altura nos sale con esta película mientras prepara una tercera entrega de "Mi Villano Favorito" que llegará en las vacaciones junto con los infaltables Minions; y la producción "a las apuradas se nota y mucho". Por otra parte, es inadmisible que a esta altura de los acontecimientos en los Estados Unidos, uno de los integrantes del grupo sea un joven gorila que canta blues, se vista como un joven afroamericano y delinca junto a su familia robando bancos. Si eso no es estigmatización, que alguien señale qué es. Ni siquiera la inclusión de las voces de Eugenia "La China" Suárez Y Leonardo Sbaraglia en la versión doblada al castellano (es decir en todas las copias que se estrenan en el país) salvan las papas del fuego por el simple hecho de que ni siquiera se nota cuando estos actores hacen su trabajo. De esta manera, Sing se transforma en una película divertida de ver en el momento pero olvidable pasadas las 4 horas y un manchón de esos que quedan ensuciando el legajo de uno de los mejores productores de animación de la actualidad.
Hasta el Último Hombre: pacifista en el Pacífico Mel Gibson regresa a la dirección en un film bélico que relata la historia de un joven que se une al ejército de los Estados Unidos para servir a su país sin tener que matar... Unirse al ejército más poderoso del mundo siendo un objetor de conciencia que sólo desea servir a su país de la mejor manera posible resulta una causa por demás improbable. Pero el caso existió, ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en el nuevo film del polémico Mel Gibson. Si bien el laureado actor neoyorkino ha protagonizado durante los últimos años una serie de escándalos mediáticos que han transformado su vida en poco menos que una caricatura, su estilo para narrar en la gran pantalla ha permanecido intacto, o al menos eso es lo que se puede ver en esta nueva incursión como realizador. "Hasta el Último Hombre" narra la historia de Desmond Doss, el único soldado norteamericano que combatió en el frente de batalla sin portar un arma, y que logró salvar a 75 hombres en el proceso. Doss era un objetor de conciencia que se unió como médico al Ejército de los Estados Unidos y que debió sufrir en carne propia las humillaciones a las que lo sometieron sus propios compañeros y superiores. Con esto en mente, el film se divide claramente en dos partes. Así como hizo Stanley Kubrick con Nacido Para Matar, la primera hora de este relato transcurre en los Estados Unidos, donde se explora el pasado de Doss, su decisión de jamás tomar una vida a muy temprana edad, y la inclinación por la enfermería para luego pasar al duro reclutamiento que le tocó vivir. La segunda hora muestra al protagonista ya en territorio nipón, donde participó junto a su escuadrón de la famosa batalla de Okinawa, una de las más encarnizadas de la Segunda Guerra Mundial, que le valió la Medalla al Honor del Congreso de los Estados Unidos. Si bien está protagonizada por Andrew Garfield, Hugo Weaving, Vince Vaughn y Sam Worthington, el foco de la película está puesto en la dirección de Gibson, a quien los años han puesto un tanto "blando". Estamos hablando del director de "La Pasión de Cristo", "Apocalypto" y "Corazón Valiente", tres de las películas más sangrientas de la historia del cine; y del que se podía esperar un poco más tratándose de un film bélico. Sin embargo, a pesar de que "Hasta el Último Hombre" tiene violencia a raudales (sobre todo en la segunda hora), lo cierto es que todo el convite funciona bien pero se queda un tanto corto para aquel que ha visto acción verdaderamente descontrolada en productos como "Rescatando al Soldado Ryan", "Band of Brohers" y esa gran apuesta de HBO que fue "The Pacific". No me malinterprete: no es que lo de Gibson sea malo, es que no logra superar en fiereza a esas películas, sobre todo porque el protagonista no dispara un solo tiro y se pasa varios minutos salvando a 75 compañeros de la violenta represalia de los japoneses. En definitiva, "Hasta el Último Hombre" es una linda película, que se deja ver muy bien pero que de ninguna manera es la mejor obra del director ni tampoco se transformará en un clásico de clásicos.
Culebrón espacial Una película creada con la "técnica Netflix" busca captar a varios públicos al mismo tiempo y termina bastardeando tres carreras: la de sus protagonistas y la de su director. Comenzó la era Netflix en los cines. Y no es que esta "Pasajeros" haya sido realizada por el canal de streaming pero sí utiliza el mismo algoritmo para decidir su siguiente paso. Paso a explicarme; House of Cards, una de las series más exitosas de Netflix fue realizada siguiendo una suerte de encuesta en la que los "televidentes" decidieron qué tipo de programa querían ver (un drama político), con qué protagonistas (Kevin Spacey, Robin Wright) y tantos otros detalles que se cumplieron a la perfección. Acá, algún productor decidió reunir en un mismo film a los actores "más codiciados" de los rankings de las revistas tipo "GQ" o "Esquire" –Jennifer Lawrence y Chris Pratt-, en un "drama romántico espacial", un tema de actualidad como la posibilidad de viajar a través del espacio, y el género en el que mejor se han desempeñado ambos (la ciencia ficción); y decidieron poner a cargo a Morten Tyldum, que venía de pegarla con la genial "El Código Enigma". El problema aquí es que, mientras que el público de Netflix puede disfrutar de series bien hechas –y sobre todo definidas dentro de un género-, el pastiche que resulta de esta ecuación cinéfila es sencillamente intragable. La película relata cómo durante un viaje espacial de 120 años de duración con el objetivo de colonizar un nuevo planeta para una corporación todopoderosa, un meteoro impacta contra la astronave "Avalon" y la deja severamente dañada. El impacto causa que una de las cápsulas de hibernación en las que viajan los 5 mil pasajeros sufra una avería y su ocupante se despierte 90 años antes de lo previsto. Jim (Chris Pratt) comienza a deambular por la inmensidad de la nave hasta que, un año después y acuciado por la soledad, decide despertar a otro pasajero. Claro que el tipo no se va a conformar con cualquier persona que encuentre así que elige despertar a Aurora Lane (Jennifer Lawrence), una conocida escritora y periodista, a sabiendas de que es imposible volver a poner a una persona en hibernación. O sea que es casi, casi como condenarla a muerte. A partir de ese momento clave, el espectador sabrá cómo se desarrollará todo lo que sigue gracias a un guión tan mediocre y predecible como cualquier telenovela argentina de la actualidad, muy a pesar de todos los sufridos intentos del director para convertir esto en algo interesante, tras haber firmado un contrato millonario pero que limita cualquier movida creativa. Los actores, sencillamente no colaboran para nada: mientras Chris Pratt se limita a repetir su trabajo de "Guardianes de la Galaxia", Lawrence no hace más que poner caras de "son sólo 3 semanas de rodaje por unos cuantos millones embolsados a mi cuenta" o "prefiero seguir viviendo con ratas en mi departamento de soltera de New York". Lo único que salva a esta ecuación y le da un poco de ritmo y humor es Michael Sheen como el barman robot de la nave, el clásico recurso del guionista para ponerle un poco de onda y sarcasmo a este culebrón que encabezan dos personas durante casi dos horas. En definitiva, Pasajeros (que se estrenó este lunes en preestreno), es una de esas películas hechas para satisfacer a varios públicos y que terminan haciéndole perder plata al estudio por el sólo pecado de ser ambicioso.
Ellos te están esperando: zombies a la danesa La película de Bo Mikkelsen combina la moda del momento con escenas de acción bastante bien logradas y realistas aunque no cuenta nada nuevo para el género En una charla de redacción con mi coequiper Martín García, nos pusimos a desglosar cuáles con las características de las películas de zombies y descubrimos que cada país tiene sus reglas para hacer películas al respecto: los norteamericanos con torpes y hambrientos, los británicos son rápidos y rabiosos, los coreanos son ciegos y frenéticos; y a esa lista se le agregan ahora los daneses de "Ellos te están esperando". Y es que esta película del danés Bo Mikkelsen busca darle su propia impronta al género y por eso las víctimas de una suerte de gripe se van transformando en una suerte de "infectados", más que zombies. La historia cuenta como en un vecindario se ve cercado por las autoridades a razón de un brote de gripe que va diezmando a la población de manera acelerada. Tras la implementación de la cuarentena, que incluye la cobertura de las casas con plásticos negros, los ciudadanos son encerrados en sus propias casas sin mayores explicaciones. En este marco, un joven llamado Gustav pondrá su vida en riesgo al tratar de llegar a la casa de Sonja, su nueva vecina, a la que quiere rescatar de su hogar, mientras su familia hace lo imposible para sobrevivir con las raciones que le dio el Gobierno. La película tiene un buen comienzo, y en general su ritmo es el ideal para este tipo de producciones, con suspensos bien logrados y actuaciones acordes a la trama. En lo que falla Mikkelsen es en el guión, que no es diferente a, por poner un ejemplo, los primeros episodios de The Walking Dead o el gran clásico La Noche de los Muertos Vivientes (1968) de George Romero. De todas maneras, cualquier fanático de este género sabe que lo que verdaderamente importa de este tipo de historias es la superviviencia de los protagonistas y ahí, la película gana bastante con las peripecias de éstos en una ciudad sitiada primero por soldados y luego por las víctimas de la plaga.
El secreto de Kalinka: padre coraje a la francesa La recreación de un caso real de abuso y asesinato que tomó 30 en resolverse es una de los mejores trabajos de Daniel Auteuil hasta la fecha. El Secreto de Kalinka tiene un título digno de una película infanto juvenil, pero nada más lejos de la realidad. Se trata de la épica de un hombre que pierde a su hija de forma trágica y se decide a esclarecer su muerte, que en un principio parece ser de índole natural. André Bamberski (Auteuil) es un contador que vive en Marruecos con su esposa Daniele y sus dos hijos hasta que aparece en sus vidas Dieter Krombach, un médico que trabaja en el consulado alemán en ese país y que inicia un amorío con la mujer. Abandonado por su esposa, André se traslada a Francia mientras que ella y Krombach se llevan a los niños a Alemania. En 1982, Kalinka, la hija de André aparece muerta en su cama y ahí comienza el drama de este hombre que cree que el resultado de la autopsia ha sido alterado por Krombach que desea encubrir un abuso. Pero Daniele no le cree y apoya a su nuevo esposo, al tiempo que el sistema legal francés demuestra ser incompetente para pedir una investigación y luego una extradición del sospechoso. La película comprende una cronología que se extiende a lo largo de casi 40 años y muestra a ese genial actor que es Auteuil en su mejor forma, interpretando a un padre que ha jurado develar qué mató a su hija a cualquier costo, incluso el personal. El elenco que completan Sebastian Koch y Marie Josée Croze es de lo más sólido que se ha visto en los últimos tiempos y todos trabajan para construir un relato sólido, que no pierde el interés en ningún momento de su hora y media de duración. Esto ocurre también por mérito del director Vincent Garenq, que se aleja de los procesos judiciales, los toca de taquito y realiza pases maravillosos que se centran en las acciones que llevan a cabo los personajes, tanto los principales como los secundarios. En una semana en la que la película para ir a ver es Rogue One, los que quieren algo "más tranqui" tienen esta gran, gran película que no puede decepcionar a nadie.
La llegada: aliens con moraleja Una película centrada en la llegada de unos misteriosos visitantes de otro mundo y dirigida por el responsable de “Sicario” y “El Hombre Duplicado” se convierte en otro de los platos irresistibles de esta semana. Las películas de extraterrestres que llegan a la Tierra con alguna intención desconocida parecen un tema por demás trillado y aburrido, pero falta solamente que un director como el canadiense Dennis Villeneuve ponga sus manos a trabajar para que se convierta en una experiencia totalmente nueva. El director de películas tan llamativas como "Incendios", "Prisioneros", "El hombre duplicado" y "Sicario" ya se ha hecho una fama de buen narrador, que no escatima esfuerzos para cumplir con sus objetivos en el plano visual, sea sorprender, asquear, conmover o, como es el caso que nos ocupa, preocuparnos. Lo que ocurre en La Llegada es que 12 naves llegan a la Tierra y se posan en diferentes ciudades del mundo con el objeto de entrar en contacto con los seres humanos. Los militares, preocupados, envían a sus expertos en lingüística a intentar comprender el idioma de los visitantes con el objeto de comprobar sus intenciones. Pero la paranoia es tal que el menor error podría provocar una respuesta equivocada que concluiría en un desenlace fatal para todos. Acá es donde entra la experta Louise Banks (Amy Adams), en un rol de heroína involuntaria que al director le encanta retratar -como se ve en "Sicario"-, que con la ayuda de Ian Donnelly intentará descifrar qué es lo que quieren estos extraterrestres que parecen saber más de lo que aparentan sobre los humanos. Lo verdaderamente genial del film es cómo Villeneuve busca extraviar al espectador en un laberinto espacio-temporal al punto de obliga a éste a "mapearse" las escenas para saber en qué momento de la historia se encuentra. Y aquel que lo logre, tendrá una sorpresa que no se espera... Como suele ocurrir con los trabajos de este director, la película es un ejercicio neuronal constante para todos aquellos que buscan evitar quedarse impávidos frente a la pantalla y buscar un poco de esparcimiento que además represente un desafío.
Rogue One: la mejor “Star Wars” en 35 años La nueva película de Star Wars, que cuenta una historia paralela a los hechos del Episodio IV cuenta con la brillante dirección de Gareth Edwards y un elenco de estrellas insuperable Si alguien se animaba a decir que el británico Gareth Edwards iba a ser el responsable del mejor film sobre el universo Star Wars realizado en los últimos 35 años, éste crítico le hubiera creido. Tomar un personaje como Godzilla, aggiornarlo, hacerlo interesante y hacer un film capaz de capturar la atención de un niño de segundo grado no es un mérito del que cualquiera pueda hacer gala. Pero él lo hizo. Los directivos de Disney también se dieron cuenta y por eso Edwards fue elegido no para dirigir uno de los episodios en progreso sino para hacerse cargo de una historia que no despertaba mayor interés: cómo hicieron los rebeldes para robar los planes de la Estrella de la Muerte, la estación espacial que Luke Skywalker destruye en el ya legendario Episodio IV. El plan de Disney, que adquirió la franquicia en 2012, es bien sencillo: amortizar los más de 5 mil millones de dólares que le pagó a George Lucas por su creación. Y hasta ahora van por buen camino ya que entre diciembre de 2015 y los primeros meses de 2016 embolsaron 2 mil millones con el Episodio VII de J.J. Abrams. Claro que entre los dos años de espera entre los episodios, Disney preparó "tentempiés" fílmicos como esta Rogue One, que a su vez cuenta con un elenco de lujo: la nominada al Oscar por La Teoría del Todo Felicity Jones, el mexicano Diego Luna, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Donnie Yen y varios otros que no es aconsejable mencionar con el fin de dejar que el público se sorprenda. La historia planteada en el film transcurre a lo largo de 15 años y muestra la búsqueda de Jyn Erso, la hija de un talentoso ingeniero llamado Galen, al que el Imperio obliga a trabajar en la ya mencionada estación espacial, capaz de destruir un planeta de un solo disparo. Claro que Jyn no lleva una vida normal y vive huyendo de planeta en planeta hasta que un comando, conformado por el capitán Cassian Andor (Luna) y el androide K-2SO, la libera de una prisión imperial y le proponen rescatar a su padre a cambio de su ayuda. De ahí en más comienza una carrera contra reloj ya que la Estrella de la Muerte comienza a hacer estragos entre algunos planetas y por eso, este equipo disímil irá incorporando más y más personajes que se unen a esta cruzada con destino improbable. ¿Por qué es el mejor film de Star Wars en 35 años? Porque Gareth Edwards supo recrear a la perfección la atmósfera mística de los primeros relatos con personajes que destilan carisma y talento para el festival de lásers y explosiones que se desata ya en la primera media hora, y todo ellos casi sin recurrir a los personajes clásicos. Pero no se acaba ahí la festividad (que los fanáticos, disfrazados ellos, alaban segundo a segundo a los gritos) sino que la magnífica puesta en escena y las trepidantes batallas –aéreas, terrestres y hasta marinas- son de una exquisitez que no se veía desde los limitados (en lo referente al desarrollo técnico) días de El Imperio Contraataca (The Empire Strikes Back, 1981) de Irvin Kershner, película que figura primera en el ranking de cualquier fan de esta interminable historia. Sin embargo, y si con todo esto no basta para hacer que el fanático vaya al cine a velocidad sublimínica, cabe resaltar que abundan las inmensas e constantes referencias a los otros films, algunos que ya se vieron en los tráilers como la aparición de Darth Vader –todavía con la voz de James Earl Jones- y otras como la aparición de naves , vehículos y armamentos que hasta ahora permanecían inéditos en la gran pantalla y que sólo eran conocidos por novelas, cómics, series animadas y juegos de Rol. Rogue One es una experiencia que se disfruta desde el minuto uno y se extiende durante 133 minutos de alegrías, tristezas, risas, llantos y todas las sensaciones que estas películas solían generar en un momento y, por una causa u otra, habían perdido hace rato.
Snowden: el regreso del “rebelde” Oliver Stone El director de “JFK” y “Nacido el 4 de Julio” regresa con su versión de la historia sobre el “hombre más buscado del mundo” que toma su libro como referencia. Desde que el cineasta Oliver Stone se despachó con esos grandes exponentes del cine de protesta norteamericano que son "Salvador", "JFK" y "Nacido el 4 de julio", su nombre siempre se asocia a las películas testimoniales que financia la maquinaria hollywoodense. Claro que Stone no sólo se dedica a este tipo de films y por eso sus versiones de la historia de "The Doors" y "Nixon", así como "La Radio Ataca", "Wall Street" y "Asesinos por Naturaleza" (su visión sobre un guión de Quentin Tarantino) lo han dejado en un plano destacado del cine. Pero bueno, en su país se lo conoce por su admiración por Latonoamérica, como lo atestiguan "Al Sur de la Frontera", "Comandante" (sobre la vida de Hugo Chávez Frías) y "Castro in Winter" y por eso, cada vez que circula un film basado en gente "no grata" para los Estados Unidos, su nombre encabeza la lista de realizadores que se animarían a hacer la película. Así las cosas, y casi casi en tiempo récord, llega a los cines Snowden, una película basada en el polémico ex espía norteamericano que desafío al organismo de inteligencia más poderoso del mundo y reveló cómo se espía a los ciudadanos de todo el mundo mediante complejos logaritmos informáticos. En esta ocasión, el directo no emprende una elaborada investigación, sino que recurre al material de los libros "The Snowden Files. The Inside Story of the World's Most Wanted Man" de Luke Harding, y en "La hora del pulpo", del abogado ruso Anatoly Kucherena que fue quien le consiguió al hacker de la CIA la ciudadanía rusa. De esta manera, el director se maneja con un constante ida y vuelta entre el año 2013, cuando Snowden se dio a conocer a los periodistas del matutino británico "The Guardian" que fue quien publicó la historia en primer lugar, y diferentes episodios de su vida entre los que se incluyen su baja del ejército de los EE. UU., su reclutamiento en la Agencia de Seguridad Nacional (ANS) y la CIA y su trabajo en diferentes países, en los que aprendió todo sobre la vigilancia a la que somete esa nación no sólo a la gente que puede resultar potencialmente sospechosa de terrorismo, sino a toda su red de familiares y amigos, con total acceso a su vida privada. Pero (si, hay un pero) la película recae en dos errores: no toma en cuenta el documental ganador del Oscar Citizen Four y se explaya largo y tendido sobre todas las cuestiones que hicieron a Edward Snowden tomar la seria decisión que lo convirtió en un traidor para el Gobierno de su país. De esta manera, el film se extiende por 134 minutos, que no siempre son fáciles de digerir debido a la cantidad de información que se vierte y los tecnicismos de rigor, pero la excelente performance de Joseph Gordon-Levitt logra sacar la acción adelante junto a la bella Shailene Woodley; y el propio Snowden que hace su aparición en un momento cumbre del film. Consejo: si JFK le parece el sumun de lo aburrido y poco interesante, Snowden no es su película; pero si quiere volver a ver al mejor Oliver Stone, al más "rebelde" de los directores norteamericanos, ésta es su película de esta semana.
El Sacrificio de Nehuen Puyelli: tumberos del sur La nueva película de José Campusano se aleja del conurbano bonaerense y se adentra en Río Negro para relatar una historia basada en un caso real, rodeada de xenofobia, marginalidad y nobleza Varias son las sensaciones que despierta "El Sacrificio de Nehuen Puyelli", la nueva película de José Celestino Campusano, pero hay una que predomina y es la de la injusticia que pesa sobre sus protagonistas. Campusano, uno de los cineastas más prolíficos de los últimos tiempos, y que ha retratado como pocos los códigos del conurbano, esta vez optó por una historia bastante alejada de estas costumbres, en la que incluso se lamentan cada vez que un personaje debe ser enviado a Buenos Aires. La historia es la de Nehuen Puyelli (Chino Aravena), un descendiente de mapuches que se convierte en el objeto de odio de una mujer cuyo hijo mantiene una relación homosexual con el protagonista y que está convencida de que puede "recuperarlo" alejándolo de él. Para eso, logra que un fiscal abra una causa contra Puyelli acusándolo de haber causado la muerte de una conocida anciana recetándole sustancias en su rol de curandero. Puyelli es enviado a un penal rionegrino donde muy pronto llegarán un enviado de su "suegra" que buscará hacerle la vida más y más difícil. Pero Puyelli logra entablar relación con Ramón Arce (Damián Avila), un preso que vive mediando entre sus compañeros y las autoridades del penal para hacer la vida allí más llevadera y que está a un año de cumplir con su condena. El protagonista le ofrece a Arce prestarle su casa para que pueda cumplir con un régimen de salidas transitorias y así se asegura la protección de éste y sus amigos dentro de las paredes de la cárcel. De esta manera, lo que puede parecer otra historia carcelaria se convierte en un drama de infinitas aristas, que no se limita a transcurrir en el interior del penal sino que tiene causas y consecuencias fuera de esas paredes y rejas. La irrupción de los Henderson (sin piegrande ni nada similar), brazos armados de los terratenientes locales, no hace sino más que despertar la indignación del espectador gracias al muy buen trabajo de Aldo Verso (el padre) y Emanuel Gallardo (el volátil hijo). Y si bien desde afuera parece que "El Sacrificio..." no tiene mucho para ofrecer, basta mirar la relevante cantidad de hechos que transcurren en los primeros diez minutos, volverse adicto a este cine, y luego multiplicarlos por 9 para darse una idea de el festín cinéfilo que Campusano preparó para el espectador. Una sorpresa que despierta el interés por este director que trabaja con lo que tiene a mano y obtiene resultados realmente sorprendentes.
Sully, hazaña en el Hudson: la joya cae en medio del dolor Parece una cruel paradoja del destino que en una semana signada por la tragedia aérea que le costó la vida a 71 pasajeros, entre ellos el plantel del equipo de fútbol brasilero Chapecoense, llegue a los cines locales uno de los mejores films del año, que recuenta la historia de uno de los accidentes de este tipo más famosos de la historia, pero no por la cantidad de víctimas fatales sino por la supervivencia de todos los pasajeros. Si a Tom Hanks le faltaba trabajar con un director, ese era Clint Eastwood, uno de los mejores realizadores del cine norteamericano, cuyos peores films incluso se han hecho acreedores de halagos y buena taquilla. En este caso, el actor y el director se unieron para llevar a la gran pantalla el libro Highest Duty (El más alto deber) de Jeffrey Zaslow Sullemberger, un piloto que el 15 de enero de 2009 logró una hazaña impensada y se transformó en héroe nacional al aterrizar un Airbus 320 con casi 150 pasajeros en el río Hudson luego de que una bandada de pájaros dañó los dos motores de la aeronave. Sin embargo, el tira y afloje entre la compañía US Airways y la aseguradora no sólo puso en tela de juicio su prestigio obtenido tras cuatro décadas en una cabina de control sino también su criterio. Esta es la historia elegida por Eastwood, la de la construcción del personaje en el imaginario popular y la realidad del hombre detrás de la estatua; y por fortuna encuentra a un Hanks inspiradísimo y en temporada de cosecha de nominaciones para los premios Oscar. Contra todo lo que puede esperarse de un film de este director y con Hanks como protagonista, la película dura unos escasos 96 minutos que hacen foco en las inseguridad que sufre el protagonista frente al sumario que se le lleva a cabo en la empresa, desde donde insisten que si lo hubiese querido, podría haber aterrizado en un aeropuerto cercano. Es curioso como Eastwood ha construido su narración, lisa y llana, y ha triunfado en un negocio en el que los recursos remañídos y las complejidades identifican a los realizadores más "prestigiosos". Este ex cowboy y ex policía de los más clásicos exponentes de ese género de las décadas de 1960 y 1970 ha sabido transportar con dignidad lo aprendido durante todos estos años y en Sully vuelca una vez más su talento con hidalguía, a sus 86 años. La película no sólo luce moderna sino que reproduce la maniobra que el piloto realizó con el avión y reconstruye el rescate de manera magistral: en ningún momento se notan los trucos y el despliegue es increíble. Hanks interpreta al protagonista con mucho tino y se apoya en un elenco secundario que tiene a Aaron Eckhart a su mejor exponente, como el copiloto Jeff Skiles, que permanece con él en pantalla durante casi todo el film. Sully se convierte así no sólo en uno de los films más recomendados de esta semana sino también en un serio candidato a quedarse con alguna estatuilla en enero y febrero del año que viene.